El despertar de N'Zoth y el contraataque de Azeroth

Off.
https://es.wowhead.com/guides/nzoth-assaults-rare-spawns-locations-loot

Mira ahi puedes ver todos los rares que hay en las distintas invasiones, (aunque algunos ya los hemos matado con anterioridad).

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Caía la noche en las yermas tierras de Uldum cuando Morzek llegó a Orsis sobre su destrero no-muerto. Sin hacer ruido, desmontó y con un leve golpe en el flanco el caballo se alejó, perdiéndose entre las dunas. El silencio y la quietud reinaban en la ciudad, que a la luz de las lunas adquiría un aspecto lúgubre. Sin perder un instante, Huesonegro se adentró en Orsis. El sosiego aparente fue enseguida interrumpido por un sonido susurrante que inundaba las calles como una intangible niebla. De hecho, no solo era un sonido susurrante. Eran susurros. Susurros oscuros en un idioma ininteligible que se eclipsaban unos a otros causando un insoportable sonido. El sonido ahogado de las inclementes botas de saronita hollando la arena era lo único que acompañaba a los susurros en aquella ciudad maldita y abandonada.

-¡Alto ahí! Estás bajo arresto, forastero.-gritó una voz desconocida.

El orco se dio la vuelta lentamente para encontrarse con una patrulla de guardias, una decena, que bloqueaban el camino con sus lanzas en ristre.

-No interfiráis, mortales. Vengo buscando a un esbirro del vacío.-dijo Morzek.

Algunos guardias se miraron entre sí al oír las palabras del no-muerto.

-¡Silencio! Ven con nosotros sin ofrecer resistencia y vivirás.-dijo uno de ellos, que por sus ropas y su tono arrogante debía ser el líder de la patrulla.

La gélida mirada del orco brilló en la oscuridad cuando alzó la vista.

-Habéis hecho caso omiso a mis advertencias. Ahora, enfrentad las consecuencias de vuestros actos, mortales.-sentenció Huesonegro.

El cabecilla ordenó atacar y al instante dos guardias se lanzaron hacia el orco, que detuvo la lanza de uno agarrándola por el mango y de una patada partió el esternón de otro. El guardia, desprovisto de su lanza, desenvainó su cimitarra y lanzó una estocada a la cabeza del orco, pero Morzek agarró la hoja y con un giro de muñeca la partió y clavó la punta en el cuello del guardia. Los siete guardias rasos que quedaban con vida cargaron al unísono, pero antes de que pudieran avanzar el suelo se tornó rojo a sus pies y cayeron de rodillas, escupiendo sangre mientras sus órganos se derretían dentro de sus cuerpos.

-Señor… máteme… se lo…ruego…-gimió uno de ellos, tratando de alcanzar con una mano ensangrentada el brazo del enajenado líder de la patrulla.

-Esto es lo que ocurre cuando unos débiles mortales tratan de oponerse a los designios del Azote.-dijo Morzek desenvainando a Angustia con ceremonia.

El líder de la patrulla, con la mirada fija en el mandoble, trató de alcanzar su espada, pero sus dedos temblorosos no fueron capaces de hallar el mango mientras la hojarruna vampírica devoraba las almas de los guardias caídos. El Señor del Azote avanzó con paso lento hasta situarse a unos pocos metros del cabecilla, que finalmente fue capaz de sacar la cimitarra y con un grito triunfal la clavó en el abdomen del orco. Sin embargo, el grito pasó a ser un alarido de terror y desesperación cuando la pequeña espada se partió en pedazos al impactar contra la pechera de saronita, dejándolo totalmente indefenso. Sin mediar palabra, Morzek agarró a Angustia y atravesó el pecho del guardia, que cayó al suelo retorciéndose de dolor mientras la hoja absorbía su alma.

-No creáis que obtendréis la paz de la muerte. Vuestras almas sufrirán un eterno tormento, como todos los que osan oponerse a mí.-dijo Huesonegro mientras Angustia devoraba las últimas trazas del alma del líder de la patrulla.

Los cuerpos de los guardias estaban en un estado razonablemente bueno, por lo que decidió que les daría un uso más útil que el que tuvieron en vida… como una máquina de matar. El orco envainó a Angustia y con precisión extrajo los huesos de los cadáveres y los apiló junto a unas rocas. Acto seguido, haciendo uso de la magia de sangre separó su piel de la carne y con la misma magia ensambló carne, piel y huesos para crear una masa deforme y nauseabunda a la que poco a poco le fue dando forma, dotándola de extremidades formadas por la unión de los miembros de los cuerpos y utilizando los aparatos digestivo y circulatorio de los cadáveres para crear los del constructo. Pese a que no era el lugar idóneo para crear no-muertos de gran tamaño, se las apañaría. Con cuidado extrajo un frasco lleno de un líquido verdoso de su capa e introdujo su contenido en el interior del aparato circulatorio del constructo. Eso serviría para facilitar la reanimación, y al mismo tiempo le proporcionaría la capacidad de secretar un fluido extremadamente tóxico que mataría a todo ser vivo que inhalase sus vapores o ingiriera el propio líquido. Al terminar usó la magia rúnica para conjurar una runa Taam, que brilló con su característico fulgor morado. Normalmente, para crear un constructo de esta magnitud hacía falta un número elevado de nigromantes, pero esas limitaciones desaparecían si el nigromante o usuario de magia profana en cuestión era lo bastante poderoso.

Morzek alzó a Angustia sobre la mole de carne, y sus tres runas de sangre se encendieron simultáneamente con un fulgor rojo reaccionando a la runa Taam mientras un halo de magia profana envolvía al constructo inerte y le insuflaba vida. La aberración de carne, a veces llamada también bestia de carne, se levantó con pesadez y tambaleante se encaminó al desierto entre gemidos y sonidos guturales, obedeciendo la orden oscura de Huesonegro. Si aquel esbirro del vacío, el superior del k’thir, seguía en Uldum, se encontraría con la bestia de carne, por lo que de momento había terminado allí. Cuando el constructo se adentró en las dunas en dirección a Ramkahen, Morzek abrió un Portón de la Muerte y se adentró en él para aparecer en Acherus. En cuanto el portón se cerró, los guardias se cuadraron para acto seguido arrodillarse.

-Preparad mi dragón de inmediato.-ordenó el orco.-Parto a Rasganorte.

Con esas palabras, el orco se dirigió al transportador central para llegar a la parte superior de la necrópolis y con un destello carmesí desapareció.


PD Off: si alguien no sabe qué es una bestia de carne, es como Panzachancro y Carapútrea, abominaciones mejoradas.

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Shield llegó a la posada, y tras saludar al posadero,se dirigió hacia la habitación que compartía con la alzada.
Ka permanecía tumbada reposando, en un simulacro de sueño,puesto que no lo necesitaba,dada su condición. Entreabrió ligeramante los ojos,cuando el paladín entró. Su gesto parecía relajado,pero una leve crispación en la mano,cercana a la silla,donde reposaban sus armas,advirtió a Shield, de que ella permanecía alerta. Al constatar que se trataba de su compañero,volvió a su serena guardia,no sin antes advertir al paladín, de que debería de dormir. Shield con una sonrisa,se despojó de su armadura,y se tumbó en el lecho cuan largo era.
Faltaban 2 ó 3 horas para que el amanecer,bañase con su luz,aquél árido paisaje. Shield cerró los ojos,aprovechando ese momento,para mirar el perfil de la alzada,era tan hermosa…
Caminaban ambos por las planicies de Argus,su mundo natal. El era un joven draenei,todavía sin la dureza que el discurrir del tiempo,y las duras batallas habían plasmado en su rostro. Ella una joven y risueña draenei,con una diadema de flores blancas,sujetando sus cabellos. No había prisa, la primavera habia llegado hacía poco, y una exhuberante naturaleza,con tonos verde esmeralda, dominaba el paisaje. Su destino estaba cerca,las bravas y límpidas aguas del rio,dotaban al entorno, de un rumor relajante.
Pronto alcanzaron un claro cercano al rio,allí, y aprovechando la presencia del sol,que todavía no calentaba en exceso,iban a disfrutar de un día de asueto. La educación y formación que ambos draenei recibían,les dejaba muy poco tiempo para disfrutar. Desde que se habían conocido,en las clases de historia que ambos recibían, había fluido en ambos,una sensación de familiaridad,y una empatía, de la que ambos disfrutaban.
Shield se sentia tambien muy atraido por ella,pero cauto,y precavido como siempre, no había querido ir más allá. Por si acaso ella no sentía lo mismo,prefería preservar esa hermosa amistad,antes que pederla por no ser correspondidos sus sentimientos.
Juntos pusieron el mantel sobre el suelo,y acomodaron las viandas,para disfrutar del almuerzo que portaban.
Todavía era temprano para almorzar,con lo que apoyando sus espaldas, en un enorme tronco, Shield le mostró, los últimos dibujos y recreaciones,que había realizado, acerca de la cultura Ramaken. Ka entusiasmada,sugería teorías, y esbozaba líneas sobre el papiro,desarrollando sus propias ideas. Ambos disfrutaban de aquellos momentos,en los que el tiempo parecía no transcurrir. El dibujo de un obelisco, coronado por un piramidón dorado que dibujaba Ka,los tenia entretenidos. Ella dibujaba con pasión, y el no podia dejar de mirar,como los rayos de sol,filtrados entre la copa del árbol, hacian brillar con tonalidades doradas, el rostro de Ka,afanada en su tarea.
Cuando acabó el dibujo,levantó la cabeza de manera repentina,pillando a un absorto Shield,que la contemplaba con arrobo.
-¿Qué te parece? preguntó ella…
-Maravilloso como siempre,Ka,eres una artista increible,ojalá tuviese yo ti facilidad para visualizar las cosas como tú haces. Las miradas se mantuvieron arrapadas por unos instantes,Shield nervioso,y un tanto azorado,carraspeó y le dijo…
-¿Te apetece un baño?
-No he traído nada apropiado, contestó ella…
-Bueno…llevamos ropa interior,asi que…además, prometo no mirar.
-Ella se azoró un poco, y con una risa cristalina, se levantó rápidamente diciendo…
-El último que llegue paga la cena,y con una carcajada salió a la carrera.
Shield sonrió, mientras dejaba que ella fuese la primera en llegar,y meterse al agua. Dió la espalda a Ka,para proporcionarle intimidad.
Ella se volvió al no oirlo al lado,y vio como el paladín contemplaba absorto la copa del árbol. Una dulce sonrisa,apareció en su cara,siempre tan tímido y discreti pensó. Luego esa dulce sonrisa, se transformó en otra pícara, y con desparpajo se desvistió totalmente. Sintió la frecura del agua,y la piel se le erizó. Camino hasta que el agua le llegaba a la altura de los hombros,y lo llamó.
Paladín, ven,has perdido,y aunque lo hayas hecho a posta,no te libras de pagar la cena…
Shield con una sonrisa, se acercó hasta la orilla,viendo como ella jugueteaba,con parsimonia se despojó de la ropa,mientras ella entre atrevida y turbada,contemplaba como el paladin,quedaba solo con sus calzones.
-Anda quitatelos,dijo ella. Mojados son un rollo,y prometo no mirar. Dicho lo cual,se dió la vuelta alejándose a nado. El paladín, un tanto azorado,se despojó de la última prenda con velocidad, y se lanzó al agua todavía turbado. Había observado como en la espalda de Ka,no se veia ningún tipo de tela…
Se sumergió en el agua,para enfriar sus ideas,y buceó un par de minutos. Cuando salió a coger oxígeno, sintió un toque en su espalda,se giró y allí estaba ella,con el agua por la cintura,mostrando sus atributos, sin ningún reparo. El paladín abrió la boca asombrado…
-Cierra la boca,dijo ella con una cristalina risa,cualquiera diría que no has visto nunca una draenei asi…
-Yo…el azorado paladín,permanecía con cara de pasmo,mientras bajaba la cabeza avergonzado.
-¿En serio paladín? Dijo ella sustituyendo la mirada burlona por otra tierna.
-Ka yo…contesto el paladín…
-Shhhh…contestó ella y alzando la barbilla del paladín con dulzura,aproximó su boca a la de el…
Paladín, paladin…una sacudida en su hombro,devolvió al paladín a la vigilia…
Ka desde arriba,le sacudía para despertarlo. Despierta paladín,ya ha amanecido, y tenemos otro largo día por delante…
Continuará

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N’zoth miraba desde su trono, en lo más profundo del inframundo, esperando que sus despreciables esbirros, como solía llamarlos él, le trajeran la información que les había ordenado investigar.
El tiempo pasaba y su paciencia que de por sí era escasa, se estaba volviendo nula, y aún mas lo agobiaba el inaceptable pensamiento de que él, el Señor de las profundidades se sintiera levemente preocupado por algo tan mínimo como lo que buscaba confirmar.

