El despertar de N'Zoth y el contraataque de Azeroth

El enano hierro negro, sostenía con rostro serio pero sereno, un pequeño candil, mientras la llama de la vela rompía con la oscuridad reinante. El silencio era denso e incomodo.

Belter deslizó la mano hacia sus armas pero un sutil gesto de la gnoma la detuvo.

– Cuanto tiempo sin vernos Mordacae. Y que casualidad, volvemos a vernos rodeados de tinieblas.

Las palabras de Borak sonaban mansas pero contundentes, su mirada no se despegaba de los ojos de la pequeña gnoma. Con un gesto tranquilo se acerco hasta tener a pocos centimetros, la cara de la gnoma, examinándola de cerca. Morda no se movía y Belter nerviosa se revolvía a su lado.

– Que haces aquí viejo? Este no es tu sitio…

– Tu desapareciste, tecnomante. Y Nzod es tan poderoso como…

Una bofetada de la gnoma, hizo que el enano se apartara medio metro de ellas. Con un medido movimiento, sujetó el brazo de belter que ya había desenfundado el arma y la miraba con el rabillo del ojo extrañada.

– Oh Valla, no pretendo insultarte. Yo no osaría…

– Diste la voz de alarma Borak…

– Era necesario, tu sitio esta aquí. Ellos podían retenerte entre nosotros… y yo quizas convencerte…

– De que habla? lo conoces? – La voz de Belter sonó mas fuerte de lo pretendido.

– Hace mucho tiempo… - La gnoma entono con cierta altaneria sus palabras pero fue interrumpida.

– Vivo para servir tecnomante, todas las fuerzas de la gran ny’alotha estan convulsionando, Nzod reclama lealtad a todas las fuerzas para si. Contigo habría una oportunidad de aunar al verdadero culto.

Belter escuchaba atenta sin perder de vista a la gnoma.

– Olvídalo Borak, cthun es historia y tengo cosas mas importantes entre manos.

– Las antiguas profecías… chtun no es historia mientras tu vivas.

Un pequeño tic nervioso apareció en la ceja de la gnoma. Rápidamente se giró hacia belter que la miraba con interés.

– Es un enano… le da al driking driking cosa mala… (Gesto golpeando con un dedo su cabeza)

– Quien es ella mi General? Quizás una nueva hierofante? o solo un divertimento?

Por un lacónico segundo, un visible crepitar de la oscuridad reinante arremolino ondas alrededor del trio. El aire se volvió mas denso y pareció tragarse el sonido pero en nada, desapareció el efecto, pero no una mirada molesta.

De un salto, el enano se postro pegando la cara al suelo mientras Belter le hacía un gesto a morda de incomprensión.

– No te preocupes Belt, te lo explicaré en otro momento… el era un lacayo que… bueno aveces pasan cosas… que locura verdad? je je je

– De que culto habla y de que os conocéis Morda?

– Mas de los nuestros están organizados, no te marches. Puedes tomar un sitio aquí y cuando menos se lo espere nzod, tomar el control por la gloria de cthun…

– Ya basta! cállate viejo!

La gnoma desenfundó su daga crepuscular y se le acerco amenazante, con cara malmorada cuando un sonido la detuvo. Al girar, vio a belter retorcerse en el suelo y sin dudarlo salto sobre ella alarmada.

– Belt?? Que te pasa!!

La elfa comenzó a susurrar entre dientes, dispersa. Hablando sola en una antigua lengua que Morda reconoció. Asustada, la gnoma abrazo a Belter y la sujeto intentando entender lo que decía.

Tras un momento, de confusión, los ojos de la elfa volvieron en si y miraron a la gnoma de forma directa, pero aún temblorosa. Por un momento, vio pequeños zarcillos de oscuridad revoloteando por su piel, una piel especialmente fria.

– Se acabó, volvamos a la posada Belt, tienes que descansar…

La voz de la gnoma sonó enfadada y mas profunda de lo habitual. Sin esperar respuesta, acciono su desgarrador espacio-temporal, y ambas fueron succionadas por el pliegue desapareciendo.

En la oscuridad, el enano hierro negro se quedo solo y por un momento, sus ojos brillaron.

– Vivo para servir… Preparare tu llegada tecnomante…

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Un punto clave de un helado destino

—El mundo me ha dado la espalda de nuevo, por eso he acudido a ti. Comprendes mejor que nadie la amenaza que ensombrece el horizonte.

El eco de su voz jugó con el suave viento que acariciaba la cima de Corona de Hielo, pero sus palabras eran pesadas y firmes como el hierro, ancladas a una realidad oscura y fría como la muerte misma. Aiden estaba arrodillado frente al Trono de Hielo, con la rodilla hincada en el hielo azul de la plataforma y Silencio en su diestra, reflejando la tenue luz fantasmal de los relámpagos sobre ella.

Bolvar tamborileó sus dedos como brasas en el mango de su gran martillo ígneo, una enorme máquina de destrozar imbuida con los fuegos profanos que daban vida al Rey Exánime, como si estuviera sopesando la respuesta.

—Sylvanas es sin duda el mayor peligro para este mundo. Su obra amenaza al equilibrio de la vida y de la muerte, y por ello coincido contigo: debe ser detenida lo antes posible.

Tras su ondeante capucha, Aiden sonrió por primera vez en lo que había parecido una eternidad de pesadilla. Había encontrado en el Rey Exánime un aliado crucial que comprendía tan bien como él la amenaza que suponía la Reina Alma en Pena, y ni siquiera su no muerte fue capaz de arrebatarle aquella sensación de profunda alegría y satisfacción.

—Entonces compartimos objetivos, y por ello estoy dispuesto a cumplir con mi juramento de servir tus designios.

Bolvar asintió con satisfacción.

—El arma que portas, Silencio, tiene un potencial único. Al igual que una guadaña corriente siega el trigo, ella se abre paso entre sus enemigos mientras se alimenta de su muerte. Su conexión con las fuerzas de más allá del velo la ha otorgado un hambre insaciable, pero aún es débil y debe desarrollarse —hizo una pausa para alzar una mano—. Acércate, caballero de la muerte, y deja que pavimente su camino a la leyenda.

Aiden se puso en pie y dio un golpe en el suelo con Silencio, mostrando su conformidad y su agradecimiento. Mientras ascendía, el viento agitó su capa alba y sus cabellos de plata con suavidad, jugando al escondite con su expresión de pura determinación. Había tenido sus dudas a la hora de buscar ayuda en el Rey Exánime, siempre maquinando planes sobre planes que solo él conocía, amasando poder como si estuviera esperando algo.

Había apostado, y no se había equivocado. Cada paso hacia Bolvar era un paso hacia un futuro seguro en Azeroth, abriendo el camino que esperaba que sus habitantes acabaran por recorrer. Los Señores Elementales eran pacíficos, la Plaga casi se podía considerar una aliada, la Legión estaba desmantelada y los Dioses Antiguos yacían muertos en los pozos del olvido, el lugar que les correspondía. Sylvanas era el último obstáculo en ese camino, el último enemigo que debía ser destruido, pues cuando Azeroth naciera por fin ni siquiera los Señores del Vacío, que roen y gimen en su reino más allá de las estrellas, serían un problema. El mundo estaría en paz por siempre, y Aiden soñaba con el día en que pudiera ver su mayor y única ambición plasmada en la realidad.

Al final, con un último y decisivo paso, se detuvo frente a su señor y le tendió a Silencio. El Rey Exánime dejó su martillo y tomó la guadaña con suma delicadeza, como si fuera una madre sosteniendo a su primogénito por primera vez. El Yelmo de Dominación lanzó un ligero sonido a frio y escarcha, y la gema de su frente pasó del ígneo rojo al gélido azul, extendiéndose a los ojos del Carcelero de los Condenados y luego al resto de su carbonizado cuerpo.

Bolvar extendió dos dedos ante la expectante mirada de su adalid y dibujó en el aire una runa que Aiden jamás había visto. Sus trazos eran complejos y hermosos, más que ninguna otra runa que hubiera visto antes, y aunque no conocía su significado podía notar el intenso poder que la recorría. Con precisa lentitud, la mano abrasada descendió sobre el final de la hoja de Silencio hasta que su metal se encontró con la runa de magia pulsante. El indestructible metal siseó como una serpiente furiosa mientras aceptaba la nueva runa, que chispeó y humeó unos segundos antes de calmarse y encenderse junto a las demás.

—Esta es la Runa Sombría, una forma de magia proveniente de más allá del velo. Gracias a su magia de muerte, Silencio ahora está conectada a las Tierras Sombrías por toda la eternidad. No solo se alimentará con más eficacia de la muerte de tus enemigos, caballero de la muerte, sino que ahora podrá beber de las fuentes que aguardan en el Reino de las Sombras.

Bolvar le devolvió la guadaña a Aiden, que la miró con casi la misma luz en los ojos que un niño mira a un juguete nuevo en el Festival de Invierno. Aquella runa era misteriosa y terrible, pero ahora era parte de su creciente poder. Podía notar como la runa atraía fuerzas misteriosas del más allá y las tejía con delicadeza en el entramado metálico de Silencio, haciéndola todavía más fuerte y aterradora.

Aiden lanzó su guadaña como tantas otras veces, y quedó maravillado con el aumento de alcance y velocidad. La hoja surcó el aire cortándolo como si no existiera, sobrepasando en su trayecto los bordes de la plataforma y lanzando un silbido afilado que parecía imitar a un grito de agonía.

—No cabe duda —dijo Aiden cuando Silencio volvía a su lado—. Esta será el arma que marque el destino del mundo y el mío propio, ahora lo veo claro. Estoy a tus órdenes, Fordragón.

—Tal y como debe ser… Señor de la Muerte.

Aiden alzó ambas cejas en un gesto de confusa sorpresa.

— ¿Quieres nombrarme de nuevo Señor de la Muerte? Sabes bien que no busco estatus ni ese tipo de poder.

El Rey Exánime se levantó de su trono, quizá por primera vez, y le hizo un gesto para bajar las escaleras junto a él.

—Ese título pertenece al caballero de la muerte más poderoso de todos, y ahora no hay nadie en Acherus que pueda tan si quiera competir por el puesto. Tu monstruosa hojarruna te ha ascendido a un nuevo nivel de poder.

—El poder no es más que una herramienta, no un objetivo —repuso el caballero de la Muerte—. Sin un propósito, el poder no sirve de nada.

De nuevo, Bolvar asintió.

—Hablas con sabiduría, Hojagélida. Pero eso me lleva a preguntarte algo. ¿Para qué quieres ese poder?

La respuesta estaba clara.

—Para salvar Azeroth de cualquier amenaza.

—Entiendo, pero ¿y después? ¿Qué harás cuando no queden guerras que librar ni enemigos que destruir? ¿Qué será del verdugo si no hay nadie a quien ejecutar?

Aiden apartó la mirada con aire pensativo. Nunca había pensado en que haría después, ni siquiera se había planteado que habría un después . No supo lo que contestar.

—Ya veo. Ni si quiera has llegado a planteártelo —continuó Bolvar—. Yo, en cambio, he tenido mucho tiempo de soledad… he podido pensar en muchas cosas. Aunque el mundo quede libre de toda amenaza, la batalla por mantener el equilibrio es infinita. Así como se suceden las estaciones con el paso del año, la vida y la muerte deben continuar. Pero los mortales solo aprecian la parte creadora del ciclo, pues la parte de destrucción los aterra. Ellos hacen su parte, pero nos corresponde a nosotros, los Malditos, velar por la otra mitad.

Al final, Rey y Príncipe Exánime llegaron a la base de las escaleras. El suave viento había amainado, y los rayos de sol habían comenzado a filtrarse entre las nubes de tormenta, reflejándose en el frio hielo para formar hermosos juegos de sombras y colores que inundaban todo el Trono.

— ¿Por qué me cuentas todo esto?

—Porque ese es tu deber tanto como el mío, y aunque ahora estemos centrados en Sylvanas no podemos olvidar nuestro papel en el cosmos. Todo es parte de mi plan. La traicionera Alma en Pena está bien escondida, y dudo que ni combinando la visión del Yelmo con la suspicacia de tu amigo cuervo podamos encontrarla. Por ello, debemos prepararnos de cara al futuro.

Aiden le miró extrañado, intentando averiguar el significado oculto de sus palabras.

—Entiendo que prefieras luchar en tu propio terreno, pero por lo menos deberíamos intentar encontrar a Sylvanas. Podríamos saber sus movimientos y sus aliados, puede que incluso la fuente de su fuerza.

—No será necesario. Lo que ahora haga Sylvanas no debe ser de nuestra incumbencia, Hojagélida. Por ahora debemos permanecer vigilantes y aumentar nuestras fuerzas para mantener el equilibrio y poder responder cuando vuelva.

—Con todo el respeto, Fordragón —continuó hablando, en un intento por convencer a su señor—, yo estuve tanto en el asedio de Orgrimmar como en su posterior caída, y creo que este es el mejor momento para atacar. No tiene apenas aliados, y los que tiene están dispersos y en guerra contra quien aún sea leal a los ideales del Consejo caído. Pero lo que es más importante, su orgullo está herido. Si la presionamos, podemos hacer que cometa algún error y…

—Suficiente, Hojagélida —le interrumpió con brusquedad; su voz retumbó como el trueno entre montañas lejanas—. Comprendo tus razones, pero quien decide la ruta a seguir soy yo. Y por tanto, centraremos nuestros esfuerzos en mantener el equilibrio reforzando nuestras huestes.

La mano enguantada de Aiden se cerró con fuerza sobre el mango de Silencio, apretando el imbatible metal con la misma ira velada que empezaba a recorrer su cuerpo.

— ¿Nuestras huestes? —Preguntó con un tono tan duro como incrédulo—. ¿Acaso estás pensando en reformar a la Plaga?

—No, Hojagélida, no pretendo reformarla, pues mi intención no es otra que hacerla aún más temible. Donde antes había vulgares necrófagos, ahora habrá una nueva generación de caballeros de la muerte, más grande y terrible que las que la precedieron—. Su voz se volvió terrible y poderosa como el rugido de la avalancha—. Un ejército oscuro que haga temblar Azeroth entero bajo su marcha, que sea admirado y temido por todos como los terribles guardianes del equilibrio de la vida y la muerte.

»Pero para alzar a tales campeones de los Malditos necesitaré un objeto de gran poder, una llave que abra por completo el flujo de sus almas a este mundo y difumine la diferencia entre la vida y la muerte, una forma de nigromancia superior —el Rey alzó su mano ardiente, señalando al callado y ensombrecido caballero de la muerte junto a él—. Y ahí es donde entras tú, Hojagélida, y tu segadora de almas.

—Así que me quieres para que levante tu ejército —respondió en trono neutro. Su rostro estaba completamente oculto en las sombras de su capucha, que se había convertido en un pozo de negrura sin fin del que solo su cabello de azogue podía escapar.

—Iras a Pandaria y buscarás la sepultura de los mayores héroes de la guerra contra N’zoth. Recuerda que no podemos levantarlos a la fuerza, así que está en tu mano convencerlos de la manera que sea. Si es noble o villana, es tu decisión.

—No.

El silencio reinó en Corona de Hielo durante unos eternos segundos. La fría y ardiente mirada de Bolvar se había clavado en los faros azules que flotaban en la capucha de Aiden, manteniendo un duelo de voluntades idéntico al que tuvieron no hacía tanto, poco antes de la forja de Silencio. Solo que esta vez, el caballero no cedía.

— ¿Cómo que no , caballero de la muerte? Recuerda que juraste obediencia a cambio de ayuda para forjar tu arma y proteger el mundo.

—He dicho que no, Bolvar —repitió con tono frio como el hielo.

—No te atrevas a traicionar mi confianza por segunda vez, Aiden Hojagélida. La primera vez fui misericordioso, pero esta vez no aceptaré un nuevo desafío.

Lejos de achantarse, el portador de Silencio dio un paso hacia él con el ceño fruncido.

— ¿Me estás hablando de traicionar confianzas, precisamente tú? Ahora veo claro que nunca quisiste ayudarme, solo querías que forjara una hojarruna capaz de llevar a cabo tu condenado plan —las runas de Silencio titilaron como si la hoja se hubiera dado por aludida—. ¿Para qué demonios te hace falta un ejército?

El Rey Exánime no se quedó atrás.

—Lo sabes bien, Hojagélida. Deseo mantener el equilibrio.

— ¡No me tomes por necio, Bolvar!—alzó la voz—. No me habrías hablado sobre el después de traer la paz si no tuvieras motivos ulteriores. ¿Qué clase de equilibrio es el que quieres imponer para necesitar un ejército tan formidable? ¿Un mundo donde la mitad de la vida sea exterminada, quizá?

—No intentes entender mis motivaciones, caballero de la muerte. Eres incapaz de comprender la sabiduría que me otorga mi perspectiva, no muy diferente a un niño intentando descifrar los misterios del cosmos.

Aiden se dio la vuelta con aire desafiante y empezó a caminar de nuevo al transportador.

—Tampoco es que me importe lo más mínimo. Has resultado ser tan decepcionante como el resto de las buenas gentes de Azeroth, aunque utilizaré el poder que me has otorgado bien. Encontraré a alguien que quiera ayudarme, alguien que se preocupe de verdad por este mundo.

El caballero de la muerte dio por zanjada la conversación en ese mismo momento, pero el Rey Exánime no iba a permitir que semejante insulto no fuera castigado con severidad. Alzó una de sus manos y generó un muro de hielo enorme que cortó el paso a su díscolo sirviente, que dio un respingo casi al borde del susto.

—No voy a permitir que alguien como tú me desafíe de esta manera. Me juraste lealtad tanto como se la juraste a Magni, pero a ambos nos abandonas en cuanto no cedemos a tus caprichos. Solo eres capaz de ver tu forma de actuar, tu propio camino, y esa inflexibilidad te ha cegado —rugió Bolvar, reuniendo el terrible poder que le otorgaba su corona. Esta vez no habría segundas oportunidades para el sedicioso Aiden—. ¡Obedecerás mis designios o buscaré a otro que utilice esa hojarruna para lo que fue creada!

Aiden se giró lentamente hacia él, con el odio grabado en su rostro y la ira ardiendo en sus ojos azules, no menos terrible que la del Rey a quien había desafiado.

