El despertar de N'Zoth y el contraataque de Azeroth

El enano bajó apresurado a Cámara del Corazón, pasó de largo la reunión de aventureros cargados de sacos de azerita y se dirigió a las cámaras auxiliares, entró en la cámara de descanso y vio al kultirano y a su “yo” hablando sentados en un sofá, de inmediato cerró la enorme puerta de acero titánico

  • Me alegro de que te hayas recuperado, pero tenemos prisa.

  • Buenas, quisiera pedirte…

  • No tenemos tiempo para eso ahora mismo respondió tajante a su yo pasado

  • ¿Ha pasado algo? preguntó el kultirano

  • Prepárense por que nos vamos a Ny’aloza, he localizado el portal en esta línea.

  • ¿Has encontrado el portal?..¿!Como que nos vamos?!, ¿Nosotros 3?, ¿no eramos un grupo numeroso en esa foto?, de hecho tu ni estabas. el kultirano perplejo respondio

  • Un momento, aun se me hace todo esto muy raro, pero ¿de verdad nosotros 3 podremos contra N’zoth “yo futuro”?.

  • Por supuesto que no, de hecho sería un suicidio pero confíen en mi, si hay fenómenos clave en el tiempo el reunirnos es uno de ellos, resumiendo: que da igual que línea temporal sea, es algo que siempre va a suceder por lo que dentro nos encontraremos con los demás.

  • Entiendo, aún así no soy muy partidario de entrar sin saber nada de Ny’Aloza, no tenemos ninguna información de aquel lugar.

  • Otra cuestión, dijo el paladín , si ahora mismo en Azeroth ya tenemos problemas de susurros, alli será incluso peor me imagino, ¿no deberían portar capas también? aunque me imagino que Magni no querrás dárnoslas si le decimos que nos vamos ahora mismo.

  • Tienes razón, necesitamos al menos 1 capa para Biroz, en mi caso creo que podré soportar los susurros pues en no muertos al parecer es más dificil que estos sean escuchados aunque supongo que agenciarte una capa será fácil para ti miró al pícaro

  • Vosotros vayan saliendo ya, yo os alcanzo ahora después con Ka y . . . un momento. . . ¿como vamos a ir a Uldum siendo 3 si Ka lo paso mal cuando eramos 2 . . . . miró al enano no muerto ¿tu tendrás alguna montura no?.

  • No, vine a este mundo con lo puesto únicamente, digamos que tomé prestado un dracoleón.

  • Tendré que recurrir a mis dotes de negociador entonces, ¿recuerdas como vinimos desde Dalaran no?

  • El enano no muerto suspiró y el enano vivo miró extrañado No me digas que vas a… intenta no hacerle daño anda.

  • ¿Hacerle daño?, ¿Es que hicieron algo en Dalaran aparte de usar su portal?, no me lo has contado todo.

  • Es una larga historia, ahora vamos afuera mientras Biroz nos agencia un transporte a Uldum.

  • Oye estoy harto de secretismo y ocultismo, ni que fuese un niño…de hecho creo que soy mayor que tu Biroz.

  • Te contaré todo sin secretos cuando sea seguro, ahora mismo no sabemos si hay oidos indiscretos le dijo el kultirano.

  • Vale, no puede haber secretos si vamos a formar equipo los 3 así que no quiero que me oculten nada, tampoco quiero que me cuentes mi futuro ni nada de eso por supuesto, pero no me mantengan en la ignorancia.

  • Perdona… es que quiero evitar que veas lo que estos ojos muertos han visto aunque me temo que he pecado de egoista.

  • Comprendo pero para eso estamos, ya me contó todo aquello mientras estabas fuera extendió la mano te juro que evitaremos que ese futuro se materialice.
    El enano no muerto le dio la mano a su yo vivo Claro, que así sea.

  • Bien, voy a preparar el viaje y las capas ahora vayan saliendo, vayan a donde hay un cristal fragmentado en 3 a las afueras del campamento, no tiene perdida. el pícaro desapareció en un pestañear

Salieron de la Cámara del Corazón y caminaron hasta el cristal fragmentado y esperaron a que el pícaro apareciese con un vulpera amordazado y 2 capas en su cinturón colgando