Varios de los esbirros de alto rango que se encontraban junto a él en Ny’alotha eran de los pocos que conocían el idioma Shath’yar para poder comunicarse con el, no como el resto de sus insignificantes criaturas, con los cuales su trato era distinto. Para obtener lo que quería o necesitaba saber simplemente invadía sus mentes como una punzada de hielo frío mezclada con una ráfaga de fuego ardiente, sin importar el dolor o terror que esto les causara, al fin y al cabo, él podía hacer lo que quisiese, nadie iba a evitarlo, de eso estaba seguro ya que era el único de sus hermanos que quedaba con vida.

— Se … señor… tal vez debería …

— ¡Silencio! — exclamó — y no te atrevas a volver a abrir esa boca al menos hasta que yo te lo ordene —. Su paciencia había llegado a su fin.

-Pero… señor…

No pudo terminar la frase, apenas un pestañeo hizo que la cabeza de ese insignificante ser estallara en pedazos. ¿Acaso se creía esa rata inmunda que podía darle recomendaciones a él? ¿Justamente a él?

— Y el próximo que haga apenas un gesto seguirá su mismo camino.

Les advirtió al resto de los esbirros que lo acompañaban, que podían comprender perfectamente lo que les decía, y evidentemente lo entendieron, porque instantáneamente quedaron todos petrificados, observando con terror como N’Zoth había matado a uno de sus súbditos de mayor rango en el plano mortal por algo tan insignificante.

— Y recuerden, estoy dentro de sus mentes, no quisiera percibir ningún pensamiento que no me agrade, por mínimo que sea — concluyó, aumentando el pánico de sus seguidores.

Volvió a escrutar en la oscuridad de la entrada a su sala, pero no pudo ver nada, expandió su mente, y tampoco pudo percibir a los esbirros que había encargado del asunto. Intentó eliminar el pensamiento de su mente, pero era imposible, ¿Cómo podía ser que lo tuviera tan preocupado? Detectar la presencia de esos asquerosos insectos a los que los humanos llamaban “héroes” en la cercanía de sus dominios, no significaba que hubieran podido vencerlo a “él”, algo raro debería haber sucedido, y odiaba que eso escapase de sus conocimientos.

Pasaron minutos que para N’Zoth fueron una eternidad, hasta que al fin pudo percibir con su mente que esos ineptos esbirros que lo habían hecho esperar tanto empezaban a acercarse en su dirección. Mientras dejaba que se aproximasen, ya imaginaba las mil formas en que iba a torturarlos por su incompetencia y lentitud para completar la tarea que él les había exigido.

Cuando finalmente sus asquerosos rostros se asomaron por la entrada a la sala del trono, el dios antiguo no pudo evitar percibir cierto terror en la mirada de sus esbirros, del que estaba seguro, no había sido causado por él, al menos no todavía, ¿sería posible que…?

Sin siquiera dejarlos aproximarse a él, penëtró en sus mentes de una forma tan brusca que a los esbirros se les petrificaron aquellos brillantes ojos amarillos, retorciéndose de dolor mientras él examinaba cada uno de los rincones de sus pensamientos, hasta por fin dar con la información que quería.

Por primera vez desde hacía muchos años, N’Zoth dio muestra a un rostro de preocupación, sentía … miedo, y el simple hecho de percibir esa sensación dentro de él le provoco una rabia tan inmensa que lanzó un grito descomunalmente intenso. La sala comenzó a desmoronarse, y sus esbirros, tanto los que se encontraban frente a él, como a los que se había dirigido anteriormente que no se atrevían a moverse, estallaron, cada uno de ellos, en cientos de pedazos, dejando enormes charcos de una asquerosa sangre negruzca y un mar de destrucción dentro de lo que antes era una sala.

Desde la oscuridad de ese lugar completamente destruido, una enorme figura se acerco lentamente, aparentemente preocupado por notar esa reacción en el … algo evidentemente no iba bien.

— ¿Acaso … acaso esas ratas de Azeroth estaban gananando terreno? — preguntó con un tono que buscaba no perturbar en lo más mínimo a N’Zoth.

-No … algo mucho peor …— anunció él demostrando justamente un tono de terror en su voz.Wrathion está con ellos … — prosiguió — Nos ha traicionado, se ha unido a ellos, desde el principió ha estado con ellos, logró engañarme y hacerme creer que estaba a mi merced, logro engañarme. — concluyó denotando miedo y rabia en sus palabras. — Pero es sólo … un insignificante traidor, podemos atraparlo y torturarlo hasta que se arrepienta en lo más profundo de su ser, para luego destrozarlo en pedazos — concluyó. — Aún hay más … no es sólo Wrathion lo que me preocupa, sino que junto a él, cientos de ejercitos formados por miles de soldados están ganando en ambos frentes, tanto en Uldum como en Valle de la flor Eterna, presencias que yo ni siquiera había detectado nunca, las suficientes para hacer estallar mi propio imperio.


Mientras tanto en la prisión …


Nhail, afortunadamente ya no se encontraba bajo el dominio de N’zoth, las recientes informaciones que había recibido lo habían hecho centrarse en otros asuntos mas importantes.

Actiss el embustero apareció en escena con una dorada armadura y en una de sus manos sostenía la cabeza decapitada del alcalde.
Bajó a las celdas con la intención de quemar todo aquello, pero no sin antes ver con sus propios ojos la armadura de aquel elfo que estaba causando tanto alboroto.
Parecía divertirse al ver todas las torturas llevadas a cabo en aquel siniestro lugar.

— ¡ Encontrar a ese bastardo, registrar celda por celda, no debe andar muy lejos ! ordenó a tres de sus hombres

Nhail, tuvo tiempo suficiente para recuperar energías y entrar en un estado de sigilo total, y silenciosamente matar uno a uno, arrastrando los cadáveres a una misma celda.

El pícaro, armado de valor y sin miedo alguno salió de las sombras y se mostró frente al K’thir, entonces, sin pensarlo ni un segundo corrió hacia Actiss esquivando su ataque de un ágil salto, este le lanzó una energía del vacío y Nhail detuvo el hechizo con las dagas, nada mas aterrizar saltó hacia el K’thir nuevamente y ambos forcejearon. Actiss utilizó extraer energía y así debilitar cuanto antes al elfo pero nuevamente este cruzó sus armas y detuvo el potente ataque. Nhail trataba de no retroceder clavando las Myrkur en el piso, es en este momento cuando la criatura utilizó de nuevo sus energías del vacío para atacar pero Nhail lo esquivó con facilidad.

El pícaro, usó paso de las sombras apareciendo tras el logrando rebanarle el brazo derecho, rápidamente retrocedió mientras la criatura agonizaba.

Nhail necesitaba terminar la pelea lo más rápido posible, aunque logró cercenar con cierta facilidad uno de sus brazos, su intención era terminar con el de un solo golpe, teniendo como objetivo no su brazo, sino su cabeza, aunque el esbirro derramaba tanta sangre que terminó cayendo al suelo.

— Pensaba que serías un contrincante mas difícil. No voy a dejarte morir tan rápido, quiero que sientas el dolor que he sentido aqui encerrado cada día, así que voy a cortar cada uno de los dedos de la única mano que posees. con una mirada de odio absoluto continuó hablando — Decías que un mortal no podía matarte ¿Verdad?

— T … tú … ¿ como es posible que lleves una armadura del imperio negro y tú mente no esté corrompida ? Actiss apenas podía hablar, su vida se apagaba

Nhail pateó su rostro.

— ¡Cállate! tienes razón, los mortales somos débiles. Pero queremos vivir, incluso si estamos heridos y torturados. Sentimos el dolor. ¿Por qué no pruebas tu también el dolor?

— N…no …detente …ayúdame …

— ¿Que harías si los mortales te pidiesen lo mismo?.

Nhail cogió la llave que este portaba en el cuello y salió de aquel horroroso lugar.


Continuará …


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El primer disparo había reventado a un gran aqir sin aparente problema, provocando una explosión a su alrededor que se llevó a otros aqir cercanos. La magia que usaba el arco era extraña, parecía ser del vacío, era oscura, pero también emitía unos destellos del blanco más puro, como aquellas criaturas que les habían atacado al final de su aventura. A pesar de todo el poder que desplegaba, el cazador no terminaba de sentirse cómodo con él, pues desconocía su procedencia ¿podría ser perjudicial para él mismo o sus aliados? Esos artilugios tan potentes siempre solían tener alguna pega.

De cualquier forma, el arco estaba resultando ser de lo más letal para el ejército enemigo. No había armadura o coraza que no atravesara y el hecho de tener munición (al parecer) infinita le daba una mayor ventaja. Por fortuna, nunca había explotado cuando disparaba a un enemigo cerca de un aliado ¿Sería quizá sus pensamientos lo que activaban o no esa facultad? Aunque el sindorei no era muy amigo de la magia (cosa extraña en su raza), sí que tenía cierto manejo básico de ella, como cualquier Forestal, con lo cual era una posibilidad bastante fehaciente. Empezó a preguntarse qué otros trucos podría hacer con ese arco, pero sabía que no era el momento. La batalla estaba llegando a su fin y no era momento para distraerse.

Vio a la mole con forma de araña cargar contra el gigantesco ignoto provocando su despiadada ira. Despiadada y además desmedida. El ignoto, ya herido por el ataque del aqir controlado, había usado demasiada energía en el hechizo que usó para destruir a éste. Las fuerzas le abandonaron a ojos vista. Entonces, una voz se alzó entre el clamor de la batalla:

–¡Ahora! Atacad, mientras se recupera – debía ser el comandante o el dirigente de aquel batallón- no ceséis en vuestros hechizos, que gaste todo su poder en defenderse. El resto. TUMBAD A ESA MOLE, POR ULDUM Y POR AZEROTH .

El cazador se encontraba demasiado lejos del ignoto en aquel momento como para poder dispararle, pero aun así, él junto con un pequeño grupo de Errantes se apresuraron a acercarse. Los cada vez más desmoralizados enemigos apenas retrasaron su avance. Vieron como la barrera caía, como la ira de aquella aberración iba en aumento y los enemigos empezaban a dispersarse presas del pánico. Vieron como empezaba a canalizar un hechizo de intensidad cataclísmica.

– ¡Ayudadme a potenciar la flecha!- dijo sin pensar.

Y aunque se lo había dicho más que nada a los Errantes que le seguían, todos a su alrededor parecieron responder: druidas, brujos, magos, paladines, sacerdotes de todas las razas de Azetoth concentraron su magia en el arco, haciendo que éste empezara a brillar a medida que se cargaba. Una última potenciación con una curiosa magia dorada y azul terminó por completar el ritual, multiplicando su potencia, y entonces el cazador disparó hacia la esfera, a la altura del pecho del ignoto.

El devastador poder en conjunto de los “Defensores de Uldum”, fue tan letal que no sólo destruyó la terrorífica esfera de Ig’nosh, si no que abrió tal agujero en su pecho que lo mató al instante. El enorme cuerpo caía sin vida delante de los agotados y asombrados héroes, que no podían creer que aquella batalla estuviera llegando a su fin de una vez por todas. Fueron unos segundos de silencio y entonces, los gritos de victoria se empezaron a oír por todo Orsis, mientras el resto del ejército enemigo se batía en retirada hasta que fueron atronadores.

Horas después, en el campamento Errante

Aunque no estaba herido, el cazador decidió quedarse un rato en el campamento para ayudar a lo que fuera. No era sanador ni mucho menos pero siempre podía echar una mano de cualquier otra forma. Las bajas eran considerables, incluso una lo era, pero teniendo en cuenta la envergadura de la batalla, habían perdido poco.

Acariciaba la enorme cabeza de su compañero animal cuando oyó que unos pasos se acercaban tras él.

– Un arco muy curioso el tuyo- Halduron detuvo sus pasos a unos metros de él- Supongo que es otra historia larga de contar.

– Y complicada- añadió el Hae.

El General Forestal que ya se esperaba una respuesta así, hizo una sonrisa torcida.

– Supongo que no hace falta que te advierta que todo gran poder, exige su responsabilidad… y no es que seas muy bueno con esto.

– Tranquilo padre, ya soy mayorcito- ironizó.

Halduron puso un gesto serio y suspiró.

– No te tomes esto a la ligera, Errante. La advertencia es real, esa cosa tiene algo siniestro.

El cazador cambió su semblante. Entendía la preocupación de su General, hasta él mismo sentía esa aura que salía del arco, pero había desarrollado una gran habilidad para aparentar que todo iba siempre bien.

– General, comprendo su preocupación, y tomo las medidas pertinentes. No se preocupe, nadie saldrá herido… al menos nadie que sea aliado.

El elfo rubio se quedó un instante mirándolo, como si juzgara la seriedad de sus palabras, y al final asintió.

