El despertar de N'Zoth y el contraataque de Azeroth

Despuntaba el alba cuando Morzek llegó a las puertas de Ramkahen, que se encontraban custodiadas por dos guardias tol’vir. Huesonegro había dejado de usar su habitual capucha cuando había forjado a Angustia y había declarado su intención de alzarse con el poder supremo del Azote, pero se la había colocado para entrar en la ciudad del desierto con el objetivo de pasar desapercibido. Sin embargo, su enorme cuerpo, su macabra armadura y su enorme mandoble, además del aura de muerte que emitía, no ayudaban.

-Alto. Descúbrete, forastero.-le dijo uno de los guardias, bloqueándole el paso con su lanza mientras el otro guardia hacia lo propio con la suya.

Morzek no se inmutó, y lentamente alzó una mano para tocar el borde de su capucha. Con parsimonia fue retirando la capucha hasta descubrir completamente su rostro. Su gélida mirada se clavó en los ojos del guardia que le había hablado, haciendo que el tol’vir se pusiera pálido como la cera.

-Recuerda una cosa, mortal. Nadie le da órdenes al rey de los malditos.-dijo.

De pronto, el orco sintió un pequeño golpe en la pechera de su armadura, forjada con saronita y acero y reforzada con las almas de los condenados. Bajó lentamente la mirada hasta hallar el origen del golpe. La punta de la lanza del otro guardia se encontraba pegada a su armadura, en un intento de atravesarla. Cuando el guardia se dio cuenta de su error, ya era muy tarde.

-Gran error, mortal. Muere.-dijo el orco con su gélida voz reverberante.

Con un grito de puro horror, el tol’vir trató de huir, pero su propia lanza golpeó su abdomen con tal fuerza que lo atravesó completamente y fue a clavarse en la arena. El tol’vir comenzó a vomitar sangre, pero el orco lo agarró del cuello alzándolo del suelo y con un certero movimiento hundió su mano enguantada en el pecho del guardia hasta dar con su corazón y aplastarlo. En cuanto su corazón fue destrozado, el guardia vomitó sangre y murió. El otro tol’vir estaba paralizado, observando el cadáver de su amigo. Morzek desenvainó a Angustia y trazando un arco segó la cabeza del guardia, que cayó a la arena con un golpe seco. Cuando Angustia terminó de devorar el alma y la sangre de los guardias, Huesonegro la envainó y se adentró en la ciudad, ya sin capucha, pues con el alboroto que había montado era inútil. Sin embargo, justo cuando iba a adentrarse en Ramkahen percibió una oscura presencia y se volvió para encontrarse con un cultor del vacío, uno de esos k’thir. El ser portaba una larga túnica violácea, y en la mano sostenía una retorcida daga ceremonial. El k’thir masculló algo en su idioma y avanzó con la daga en ristre mientras alzaba el tono de voz hasta terminar gritando en aquel extraño idioma del vacío. Huesonegro agarró el escuálido brazo del k’thir, deteniendo el embate, y la daga cayó silenciosamente sobre la arena. El cultor, ahora desarmado, trató de apartarse para lanzar un hechizo, pero Angustia fue más rápida y segó su brazo con un corte limpio, regando la arena con la sangre del esbirro del vacío. Sin embargo, antes de que Morzek pudiera preguntar nada, los tentáculos faciales del k’thir comenzaron a ennegrecerse al tiempo que se retorcían y un humo violáceo salía de sus ojos, como si se estuvieran quemando. La boca del cultor se llenó de espuma, y la herida del brazo dejó de sangrar para comenzar a expulsar un extraño líquido negro. Tras unos pocos segundos de agonía, el k’thir cayó de rodillas y se desplomó.

-Una forma original de silenciar a tus esbirros… N’zoth.-dijo el orco.

Ante la mención del nombre del Dios Antiguo, el cielo de Uldum, ya oscuro por la influencia del vacío, pareció oscurecerse aún más y el aire se heló durante un segundo. El rostro impasible del caballero de la muerte no se alteró.

-No me amilanas, N’zoth. Nadie amilana al Azote.-aseveró Huesonegro.

El orco se agachó para registrar el cadáver del k’thir, y entre sus ropas encontró una carta con órdenes. Junto a la carta había un mapa… en el que aparecía señalada la vieja ciudad de Orsis, cercana a Ramkahen. Lo más probable era que allí estuviera el superior o los superiores del cultor, por lo que decidió ir hacia la ciudad para investigar. De pronto, un chillido agudo sonó en los alrededores mientras una cría de dragón se acercaba volando al caballero de la muerte. Era un pequeño dragón negro, pequeño para el tamaño de un dragón, claro, con ojos de color carmesí que el orco reconoció de inmediato. Cuando levantó al dragón que usaba como montura, también encontró el cadáver de una de sus crías, por lo que también la levantó y se la llevó como “mascota”. El pequeño dragón reanimado con magia de sangre se acercó hasta posarse en el brazo del orco. Siempre le servía como mensajero y vigilante, y esta vez llevaba una pequeña nota atada en la pata. Con inusitada delicadeza, el orco desató la nota y la leyó. Cuando terminó, la acercó a las fauces del pequeño dragón, que la quemó dejando solo cenizas.

-Aún no he terminado aquí… pero debo encargarme de esto.-dijo para sí.

Morzek abrió un Portón de la Muerte y lo atravesó para llegar a Acherus, donde un guardia se acercó a él de inmediato y se cuadró antes de arrodillarse.

-¿Qué es lo que ha ocurrido? Habla rápido o serás comida de necrófago.

-Señor, un enano no-muerto acompañado de un pícaro de Kul’tiras llegó hace poco preguntando por usted. Se han llevado dos grifos camino a Dalaran.-dijo el guardia, que era un humano, con la mirada clavada en el suelo.

-¿Preguntando por mí? ¿Qué les has dicho, inútil?-dijo Morzek, iracundo.

-Nada señor… solo que usted es el Señor de la Muerte y que estaba en Silithus.

Huesonegro agarró al guardia del cuello y lo levantó varias pulgadas del suelo.

-¿Y por qué les has contestado y les has dado dos de mis grifos?

-El señor Mograine no puso objeción… el enano es de la Espada de Éban…

-¡Silencio!-bramó el orco, mientras dirigía su mirada a los jinetes y después volvía a fijarla sobre el guardia.- Escuchadme bien, pues no pienso repetirlo. Este bastión está bajo mi control y por tanto está bajo el control del Azote. Nadie, absolutamente nadie, tiene permiso para llevarse monturas ni para entrar aquí siquiera. Y mucho menos un mortal, o alguno de esos pusilánimes arrepentidos de la Espada de Ébano.-dijo con voz autoritaria.

Un silencio sepulcral inundó Acherus. Ni siquiera los necrófagos se movían.

-Si los grifos vuelven, matadlos y llevadle sus huesos a Lady Alistra para usarlos en abominaciones. Y si alguien vuelve a entrar aquí sin permiso, acabad con ellos y levantadlos como necrófagos.-ordenó escuetamente.

De nuevo el silencio reinó en el bastión. Silencio en su estado más puro.

-Así me gusta. Obedientes.-dijo Morzek.- Ya que Mograine, al igual que el resto de los jinetes, es uno de mis lugartenientes, y por tanto es de mi confianza, no recibirá amonestación alguna. Pero tú…-dijo, dirigiéndose al guardia.

Todos los habitantes de Acherus sabían lo que iba a pasar a continuación, incluso el propio guardia irresponsable, pues ya conocían a Huesonegro.

-Tú has dejado de serme útil.-dijo el orco.- Y ya sabes qué pasa con todo aquello que deja de serme útil. Desaparece… para siempre.

Sin embargo, ninguno esperaba el despliegue de crueldad del que hizo gala Morzek, que arrojó al humano contra la pared. En un momento, Angustia ya estaba en la mano del orco, lista para alimentarse. La hoja de Angustia se hundió lentamente en el torso del guardia, abriéndose paso a través de acero, tela, carne y hueso hasta atravesarlo por completo. Una vez ensartado el guardia, Angustia emitió un perturbador sonido de puro placer y comenzó a absorber el alma del guardia, que poco a poco se veía desprovisto de su esencia mientras su carne se derretía sobre sus huesos hasta no dejar más que un esqueleto cubierto por telas y placas. Morzek extrajo a Angustia y la envainó con ceremonia, para acto seguido destrozar de una patada los huesos del guardia, cuyo ser había pasado a ser alimento de Angustia.

-Usadlo para reparar abominaciones y constructos.-ordenó el orco, impasible mientras los guardias cogían los restos y se los llevaban a Alistra.- Ahora debo continuar con lo que estaba haciendo, así que seguid con vuestra labor.

Sin más demora Huesonegro regresó al Portón de la Muerte y volvió a Uldum. Todo seguía igual que cuando se había ido, incluso el cadáver del k’thir, a pesar de que había tardado más de lo esperado. Cosa del desierto, supuso. El pequeño dragón se había quedado en Acherus, así que cerró el Portón y se encaminó a Orsis. Ya que aún estaba en las puertas de Ramkahen, tendría que rodear la ciudad y luego dirigirse a Orsis, pero no creía tardar demasiado. Solo esperaba no encontrarse con nada ni nadie más de camino, a menos que ese algo o alguien le fuera útil de alguna manera. Aún sumido en sus pensamientos, se alejó lentamente de la puerta, invocó a su caballo, y emprendió el camino.

9 «Me gusta»

Al llegar al bullicioso Alto de Krasus observó la casi inapreciable silueta de Acherus en el horizonte, por un momento sitió algo que le perturbó pero finalmente bajó de un salto del grifo al igual que el kultirano y estos retornaron el vuelo

  • Ah Dalaran, cuantos años sin pisar tus calles.