  • Bien ya tenemos pase de ida.
  • ¿Estas mal de la cabeza?, ¿has raptado a un vulpera?. el paladín miraba al peludo ser
  • No lo he raptado, simplemente hemos ido en la misma dirección.
  • Sueltalo.
  • No te preocupes, en 10 minutos estará de vuelta. quitó la mordaza al vulpera y lo dejó en el suelo Portal a Rankahem ahora y nada de trucos, si no acabas en una hoguera.
  • Ssssi seño…o.r el vulpera empezó a trazar glifos de forma errática en el suelo
  • Calmate, no voy a hacerte nada así que traza despacio y con buena letra, si te llevé de forma forzada es por que te resististe a mi oferta y me mordiste en la pierna.
    3 minutos después el vulpera acabó su glifo y activó el portal Ya está, ¿puedo irme ya?
  • Solo una cosa antes el pícaro le dio una cámara Selfi 2.0 al vulpera quiero que atravieses parcialmente el portal, hagas una foto y vuelvas, por seguridad.
  • Si hago eso el portal se cierra señor.
  • No si solo cruza medio cuerpo, vamos que no tengo todo el día.
    El vulpera, cámara en mano, atravesó hasta la cintura el portal, hizo una foto y salió de vuelta para darle la cámara al pícaro
  • Gracias, ahora veamos… en teoría estas nuevas cámaras muestran en esta “pantalla” la imagen sin necesidad de revelado con este botón pulsó y mostró la imagen de Ramkahen bien puedes regresar y, nunca nos hemos conocido o tendré que visitar esa caravana tirada por una alpaca blanca y otra moteada en Vol’dun.
  • Claro, adios el vulpera huyó y los 3 atravesaron el portal

18 horas despues, presa Vir’naal.
En un lateral de la enorme presa levitaba una plataforma coronada por un portal, por algún motivo desconocido vacía

  • Hora de entrar, Biroz ponte la capa…esto ahora que lo pienso ¿tu no has tenido susurros verdad?.
  • No, lo cual es raro por que al parecer es algo que casi todo el mundo ha padecido en Uldum y Valle de la Flor eterna.
  • Ponte la capa por si acaso, el que no escuches susurros puede sernos útil en un futuro.
    El kultirano se puso la capa y con paso decidido los 3 entraron al portal
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La humareda aún oscurecía la visión del cazador, que deambulaba sin rumbo fijo por los restos de la batalla. Todavía quedaban algunos incendios incluso días después de la masacre que había tenido lugar allí. También había una gran cantidad de cadáveres, la mayoría irreconocibles. La Plaga no había dejado títere con cabeza.

El quel’dorei dio una patada a una calavera de un necrófago haciéndola rodar hasta varios metros, hasta detenerse con los restos de un carro de despojos. Aquellas bestias, y su líder, el despreciable príncipe traidor Arthas estarían contentos con todo aquello. No sólo habían aniquilado casi a la totalidad de su pueblo, sino que además habían corrompido la Fuente del Sol, condenando al resto.

En el fondo había tenido suerte… no experimentaba una dependencia de la magia tan grave como otros, y estaba vivo. Su hermana Alhanna, en cambio no podía decir lo mismo. La veterana paladín había caído en combate, y ni siquiera habían podido recuperar su cuerpo. Con suerte habría sido pasto de las llamas. Ni siquiera Haladriel el leal dracohalcón del cazador, que lo había acompañado durante casi 200 años había salido vivo de aquella carnicería. Sus padres habían caído hace tiempo, en la guerra contra los orcos, y su hermano, la única familia que le quedaba, apenas de dejaba ver tras aquellos sucesos. Se había quedado solo.

Unos gruñidos atrajeron su atención: un grupo de no-muertos parecía empeñado en llegar a un hueco bajo las raíces de un árbol con varios focos incendiados. El cazador torció el gesto con desprecio y los despachó con facilidad para después acercarse al lugar. Apartó los cuerpos lanzándolos a un lado y se agachó para ver a qué prendían llegar. Pudo oír unas ligeras pisadas en el ollín, y unos suaves gruñidos interrumpidos con alguna tos… poco a poco el animal al que estaban dando caza aquellas aberraciones salió de su escondite, sin parar de gruñir al cazador. Se trataba de un cachorro de lince del Bosque Canción Eterna, pero su pelaje era negro. El queldorei no pudo evitar una sonrisa, era divertido ver a un bicho tan pequeño con ese andar tan torpe y tratando de intimidar con esos gruñiditos.

– ¿Te has perdido pequeño? ¿Dónde está tu madre?

El animal contestó con otro gruñido de desconfianza y salió todo lo deprisa que pudo (que no era mucho) del agujero, emprendiendo una torpe carrera entre las cenizas. Hæyhæ ni siquiera se molestó en correr tras él, no hacía falta. Le siguió a paso ligero durante unos pocos metros viendo cómo iba directo a otro grupo de necrófagos que devoraban algo en el suelo. Las bestias les detectaron y enseguida empezaron a correr hacia ellos, pero sólo se encontraron con el afílalo y certero recibimiento de las flechas del cazador. Ni aún con los cuerpos cayendo a su lado el pequeño lince detuvo su avance, alcanzando finalmente llegó los restos y entonces empezó a maullar de manera lastimera.