– Corren tiempos inciertos Starfire, toda precaución es poca.

Se despidió con un ademán de la cabeza y volvió a perderse en el campamento improvisado.

– Creo que debería hacer una visita a ese ren’dorei loco- murmuró el elfo- ¿No crees, mi peludo amigo?

Casi afirmando con la cabeza, Blackie contestó con un quedo maullido.

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Ka había estado repasando un cuaderno de notas durante horas. Shield había ido a la cámara del corazón. Si bien el paladín creyó que descansaba cuando se fue,y tal era su intención,ya que los caballeros de la muerte podían caer en un letargo que simulaba el sueño, tal y como había hecho en su día Arthas mientras la plaga construía la ciudadela a su alrededor…Su inquieta mente le daba vueltas a algo.
Estaba oxidada,cuánto hacía de aquello,¿diez años? más o menos. El tiempo en corona de hielo había pasado como una eternidad enterrada en el frío olvido.
Cuando se mudó a su hogar,a aquella tumba bajo la ciudadela del rey exánime descubrió como Arthas había eludido los ejércitos que intentaban frenar su avance hacía Nerzhul.
Túneles nerubianos.
Había oído las historias de la guerra de la araña,aqir que luchaban contra la plaga,y aqir que habían terminado sirviendo al rey exánime en la muerte.Como Anub´arak.
Una de las primeras veces que se adentró en los túneles vio a un ignoto torturando a uno de los aqir que luchaban contra Arthas.
Creía que todo había terminado con la muerte del Rey Exánime pero bajo el suelo de Azeroth los nerubianos seguían en guerra,o en guerrillas.
No es que le tuviese aprecio a los aqir,pero mucho menos a los ignotos. Matarlos en Ulduar,poco antes de su propia muerte le había llevado al límite de la pérdida de cordura.
Hablar con su otro yo como una loca era un remanente de esa batalla.Yogg Saron había controlado su mente,obligándola a luchar contra sus compañeros de armas. Fue la guardiana Freya quien le ayudó a recuperar la lucidez,pero de esa batalla le habían quedado secuelas en la vida y en la muerte.
Quizás hasta su “suicidio” fuese parte de esas secuelas.Nunca sabría si había sido el desamor,la rabia o su mente que no funcionaba “correctamente”

Evaluó la situación.Primero el ignoto y luego el aqir.Llamó a Eyechomp y lo hizo saltar con rapidez hacia el esbirro de los dioses antiguos.El necrófago saltó a la cara del ignoto que sacudió sus largos brazos para quitarse aquella cosa de encima.
Cuando lanzó a Eyechomp lejos,el ignoto solo tuvo un segundo para ver como la muerte se abalanzaba sobre él.
Unas cadenas de hielo le impidieron atacar con magia a aquella que en su día sirvió a Arthas,y dos hojarrunas heladas segaron su vida con rapidez.

Eyechomp de otro salto y gruñendo estaba a su lado de vuelta.Usó otra runa mientras se acercaba al enorme insecto.
Estaba débil,no le gustaba matar a un enemigo en desventaja pero un enemigo era un enemigo.Ka levantó sus armas para ponerle fin a su existencia.

-Detente por favor!!-dijo el insecto con voz femenina alzando una pata para protegerse.
-Porqué habría de perdonarte la vida?-preguntó la caballero de la muerte deteniendo sus armas en el aire por un instante.
-Porque lucho contra lo mismo que tú,la plaga,los esbirros de Yogg Saron…destruyeron Azjol Nerub,mi hogar,mataron a mi familia,a casi toda mi raza,y ese malnacido de Arthas los esclavizó en la muerte.
Ka bajó las armas.
-Pensé que estabais extintos-dijo pensativa.
-Quedamos muy pocos,escondidos.Estaba defendiendo mi nidada.Mi nombre es Nahun’sarhin-dijo mientras se incorporaba con dificultad.
-Eres una hembra-dijo Ka aseverando lo que ya sabía.
-Mi raza es longeva y paciente-dijo la aqir-poco a poco volveremos a tener un ejército,recuperaremos nuestro hogar.
-Entiendo…hogar…-dijo Ka pensando en su anterior vida.
Entablaron una conversación acerca de la guerra,de la caída de Arthas y de Yogg Saron. Nahun’sarhin le relató la guerra de la araña de primera mano y la llevó a su túnel.
Aunque no eran hermosos,allí estaban,decenas de huevos.La vida continuaba para el resto de Azeroth,incluso los que habían sufrido intentaban levantarse de sus heridas y continuar.
Pero no ella.
Incrustada en la roca una gran estela llamó la atención de la caballero de la muerte que se acercó con curiosidad.
Nahun’sarhin se puso a su espalda.
-Es idioma de los dioses antiguos,habla sobre Nyalotha,la ciudad durmiente.
-Existe?-preguntó Ka preocupada.
-Por desgracia si-dijo la aqir.
Un símbolo destacaba sobre el resto,más grande,tallado con mayor profundidad.
-Qué pone aquí?-preguntó la caballero de la muerte pasando los dedos enfundados en su guantelete de placas por la inscripción.
-El nombre de un terrible dios antiguo.
-Yogg Saron?
-N´zoth. Esta estela habla sobre que volverá a alzarse sobre este mundo para doblegarlo a su voluntad.
Sin mucho más que hacer, los siguientes meses Ka trabó amistad con Nahun’sarhin. La visitaba a menudo y la aqir le enseñaba los túneles y el idioma de los dioses antiguos.
Ka iba tomando notas.Aprendió a leer aquellos jeroglíficos,a moverse por los túneles bajo Rasganorte. Entró en los antiguos reinos nerubianos…conoció a otros aqir que luchaban por una causa justa.
Un día,meses después de su primer encuentro cuando Kasiopea llegó a la pequeña cámara donde Nahun’sarhin moraba la encontró vacía.Los huevos habían eclosionado.Había restos de una batalla,varios pequeños de su nidada yacían muertos junto a los cadáveres de dos necrófagos.
Supuso que la qiraj había huido con su prole a un sitio más seguro. Y aunque la buscó por los túneles no la encontró.
Nahun’sarhin le había dicho que su raza aun conservaba un pequeño bastión,donde poco a poco se irían reuniendo.Nunca le dio su ubicación y Kasiopea no se la pidió.Solo esperaba que estuviese bien.

Ahora en Uldum tirada en la cama,echaba un vistazo a sus notas mientras rememoraba aquel tiempo en el que trabó amistad con una nerubiana.
Sorprendentemente no había olvidado apenas a interpretar aquellos símbolos.
Guardó el cuaderno en la mochila y se sumió en un pequeño letargo.Le vendría bien para recuperarse de la batalla,aunque un pensamiento persistente le martilleaba la mente.
Cuando se habían dirigido a Orsis había visto una especie de altar flotante con dos obeliscos que habían llamado su atención,quería examinarlos de cerca.
Shield había vuelto,dejó descansar al paladín,aquello podía esperar una noche.

En cuanto amaneció decidió despertar al forjado. Shield parecía estar en un profundo sueño y tuvo que zarandearlo para despertarlo.
Por algún motivo que no alcanzó a comprender parecía desorientado y un poco febril.Se tapó con rapidez con la sábana poniéndose de lado.
Ka se encogió de hombros y le dijo:
-Venga espabila,te invito a desayunar,hay algo que quiero investigar.
-Ahora te alcanzo princesa-dijo Shield.
Ka se dirigió a la taberna y pidió un desayuno completo para el paladín y un café para si misma.Poco después Shield se unió a ella.
-Que es eso que tienes en mente?-dijo sentándose a su lado.
-Hay un altar cerca de la presa,quiero echarle un vistazo.
-Está bien custodiado-apuntó el paladín.
-Más diversión-dijo ella guiñándole un ojo.
Shield pareció azorarse otra vez.Ella soltó una carcajada por respuesta.
-Vamos paladín,no tenemos todo el día-dijo levántandose.
Shield terminó de engullir su desayuno con rapidez para salir tras ella.
Invocaron sus monturas y media hora después llegaron al altar.Un par de k´thir y un par de ignotos menores no fueron problema para ambos.
Ka subió los escalones que la separaban de los obeliscos.
Se concentró en los jeroglíficos.
-Blablabla…la gloria de Nzoth…-dijo con tono aburrido mientras leía el de la derecha.
Sin embargo al empezar a leer el de la izquierda soltó un grito ahogado.
-Que dice?-preguntó Shield poniéndose a su derecha.
-Ven mortal,entra en Nyalotha,la ciudad durmiente,únete a N´zoth en su gloria.
-No es más que otro salmo a N´zoth-dijo el paladín.
-No lo es…es la entrada.La entrada al reino de N´zoth.Es un portal a Nyalotha. Debemos avisar al Rey Phaoris.Hay que cerrarlo…o…
-O?-preguntó Shield.
-O entrar ahí y acabar con N´zoth de una vez por todas.
-Es imposible algo así-contestó Shield.
-No si Magni tiene razón y podemos redirigir la energía de las forjas titánicas y el corazón de Azeroth para terminar con él.
-¿Y si no tiene razón?
-Entonces paladín,estaremos perdidos.
Invocaron sus monturas de nuevo y mientras volvían a Ramkahem,Shield le hizo una pregunta elevando el tono desde su montura.
-Como es que sabes leer el idioma de los Dioses Antiguos?
-Es una historia muy larga-dijo Ka gritando para cortar el viento-quizás un día te la cuente amor.
Shield al escuchar ese apelativo volvió a enrojecer.Ella le guiñó un ojo y soltó una carcajada.

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Belter salió al pasillo desde su habitación con paso calmado y evidente desden. Su pose altiva se endureció al ver salir a la gnoma, de su destrozada habitación, rodeada de sus guardaespaldas.

Los brillantes ojos de la elfa, repasarón a la gnoma antes de dibujar una sedosa sonrisa y cabilar con placer la situación. Dejando que la autentica belter lo observara todo con nitidez, disfrutando el momento. Ignoro a las goblinesas y se centro en la gnoma moviendo lentamente su cabeza, observandola, espero el momento justo para moverse sutilmente y llamar su atención. Y funciono, la gnoma no tardó en centrar sus ojillos verdes en ella.

– Hola pequeña. – La elfa habló de forma muy sedosa sin rehuir la mirada de la gnoma. – Que ha ocurrido??

– Bueno… la habitación… Nada grave.

La gnoma se acercó a la elfa y Belt no tardó en abrir la puerta de la habitación para invitarla a entrar.

Morda, observó a Belter con una ceja levantada, su pose era diferente, su mirada, esa pose de labios. Por un momento se sintio rara pero la siguió por inercia, cuando se percató que aun estaba desnuda.

– Cuentame pequeña, que ha ocurrido?.

La elfa sono melodica divertida, la gnoma noto como los ojos de la elfa la estudiaban y por un momento sintio extraña a la adorable y timida Belter. Diferente, sedosa y directa. Con cierta lentitud medida, la elfa le tendió su capa lengendaria.

– Ten, a mi no me sirve…

La gnoma no quería tocar aquel objeto pero tampoco rechazar su gestó. Asi que con cierto desden lo tomo y lo volvió a dejar sobre una comoda, mientras se dirigió con prisa hacia el armario de la elfa y comenzó a urgar entre sus ropas.

– Tienes ron o piruletas Belt? Me hace falta algo potente… hace calor aqui -- Dijo sin dejar de mirar en el armario de la elfa.

Belter por un momento frunció el ceño y con celeridad se dirigió a la puerta y pidió a una goblinesa que trajeran una botella y un par de copas con hielo. Para regresar rapidamente.

El gesto apresurado fue rapidamente observado por la gnoma a pesar de estar de espaldas, la elfota se comportaba rara, su belter era calmada y de reacciones lentas y descontroladas. La gnoma comenzó a cabilar mientras sacaba perchas de tunicas del armario y las volvía a colocar tras ojearlas.

– No me has respondido, que ha ocurrido?

– Bueno, estoy preocupada por ti, lo lento que avanzamos para recuperar tus recuerdos… he apurado un poco mas de la cuenta el libro mágico… parece que la habitación no aguanto… Estos libros son peligrosos. Pero tengo nuevas pistas.

– Asi que la habitación no aguanto… Parece que tu ropa tampoco… Yo estoy bien, puedes mirarme.

El timbre de voz de la elfa era muy medido. Morda se sintió observada y al mirar de nuevo a Belter la vio repasandola con la mirada.

– Dejaría que todos disfrutaran de esto… --La gnoma se dio una cachetada en la cadera.– Pero una amiga me dijo una vez que llamar la atención en exceso era contraproducente.

– Ah si?

Un toque en la puerta las interrumpió. La goblinesa había llegado con la botella y las copas. Belter frunció el ceño y con celeridad fue a recoger el pedido y a echarla lo mas rapido posible. La goblinesa miró a la gnoma, la habitación y finalmente acepto irse.