—Déjame marchar, Bolvar.

—No me desafíes, aspirante a héroe. Esa guadaña y su poder no le pertenecen más que a mí, pues fui yo quien buscó sus ingredientes y dispuse los medios para recuperarlos.

—Déjame. Marchar —repitió con los dientes apretados—. Silencio es mía y solo mía, y la utilizaré de la forma que considere más adecuada para salvar Azeroth… y eso no pasa por levantar un ejército, sino por destruir a Sylvanas.

El cielo de Corona de Hielo se desgarró como una tela vieja y gastada, revelando la furia de su amo y señor. La nieve empezó a girar como un vórtice helado sobre su cumbre, y el cielo retumbaba como si fuera el yunque de un gigante ígneo.

—El poder de Silencio te ha llenado de delirios de grandeza la cabeza. ¡Entrega la guadaña o sufre mi ira, traidor!

— ¿Traidor? ¡Todo lo que hago, lo hago…!

Bolvar se abalanzó hacia él con todo su poder profano. Las columnas de hielo que flanqueaban el trono fueron arrancadas por su voluntad y, como si fueran las espadas de Aiden, se abalanzaron contra el enemigo de su señor.

—¡… POR AZEROTH!

Silencio surcó el aire lanzando un canto fúnebre que manaba de su nuevo poder. Trazó un arco limpio y rápido, sin florituras de ninguna clase, y alcanzó de lleno el punto exacto que buscaba.

Un gran estruendo sonó cuando el hielo impactó contra la plataforma, haciendo temblar todo el Trono Helado; pero no estaba solo, y bajo él sonó un segundo estruendo, mucho más débil y ahogado, pero con un soniquete musical.

Aiden estaba resoplando entre el polvo de nieve que se había levantado, intentando entender lo que había pasado. Su ataque había sido tan certero y veloz que ni siquiera estaba seguro de que hubiera sido él quien lo había lanzado, pero cuando la nieve se asentó y contempló su obra solo pudo taparse la boca con su mano libre, presa del horror.

Bolvar yacía en el suelo. Su cuerpo estaba apagado, no había rastro ni de la magia fría ni de las llamas de dragón. La vida lo había abandonado… al igual que su cabeza, la cual reposaba a un par de pasos, todavía metida dentro del Yelmo de Dominación.

—No, no, no, no… ¿qué he hecho? —se preguntó a si mismo Aiden mientras se lanzaba hacia la cabeza cercenada del Rey Exánime, presa del más profundo de los arrepentimientos.

Un chillido sonó a través de la lejanía, seguido el estruendo de miles de esqueletos traqueteando al unísono, libres del yugo de su maestro y convertidos en una amenaza aún mayor para el mundo. La Plaga era libre, y nadie estaba preparado para soportar su embate de nuevo. Aiden pronto se dio cuenta de su error, el mayor de toda su vida. Había dejado que la ira le controlase y, en su búsqueda para salvar el mundo, probablemente lo había condenado. Y fue en ese momento en el que recordó las sabias palabras de Terenas.

«…Es necesario controlarla. Siempre debe haber…»

—…Un Rey Exánime.

Aiden se retiró la capucha. En su gesto solo había cabida para la congoja y la desdicha, pero en su interior la responsabilidad ardía con más fuerza que el propio sol. Sabía lo que debía hacer.

Agarró el Yelmo y, con paso pesado y sin desclavar la mirada de él, ascendió los peldaños hacia el Trono Helado. Se dejó caer con pesadez sobre él y disfrutó de las últimas bocanadas de aire frio que daría en mucho tiempo. Pero, entre la corriente de sentimientos negativos que amenazaban por desgarrarle por dentro, tuvo una revelación. Sabía lo que, con el tiempo, podría hacer.

Sin ceremonia alguna, Aiden se puso el Yelmo sobre su rostro. La sensación de su poder filtrándose en su alma, retorciéndolo para crear un nuevo ser, era vertiginosa. Recuerdos de sus antecesores en el trono asaltaron su mente, viendo sus secretos y sus metas más ocultas, pero no eran de su incumbencia.

Había nacido un nuevo Carcelero de los Malditos, solo que este no tenía intención alguna de serlo.

An Karanir Thanagor. Larga vida al rey.

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Con el enorme insecto muerto Ka se dio la vuelta para ver como le iba a Shield.El paladín solo se defendía de los ataques del ignoto con el escudo.Había abierto una brecha en su defensa que el forjado pudo aprovechar para atacar…y sin embargo no lo hizo. La caballero de la muerte se dio cuenta enseguida que era reacio a usar su hojarruna.
-Paladines…-suspiró mientras con su otra hojarruna se acercaba corriendo por la espalda del ignoto.
Nunca atacaba por la espalda pero el honor no valía con los esbirros del Dios antiguo,así que sin miramientos mientras el ignoto seguía intentando derribar la férrea defensa del paladín le clavó la hojarruna en la espalda mientras invocaba el poder de la misma.Apuntó al corazón atravesándolo desde atrás e invocando una runa de escarcha.En términos coloquiales la caballero de la muerte habría dicho que le heló el corazón y lo partió en mil pedazos.
Shield se apartó para ver como se desplomaba y ver a la princesa de hielo sonriendo con suficiencia.
Antes de que pudiese articular palabra Ka se acercó y le quitó su hojarruna.
-La luz no iba a abandonarte si la usabas.
Se dio la vuelta dejándolo con la palabra en la boca y volviendo al cadáver del aqir intentó tumbarlo de lado para recuperar la espada de Shield.
-No te quedes mirando,ayúdame a menos de que quieras continuar toda la batalla solo con tu escudo-dijo con sorna.
Empujando entre ambos consiguieron girar al enorme insecto. El forjado de un tirón recuperó su espada.
La caballero de la muerte ya buscaba con la mirada su siguiente objetivo evaluando la batalla.
-Ka…
-¿Qué? -dijo sin mirarlo mientras analizaba la situación.
Lo que el paladín iba a decir murió en sus labios y lo cambió por una pregunta.
-¿Estás bien?
-Estoy perfectamente gracias-dijo con tono gélido.
-Tu herida…
-No es nada.
Vio tristeza y preocupación en los ojos de Shield.
Suspiró y tomando aliento a continuación lo miró muy seria.
-No quiero que te preocupes por mi,estoy bien,de veras.Tu máxima prioridad debe ser salir vivo de este infierno, Niara te necesita. ¿ Crees que ha sido agradable enfrentarme a Y´meera? ¿Volver al Exodar a que me juzguen? Pero lo hice por vosotros. Pedí de vuelta mis aposentos,los que tenía destinados en vida para formar una familia…Todo eso debería decirte mucho, más de lo que alguien como yo puede permitirse decir o hacer. Si te pasase algo por mi culpa,por estar más pendiente de mi que de ti…no me lo perdonaría. Así que si me prometes que lucharás como si no estuviese aquí,preocupándote unicamente de tu propia vida cuando esto acabe volveré contigo al Exodar. ¿De acuerdo?
-Con una condición-dijo el forjado por respuesta.
-¿ Cual?- dijo Ka poniendo los ojos en blanco si es que aquello era posible y torciendo el gesto.
-Que me dejes curarte esa herida.
-Esto va a quemar-dijo ella suspirando- venga que sea rápido.
El forjado volvió a clavar un momento la espada en la arena de Orsis y con un gesto de la mano concentró la luz para sanarla. Ka sintió un calor que se fue haciendo más intenso, casi hasta el umbral del dolor. Apretó los dientes y aguantó mientras su herida se cerraba.
-¿Contento?-dijo cuando el paladín terminó.
Shield sonrió con descaro como respuesta.
-Bien…pues a matar a esta escoria de N´zoth.
No había dejado de analizar la batalla con su habitual frialdad mientras la cura y la conversación se desarrollaban. Era una guerrera forjada en vida y en la muerte.
Habia estado mirando a tres K´thir que la inspeccionaban con interés,como si la reconociesen de algo. No esperó a hacer preguntas,miró a Shield,luego al objetivo y asintiendo con la cabeza comenzó a cargar contra ellos.

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Shield sonrió para sus adentros,el gesto y la promesa de Ka,de volver al Exodar con ellos,dijo mucho más de lo que la alzada quería expresar.
Pensó que la decisión tomada de nombrar tutora de la niña,a la alzada,si el fallecía era la correcta. Era evidente que Ka lo desconocía, pero…no lo sabría hasta que se produjese su propia muerte,si esto llegaba a suceder…
Miró a los 3 K’thir que se aproximaban hacia ellos,con aviesas intenciones,con una mirada de suficiencia hacia la alzada, suavizada con un guiño,se preparó.
Ka lo había visto pelear,pero nunca lo habia visto como forjado,tal vez lo comparaba con los paladines de Azeroth,y le parecia lo apropiado,sin embargo,el forjado tenía muchos más recursos que los demostrados.
Con un grito cargó hacia los K’thir,ante la atónita mirada de ka. Una consagración divina hizo reberverar el suelo,mientras su escudo impactaba sobre el grupo. En su carrera hacia ellos, una sentencia celestial se formó sobre la cabeza de un objetivo,mientras lanzaba una descarga del crisol de llamas sobre otro.
La sentencia celestial acabó con el primero,cuando el paladín llegó, un martillo del honrado,golpeó a los otros dos objetivos,provocando que el segundo se derrumbase también.
A pesar de que la alzada usó su paso espiritual, cuando llegó al grupo,solo uno de los K’thir permanecía con vida,y malherido…
Entre ambos lo abatieron rápidamente. Ka miraba al paladín incrédula ante lo sucedido…
Pero…¿y eso?
El paladín con una sonrisa contestó…
Creo que hace nada,una hermosa princesa,dijo algo sobre no descuidar mi lucha, por protegerla a ella…
Simplemente era una pequeña enseñanza. Eres una brava guerrera princesa,pero…uno no llega a los 3500 años,luchando contra las legiones sino es un superviviente curtido…
La gola que llevaba,permitía ver su rostro con claridad, Ka observó como levantaba la ceja,con una sonrisa que oscilaba entre la ironia, y la carcajada
Eres imposible…¿lo sabes verdad?
¿Quien yo? El paladín puso su mejor cara de niño bueno.
Ka lo miro burlona,y no pudo reprimir una sonrisa…
Querido…creo que esa mole de obsidiana,quiere “hacer tratos” con nosotros,dijo señalando al enemigo cercano…
¿En serio?..vamos querida,demoslé el amable trato que se merece…
Con una hilaridad naciente,ambos se lanzaron hacia el objetivo…
Ka no pudo evitar sentir lástima por el pobre bicho…menudo equipo formaban juntos.
Continuará

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Puertas de Corona de Hielo
Las retorcidas puertas aún recordaba el día del asalto, el enano recordó aquel día cuando el ariete al fin logró abrir el sello, sin embargo los guardias no muertos hicieron el amago de detener a sus visitantes, la presencia de Thorim el paladín no era bienvenida en terreno sacro de la muerte

  • Alto, va conmigo.
  • Este lugar es espeluznante, la energía aquí presente es intensa.
  • Algo ha cambiado, sígueme y ni se te ocurra dejarme de lado o estas muerto.
  • Claro.
    Entraron una vez la segunda puerta se abrió y caminaron hasta la columna de hielo, espina del trono
  • Aquí ha pasado algo, esta agrietado El enano tocó una de las grietas
  • La profanación nos rodea, esto desde luego no es lugar para vivos, por cierto, ¿Que te hace venir aquí Drethz?
  • Hace unas semanas noté algo raro, fue un susurro leve, por un momento una voz familiar parecía ocupar el lugar que Bolvar ocupa…o ocupaba, solo quiero comprobar que todo sigue igual, ¿Que te hace estar aquí a ti?.
  • La Cruzada Argenta avisó de que los remanentes de la Plaga se activaron por unos instantes, así que me ofrecí voluntario para comprobar que sucedía, luego recordé tu tarjeta y ya nos vimos en tu tienda.
  • El mundo es un pañuelo, a veces siento como si una mano invisible guiase mi destino, llámalo destino si quieres y ahora vamos a subir, es muy sencillo, solo tienes que ponerte en esta runa y pensar donde quieres subir, sentirás bastante frío eso si, vamos.
    El enano entró en la base y desapareció tras una leve bruma de escarcha, el enano hizo lo mismo despues

Aparecieron en el nivel central, luego emplearon la runa de la espina para subir al trono de hielo, lo que encontraron les dejaron atónitos, el cadáver inerte de Bolvar decapitado en el suelo y una figura familiar ocupando su puesto

  • ¿Bolvar…esta muerto? El paladín no daba crédito a sus ojos

  • ¿Que demonios es eso?, Miró al trono y su ocupante ¿De verdad Aiden esto era tu plan?, ¿Todas esas habladurías de salvar Azeroth no era mas que una escusa para manipularnos?, ¿De verdad solo ansiabas el poder del Rey Examine? La figura congelada no respondió

  • ¿Le conoces?.

  • Yo ya no lo conozco, ahora lo entiendo todo perfectamente…eres un bastardo manipulador Comenzó a subir los escalones empuñando su maza forjada mirate, no eres diferente a Arthas, Mantovil, N’Zoth, Sylvanas…tu solo querías eliminar a tu competencia, nos utilizaste para tu fin Se colocó su altura y escupió debería acabar contigo ahora mismo.

  • ¿Que haces?, baja de allí.

  • Thorim, esto es ya algo personal, este tipo es un peligro para todos.

  • ¿Si el muere quien controlará a la plaga?

  • Lo haré yo si es necesario, pero este tipo es una amenaza para todos.

  • ¡Basta! ¿Que pasa si lo despiertas?, morirás.

  • Observó a Silencio esa runa…así que las Tierras Sombrías…

  • ¿Tierras Sombrías?, ¿De que hablas?.

  • Este bastardo tiene en su mano el poder de las Tierras Sombrías, es una amenaza superior a Arthas…N’Zoth o me atrevería a decir la Legión Ardiente.

  • ¿Estas delirando verdad, ¿La Legión?.

  • En absoluto, el poder que emana es sobrecogedor.

  • Y si…¿Y si tenemos suerte y es un aliado como fue Bolvar?, nadie se atrevería a atacar Azeroth más.

  • ¿No has aprendido nada Thorim? Garrosh, Sylvanas, Arthas, Alamuerte…todos tenían el poder absoluto, todos siguieron buscando más poder, no puedo permitir como Defensor de Azeroth que se convierta en una amenaza, he de acabar con el aquí y ahora, Por Azeroth.

  • Hazlo, yo ocuparé su puesto.

  • Te dije que yo lo haría, ese poder acabaría contigo, y te queda mucha vida por vivir. Levantó su maza y tomó una porción del poder que le rodeaba para imbuir la pesada maza del poder prófano y del gélido frío de Corona de Hielo, una a una sus runas comenzaron a iluminarse con fuerza en aquél azul celeste espectral

  • Me llevaré a Bolvar para que tenga un entierro digno.

  • Asintió con la cabeza y golpeó con fuerza el hielo, una tormenta rodeó al nuevo Rey haciendo que el impacto de la maza lanzase al enano escaleras abajo, rodando varios escalones, con la explosión de maza y escudo

  • ¿Estas bien?.

  • Ni un rasguño le he hecho, nuestras diferencias de poder… Thorim deja a Bolvar aquí por ahora, nos retiramos.

  • Tengo que llevármelo, fue un héroe de la Alianza.

  • No habrá Alianza si se desata una guerra aquí, nadie puede con el ahora, debo hacerme más poderoso si quiero acabar con el…voy a sellar Corona de Hielo por el momento…Thorim esto debe quedar entre nosotros 2, nadie debe saber que Bolvar esta muerto.

  • ¿Vamos a dejar libre a este tipo?, tu lo dijiste, es una amenaza para Azeroth.

  • Ahora mismo es imbatible, para los demás es como enfrentarse a un Dios.

  • Derrotamos a un Dios Antiguo.

  • Con el poder de Azeroth… y es por donde comenzaré, debo imbuir con el poder de Azeroth mi arma.

  • ¿Tiene nombre?.

  • Claro, pero nadie puede escucharla, si escuchas su nombre significa que estas muerto, Thorim vuelve a Capilla, nadie debe venir a Corona de Hielo, haz todo lo posible para que nadie venga, nadie debe saber que Bolvar ha caido…y en un futuro que su usurpador también lo ha hecho.

  • ¿Vas a cargar tu solo con todo eso?

  • La vida es un misterio, un día vas a hacer una patrulla ordinaria en Strattholme y al siguiente eres el Rey Examine jeh… te aprecio así que disfruta de cada momento de la vida, ahora regresemos.
    Un portón de la muerte hizo desaparecer a los 2 enanos

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Silithus

  • Aquí estaba el campamento de Magni Caminó hasta donde pensaba que estaba la plataforma de teletransporte y aquí se supone que esta la plataforma instaló el cubo en la piedra, quedando iluminado el contorno y el centro

  • Atención, ¿desea abrir Cámara del Corazón?.

  • Si.

  • Identifiación.

  • Drethz Martillosalvaje.

  • Confirmado, bienvenido.
    El enano entró en la cámara, al hacerlo se iluminó, los latidos de Azeroth eran escuchables, el titan estaba a salvo y creciendo

  • Cuanto tiempo, si quiero enfrentarme a Aiden necesitaré un arma digna y para ello necesito una forja idónea, se acercó a la sala sellada habitada por el anterior Defensor M.A.D.R.E, abre la sala 44-C.

  • Error, acceso restringido.

  • Azeroth esta en peligro, he dicho que abras la puerta de inmediato.

  • Error, estancia clausurada, acceso no disponible.

  • ¿De verdad M.A.D.R.E?, ¡Quiero esa puerta abierta y la quiero YA!.

  • Error, la sala a la que intenta acceder esta sellada por: Aiden

  • ¡ABRE LA MALDITA PUERTA!, Aiden es un traidor, necesito usar esa forja YA o Azeroth es historia.