  • No vuelvo a pisar Acherus, ni muerto…literalmente. Bueno, ¿conoces algún mago que nos haga un portal?.

  • Me temo que no, ojala pudiese quedarme un rato y visitar a unos viejos amigos pero no tenemos tiempo, quizás sea mejor así.

  • Te refieres a esa pareja y sus hijos, ¿verdad? la voz del kultirano tornó más dulce y piadosa

  • Si…el niño en esta era debe tener un par de años y la niña 13 o así, también amaba mi tienda, no sabes lo que lloré cuando evacuaron la ciudad la perdida de esta, el como nos ordenaron quemarlo todo, pero dejemos eso aparte, vamos a encontrar al mago y regresar a Silithus.

  • Siento que pasase eso, vamos a encontrar alguno, si vamos a la ciudadela y encontramos a un estudiante podremos tener uno por una monedillas y un par de jarras de cerveza.

  • Es buena idea, no me fio de que nos envie a Ulduar, pero siendo caballero de la muerte dudo que se atrevan…nunca olvidaré a aquel mago bromista…

Caminaron directos a la dominante ciudadela, la vida transcurría con calma sin saber los sucesos de Uldum y Pandaria, un rato caminando en el bullicio matinal y llegaron a los pies de la ciudadela, ahora blindada con guardianes

  • No recordaba esto tan blindado.
  • Ni yo tampoco, ha debido pasar algo pero vamos a la taberna que frecuentan los estudiantes de mago, el Arcanista etereo.

El Arcanista etereo, una taberna más que conocida por todo mago por acoger a los aprendices en sus momentos de descanso, conocida era su terraza por todos que siempre se llenaba de magos de toda raza y venidos de toda esquina del planeta reconocibles por sus togas, sus montañas de libros, manuscritos al igual que las montañas paralelas de botellas de vino y cerveza baratos que competían en altura con los libros, un interior simple, con unas pocas habitaciones al igual de simples para aquellas noches de codos muy empinados e “intercambios carnales”, en resumen una taberna donde todo aprendiz iba a dejarse los pocos oros que ganaban en bebercio barato

  • Bueno ya estamos aquí, ahora solo tenemos que poner la oferta en el tablón con el contacto de mi transpondedor arcano y esperar… si, hace unos años visite las afamadas habitaciones con alguna aprendiz el kultirano sonrojó un poco si eran ilusiones o no a saber pero las magas son en la cama… esto… no me mires así, era …soy joven y hay unas necesidades que…

  • Vale vale, no tenemos tiempo para esto, yo me quedo esperandote.

  • Va. el kultirano entró en el local, pidió permiso para anunciar su oferta y tras unas platas buscó un hueco vacio en el empapelado tablón de anuncios.

  • A ver…se vende libro "tratado arcano III con 1 solo usoaltonata busca rollo 1 noche con humanoSe busca mapache perdido, responde al nombre de calcetinesSe alquila piso de estudiantes en calle Rhoninun intento de grabado, más bien un garabato, de un tauren tras un arbol, con la descripción “Se busca al legendario tauren pícaro, se ofrece 5 millones de oro por atraparlo” mosqueó al kultirano que puso sobre este su oferta para luego salir del local

  • Hecho, en una hora más o menos salen a por el descanso, siempre se ofrecen por unos oros a hacer portales, ¿quieres que hagamos una visita a la tienda?.

  • No debería, no quisiera alterar tanto este presente.

  • Que va, no entraremos, solo iremos cerca y ya.

  • Entonces vale.

Caminaron un rato entre las calles de la ciudad para llegar a la tienda, aún cerrada pese a que debía estar abierta hace un buen rato, algunos clientes habituales miraban las concertinas extrañados

  • ¿Que hace cerrada?, se supone que debían estar abiertos.

  • ¿Les habrá pasado algo?, normalmente eran puntuales.
    el enano observó al kultirano, fijando sus azules ojos en su cara ¿normalmente?, ellos siempre me decían que estaban en la tienda media hora antes.

  • Eeerm…vamos a mirar mejor si.

  • Ya hablaré con mi yo pasado ya. se acercaron a la tienda, no vieron atisbo de vida en su interior, sin embargo estaba todo impoluto y con mercancía fresca, por ende estuvo abierta el día anterior

  • ¿Se habrán quedado dormidos?

  • Voy a echar un vistazo, quédate con el transmisor.

  • Voy contigo.

  • Definitivamente NO, lo siento pero no puedo permitir que los veas, por el bien de todos incluido el tuyo. antes de poder mirarlo se desvaneció el pícaro

Los minutos pasaban y el enano en un banco observaba el bullicio, pudo escuchar el vocerío de los estudiantes quejándose de sus profesores, hablando de trivialidades o de como un alumno casi volaba por los aires el ala arcana, era cuestión de tiempo que el dispositivo de bolsillo que sujetaba se activase

  • Llevo 1 hora ya, ¿donde se ha metido este hombre? se levantó de un salto del banco y se dirigió a la casa de la pareja elfa

Llegó a la puerta, un rastro de sangre seca negruzca con toques vil se dirigía a su interior, buscó sin éxito al kultirano, por lo que intentó mirar con disimulo en las cristaleras si podía ver algo…más bien algo le observó a el en las fauces del hogar

10 «Me gusta»

A ver que me aclare, todo lo que está pasando es en nuestro presente normal, pero el enano DK es Rhoph en el futuro, ¿no?

1 «Me gusta»

Exactamente, todo está sucediendo ahora mismo

1 «Me gusta»

Pues Hême, Shivadel y la niña estaban allí con Argent, Menel y los gemelos, esto se va a poner interesante.

1 «Me gusta»

De hecho hasta hace poco mi idea era solo hacer una ida rápida por dala y ya, pero con lo de heme se ha puesto la cosa interesante

1 «Me gusta»

Menel bajó corriendo el tramo de escaleras que faltaba y ayudó a Heme a tumbar a Shivadel en el sofá mientras el cazador de demonios ponía en brazos de Lith a su pequeña Renel.
Argent aún con Estel en brazos vio como su hijo le hacía gorgoritos a aquella pequeña nocheterna con cuernitos.
Menel examinó a Shivadel preocupada. El mal que aquejaba a la maga sólo tenía una explicación… Magia profana.
Interrogó a Heme al respecto y el cazador de demonios aunque no dio muchos datos confirmó que había sido un poderoso caballero de la muerte quien había dejado a su esposa en ese estado.
Menel intentó curarla con su magia. Luz de Elune, pero la gracia de la diosa no parecía surtir efecto.
Lo intentó Argent después… Con el mismo resultado.
Menel les dijo que esperasen un momento y echó a correr por las calles de Dalaran.
Casi tropieza con la persona que buscaba.
-Kalecgos… Necesito tu ayuda-dijo con premura.
-Que necesitas? - preguntó el dragón azul que usaba su forma de semielfo.
-Te lo contaré por el camino - dijo la sacerdotisa caminando deprisa hacia su casa.
Durante aquel tiempo en Dalaran en su tienda se presentaban personas de lo más variopinto. Kalecgos como líder de los seis en ausencia de Khadgar había ido a revisar que en su tienda no se vendieran artefactos mágicos poderosos y poco a poco habían ido entablado amistad con el archimago.
Al llegar a su casa Kalecgos estaba más o menos al día de la situación.
Colocó las manos a varios centímetros de la cabeza de Shivadel y se concentró.
Todos aguardaban en silencio el veredicto de un dragón milenario y poderoso como Kalec.
Varios minutos después el azul se puso en pie con gesto serio.
-Han drenado parte de su alma. Y mucha de su esencia vital. Regenerarla no será fácil.
-Solo dinos como… - dijo Heme.
Kalecgos se concentró formando un pequeño orbe arcano entre sus manos. Gesticulando lo hizo crecer al tamaño de una manzana y con un gesto suave lo envió flotando sobre la frente de la nocheterna.
El orbe giraba sobre la frente de la maga trazando un círculo
-Argent-dijo mirando al paladín, necesitaré otro de luz.
El paladín confesó no saber crear un orbe así con su luz. Kalec se puso a su lado y lo guió en el proceso.
El orbe de luz sagrada se unió al arcano, Giraban ambos trazando el mismo recorrido.
Le tocó el turno a Menel, sus curas, eran distintas, procedían de la mezcla del poder del pozo de la eternidad, de la sabiduría de Elune… Su orbe se unió a los otros dos.
Kalecgos sin decir palabra alguna abrió un portal en su salón y lo cruzó con rapidez.
Todos se miraron extrañados. Mientras se preguntaban entre ellos que pasaba el dragón volvió acompañado de un elfo de la noche que Menel conocía hacia un tiempo.
-Lonvar… - dijo Menelwie
El archidruida asintió concentrando su magia en un cuarto orbe.
Cuando el orbe se unió al resto cruzó el portal y desapareció. Menel tenía muchas preguntas. Cuando Mantovil cayó muerto Lonvar había desaparecido y allí estaba.

-Esto la mantendrá con vida-dijo Kalec-Deberíamos acomodarla en otro lugar más tranquilo.
Argent ofreció la habitación de invitados. Menel usó un levitar sobre Shivadel y la llevaron a la habitación señalada.
Los orbes la habían acompañado en el trayecto.
Kalec miró a Heme con seriedad.
-La mantendrá viva, pero en coma. Si quieres recuperarla debes destruir el arma con la que la atacaron. Parte de su alma y esencia aunque en forma profana siguen ahí. Y volverán a su cuerpo, estos orbes se encargarán de purgarlas.
Todos asintieron ante las palabras del archimago que lamentó no poder hacer más por Shivadel.
Le dieron las gracias a Kalecgos que se despidió de ellos.
Argent lo acompañó a la entrada mientras Menel se giraba hacia Heme y con gesto serio preguntaba…
-Y bien?