Con gesto decidido, Belter cogio una copa con hielo y le sirve a Morda, sin perderla de vista.

– No te preocupes por tu ropa. Toma bebe, esta vez beberé yo tambien.

La gnoma se acerco a ella con una tunica en la mano mas grande que ella misma y tomó la copa sentandose en la cama.

Belter, con la botella aun en la mano, tomo un gran trago de ella de forma directa.

La gnoma miró con calma a su querida compañera de peripecias, mientras hacía girar el contenido de su copa, los hielos tintineaban en su interior. Con calma y ya conciente de que no era su Belter, levantó lentamente la copa y observo los ojos de la elfa a traves del cristal de la copa antes de darle un trago.

– Esta bueno elfota?

La gnoma palmeo la cama invitando a Belter a sentarse.

– No esta mal, podria… acostumbrarme. – (la elfa susurra algo casi imperceptible y luego continua hablando) – Podrias volver a hacerlo con esta habitacion? o tienes que reunir fuerzas?

Belter se acerco a la cama pero no se sento, se quedo justo en frente de la gnoma como reacia a aceptar lo que la gnoma le tiende. Da otro trago a la botella y la dejo a la mitad.

Morda comienza a mover las patitas en el borde de la misma observando a la elfa sin sacarse la copa de la boca durante un ratito. Es atractiva y sugerente, su gestos le resultan familiares y a la vez diferentes. Enfudada en ese cuerpo le comenzó a fascinar sin perder la perspectiva de que Belter estaba ahi.

Finalmente deja de jugar con la copa y demorar la respuesta.

– Fue el libro… quizas una sobre carga de fuerza electrica para sobrecargarlo… o quizás algo hice mal.

Se tomo un momento de teatralidad ante la directa mirada de aquella elfa.

– ¿Como una gnoma desvalida como yo hacer explotar una habitacion? (Risilla)

Belter le sonrie con ternura y suspira. Se sienta junto a la gnoma y le retira dulcemente el pelo de la mejilla y se lo pone tras su oreja. Se le acerca al oido y le susurra en lengua oscura.

– Porque la oscuridad devora todo…

La voz sono tremendamente sensual y peligrosa. La gnoma con tranquilidad y hasta cierto punto curiosa por la actitud de esta presencia, miro lo que quedaba de ron de la botella, la cogio tranquila notando que la elfa esperaba impaciente su reacción y juguo un poco con los tiempos, estudiandola. Y se hecho el resto de la botella en su copa sin perder la tranquilidad.

– ¿Que quieres y por que has elegido a belter? hay objetivos mas podersos en azeroth que poseer… que mi estimada elfota.

La gnoma repaso de nuevo a la elfa y poso su mirada en los ojos brillantes de esta.

Belter sonrie, esta vez con satisfaccion al saber que ha sido reconocida, mira haciendo calculos, espera unos segundo estudiando a la gnoma.

–No me temes, pero tu temes a pocas cosas, te conozco bien-- dijo con astucia

Se acerco repentinamente a la cara de la gnoma y se detuvo a muy escasa distancia, observandola intensamente, casi tocandose, casi sintiendose. Tras unos segundos, de sus sedosos labios pronunciaron en lengua oscura:

– La he elegido a ella porque asi llego a ti…

La elfa juego con la distancia, mientras la gnoma disfruta de la proximidad de sus labios. La tension era palpable. Finalmente esgrime una sonrisa y trata de reconducirla.

– ¿Tu tambien quieres asesinarme? – El tono de Morda era divertido.

La elfa por sorpresa, besa a la gnoma, un roze rapido y suave. Se aleja un poco y saca pecho lebantando el mentón. La mira, sonriendo y dice:

– No!!, despidete de Belter!!

En ese momento y por sorpresa, saca la daga que Belter porta, con la clara intencion de clavarselo en la pierna. La gnoma, al ver el brillo de la hoja, salta encima y adelanta su mano probocando de forma inencionada que la hoja se clave sobre su mano. La empuja con fuerza hasta la empuñadura hasta que sus deditos se cierran con fuerza en la mano de Belt.

Sin cambiar su rostro sereno y con la elfa mirando con una visible cara de emoción dibujada en su rostro mientras forcejea. la gnoma empuja e inmoviliza a la elfa contra la cama y mueve la daga hasta la cara de belter, dejando que algunas gotas de sangre salpiquen sus rasgos.

En ese momento, por un instante, la elfa deja de forcejear y la gnoma le da un profundo beso en los labios y la contempla complacida por un instante, sin quitar sus ojillos de sus labios.

– Si me vas a besar, hazlo bien…

La mirada de la gnoma bailo por la inmovilizada elfa. Mientras le dijo en lengua oscura:

– Tu huesped no es tan fuerte como piensas… Si la dañas, tendrás un serio problema conmigo. Habla claro ¿Que quieres de mi?

El silencio de la elfa que se dejaba observar, empezo a impacientarla.

– ¿Poder? ¿Ayuda? Creo que eres debil… por eso te ocultas tras ella. Me temes…

En ese momento, Belter rie desinhibida, le lanza una mirada retadora.

– Puedes hacerlo mucho mejor… – su voz era seductora, algo que electrizaba a la gnoma.

Empiezo a hablar en un idioma oscuro tambien ella.

– Te obedezco, me necesitas… -

La elfa la miraba con picardia mientras sonreía, con fuerza intenta girar la daga hacia la cara de Belter.

– No tengo porque dañarla, tan solo martirizarla ante tus ojos.

La punta de la daga se acerca a lentamente a la cara de la elfa, ante la nerviosa mirada de la gnoma. Por un momento se debatio entre su Belter y esa Belter desafiante y atractiva que tenia en frente.

Confusa por la actitud de su oponente, lucho por mantener la daga lejos de la cara de la elfa sin dejar de preguntarse que pretendía.

– ¿Quien eres?

La gnoma siguio forcejeando con la elfa, hasta que un destello rojizo comenzó a aflorar en sus iris…

Con fuerza, la gnoma solto la otra mano de la elfa y la agarró el rostro por el menton y la arrastro para si, para ver plenamente los ojillos de la elfa mientras un remolino rojo, comenzaba a crecer en el interior de su alma.

– ¿Quien eres?

La elfa dejo caer la mano en la cama, permitiiendo que la gnoma mirara dentro, pero solo lo que ella quiso, pequeños trazos de una vida, de un mundo diferente, de oscuridad, de alguien que habia viajado mucho para encontrar a Belter, para hallarla a ella, de un poder inconmensurable que no le era ajeno a mordacae y despues vio a belter, encandena en su propia mente.

Fue rapido, pero eso hizo un pequueño estrago en la gnoma, que tenia la miradaba perdida en los luminosos ojos de la elfa, aprovecho un pequeño momento de baja guardia, la elfa le cogio el pelo y tiro de el, le dijo sugerente.

– No vas a hacerme daño porque no quieres dañar Belter.

La empujo con una penitencia al otro lado de la habitacion, el ruido seguramente alarmaria a las guardias, la elfa volvio a coger la daga y se la acerco a la cara, la clavo lentamente en el bello rostro de Belter.

– Puedo desfigurarla… para ti sera la misma con una cicatriz, pero y ella? -Dijo con maldad.

La gnoma comenzó a levitar y a succionar toda la luz de la habitación hasta sumirla en la mas completa oscuridad.

Con un golpe secó, entre tinieblas, algo agarro a belter por el cuello y la empotro contra la pared en la mayor de las oscuridades. El cuerpo de la elfa notó como la axfisiante negrura de la habitación parecía contenerla e inmovilizarla. Hasta que dos puntos rojos se vieron delante de ella, inmoviles.

La elfa notó como un suave dedo le tocaba la frente y bajaba suavemente hasta su ceja. Los ojos rojos, parecian palpitar ante ella, cuando un susurro en lengua oscura emergio desde todas partes.

– Te siento…

En la voragine de oscuridad la elfa sonreia, feliz, aunque inmovilizada por el poder desatado por la gnoma, la elfa susurro algo a morda, un ultimo mensaje antes de esconderse y desaparecer. Palabras con la suave voz de Belter que la gnoma grabo en su interior.

“Te hecho de menos”

El cuerpo de Belter se quedo flojo, aun paralizada en la oscuridad, como sin fuerzas Belter volvio en si misma. Desconcertada y medio afixiada llamo a la gnoma con premura.

–No puedo… respirar… Morda… –musitó con trabajo.

Fueron pocos segundos hasta que la gnoma reconociio el verdadero ser de la elfa. La oscuridad menguo, la luz volvio a invadir timidamente la habitacion por la ventana.

Mordacae tomo a Belter en sus brazos y descendieron lentamente hasta el suelo mientras la gnoma volvia a la normalidad. La elfa se aparto, algo que no paso desapercibido para Morda aunque le dio espacio, ella tosia, sus pulmones volvian a llenarse de aire.

El cuerpo de Belter era un desorden de sensaciones: tristeza, conmocion, pasion, afecto, ternura, amor, desconcierto, piedad…confusion.

La gnoma decidio acortar las disntacias, se quedo parada en frente de ella, obsevandola mientras la elfa recobraba el aliento. Belt levanto la cabeza y sus miradas se encontraron, se quedaron observandose, en silencio, la una a la otra durante un tiempo que parecieron horas, aunque solo fueran unos minutos.

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Hême se encontraba en el Salón Juego de Manos, dándole vueltas a su copa de vino, sin beber mientras pensaba en la situación. Su esposa estaba al borde de la muerte, ni siquiera sabía si en ese momento seguía con vida. Además, tenía sentimientos encontrados acerca de ir a luchar contra Huesonegro. Por un lado, deseaba encontrarse con él y despellejarlo por lo que le había hecho a su familia, pero en el fondo sabía que no podía vencerlo. Era demasiado poderoso para manejarlo. Ni siquiera en grupo podrían acabar con él. Durante un instante valoró la posibilidad de contactar al único hermano que le quedaba, pues quizá podría ayudar a que el orco cayera de una vez por todas, pero lo descartó. No quería involucrar a nadie más en todo este asunto.

-Toma, quédate con el cambio.-le dijo a uno de los camareros dándole dos monedas de oro, como pago por la copa de vino que no había tocado.

-Pero señor, no se ha bebido el vino…-dijo el camarero, que era un alto elfo.

El cazador de demonios golpeó la copa, que cayó al suelo haciéndose añicos con estrépito desparramando la bebida por el suelo de la taberna.

-No importa. De todos modos no iba a beberlo.-dijo Hême, saliendo del lugar.

El sol brillaba sobre la ciudad de los magos. Todo a su alrededor seguía su ritmo habitual: los comerciantes vendían sus productos, los guardias hacían sus rondas, los alquimistas preparaban sus pociones… Sin embargo, no era así para el Illidari. Una parte él había muerto cuando Shivadel perdió el conocimiento en sus brazos, quizá para no despertar nunca más, sumida en un sueño eterno del que ni siquiera los mejores sanadores podían despertarla. Se dirigió a la casa de la pareja, recorriendo las calles con la mirada perdida.

-¿Dónde has estado? ¿Estás listo para partir?-preguntó aquel enano no-muerto, que según les había dicho era el hermano del enano paladín que había ayudado a Argent y Menel a luchar contra aquel brujo de Villadorada.

-Sí. Pero partiré solo.-dijo el elfo, ante la incrédula mirada del enano.

-¿Cómo que partirás solo? No puedes hacer eso, ten…-empezó el no-muerto.

Hême lo interrumpió entregándole un cristal esmeralda que brillaba con un fulgor tenue pero perfectamente visible.

-Forjé esta piedra en el Martillo Vil hace tiempo, por si algún día la necesitaba. Y ese día al fin ha llegado.-dijo con un tono de voz a la vez triste y decidido.- Está ligada a mi alma. Los cazadores de demonios podemos reencarnar en otro cuerpo siempre que nuestra alma permanezca intacta, pero si el alma es destruida… entonces estamos acabados. Si la piedra se apaga, entonces habré muerto. En cuanto eso pase, debéis destruirla.

El enano lo miró largamente y finalmente asintió y guardó la piedra.

-Si eso llega a ocurrir, por favor contacta a mi hermano. Menel y Argent lo conocen… y hace tiempo su hija recibió un manáfago domesticado como regalo que puede volver a él en cualquier momento. Os puede llevar. Es un brujo de notable talento, y seguramente podrá hacer algo por Shivadel.-continuó Hême.- Y por último… háblale de mí a mi hija si no vuelvo.

Sin esperar la respuesta del enano, el elfo de sangre desplegó sus alas y se alejó volando hasta el Santuario Brisaveloz. Allí solicitó un portal a Rasganorte, y cuando este se abrió con un sonido zumbante mostrando las heladas tierras, tomó aire y se adentró en él, rumbo a su destino.