  • M.A.D.R.E abre la sala, Rhod dice toda la verdad, desde aquel día Aiden pasó a ser una amenaza La reconocible voz de Magni tranquilizó al enano

  • Abriendo sala 44-C La pesada puerta se abrió mientras expulsaba polvo y partículas de azerita

  • Gracias Magni, la última vez que estuve aquí fue cuando aquel brujo…y pensar que le debí un favor a raíz de esto Suspiró creo que aquella gnoma también cotilleó.
    Entró a la sala, la enorme forja dominaba la estancia, alrededor imágenes, mapas y planos adornaban las paredes y la mesa presentes, la mayoría referidos a Sylvanas, pero otros relativos a enemigos menores, como aquella gnoma de la que hablaba Morda…y pensar que fuimos aliados, en fin…
    Se puso frente a la forja, sacó su corazón de Azeroth, extrajo la gema de azerita que lo engalanaba y con un martillo la hizo pedazos
    El tendrá el poder de las Tierras Sombrías, lo más poderoso que conozco es Azeroth, Magni necesitaré que Azeroth me preste un poco de su poder, ¿será posible?.

  • Estoy totalmente en contra de usar Azeroth como fuente de poder, pero…adelante, no podemos permitir que ¡AVISO!.

  • ¿Que pasa M.A.D.R.E?.

  • Detectada fuente extrema de energía, sector 1 Rasganorte.

  • ¿Fuente extrema de energía?..ese sector…¡Corona de Hielo!.

  • ¿Que está pasando Magni?.

  • No lo se, algo en Corona de Hielo ha hecho saltar a M.A.D.R.E.

  • No puede ser, ¿¡Ha despertado!?

  • 2 fuentes localizadas en conflicto.

  • Magni activo la forja de inmediato, necesito información de la segunda fuente.

  • Error.

  • Os dejo, cualquier cosa me avisan.

  • Ten cuidado.

  • Lo mismo Magni.

De inmediato activó la forja, el poder volvía a sobrecogerlo, ahora comprendía por que se clausuró la cámara, el poder de Azeroth fluía libremente por la forja, aunque no fuese versado en el arte de la forja, lo único que necesitaba era insertar una nueva runa en su maza, una runa que permitiese canalizar el poder del mismísimo planeta

  • Comencemos, espero que funcione. La forja comenzó su labranza, chispas comenzaron a saltar cuando el martillo impactaba con el metal de la maza, golpe tras golpe este cedió ante el insistente golpeteo, poco a poco las nuevas runas quedaban inscritas en la maza, el poder de Azeroth y el de su corazón forjó estas con su poder, la estancia temblaba con cada golpe, algunos papeles se descolgaron, pero el enano concentrado solo pensaba en finalizar la inscripción, finalmente logró concluir con éxito su tarea, una nueva runa iluminaba la maza, esta con el brillo dorado de la azerita en contraste con el azul espectral de las demás.

  • Concluido, vamos a probarlo. Se acercó a la mesa de madera maciza y sin dilación la golpeó, el impacto no solo la destrozó, si no que incrustó la maza en el suelo Bien, pero aún me queda mucho para no igualar a silencio, si no simplemente alcanzarla, debería ir a Ulduar para pedir el favor de los guardianes…¿debería destruir esta forja?.

  • ¿Has acabado Rhod?, la cosa se ha puesto realmente fea en Corona de Hielo.

  • Si, necesito pedirte un favor, voy a necesitar que Ignis me inscriba otra runa en la Forja Colosal.

  • ¿Vas a usar la Forja Colosal? ¿sabes que usa la energía del planeta verdad?.

  • Si Magni lo se, pero no has visto esa guadaña en acción, esta maza debe igualarse con ella, es urgente.

  • De acuerdo, pero te estas cegando, como le pasó a el.

  • Magni, el es el problema, si no le detenemos todo lo que hemos hecho no habrá servido para nada, hay que matarlo, y cuanto antes.

  • Hablas igual que el me habló con Sylvanas, o como Arthas con mi hermano, la venganza te esta consumiendo muchacho.

  • Magni no soy como ellos, yo sigo con Azeroth, no voy a convertirme en alguien como el.

  • M.A.D.R.E, traelo de vuelta por favor.

  • Activando teletransporte, clausurando Cámara del Corazón.


El favor de los titanes quedó inscrita en su maza, conforme se sucedía la batalla entre la Alma en Pena y el Espectro del Invierno las temperaturas comenzaron a caer levemente en Rasganorte

Conforme los siguientes meses se sucedieron diversos fenómenos atípicos sacudieron el planeta, las temperaturas descendieron considerablemente en todo el planeta, aquel verano nunca llegaría, Sylvanas fue asesinada en su Quel’thalas natal a manos de lo que los testigos identificaron como “un espectro” o un “fantasma”, multitud de conflictos a escala local se abrieron paso por todos los resquicios del planeta debido a las hambrunas que surgieron por todo el planeta a consecuencia de las heladas que destruyeron la cosecha de aquel año, los Defensores de Azeroth se vieron abogados a la disolución conforme sus miembros dejaban sus filas decepcionados por la inacción de Magni, el enano no muerto antes de irse quiso cumplir su última misión, Magni le informó de aquella glaciación que andaba sucediendo en Rasganorte conforme los niveles de los océanos descendían vertiginosamente, finalmente llegó al límite de dicho fenómeno en Runavolt, Colinas Pardas

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– Ha llegado el momento –Dijo casi en un susurro…

Una esbelta silueta levitaba, ligera y casi eterea, sus pies descalzos rozaban el suelo entre ruinas ajadas por el paso del tiempo.

Ruinas ya olvidadas hacia muchas decadas, antaño una gloriosa e inmensa ciudad. Aquellos restos podian narrar la muerte de una historia ya olvidada para muchos, al igual que todo el yermo que la rodeaba, en otra era lleno de vida y color.

– Yo no lo he olvidado…

Su elegante figura estaba envuelta en una toga morada, ceñida y cuidada, que se confundia con su propia aura, oscura como la noche. Su sola presencia infundia temor.

Su hermoso rostro, desfigurado por una endeleble cicatriz que cruzaba su frente y rompia una de sus cejas, expresaba determinación. Su luminosa mirada bailaba entre la dulzura de tiempos pasados y el vacio mas insondable. Su atractiva figura no pasaba desapercibida, como tampoco su nefasto poder.

Aquel vetusto paramo era el sitio correcto, solo tenia que escoger el instante apropiado.

Alzo los brazos y cerro los ojos. Un haz de oscuridad pura se abrio paso desde las nubes, pe.netrando todo su cuerpo, inbuyendolo. La energia quebro el terreno a su alrededor, levantado polvo, al tiempo que aquel ente se alzaba hacia el firmamento, desapareciendo en un estallido de cegadora energia.

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Belter sintio una dolorosa punzada en la cabeza, el dolor atraveso su cuerpo y cayo al suelo. Perdio el conocimiento y empezo a tener convulsiones a la vez que Mordacae la abrazaba con fuerza, con gesto de preocupacion.

La elfa comenzo a susurrar en un extraño idioma, que la gnoma reconocio:

" Za awtgsshu wgah uulg’ma ywaq zaix! Za awtgsshu wgah uulg’ma ywaq zaix!Za awtgsshu wgah uulg’ma…"

La gnoma con suma rapidez acciono su desgarrador espapcio-temporal y llegaron a su base improvisada en la taberna/hostal. Tras la incertidumbre inicial y el desconfiado escrutinio de la gnoma, Belter parecio recuperarse del suceso. Con paso sereno, salió de su habitación y se acomodo en una silla cercana a la chimenea del salón comunal del local, mientras obserbaba como Mordacae ordenaba a sus guardias reforzar la seguridad y organizaba un buen numero de tareas a varias goblinesas.

La gnoma, al acabar, se acerco a Belter con una jarra de té revitalizador, que le tendió al momento, y empezó a estudiarla para comprobar su estado, mientras belt apartaba el té de forma distraida. En Morda habia una intranquilidad poco normal en ella.

– Belt, debes descansar, te iras a mi habitacion, no quiero perderte de vista.

– Estoy bien pequeña.

La respuesta de Belter la confundio y dudo por un momento, ella nunca la habia llamado asi. Su senblante cambio, fruncio su ceño.

– Pequeña? es mi nuevo mote?

Belter se empezo a reir, la gnoma no le quitaba la vista de encima mientras ella se tronchaba hasta casi caer de la silla. De improviso, se giro hacia la gnoma y se abalanzo sobre ella, tirandola al suelo y agarrandola del cuello, tan rapido que a Mordacae no le dio tiempo a reaccionar.

ULL vera skish !! – Grito Belter

Las guardias reaccionaron alertadas por el ruido y los gritos, por un instante se quedaron estupefectas ante aquella estampa, Belter reia de una forma escalofriante mientras estrangulaba a Mordacae, que forcejeaba por controlar a la elfa. Corrieron con sus armas en las manos en auxilio de su jefa, que con voz entre cortada, les ordenaba de forma nerviosa no dañar a la elfa.

Una de ellas, le propino un fuerte golpe en la cabeza con la empuñadura del arma. La elfa se desplomo inconsciente encima de la gnoma, que tras un instante de quietud, se afano para salir de debajo de ella. Las goblinesas la trataron de ayudar, pero la gnoma reacciono de forma arisca y molesta, haciendolas retroceder, cuando trataron de mover a Belter.

Tras tomar aire, la gnoma se quedo en silencio, mirando a Belter tendida en el suelo sangrando, mientras no paraba de darle vueltas a lo que la elfa le habia dicho “eres mia”

Una hora mas tarde

Belter volvia en si, le desperto una voz familiar pero al abrir los ojos se sintio confusa. Estaba en la habitacion de Mordacae. Ella parecia concentrada, escribia algo en su libretita mientras ojeaba aquel libro, el encuadernado con piel humana.

Aunque estaba sentada de espaldas a la elfa, sintio como se incorporaba. Con un lento movimiento dejo el lapiz encima de la mesa y sin girarse para mirarla dijo:

–Belter?- su tono de voz era serio.

–Con quien estabas hablando Morda?

–Con nadie… no he dicho ni una sola palabra, no queria despertarte.--La gnoma se giro y clavo su mirada en los ojos de Belter.-- Recuerdas lo que ha pasado?

Morda la observaba con cierto cuidado, sin bajar la guardia con los movimientos de la elfa y a la vez con una profundo desasosiego.

–Si, lo recuerdo… y ojala pudiera olvidarlo. - Se le quebro la voz

La gnoma no sabia todavia lo que habia pasado, pero si tenia claro que por ahora la entidad que habia controlado el cuerpo de Belter, no estaba.

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La gnoma observó con calma a Belter, sentada en su propia cama, temblorosa y preocupada. Saltó de su silla y se acerco con pesadez, sin miedo pero distante y preocupada.

– Yo…

La gnoma interrumpió a la dubitativa elfa saltando hacia ella y abrazándola con fuerza. Unió su mejilla con la suya y sin soltarla empezó a mecerla. Belter, una elfa de carácter fuerte pero quebrada en ese momento, aun tuvo el reflejo de resistirse ante la inesperada reacción de la gnoma. Pero tras unos segundos de vacilación se permitió relajarse entre los brazos de la gnoma.

– Escúchame Belt – Susurro con calma la gnoma. – No estas sola. Te aprecio y no permitiré que lo pases mal.

– Tu cuello, yo…

La gnoma apretó mas fuerte y tiro de ella para recostarla, y sin soltarla la siguió meciendo, sin permitir que se separara.

– Arreglaremos esto por las buenas belt…

Las ventanas se cerraron de golpe, y todos los puntos de luz se ahogaron. Por un momento la oscuridad de la habitación fue total.

Por un segundo belt notó un amparo especial en aquella densa oscuridad. Algo especial y diferente.

– O Por las malas… Pero lo arreglaremos… Confía en mi. Descansa un poco mas…

Amabas se quedaron allí unidas, en silencio. Descansando un poco mas…


Unas horas mas tarde…


Belter abrió los ojos ante el brusco sonido de alguien revolviendo las cosas. Por un momento, alargo el brazo buscando a la gnoma y tras un momento la vió preparada con su túnica de batalla, rebuscando en su mochila de viaje.

– Vas a algún lado?

La gnoma la miró sin dejar de rebuscar en la mochila y entonces paró y una sonrisa cruzó su rostro.

– Vamos! a Orsis, hay que dar parte ya sobre ese complot antes de que sustituyan el detonador y vuelen la ciudad.

Belter, aún afectada comenzó a moverse por inercia para levantarse.

– De acuerdo, vamos… Por un momento temí que quisieras dejarme aquí.

– Oh! que va elfota, no me separaré de ti… Bueno… – Sacó una pistola de la mochila. – O tu de mi…

Con un movimiento particularmente fluido, disparó contra belter un rayo reductor. La elfa, sorprendida, empezó a encoger hasta tomar un tamaño realmente pequeño, que la gnoma podía coger con su mano sin problemas.

– Juss, tienes tipin hasta a este tamaño…

Con dulzura y antes de que Belter reaccionara, La gnoma la agarró y se la llevo hasta su descote y la metió dentro de su toga.

– Aquí estarás segura.

– Morda! puedo caminar, así no te podré ayudar.

– Belt, con ese tamaño, podré protegerte con facilidad y no podrás hacerme daño a mi ni hacer ninguna locura!. Tu quédate ahí, mira que te ato…

La elfa, logro sacar la cabeza.

– En serio Morda, esto no es forma…

– SSSSSSS, vayámonos a Orsis, localicemos al general ese y regresemos cuanto antes, tenemos muchas cosas que hacer…

La elfa hizo ademan de hablar pero la gnoma la interrumpió antes de que dijera nada.

– Y no me insistas!! o dejare que vuelen esta ciudad… Hay prioridades mayores para mi que todo eso de nzod…

Continuará…

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Varias horas mas tarde, Nhail había conseguido llegar nuevamente a Orsis, aunque el paisaje era totalmente distinto al de semanas atrás.


El Capitán forestal Venn’ren paseaba de un lado a otro, su ira evidenciaba su mirada manchada de furia y miedo. Había fallado en defender el fuerte fronterizo y muchos Forestales habían caído en Orsis.

Venn’ren golpeó el puño contra una de las mesas mientras maldecía … el capitán dejó de despotricar y abrió los ojos al ver a un hombre parado frente a él; vestía una armadura completamente negra exceptuando unas extrañas energías luminosas que salían de los hombros, una punta de flecha colgada de su cuello y unas empuñaduras rúnicas con unos filos cristalinos casi imperceptibles de no ser por la luz que reflejaba en ellas.

  • Ahhh Nhail, al fin apareces, bienvenido.

Venn’ren extendió su mano, Nhail lo miró, apoyó su mano en el pecho mostrándole respeto. El capitán miró aquellas dagas de la espalda de Nhail, quien sonrió y se sentó en una de las sillas.

  • Capitán, Selama ashal’anore … por favor, dígame que no he llegado demasiado tarde.

Venn’ren sintió una gota de sudor en su frente

  • Nhail, la batalla en Orsis se ha complicado más de lo que podíamos imaginar en un princípio, retomar Orsis como punto estratégico es muy importante dada su proximidad al portal de Ny’alotha y por eso necesito tu ayuda.

Nhail suspiró y el capitán rápidamente dejó caer una enorme bolsa frente a él.

  • ¡ Esto es el triple de tu tarifa normal, si aceptas … el trabajo es tuyo !

Miró atentamente la bolsa y luego al capitán.

  • ¿ Con quién la cagaste para estar tan desesperado y pagar tanto a alguien de tan bajo rango como yo ?

Su pregunta fue respondida cuando apareció un mensajero y le entregó a Venn’ren un pergamino, lo abrió y con una cara pálida dejó caer el pergamino. Nhail lo miró y no pudo evitar sonreír.

  • ¿Quiénes son los generales de la batalla sin contar a nosotros los Errantes?¿Quienes más están liderando el frente?

Venn’ren miró al pícaro, luego suspiró y colocó el mapa frente a ellos. Nhail simplemente se levantó y caminó hacia la puerta no sin detenerse antes de salir.

  • ¿Algo más que necesite saber… capitán?

Venn’ren asintió y señaló al Buitre del hombro.

  • ¿Por qué tienes un buitre en el hombro? Significan desgracia y muerte.

Nhail sonrió y acarició al pájaro debajo de la barbilla con un dedo.

  • Para mí, estas aves son de buena suerte y cuando entro en un campo de batalla solo me sigue la desgracia y la muerte.— hizo una pausa — De todas maneras yo simplemente le ayudé a sacarle el ojo de un K’thir y se lo di, desde entonces ha estado conmigo.

Cuando Nhail dijo aquellas últimas palabras, las energías que emanaban de su armadura se oscurecieron. Venn’ren se desplomó en su silla y tomó algo de aire …

  • Así que era verdad que él es realmente un asesino sin alma, el Mercenario de la Muerte, Sombra del viento. Ahora comprendo porqué Halduron le tiene tan alta estima siendo este tan joven.

Nhail caminó hacia la batalla, escuchando los gritos de los guerreros que peleaban con fiereza. Inspeccionó el campo de batalla en busca de puntos estratégicos clave, vió a un Enano que empuñaba un gran martillo con el cual aplastaba a los esbirros de N’Zoth con facilidad.

  • Tiene una fuerza gigantesca pero no es lo suficientemente rápido, no debería tener un problema contra él.

Nhail continuó observando y vio a un gran hombre, un Kul’tirano, lanzando cuchillos arrojadizos y luchando con bastante precisión …

  • Ese puede ser problemático, tiene una gran habilidad para lanzar dagas a gran velocidad, pero el poder sería mi ventaja.

Sus ojos se abrieron al ver a un hombre encima de un caballo blandiendo una gran espada que cortó a los esbirros de izquierda a derecha con gran manejo de su espada y una sonrisa borrosa en su rostro.

  • Ese debe de ser el comandante, Félix … por lo que deduzco que los otros son los amigos de mi familia que me encontré en la boda.

Un ruido le hizo volver a la realidad, dió media vuelta y contó a varias decenas de aquellos esbirros apestosos, con un suspiro sacó las Myrkur, el buitre sobre su hombro voló hacia el cielo y Nhail serenó su espíritu entrando así en estado de sigilo.
Cuando aquellos monstruos quisieron darse cuenta Nhail estaba sobre ellos, gritaron y gritaron mientras les degollaba sin remordimientos. Uno de ellos trató de agarrarlo. Nhail lo apuñaló y usó el cuerpo de aquella criatura como escudo mientras los hechizos se enterraron en el cuerpo del cadáver. Retiró las dagas y, en un borrón, decapitó a los hombres que habían agotado sus energías.