9 «Me gusta»

Hême tumbó a Shivadel en el sofá con ayuda de Menel y puso a Renel en brazos de Lith. La sacerdotisa le preguntó acerca de lo que había ocurrido y el Illidari respondió escuetamente mientras miraba con preocupación a la shal’dorei, que estaba cada vez más pálida. Menel trató de curarla, Argent hizo otro tanto, pero fue fútil. La kaldorei salió en busca de alguien, y al poco volvió con el dragón azul Kalecgos. Este creó un extraño orbe que comenzó a girar y ayudó a Argent y Menel a crear más orbes, para después abrir un portal y volver con un druida kaldorei al que Menel identificó como un tal Lonvar.

-La mantendrá viva, pero en coma. Si quieres recuperarla debes destruir el arma con la que la atacaron. Parte de su alma y esencia aunque en forma profana siguen ahí. Y volverán a su cuerpo, estos orbes se encargarán de purgarlas.-dijo el dragón azul con un rictus de seriedad y preocupación.

Aquella declaración cayó como una losa sobre el cazador de demonios. Esa hojarruna era tremendamente poderosa, y eso por no hablar de su portador, que era ridículamente resistente. Es decir, había resistido la explosión de una bomba vil que habría desintegrado a cualquier otro objetivo. Agradecieron a Kalecgos, que se fue de la casa, y Menel se giró hacia él.

-¿Y bien?-preguntó la sacerdotisa con gesto serio.

Aquella pregunta, aparentemente tan simple como una piedra, era muy difícil de contestar en aquellos momentos. No sabía que hacer, ni siquiera sabía cómo iban a lograr localizar al no-muerto sin pisar Acherus, que con total seguridad estaría extremadamente vigilada.

-La verdad es que no lo sé. Si pudiéramos localizar al caballero de la muerte, tendríamos una carta a nuestro favor, y aun así ese orco es un monstruo. Ya he peleado en varias ocasiones con él, y ni siquiera con todo mi poder puedo hacerlo siquiera esforzarse.-dijo Hême.- Y ya no digamos destruir esa espada. La solución más viable sería que devolviera a la normalidad a Shivadel voluntariamente, pero creo que eso va a ser difícil si no imposible. Si pudiéramos encontrar algo en común, quizá un enemigo… podríamos conseguir que nos ayude. Estoy dispuesto a dejar el odio y el rencor a un lado si con eso consigo que Shivadel vuelva con nosotros… pero la cuestión es… ¿qué podemos tener en común con ese monstruo?

9 «Me gusta»

La puerta se abrió con un sonoro portazo

  • ¡No tienes donde huir Morzek, sal de inmediato!

momentos antes

Miró a esa mirada, en un instante se esfumó sin dejar ni rastro, al rato algo le empujó a un arbusto

  • Bien, lo tengo todo, en efecto Morzek ha sido el culpable de lo que ha pasado dentro, luego te lo contaré pero debes intervenir.
  • ¿Les ha pasado algo a ellos?.
  • Ellos están a salvo, es la mujer de ese cazador de demonios.
  • No conozco a ningún cazador de demonios, deberíamos volver a Silithus.
  • Necesitamos más aliados, ese cazador de demonios nos vendría bien, y de paso eliminar a ese Morzek, hay armarios llenos de incidentes suyos en los Descoronados.
  • Entra tu, no puedo permitir que me vean así.
  • Claro, que iban a decir de un kultirano que acaba de entrar a su casa… Eres un caballero de la muerte, aunque si te digo la verdad eres el más “vivo” que he visto… Hay veces que pienso que no lo eres…
  • No quieras verme así, bueno tengo un plan en lo de la identidad.

El cazador no lo pensó dos veces, salto con sus gujas, el enano grácilmente lo esquivo dando media vuelta y desarmo al elfo con un rápido golpe de su hojaruna, de su otra hoja runa invoco una mano que levanto en peso por el cuello a la víctima

  • Dime donde está Morzek, he de acabar con el…ni se os ocurra atacarme o le aplastó el cuello de inmediato.

El elfo intentaba romper su atadura, los niños gritaban y lloraban, la sacerdotisa quedó rodeada de la sombras mientras Argent empuñaba un cuchillo de cocina

  • Suéltalo de inmediato, no conocemos a ese Morzek La elfa comenzó a levitar

  • ¿DONDE ESTA MORZEK?, es una amenaza para todos, no estoy para juegos elfa…

  • He dicho que lo sueltes, último aviso.

libero al elfo, cayendo este al suelo lo conocen entonces… Se dio media vuelta, desvelando su rostro a la familia

  • Tu… ¿Rhod?. la elfa dejo de levitar

  • Pero… ¿Te han matado?.. ¿Que te ha pasado? Argent no lograba articular palabra

  • Oh… Soy su…hermano gemelo si, me llamo… Igorkul.

  • El no nos comentó nada de tener hermanos…¿Que le has hecho a heme?, ¿Quien es ese Morzek del que hablas?.

Soltó sus hojarunas que precipitaron con gran estruendo Bien siento este espectáculo pero era necesario, Morzek es el culpable de que ella esté así, es el actual Señor de la Muerte y además una gran amenaza para el mundo como autoproclamado líder del “Azote”, creo que necesitáis apoyo, y yo también.

  • Casi matas a heme.
  • No os preocupéis, si hubiera querido matarlo ya lo hubiera hecho. observo las caras de incredulidad es humor… Cuando eres levantado Bah… ¿Me ayudarán a acabar con el y devolverle todo su alma?

heme se levanto con dificultad Que sepas que solo lo hago por ella y por cierto, no seas tan creído, no me hubiese dejado matar tan fácilmente, enano.

  • Lo tomaré como un si entonces, Biroz ya puedes mostrarte.
    el kultirano apareció de las sombras Bien, ha sido una actuación de diez aplaudio de forma sarcastica no se preocupen, voy con el.

  • Mami, ¿como alguien tan gordo puede ser un picaro?.

-El kultirano miro con un párpado temblando y hablo apretando los dientes Niña los mayores estamos hablando, ¿algún problema con mi peso?.
A lo que iba, los testigos vieron recientemente a Morzek por Uldum, deberíamos ir allí, ya tengo un mago que nos enviara allí.

  • Vosotros 2 pareja no iréis, no pienso involucrar a una familia en esto, heme si me permite voy a ayudarla un poco, aparten.
    Noto el brazo en su hombro reteniendolo ni se te ocurra acercarte a ella o te arranco la cabeza.

  • Si no la ayudo quizás muera antes de acabar con el orco, si le pasa algo ahora te permitiré matarme le dio una de las hojarunas al elfo

  • No te quito ojo.
    Se acerco con calma y puso la punta de la segunda hojaruna apoyada en el pecho de la convaleciente Shivadrel no se preocupen, solo voy a transferir un poco de anima.
    Una esencia etérea azulada salió de la hojaruna y alcanzó a la elfa, esta esencia entró en ella atraída por su nuevo hospedador

  • Bien esto hará que aguante un poco más, heme haz las maletas, te vienes con nosotros, en cuanto a ella… Biroz le ha encontrado un piso franco donde podrá descansar protegida de amenazas y en cuanto a vosotros… No hagan ninguna locura y vivan una vida larga, prospera y feliz.

9 «Me gusta»

Una vez equipadas todas sus pertenencias, Nhail se disponía a abandonar la celda donde fue torturado por casi una semana, pero … una voz …

¿Tu fuerza se repone entonces?

Su mirada se dirigió hacia aquel espíritu, difuminado, incorpóreo … no era nadie que hubiese visto antes, ¿o tal vez si?, estaba tan dolorido por las torturas de los días anteriores que apenas podía pensar con claridad.
No era humano, tenía cuernos y su voz era calmada y tranquila.

Nhail parpadeó con curiosidad ante su pregunta y asintió ligeramente a su pregunta.

— Sí. Bueno … no sé como voy a poder salir de aquí, los pasillos parecen estar bien custodiados. En cualquier momento puede aparecer alguno de los torturadores, afortunadamente nunca verán el cuerpo del cojo ya que ha quedado totalmente hecho cenizas, pero … en mi estado no podré ir demasiado lejos. Nhail agachó la cabeza desesperanzado

Eres fuerte … pero recuerda, la fuerza no ganó la batalla que enfrentaste.

Nhail levantó la mirada hacia aquel espíritu. Su rostro cubierto de cicatrices examinó aquella aparición, sintió una especie de energía familiar, pero no era capaz de recordar dadas las circunstancias. No le temía, todo lo contrarió, encontró una sensación de consuelo y paz en el.

Déjame preguntarte algo, Sombra del viento.

Nhail asintió ligeramente.

¿Por qué peleas?

— Depende de cuáles sean las circunstancias, supongo. — respondió de manera simple

Una risa profunda se le escapó al espíritu, como si hubiera adivinado que ese tipo de respuesta era lo que iba a escuchar.

Aquella cosa tenía algún tipo de eco que a Nhail le resultaba tremendamente familiar, pero en su estado y la oscuridad de aquel lugar le resultaba muy difícil adivinar.

En tu hora más oscura, la serenidad es lo que te permite prevalecer contra la sombra. Una vez que quede claro, se revelará tu verdadera fuerza.

— Pero no pude proteger a todos … la gente sigue lastimándose o muriendo a pesar de mis esfuerzos para evitar eso.

Te impones una carga que ningún mortal puede lograr solo.

Nhail sintió la mano del espíritu sobre su hombro, su presencia era tan acogedora …

Tu fuerza solo solo te llevará hasta cierto punto. La mejor manera de tener la resistencia para mantener esa fuerza es mirar y buscar apoyo en los que te rodean.