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Esto, esto es increíble, jamás en toda mi vida me había encontrado ante algo así; no, no es de este mundo, es imposible que sea de nuestro mundo, era fácil de intuir con solo ver sus vastos ángulos y superficies pétreas, es la única manera de describir semejante mundo, porque no encuentro las palabras para hablar de su forma; pero todo eso no es lo peor del asunto, lo peor es que conforme voy adentrándome me da la impresión de que este no es su tamaño real, posiblemente esta solo sea la punta de toda una ciudadela construida para albergar a un … no eso no es posible, todas fueron destruidas por los Titanes, mejor no entrar en ridículas especulaciones y concentrarse en los hechos, como diría un buen amigo mío.

Tal vez él podría dar alguna luz al asunto, especialmente con esos jeroglíficos e imágenes horribles gravados en sus paredes.
Al parecer hay una puerta en el medio de esta construcción pero no tiene ningún tipo de cerradura lo cual mis habilidades son totalmente inútiles y la llave de Actiss es inservible … aunque … creo que puedo hacerla ceder, seguramente debe estar sellada por algún hechizo y se necesitara de más poder para abrir… intenté recordar las enseñanzas de El Alto Examinador Tae’thelan Mirasangre y aquel libro que encontré y que afortunadamente pude leerlo y aprender algunas cosas básicas, además de haber aprendido Shath’Yar gracias a mi armadura y todas las batallas, susurros y visiones en estos últimos 6 años.

Luz misericordiosa, este olor, el que se percibe por toda este maldito lugar, es simplemente nauseabundo, tuve que ponerme el yelmo en cuanto conseguí abrir la puerta.

No se puede distinguir nada, todo está completamente oscuro, hay un inmenso vacío ahí … ese chirrido tan familiar… son, son esas aberraciones que sirven a los dioses antiguos, los sin rostro, todo un ejercito de ellos.

Me es imposible seguir corriendo, ya no puedo continuar, mis piernas no responden por el cansancio, llevo corriendo durante horas sin llegar a ningún lado; ¿A dónde?, ¿a dónde podía huir?, terminaré siendo capturado y ejecutado como no encuentre un lugar seguro pronto, jamás imaginé que aquella maldita prisión estuviese dentro de Ny’Alotha, necesito encontrar a alguien, las coordenadas del portal se las dí a Halduron hace semanas.

Tengo esperanzas de que encontraré a los míos, después de seis duros años he llegado a mi destino y este lugar es una autentica locura, jamás imaginé que esto sería así, es como otra dimensión paralela a nuestro mundo real, me niego a morir a manos de esos bastardos del Vacío, escribo estas líneas para que si alguna vez alguien llega a este lugar, espero que con un ejército para acabar con los horrores que la pueblan, lea esto y sepa cuál fue mi …
— ¡¡¡ Anar’alah belore ahí vienen !!!

Nhail dio un saltó ágil y consiguió engancharse en una de las columnas mientras un ejercito de sin rostros patrullaban el lugar


‘‘Ya estás muerto … tu voluntad flaqueará’’

Nhail escuchó unos susurros muy intensos provenientes de la armadura, C’thun penëtraba en su mente …


Continuará


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Las botas de saronita de Huesonegro hollaban la fría nieve mientras el orco atravesaba las tierras de Rasganorte en dirección a Corona de Hielo. Los cadáveres de un grupo de desdichados aventureros que habían encontrado su fin mucho tiempo atrás descansaban bajo el gélido abrazo del hielo. Sin embargo, su plácido sueño llegó a su fin cuando la presencia de Angustia los hizo salir de su fría tumba como guerreros esqueletos sin voluntad alguna. La oscura fortaleza, seno de la Plaga, corazón del Azote, comenzaba a divisarse en el horizonte a través de las cumbres de las montañas. Aún desde esa distancia, el caballero de la muerte podía sentir el poder del Trono de Hielo. Podía sentir cómo lo llamaba… cómo lo invitaba a acercarse.

-Alzaos, siervos de la muerte. Obedeced mi oscura orden.-bramó Morzek.

Varias decenas de necrófagos se levantaron perezosos, abandonando los lugares en los que hasta el momento descansaban sus cadáveres.

-Nadie obedecerá tus órdenes cuando acabe contigo.-dijo una voz grave.

Al instante una sombra alada cayó en picado, desatando una explosión de energía vil al tocar el suelo que calcinó a todos los necrófagos y derritió la nieve en un radio de tres metros alrededor de la figura sombría. Cuando se disipó la niebla causada por la explosión, la figura de un elfo de sangre con cuernos retorcidos y las alas desplegadas lo fulminó con la mirada.

-Limether Sangresol. No tenía planeado matarte, pero ya que te has tomado la molestia de venir a buscarme te daré la satisfacción.-dijo el orco.

Una sonrisa irónica bailó en los lacerados labios del cazador de demonios.

-Ten por seguro que pagarás por todos tus crímenes.-escupió Hême.

El orco clavó a Angustia en el suelo con un fuerte embate y al instante una inclemente tormenta de hielo y nieve se extendió desde la hoja, cubriendo toda la zona con niebla helada y desatando un inclemente viento gélido. Sin embargo, el cazador de demonios no se quedó atrás. Con un ágil salto se transformó en demonio y cayó sobre el caballero de la muerte, con sus gujas en ristre, buscando el cuello del orco. Morzek recuperó a Angustia atrayéndola con energía oscura y la alzó sobre la cabeza para parar el ataque del elfo. Las gujas de guerra chocaron contra la hoja del mandoble con un terrible chirrido.

-Este lugar será tu tumba, Sangresol. Como la de tantos otros.-gritó el orco.

Huesonegro liberó un impulso de energía profana a través del mandoble, lo que arrojó al cazador de demonios contra uno de los montículos de nieve. Sin darle tiempo a reaccionar, unas cadenas negras apresaron al Illidari. Con un gesto, cinco estacas de sangre aparecieron tras el orco y se lanzaron hacia el elfo, que dejó escapar un gruñido de dolor cuando se clavaron en sus brazos.

-¿Crees que esto es suficiente para desarmarme?-susurró Hême.

El cazador de demonios se zafó de las cadenas y cargó contra Huesonegro, para al instante separarse unos metros y tomando impulso con las alas liberar un haz ocular de pura energía vil que impactó de lleno contra el enorme orco. Morzek perdió el equilibrio y cayó al suelo por un instante mientras su armadura humeaba. Con un ágil movimiento se levantó y de una patada rechazó al elfo de sangre, que clavó los talones en la nieve para tratar de evitar el retroceso. Sin embargo, el orco volvió a la carga sin perder un segundo y con un embate de Angustia cortó el aire donde instantes antes estaba Hême. El elfo, aprovechando la ventaja que le daba su agilidad, se colocó a la espalda de Huesonegro y descargó un golpe con ambas gujas sobre el peto del orco.

-Abandona toda esperanza. Ni esa patética hechicera ni tú viviréis para ver el renacer del Azote.-bramó Morzek mientras el cazador de demonios caía al suelo debido al impulso provocado por el fútil ataque que había lanzado.

-No te atrevas a nombrarla, monstruo.-gritó Hême lanzando una guja que fue rechazada por un golpe del orco y fue a clavarse lejos en la nieve.

El cazador de demonios cargó contra Huesonegro cegado por la furia, pero Angustia describió un amplísimo arco de sangre sobre la cabeza del orco, iniciando un descenso letal que el elfo trató de esquivar retrocediendo. Sin embargo, no fue lo suficientemente rápido, y la hojarruna vampírica rozó su pecho abriendo una herida que pese a no ser profunda ardía como el infierno mientras trazas de su alma eran devoradas por la insaciable hoja de Angustia. El elfo, exhausto debido a su alma drenada, cayó de rodillas para finalmente dar con su rostro en la fría nieve. Podía oír un sonido distorsionado que al principio le parecieron las carcajadas del orco, pero al escucharlo con más atención descubrió que provenían de la propia hojarruna. No sabía si el sonido era realmente audible o si el único motivo por el que podía escucharlo era la pérdida de su alma. Sin embargo, tampoco le importaba. El mundo comenzaba a oscurecerse y su visión se tornaba borrosa mientras la fría nieve lo recibía con un cruel abrazo. Ya no podía moverse. Estaba completamente agotado.

Levántate, Lim. Debes acabar con él.

Una melodiosa voz lo alentaba a recuperarse. No sabía de dónde provenía, y tampoco sabía por qué podía oírla. Ni siquiera sabía si era fruto de su imaginación, si estaba perdiendo la cordura al tiempo que perdía la vida. Pero de una cosa estaba seguro: era la voz de Shivadel Frutoarcano. Su esposa.

Vamos, Lim. Hazlo por mí… por nuestra hija.

Al escuchar aquello, la fuerza y la vitalidad parecieron volver súbitamente al cuerpo del elfo. Con dificultad logró ponerse en pie y agarró la guja que le quedaba con una mano temblorosa que se cerró sobre la empuñadura. Con un grito de dolor se transformó en demonio, y cargó por última vez contra el orco transmitiendo todo su poder a la guja para dar el golpe final. El arma chocó con fuerza contra algo y escuchó el sonido de la sangre regando la nieve mientras la guja se alejaba hasta perderse en la niebla, impulsada por la colisión. Con cautela, el elfo de sangre alzó la vista para contemplar el rostro del orco. El enorme no-muerto permanecía de pie, pero en el rostro tenía una enorme cicatriz que partía desde la mandíbula hasta la sien.

-Este es el final, Sangresol. Tu agonía no conocerá límites.-sentenció Morzek.

Hême cayó de rodillas. Estaba completamente exhausto. Ya no podía hacer nada más, ni siquiera podía tenerse en pie. Aquello era el fin. Simplemente observó cómo Huesonegro agarraba la empuñadura de Angustia con firmeza y con una última estocada la terrible hojarruna atravesaba su cuerpo por completo mientras su alma era devorada. Oleadas de dolor atravesaron su cuerpo de pies a cabeza, aumentando de intensidad con cada segundo que pasaba. Era un dolor indescriptible. Una agonía sin parangón. Puro sufrimiento.

Finalmente el Señor del Azote extrajo a Angustia y Hême cayó hacia atrás, desprovisto de todo rastro de vida. En sus últimos momentos, el elfo pudo escuchar el chirriante ruido de la espada siendo envainada y el sonido amortiguado de las botas del orco alejándose sobre la nieve. Todas sus memorias acudieron a su mente en aquel momento. Recordó su infancia en el Bosque Canción Eterna, dando largos paseos en compañía de sus hermanos. Recordó su formación como hechicero. Recordó el ataque del Azote. Recordó la huida. Recordó cómo había ido a Terrallende y había estado al borde de la muerte hasta que Shareena lo recogió y lo llevó al asentamiento Illidari. Recordó su entrenamiento, cómo había dominado sus miedos y cómo se había sacrificado para obtener un poder que jamás había conocido. Recordó el nacimiento de su primera hija, cómo tuvo que encerrarla tras la muerte de Shareena para protegerla. Recordó sus múltiples intentos de destruir a la pareja con la que al final había acabado trabando una profunda amistad. Recordó cómo conoció a Shivadel en aquella calle de Suramar y cómo la había llevado a ver las cenizas de su hermano. Recordó todo lo que habían pasado juntos… y por último recordó la alegría que le brindó el nacimiento de Renel.

A duras penas pudo esbozar una sonrisa llena de melancolía, y no tenía dudas de que si sus ojos siguieran intactos habría derramado una lágrima. El fuego vil que ardía en sus cuencas oculares lo hacía cada vez más débilmente. La nieve, fría al principio, comenzaba a resultarle cada vez más cálida.

-Shivadel… Renel… adiós.-musitó el elfo con sus últimas fuerzas.

Con un suspiro exhaló su último aliento y las llamas esmeralda de sus ojos se apagaron por completo. La nieve, impasible, continuó cayendo lentamente sobre el suelo, cubriendo con parsimonia el frío cadáver del que había sido Limether Sangresol, magister de Quel’thalas y discípulo del Traidor.

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Sacó otra vez el cristal esmeralda y lo miró concienzudamente, el fulgor del alma en ella encerrada iluminaba intensamente el cristal, decidio envolverlo en un pañuelo de seda y guardarselo en uno de sus bolsillos

  • Ha decidido su camino entonces, regresemos a Silithus Biroz, ya no tenemos nada que hacer aquí.

  • ¿De verdad vamos a dejar que vaya a una muerte segura?, lo necesitamos con nosotros Increpó el kultirano.

  • No voy a obligar a nadie que nos acompañe, el ya ha decidido. Miró a Menelwie cuídenla mientras este fuera y ante todo no nos sigan, deben quedarse aquí.