  • ¡ No podemos matarlo !

Nhail fulminó con la mirada al resto, su cuerpo cubierto de sangre, la carne podrida colgando del filo de sus hojas mientras caminaba hacia ellos y, sin esperar un instante les cortó la cabeza en cuestión de segundos.


Minutos mas tarde …


Sonaron los cuernos. Nhail miró al cielo buscando a Saeta, no habían pasado ni dos días y lo echaba tanto de menos … solo deseaba que ella y Kyra se encontrasen bien.

  • ¿ Ya es hora de retirarse ?

Halduron asintió.

  • ¡ Todas las unidades … retirada !


Una vez los Errantes llegaron al campamento …


  • Nhail, he estado observando tu maravilloso trabajo en el campo de batalla, pero … parece que has regresado como un destructor y no como un salvador … de todas maneras, primero de todo, quería agradecerte lo que hiciste por Kyralash al ir tras ella a las ruinas de Ahn’Qiraj y salvarla. Ella se encuentra bien, estará cuidando de nuestras tierras mientras tanto y Saeta tiene toda la atención y cuidados necesarios para que su cría nazca sana.

El pícaro retiró el yelmo para limpiar los restos de sangre mientras su mirada era fría y desalmada.
Kyra había mentido al General jugándose el puesto con tal de protegerle … decidió cambiar de tema, prefería no pensar en ello en una situación crítica como aquella.

  • ¿ Has olvidado por qué me llaman el Mercenario de la Muerte Halduron ?

Halduron suspiró …

  • Traes muerte, no importa de qué lado estés, pareces estar … maldito.

  • Si tuviera una moneda de oro cada vez que me dijeran que parezco estar maldito …


Continuará …


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En un suspiro todo se había paralizado a su alrededor. En cuanto la imagen del ser infernal emergió de las profundidades de las arenas su mente se rompió y su juicio le abandono.

La batalla a su alrededor apenas era apreciable, los sonidos se difuminaban así como los gritos y peticiones de ayuda a su alrededor, los chasquidos y golpes de las armas se alejaban a cada segundo. Los colores se tornaban a un grisáceo matiz, como si un fantasma pasado cubriese sus retines y una neblina suprimiese los vivos colores del mundo, dejando únicamente la imagen del mastodonte arácnido de manera nítida resaltándose entre todas las cosas del desierto.

Sus músculos se convirtieron en pesadas rocas haciéndole caer al suelo, el miedo domino su mente por completo haciéndole arrastrarse hacia atrás buscando una salida y solo el sonido de una mandíbulas chasqueando con furia eran perceptibles en el elfo. An’erak, una araña acorazada de un tamaño impensable, había salido de la grieta creada por Ig’nosh arremetiendo con filas enteras y desatando un caos sin control ni raciocinio.

La mismísima muerte parecía guiar sus actos, saboreando cada gota de sangre derramada en las arenas y cada suplica o desesperación que emitían cada una de sus victimas. Una matanza sin igual que daba forma a un infierno terrenal que ni la legión parecía haber podido controlar. Un ser sacado de las más oscuras y terroríficas pesadillas del comandante.

De todas las bestias que podían ayudan a N’zoth esta era de las pocas que volvían incoherente y desubicado al elfo, dejándolo a merced de su fobia, su temor más humano e irracional que no podía controlar.

Por un momento, la araña aprecio girarse a su posición y deleitarse con la mirada del paladín, regocijarse en esa desesperación que ella misma transmitía, esa asfixia que provocaba su mera presencia y, aun siendo imposible, demostrando un atisbo de lo que parecía felicidad en su mandivula.

CHACK CHACK CHACK CHACK CHACK

Cada golpe de sus enormes pinzas ensangrentadas se repetía con fuerza en la mente del paladín, cada chasquido se podía sentir como un temblor de gran categoría. Casi como si cada golpe fuese transformado por un martillo de acero que moldeaba el blando metal candente y diese una forma final que ninguna de sus victimas olvidaría.

CHACK CHACK CHACK

Ni los tambores que anunciarían el fin del mundo posan compararse al repiqueteo que resonaba de An’erak. Nada podía compararse a ese sonido que golpeaba ritmicamente conforme devoraba y mataba a su paso. SOLO EL TERROR QUE SENTÍA SUPERABA CON CRECES LA ESCENA.

Una sombría voz empezó a resonar entrelazándose con sus pensamientos, comenzando por susurros y palabras sueltas que poco a poco iban formando palabras y frases enteras.

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  • La muerte, solo es un final entre muchos principios.

Los cadáveres le rodeaban, la sangre impregnaba su armadura y accedía por los pequeños recovecos o la grietas que tan cruenta batalla había ocasionado.

  • El miedo solo es un instrumento para evitar conseguir poder, el poder lo doblega todo.

Unos soldados se acercaron al comandante y gritaron palabras que jamas fueron escuchadas. Lágrimas y pánico recorrían sus rostros pero sus voces eran apagadas y sin sonido. Solo podía traducir que una desesperación estaba adueñándose de sus corazones y mentes.

  • Mi poder evita el miedo, mi ira da castigo frente a tus enemigos, mi experiencia consigue dominar al débil. ¿Acaso…quieres ser débil?
  • No -dijo con voz clara- Si tuviese más poder para salvar a los míos, si pudiese sobrepasar mis propios limites en pos de un bien mayor…
  • Puedes tenerlo, un poder que imperios antiguos usaron para redimir la herejía de un mundo lleno de caos. Una salvación que arraigó en la profunda tierra y emancipó de la tiranía a los seres vivientes de este mundo. ¡La infinidad es una mínima parte de la libertad que podría otorgarte Félix, dejaría modelar el mundo con tus designios y limpiar las impurezas que asolan los mundos!
  • Liberaría a los mundos del caos, la muerte, el terror…
  • Si…bajo tu mandato…¡Y MI GLORIA!
  • chillo una voz de ultratumba.
  • Su…gloria…

Ruidos y sonidos lejanos despertaron del trance al comandante. Como despertándose de un sueño lucido, que se desvanece en la madrugada de un nuevo día y no se registra en los recuerdos del subconsciente, abrió los ojos con gesto tembloroso viendo la realidad.

An’erak ya no cargaba contra sus tropas. Un rastro de hielo, sangre y bilis parecían describir que una cruenta batalla se había cernido bajo las planicies de Orsis.

Ahora la araña cargaba contra las huestes infranqueables de Ig’nosh. Su ira y hambre se venían controladas por dos cadenas heladas que emitían un vaho gélido en su contorno. Dominando a esa mole de carne y muerte, se encontraba un hombre de negra armadura y lo que parecía un semblante imperturbable.

  • Aiden Hojagelida, cada momento que pasa dudo si debo tenerte admiración o temor.

Libre del miedo, en gran parte, que congelaba su cuerpo, y sin recuerdo de los sueños que habían sumido su mente de nuevo, se levanto y encarriló al encuentro final. Ig’nosh, el juez como se hacia llamar, se había conseguido levantar y había recuperado sus fuerza. Nuevos hechizos inundaban desde los bravos héroes de Azeroth, creando caos y destrucción. Pero su perdida de poder era evidente.

Reorganizo el ataque y cargo con toda la vanguardia al unisono. Cuernos resonaron por el lugar, tambores aceleraban su ritmo, gritos se juntaron al unisono en una única voz que aumento su tonalidad a una eslava grave que anunciaba el fin de la muerte. Cada batallón se unía a la carga desde cada punto que rodeaba al campeón de Nzoth, An’erak se acercaba violentamente hacia su maestro y cielo y tierra eran conquistados por héroes, magias, armas y los elementos.

Los soldados enemigos apenas suponían una amenaza y caía fulminados por la marcha imparable del ejercito unificado. De lado se había dejado el.conflicto y horda, alianza, héroes, vaga(ejem)yermos, tolvir y demás miembros presentes de Azeroth se unificaron con una sola motivación. Ganar la batalla y acabar con el mal que estaba asolando ta tierra.

Explosiones de magia del vacío aparecían sin orden ni aviso por toda la zona, la rayos morados caían fulminando a miembros de la vanguardia, maldiciones arremolinaban a los presentes llevándolos a la locura, el suicidio o el control. Pero nada hacia frenar al ejercito que poco apoco iba exterminando los últimos resquicios del ejercito invasor. Los k’thir huían y se escondían por las cuevas y dunas del desierto, los aqir retornaban a las profundidades de las arenas y recelaban del mundo exterior que anunciaba la muerte de toda su extiende y nidada, ignotos conjuraban portales para escapar y volver con su amo y los que osaban enfrentarse a la vanguardia caían muertos entre ataques combinados sobre las arenas.

  • ¡Aiden! -grito el comandante con todas las fuerzas que pudo reunir- ¡Lleva a tu "montura bajo ig’nosh! ¡DERRIBALO!

El cansancio había hecho mella así como las lesiones que tenia por el cuerpo, pero la adrenalina del momento y su fuerza de voluntad parecían darle un empujón más temporalmente.

El caballero de la muerte pareció que había escuchado sus indicaciones porque viro a la mole con sus cadenas y, tras un grotesco grito de su parte, dirigió a su mascota gigante contra Ig’nosh. Cuando hubo hecho contacto sus garras se clavaron en las extremidades inferiores del gigante, su mandíbula se cerro en la dura carne del ignoto y una sustancia verdusca y burbujeante se impregno en la zona.

Un grito de dolor recorrió el aire e Ig’nosh, por primera vez, sangro un liquido negruzco y espeso por su cuerpo.

  • Maldito esclavo descerebrado!! SOY IG’NOSH, TU AMO, TU SEÑOR. OSAS ENFRENTARTE A MI Y DEJAR QUE UN SIMPLE Y PATÉTICO MORTAL TE DOMINE. ¡TU MUERTE SERA TU PROPIA RECOMPENSA POR ELLO!

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Una magia empezó a rodear al gigantesco arácnido, un tono morado impregno su cuerpo subiendo por cada una de sus patas. La bestia gemía y gritaba, agitaba sus garras cortando al ignoto y mordiendo intentaba demostrar su furia a su amo. Pero el conjuro no ceso.

Su color ya había tomado un tono violαceo hasta la mitad de su cuerpo que se empezaba a retorcer de agonía. Las cadenas heladas se partieron con uno de los giros, ocasión que su “jinete” y otra figura aprovecharon para abandonarla a su suerte, cuando la magia del vacío cubrió por completo a An’erak hubo un momentáneo silencio que inmovilizó el lugar.

Un segundo después, su cuerpo se desintegro antes los ojos de todos. Sus patas tornaron a un tono negro y acabaron desmenuzándose en pequeñas motas de ceniza rosácea, su torso se rompía y agrietaba como una roca en un foreste de agua, su mandíbula se fragmento en pequeñas piezas que caían al suelo antes de desaparecer por el viento. An’erak, aun con su ansia de muerte, sangre y furia indomable precia frágil y pequeña conforme desaparecía. Al final no quedo nada de tan terrorífico enemigo.

Pero Ig’nosh no había calculado bien sus heridas, el hechizo que había usado cegado por el orgullo y la ira le había supuesto mas agotamiento del esperado. Aparte, sus heridas eran graves y la corrosión de An’erak había acentuado a peor su situación. Presa del dolor, acabo por arrodillarse una vez más y cubriéndose de un escudo que le protegiese momentáneamente de la magia.

-¡Ahora! Atacad, mientras se recupera -ordeno el comandante- no ceséis en vuestros hechizos, que gaste todo su poder en defenderse. El resto. TUMBAD A ESA MOLE, POR ULDUM Y POR AZEROTH.

Cientos de hechizos volaron por el cielo, cayendo sin cesar sobre la barrera que el ignoto había interpuesto. Magos, brujos, sacerdotes y diversos experimentados en artes de distinta índole asaltaban su ultima defensa sin darle tregua. El resto cargaron contra la mole intentando atravesar esa magia ancestral.

Una presencia helada lo asusto repentinamente. A su lado se encontraba ahora Aiden, sereno y frío como de costumbre, junto a un curve que posaba sobre hombro y parecía mirar con interés al comandante.

  • Necesitamos frenarlo y acabar con el ahora. -dijo el comandante- no resistiremos su magia una vez mas.
  • Si rompemos esa barrera puedo encargame de él. -añadio con una voz calmada mientras acariciaba al cuervo- Pero necesitaría una distracción y algo de ayuda.
  • ¿no te quedan arañas gigantes que montar para atacarle? -dijo con sorna, pero un bufido fue su única respuesta- tengo una idea que podría funcionar. Espera mi señal y tendrás tu oportunidad.
  • ¿como lo sabré? -dijo mirando por primera vez al comandante a los ojos. Parecía estar emocionado
  • Seguro que lo veras con claridad. Haz lo que debas, te acompañare si me es posible.

Asintió con un gesto leve de cabeza y, tras un graznido del cuervo hacia su persona, partió a su posición. El busco lo necesario para ejecutar su plan, encontró una alabarda de gran tábano terminada en una doble punta. De talla elfica de madera y adornos de plata y oro, su dueño le había dado buen uso, pues estaba ensangrentada y algo maltrecha pero había caído en combate.

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Cerca de el un caballo de armadura negra y roja chillaba con temor, su jinete seguía agarrado en la silla pero era evidente que yacía muerto. La mitad superior de su torso estaba agujereada y un brazo había sido arrancado.

Con calma se acerco al animal, bajo a su jinete y sano las heridas de la montura.

  • Lo siento pequeña, pero debo pedirte un esfuerzo más. Prometo que vengaremos a tu jinete.

El caballo bufo y calmo su actitud, parecía que había entendido al comandante. Con suavidad subió al caballo, guardo su hacha e la espalda y empuño la lanza que había encontrado junto a su escudo.

  • Espero que esto funcione. -susurro mientras acariciaba la crin del caballo- Cabalga hacia el sin frenar, no te pares. - añadió tirando de las riendas y respondiendo esta con una velocidad impensable.

Al tiempo que sorteaba los cadáveres y a los aliados de la batalla el paladín empezó a implorar ayuda una vez más. Su ira y fuerza se.convertirían en instrumento de la luz, no suplico ni rezo a esta solo pidió nuevas fuerzas y poder para enfrentarse a su enemigo. Buscaba la bendición de los ancestros que ya uso momentáneamente. Y estos respondieron.

Su cuerpo se torno dorado, su armadura cambio y aumento su tamaño. Su arma ahora era dorada y refulgía un aura dorada que dejaba una estela de luz a su paso, su escudo dio paso a un material luminoso que repelía hasta el mismísimo aire a su alrededor, su armadura se volvió translúcidas y su cuerpo pareció desaparecer en su interior. Una alas doradas aparecieron a su espalda.

Con esta nueva fuerza arremetió contra Ig’nosh, conforme avanzaba su velocidad aumentaba así como la fuerza que podía sentir. La furia y la ira de la luz le habían otorgado esta oportunidad que atravesaba el campo de batalla a gran velocidad hacia el escudo del ignoto.

Los cascos anunciaban el final de la batalla y atronaban por el campo arenoso de Orsis. A lo lejos, Aiden hizo una pequeña e ínfima mueca, que podría parecerse a una sonrisa, tras lo que preparo para cargar y atacar a la mole. Congelando sus brazos y dándole forma de.pica se acerco lo máximo posible a ellos.

El comandante cargaba sin cesar y de pronto choco contra la barrera que protegía a Ig’nosh. Este miraba asombrado y con superioridad el intento de su rival, pero lentamente su condescendencia desaparecía. Unas grietas empezaron a apreciarse en la barrera, doradas e iniciándose en las puntas de la lanza del comandante. Atravesando lentamente la barrera, milímetro a milímetro hasta que, con un estallido y un golpe de aire a los alrededores, la barrera calló como un castillo de naipes.

La carga no ceso con la perdida de la barrera y siguió hasta acertar en la otra pierna del ignoto. El arma se.clavo profundamente en ella y la energía de la luz traspaso a su interior dañando huesos y músculos sin discriminación haciendo gritar a su persona.

  • Ya has cumplido tu parte, vete lejos. Rápido! -ordeno al caballo mientras soltaba la lanza, empuñaba su hacha y saltaba hacia la pierna herida de Ig’nosh.

El caballo obedeció y se marcho rápidamente del lugar mientras el resto de heroes cargaban para ayudar a su comandante y los hechizos empezaban a dañar y acertar de lleno en Ig’nosh.

Escalando como podía, clavando su hacha en la piel del monstruo y usando los huecos como puntos de anclaje, subió poco a poco hasta la espalda de Ig’nosh. Al otro lado pudo ver como Aiden clavaba y escalaba el otro lado dañando todo lo posible al ultimo resquicio del mal de N’zoth. Hielo, magia sombría y armas heladas se coordinaban en un compás de muertes que parecía orquestar.

  • NO MORTALES! SOY EL JUEZ, EL EJECUTOR DE LOS DESIGNIOS DE MI AMO, EL SEÑOR QUE DESTRUIRÁ Y CONQUISTARA VUESTRA MISERABLE TIERRA -dijo Ig’nosh mientras se alzaba por ultima vez- SI HE DE CAER SERA ARRASANDO ESTE MUNDO Y CONDENÁNDOOS AL TORMENTO ETERNO Y LA ESCLAVITUD DEL VACÍO!!!

El suelo tembló con el alzamiento de Ig’nosh, a duras penas podía sujetarse y la bendición de los ancestros se iba desvaneciendo poco a poco. No tenia mucho tiempo mas. Vio que Aiden escalaba hasta llegar al hombro izquierdo e intentaba llegar al cuello del terror, por lo que intento imitar su ejemplo.

Ig’nosh sin embargo empezó a canalizar un ultimo hechizo, este formo entre sus tentáculos una esfera viva que se revolvía sin cesar, tenia un color oscuro y su interior era morado oscuro, aparte su cuerpo empezó a tomar un color negro que iba subiendo rápidamente desde sus extremidades. La esfera a cada segundo que pasaba iba aumentando de tamaño y fuerza, si seguía así y conseguía completarla no solo aniquilaría todo Orsis sino que Uldum entero podría peligrar. Las energías seguían subiendo mientras esto ocurría.