Nhail consideró sus palabras, reflexionó por un momento …

Recuerda que la verdadera fuerza nunca está solo en el poder, debes encontrar tu fuerza interior y usarla para proteger aquello por lo que luchas.

Entonces … desapareció …

Nhail volvió a sentir frío y soledad en aquella celda. Preguntándose lo más obvio, ¿quien era?, lo sabía pero no podía creerlo.
Volvió a bajar la cabeza y entonces escuchó gritos de angustia y dolor provenientes de alguna celda cercana … pronto llegaría el turno de otro mortal más.

Tenía que salir de allí cuanto antes.


Continuará …


9 «Me gusta»

Los grandes salones de los titanes se extendían ante ellos con un silencio solemne. Los grandes rostros pétreos tallados con elegancia sobre las enormes columnas embebidas en las placas de metal que, tras tantos siglos nadando en un mar de sombras, ahora recibían la luz de la paladina con sorprendidos destellos de bronce. No había ni una mota de polvo mancillando aquella arquitectura divina, tan arraigada en el remoto pasado como en el distante futuro, y el aire de su interior era fresco y no olía a nada, pues aquella misteriosa forja había sido sellada hacía eones, esperando el momento de que sus motores volvieran a rugir como voceros de la furia de los titanes.

Valerie encabezaba la marcha que se adentraba en el corazón de las tinieblas como un faro de esperanza y valentía, iluminando el camino con un pequeño orbe de luz dorada que canturreaba con una hermosa melodía de cristal. Tras ella, la harapienta y encapuchada figura de Aiden caminaba manteniéndose en la linde de las sombras, incapaz de hacer un solo sonido a pesar de su armadura de metal maldito. Una era vida y otro era muerte, tan contrarios y dispares como el día y la noche y, sin embargo, ahora trabajaban unidos por el bien de Azeroth.

—Esperaba encontrarme con alguien a estas alturas —dijo ella sin dejar de vigilar cada rincón de aquella cámara dormida—. Trabajadores, guardias… pero nada. Este sitio esta…

—¿Muerto?

Ella asintió.

—MADRE dijo que la instalación estaba dañada por la azerita. Tal vez eso explique por qué este sitio parece abandonado.

—Uldorus tiene un motor propio que le daba energía. Si tenemos que resucitarlo debería ser el primer lugar que comprobemos.

Valerie desenvainó su mandoble de veraplata y acero titánico y le dió la vuelta con un hábil gesto. Su pomo, hecho de un cristal pulido de azerita en forma de lágrima y engarzado con oro al mango, lanzó un parpadeo azulado antes de emitir un pequeño mapa holográfico de las instalaciones.

—Veamos… el motor está en el nivel más bajo de Uldorus. Hay un pasillo a la derecha que lleva a un ascensor, pero sin energía no nos sirve de mucho.

—Aún así es nuestra mejor opción —repuso Aiden, que se había puesto a su lado. La luz del holograma se filtraba en las sombras de su capucha, transformando su máscara de estoicismo y apatía en una mueca burlona teñida de mar—. Salvo que te apetezca bajar cuatro kilómetros de escaleras en armadura de placas.

Ella alzó las cejas y guardó de nuevo la espada con un movimiento rápido.

—Mejor vamos a ver como arreglamos el ascensor. ¿Te parece?

—No, no. Tienes razón. Es mejor ir por el otro lado —repuso con sorna. Su mueca había dado paso a una completa sonrisa cuyo aire travieso restó años de muerte a su rostro—. Además, dicen que el ejercicio es bueno para el cuerpo.

Valerie rió ante la chanza. Ambos se quedaron mirando durante un momento, sonriendose mutuamente como un par de adolescentes idiotas. Ella se inclinó hacia él buscando sus finos labios, pero la muerte de su sonrisa le advirtió de que no era buena idea.

—Pero es malo para las rodillas —se alejó sin dejar de sonreir, aunque su gesto no fuera tan genuino como hace un momento—. Busquemos ese ascensor.

Caballero y paladín siguieron avanzando por los oscuros pasillos de Uldorus, admirando en silencio las maravillas que los titanes habían levantado tiempo atrás para luchar contra el Imperio Negro. Uldorus debería ser una de las más antiguas construcciones del Panteón en Azeroth, puede que el primero, y sus salones había permanecido dormidos desde la caida de los Dioses Antiguos. No estaban seguros de que clase de armas se forjaban en sus profundidades, pero lo que si tenían claro es que debían de ser formidables.

Torcieron su rumbo hacia la derecha, abandonando los grandes bosques de columnas de acero que habían servido de almacén hacía milenios para dirigirse al enorme montacargas que descendía hasta las entrañas de la tierra. Un amplio tunel cilíndrico, con sus paredes de metal forrando la pierda madre que perforaba en su viaje al submundo, se abrió ante ellos con sobria solemnidad. Cuatro enormes cadenas estelares, iguales a las que habían encadenado al propio N’zoth hasta hacía bien poco, colgaban del la hermosa bóveda pintada con la plata de las lunas y el profundo azul de la noche y atravesaban una enorme plataforma circular de metal broncíneo decorado con símbolos arcanos, runas y constelaciones.

—Vaya, mira eso —Valerie alzó la mirada para contemplar la belleza de aquel lugar—. Desde luego, a los titanes se les daba bien construir.

Mientras ella se regocijaba en la belleza de la obra de los creadores, Aiden se adentró en el círculo interior de la plataforma. Se arrodilló apoyándose en el mango de Silencio y pasó los dedos por las runas grabadas en el viejo metal, estudiando sus formas y sus significados ocultos.

—Valerie, ven aqui —Aiden esperó a que la paladín llegara a su lado para ponerse en pie—. Mira estas runas.

—¿Qué tienen de especial?

—Son Vighnar, Ierma y Ghunir, y están grabadas por toda la plataforma.

—Vale. ¿Y eso significa qué…?

—Indican como funcionaba el ascensor. Vighnar es una runa que atrapa y almacena energía, seguramente la del motor. Ierma esparce la energía por toda la superficie del objeto en la que está grabada, y Ghunir significa “gravedad”.

El rostro de Valerie se iluminó de sorpresa y asombro.

—¿Estás diciendo que el ascensor funciona eliminando su gravedad?

—Y de lo que tiene encima. Si podía anular el peso de lo que transportaba su capacidad era prácticamente infinita. Es un uso ingenioso y elegante de la magia rúnica.

—No lo dudo, pero —ella se encogió de hombros y alzó las manos— ¿saberlo nos sirve de algo?

Aiden asintió.

—Vihgnar no es específica, así que puede aceptar todo tipo de magia.

Aiden alzó su guadaña hacia el techo abovedado y sus propias runas despertaron con un fulgor azul verdoso. Con paso elegante y firme, casi militar, el caballero de la muerte se situó en el centro del ascensor y golpeó con fuerza su duro metal con el pomo de Silencio, cubriendolo todo de fria niebla verduzca y las runas grabadas en el suelo sisearon con pereza segundos después. Tras tantos años inactivo, los mecanismos del ascensor habían despertado de nuevo, lanzando crujidos y bostezos metálicos mientras salían de su hibernación.

Un últimó traqueteo replicó por la cámara, haciendo eco y jugando entre las temblorosas cadenas estelares que la alumbraban con ténue luz azul. Bajo sus pies, en el abismo, el sonido de los grandes focos encendiéndose de nuevo reverberó como un coro de ultratumba, reflejándose en los bajorelieves de metal que aguardaban con paciencia a que alguien contemplara de nuevo sus historias congeladas en acero.

—Ponte cómoda, Valerie. Esto llevará un rato.

9 «Me gusta»

Oscuridad Creciente.

Media tarde en Uldum. Horas mas tardes tras la llegada del dúo desde Orsis.

En la habitación de la Gnoma, la penumbra y el sosiego, invitaban a dejarse caer plácidamente en un merecido descanso. Un merecido y deseado sueño, rodeado de la calidez de una habitación segura, calmada y hogareña. Lejos de los últimos acontecimientos que tanto la habían turbado últimamente.

Pero la mente de Morda no se rendía con facilidad a la calma, ni dejaba margen para la paz o el descanso. No dejaba de pensar en sus múltiples preocupaciones.

Por un momento, miró hacía el libro que ya se encontraba cargado, con las esencias elementales del trono de los cuatro vientos. Y nuevamente, con rapidez regresó a sus pensamientos, muy cansada y a la vez preocupada por su inestimable compañera de aventuras.

Por las ventanas vidriadas de la estancia y esquivando las modestas cortinas, pequeños rayos de mortecina claridad, permitían vislumbrar con torpeza, una desordenada habitación y a su lustrosa huésped. Recostada sobre la cama, con mirada perdida en lejanos pensamientos. La pequeña gnoma, desnuda y con el pelo revuelto, parecía inerte, como dejada caer de cualquier forma sobre la cama. con sus ojillos verdes pestañeando lentamente, sumida en sus divagaciones internas.

Morda alargó la mano lentamente, de forma lacónica, como esperando tocar algo, pero se detuvo en el ultimo momento. Escuchó pequeños sonidos en la lejanía, imperceptibles para muchos pero que no escapaban al afinado oído de la gnoma, ademas de los habituales pasos nerviosos al otro lado de la puerta y los recurrentes susurros en el pasillo. Sonidos muy mermados por una calma casi total que recubría aquella modesta habitación.

Por un momento, la gnoma cerro los ojos y se dejo llevar, intentando disfrutar de la cálida brisa que entraba por la ventana y recorría su piel con suavidad. Intentando permanecer ajena al mundo, a los peligros, a quienes estaban en el pasillo y a todo… Solo ella. Por un momento su mente bailo entre realidad y recuerdos…


Hace años: En el pasado, en pleno desierto…

Una fila doble de 60 figuras, cruzaban nerviosos y cansados, las enormes dunas. Embozados en capas oscuras y arrastrando grandes pertrechos en pleno desierto profundo.