Al llegar a su altura, los temores del queldorei se vieron confirmados: ahí estaba la madre del cachorro, medio devorada, y con varios signos de lucha. Seguramente habría escondido a su cachorro y luego habría tratado de deshacerse de sus enemigos, sin éxito. El cachorro lamió la cabeza de su madre y siguió maullando desconsoladamente, obviamente sabía que no se iba a levantar. Una imagen desgarradora.

– Tú también lo has perdido todo ¿verdad?

El animalillo volvió a contestar con sus gruñidos y se acercó al cazador para seguir con su intento de intimidación. Puro teatro, pues no opuso resistencia cuando empezó a acariciarle la cabeza, sólo lanzaba gruñidos de vez en cuando-

– Es mejor que tu madre no se quede así.

Unos minutos después ambos contemplaban como la pira que había construido el elfo, consumía los restos de la madre lince. El cachorrillo estaba callado, mirando en fuego. De vez en cuando le sacudían unos temblores, a pesar del calor que hacía en el lugar.

No recordaba muy bien cuanto tiempo estuvieron así, pero al final, cuando ya estaba anocheciendo y las últimas brasas se extinguían, el cachorro, en silencio se le acercó con unos pasos cansados. El elfo se agachó y cogió al animal en brazos sin que a este le importara, entonces se dio cuenta de que estaba cubierto de ceniza… lo que le daba aquel color negro. Su pelaje era color canela en realidad.

– Voy a tener que lavarte un poco, pequeño gato negrillo.

“Blackie” bostezó como contestación y el queldorei comenzó a abandonar el lugar cuando vio una apenas perceptible luz en la hoguera. Tenía forma de lince adulto. La forma miró intensamente al cazador un momento, parpadeó y después se esfumó. El cazador acarició la cabeza de su nuevo amigo, que se había quedado dormido en sus brazos.

“No te preocupes, está en buenas manos”

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… Nhail empezó a sentirse mareado, todo le daba vueltas y se desplomó en aquella cueva, el estar tan cerca de las energías del vacío y de un mismo dios antiguo le hacía muy complicado dominar aquella armadura, estaba siendo una prueba muy dura mentalmente para el … o no.


Parte I

Las arenas de Silithus no tenían nada que ofrecer a las razas inferiores. Se consideran estériles, sin valor ni fertilidad, y supongo que dentro del contexto adecuado sería correcto asumir tal cosa. Sin embargo, la naturaleza misma de la vida se muestra a través de su desafío a la muerte, ya que en una tierra muerta nuestro ancestro surgió y prosperó dentro de los Silítidos.

Visto por las razas menores como simples insectos poco inteligentes en su naturaleza y simples en su existencia. Por supuesto, esto no es incorrecto, los Silítidos no son tan inteligentes como nosotros y viven un ciclo de vida simple, pero subestimarlos es tan tönto como aquellos que suponen que no son más que insectos gigantes. Después de todo, la existencia de una Colmena que consiste en cientos, si no miles de seres que cooperan con un propósito singular para proteger a la Colmena, es algo que podría compararse con las razas menores o incluso con nosotros mismos.

¿No está en nuestra naturaleza buscar la compañía de sus parientes o aliados y el deseo de ayudarse mutuamente si es posible?

No solo en los silítidos, no solo en los Elfos, sino también en los Qiraji.

Como en todos los seres a través de la creación, todos viven por el bien de la colmena.

Las criaturas solitarias son aquellas verdaderamente primitivas.
Pensar que uno podría sobrevivir contra la totalidad del mundo en sí … ningún ser singular podría esperar tener tal poder e impulso.
Los de arriba crearon “golems” de piedra para ayudarlos en su trabajo, la Legión es una coalición de seres horribles pero es una coalición con objetivos y propósitos similares, incluso nuestro propio Maestro no actuó solo, hubo otros con quienes libró conflictos.

Ya sean animales o seres pensantes, cualquiera que piense esforzarse solo, completamente solo, está perdiendo el punto de su propia existencia.
Una muerte sin sentido es un desperdicio de la vida que vivió, y una vida vivida sola era mejor no vivirla.
En la vida uno puede contribuir y agregar a una entidad ya existente, pueden crear donde antes no había nada, y pueden destruir lo que una vez fue.

A través de este ciclo de creación y destrucción, uno encuentra un verdadero propósito en sus vidas en esta existencia.
A través de la destrucción lo viejo da paso a lo nuevo.

Al igual que un escarabajo debe deshacerse de su caparazón, no desea abandonar aquella seguridad conocida. Esos escarabajos que no abandonan sus viejas formas se marchitan junto con el caparazón débil y quebradizo en lugar de aceptar su renacimiento, se enrolla y se contrae, contento de morir con su pasado.