Aiden llego a hombro y empezó a canalizar magia rúnica es su guadaña, parecía querer terminar con el ignoto de un solo golpe que cercenase parte de su cuello. Félix, viendo que esa energía le alcanzaría pronto antes de poder subir, decidió canalizar toda la energía de luz restante en su escudo.

La luz empezó a dirigidas al escudo conforme brillaba y refulgía con nuevo poder. Solo tenia una oportunidad, segundos que podrían consumirlo o salvarle, espero con calma mientras veía como la piel de Ig’nosh se volvía negra y se acercaba como un animal salvaje o una plaga. Justo cuando iba a tocar al paladín este golpeó con fuerza a la energía negra pero no la freno.

Luz y oscuridad empezaron a combatir por controlar esa zona, los colores se mezclaban y una energía se expulsaba del choque de ambas. Sin embargo la luz no era suficiente y empezó a perder terreno, la oscuridad no tardo en romper capas de la luz, hilando el escudo y el brazo del comandante poco a poco. Un hilo negro empezó a rodear su brazo y a sujetarse fuertemente desde la zoma del.hombro hasta su mano, 2 hilos mas se unieron a este creando una espiral que le recorría el brazo por entero. El dolor era insoportable y unas voces parecían empezar a tomar nitidez aunque hasta ahora eran imperceptibles.

  • Te sirvo siempre maestro. Aun puedo doblegar a los mortales a tu voluntad.
  • Si…Ig’nosh… Tu labor fue encomiable, pero tu hora ha llegado. Malgastas mi poder por tu arrogancia y tu propio ego, ya es hora de que otro ocupe tu lugar.
  • ¿Maestro? Pero yo…
  • NO, MIS CAMPEONES PRONTO SE ALZARAN Y VENDRÁN A MI SERVICIO. SACRIFICARE TODO LO NECESARIO PARA DEVOLVER A ESTE MUNDO A LA OSCURIDAD. Pero creo que eso queda en manos de nuestros próximos adalides, no es así pequeño ¿espía? -la voz parecía referirse a él e incluso sintió como una presencia le miraba fugazmente-
  • ¿mi señor? -consiguió decir el ignoto sin entender sus palabras-
  • Adiós Ig’nosh, tu hora llego. Nos veremos pronto…mi campeón…en Nyalotha

Las voces cesaron y los siguientes momentos apenas fueron borrones que pudo asimilar. La luz abandono su cuerpo y del choque de energías opuestas hizo añicos su escudo dañando su brazo derecho, la espiral del vacío que agarraba ese brazo empezó a dominarlo y arrastrarlo al vacío. A su vez Aiden arremetió contra la yugular del ignoto y atravesó de un tajo el cuello hasta casi la mitad pero esto no freno a Ig’nosh aunque era evidente que esteba muriendo.

  • MAESTRO, YO LE SERVIRE!!!

La esfera ya tenia un diámetro de 6 metros o mas, alzo sus brazos para lanzarla contra las arenas pero apenas los subió hasta su pecho cuando un haz de luz azulado y dorado impacto contra la esfera. La escena duro apenas unos segundos, pero ese rayo consiguió atravesar la magia de Ig’nosh, reventar la.esfera y rematarlo de una vez por todas dejando un agujero en su pecho.

Ig’nosh había muerto y la magia del vacío dejo de arremeter contra el brazo del comandante aunque seguía presente la espiral de su brazo. La mole empezó a caer contra las arenas, gritos de jubilo se arremolinaban junto alas pisadas y gritos de los que intentaban escapar al cuerpo sin vida del ignoto que caía a plomo en las arenas.

El paladín se sujeto con sus ultimas fuerzas, soportando los temblores y golpes que producía en cadáver sin vida de tan fatídico adversario. Con un ultimo estruendo, que levanto las arenas e hizo derrumbar las cuevas y antiguas ruinas que se encontraban por ellos lugar, Ig’nosh el juez cayo en Orsis haciendo volar a los “escaladores”. Por suerte, el golpe fue mínimo comparado con su tormento hasta ahora pero había valido la pena todo, excepto los sacrificios en vidas que había tenido que usar para su estrategia suicida.

Por fin, Orsis había sido conquistado. La vanguardia de Uldum y sus aliados habían ganado la batalla esta vez. Pero no la guerra.

**Horas después**

La reagrupacion de las tropas había costado mas de lo planeado. Consiguió coordinarse como pudo con las fuerzas de los errantes, la alianza, la horda y el ejercito de Ramkahen. Muchas vidas se habían perdido en la batalla y aun mas heridos estaban siendo atendidos.

Pero eso no era no que preocupaba al comandante, había tres puntos nuevos que había encontrado tras la batalla:

  1. *Tras la muerte de Ig’nosh una partida de exploradores investigaron el campamento destrozado de los cultores. En una tienda encontraron a un ignoto de gran tamaño degollado frente a una mesa con mapas es intrucciones en idiomas incomprensibles. *
    *En estos mapas se señalaban señalados 7 puntos con una marca en forma de runa, siendo Orsis y el obelisco de la luna dos de los lugares. *
    No solo eso, en la marca de Orsis se encontró un obelisco negro de gran tamaño que no emitía magia alguna pero era invulnerable a sus hechizos o explosivos.

  2. Tras revisar el cadáver de Ignosh se encontraron 3 gemas de gran tamaño, más grandes que la cabeza de un tauren, de color anaranjado. Parecían emitir un gran poder pero nadie pudo concretar de que se trataba, posiblemente Magni podría ayudarnos con.esta información pero tras perder el corazón no podía contactados.

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  1. Su brazo derecho seguía sin recuperarse. El dolor se había ido pero había notado que seguía marcado por la espiral en su piel, la luz seguía respondiendo pero voces resonaban en su cabeza y, en contadas ocasiones, su brazo parecía emitir una luz oscura que atacaba al comandante.

En una de las primeras, tras caer de Ig’nosh Aiden estuvo presente pero apenas vio esa magia que desapareció con un “Debo informar de esto. Pronto volveré y te explicare si es posible”. No pinta bien y cada hora que pasa empeoran las voces, los susurros y el dolor.

Demasiado por ahora, sin embargo no tenia tiempo que perder. La batalla había terminado y habían ganado pero la guerra continuaba y N’zoth seguía suelto maquinando sus planes.

  • mis campeones…que habrá querido decir con eso…

No se lo había contado a nadie, ni al mismo Aiden. Temía lo que pudiese significar para todos pero, sobretodo, temía que se refiriese a él. Y que pudiese conseguirlo…

Continuara…

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La batalla al fin dio sus últimos atisbos con las tornas cambiadas, ahora ignotos, aqir y k’thir eran presa del pánico y de las armas y hechizos de los defensores, cientos caían como moscas y otros tantos lograban huir al inframundo del cual provenían

Vio como el comandante mandaba cargar, como aquella araña gigante con 2 siluetas conocidas cargaba contra su señor y como este acababa con su existencia

Finalmente como aquellos 2 suicidas subían escalando a Ig’nosh, acabando con su miserable vida y el ataque que los amenazaban y el colapso de la mole

  • Debo estar soñando si… estoy rodeado de locos…¿¡Pero que era esa araña?!, ¿!Que hacían sobre ella?!, ¿¡Que hacían subiendo?!.

  • Veo que has sobrevivido, menos mal La sombra del kultirano desveló su presencia, debemos irnos de vuelta al campamento.

  • ¿Pero que pasa con Felix?

  • Lo están atendiendo, deberíamos reponer fuerzas, que te traten esas heridas y volver a la Cámara del Corazón, supongo que Magni querrá hablar.

  • Tu también tienes unas cuantas…¿Acaso te has visto la espalda?.

  • Ya, aquellas elfas me dijeron que no me moviese, ¿no tenemos montura?.

  • Nop, hice que Tormenta o Tormento volviese con Aiden…maldición ahora lo he recordado…Kyra.

  • Pues tomaremos una prestada, por desgracia hay muchas disponibles tras la batalla Observó un huargo ensangrentado de pelo grisaceo con mechas blancas Ese mismo.
    Ambos montaron sobre el huargo y le hicieron avanzar no sin antes un poco de doma

  • Me gusta, es rápido y muy silencioso El kultirano miraba como un niño con zapatos nuevos el huargo creo que vamos a ser buenos amigos.

  • Es hermoso, ya va siendo hora de que vaya buscándome uno propio notó de golpe como todo su cuerpo pesaba y el dolor de todas las heridas sufridas

  • ¿Que te pasa?
    Vio como su horizonte se inclinaba y oscuridad

  • Sois dignos de mi bendición, ven a Ny’aloza.

  • ¿?

  • Habéis acabado con mi súbdito, pero al final todos me servirán.

  • No puede ser, otra vez tu N’zoth…

  • Os espero, pronto me servirán.

  • ¿Como que “os”?, ¿hay más?.
    Los gritos de dolor inundaban la plaza, otra vez se encontraba en un camastro con sus enseres a su lado y un puñado de vendas ensangrentada a espera de ser recogidas, intentó levantarse, pero su cuerpo no estaba por la labor, al rato apareció una elfa de la noche ya conocida

  • ¿Ya estas despierto?, no intentes levantarte.

  • ¿Donde estoy?.

  • En el campamento base, vinisteis en un huargo corriendo, tu compañero esta siendo tratado ahora mismo otra vez por la espalda, mira que no recuerdo a tanto paciente, pero ese idiota huyó de Rankahem con la espalda destrozada y para colmo se toma una poción con extracto de planta vil, pudo haber muerto, ¿en que estaban pensando? La cara de la elfa se puso ligeramente colorada.

  • ¿Entonces esta bien?.

  • Viendo el panorama diría que si, aunque como la anestesia esta limitada a los casos realmente difíciles le toca sufrir la cura con esas heridas abiertas, se lo tiene merecido, por cierto, estáis sometiendo a gran estrés vuestros cuerpos, ¿cuantos días llevan sin descansar?.

  • Ni idea, ¿Qué efectos tiene esa poción? yo me tome uno para seguir.

  • Agotamiento extremo, por eso no puedes mover ni un musculo, y en algunos caso la muerte si está mal preparada o ha sufrido demasiado el cuerpo por lo que en tu caso puedes sentirte aliviado pues mañana o pasado ya podrás volver a la normalidad, en su caso aún no ha pegado el bajón por lo que no lo sabremos, solo espero que logre aguantarlo.

  • Claro, se lo tomaría después… el ha aguantado más presión que yo.

  • ¿De verdad merece la pena arriesgar la vida así por hacerse el héroe?, ¿por ser el más popular de la tasca?, ¿por llevarse a la cama a una mujer?.

  • Entiendo lo que dices, pero son tiempos oscuros, si no hubiéramos hecho esto quizás mañana no habría ni tasca, ni cama ni mujeres y por cierto, deberías atender a los demás que yo estoy bien.

  • Perdona, pero esto me sobrepasa, supongo que tienes razón, pero ando preocupada por aquel tipo…que idiotez.

  • Anda continua y muchas gracias.

  • Claro, descansa. La elfa desapareció entre pacientes y sanitarios

  • Esa preocupación y esa cara roja…no me digas que comenzó a reírse, un grito conocido le hizo saber que su compañero de armas estaba vivo, de reojo vio la capa doblada y recogida a su lado por eso N’zoth regresó, mi brazo no se mueve genial…¿que deberíamos hacer ahora?.


2 días despues, Cámara del Corazón
Tras un día recuperando la movilidad, y otro eligiendo una montura voladora huérfana de propietario, en este caso un hermoso hipogrifo azul recomendado por una “kaldorei”, de complexión robusta, alas fuertes y de plumas teñidas como los bosques de Vallefresno y el posterior viaje de vuelta lograron entrar en la Cámara del Corazón, en el centro de esta estaba Magni

  • Hola Magni, misión cumplida.

  • BIENVENIDOS, AIDEN ME LO HA CONTADO TODO, SEAN BIENVENIDOS A LOS DEFENSORES DE AZEROTH.

  • El kultirano se puso frente a el, uno de sus parpados temblaba MAGNI, VOZ DE IN TE RI O RES, no estamos sordos, pero si Rhod tiene tu altura, te escucha perfectamente y yo también, casi me matas hace unos días con tus gritos de un infarto.

  • Esto…ah si, sean bienvenidos, lo se todo y felicito a todo quien ha colaborado contra la amenaza, mis pésames a todos los caídos pero no tenemos tiempo para festejarlo, estoy seguro que N’zoth no se va a quedar de brazos cruzados tras este fracaso.

  • Descubrí algo de los espías de N’zoth en el campo de batalla.

  • ¿Si?, seguidme a un lugar más discreto, M.A.D.R.E quiero limpia la cámara 1-L

  • Orden confirmada.

  • Siganme.
    Los 3 caminaron por los pasillos de origen titánico hasta llegar a una pequeña sala circular limpia, no había nada en ella, a su paso la puerta se cerró

  • Bien estamos en zona segura, no sabemos quien puede ser un espía de N’zoth, cuéntame que has descubierto.

  • N’zoth por algún motivo quiere tener a varios bajo su control, pero no se por que.

  • Sus adalides, ¿sabes quienes son?.

  • El espía me dijo que controlaban los pasos del Comandante, de Aiden, de Rhod y de una draenei no muerta acompañada de un forjado, de ella no he logrado obtener información, además seguramente hayan mas pero que desconozca este, entiendo el caso de Aiden y Felix, pero me pregunto por que le querran a el, con perdón Rhod, pero tu nivel no se acerca a ellos.

  • El enano le dio un pequeño pisotón a uno de sus enormes pies pero tienes razón, ¿por que soy su “adalid” cuando en el campo de batalla había gente más poderosa que yo? no lo comprendo, por cierto ¿ya se ha ido Aiden?.

  • ¿Ha estado aquí Aiden Magni? La puerta se abrió desvelando a un enano no muerto, de pelo y barba canos

  • ¿Pero que estoy viendo? El anonadado enano, al igual que el kultirano, miraban aquel enano y su similitud a el pero…pero…¿Estoy soñando?.

  • ¿Magni que es esto?, dime que es solo una ilusión o un hechizo o un holograma, ¿Por que estoy viéndole a el reflejado? ¿por que es un caballero de la muerte?.

  • Muchachos, esto tiene una explicación, una inverosímil y larga explicación.

  • El no muerto dio un paso al frente, el kultirano desenfundo sus dagas y el enano vivo sacó su maza No te acerques más enano el kultirano dio un paso al frente tambien

  • No soy una amenaza, Magni puede confirmarlo.

  • ¿Esa voz?, no…no puede ser esto posible, ¡¿QUIEN ERES TU?!, Magni ¿Que es esto?, ¿Por que tiene mi voz y se parece a mi?, No…no puede que el…

  • Muchacho, este señor eres tu, del futuro.

  • Dejó caer la maza, el sonido metálico de esta al impactar fue lo único que se escuchó por un momento, finalmente el enano no muerto dejó con cuidado sus hojarunas con cuidado en el suelo

  • ¿Estas bien Rhod?, siéntate un momento.

  • Magni, quiero una explicación en este momento de que esta pasando o te juro que de aquí salimos solo 2, ¿entendido? El kultirano con mirada asesina miraba a Magni

  • En efecto lo que dice Magni es cierto, soy tu del futuro, de un futuro que juré evitar hace años en Uldum, de un futuro que no pude evitar extendió la mano a su yo pasado necesito que me ayudes para lograr salvar Azeroth.

  • . . . . . el paladín se sentó y pensó en todas las posibilidades sobre que estaba viendo tu no eres real, N’zoth me tienes harto con tus malditas visiones Tomó la maza y se lanzó contra su “yo futuro”

  • Así que piensas que es una visión, no Drethz, esta es la realidad de la hojaruna que tomó hizo que la mano de la muerte levantase en peso a su yo pasado por el cuello y se acercó no es una visión, ni un sueño, el tiempo se nos acaba y tengo que encontrar a ese bastardo traidor de Aiden para salvar el mundo, si te pones de por medio tendré que quitarte del camino, y si Biroz osa interponerse tendré que matarlo también, por mucho que me duela hizo desaparecer la mano de la muerte, cayendo el enano paladín por ende. Si quieres ayudarme o al menos saber por que estoy en el pasado estaré en la Cámara, espero que reflexiones, os dejo por ahora que asuman lo sucedido y creedme, si quiero acabar con el es por el bien de todo el planeta, ahora descansa.
    el enano no muerto dejó la estancia.

  • ¿Acabar con Aiden?, ¿el bien del planeta?, ¿yo del futuro?, esto es absurdo

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Aiden se quedó mirando el cadaver del autoproclamado juez durante largos minutos, con el pecho henchido de orgullo y una mueca de satisfacción que rozaba la sonrisa. Aquella batalla había sido larga y dificil; las fuerzas de N’zoth habían sembrado tanto sufrimiento como almas había segado, y no disfrutar de las cascadas de sangre negra y oleosa que manaban, perezosas, de las brutales heridas del ignoto habría sido un insulto a los caidos.

A diferencia de su reservado maestro, Silencio estaba pletórica. La guadaña estaba celebrando la victoria sin emitir ni un solo sonido, haciendo honor a su nombre, y regodeándose en la gran muerte que había sido el colofón a aquella deliciosa matanza. Aiden no pudo evitar volver a preguntarse si aquella entidad que parecia estar vinculada al filo de su arma era el alma de aquel exánime olvidado o, por el contrario, la había creado él de forma accidental.

Sacudió la cabeza, no era el momento para esas y otras preguntas. La batalla había resultado en una dura victoria, casi pírrica, y estaba más que seguro de que no sería la última. Si querían salvar a Azeroth, debían adentrarse en el corazón del Imperio Negro y a N’zoth, tal y como había planeado Magni.

—Ha sido dificil, pero lo hemos logrado —dijo una voz familiar a su lado.

—Demasiado dificil —respondió a Félix con voz seca, recuperando su actitud sombría habitual. La alegría nunca duraba.

El paladín asintió con aire lúgubre. El también se había dado cuenta de que habían ganado por los pelos.

—Lo sé. Si N’zoth volviera a lanzar un ataque así no creo que lo resistamos. Parece que lo de “ser más numerosos que las estrellas” no es ninguna exageración. Y si tienen más seres como Igh’Nosh…

Aiden se llevó la mano a su brazo herido. La hombrera todavía yacia en algún lugar bajo las arenas, hecha un amasijo de chatarra más allá de todo arreglo. Aquel golpe bien podría haberle arrancado el brazo, y de no ser por el poder que le otorgaba Silencio no estaba seguro de haber podido someter a An’erak.