El viento y la acuciante calor hacían mella en la compañía. El duro e inclemente desierto es una trampa mortal, digna de ser respetada y temida. Y la arena… La arena reclamaba sangre fresca y todos sabían bien que se cobraría su peaje con saña asesina. El agónico avance a través de las mortales dunas, estaba resultando mas duro de lo esperado para muchos. Varios compañeros ya habían muerto y el resto no disimulaban su descontento con aquella innoble misión. Ya empezaban a cuestionar a sus mandos… y a presentir el fatal desenlace.

Con la moral de las tropas tocada de muerte y un cansancio que quebraba huesos. Tornaron una duna mas para, de sorpresa, ver al lejos su objetivo. Un complejo ceremonial con una copiosa pirámide en su centro, rodeado de un pequeño campamento clandestino. Por fin. Los susurros se sucedieron. Una pequeña figura salió de la fila y se detuvo a ver las vistas, mientras bebía un sorbo de su cantimplora. ya habían llegado.

Al acercarse, no tardo en venir al encuentro del grupo, un enorme humano, con el uniforme típico del culto crepuscular y paso lúgubre.

– Os esperábamos hace meses…

– Pues ya estamos aquí!! – Un autoritario comandante troll bramó mientras se acercaba al humano.

– Sois mas de los que esperábamos…

– Hay cambios. – Interrumpió el troll sacando un pergamino.

El humano observó el pergamino sin inmutarse, mas aliviado que contrariado. Reconoció el lacré de Chogall.

– Quien tomara el mando? – Preguntó sin aspereza.

De la fila, un enano hierro negro habló con acidez y cierto tono burlesco.

– La gnoma de ahí, el mismo chogall la a puesto al mando…

– No lamento perder esta tarea, solo espero que seáis conscientes de que esta misión es inútil. Aquí solo hay muerte.

La gnoma tomó otro sorbo de su cantimplora en silencio, observando el campamento.

– Ya habéis entrado en el templo??? – Preguntó el comandante troll.

– No, es imposible, hay demasiadas trampas y muy sofisticadas. hemos intentando varias estrategias…

La gnoma se aparto la capucha mostrando su pelo rubio platino al sol e interrumpiendo al humano.

– Borack!! viejo perezoso… Toma una cuadrilla y revienta esas pesadas losas de ahí… fabricaremos nuestra propia entrada. Ponte ya a ello!!

Borack, el enano hierro negro, se cuadró con autentico fanatismo servil.

– Si!! inmediatamente… tu y tu!! seguidme!! – Corrió duna abajo, en dirección a la piramide como si el mismo panteón le fuera hablado.

La gnoma tomó otro sorbo mientras que con un gesto de la mano, invitaba al humano a mostrarle el campamento con mas detalle.


La noche llegó con prontitud, tras una hermosa puesta de sol en el desierto. Gran parte del campamento se fue a descansar, mientras los guardias y los operarios que abrían una nueva entrada a la piramide, trabajaban con tensón en sus tareas.

La oscuridad ya era notoria cuando la gnoma salió de su tienda de mando, seguido del comandante troll.

– Todo listo?

La gnoma paladeaba una piruleta bastante tosca. Posiblemente cocinada por ella misma.

– Todo listo. Los hombres están a la espera.

– Adelante…

Con silenciosa eficacia, las nuevas tropas entraron en las diferentes tiendas y en poco tiempo. Capturaron inesperadamente a unos y mataron a otros, tomando el control absoluto del campamento. Todo fue rápido.

El anterior líder, sorprendido y atado, fue llevado hasta la gnoma y el inseparable comandante troll.

– Como te llamas humano?

– Cardel… esto no era necesario…

– Si lo era Cardel. Tarde o temprano os habríais percatado de que no sigo las ordenes de chogall. Pero necesito mas gente… Esta misión es demasiado importante.

– Gente para que?

La gnoma sonrió.

– Para destruir Azeroth… Y acabar con sus infinitas guerras y sus arrogantes razas… Chogall solo quiere gobernar en base al caos, no ve correctamente la situación actual, solo os usa… no ve el sufrimiento que hay, y si, hay que acabar con el sufrimiento de todos!!!. ¿Te interesa Cardel?

El humano miro al suelo y luego miró a gnoma con cara de locura y miedo. La noche fue larga, pero para la mañana siguiente, aparte de nuevas tumbas y un centenar de nuevos reclutas, incluido un voluntarioso y corpulento humano, el trabajó continuó adelante.


Morda asomó la cabeza por el agujero, ante la mirada de toda la compañía. Con convicción e ignorando las miradas de todos, la gnoma retrocedió, tomo una antorcha y la arrojo dentro.

Estaba claro que la nueva entrada era perfecta, vía libre para explorar la pirámide y ver si tras tanto tiempo de investigación, sus sospechas eran ciertas.

– Vamos! hay trabajo que hacer.

Borack nervioso acepto con la cabeza y se dirigió hacia el agujero, seguido de varios mas.

El interior impresiono a todos. La mayoría no estaba preparado para aquel espectáculo, muchos esperaban ver una lúgubre cueva o una polvorienta oquedad. Pero lo que vieron fue muy diferente. Era un pasillo, un simple pasillo. Pero labrado en piedra, con grifos por doquier adornados con finos bajorrelieves y había oro y gemas incrustadas, incluso piletas donde agua filtrada corría libre ante la estupefacción de los presentes.

– ahh! estas riquezas…

Borack frunció el ceño y miró de reojo a la gnoma.

– No olvides nuestro objetivo Borack…

La gnoma, se desprendió de su capa, cerró los ojos y se concentro.

Pequeños zarcillos de violento poder sombrío, emanaron del pequeño cuerpo de Morda. Y lo vió.

La gnoma encabezó la marcha y dirigió al grupo por varios túneles hasta una enorme estancia, donde una mesa de mando, franqueada por varias estatuas de piedra maciza, escondían un pequeño GRAN secreto.

La gnoma, hecho un ojo a una libretita y luego ojeó la habitación. Sin decir nada a sus compañeros, se dirigió a una falsa pared, al abrirla, lo vieron.

El tentáculo era enorme, colosal. partía la angosta habitación verticalmente en dos y estaba incrustado en las piedras. Inmovil, esperando.

– Es el? – Logró pronunciar el viejo Borack, con una admiración bien patente.

– Si…

Los ojos de la gnoma brillaban.

– No parece muy sano. – Repuso un trabajador que se acercó curioso.

– lleva mucho tiempo aletargado, intentando reponerse. Se consume… – La voz de la gnoma era alegre.

Un guardia irrumpió con prisa en la habitación. Visiblemente alarmado.

– Un grupo numeroso, nos ataca!! no podemos hacerles frente!!

La gnoma giró la cabeza.

– Es el martillo… Rápido, id todos!! detenerlos o retrasarlos!!

Rápidamente todos corrieron hacia la salida dejando a la gnoma ante el enorme tentaculo. Con rostro serio, la gnoma tiró la piruleta y sacó una cajita oscura y se acercó al tentáculo, que reaccionó pulsando, casi como un latido, que asusto a la gnoma haciéndola saltar hacia atrás alarmada.

– ACERCATEEE

Morda entrecerró los ojos y miró por un momento a su alrededor, para volver su atención al tentáculo. Volvió a acercarse lentamente…

– NECESITO ALIMENTARME. TE DARE PODERR

– Lo que necesitas ahora mismo es un milagro…

El gran tentáculo se movió tímidamente.

– Te ofrezco ayuda Cthun. si te metes en la cajita… Puedo sacarte de aquí vivo… O almenos una parte de ti. Las alternativas…

Sin ofrecer respuesta, el tentáculo giró sobre si mismo y ataco a la gnoma, pero esta, ya preparada. Pasó a forma de sombras y se volvió etérea por unos segundos, dejando que el ataque la atravesara sin dañarla.

– TRUCOS!!

– Se listo, estas perdiendo. Quiero lo mismo que tu.

Aquella monstruosa raiz de carne y corrupción tembló y ataco con violencia, una y otra vez. La gnoma necesito proyectar una barrera sobre si misma y saltar varias veces. Entonces se detuvo y vio estupefacta, como el tentáculo se desmoronaba formando un trémulo charco de carne. Por un momento temió fracasar, pero del charco comenzó a materializarse un enorme ignoto.

– Yo soy el general Bha’Zak. Débil criatura. El garante de esta parte de nuestro gran…

– Si si… mira general, pronto llegaran unos tipos que no quieren el bien para ti ni para tu señor.

La gnoma le mostró su cajita.

– Eres poderoso… pero no estúpido. Entiendes la situación actual tuya y de tu señor Cthun… Tenéis pocas opciones.

La criatura reflexionó por un momento y entonces se acercó.

– Tus huestes son pocas y estan muriendo…

– Y tu con ellas también, no te engañes…

– Veo poder latente en tí…

El general miró la cajita y el resto del tentáculo de Cthun. Visiblemente contrariado se acercó al tentáculo de cthun y clavo sus manos en el, extrayendo un trozo del dios antiguo.

Con paso lento se acercó a la caja, la miró y miró a la gnoma. Recubrió el trozo de dios antiguo con una capa de su propia carne, parte de si mismo… y la soltó sobre la cajita.

Inmediatamente, el general se descompuso y desapareció.

La gnoma confusa, tardo un poco en reaccionar. Cerró la caja y corrió pasillo adelante, hacia la salida… cuando de repente escuchó pasos, placas tintinenado en el suelo… No, no eran sus aliados.

La gnoma nerviosa miró a su alrededor, le quitarían la caja… como actuar, que hacer… No, no podía entregarles aquello. Su plan… Sintió que se mareaba. No podía ceder.