La nuestra siempre fue una tierra de muertos, millas y millas de arenas abrasadoras hasta donde alcanzaba la vista, rotas solo por aquel muro antiguo, huesos blanqueados y estructuras retorcidas de Colmenas.
Nada crece bajo los rayos del sol desgarrados por los fuertes vientos o arrugados dentro del aire caliente y seco que lo envolvía todo. Las criaturas que viven en este lugar deben hacerlo con total resistencia y persistencia, las colmenas en un momento eran poderosas, desafiantes frente a la muerte donde ninguna vida podía prosperar.

También lo fuimos nosotros una vez, poderosos … pero ahora …

Llegaron las razas menores, con la apertura de las puertas nos hicieron retroceder. Mataron a las Reina de la Colmena, destruyeron sus cristales y sacrificaron innumerables huevos y crías. Fue una guerra de especies, de genocidio desde el principio … tal fue la voluntad de nuestro maestro.

Se esperó que los matasemos a todos y, sin embargo, fuimos nosotros los que sentimos el abrazo de la muerte. Miles y miles de años de preparación, todo para nada ante un enemigo tan implacable a diferencia de las razas menores, no fuimos vistos como criaturas inteligentes o sensibles.
La muerte en esta escala fue catastrófica, los rastros de cadáveres crecieron a medida que avanzaban más y más en Ahn’Qiraj, ninguno se salvó.

Imgur

El general Rajaxx en toda su destreza táctica no pudo ir más allá de los mortales y pagó el precio por la incompetencia.

El Alto Profeta Skeram, a quien una vez fue venerado y respetado por sus habilidades mentales, no le fue mejor que a los que lo precedieron.
El supuesto Profeta debería haber previsto el fracaso de la Guerra, su visión falló a Qiraj y sufrió las consecuencias de su falsa visión.


Nuestros emperadores Vek’lor y Vek’nilash fueron los más poderosos entre nuestra gente. Elegidos por nuestro Maestro C’thun para liderarnos contra las razas menores y a pesar de todo, ni siquiera ellos podían resistir a los invasores. Cayeron como el resto.

Pero el ataque final resuena con nosotros hasta el día de hoy y puso fin a todos nuestros deseos de muerte de los mortales, haciendo eco en las ruinas de nuestro hogar para siempre.
Me había despertado hace algún tiempo, pero tampoco me sentía descansado. Mi mente había estado plagada de visiones de la guerra, así como de imágenes que no entendía, un mar ennegrecido, un bosque retorcido, nunca antes había estado en esos lugares y tampoco los había visto en mi vida. Sin embargo, quien porta una de estas armaduras tiene el don de la visión lejana y no necesita preocuparse por cosas como la memoria, la nuestra es una ventana al mundo mismo.

Donde mi mente divaga puede experimentar también si hubiera estado presente para dar testimonio de ello. La energía, el miedo y el peligro se sentían más que reales para mí y a pesar de esto, nada podría explicar estos nuevos lugares que había visto. Sabiendo que no podía quedarme donde estaba acostado, me levanté a regañadientes sacudiendo la arena que se aferraba a mi cuerpo. Hace años teníamos los números para lidiar con la arena que se filtraba en las cámaras de descanso, pero ahora luchamos para evitar que nuestra ciudad se derrumbe sobre sí misma.

No sé cómo describir el sentimiento, esta mortaja que se cierne sobre Ahn’qiraj se filtra en cada rincón de nuestro ser. Originalmente se pensaba que era el hedor de cadáveres podridos, los miles y miles de muertos que cubrían el área alrededor y dentro de la ciudad. Montones que alcanzaban más altura que el Anubisath más grande, montañas de cuerpos todos muertos durante la guerra. Pero … no podía ser porque los cuerpos habían sido descompuestos desde hace mucho tiempo hasta el punto de que ya no eran un hedor, los huesos eran lo único que quedaba.

No pudo ser magia druídica para las razas menores que abandonaron la ciudad después de la guerra, incluso las puertas frontales fueron descuidadas. Los Elfos y los Dragones de Bronce dejaron de preocuparse por Ahn’qiraj.

Con todos mis poderes y todo mi conocimiento, ni siquiera puedo nombrar qué es lo que estamos experimentando. Sin embargo, he llegado a saber que algo similar ocurre cuando la vida llega a su fin.

¿Es esto entonces?

¿Todos vivimos ahora dentro de una ciudad de la muerte?

No siento dolor pero tampoco me siento vivo. Los que me rodean se mueven como si ellos mismos no estuvieran allí, incluso entre mi propia casta no hay ninguno de nosotros que se mueva o actúe como lo hizo una vez bajo la guía de nuestro maestro. Podemos vivir, pero anticipo que lo haremos sobre nuestras propias tumbas.