—Nos falta potencia de fuego —dijo con aire distraido. Luego se dirigió al paladín con la determinación por bandera—. Ha sido un honor luchar a vuestro lado, pero tengo asuntos que tratar en la Cámara del Corazón.

Para sorpresa de Félix, el caballero de la Muerte le extendió la mano. Tras un instante de duda, se la estrechó con firmeza.

—El honor es mio, Hojagélida.

—Volveremos a vernos pronto. Sufre bien.



Kiranastraz aterrizó con torpeza sobre el campamento de Magni. Las heridas de su ala habían sido profundas, pero por fortuna y desgracia a la vez aquella batalla había dejado miles de cadáveres que no hecharían de menos sus huesos y piel. A la vermis le costaría un tiempo asimilar el nuevo tejido maldito, pero pronto no habría diferencia entre su ala nueva y la que había perdido.

Aiden bajó de un salto y se dirigió con paso rápido al transladador titánico. que le recibió con un chisporroteo eléctrico y un fulgor azulado que le llevó directo a las entrañas de la tierra.

Allí, junto a la Forja del Corazón, estaban el Rey de Diamantes y una figura que no tardó en reconocer. Su corazón negro dió se encogió aún más en su pecho y por un instante le vino a la mente la triste historia que el Espectro le había confesado, pero desterró a aquel pensamiento sin piedad. El presente seguía siendo suyo, hermoso y terrible a su manera.

Aquella mujer humana, engalanada con armadura azul y dorada que conjuntaba con su larga melena cobriza, se dió la vuelta en cuanto oyó los pesados pasos metálicos que resonaban por el pasillo, dirigiéndose con cadencia creciente hacia ella.

—¡Aiden! Menudo alivio verte de una pieza —empezó a decir con voz cálida y alegre, casi musical—. Aunque tienes la armadura hecha unos zorros. Magni me ha contado lo de Orsis y… oh, vaya…

El caballero de la muerte, en un rápido e inesperado movimiento para todos los presentes, él incluido, se acercó a la paladín y la dió un abrazo de oso, breve pero fuerte e intenso como el disparo de un rifle.

—Esto si que es una sorpresa —Valerie estaba perpleja, con los brazos alzados y los ojos como platos. Antes de que su compañero de armas la soltase, le dió un par de palmadas en la espalda y le sonrió con traviesa malicia—. Aunque una bien agradable.

Aiden se aclaró la garganta.

—Es solo que me aleg… me satisface saber que tú también has sobrevivido a tu misión. Eres una de los mejores guerreros de los que los Defensores disponen.

Ella estrechó los ojos con gesto divertido.

—Claro que sí, caballero de la Muerte. Los sentimientos son algo por debajo de tí —le dió un par de toques en el hombro a Magni, que también les miraba picardía—. De todas maneras, estaba comunicando el éxito de la misión a Magni. Qian y el Shadopan ya no tendrán que preocuparse más por los asediadores mántides.

—¿Dónde está el goblin, por cierto? —preguntó Aiden, aclarándose la garganta de nuevo, esta vez de forma más disimulada.

—Se ha quedado en Pandaria, por si las moscas. ¿Qué tal tu misión?

—Fallida —reconoció con gesto serio—. Localicé la cámara de huevos, pero estaba tapizada por una criatura que causa una enorme presión mental. No pude permanecer en ella durante mucho tiempo.

—Eso son noticias preocupantes, Aiden —reconoció Magni—. Por fortuna, las réplicas de Ashjra’kamas están preparadas para usarse sobre el terreno.

Aiden negó con la cabeza, meciendo con su movimiento a Silencio que, colgada a su espalda, parecía estar dormida como un niño pequeño.

—Ya habeis visto que clase de monstruos N’zoth es capaz de lanzar contra nosotros. De nada servirán las capas para proteger nuestra cordura si no podemos plantarles cara.

—Coincido con Aiden, Portavoz —añadió la paladín con gesto más formal—. El ataque a Pandaria parecía un infierno, no me quiero ni imaginar como fue Uldum o como será Ny’alotha. Ya hemos visto como se las gasta el corruptor, así que necesitaremos algo más.

Magni frunció el ceño, sopesando sus opciones. Sabía bien a qué se referían sus dos guerreros, pero el coste era alto y el tiempo escaso.

—La Égida de Azeroth es posible teóricamente, pero los requisitos para crear una son astronómicos, ¡no digamos fabricarlas en masa!

—Necesitamos esas armaduras, Magni. Igh’Nosh era terriblemente poderoso y aún así no es más que un atisbo de lo que llegará. Los titanes crearon decenas de instalaciones, seguro que hay alguna que tenga la tecnología necesaria.

—Podríamos preguntarselo a MADRE. No perdemos nada por intentarlo.

—Mmm… esta bien —cedió por fin el Rey de Diamantes.—. MADRE, ¿puedes buscar instalaciones titánicas con la tecnología que necesitamos?

El gran robot, que hasta ahora había estado guardando silencio en su rincón favorito de la cámara, bajó la vista hacia el trio y lanzó un sonido a estática.

—Analizando bancos de memoria. Claves de búsqueda: forja, construcción, arsenal. Permaneced a la espera.

La camara se sumió en el silencio de nuevo, arrullando a la titánide con el suave sonido de la maquinaria y el débil, pero firme, latido de su propio corazón. Mientras Valerie y Magni charlaban sobre el tiempo, Aiden se mantuvo callado, intentando ordenar sus pensamientos.

Era incapaz de entender el porqué de su reacción al ver a la paladín sana y salva. Se había sentido aliviado, pero ese alivio había sido ancho y profundo como el mar, demasiado genuino para alguien como él. Era normal que se alegrara de que un aliado siguiera con vida, incluso siendo una máquina de matar como él, pero aquella reacción había sido tan visceral, tan vívida que todavía dudaba que si había llegado a ocurrir o se lo había imaginado.

De nuevo, su mente volvió a la gélida Tuercespina, a aquel mundo perfecto y protegido de todo peligro, pero cimentado en la muerte y el tormento. ¿De verdad el Espectro había sido capaz de hacer algo así? Y más importante aún, ¿sería él capaz de algo así? No lo creía posible, pero sus palabras había calado tan hondo en su alma como su frio en sus huesos. Miró de nuevo a Valerie y, por un momento, se preguntó si realmente defender Azeroth valdría cualquier precio. Y luego se preguntó como era posible que alguien como él, un guerrero maldito con un corazón de hielo negro, pudiera si quiera tener esos pensamientos.

—Búsqueda finalizada. Encontrada una coincidencia.

El anuncio de MADRE le sacó de sus pensamientos, algo que agradeció en su fuero interno. Con un poco de suerte, la nueva misión le despejaría la cabeza.

—¿Y bien? ¿Qué has encontrado? —inquirió Magni.

—Designación de la instalación: Uldorus. Localización: Costa Hirviente, frente a las costas de Feralas. Los datos indican que fue utilizada como una gran forja de armamento para los forjados durante su guerra con el Imperio Negro. Advertencia: La emergencia de Azerita ha dañado sensiblemente las cámaras. Detectada inestabilidad sísmica y estructural.

Valerie hizo chocar su puño con la palma de su mano, dibujando una sonrisa espectante en su rostro.

—Bueno. ¿A qué esperamos?

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El fuego de los cañones resonó por última vez … de momento.

Orsis había cambiado después de la dura batalla. Nhail paseaba por el campamento de los Errantes y a cada paso se encontraba con más y más hermanos caídos, heridos, desgarrados … agonizando.

Belore llenó completamente el cielo y los soldados sintieron cierta sensación de seguridad.

Orsis era un lugar que tenía muchos secretos ocultos que nunca ningún mortal debía conocer o ver con sus propios ojos. Casi se podía sentir con solo mirar aquel lugar, aunque desde la invasión el templo siempre parecía estar cubierto entre las sombras.

No era el lugar más agradable, aunque ya no parecía común encontrar un lugar agradable en aquellos desiertos. Muchos ladrones, piratas y demás aprovechaban estos oscuros dias llenando las calles y acosando a los mas débiles.

Había rumores de varios esbirros de N’Zoth escondidos en humanoides, manipulando a cualquiera con la mente débil.

Si un simple esbirro podia adoptar forma humanoide y controlarle a su antojo entonces podía ser un peligro y aumentar las filas del dios antiguo con rapidez.

Nhail buscó a Halduron y le preguntó sobre los siguientes movimientos de los Errantes.

  • Por el momento descansar, tratar de curar a todos los heridos, rearmarnos y volver al campo de batalla.
  • Estaré listo y preparado cuando asi lo requiera … General. nhail se arrodilló ante el general
  • Tengo otros planes para ti … joven elfo. —le respondió mientras puso una mano en su hombro —No quiero perderte en una batalla a gran escala, me han llegado rumores de que en Ramkahen hay algunos esbirros en forma humanoide causando cierto revuelo, dominando la mente de los débiles y aumentando las filas de N’zoth. Quiero que vayas allí he intentes descubrir cualquier información …— hizo una pausa mientras miraba a Belore con una sonrisa— sé que eres bueno en esto, confió en ti.
  • Está bien, iré a preparar algunos suministros y pondré rumbo a la ciudad.
  • Nhail … ten cuidado, no te dejes llevar por la ira.
  • No se preocupe General, trataré de no destrozar demasiado mobiliario. bromeó
  • Tienes un dracohalcón a tu disposición … si deseas.
  • Sabes que solo me gusta ir sobre Saeta o Lluvia … además, prefiero que nadie me vea llegar y pasar desapercibido.

Trás unos minutos de charla distendida Nhail fué a su tienda, cambió los vendajes cubiertos de sangre por otros nuevos, preparó algunos viales y tuvo tiempo de afilar los cuchillos arrojadizos.


Algunas horas mas tarde.


  • ¡ Maldita sea ! —gritó borracho — ¡Deja de quejarte o seguiré golpeándote!

Aquel kul’tirano con aspecto de oso borracho pidió otra pinta de la mejor cerveza de aquella taberna.

Alrededor de la taberna de la ciudad, la gente murmuraba para sí misma ante la conmoción, cabizbajos, no se atrevían a ayudar al pobre joven Humano al que estaban torturando.

Mejor no involucrarse”, fue lo primero que escuchó Nhail cuando entró, mirando el desastre que aquel borracho había desatado.

Nhail se dirigió al tabernero, con una moneda de oro entre los dedos. La colocó sobre la mesa frente a él, y cuando el tabernero le preguntó qué quería, el pícaro simplemente respondió:

  • Voy a estropear un poco su taberna Ignoró la expresión de la cara del tabernero mientras metía la mano en la capa y cogía varíos cuchillos arrojadizos

  • ¡ Adelante ! ¿¡ Por qué no me desatas y compruebas como te machaco !? dijo el joven humano

El Kul’tirano estampó su pinta sobre la mesa, levantando un simple cuchillo

  • Voy a rellenar tu garganta de sangre.

Esas fueron las últimas palabras antes de que un rayo de cuchillos encontraran su destino en la sien derecha de aquel borracho. La fuerza hizo que su cuerpo golpease el poste de madera junto a él. Cayó muerto al instante … para Nhail fué casi humorístico.

  • ¡ Bastardo ! ¿ Quién demonios …? El resto de aquellos hombres desenvainaron sus espadas, pero simplemente se encontraron con más rafagas de cuchillos

La brutal simpatía de los cráneos que se rompieron y empalaron llenaron la taberna, los hombres cayeron hasta que solo quedó uno.

Sus manos empuñaron la espada, mirando por encima de los cuerpos de sus semejantes, sus manos comenzaron a temblar.

Nhail se alzó sobre él, empuñando una de las Myrkur mirandole y sonriendo tras el yelmo.

El hombre rápidamente trató de correr, pero con el simple giro de su cabeza, se encontró con el filo de la daga atravesando el hombro de aquel cobarde gritando en agonía.

Nhail pateó el rostro de aquel bandido, observando como las lágrimas comenzaban a derramarse por su rostro, mezclándose con la sangre.

  • ¿ Como consigo entrar en Ny’alotha esbirro asqueroso ? La voz de Nhail era profunda, retumbante

El matón volvió a su forma original. En cuestión de segundos y viendo que se negaba a responder, Nhail lo levantó estampando su cabeza a la mesa. Este dejó escapar un grito al sentir que su hueso comenzó a romperse aún más por la fuerza.

  • Respóndeme. dijo Nhail sin cambiar la expresión.Permaneciendo frío

  • N…nnnn…nunca …

  • Muy bien, entonces supongo que puedes entregarle un mensaje a tu maestro. Sombra del viento ha llegado y Azeroth no caerá. Eso es todo.

Lo levantó de nuevo y toda la taberna pareció quedarse en silencio al mismo tiempo. El esbirro solo pudo soltar la primera sílaba de un grito, antes de que una de las dagas partiese el cuerpo en dos, su mitad superior salió volando a través de la taberna, pintando de sangre negra las paredes.

Nhail guardó las armas nuevamente en su espalda.Dejó un puñado de monedas más en la barra y salió de alli.

Tan rápido como el pícaro había entrado en la taberna … desapareció, caminando en las sombras de la ciudad.

Parecía casi invisible en la oscuridad.

El silencio llenó el anochecer mientras Nhail simplemente continuaba caminando por los callejones.

  • Si fuera tú, saldría rápido de la ciudad. Si te atrapan, te harán pedazos por lo que hiciste. le dijo un ciudadano desconocido cogiendole del brazo

Nhail detuvo sus pasos por un momento …

  • ¡ No me toques ! … o te aplastaré … y con eso continuó hacia adelante

  • ¡ Qué pasa contigo ! !¿Alguien te muestra un poco de preocupación y tú respondes con esa actitud ?!

Nhail se detuvo una vez más y el desconocido sonrió, pensando que quizás sus palabras finalmente llegaron a él. Eso fue hasta que miró hacia adelante y vio un muro de guardias con las armas apuntando hacia adelante.

  • Maldición … susurró

Continuará …


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Salió de la estancia, confiaba en que su yo pasado recapacitase y quisiera hablarle, también pensaba en como pudo dejar pasar la oportunidad de encontrarse con aquel bastardo por irse a explorar Gorribal pero ahora conociendo la situación en la que se encontraba todo sería más fácil o eso pensaba cuando algo tocó su hombro, el kultirano a su espalda parecía estar alterado

  • Tenemos que hablar, a solas, M.A.D.R.E necesito una estancia estanca por favor.
  • Cámara 4-B disponible.
  • Vamos.
    Kultirano y enano no muerto avanzaron por el laberíntico complejo hasta llegar a otra sala de reducido tamaño completamente vacía a excepción de 2 cajas de madera, ambos entraron y tras ellos la compuerta se clausuró
  • Toma asiento.
    Ambos se sentaron en sus correspondientes cajas, la del kultirano soltó un crujido al hacerlo
  • Y bien, ¿quien eres y que haces aquí?, como sospeche que eres un siervo de N’Zoth estas muerto.
  • Tan suspicaz como siempre Biroz, por iverosímil que suene soy Drethz de dentro de unos años, fui enviado por Chromie una vez el planeta quedase congelado.
  • ¿Que planeta congelado?.
  • Azeroth, en resumen te diré que en algún momento tras acabar con N’Zoth el Consejo Horda es masacrado, Aiden se ciega en la venganza y tras acabar con Sylvanas empieza su cruzada por congelar toda la vida en Azeroth o como el decía “salvarla de sí misma”.
  • ¿De verdad piensas que vas a hacerme tragar con esa trola?
  • Ya…si para alguien normal esto ya sería algo novelesco para ti sería algo propio de un borracho…pero tienes que creerme.
  • No hablas como un mentiroso, pero es que es tan ridículo y absurdo eso, necesito pruebas que me permitan confirmar lo que me dices, sabes que si tienes razón estaríamos en un problema realmente grave.
  • Es peor de lo que imaginas, pude ver con mis propios ojos el cadaver de Bolvar, a Aiden en el Trono de Hielo, a…espera…la foto claro abrió su mochila y rebuscó un buen rato hasta encontrar una cajita metálica de oscuro metal y la abrió con cuidado no debería mostrar estas imágenes a nadie, pero necesito todo el apoyo posible para evitar ese futuro, espero que estés preparado para lo que vas a ver.
  • Adelante.
    El enano sacó un montón de imágenes enumeradas, con lugar y momento de captura y sacó de la parte inferior una destacable: un pequeño grupo de aventureros frente al cuerpo de un ser de oscuridad indescriptible lleno de ojos en algún lugar de pesadilla, el kultirano pudo reconocer bastantes caras familiares, pudo reconocer al humano encapuchado no muerto, al enano paladín, a sí mismo, pero algo le hizo sobresaltarse: una draenei no muerta acompañado de un draenei forjado por la luz, como aquel mirón dijo
  • ¿Te pasa algo? Te has alterado al ver la foto, te dije que sería impactante, si no quieres ver más dimelo.
  • ¿quie…quienes son los draeneis?
  • Se llamaban Khasiopea y Shielstar, o al menos eran sus motes, era una pareja muy peculiar desde luego, un paladin y una caballero de la muerte…fueron unos héroes sacrificandose por salvar a su hija, nunca olvidaré como lloraba la pequeña…creeme que el futuro que nos espera es muy duro.
  • Vaya…si es real es una historia trágica le dio la vuelta a la foto y vio "Ny’azorla, acompañada de una fecha emborronada
  • Lloré mucho su perdida, eran gente inigualable, no pude defenderlos ni a ellos ni a los demás, los perdí a todos y no pude hacer nada… nunca me lo perdonaré.
  • Comentaste algo sobre Sylvanas ¿Verdad?, ¿tiene algo que ver con tu muerte?.
    El enano se quitó todo lo que tenía en el pecho y se apartó la barba, una cicatriz vertical recorría su pecho, una herida de daga en su pulmón y múltiples cicatrices redondas salpicaban su cuerpo Esto fue lo que me hizo.
  • Por las Mareas ¿pero que te hizo?.
  • Una misión en Andorhal que no fue bien, la vertical es de Silencio cuando me levantó…no pensaba morir a manos de aquella escoria y su secuaz.
    El kultirano sacó su cuaderno y empezó a hojear hasta encontrar el esquema de la guadaña, luego comparó la cicatriz coincide… parece la historia verosímil… esto me esta empezando a asustar… me gustaría saber más, pero no puedo permitirte que estés junto a tu “yo pasado”, ha pasado por mucho estrés mental últimamente con las visiones, si continúa viéndote perderá la cabeza definitivamente.
  • Es compresible, tenemos tiempo aún hasta que matéis a N’Zoth, por ahora necesito que Aiden siga “vivo”, no sabría que podría pasar si el muere ahora o mi “yo pasado” pierde la cabeza por lo que te pido a ti Biroz que me ayudes en secreto, nadie del grupo ni Magni ni siquiera “Yo pasado” puede saber nada, confié en ti hasta el último momento y confío de nuevo en mantener esto oculto, juré cuando moriste, al igual que a Thorim en la visión que evitaría ese futuro costase lo que costase.
  • Aún desconfío un poco en ti y tus intenciones, pero no se me pasa ningún mentiroso, y tu en ningún momento has mostrado duda alguna, confiaré en ti pero como oses amenazarnos te mato.
  • Comprendo Estiró el brazo ¿cuento con tu apoyo?.
    reticente el kultirano le dio la mano
  • Sabes que es una de nuestras principales armas ¿Verdad?.
  • Claro, te recuerdo que en vida colaboré y ve preparando las maletas, nos vamos.
  • ¿Nos vamos?..¿Disculpa?
  • Nos vamos a Tanaris, tengo que preguntar cosas a Chromie.
  • La montura dudo que pueda con 3.
  • Vamos nosotros 2 solos, “yo pasado” debe quedarse, cuanto menos sepa del futuro mejor.
  • No puedo dejarlo aquí.
  • Es lo mejor para el, bueno yo, debe estar realmente agotado por todo esto.
  • ¿Seguro que estará a salvo aquí?
  • Claro que si, no te preocupes que tal cual resuelva las dudas regresaremos aquí.
  • ¿Por que me necesitas? toma la montura y ve solo.
  • Tengo muchas cosas que contarte, me siento culpable de tu muerte.
  • ¿Mi muerte?.
  • Te lo contaré en el aire, vayámonos de aquí cuanto antes.
  • Claro.