Con un estallido de fuerza, la gnoma abrió la cajita, cogió la masa latente de dura carne y se la tragó.

Inmediatamente empezó a sentirse mal, pero no le dió tiempo a nada. Perdió el conocimiento.

Al abrir los ojos, se vio con grilletes ante un Zelote del martillo crepuscular.

– Una insubodinación… Una rebelión muy incipiente… desacato a las ordenes de chogal… y ante todo. Que ha pasado en esa sala de la piramide? esta vacía…

El zelote sacó de un fuego cercano un cuchillo candente sin quitarle el ojo de encima.

La gnoma, con el cuerpo malote, mareada y una sensacion de sequedad brutal. Miró a su captor cuando algo raro ocurrió. Escuchó una voz clara en su cabeza, nitida como el día.

– ESE SERR, NO ES TU FIN…


La gnoma salió del sueño nerviosa

Los ojos de la gnoma se abrieron. De vuelta al presente. Un presente que cada vez, le resultaba mas incongruente y pesado. Un presente vacio.

Por un momento, intento alejar sus malos y turbulentos pensamientos y recuerdos de su cabeza. Pero por mas alegría que buscaba, no pudo evitar apretar su mandíbula y hacer chinar sus diminutos dientes, en un rictus de odio. Y por un breve momento, sintió algo, sintió una angustia anclada a su ser que no pudo entender, pero a su vez sabía bien el motivo.

Con una convulsión de autentica rabia, la gnoma abrió de par en par los ojos y tembló sobre la cama, apretando los dientes hasta sangrar.

Como si corrieran el telón de una vieja sala de teatro. La habitación se cegó, la oscuridad aumentó súbitamente, la escasa iluminación y los pocos rayos de claridad que entraban en la habitación, fueron consumidos por un ambiente que gano densidad. Como si el ambiente fuera cambiado a su alrededor, la oscuridad se hizo física y consumió la escasa luz con avidez.

La gnoma gano poder, como si aquella fria oscuridad fuera parte de su ser, alimentó a la gnoma y un aura de energía oscura e insondable la rodeó. Un brillo cruzó su mirada y sus ojos verdes tornaron rojo. La gnoma se irguió levitando y con un golpe de energía no controlado hizo temblar toda la habitación mientras centraba su mirada en el libro.

– Ya basta estúpido libro… me daras lo que quiero…

Escuchó forcejeo en la puerta de la habitación, pero lo ignoró. Avanzó hasta el aparador donde se encontraba el libro pasando a forma sombría con una soltura antinatural. Su piel se tiñio negra, velada y su física pareció cambiar. Y sus rasgos se endurecieron.

Con la fuerza de su pensamiento, el libró vibró y voló para posicionarse ante ella con un brillo morado trémulo, que pronto fue absorbido por la acuciante oscuridad reinante. Como si voluntad tuviera, el libro reacciono abriéndose ante la gnoma, mostrando caracteres ilegibles y oscuros signos.

Pasó la oscura y humeante mano sobre las páginas y el libro convulsiono, sus hojas pasaron con velocidad hasta un punto diferente. los glifos y extraños signos se movieron sobre sus hojas hasta hacer reconocible dibujos y textos, en un antigua y oscura lengua que la gnoma conocía bien.

– La mayor fuente de manipulación mental… si… podría ser.

El forcejeo de la puerta aumento. La gnoma irritada se tensó y la oscuridad de su alrededor crepitó en respuesta, como si estuviera ligada a su voluntad, aquella oscura fuerza implosiono haciendo saltar todo lo que había en la habitación y rechazar a quienes tocaban la puerta de la habitación.

Un dibujo claro se vió en las ajadas paginas del libro… un tomo antiguo “Manifiesto de Locura”, de otra época… Otro mundo. Un libro con todo el saber y conocimiento que la gnoma necesitaba para ahondar en la mente de cualquiera. Incluido los recuerdos de belt y recuperarlos.

– Siii… donde?? DONDE???

La oscuridad gano gravedad y densidad, crepitaba nerviosa.

El libro, paso sus hojas nervioso en varias direcciones.

– DONDE MALDITO LIBRO!!

De golpe paró y un dibujo apareció sobre las hojas del libro, un tenebroso lugar. Una oscura ciudad entre planos, resguardada, mas despierta que nunca.

– Ny’alotha.

La mandíbula de la gnoma crujió cuando apretó con fuerza. Pensando, maquinando. Ya tenía un objetivo.

Repentinamente giró hacia las ventanas, y con un giro de brazo, un golpe de vació hizo estallar toda la pared.

Desde el exterior, todo se oscureció súbitamente y zarcillos de oscuridad emanaron hacia el exterior, desde la expuesta habitación, impidiendo ver nada. Pero entre ellos la gnoma se asomo buscando, rastreando…

– Borack, viejo inútil, tu me dirás donde esta esa ciudad…

Lo sintió, alli, escondido en la ciudad, una casa vieja del barrio pobre.

La gnoma entrecerró los ojos y de golpe la oscuridad se disipo, dejando visible una habitación destrozada y a una gnoma desnuda muy irritada. volvía a estar normal.

Tenía aun que lidiar con esos episodios de posesiones de su siempre necesaria Belt, pero almenos había un avance… un camino.

Con rapidez se dirigió a la puerta y la abrió.

– Dile al posadero que me de otra habitación… esta no me gusta.

10 «Me gusta»

La pequeña pero sagaz goblin tomaba jugo de varias frutas en la taberna. La posada estaba tranquila, el bar habia sido cerrado y puesto a disposicion del cartel, por lo que sus miembros campaban comodamente sin ojos ajenos.

La gnoma y la elfa habian llegado hacia horas, la guardia habia pasado las ordenes de la gnoma y Kmils esperaba pacientemente que acabara su descanso. Necesitaba hablar con ella, queria volver a los Reinos del Este y aunque Mordacae le habia dado libertad, no queria marcharse sin decir nada por si requeria de sus servicios.

Se sentia astiada con la situacion. La gnoma habia mandado a la paladina a cubrir los pasos de Belter y basicamente se sentia maniatada para obrar libremente e indagar sobre esa elfa. Seguia sin confiar en ella, su comportamiento habia dado problemas al cartel y a la gnoma. Pero tenia pistas y queria salir de Uldum.

Repentinamente se sintio un temblor. Varias goblinesas, alertadas, desaparecieron de la taberna camino al pasillo de las habitaciones. Sus pasos alarmados de la guardia se oian piso arriba.

Kmils miro hacia el techo, intentando identifficar los sonidos y voces. Parecian forcejeos.

La goblin corrio piso arriba tambien. La guardia intentaba abrir la puerta de la habitacion de la gnoma mientras la llamaban. Habia una gran confusion entre ellas. Kmils sintio un escalofrio recorrer toda su espalda, recordo el lugubre suceso, aquella vision que le mostro la gnoma.

Dio un paso atras por instinto, temiendo que podria estar pasando en aquella habitacion. Entonces la sospecha inundo su mente. Dio media vuelta hacia la habitacion de la elfa, tenia la pronfunda conviccion de que tenia algo que ver.
Sin embargo paro en seco, Belter estaba apoyada en la puerta mirando desde la distancia con una sonrisa de satisfaccion y sin un atisbo de preocupacion. Kmils enfurecio, pero no dirigio una palabra a la elfa.

Se adelanto hacia la puerta de la habitacion de la gnoma y aparto a la guardia. Empezo a dar patadas, cada vez mas fuertes con intencion de echarla abajo. Dos de las goblinesas se unieron a ella, golpeaban con todas sus fuerzas cuando, lo que parecia que sucedieira dentro de aquella habitacion, acababa. Acabo tal como habia empezado: rapido.

Todas se quedaron quietas, expectantes durante unos segundos. Morda aparecio tras la puerta, desnuda y con el pelo salvaje, dio una orden y vio a la elfa observando. Se dirigio hacia ella sin prestar atencion a nada de lo que sucedia a su alrededor.

Kmils, con gesto molesto observaba los movimientos de ellas con interes, pero no pudo evitar la tentancion de mirar en la habitacion. Entro lentamente, sorteando las cosas y muebles que estaban esparcidos por el suelo, la pared habia desaparecido completamente.

Cientos de preguntas invadian su cabeza mientras analizaba el escenario. El portazo de otra habitacion la saco de sus pensamientos. La gnoma y la elfa estaban juntas en una habitacion. Kmils saco de su morral su pañuelo de ladrona y desaparecio por el gran agujero donde antes habia una pared.

10 «Me gusta»

Belter se sentia muy cansada. Pero era mas que una pesadez, mas que un cuerpo resentido, sentia su mente agotada.

Llevaba mucho tiempo con dolores de cabeza y desmayos, pero antes de ir a orsis habia vivido el ataque a Mordace como si estuviera metida en una urna sin poder hacer nada, siendo solo una obsercadora desde sus propios ojos. Lo recordaba todo, algo que no le habia pasado antes en sus “episodios”. Le atormentaba.

Mordacae la mantenia ocupada, distraida de sus propios pensamientos pero ahora, en la habitacion de la posada, a solas y en penumbra, libre de no preocupar a la gnoma, se sumia en un terrible pesar.

Sentada en la cama, se acariciba la cara mientras se sumergia en sus pensamientos intentando hallar alguna pista de cuando comenzo. ¿Con la perdida de memoria en la batalla del brujo? No… en pandaria estaba bien ¿Cuando empezamos la busqueda del libro?No… antes ya tenia dolores de cabeza.

–¿Cuando?.. ¿Cuando?..-- Dijo en voz alta para si misma.

"¿Cuando? ¿Cuando?.. ¿Que importa cuando? ¿podria suponer alguna diferencia?" -Una risa cruel parecio inundar toda la estancia.