Al salir de mis aposentos caminé por un pasillo poco iluminado, al descender por un tramo de escaleras de piedra lo encontré parado cerca de la entrada, él se enderezó cuando entré en su visión. A diferencia de los Profetas, los Gladiadores no se encontraron principalmente en las cámaras más profundas de Ahn’Qiraj, por lo que muchos más sobrevivieron que mis parientes.
Su caparazón era negro como la mayoría de su casta, pero sus adornos tenían el mismo tono verde azulado que mi caparazón. Sobre su pecho había una enorme cicatriz que cortaba profundamente su cuerpo y se extendía desde su cuello hasta su pierna izquierda … por lo que me dijeron, había sido herido de muerte durante los combates y lo dejaron morir cuando las razas menores entraron en la ciudad. Milagrosamente sobrevivió a su lesión y logró regresar cojeando a Ahn’Qiraj después de que la lucha había cesado y las razas menores habían abandonado la ciudad solo para ver que su gente había fallado y su Maestro yacía muerto.

Muchos lo vieron como un desertor y un cobarde, pero todos carecían de la voluntad de actuar sobre sus suposiciones.


Continuará …


Off: Lo he separado en capítulos que iré puliendo, cuando termine entenderéis el significado de todo esto.

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• Parte II •

Al salir de nuestra estructura de piedra sentimos el sol del desierto una vez más sobre nuestros caparazones, es el calor lo que me tranquiliza. Bajamos por los escalones de piedra y nos dirigimos a los senderos de arena que innumerables habían atravesado, tanto parientes como otros.

El viento cálido y seco sopló a través de mi oscura capa mientras caminábamos hacia el templo principal.

La belleza es un concepto muy abstracto para mi especie, durante tanto tiempo que nos hemos asociado y engendrado descendientes basados ​​solo en nuestra causa. Sin embargo, creo que el mío podría ser el parecido más cercano a tal estado. Mi caparazón es un verde azulado liso mezclado con un azul oscuro a lo largo de mis hombros y mi pecho, y muchas de mis túnicas también son del mismo tono azul aunque normalmente portaba una armadura de cuero negra, extremadamente elástica y resistente que emanaba destellos de energía del vacío desde los guantes hasta los hombros y yelmo.

Espero que ningún ser menor encuentre las Arcas del escarabajo que quedaron sepultadas bajo las ruinas de la ciudad.

Caminamos por la calle cubierta de arena mientras pasaban briznas de polvo sobre el terreno. Al borde de la calle estaban los cascarones vacíos de los que cayeron en la batalla final.
Hubo un tiempo en que tales cosas podían desglosarse, ser utilizadas por la ciudad y darles a sus dueños anteriores el final digno que merecían.
Ahora … yacían bajo el sol ardiente, formando grietas a lo largo de los grandes caparazones de obsidiana pertenecientes a los soldados de Ahn’Qiraj.

Mi guardia dijo una sabia verdad mientras continuamos hacia adelante:

La nuestra es una tierra de muertos ahora, donde una vez estuvimos desafiantes ahora nos doblamos como cañas al viento”.

Corriendo por nuestro camino, un escarabajo silítido se acercó a una de las paredes he intentó sacar un caparazón. Sin duda trataba de usarlo como material para la construcción, incluso con sus pocos números, los Silítidos son demasiado dedicados y simples para desviarse de sus tareas, sin importar cuán inútiles sean.

Caminando junto al escarabajo, mis ojos se quedaron mirando por más tiempo de lo que normalmente hubiera hecho.

¿Que haría si sus maestros estuvieran muertos y desaparecidos?

¿Continuaría como se le indicó?

Es una criatura demasiado simple para entender los conceptos de lealtad, por lo que funcionó exclusivamente en lo que se le ordenó realizar, sin importar lo que suceda, si el cielo se oscureciera y la lluvia comenzara a ahogar la tierra o si la tierra debajo de Azeroth cediera hasta el final o si el Fuego provenía de los páramos, este escarabajo realizaría su carga durante el tiempo que sea posible hasta que su muerte fuera inevitable.

Inevitabilidad, fue algo que todos nos hemos visto obligados a aceptar. Nuestra existencia está en ruinas, no hay nada más para nosotros ahora. Esperamos nuestra inevitabilidad, esperamos nuestro fin.

Las escaleras del Templo me eran tan familiares como el sol sobre nuestras espaldas. Los he caminado por innumerables ciclos, durante la Guerra de antaño y tal vez durante las venideras. Mi propósito estaba dentro de este templo, estas escaleras son las que me elevaron de aquellos que caminaban por las calles de la ciudad y que eran ordenadas por nuestro Maestro.