En la cámara central

  • ¿Como que esta en enfermería?

  • Temperatura corporal de Drethz: 38,7 ºC, se requiere de asistencia sanitaria.

  • ¿Donde esta eso M.A.D.R.E?

  • Teletransporte de Biroz y Drethz 2.0 en proceso.

  • ¿?
    Una sala con varias camas en paralelo acompañadas de unas telas blancas divisorias y extraños aparatares médicos llenaban la gran sala, en ella varios agentes reposaban, en una de ellas el enano paladín estaba con una bolsa de hielo en la frente, junto a el Magni le acompañaba

  • ¿Que le ha pasado Magni?

  • Comenzó a tener fiebre de golpe y se desplomó, parece ser que es todo fruto de todo el estrés acumulado y de ver a su “yo futuro”, se recuperará, pero necesita un poco de reposo, ¿ya han hablado con calma?.

  • Si Magni, te lo confío hasta que regresemos, por favor cuídalo bien.

  • No te preocupes, cuando vuelvas estará sano y a salvo.
    Se acercó al enano convaleciente volveré pronto, ten tu merecido descanso. no escuchó respuesta, estaba durmiendo

  • Vamonos…¿como debería llamarte?, se me hace raro llamarte Rhod.

  • Como quieras.
    Ambos dejaron la estancia


Ya en superficie ambos montaron el hipogrifo y tomaron altitud

  • Así que fue una elfa de la noche eh…
  • Si, la verdad es que fue muy maja, tenia su encanto se le enrojeció la cara ojala volvamos a vernos para…agradecerle la ayuda…si.

Continuaron hablando mientras se dirigían al este, hacia Tanaris

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La gnoma notaba el sumo agobio de la elfa. Desde el primer día que la conoció, la disciplinada sacerdotisa había insistido en su arrojo y fuerza ante los problemas, y había demostrando en numerosas ocasiones su fuerte carácter. Pero la gnoma veía mas halla de su fuerza y su insólito carácter.

Morda se afanaba por maniobrar con gracilidad su maquina voladora turboalimentada, mientras una gran mezcla de pensamientos cruzaban su mente. llevaban ya volando algún tiempo, surcando de forma movida, el espacio entre la ciudad y Orsis. y la elfa miniaturizada no parecía tranquilizarse.

Los guardias de la ciudad, le habían indicado que los máximos responsables de la ciudad, se encontraban en el campamento central de la avanzada de orsis, supervisando la batalla y alli se dirigían.

Belter, sentada sobre los mandos del artefacto, visiblemente molesta, no dejaba de mover la pierna, golpeando uno de los indicadores de la nave. La gnoma con cara sería, la dejaba tranquila.

La batalla parecía movida y compleja. Desde la lejanía, observo diferentes frentes jugando en los flancos. Ambas miraron desde el aire perplejas ante tan maña batalla en medio de un trozo de desierto.

La elfa se levantó y se acercó mas a la parte delantera de la maquina, visiblemente curiosa por la batalla que sucedía a nivel de suelo. La gnoma intentaba mantener lo mas estable posible la maquina, mientras se acercaba al enjambre de fuerzas, que como si jugaran entre si, se afanaban por encontrar sus puntos débiles.

Tras un rato mirando desde el aire, bajaron hasta el puesto de mando. Con rapidez, cogió a la elfa la metió en su faltriquera. Belter seguía ceñuda sin dirigirle la palabra a la gnoma.

Continuara…

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La gnoma salto de su giro-coptero y observó el desmejorado puesto de mando. No tardó en acercarse una joven elfilla de matoral a preguntar.

– Mensajera del frente?

– Hummm pues sí, las tropas de nzod están en ranka… bueno en la ciudad. Donde esta el general que coordina la lucha?

La gnoma miró a belter que estaba asomada por la abertura de la faltriquera comiendo un trozo de galleta, indudablemente aun de mal humor.

– Pues coordinando la lucha. Yo daré el despacho a los mandos.

– No creo que esto pueda ser dejado para otro momento, si no queréis ver la ciudad explotar. Hay un gran contingente de seres de nzod en la ciudad y todo un culto de cientos de miembros, intentando volarla desde el subsuelo.

– Ehh tu!! queremos hablar con tu jefe inmediatamente!!

Belter sonó irritada. La soldado de matorral la miró con curiosidad pero sin decir ni palabra.

– Me estarás dejando alguna de moras?

Belter miró a la gnoma y entrecerró los ojos mientras tomaba otro bocado aun mas grande del trozo de galleta.

– Los lideres no están aquí en este momento.

Belter observaba con el ceño fruncido, sin soltar la galleta.

– Y los miembros del acuerdo de uldum?

– Bueno, Arik está alli…

– Ehh! Arik!! mueve el cucu hombreeee, la ciudad necesita ayuda.

La gnoma se acerco y hablaron un buen rato sobre el problema de la ciudad acordando enviar ayuda.

En pleno debate, un gran silithido emergió de la tierra en pleno centro del campamento.

La monstruosa criatura, semejante a un gigantesco gusano de arena, de varias plantas de alto y una enorme boca trituradora, no tardo en aplastar y comerse parte de una tienda de campaña de mando, cercana.

Los guardias acudieron raudos a por la monstruosa criatura, mientras la gnoma se tomo un momento para reflexionar. mientras Belt seguía mordisqueando el trozo de galleta, aunque ya no tenia mas hambre se negaba a soltarla.

Por un momento, la enorme criatura olfateo algo, se giró y miró al inusual dúo.

continuará…

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Ka miro a Shield… Y a la mole de obsidiana que tenían enfrente sopesando la situación.
Se le ocurrió una idea pero le costaría convencer al paladín forjado.
-Seré yo quien lo entretenga, quien aguante sus ataques y corte su magia. Si no la matamos rápido seremos pasto de esa cosa. Estamos cansados, heridos… Y lo más efectivo es que le metas la luz literalmente por el cogote.
Shield sopesó el plan, era arriesgado, Ka no tenía un escudo para defenderse pero tenía razón.
Asintió mientras comenzaba moverse rodeando al enemigo.
La caballero de muerte llamó la atención de él aniquilador con un grito.
-Tú, asquerosa abominación de Nzoth!!
La mole se encaró directamente con ella, no carecía de belleza, en su periplo por Azeroth tras abandonar corona de hielo de la mano de Shield habían ido descubriendo los rincones de Azeroth, con sus maravillas y sus horrores, y aunque una caballero de la muerte no estaba hecha para el calor del desierto, las maravillas arquitectónicas de Uldum la habían fascinado. Y sus criaturas, aquella mole de obsidiana era bella en su forma aún corrupta por el vacío. Ofenderla captaría su atención.
Por el rabillo del ojo vio como el paladín se acercaba a la parte trasera de su grupa.
Ka tuvo claro que al igual que con la araña, el combate debía centrarse en aguantar sus embites, su magia y en inutilizarle las patas.Además debía esquivar los ataques de la inmensa espada que portaba.
Shield debería vérselas con sus alas.
El aniquilador de obsidiana emitió un extraño sonido, algo entre el idioma de los dioses antiguos y el rugido de una bestia enfadada.
-Bien, si se enfada cometerá errores-pensó la alzada.
Levantó las patas delatenras encarandose con la draenei. Las bajo con fuerza intentando aplastarla. Kasiopea le tiro unas cadenas dejándola en esa posición.
-Ahora!! - le gritó a Shield.
Con la mole inclinada de esa forma hacia atrás al forjado no le costó subirse a su grupa.
Las cadenas duraron pocos segundos. El aniquilador no era para nada un enemigo débil. Con un gesto de la espada destrozó las cadenas. Pero Shield había tenido tiempo suficiente para encaramarse sobre él.
Al sentir una presencia en la espalda se giró y agitó las alas con furia. Momento que aprovecho Ka para atacar a una de sus patas delanteras a la altura de la articulación.
Shield había corrido hacia el centro de la grupa esquivando el ataque, pasando entre las alas con rapidez.
El aniquilador volvió a girarse hacia ella mientras emitía un rugido de rabia y dolor olvidando a Shield. Le costaba apoyar la pata aunque a la caballero de la muerte le había parecido que su corte apenas parecía un arañazo en la piedra. Pero el aniquilador se repuso rápidamente.
Descargó un mandoble terrible con aquella enorme espada que rezumaba poder del vacío.
Ka esperaba algo así. Heló sus venas y su carne utilizando una de sus runas. Entereza ligada al hielo. Y se protegió con un caparazón antimagia mientras levantaba los brazos y cruzaba sus hojas rúnicas por encima de su cabeza…
El impacto fue brutal. Pensó que iba a estallar en mil pedazos mientras hacía acopio de todas las fuerzas que le quedaban. Pudo parar el ataque a escasos centímetros de su cara.
El aniquilador bramó de rabia mientras empujaba su arma hacia ella. Y la caballero de la muerte cedía centímetro a centímetro.
Iba a partirla en dos…
Un segundo chillido de la bestia la cogió de improvisto, Shield habia clavado su espada en la nuca de la mole. La espada se separó de ella mientras el enemigo volvía a revólverse hacia el forjado.
Ka aprovechó la situación y se deslizó debajo de la criatura y clavó sus hojas en el vientre.
La dureza del aniquilador era asombrosa apenas había perforado unos centímetros aquella roca negra de la que estaba hecha. Y a Shield no le iba mejor. Era el quien estaba en apuros.
El aniquilador volvió a encabritarse intentado tirar al forjado.
Ka tuvo que soltar las espadas para no levantarse en el aire. Vio a Shield caer cerca de ella. La mole lo había tirado con las alas contra las ruinas estrellándose contra la piedra .
-NO!!! - grito Ka al ver caer a Shield como un muñeco de trapo.
Al escuchar a la alzada,el aniquilador supo que estaba debajo y sintió las punzadas que le habían provocado sus armas. Cuando la mole descendía hizo lo único que se le ocurrió. Levantar los brazos, agarrar sus espadas y empujar hacia arriba con todas sus fuerzas, rabia y dolor.
Supo que el aniquilador estaba muerto por el estertor, las hojas habían atravesado el corazón de la criatura.
Ni siquiera se paró a comprobar si realmente había muerto. Con un paso espectral y una carrera por la arena llegó hasta el paladín.
Se arrodilló junto a su cuerpo y suspiró aliviada al ver que aunque inconsciente y sangrando por la cabeza Shield respiraba.
-Paladín terco y cabezón. Menos mal que esos cuernos y esa cabeza dura tuya te han protegido del golpe- susurró abrazada a él.
De pronto la batalla pareció volverse un caos. Desde la piedra en la que se encontraba vio una araña gigante montada por… Aiden?
Y el inmenso ignoto que lideraba aquella batalla caía poco después,mientras ella sin soltar a Shield pedía a los naaru su bendicion para poder curarlo mientras lloraba entre la tristeza y el alivio y las lágrimas se le congelaban en las mejillas.
Una pálida y tenue luz brillo sobre el paladín. Los naaru habían escuchado su plegaria y mientras los ejércitos de Azeroth vitoreaban por la victoria Shield abrió los ojos.
-Deduzco que hemos ganado - fueron sus primeras palabras.
Ka de la alegría y sin pensarlo lo besó.
Al darse cuenta de lo que había hecho carraspeó con fuerza.
-Ejem… Si, hemos ganado. Puedes levantarte?
-Creo que si-dijo el forjado sonriendo.
-Bien, tengo que ir a recuperar mis espadas-dijo ella con frialdad mientras se levantaba y se encaminaba hacia la mole.

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Dice un dicho que la calma sucede tras la tempestad y, aun siendo cierto tras los sucesos vividos en Orsis, podría asegurar que su autor se lo replantearía si estuviese con los problemas que tenia encima el comandante.

La alegría de la victoria fue efímera, a pesar de algún festejo y calma tras la batalla el comandante no paraba de pensar y unir distintos puntos o variables. A pesar de las indicaciones medicas había decidido continuar su labor, comprobar los heridos, hablar con los generales y capitanes, buscar a los desaparecidos, enterrar y encontrar a los muertos, mandar patrullas a buscar los últimos miembros escondidos de N’zoth, investigar el mapa con runas, descubrir que era ese extraño pilar…

Tenia demasiadas cosas y, sabiendo que próximamente recibiría la visita de los generales de la alianza y la horda, decidió despejarse caminando por lo que quedaba del campamento principal. Guardo el mapa, recogió las gemas anaranjadas en su alforja y salio a las afueras de su tienda.

La noche había sumido de cierta calma el campamento, varias hogueras encendidas estaban llenas de soldados y hechiceras que charlaban animadamente intentando superar las perdidas o las heridas, cerca podía escucharse aun el ajetreo de los puestos médicos y algunos lamentos de los heridos se escuchaban con claridad rompiendo la tranquilidad que reinaba en el campamento. Tranquilidad que habían ganado y pagado a un precio inadmisible.

Había refrescado pero poco le importo al comandante, paseaba sin rumbo meditando su próximo movimiento e intentando dar sentido a los sucesos acaecidos durante la lucha final contra Ig’nosh. Esa voz, esos campeones a los que se refería nzoth y el obelisco indestructible que habían encontrado, para que protegerlo y que relación tenia con el resto de marca.

  • ¿Porque retrasar y masacrar a todo un ejercito para colocar un obelisco? ¿cada runa correspondería a un obelisco? ¿Que funcionalidad tienen?

Preguntas sin respuesta que cada vez se iban acumulando y cuando creía comprender una 3 más se sumaban al conjunto. Pero ahora tendría que esperar, las tropas estaban cansadas, exhaustas y angustiadas si era sincero, los muertos y desaparecidos se contaban por cientos así como los heridas leves y graves que intentaban sanar en los puestos de primeros auxilios.

  • Saludos comandante -dijo un guardia orco que vigilaba los limites del campamento- Todo sigue en calma por ahora, la patrulla debería regresar pronto parece que los aqir ya no se molestan en salir ni a la superficie, al final les hemos asustado.

El parloteo incesante del orco lo sacp de sus pensamientos. Sin darse cuenta acabo paseando hasta los limites del campamento, guiado por un extraño destino, donde podía contemplar los restos de la batalla. Aun en la lejanía y a plena oscuridad podía discernir las formas de las ruinas del viejo templo, el olor a sangre y, concentrándose lo suficiente, el sonido de gritos y muertes que perduraría en el lugar durante los próximos años.

  • Comandante, ¿se encuentra bien? -pareció escuchar al orco- tenia entendido que habia sufrido heridas graves durante el combate.
  • Disculpa, camarada. Si es verdad que aún no estoy recuperado pero por desgracia aun no puedo descansar. Muchos compañeros, amigos y valientes han caído en la batalla. Que menos que aguantar lo posible por ellos y sus familias, queda mucho trabajo por delante ya descansare cuando termine.
  • Le honra el trabajo que hace, sus ancestros estarán orgullosos.
  • No lo diría yo tanto…-un destello morado sorprendió al comandaré, fue muy fugaz y pequeño pero parecía provenir de Orsis- ¿has visto eso? La luz…
  • Luz? Que luz? -el orco se giro ligandos a las dunas del desierto- no veo nada comandante, puede que sea una patrulla exterminando algún insecto.

Pero sabia que la luz que vio no era imaginaciones suyas. La vió nítidamente y sin tener el juicio nublado. Saco un pequeño reloj de arena arcano, era de cristal con los bordes lisos plateados y una runa morada a cada lado, la arena era de un color azul celeste y caía siempre en un sentido por mas que se moviese. Quedaban aun 20 minutos para la reunión con la horda y la alianza, le daba tiempo a explorar esa extraña luz y volver.

  • ¿tienes alguna montura cerca?-dijo interrumpiendo al orco-
  • Si, mi lobo esta descansando ahi. Pero ¿para que lo necesitáis? ¿vais a partir?
  • Si, creo que hay algo que debo comprobad.
  • Llamare a un par de guardias para que le acompañen comandante.
  • No hace falta partiré inmediatamente. Tengo poco tiempo.