Belter se sobresalto, dirigio la mirada a diferentes puntos de la habitacion buscando el origen de esos susurros, aquella voz en eco que conocia. Se tenso y cerro los puños en las mantas de la cama.

"¿Me buscas? Adorable, es como buscarte a ti misma y no encontrarte…"

Belter se puso en pie, su rostro mostraba alarma. Respiro profundamente para calmarse y empezo a girar sobre si misma lentamente mientras meditaba que decir a ese ente.

"Se lo que piensas… siento lo que sientes, veo lo que ves…"

–¿Quien eres?- Dijo la elfa con cautela

"Ya me has visto, pero no lo recuerdas… como tantas cosas de ti y de tu vida, tu mente tiene agujeros y yo estoy en ellos"

–¡¿Estas en mi mente?!- Grito enfadada.

Belter se acerco a un espejo que habia en el tocador de la habitacion, volvio a respirar hondo y miro su imagen, esperando inexplicablemente lograr ver a ese ser. La risa de aquel ser empezo a retumbarle en la cabeza.

–Dime, ¿que quieres?

"A ti, a ella, a mi…"

–No dejare que le hagas daño a Mordacae. - Dijo con determinacion.

Por un momento, vio como su reflejo le sonreia, se vio a si misma con una expresion que desconocia.

–¿Me has entendido bien? soy fuerte, no podras volver a hacerle NADA a Mordacae…

"El poder… eso te gusta, te gusto extrangular a la gnoma… y eres mas fuerte conmigo, no te resistas mas, solo te haras mas daño a ti misma"

–Te equivocas, nunca le haria nada a Mordacae!!!

En ese instante un temblor se expandio por todo el piso, Belter se asusto pero aquel ser la seguia martirizando.

"Te engañas a ti misma… ¿te preguntas que esta pasando? es esa gnoma"

Belter asustada quiso correr hacia la puerta, habia un alborotlo en el descansillo, debia ir a ayudarla. Pero estaba inerte, ya no podia controlar su cuerpo, parecia como una escultura. Estaba aterrada, intento gritar, arañar, empujar, mover aunque solo fuera un dedo… todo fue inutil. Aquel ser habia tomado el control y la habia desterrado a algun lugar de su cabeza en el que solo era una mera espectadora. Hundida observo desde sus propios ojos y con su propia voz, como le hablaba.

–Ella no necesita tu ayuda… ella me necesita a mi.

Con una expresion de superioridad se retiro el pelo de la cara, miro satisfecha el bello rostro de la Belter mientras seguian los temblores y la guardia de la gnoma se movia con nerviosismo.

Salio y se apoyo en la puerta mirando con placer lo que sucedia. Al poco tiempo, Mordacae salio de su habitacion, sana y salva, y tras un momento de quietud la gnoma se acerco a ella.

–Hola pequeña…

Dijo aquel ser en el cuerpo de Belter, que miraba a la gnoma con cierta ternura.

9 «Me gusta»

— ¡Por ​​favor! ¡No me dejes aquí! — sollozó y rogó.

Tenía el mismo tipo de cadenas que Nhail en las muñecas pero también las tenía en los tobillos, eran cadenas anti magia.
Nada más existía en esa habitación que el horroroso temor de encontrarse encadenada y pudrirse en aquellas catacumbas. Todo su cuerpo se sacudió mientras tiraba violentamente de las cadenas y estas se clavaban en sus muñecas, lo que solo la hizo llorar aún más.
La elfa temblaba horriblemente mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas.

— P-Por favor … e-yo … yo no … — Dijo suavemente — Por favor … alguien … alguien por favor …

Finalmente, se dejó caer y se apoyó contra la pared. Respirando temblorosa en lo que ahora se había convertido en una tumba de piedra, su propia tumba.
Su mirada revoloteó momentáneamente hacia la vela, una vela … esa era … la única luz que tendría y … no duraría. ¿Cómo había terminado ella ahí? ¿Qué había hecho ella?, continuó temblando sin mirar las cadenas que ataban sus muñecas, temiendo qué más podría ver. Luego, en medio de aquel terror, escuchó algo, un sonido húmedo …

Goteo, goteo, goteo.

Cansada, una vez más trató de liberarse de las cadenas, pero incluso en su vano intento de invocar a la Luz, nada funcionó, la Luz no respondió y las cadenas no se movieron. Mechones de su cabello se soltaron de su trenza, sintiendo un dolor familiar en sus articulaciones. Una vez más, su oído tembló al escuchar el sonido de las gotas golpeando el suelo.

Goteo, goteo, goteo.

La elfa observó que un pequeño charco de agua comenzaba a formarse mientras el goteo continuaba. Su mirada regresó a la vela, la veía arder lentamente, no podía dejar de temblar y llorar mientras sus pensamientos se dirigían a sus amigos y familiares y como nunca los volvería a ver.
Se pudriría en aquella tumba, — ¿la olvidarían y seguirían como si nada hubiera pasado? — pensaba — Sus hombros cayeron, solo quería hacer lo mejor que pudiera, ayudar a los necesitados en esta guerra. Eso es todo lo que siempre había querido hacer. Sin embargo, de alguna manera, había fallado … no sabía lo que había sucedido. ¿Qué había hecho ella que la hacía merecedora de esto?

Goteo, goteo, goteo.

— Lo siento … madre … padre …— cerró los ojos cuando nuevas lágrimas cayeron al suelo, nunca volvería a ver a sus hermanos y eso era peor que las cadenas que la mantenían allí.

Sus hermanos crecerían sabiendo que su hermana había fallado, peor aún, que ella había hecho algo que merecía un castigo tan horrible. Sus azules ojos observaron cómo la llama de la vela parpadeaba, apunto de apagarse eternamente.

Goteo, goteo, goteo.

Sus labios se torcieron un poco molestos, las gotas eran esporádicas, pero predecibles ya que no se habían detenido. El tiempo pasaba lento y dolorosamente, perturbando sus pensamientos. Deseó tener la libertad de tapar ese agujero, para poder al menos morir en paz, no había nada que ella pudiera hacer que pudiera mantener la vela encendida, incluso mientras trataba de convocar fuego en sus manos no pasó nada. Se sentía como si de alguna manera la vela se burlara de ella mientras ardían los pedazos restantes, la luz que ofrecía comenzaba a oscurecerse y parpadear al igual que su propia voluntad y resistencia, estaba atrapada y abandonada allí.

Finalmente, la luz de la vela se apagó, rodeando a la elfa en completa oscuridad. Sin embargo, un escalofrío recorrió su columna vertebral, en lugar del goteo que escuchaba hacía pocos instantes ahora … zumbido.
El roce de las patas de los insectos corriendo por las paredes y en el suelo, quedó paralizada, el horror llenó su mente, ¿era así como habían planeado matarla? ¿Sería ella la comida para estos insectos?, su corazón latía con fuerza y ​​su estómago se revolvió, había formas en que hubiera preferido morir, esta no era una de ellas. Pero no podía moverse, no podía hacer nada … todo lo que podía hacer era sentarse allí indefensa.

Algo de la pared le subió por el brazo, subió y subió, trató de retorcerse y moverse para quitárselo, pero solo le clavó las afiladas patas en la piel para permanecer sobre ella. Cuando llegó a su hombro, sintió pinzas rozar su cuello.


Algunas horas más tarde …


Despertó, ya que se había desmayado por puro agotamiento y falta de sueño en los últimos días. Podía ver su entorno, pero su cuerpo no se movía, por mucho que lo intentase su cuerpo no respondía. Algo se movió por el rabillo del ojo, algo que no pudo distinguir. Sus ojos azules se movieron rápidamente tratando de encontrar de dónde venía ese sonido, pero no pudo encontrarlo.
Sin embargo, finalmente pudo moverse y el inquietante sonido comenzó a desvanecerse lentamente mientras se levantaba, buscando a su alrededor lo que había visto, pero no estaba allí. Su corazón latía dolorosamente en su pecho mientras trataba de recuperarse. Abrazando sus rodillas contra su pecho con fuerza y ​​sin moverse de su cama por un buen rato.

¿Había sido corrompida?

— Por favor — trató de decir — pero incluso sus labios eran incapaces de moverse.

Nhail, todavía estaba en aquel piso, tratando de encontrar la salida en medio de la oscuridad, escuchaba aquel goteo constante, trató de dirigirse hacía allí, donde escuchó los gritos anteriormente.
Sentía la presencia de alguien justo en aquel piso, sentía una leve fuerza de la luz casi imperceptible. Mientras recorría los pasillos con cautela pudo ver un guardia merodeando pero nada de lo que preocuparse.
¿Qué querían con ella? , ¿tal vez corromper a todo ser mortal de Azeroth y aumentar el ejercito del dios antiguo?, ¿o simplemente hacerlos sufrir hasta el último suspiro?

Mientra seguía avanzando escuchó nuevamente los gritos de aquella mujer.

— No … no … no no no …!!!

Tentáculos empezaron a brotar por todas partes, sus botas hicieron contacto con uno de ellos intentando desestabilizar al pícaro pero este rebanó aquel trozo de carne putrefacto, serenó su mente entrando en un sigilo casi permanente y corrió hacia la celda de aquella elfa.

La quel’dorei yacía allí, sobre un gran charco de sangre, la habían utilizado solo como recipiente para dar vida a un esbirro de N’Zoth, un pequeño ser de carne había nacido de dentro de ella. Las lágrimas todavía brotaban de los ojos de ella, sabía que su fin estaba cerca, su mirada se dirigió a Nhail que no pudo hacer nada por salvar su vida mientras esta agarró las botas del pícaro en su último aliento de vida. Era demasiado tarde.