Hoy, las escaleras solo sirven para impedirme.

Ya no camino con la misma diligencia y satisfacción. Servir al Profeta Skeram fue el más alto de los honores que uno podría haber recibido durante el reinado de nuestro Maestro C’thun.

Qué tönto era.

En toda su visión y todo su conocimiento, no vio acercarse su propio fin. Sus poderes no tenían sentido y eran completamente inútiles al final para cuando más se necesitaban si nos fallaba a todos. Fue elegido para hablar de la voluntad de nuestro Maestro y lo hizo como un estúpido arrogante. Cualquiera de nosotros podría haber tenido una mejor visión del futuro que él, él, en quien el Maestro había depositado su plena fe y confianza, sobre todo a los demás se le había confiado el futuro de su voluntad y nuestra gente y Skeram fallaron. Nos falló a todos, a cada uno de nosotros. Nuestros emperadores están muertos, la ciudad está en ruinas, el maestro ya no vive, ¡Ahn’Qiraj ha caído debido a su incompetencia!


Continuará …


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• Parte III •

Sacudí los pensamientos de mi mente mientras viajábamos hacia la cámara de nuestro señor. Estaba tan cautivado en mi opinión de Skeram que había pasado por los cuerpos del Emperador, que se pudrieron como los fracasos, e incluso más allá del túnel que conduce al Maestro.
Me preparé para lo que iba a ver de nuevo.
No importa cuántas veces lo haya visto, todavía apenas podía soportar aquella visión, sin embargo era mi deber y me volví en su dirección para mirar el cadáver de C’Thun.

Sus ojos habían estado vidriosos hace muchos años, orbes azul pálido que ya no tenían la chispa de la vida dentro de ellos. Cuando era más joven, tenía el honor de ser uno de los pocos en ver el Ojo de nuestro Maestro, su brillante brillo y poder todavía estaba frescos en mi mente mientras miraba el cuerpo en su estado. A diferencia de los soldados y sirvientes de Ahn’Qiraj, el cadáver de nuestro Maestro no se descompuso, sus heridas aún estaban tan frescas como cuando esas horribles razas menores entraron en su cámara para acabar con la vida del dios antiguo.

La batalla era evidente en todo su cuerpo, profundos cortes, quemaduras y hielo sobre pedazos de carne y más alinearon su magnificencia.

La interesante criatura Cho’Gall había visitado una vez el cuerpo de nuestro Maestro con la intención de resucitar su gloria. Pero, como siempre, las razas menores creyeron que nunca volvería y se marcharon no sin antes enterrar el cadáver entre tantos escombros como pudieron reunir.
Nos tomó varios meses quitar los escombros y reparar el techo sobre nuestro señor, todos trabajamos duramente para verlo hecho, profetas, guerreros, anubistah … ninguno rechazaría la tarea de quitar la piedra del cuerpo.

Una vez que logramos liberarlo, los Profetas restantes se pusieron a trabajar en nuestra tarea más importante. Antes de que las razas menores llegaran por segunda vez, C’thun pudo susurrarnos, a nosotros … sus sirvientes. Nuestros destripamentes intentaron descifrar lo que el Maestro intentaba decirnos, pero muchos se volvieron locos al hacerlo, por más que lo intentamos se había quedado en silencio y apenas podíamos sentir su presencia.

Y así, hoy, los Profetas permanecen y se reúnen alrededor del cuerpo y utilizamos todos nuestros poderes mentales para abrirnos hacia C’thun.
Era como lo había hecho el profeta Skeram hace incontables años, escrito en su diario.

Aquí es donde estoy ahora, entre mis parientes y ante mi Maestro, inhalando el aroma de la muerte en mi pecho, exhalé con un escalofrío y abrí la mente.

‘‘Por favor, maestro. Guíanos una vez más
Dime cual es tu testamento
Por favor … háblame … revelate … una vez más.’’

Salí de la cámara sintiéndome exhausto como siempre. Los destripamentes cumplieron con su deber. Eventualmente, aunque todos nos rendimos en un momento u otro y nos vimos obligados a dejar atrás a nuestro señor para descansar después de que incluso varios destripamentes se desmayasen para no despertar, nos dimos cuenta de la importancia del descanso.

Una voz familiar pero temida sonó y me encontré hablando antes de darme la vuelta.

“Lord Yaru”.

Saludé mientras mi compañero se acercaba por detrás, su caparazón brillaba de un rojo a otro. Despreciaba ese color así como su voz irritante.

“Parecías … distraído hoy. ¿Hay algo que preocupa tus pensamientos?”

No estaba dispuesto a admitir mis pensamientos descarriados y sacudí la cabeza.