  • ¿De verdad vais a estar seguros?.

  • Por supuesto, quédense aquí, es lo mejor que pueden hacer por nosotros.
    La elfa le miró seriamente a sus ojos mientras sujetaba su hombro ¿Eres Rhod verdad?, has muerto en algún momento mientras estabas fuera ¿cierto?.

  • Rhod sigue vivo en este momento y esta sano y salvo de eso no te quepa duda, en cuanto a mi…es algo que os contaré en un futuro…en un futuro que espero que llegue.

  • No llego a comprender que has querido decirme completamente, pero si me aseguras que el sigue vivo confiare en tu palabra, pero quiero que me cuentes cuando vuelvas como llegaste a ser lo que eres.

  • Claro, doy mi palabra de que así será, ahora marchamos y lo dicho, cuiden de la pequeña y cuídense, hasta pronto.

  • Hasta pronto, dile a Rhod que traiga mercancía, que andamos ya faltos.

  • Así será.
    Picaro y enano salieron de la casa, cerraron con cuidado de no dar portazo la puerta y se dirigieron al punto de encuentro concertado con el mago que les haría un portal

  • Ese ¿heme? va a por ese Morzek ¿cierto?

  • Eso me temo, por cierto ¿como dijiste que era el mago ese?, para reconocerlo.

  • Un gnomo de pelo liso y azul celeste, atiende al nombre de Pirochispa, hemos quedado tras el muro por aquí cerca.
    Tras caminar por las ajetreadas callejuelas de la ciudad alcanzaron a ver el muro, este presentaba una grieta a consecuencia de la última traslación de la ciudad durante los eventos de la Legión, tras este una explanada se abría camino hasta el borde de la isla flotante, ahora resguardada por un tenue escudo arcano que evitaba que torpes precipitasen al oceano
    El empujón de un ciudadano anonimo golpeó al kultirano, este se guardó en su camisa lo que aparentaba ser un sobre, al rato atravesaron la grieta y vieron al aprendiz gnomo

  • ¿Eres tu el del contacto?

  • En efecto, ¿“Pirochispa” cierto?.

  • Así me hago llamar, estáis de suerte por que soy el tercer mejor alumno en esto de los portales de mi clase.

  • “Esto de los portales” dijo el enano

  • Bueno ¿a donde quieren ir?.

  • Silithus.

  • ¿Silithus? el gnomo quedo anonadado eso esta en la otra punta del mundo, lo maximo que he logrado alcanzar ha sido Cima del Trueno, pero bueno, no me hago responsable de los resultados, ahora hablemos de mis honorarios el gnomo hizo cálculos mentales y gestos de cuentas con los 4 dedos de su mano derecha

  • ¿De verdad un estudiante que habla de “esto de los portales” es el mas idoneo Biroz?

  • Vale, serán unos erm… 2500 oros.

  • 2500 oros por un portal de aprendiz, ¿Acaso has respirado esos vapores arcanos? El kultirano increpó al gnomo

  • Eso no tiene nada que ver, y soy yo o un mago profesional que os cobre mínimo 15000.

  • El kultirano se echó la mano a la cara Ya empezamos con las negociaciones…2000.

  • Vete, largo.

  • Vale…2200 y un pase VIP en el Arcanista etereo para que pases la noche con Themrien, la nocheeterna de polimorficos.
    El gnomo quedó sonrojado Adelante chicos, en 2 minutos tienen su portal, recuerden atravesarlo rápido. El pequeño aprendiz trazó con una rama grifos en el suelo de tierra mientras leía un tomo, finalmente trazó la última runa Bien chicos, prepárense pero antes…mis honorarios.
    El kultirano le dio un saquito lleno de monedas de oro y un papel pequeño con el sello de la taberna a la 9 de la noche en la suite 2, tu quédate dentro y ella ya entrará, feliz noche.
    El gnomo tomó fugazmente el papel y luego el saco, con un chasquido de dedos activó el portal Themrien, ya vereis banda cuando os lo cuente se reía, pero eso quedó en el otro lado del portal cuando picaro y kultirano llegaron a Silithus, justamente en las calcinadas ruinas del asentamiento Cenarion

  • Silithus, me temo que nos tocará ir a pie pero bueno, seguro que alguna caravana de suministros alcanzaremos.

  • ¿Themrien?.

  • Uno que tiene sus recursos, querría ver la cara de esa nocheeterna cuando vea que ese humano tan “caliente” es en realidad un gnomo soltó una carcajada el kultirano…cierto el informe sacó el nutrido sobre marrón y lo abrió

  • ¿Lo has pedido a aquella organización verdad?

  • Exacto, puesto que en tu futuro no había mención alguna solicité información sobre ese Morzek Comenzó a leer el dossier al parecer es una amenaza en ciernes… “matanza en prisión…matanza en…matanza en…matanza en…” por las Mareas, menuda bestia, ha matado inocentes y no tan inocentes en toda Azeroth y Terrandelle, no hay raza que se libre.

  • Si me quedo aquí tendré que visitarlo , no puede ir matando a gente por que le apetezca.
    El kultirano dejó soltar el dossier sorprendido “Acorde a las últimas investigaciones se sospecha que tras acabar con el anterior Señor de la Muerte ha tomado el puesto, se ha hecho con el control de Acherus y proclamó lealtad al Azote, se requiere más investigación de campo”…

  • ¿Has dicho Azote?, ¿Acherus ahora pertenece al Azote?.

  • Según las investigación si, últimamente han sucedido anomalías en el, al parecer la Espada de Ebano se desplazó a algún lugar desconocido, esto no pinta bien Rhod…y para colmo nos tienen fichados seguros cuando la visitamos.

  • Como si no tuviésemos suficiente ahora tenemos que evitarlos pero…prioridades, ahora a regresar a la Cámara del Corazón, acabar con N’Zoth, evitar la muerte del Consejo y ya más adelante ocuparnos de ese Morzek.

  • Oye, ¿como esta el cristal ese?.

  • Aquí lo tengo guardado sacó del bolsillo el cristal envuelto en el pañuelo no puede ser El fulgor del cristal era levemente más apagado debe estar luchando en este momento.

  • ¿Se ha encontrado con ese orco?..Empezó a agitar su brazo y gritar tenemos caravana, bajemos.

  • Esperemos que no.

Alcanzaron la caravana controlada por vulperas, en efecto se dirigían al campamento de Magni, una vez allí bajaron de la caravana, agradecieron a aquellas peculiares criaturas el viaje y justo antes de entrar a la plataforma de teletransporte el enano sacó la gema, ahora con un apenas perceptible punto verde

  • Esta casi apagado… me temo que se ha encontrado con ese orco…y ha perdido.
    Por un instante el cristal brilló intensamente, para apagarse finalmente como si de una hoguera moribunda se tratase
  • Descanse en paz, apenas le conocimos, pero me ocuparé personalmente de vengar su muerte.
  • Me temo que estaban fundados los informes…¿deberíamos destruir el cristal como quiso?.
  • Deberíamos pero… debería consultar con algún illiari si es posible recuperar su alma de alguna forma, siempre podríamos emplear alguno de los cuerpos presentes en Orsis como portador, algún cazador de demonios muerto habrá, pero no ando versado en las almas de estos por desgracia.
    Usaron la plataforma y regresaron a la Cámara del Corazón
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Si vais para Orsis os vais a encontrar al primo segundo de Panzachancro, que debe seguir por allí…

El pícaro, enganchado a una de aquellas infinitas estructuras a la espera de que aquel pequeño ejercito de Ignotos pasaran de largo miró hacia abajo, vio multitud de cuerpos en el suelo, con la sangre de estos corriendo por los canales de la ciudad del despertar. Era una escena grotesca, cuerpos tirados por doquier, tanto de demonios como de mortales que se armaron de valor y entraron a Ny’alotha. Algunos seguían con vida, desmembrados y con las vísceras fuera gritando de dolor, agonizantes, se arrastraban mientras algunos otros luchaban hasta su último aliento aun sabiendo que su muerte les susurraba al oído.

Los gritos de los inocentes inundaban el ambiente, los esbirros de N’Zoth atacaban sin piedad, sin distinción. Los guerreros trataban de protegerse mientras chocaban los aceros con los demonios, batalla tras batalla, muerto tras muerto, los atacantes eran numerosos, parecían hienas hambrientas atacando a una oveja indefensa, los enemigos que llegaban a la ciudad eran innumerables y parecían no tener fin. Algunos muros habían quebrado y la pelea se libraba en los canales de la ciudad, los valientes campeones de Azeroth estaban siendo derrotados por un enemigo al que habían menospreciado. La brutalidad de los atacantes fue tal que los obligó a retroceder. El lider de aquel reducido ejercito ordenó una retirada total dentro de uno de los palacios cercanos, pensando que esto le daría tiempo para formular una estrategia y derrotar a las criaturas ordenando a un grupo que cubriera la retaguardia y quedaran fuera protegiendo el palacio interior.

Selladas las puertas el comandante de los valientes gritó:

— Si hemos de morir, hagámoslo con honor y gloria, ¡Por la Muerte! ¡Por el honor! ¡Por la inmortalidad!.

Sus hombres valientemente lucharon enfrente del palacio y por un momento pareció que sucedería un milagro. Ningún demonio atravesaba la gruesa defensa que estaba en el camino al palacio, las embestidas demoníacas parecían olas estrellándose en un acantilado, el ánimo estaba por los cielos, estaban luchando por Azeroth … lejos de las estúpidas facciones.
Los valientes pelearon como nunca, los demonios caían como moscas, en un momento, a lo lejos, sonó un cuerno de guerra y los demonios empezaron a huir … todo parecía señalar una victoria y empezaron a cantarla, pero todo fue solo un respiro, a lo lejos se podía ver una figura gigantesca, con una mirada en su rostro que helaría el corazón de cualquiera.

Al mismo momento escucharon un estruendo tras ellos, el palacio parecía haber explotado y de él surgió una figura tan alta como una torre, pedazos de varios guerreros salieron volando, la criatura tenía en cada una una de sus garras a varios individuos, y en su boca colgaban varios miembros de ellos.
Se podía ver la sangre deslizándose por su cuello, los gritos no cesaban y el miedo corría por sus venas. Los pocos que pudieron sobreponerse a ese horror se vieron paralizados al contemplar que otro demonio de ese tamaño avanzaba hacia ellos por la retaguardia aplastando cuanto encontraba a su paso. Sus brazos destrozaban todo mientras se daban un festín con los presentes. Aquel reducido ejercito no pudo hacer nada contra aquellos seres del vacío, todo era un charco de sangre tendido en el piso, todo pasó de ser una batalla a una masacre, aquellas bestias no se podían detener y la infranqueable ciudad había caído en tan sólo una noche.

Nhail que nada pudo hacer, aprovechó para buscar algún lugar donde esconderse mientras esperaba a que todo Azeroth entrase a la ciudad durmiente … pelear por pelear era una perdida de tiempo, había que organizarse y ser un gran numero de combatientes para hacer frente al dios antiguo, exponerse de aquella manera no merecía la pena.

A la mañana siguiente los únicos seres vivos eran las amalgamas de carne que se daban un festín con los despojos de la noche anterior. Nhail cerró los ojos y con el corazón encogido tomó sus armas, serenó su espíritu tratando de no escuchar los susurros de la armadura que cada vez se hacían mas insoportables y le suponía mas esfuerzo no dejarse llevar por la ira, tal como sucedió en el asedio a Ulduar.
Tenía claro su cometido, evitar que N’Zoth el corruptor llevase a cabo su cometido y que las sombras cayesen sobre todo Azeroth.

Nhail sacó de debajo de la camisa el collar con la punta de flecha de su fallecido mejor amigo y con la luz tenue de aquella flecha iluminó el camino

— No hay pena. No hay dolor. No hay miedo. En mi cuerpo solo hay venganza y determinación. Estoy preparado y mía será la gloria.


Continuará …


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Dentro de la Cámara del Corazón

  • Bueno es hora de separarnos, he de hacer unas cosas en Uldum.
  • ¿Separarnos ahora?, ¿A donde vas solo en este momento? le preguntó el kultirano
  • Tengo que investigar una cosa en Orsis, esperadme aquí hasta que regrese y eso significa que no me sigas en sigilo, quédate aquí y cuéntale todo a mi “yo”, estaré en 2 días de vuelta aproximadamente, júramelo.
  • Pero no sabemos si aun puede quedar atacantes ocultos.
  • No te preocupes por mi, se defenderme por mi solo.
  • De acuerdo, pero no hagas ninguna locura Le estrechó la mano y se despidieron
    Ya en la superficie encontró a Kaldrassil descansando bajo la sombra de Gorribal Bueno es hora de hacer un viajecito Ka le acaricio la cabeza con mimo y motó en el hipogrifo

Orsis, al atardecer del dia siguiente

Tras la batalla sucedida la calma inundó de nuevo las ruinas, los cadáveres de toda raza y facción sembraban las arenas y antiguas calzadas mientras los cuervos se daban el festín de sus vidas, el enano pensó en quemar los cadáveres, pero nunca acabaría vista la magnitud, por lo que simplemente dejaría segura la zona para que pudiesen llevárselos a algún lugar mejor

  • Esto es raro, ya han pasado varios días, ¿por que esta todo regado de cadáveres aun? debieron habérselo llevado hace días…a ver donde esta ese pilar.