— ¿Por qué siempre es demasiado tarde para ayudar? — agachó la cabeza — Lo siento, hermana de sangre. — Se mordió el labio hasta que escuchó otros gritos provenientes de aquel mismo piso.

La miró por última vez, le cerró los ojos y rezó en Thalassiano por ella.
Recordó las palabras de su maestro hacía pocas horas …

Nhail salió de allí, enfurecido, se acercó al guardia perforando su pecho con ambas dagas, haciéndole probar su propia medicina. Cuando este murió uno enorme ojo naranja apareció entre las paredes de piedra.

Era demasiado tarde para ocultarse entre las sombras, un rayo de luz naranja le rodeaba, proveniente de aquellos ojos, no podía moverse, se había enfrentado a hordas de demonios, se enfrentaba a monstruos que se escondían detrás del estandarte de la Horda, y se había enfrentado a los peligros del Vacío … pero … nada podía detener ese sentimiento de terror, no había forma de que pudiera escapar del terror paralizante, se vio envuelto en unos pegajosos y viscosos zarcillos y cuando los zarcillos hicieron contacto en su cuerpo, la presencia del Dios Antiguo se hizo evidente en su mente, desgarrando su cordura y su mente mientras gritaba al escuchar las palabras que le hablaban.

Intentó huir, liberarse, escapar, pero no pudo moverse.


Continuará …


10 «Me gusta»

El forjado cansado tras los últimos enfrentamientos,y preocupado por Ka,se había acercado hasta Ramaken con ella. A pesar de su condición de alzada,tanto ella como él necesitaban hacer un impás.
Habían aceptado la hospitalidad de aquellos valerosos luchadores,y mientras Ka reposaba,él trató de obtener más información sobre los métodos de N’zot.
El sendero de sus elocubraciones,lo llevó de nuevo al punto de partida. Wrathion le había dicho,a pesar de la oposición Magni,que el único modo,era combatir al dios antiguo desde dentro…
Contempló una vez más, las piezas de armadura que había obtenido. Parecían mucho mejores que las suyas,y cuando las tocaba, notaba una sensación de poder muy fuerte. La tentación de equiparlas era muy grande,sin embargo,por sus años de lucha contra la legión ardiente,recelaba de todas aquellas armas y armaduras,que prometían un aumento de sus capacidades.
Observó receloso su nuevo equipo. La magnitud del problema al que se enfrentaban,requería tomar medidas drásticas…
Con cautela, decidió ponerse únicamente las botas, descartando por el momento,el resto de las piezas. Al equiparlas,notó una ligereza,que le hacían pensar en una mayor habilidad,a la hora de moverse. Sin embargo,la sensación de estar sumergido en una balsa de aceite, también hizo acto de presencia. Dudó,pero como siempre,antes de desechar algo,debería de probarlo.
Dejando a la alzada en la posada, optó por ponerse a prueba con las nuevas botas…
Un obelisco negro,nacido de la retorcida mente de N’zot,refulgía cercano en su negrura. En su base,una luz carmesí, provocaba dichos fulgores.
Un elfo,al lado de la misma,le propuso explorar, a pesar de su riesgo,la diferente realidad, de la que nacía la piedra.
Shield se lo pensó un momento,y decidió que era hora de probar. El elfo le comunicó, que con sólo apoyar la mano,seria trasportado a la realidad del Dios antiguo. Agradeció para sus adentros, el regalo del principe negro, y haciendo acopio de valor,posó su mano sobre el obelisco.
Inmediatamente fué transportado a la otra dimensión. La oscuridad del mundo soñado por N’zot,le provocó una sensación opresiva,mientras sentía como innumerables zarcillos de malevolencia,trataban de introducirse en su mente,amenazando su cordura.
Pronto descubrió,en aquel lóbrego hábitat,unos portales morados, que destacaban sobre la uniformidad del espacio. Supo de inmediato,que la única manera de interrumpir el avance de la oscuridad,era cerrarlos. Unos guardianes controlaban los portales, con lo que aferrando su arma,se precipitó sobre el más cercano. La sensación de pérdida de lucidez,se acrecentaba por momentos…
Cuando combatió contra el primero,notó que sus nuevas botas, favorecían su destreza,con movimientos más precisos. Derrotó al primer oponente, y procedió a cerrar el portal. Cerca de allí, un tol’vir permanecía estático y abatido. Su naturaleza le impulsó hacia el para tratar de ayudarlo,cuando puso su mano sobre el, para despertarlo,el tol’vir reaccionó, inmediatamente,el paladín sintió que la presión sobre su mente,disminuía. Aquel parecía ser el camino correcto,destruir los portales, y ayudar a los allí atrapados…
Se dirigió hacia el siguiente objetivo,y atacó, durante el combate,esa ligereza anterior, se convirtió en pesadez,obligándolo a combatir más tiempo,a la vez que sentía sus fuerzas mermadas…
El ciclo ataque,cierre de portal, y rescatar a los atrapados, se repitió. Llegó a cerrar 5 portales,y en cada ocasión, sus sensaciones con el nuevo equipo,variaron. Unas veces a su favor,y otras en contra. Exhausto,decidió abandonar aquel lugar. Se acercó nuevamente al obelisco, y posando su mano sobre el,sintió como el mundo fluctuaba,y lo transportaba de nuevo a la realidad.
Comentó sus sensaciones con el elfo que guardaba el portal, y este con buen tino, le recomendó que consultara con madre,en la cámara del corazón.
Tomando su nuevo equipo, usó la piedra que lo transportaba a Boralus. De ahí, un nuevo portal a la cámara del corazón. Alli,en presencia de madre,le explicó lo sucedido al príncipe negro. Este le entregó unos objetos,que le ayudarian,junto a madre,a limpiar la corrupción de sus nuevas piezas de armadura. El metal,y el trabajo de las mismas, eran de mejor calidad que las suyas propias,asi,que sin dudarlo,con la ayuda de madre las purificó. Una vez hecho esto,retornó a Boralus a través del portal. De ahí, un nuevo portal a Ventornenta,y de allí con un breve vuelo, se acercó hasta el área de los elementos. Una vez allí, atravesó el portal, que le devolvía a Uldum…
Necesitaba descansar,y comentar sus descubrimientos con su amada Ka. Así, que sin dilación, se dirigió a los aposentos que compartían, dejándose caer sobre la cama,agotado. Antes de dormir, un breve pensamiento asomó en su mente…
Mañana será otro dia.
Continuará

10 «Me gusta»

Aiden despertó en una torre de alabastro y muerte,
rodeado de rios de vida que surcaban el cielo,
y frente a el una jueza lo miraba solemne.

—Dime, gran sombra, a dónde he alzado el vuelo.
Mas ella, justicia sin rostro, solo alzó un dedo
indicando al Rey Exánime seguir su camino de hielo.

El triste encapuchado avanzó por él sin miedo;
hijo de la muerte errante sin hogar al que volver
que no detuvo sus pasos hasta llegar a un robledo.

Ardenweald se llamaba aquel lugar de pacer,
donde los árboles nunca mueren y la vida arraiga fuerte,
pero su Silencio era puro y no lo pudo corromper.

El segador llegó a un lugar de violencia y muerte;
mas aunque adecuado a su gusto más malvado
renunció a la llamada de su acero mordiente.

La negra Maldraxxus era aquel lugar malhallado,
pero sus crueles encantos no detuvieron la marcha del maldito,
que con paso firme a la tierra de la gloria se ha encaminado.

Bastión era el nombre de aquel reino para el bendito,
lugar de luz y nobleza de habitantes alados
que miraron con temor la marcha del negro hábito.

Aiden llegó al lugar donde los castigos son gritados,
la carmesí Revendreth, la ciudad del dulce tormento.
En ella también sus pasos fueron ignorados.

Ante él se alzaba otra torre, hogar de los olvidados.
Sus negras cadenas se agitaban bajo la tormenta
de vida y muerte que lloraban desconsolados.

—¿Quien se merece una suerte tan cruenta?
Los que aqui entran abandonan toda esperanza,
pues las Fauces son lugar para la ira sangrienta.

Los gritos de los olvidados eran el coro de una danza
que al Rey Exánime no consiguió amedrentar:
con paso firme su destino, la gran forja, al fin alcanza.

Un rey y un preso lo reciben en su lúgubre hogar.
Un emperador de la muerte que se arrancó el corazón
le hizo un gesto y al jinete de la muerte hizo arrodillar.

Así habló el Carcelero, sentado en el trono de su bastión:
—En vida un sirviente, en la muerte un conquistador.
Cumple tu sueño a través del Yelmo de Dominación.

Aiden se acercó a la fragua de la muerte, triste honor.
El Rey se despojó de su corona con poca ceremonia
y su martillo golpeó el metal maldito dando forma al terror.

Las chispas saltaron en el vientre de la Agonía,
moldeando su corona en la máscara de un verdugo.
Más con cada golpe de blanco su armadura se teñia.

Aiden terminó su obra al fin, libre de su yugo;
más no fue él quien a Azeroth ahora regresaba:
su ser se había roto, y sus pedazos yacían en el ostugo.

Aiden ya no era solo Aiden, en algo más se tornaba.
Corona de Hielo le recibió con un abrazo sempiterno
que con un gesto destrozó en hielo y escarcha.

Se alzó de su viejo trono, gobernando sobre el averno.
La Plaga yacía muerta, el mal ya estaba condenado.
Pues por la tierra ahora caminaba el Espectro del Invierno.

9 «Me gusta»

Nhail, ¿el k’thir ese, Actiss, lo necesitas para algo?

1 «Me gusta»

Si, por supuesto. Lo necesito para avanzar, no mates a todo Uldum con el dk Lonvar hazme el favor :joy::pray:t2:

1 «Me gusta»

Nada nada, no te preocupes, es que estoy en Orsis y era para no liarla :rofl:

1 «Me gusta»