“No, en absoluto. Solo me pareció apropiado pagarle a la creación del Maestro el respeto que merecía, es todo. No hay nada de qué preocuparse”.

“Esa es la señal de alguien cuyos pensamientos no son los suyos. Tal vez estás empezando a perder tu ventaja”.

“Estás equivocado,Yaru, no hay nada de eso en mi mente. Debo despedirte ahora, necesito descansar”.

Ignoré cualquier otra cosa que pudiera haberme dicho abandonando la entrada a la cámara tan rápido como mis piernas pudieron, así que caminé de aquí para allá, ese maldito insufrible, ¡Cómo se atrevía a hablarme de esa manera ante la presencia de C’thun!
¿Cuánto tiempo más debo soportar su insoportable idiotez? No lo sé.

Esa noche, cuando regresé a mi casa …

¿Seguía sintiendo la misma inquietud que experimentaba hace horas cuando me dirigía a donde estaba el Maestro?
¿Por qué habían muerto tantos de nuestros guerreros más fuertes y poderosos y, sin embargo, aquellos como Ayss y yo sobrevivimos?

Las razas menores no conocían la misericordia y no perdonaban nada en su camino.

¿Por qué no se aseguraron de que todos estuviéramos muertos cuando tomaron la vida del Maestro? ¿Por qué no pensarían que no trataríamos de …?

Ah … oh … ellos … sabían que nosotros … no haríamos nada sin C’thun. Sabían que sin alguien que nos diera órdenes no les haríamos nada. Es la única razón lógica … sin nuestros emperadores y nuestro Dios, ¿qué somos ahora?

Mis pasos comenzaron a volverse torpes, esta revelación era demasiado para mi mente, me desplomé contra una pared cercana, mi respiración se volvió irregular y mi visión borrosa por la intensidad de tal verdad.
Nos dejaron aquí porque sabían que sin guía moriríamos, por mucho que quisiera negarlo, parecía ser la única verdad, nuestra falta de energía, nuestros números decrecientes, las pilas de cadáveres, todos hemos estado en el camino a nuestras tumbas y ni siquiera nos dimos cuenta. Nos reunimos alrededor de un cadáver en busca de orientación, escuchando el silencio de la muerte para llegar a un futuro que no existe.

¡¿ Cómo podríamos estar tan ciegos ante nuestra propia desaparición ?!

Mis pensamientos comenzaron a manifestarse, despedazando pedazos de las paredes, mi guardarropa estalló en llamas mientras seguía adelante con mi propio desprecio e ira.
Un remolino de emociones me superó, el miedo a mi propia revelación del presente y ahora de nuestro futuro. Incluso emociones que no pude describir porque nunca las había experimentado antes. No podía respirar, mi visión se desvanecía rápidamente y ya nada tenía sentido para mí. Combinado con el esfuerzo de abrir mi mente a la presencia de un cadáver fue demasiado grande para que pudiera soportarlo todo de una vez.
Tropezando en el centro de mi habitación en ruinas, me desplomé, la última imagen que mis ojos pudieron ver fue el suelo que se acercaba rápidamente.

La voz de mi guardia atravesó el velo de la oscuridad y me desperté para encontrarme tirado en el suelo de mis habitaciones. Eché un vistazo rápido a mi alrededor y descubrí que lo que ocurrió la noche anterior no era un sueño. Los muebles yacían en pedazos destruidos esparcidos por la cámara y las grietas recorrían el largo techo y amenazaba con ceder por la intensidad de mi arrebato.

La voz de Ayss una vez más me sacó de mis propios pensamientos y pude oler el aroma distintivo del cobre en el aire, algo que no había experimentado desde que la Ciudad fue invadida.
Algo húmedo estaba en mis labios y cuidadosamente levanté mi brazo para limpiar lo que había debajo de mi velo. La mancha en mi túnica confirmó mi sospecha, utilicé mis habilidades mentales cuando había agotado por completo la energía que tenía el día anterior. Me desmayé porque estaba agotado emocional y mentalmente y probablemente estaba experimentando una convulsión antes de desmayarme.

“Yo … estoy vivo”.

Le dije a mi criado que luego procedió a ayudarme a levantarme del suelo y ponerme de pie.

“¿Necesitas agua, sí?”

Preguntó. Ayss no era un hombre medicinal ni tenía conocimiento del cuerpo y de lo que necesitaba. ¿Por qué lo haría él? Él no es más que un guerrero, pero tenía razón en ese sentido. La hidratación es lo que mi cuerpo necesita ahora y también descansar, pero no puedo permitirme estar inactivo por más tiempo.

“Mi sirviente”

Comencé llamando su atención de inmediato mientras me volvía hacia él con más pasión y más vivacidad que él había visto de mí en toda su vida.