Y subiéndose al lobo con delicadeza, agarro las riendas y partió dejando al guardia con la palabra en la boca. No comprendía a que venia este ímpetu por buscar esa luz, que locura le habia llevado a cometer semejante insensatez y por un momento su sentido común se interpuso e iba a dar la vuelta.

Pero de nuevo vio la luz centelleando a lo lejos. Por lo que agarrando las riendas con fuerza y ordenando aumentar la velocidad de su montura partió en su búsqueda.

La noche reinaba en el desierto y las luces del fuego de las antorchas del campamento ya estaban quedándose atrás. Apenas conseguía discernir alguna forma en el paisaje entre tanta negrura en su entorno y la mayoría no eran más que producto de su loca imaginación o de su propio sentimiento de culpa. Conforme avanzaba mas fuerte era ese destello, parecía guiarle a una trampa pero siguió su camino. Si era una treta se encargaría de escapar en su momento, pero algo le instaba a continuar.

Pocos minutos despues llego a su destino, frente a el se alzaba uno de sus quebraderos de cabeza. Un obelisco negro y liso se alzaba delante, estaba sujeto por un adorno en un mineral que desconcia, en el centro el símbolo de los aqir estaba incrustado en una piedra rojiza, parecía bastante antiguo pese a que habia sido colocado hace poco.

Nadie se encontraba cerca y parecía que los destellos se habían esfumado de pronto, bajo de la montura y le dio un trozo de carne que tenia en sus provisiones. Mientras el lobo devoraba ese suculento manjar, decidió aprovechar e investigar el obelisco.

Lo primero que le extraño es que las luces del mismo estaban apagadas y las antorchas estaban enterradas y desperdigadas. Pero no habia nada en los alrededores, ni insectos, ni asir ni el propio viento molestabas a la oscura estructura que yacía imperturbable en las arenas.

Pasaron los minutos y, tras no conseguir nada que pudiese saciar su curiosidad, decidió desistir. Pero algo en su interior le insto a revisar con mas ainco, haciéndole caso se acerco mas al obelisco hasta que forzando la vista pareció encontrar unas pequeñas runas violetas que estaban talladas muy recatadamente en la piedra.

  • Extraño…no recuerdo ver estas marcas anteriormente, ni en los informes…

Y posando la mano derecha momentáneamente ocurrió. Su brazo, aun impregnado por las energías del vacio, empezó a emitir una luz morada que se convertía en un tormento para el comandante, aparte el obelisco empezó a brillar desde su mano con un tono morado poco apoco hasta que la misma luz cegó todo sus sentidos y lo envolvió.

Para cuando consiguió abrir los ojos el mundo habia cambiado, ya no se encontraba en Uldum y en sus desieros. Ahora estructuras gigantescas de color negro se alzaban por todo el lugar, un cielo rojo sangre habia sido pintado en el cielo como el lienzo de un artista loco, banderas rojas y ojos anaranjados decoraban estatus, fachadas, carteles y decoraciones por donde mirase.

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  • Ves la magnificencia de este reino Félix -dijo una suave voz que reconocía- la gloria de sus tierras, el poder que emite, la paz que se respira.

Sabia a quien pertenecían esas palabras, jamaspodria olvidar el timbre de su voz, su rostro ni su persona. Temía volverse, de entre todo lo posible Nzoth utilizaba el dolor más profundo de su corazon para atraerlo. Pero no odia evitarlo, no con la posibilidad de verla una vez más.

  • ¿Ya no vas ni a mirarme a los ojos o es que acaso no me reconoces tramposo elfillo? -dijo tiernamente la misma voz-

Pese a todos sus instintos, su cordura y todo los avisos que su mente era capa de crear sobre el peligro y la fantasía que era ese lugar no pudo evitar girarse. Frante a el se encontraba una elfa, vestía una túnica negra lisa con dobletes grises azulados, no tenia mangas y su pelo estaba suelto de tal forma que caía por sus hombros. Sus ojos seguían brillando con un tono nítido como en vida pareciendo mostrar cierta ternura.

  • Nissela…este sitio no es real, es otra visión otro juego de tu maestro otro ardid.
  • Y sin embargo aqui estamos, reunidos una vez mas pero tu reniegas a ver lo que tus propios ojos te cuentan. -alzo una mano delante del paladín con suavidad- ven conmigo una vez más.

Tenia reticencias pero no podía oponerse a ella, pese a todo no quería admitir que la habia perdido y se negaba a perderla de nuevo por su culpa. Cogio su mano con delicadeza, era cálida y suave, y se dirigieron por una calle principal dirección a una especie de templo.

  • ¿Donde estamos Nissela? Este lugar…
  • Aquí es donde todos los reinos conviven, donde los seres cesan las guerras y se unen a una causa, donde los ricos explotadores y las guerras injustas se terminaron. Estamos en Nyalotha, el reino del salvador del mundo.
  • Salvador, extrañas palabras para referirse a un esclavista que quiere corromper el mundo y destrozarlo a su imagen.
  • ¿Acaso no me eschuchas? -dijo Nissela en un tono de falso enfado- esto solo es su reino, su legado. L gente no lucha por unos ridículos ideales de lealtad, honor, codicia o venganza, todos conviven bajo un mismo techo y rinden culto al único capaz de salvarnos a todos de nosotros mismos. Y tu podrías ayudarle a ello.
  • No ayudare a ese monstruo, ni siquiera tu podrás convencerme de ello.
  • Sin embargo aqui sigues, escuchándome y sujebtandome como antaño. ¿temes volver a perderme?, ¿a culparte de nuevo por mi muerte? ¿a reprimir la ira y tristeza que han soportado todos estos años y has hundido en lo mas profundo de tu alma? ¿no prefieres volver a tenderme la mano y vivir lo que la plaga nos arrebato?
  • No eres real
  • ¿Y que es la realidad? Acaso tu portavoz te da la realidad, Azeroth os salvara de todas las penurias, los dioses que rinden culto en el mundo vendrá a rescataros, los titanes crearan armonía y paz…no, Félix sabes bien que eso no ocurrirá. Elune, Belore, los titanes, Sargeras, la luz…cada uno de ellos trae su realidad, su visión del mundo falsa y vacía, su reino a través del miedo o la devoción pero os recompensan con falsas promesas y favoritismos en momentos puntuales. ¿donde estaba Belore con la plaga? ¿Acaso Elune protegió a su pueblo en Teldrassil? ¿y los titanes, tan amables y serviciales, que habían intentado hacer en el planeta s no es amoldarlo o destruirlo? ¿y la luz, no fue Xera suficiente enseñanza? No, mi amor, esto no se discierne de sus mundos.
  • Y. Todos ellos nos enfrentamos. Nzoth no me doblegara con sus tretas y sus falacias. Nos enfrentamos al destino que nos deparo la legión, doblegamos a sus hermanos que yacían dormidos en las profundidades de.sus pútridas prisiones, exterminamos a la plaga y convencimos a los guardianes y heraldos de los tirares. ¡Hasta el mismo alamuerte sucumbió al poder de Azeroth! Jamas podre perdonarme por perderter, desde ese dia mi ira y mi tristeza me acompañan en mi vida, no pude protegerte por lo débil y cegado que estaba…pero no te perderé ni caeré en sus garras usándote como escudo y espejo de una falsa realidad. N’zoth, no eres nadie a quien temer ni sirvir, de ser algo eres escoria. -dijo gritando al infinito el comandante

Una voz grave y poderosa, un eco proveniente de la lejanía de todos los rincones hablo.

  • Tu te doblegaras junto al resto de mis elegidos. Riete y jura cuando guste, pequeño elfo mortal, pero sucumbirás como otros lo hicieron antes que tu. Aun no estas listo para servirme, pero lo harás. Lo harás…

Despertó repentinamente como si de una pesadilla setratase, seguía frente al obelisco con la mano colocada en ese lugar salvo por el hecho de que las runas habian desaparecido. Saco su reloj de arena y vio la hora, en ese trance habían pasado casi 40minutos a pesar de que apensas habia notado unos minutos.

Deberían ir a buscarlo dentro de poco y sus visitas debería estar que crispaban el ambiente. Subiendo al lobo emprendió el viaje de vuelto, no sin echar pequeños vistazos al obelisco mientras la visión que habia tomado forma seguía danzando por sus pensamientos.

  • Al menos he podido sacar algo en claro, esos pilares tienen algo que ver con No’zth y Nyalotha. Y si tan interesados estan el ello…es malo para nosotros sin duda.

**UNOS MINUTOS DESPUÉS *

Consiguió llegar lo mas pronto posible al campamento sin percances, con su llegada una patrulla preparada acabo sorprendiéndose. Debido a su desaparición el guarda habia buscado la ayuda de una demás partidas que descansaban por suerte habia llegado antes de que saliesen en su búsqueda.

Respondidas las preguntas pertinentes sobre su estad y donde se encontraba, y devuelto el lobo a su dueño con una propina, se dirigió a su tienda.

Unos gritos y berridos empezaron a resonar en las cercanías, conforme se acercaba a la tienda mas claro era que el general de la horda y la alianza volvian a discrepar sobre alguna tontería. No tenia tiempo en chiquillerias.

Entro en la tienda y evidentemente los generales parecían ansiosos por debatirse en chulería y prepotencia. Que pronto se olvida la batalla y l muerte.

  • quieres que te estampe esa asquerosa cara de rata edionda en la mesa. Pulgoso orco demoniaco.
  • Claro como si la niñita del gatito azul pudiese siquiera moverme con las manos. Quieres fuerza?, porque te mando a casa de tu niño rey de una patada en la luna oculta.
  • ja tu y cuantos brutones mas besaflores de tres al cuarto
  • quemabaldosas!!
  • pellizcamuebles!!
  • mientekobols!!
  • lamejabaespines!!!
  • montacarneros!!!
  • estrujatroncos!!!
  • bebecharcosvil!!!
  • ¡Es que acaso no os entra en la mollera a los dos! -grito el comandante- Callaros los dos, panda de inútiles. Parecéis dos críos peleando por un caramelo.

Ambos se giraron al unisono, si algo parecían estar de acuerdo es en como odiaban al comandante. Algo es algo, pensó, siempre hay un punto medio.

  • llevamos mas de media gira esperándole comandante.¿acaso pensaba huir de sus obligaciones o es que no le.importa esta situación? -dijo el.humano mientras asentía el orco-
  • Como comprenderán tengo varias obligaciones, tuve que ausentarme para comprobar algo que podría servir de ayuda. Ahora, que fantasía os trae a mi tienda.
  • Menos humos, comandante, no abuses de tu posición. Puede que la batalla terminase en nuestro favor pero ambas facciones sabemos de.tu treta y engaño para usarnos en la guerra. Nuestros recursos estan al limite y tu los gastas por una guerra que ni nos concierne a ninguno.

Ese fue el colmo para el comandante, estaba cansado, agotado, agitado y con pésimo humor tras tantas horasy planes.

  • ¡QUE NO CONCIERNE A LAS FACCIONES! Malditos ignorastes hijos de ogra, vuestra sed de sangre acaso os impide ver lo evidente que hasta los murlocks sabrían entender. ESTAMOS LUCHANDO CONTRA UN MALDITO DIOS ANTIGUO POR BELORE, COMO TENEIS LA DESFACHATEZ DE VENIR A DECIRME QUE NO OS INCUMBE.

Ambos generales palidecieron frente a la sarta de gritos e insultos dirigidos a su egoísmo e incompetencia. Estaban asustados y cabizbajos conforme hablaba el comantante e iba alzando mas y mas la voz. Los transseuntes se paraban y miraban la tienda con dificultad, muchos soldados y Heroes de la batalla miraban con tristeza como trancurria la conversación pero con alegría por ver que no les dirigía un loco de lasfacviones. Pese a todo y sus errores habia conseguido que tolvirs, campeones, aventureros, vagaejemyermos y demás voluntarios se uniesen a una causa y le reconociesen un poco con respeto.

Una vez hubo terminado de calmarse y viendo el terror en el dúo que tenia frente a el decidió sentarse. Fue en ese momento que ambos se miraron y sonrieron.

  • Nos hablas con un tono como de supremacía y verdad, comandante. -dijo el humano- no obstante nosotros tampoco hemos parados quietos.
  • Nos extraño que nos llamasen a filas en Uldum asi que enviamos emisarios para comprobar quien eras, pequeño elfo, curiosa información la que hemos obtenido cada uno.
  • Id al grano.
  • oh, sabemos quien eres y por raro que parezca que sigues vivo sabemos tu historial.
  • Según el IV 7 sabemos tu nombre, comandaré. O debería decir…Nathanos Clamañublo, el perro del alma en pena!!! -dijo el humano.

Tanto como el orco como el elfo aguardaron silencio un momento, el humano tardo varios segundos en darse cuenta que ambos le miraban con cara de incredulidad y pena. Sin duda cada dia se superaba mas el IV7.

  • Olvida lo que este mentecato dice, se que eres el comandante felix de.Rasganorte, el traidor que fue ejecutado por crímenes de guerra contra la horda y la alianza. Tienes una lista de cargos mas negra que la sangre de esos ignotos, de verdad tu piensas que vamos a seguir las indicaciones de.un mero traidor de la horda. ¡Debería ejecu…-el orco palidecio-que es ese símbolo…no me digas que…eres tu…

Encima de la mesa el comandante habia sacado un emblema negro con el símbolo de la horda, por segunda vez habia tenido que usarlo en un orco que no aprendía mas que a las malas. El humano callaba ya que aun asimilaba el error que el IV7 le habia proporcionado pero el orco enmudeció.

  • Si, soy yo su dueño. Creo que entenderás ahora tu situación y la de tu amigo. Yo mando y decido lo que ha ocurrido en Orsis y si ambos os habéis ofendido por arrastrados a una batalla en la que erais necesarios os doy la enhorabuena. Hemos tenido cientos de muertos y esto ha sido una mera batalla en la guerra contra el dios antiguo, os lo repito no tengo tiempo ni recursos que perder en dos patanes como vosotros.

Saco dos pergaminos de un cajón y se los entrego a ambos.

  • Esto es una orden directa para que ambos seáis destinados a Ramkahen como defensa, esta firmada a mi nombre sin mentiras ni escondites. -dijo mirando al orco- Ya basta de quedarme a la sombra y ocultar quien soy. Si sois listos defenderéis esa ciudad aunque os cueste la vida, porque si cae todo Azeroth estará perdido y vosotros no tendréis facciones por la que mataros. Y ahora ¡DESAPARECEZ DE MI VISTA!

Raudos como flechas ambos generales salieron en tropel de la tiendo y mas pálidos de.como habían entrado. Posiblemente se habia pasado con ellos pero estaba arto de ellos y de sus tonterías. La guerra con N’zorh no habia terminado y los pilares era un tema demasiado importante para dejarlo de lado.

Se recostó en su asiento y, mirando a los mapas y papeles que tenia enfrente, pensó en que estaría planeando N’zoth y en su siguiente movimiento.

  • Mis campeones…

Continuara…

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El forjado se levantó entre aturdido por la pelea,y conmocionado por lo sucedido. Siguió a la alzada mientras se aproximaban a la mole,para recuperar sus armas…
Kha tenía esas peculiaridades,y tendría que acostumbrarse .
En un instante,habia pasado de ser una máquina de matar,a una dulce Draenei, preocupada por su salud.
La sensación de gelidez/calor,que le había provocado ese beso,también le invitaba a reflexionar.
Entendía muy bien lo que pasaba por la mente de la alzada. Un conflicto interno en constante pugna. Por un lado su realidad,consciente de que era una persona físicamente muerta,y por otro su mente,que a pesar de su letanía “estoy muerta,estoy muerta…” escondía un alma muy viva,capaz de sentir,todo aquello que cualquier vivo sentiría…
Shield sabía desde el principio,que amar a aquella mujer,tenía múltiples barreras,una de ellas,el contacto físico. Ambos eran polos opuestos de una realidad. De hecho,el sabía que la luz,con la que él, habitualmente trabajaba,le producía dolor a ella, no muy fuerte,pero si molesto. Mientras que ella era consciente, de que su gelidez,provocaba el mismo efecto en él. Por eso ella manifestaba una y otra vez,que no era la “adecuada” para él.
Todo aquello,era consecuencia de algo que Kha no reconocía,y era que le amaba. Además ella era muy consciente de los sentimientos del forjado,y por eso,siempre trataba de poner distancia entre ambos. No obstante, en los últimos tiempos, la alzada había dejado entreveer,que su parte “viva” tomaba el control por momentos. Esto le habia generado un caos interior,del que trataba de huir. Sus actos,hablaban de ella más que sus palabras.
Ofrecer su vivienda para ambos,era algo que al forjado le hacía pensar,que ella añoraba un hogar tradicional,a pesar de su auto-negación. Por otra parte,ese impulso de besarlo,contaba que,a pesar de su negativa reiterada,sentia algo muy fuerte por el forjado.
Shield,analítico como siempre, era más que conocedor,de la imposibilidad física, de su relación. Sin embargo,no habiendo tenido nunca contacto físico con ninguna mujer,no lo echaba de menos.
A los ojos de los demás, aquella relación sería considerada como una aberración,antinatural. Para sus propios ojos,y los de ella,sería algo normal,que les causaría dolor a ambos. El desconocía, si la alzada podría sobrellevar dicho dolor,pensaba que si,puesto que su propio alzamiento(el de ella),había supuesto una transición muy dolorosa, hacia su nueva vida. Por su parte,el forjado, tenia tras de sí, un pasado de dolor y muerte,que le hacía pensar,que estaba preparado…
No quería darle muchas vueltas al futuro,porque tal vez,dicho futuro,nunca se produciría. No podían olvidar,que estaban en lucha contra uno de los seres más poderosos del universo,el Dios amtiguo N’zoth.
Un roce metálico,volvió al paladín a la realidad,la alzada había enfundado sus hojas,y le miraba con sorna…
¿Has aterrizado ya,paladín?¿O sigues navegando por el espacio?
El paladín le miró confundido,y la alzada estalló en una carcajada. Shield no estaba seguro,pero le pareció entender algo como…
3500 años de vida,y un simple beso,lo deja asi…
El forjado no estaba seguro de si lo había dicho,o eran imaginaciones suyas…
Vamos armadura de lucecitas,veamos como ha quedado esto,y con una carcajada la alzada comenzó a caminar,mientras el atónito paladín la seguía…
Continuará

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