Al amparo de los últimos haces de luz del día rastreó por todo el complejo buscando el pilar, al fin logró ver su objetivo por lo que descendió y de un salto dejó a Kaldrassil al cual hizo despegar otra vez

  • Bien, a ver si recuerdo el Shath’Yar… palpó con su enguantada mano las inscripciones Gloria a N’Zoth…renacer…imperio…Ny’aloza…bingo, la localización en esta línea temporal es…tomó apuntes de las coordenadas y ahora regresemos, ¡KA! desciend…¡No bajes! Una inmensa aberración detectó al enano que corrió hacia este arrasando con toda ruina que se interpusiese, el enano encadenó las piernas de la mole con cadenas heladas que se incrustaban en las pieles de este

  • ¿Pero que hace esto en Uldum? ¿Algún caballero de la muerte que… podría ser ese Morzek…por eso nadie ha ido a recuperar cadáveres…como sea he de acabar contigo la aberración le lanzó un pesado cascote que esquivó sin problemas bien, hacia tiempo que no me alimentaba empuñó sus mandobles

Continuara

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La bucólica mañana bañaba los desiertos de Uldum. La gnoma, preparada para salir, no queria despertar a la elfa, queria disfrutar de la peculiar estampa de ella durmiendo: una Belter acomodada entre varias almohadas, completamenete despeinada, desprovista de su habitual porte correcto, despatarrada, despojada de las mantas de la cama, tranquila.

Un pequeño y singular ronquido le dibujo media sonrisa a Mordacae.

Repentinamente una goblinesa llamo a la puerta y entro en la habitacion con una nota. La elfa, alertagada, desperto.

La gnoma leia una nota y daba instrucciones a aquella goblin mientras Belt, ya levantada y recompuesta, se peinaba.

– Malas noticias? – le pregunto.

Morda reparo en su tono tenso y sin querer darle importancia, ordeno salir a su guardia, que cerro la puerta tras marcharse.

–Ni buenas, ni malas, leela tu misma.

La gnoma sonriente le tendio el papel a su compañera. Ella lo miro y lo dejo encima de la cama mientras resoplaba.

–Coordenadas…

–Que mal despertar tienes Belt - Le dijo bromeando para rebajar el ambiente. - Que ha pasado?

–Eso digo yo, que demonios paso ayer Mordacae? - su rostro enrojeció – Dejastes que jugara contigo…

–No se me escapa que es un enemigo y tengo una pista.

–Me habló, quiere algo de ti y me utiliza.

–Tienes que aprender a romper el control mental Belt, yo te ayudare.

–Creo que lleva conmigo mas tiempo del que imagino, que su influencia aumento cuando llegue a Uldum, me hace sentir debil.

–No lo eres. Debe tener un gran poder, pero no hay por que preocuparse, se donde encontrarla.

–Estupendo, tienes ganas de un reencuentro. – Dijo Belt con un timbre de voz elevado.

La gnoma percibio una evidente pelusa en el tono de la elfa aunque oculto su reaccion.

Un oportuno olor a pan recien hecho empezo a inundar la habitacion, Morda insitio a la elfa para desayunar antes de partir, les quedaba un camino por delante y un entrenamiento intenso, queria que Belter recuperara fuerzas, algo le decia que estaba cerca.

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No se detuvieron a festejar su victoria, aunque algunos de aquellos aventureros rebuscaron un poco entre los restos por si había algo útil. El batallón continuó su avance, repeliendo al ejército invasor con cada vez más confianza a pesar del cansancio de las heridas de algunos que los sanadores mantenían controlados. El enorme ignoto era perfectamente visible a lo lejos, pero aún les separaba demasiada distancia como para poder ayudar a derrotarle.

Pudo ver que a mitad de camino había otra de aquellas criaturas de obsidiana. Tarenar y Gidwin se habían embarcado en la misión suicida de matarlo… la humana habría pensado que estaban más locos de lo que pensaba, pero entonces se dio cuenta de que contaban con ayuda. Y no una ayuda cualquiera, sentía su poder desde allí y a pesar de la distancia pudo ver que se trataba de un elfo del vacío y usaba… ¿magia de muerte? ¿era un dk? La magia era inconfundible, desde luego, y había oído rumores de los nuevos levantamientos de caballeros de Acherus, pero ¿Un ren’dorei? ¿Vacío y muerte? Dos fuerzas demasiado contradictorias y terribles para estar en un mismo ser.

El ren’dorei portaba una única y enorme espada curva de color negro, que de vez en cuando emitía destellos rojos. De la hoja emanaba energía del vacío y los enemigos caían ante ella como moscas, mientras ésta canturreaba, jocosa, disfrutando del festín que se estaba dando. El gigante de obsidiana cayó con una facilidad pasmosa ante los tres ¿Habría podido aquel elfo del vacío él sólo contra la bestia? ¿Estaba ya debilitada? La paladín decidió no hacerse muchas preguntas y contuvo un escalofrío. Había poderes que sería mejor que no existieran en ese mundo, aunque tenía que agradecer que estuviera de su parte… de momento.

La batalla seguía su curso, y el ejército de Uldum, ganaba terreno cada vez más rápido. Un gran punto en ese avance fue que un gigante enemigo, controlado por otro de aquellos temibles caballeros de la muerte, embistió a sus propios aliados, y luego atacó al ignoto gigante. Su avanzadilla había ganado bastante terreno, pero aún no había logrado acercarse lo suficiente como para ayudar, de modo que se quedaron conteniendo a los enemigos, evitando que se acercaran a ayudar a su jefe. A su alrededor, otros tantos batallones de aventureros, hacían lo mismo.

El golpe final vino propiciado por el caballero de la muerte de antes y el propio comandante que se encaramaron como dos locos al ignoto mientras este perdía los nervios… y las fuerzas. Un enorme haz de luz dorado y azulado finiquitó al ignoto junto con el hechizo que estaba haciendo. El golpe moral fue devastador para los enemigos y muchos comenzaron a huir mientras los que se quedaban eran masacrados con facilidad.

Habían ganado aquella batalla.


Los defensores de Uldum se retiraron a sus respectivos lugares para curarse las heridas y tanto el paladín como el sacerdote no dudaron en quedarse ahí un tiempo atendiendo a los heridos más graves. La batalla había supuesto innumerables pérdidas, pero habían salvado Ramkahen, y con ello seguramente toda la campaña contra el Dios Antiguo. Esa posición era demasiado importante. Los dos sabían que la última batalla se acercaba, y tenían que estar preparados para ella.

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El Archidruida Hojargenta se encontraba en algún lugar del Sueño Esmeralda, envuelto en una bruma verde mientras meditaba. En aquel plano onírico todo parecía inalterable, ajeno a los problemas de los habitantes de Azeroth. Sin embargo, eso no significaba que esos problemas no existieran. La Horda campaba a sus anchas por el mundo, amparada por los traidores de la Alianza. Los humanos habían perdonado a esas bestias incluso después de lo que habían hecho con Costa Oscura, con Vallefresno, con Teldrassil. Pero él no había olvidado nada. No había perdonado nada. Todos y cada uno de los integrantes de la Horda pagarían por sus crímenes contra los kaldorei. De pronto, Lonvar percibió una sacudida. Era leve, casi imperceptible, pero estaba ahí. Tratando de irrumpir en el Sueño… un intruso. Algo no iba bien. El elfo abrió sus ojos dorados repentinamente y con lentitud salió del Sueño Esmeralda. Había estado en el plano de los sueños durante bastante tiempo, desde que la Cuarta Guerra llegó a su fin. Durante todo ese tiempo había estado cuidando del Sueño, ajeno a lo que ocurría en Azeroth. No era nada nuevo, había pasado largas temporadas inmerso en el plano, pero había algo que lo inquietaba. En ese momento se encontraba en el Monte Hyjal, cerca de Nordrassil. Se había desplazado allí al término de la guerra para poder concentrarse en la entrada al Sueño sin que nada ni nadie interrumpiera su importante labor.

-Lonvar-dijo una voz suave a su espalda.-Veo que al fin has regresado.

El Archidruida se dio la vuelta lentamente para encontrarse con unos ojos plateados como la luz de Elune que lo miraban desde el umbral de la puerta.

-Nalya… ¿cuándo has llegado?-preguntó Lonvar levantándose del catre.

La kaldorei llevaba un largo vestido blanco con el emblema de las Centinelas bordado en el pecho. Su largo pelo, de tonalidad turquesa, caía en cascada sobre sus hombros resaltando las marcas faciales bajo sus ojos, con la forma de las zarpas de un oso. A pesar de no estar de guardia, la elfa tenía una larga daga de combate de corte kaldorei ceñida cuidadosamente al cinturón.

-No hace mucho. Acabo de dejar la armadura, he estado reconociendo las zonas de Vallefresno más cercanas a Orgrimmar.-le explicó la Centinela.

-Espero que hayas matado a alguna de esas bestias.-comentó Lonvar.

Nalya se acercó a la cama y se sentó al lado del druida, mirándolo fijamente.

-Lonvar, sé que estás dolido por lo acontecido en Costa Oscura, pero no puedes seguir así eternamente.-susurró la kaldorei con voz suave.

-No puedo olvidarlo, Nalya. Y tú tampoco deberías.-masculló el druida.

La Centinela se acercó más al druida y le acarició el rostro con una mano.

-No lo he olvidado, Lonvar. Pero deberías comenzar a pensar en ti mismo y dejar de lado las rencillas y el odio. La Horda pagará por sus crímenes, pero no tienes por qué encargarte tú. Te haría bien considerar mi oferta.-dijo la elfa.

Lonvar clavó sus ojos dorados en los ojos argénteos de la kaldorei.

-Te conozco desde que éramos jóvenes, y sabes que te tengo en alta estima, Nalya, pero no puedo aceptar lo que me ofreces.-musitó el druida.

Ella lo miró durante unos instantes, pero cuando se disponía a decir algo una voz proveniente de la planta baja de la casa la interrumpió.

-Comandante Cienoplata, la esperan en Boralus.-dijo la voz, que pertenecía a una de las guardias que custodiaban la puerta de la casa.

En su semblante pareció dibujarse una expresión de desgana.

-Está bien, Lonvar. Pero si algún día decides aceptarla, o simplemente necesitas hablar con alguien, siempre estaré ahí para ti.-dijo la kaldorei mientras se levantaba de la cama y se dirigía hacia la puerta.

Antes de salir, se volvió para mirar al elfo, que seguía sentado en el catre.

-Elune-adore, Lonvar. Ya nos veremos.-dijo Nalya para acto seguido salir de la habitación con parsimonia y dirigirse a la planta baja.

Cuando los pasos se alejaron escalera abajo, Lonvar acercó la mano a una de sus faltriqueras y sacó un anillo plateado que imitaba unas hojas entrelazadas.

-Quizá cuando esto termine pueda aceptarla, Nalya.-susurró el druida.

Poniéndose en pie, el elfo guardó el anillo en la faltriquera, se dirigió al balcón, y con un salto se transformó en búho y se alejó volando de la casa.

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La abominación liberó un pestilente gas por las ruinas, de haber estado vivo no hubiese tardado mucho en dejar de estarlo, sin pensarlo invocó grandes cadenas de hielo que atravesaron las piernas de la bestia, anclandola en el suelo, la bestia se zarandeaba violentamente levantando la arena que los rodeaban acompañado del estridente sonido de las cadenas heladas chocando violentamente y quebrandose en esquirlas

  • Por esto odio los desiertos, hora del invierno. era cuestión de segundos que las cadenas cediesen, por lo que el enano decidió acabar cuanto antes rodeándose del perpetuo invierno de la muerte para potenciar sus ataques, las cadenas estallaron en una explosión de hielo capaz de amputar miembros como si de metralla se tratase, de inmediato la enorme lanza que portaba el brazo de la espalda impactó en la posición del enano, que pudo evitar el ataque en forma espectral

  • Eres rápido pero no tengo tiempo que perder apoyó sus enguantadas manos en la calzada caliza de las ruinas, de las cuales un bosque de afiladas lanzas heladas salió empalando las piernas de la abominación, que se liberó quebrando las lanzas a un alto costo, sus piernas quedaron desgarradas por las costuras, quedando expuestos los huesos que cortó velozmente con sus mandobles

La bestia usó sus brazos para arrastrarse y usando el tercer brazo para trinchar la pequeña plaza con la enorme lanza que portaba, el enano iba esquivando agilmente cada ataque, la batalla parecía igualada hasta que la lanza impactó contra una pared, quedando atascada oportunidad que el enano aprovechó para subir sobre la mole que intentaba desencajar el arma

  • Y este es el acto final alzó sus hojarrunas, activó las runas que portaban para luego clavar hasta los mangos sendas hojarrunas, de inmediato la temperatura de la abominación se precipitó al igual que su movimiento, en cuestión de segundos el crepitante sonido de músculos quebrándose anunció el fin de la amenaza

Pues no estoy tan oxidado como pensaba sacó las hojarrunas y le dio un puntapié al congelado cadáver, rompiéndose en pedazos la piel y músculos del golpe perfecto, congelado de dentro hacia fuera como me gusta. Magia necrótica salió de sus armas dando de lleno en la helada abominación, haciendo entrar las almas de este en sus hojarrunas a excepción de una, que quedó personificada como un tol’vir etéreo

  • ¡Al fin libre!, gracias por salvarme de esa tortura.
  • Esperate un momento, todo tiene un precio, responderme a unas preguntas antes de enviarte a las Tierras Sombrías.
  • ¿Tierras Sombrías?.
  • No te preocupes, es mejor lugar que este planeta, pero respondeme: ¿Quien os mato y os convirtió en esto?.
  • Un orco caballero de la muerte, tenía las encías totalmente podridas.
  • ¿Te dijo su nombre?
  • No, lo único que mencionó fue algo de los “designios del Azote”.
  • Entonces ha tenido que ser ese Morzek, le estoy agradecido así que como soy un hombre de palabra te envío a tu descanso eterno. antes de que el alma pudiese responder el enano alzó su hojarruna derecha al firmamento que hizo desaparecer con un leve resplandor al Tol’vir
    Hora de regresar, tendré que acabar con ese orco más adelante ¡KA baja!,¡Nos vamos!.
    El hipogrifo tocó contacto con la poca superficie que no quedó agujereada y de un salto el enano no muerto subió a este Vamos de vuelta a la Cámara del Corazón Alzó el vuelo y comenzaron el viaje de retorno
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Mientras Nhail se adentraba en aquella oscura cueva, comenzó a sentir ligeros temblores bajo tierra, eran una especie de gusanos gigantes, parecían salir de las profundidades de la tierra y de cualquier lado donde llegase su vista, saltaban sobre las rocas y las arrastraban, los agudos chirridos de aquellas criaturas eran capaces de perforar los tímpanos de cualquier mortal, eran ensordecedores.

Las extrañas criaturas se movían muy rápido y cada vez eran mas, solo podía ver como destrozaban aquel pasadizo, la idea de encontrar un lugar seguro fue inmediatamente descartado. Decidió marcharse en busca de algún otro lugar seguro antes acabar sepultado tarde o temprano bajo rocas y escombros.

Después de largas horas de caminar con cautela por Ny’alotha, de nuevo, a lo lejos, vio varios sin rostro patrullando las calles.
Sacó varios cuchillos arrojadizos pero no pudo acertar a ninguno de ellos, trató de correr pero estos eran mas rápidos que el y los brazos de aquellas criaturas podían extenderse largos metros, tenía que acabar con ellos, no quedaba otra opción.

Comenzó a sentir aquel odio fluir por todo su cuerpo, aquel odio que siempre trataba de evitar. Siguió lanzando cuchillos cubiertos de un veneno paralizante combinado con un veneno totalmente natural que actuaba rápidamente en el cerebro, letal incluso para aquellas bestias. Los lanzaba con tal frenesí que era capaz de esquivar cualquier ataque de estos.

Luego de asesinar a la mayoría, extrañamente desaparecieron los demás dejando una nube negra, evaporándose, por lo que Nhail siguió su camino.
Al rato de seguir caminando encontró una especie de caravana, vestían largas vestimentas que les cubrían hasta la cara, Nhail que sabía hablar en idioma Shath’yar y que aquellos K’thir parecían ser bastante mediocres y estúpidos para no darse cuenta de que bajo aquella negra armadura habitaba un ser mortal sin estar corrupto o bajo la influencia del dios antiguo aprovechó la testarudez de estos y se unió a la conversación como si nada, uno de ellos contó una leyenda sobre una caverna en la que se ocultaba un temible demonio.
Nhail les dijo si podían llevarle hasta allí, estos le invitaron a subir, al parecer les venía de paso y que, además, no estaba muy lejos.


Poco más de media hora más tarde …


Cuando entró a la caverna, un aire demoníaco invadió su cuerpo, y aunque todo estaba muy oscuro, siguió caminando, escuchó unos raros gruñidos de las profundidades del lugar, que le alentaron a seguir avanzando, a los pocos minutos unos fuertes golpes y pasos se escucharon y cada vez se hacían mas y mas intensos.

Mientras bajaba por unas escaleras desiguales, en aquella penumbra pudo ver dos rojizos y agresivos monstruos que se gruñían entre ellos, sigilosamente, los asesinó con facilidad.

Un poco mas adelante el camino se dividía en dos, fue hacia el primero pero allí no encontró nada, solamente un pasadizo sin salida, pero cuando regresó y tomó el otro camino … otra vez … otra vez empezó a sentir esa sensación de odio que se hacía cada vez mas insoportable, a lo lejos un demonio de grandes dimensiones, escoltado de una horda de pequeños rojizos monstruos.
El demonio, parecía controlar el odio del elfo a su gusto, mientras sonreía y se reía tenebrosamente, los frenéticos escoltas, corrieron imprudentemente, Nhail se quedó inmóvil con los brazos cruzados y los pies juntos he hizo un giro sobre si mismo formando un abanico de cuchillos acabando con aquellos diminutos súcubos fácilmente.

Después intento escapar y guardar cierta distancia contra aquel demonio pero una especie de campo de fuerza le impedía hacerlo. Entonces hizo el último intento, quería acabar con aquella aberración de un solo golpe, gastando la menor cantidad de energía posible, lanzó una bomba de humo, entró en sigilo y justo cuando estaba a escasos metros saltó atravesando con una de las dagas la cabeza desde el mentón terminando con la horripilante criatura decorando aquella cueva con su sangre.

Entonces …

Esa temible voz de nuevo …

Este solo es el comienzo .

Ahora que no quedaba ni rastro de maldad en aquella cueva, tenía un lugar donde poder esconderse temporalmente mientras recogía cada uno de sus cuchillos, volver a rearmarse y así estar preparado para el siguiente paso.


Continuará …


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Tres días después, el cazador se encontraba sentado en su camastro, repasando los acontecimientos recientes. No había perdido mucho tiempo tras la batalla de Orsis y se había puesto en contacto con su hermano, Lorthoren quien a su vez había contactado con el rendorei siniestro. No tardó mucho en acceder a una visita del cazador.

– Veo que tu visita a ese planeta te ha traído un regalo- Fue lo primero que dijo el elfo del Vacío nada más verle.

Se había reunido con él en un pueblecillo perdido de Uldum, lo suficientemente cerca de donde estaba el campamento sindorei como para que no le costara más que unas horas llegar. La casita de piedra amarilla en la que se encontraban, era sobria, pero acogedora, sólo con lo imprescindible para vivir. Por alguna razón, el cazador tenía la sensación de que aquel extraño pícaro había participado en la batalla.

– Y así es- contestó Hæyæ tras una pausa- Ya que tienes familiaridad con aquel planeta, me gustaría informarme de los riesgos de ésta nueva… arma.

Daggur se levantó de su asiento con un movimiento rápido y repentino, que habría puesto en guardia al cazador si no fuera porque ya conocía esa tendencia suya, a pesar de haber pasado poco tiempo con el pícaro. Pidió al cazador que dejara el arco en la mesa del centro de la habitación y éste, con algo de desconfianza así lo hizo.

– ¿Qué puedes contarme de él?- preguntó el elfo del vacío tras echarle un buen vistazo.

– Para empezar no requiere flechas- comenzó- y parece poseer ciertos efectos mágicos que sospecho que puedo controlar, aunque no sé muy bien cómo.

– Ya veo- el pícaro pasó su mano por el arco, provocando que saliera una energía oscura y extraña de éste como si fuera humo- sin duda está imbuido con los poderes de ese planeta, pero también está conectado contigo- El sindorei no dejaba de preguntarse cómo su interlocutor podía saber esas cosas con un simple vistazo, pero decidió permanecer en silencio ¿quién entendía a los rendorei?- Lo que significa que no sólo no funcionará o funcionará mal con otro, sino que además la energía que usa para disparar la obtiene de tu energía vital… No te alarmes- Dagur soltó una de aquellas risas locas suyas al ver la cara de alarma del sindorei- no te hará daño siempre y cuando sepas medirte, o encuentres otras fuentes de energía.

– ¿Cómo cuáles?

– Las que sean ¿Ya has olvidado cómo cayó aquella bestia? Si, estuve allí para verlo- de nuevo la expresión del cazador debió ser bastante legible- y para prestarte algo de apoyo también. Parece que el arco tiene la capacidad de atraer y almacenar magia o energía para luego liberarla de manera ofensiva. Debería darte bastante juego esto- recogió el arco y se lo entregó al cazador- aunque yo que tú tendría cuidado, mezclar magias incompatibles o saturarlo demasiado podría volverlo inestable…

– Así que, si el arco absorbe magia de fuego lanzaría… ¿flechas de fuego?

– Los detalles los desconozco, en cualquier caso no lo subestimes. La energía de ese mundo ya pudiste notar que es peligrosa. No me extrañaría que el arco presentara conflictos con la energía del Vacío de nuestro mundo, ni tampoco que tratara de volverte loco.

Hæyhæ se colgó el arco a la espalda y agradeció su tiempo al rendorei, preparado para marcharse, pero antes decidió hacer una última pregunta que le había estado rondando la cabeza desde que aquel arco había “llegado” a sus manos.

– Dime… Sabías que algo así iba a pasar ¿verdad?

El elfo le miró y sonrió de manera siniestra.

– ¡Jajajaja!- rió de manera desquiciada- ¡claro que sí! ¿Por qué íbamos a arriesgar la vida de cuatro personas y la integridad de éste mundo por un solo trol?

El sindorei apretó los puños ¿los había usado? Tenía que habérselo imaginado…

– No te enfades, cazador, tenía que hacerlo. Nuestras fuerzas no bastan para enfrentarnos a lo que se nos viene encima, y por algún motivo, sabía que vuestra visita iba a traer las armas que necesitamos para salir victoriosos…

– ¿Y por qué no fuiste tú mismo?

– No era yo el que debía ir ¿Nunca has tenido una visión?

– Tu visión podría haber sido provocada por N’zoth perfectamente…

Dagur soltó una carcajada.

– No, su naturaleza era bien distinta- hizo una sonrisa torcida, sin rastro de locura. Sus cambios de humor eran habituales- cuando te dan una pasada por el vacío aprendes a distinguir a los lobos disfrazados de cordero.

– Por tus palabras deduzco que no soy el único con “regalo”.

– El único no lo creo… el primero sí ¿Los demás han obtenido algo también? El tiempo lo dirá.


De modo que había regresado al campamento, casi con más preguntas que antes, pero con las suficientes respuestas como para que Halduron no anduviera con la mosca detrás de la oreja. No parecía percibir nada bueno de aquel arco.

El ataque a Ny’alotha estaba por llegar, y aunque tanto los Errantes como el resto de ejércitos reunidos allí aún se estaban recuperando de sus heridas de la batalla de Orsis, sabían que la última batalla estaba por llegar y hasta las hostilidades entre diferentes bandos eran rápidamente acalladas por los generales y comandantes al mando. No era el momento atacarse entre ellos, aunque fueran pequeñas reyertas.

» Me pregunto si estos tres habrán recibido un arma similar a ésta- se preguntó el cazador posando los ojos en su arco, que descansaba a su lado, apoyado en la pared- espero que sepan controlarlo si es así…

– ¿Mew?- la cálida llamada de su compañero felino le sacó de sus pensamientos.

– Espero que tú no hayas cambiado, compañero- El enorme animal apoyó su enorme cabeza, casi tan grande como todo el torso del elfo, sobre el regazo de éste- Va a ser duro, pero estamos preparados ¿verdad?- El animal contestó con un grave ronroneo mientras el cazador le acariciaba con aire distraído- De momento lo mejor será descansar.

Dicho esto se acostó en el catre. No era algo que le gustara, prefería incluso dormir al raso, pero no estaba de viaje ni tomándose un descanso. Fuera había aún cierto ajetreo, pero aun así el sueño no tardó en encontrarle.

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