“Tengo … he previsto el futuro”.

Sus ojos se abrieron inclinándose hacia adelante para escuchar mejor mi visión del futuro.

"He visto la muerte, Ayss. Muerte miserable, lenta y agonizante en nuestro futuro. No solo la tuya y no solo la mía, sino la de todos los Qiraji. Si continuamos por el camino que caminamos ahora, todos moriremos en esta ciudad. Pero no es un destino definitivo ".

Ayss retrocedió varios pasos, incapaz de entender lo que acababa de decirle. ¿Cambiar el futuro? Cómo podría ser posible, había previsto lo que iba a suceder y cualquier acción tomada o no alteraría su resultado.

"Me doy cuenta más que tú de que la profecía de un Profeta es definitiva. Si hubiera visto nuestra desaparición, seguramente la veremos. Pero Ayss, ahora sé lo que debo hacer para alterarla. Por imposible que parezca, el futuro puede ser alterado … solo te pido tu lealtad, te pido que si te llamo respondas a mi llamada y luches por mí.

Sabía cuál sería su respuesta. Lo supe cuando dudó y trató de pensar en lo que le había dicho. Lo supe cuando gruñó de frustración antes de arrodillarse ante mí.


Continuará …


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La interminable metrópolis se alzaba ante ellos, una ciudad de características incomprensibles para unos simples mortales les abrazaba en su seno, el cielo siempre nublado, los miles de obeliscos y edificaciones que salpicaban el horizonte, el ambiente de locura inundado de sonidos incomprensibles para ellos intentando acabar con su cordura al igual que el gusto a una mezcla entre hierro, sangre y arena en sus bocas en una urbe como ninguna como hubieran conocido jamás, una que dejaba hasta a la mismísimas Ventormenta, Suramar, Ogrimmar y Dalaran como meros poblados

Allí estaban ellos 3, en una pequeña plaza inauditamente desértica a lo que el pícaro cubrió en las sombras a los enanos usando magia de la oscuridad

  • Siganme rápido y en silencio, no os podré mantener mucho tiempo ocultos.
    Ambos asintieron y entraron en un edificio colindante cuya cerradura no fue rival para las manos del pícaro, ya dentro subieron hasta la planta superior en la que se agotó la ocultación y subieron al terrado

  • Ny’alotha cuanto tiempo desde la última visita, ojalá no hubiera tenido que volver suspiró el enano no muerto

  • ¿Que…es…esta ciudad…? noto una presencia, como si hubieran mil ojos observándome, es una presión inquietante. dijo el enano mientras el kultirano observaba la ciudad

  • Es N’zoth, yo también noto su presencia, nuestra principal baza es nuestra cordura y el lo sabe, va a intentar acabar con ella para hacernos sucumbir así que vamos a mantenerla, no sucumban pues vamos a acabar con el, que no os intimide el enano no muerto dijo aquello muy seriamente y por supuesto si algún aliado sucumbe a N’zoth me temo que tendremos que matarlo.
    El kultirano se dio media vuelta hablando de ello, ¿donde están nuestros aliados? no logro ver más que la locura en las calles.

  • Todo a su debido tiempo, tarde o temprano nos los encontraremos, ahora mismo nuestra principal misión es sobrevivir y encontrar donde esta.

  • El kultirano señaló al firmamento, donde la colosal criatura de mil ojos naranjas dominaba sus dominios ¿no es evidente?.

  • ¿¿¿Tenemos que…enfrentarnos a esa cosa???, Es imposible que derrotemos a esa mole en su dominio, ¿Acaso…acaso trabajas para el y nos has traido para entregarnos?. el asustado paladín no dejaba de mirar a N’zoth

  • ¡No sucumbas!, eso es lo que el quiere, que dudemos de nosotros mismos.

  • el kultirano se quedó mirando ¿Pero tu has visto eso? es un Dios Antiguo ¿de verdad crees que vamos a poder derrotarlo?

  • Ya lo matamos en mi pasado y volveremos a matarlo otra vez de eso no te quepa duda pero sin tan asustado estas adelante, sal por ese portal y regresa a casa, yo ocupare tu puesto.

  • El paladín dio varias vueltas por el terrado nervioso, no pensaba dejarlos solos ante una muerte segura, pero le aterraba morir ante el dios antiguo y lo que este le haría también a su alma, le aterraba padecer una eternidad de sufrimiento y tampoco confiaba en que llegasen aliados, de todas formas ¿si necesitaron un ejercito tan inmerso para acabar con un vulgar general como iban a acabar 2 enanos y un kultirano con todo un dios antíguo?
    -El kultirano se puso a su lado No te preocupes, vamos a acabar con un avatar, como los grupos de héroes que acabaron con C’thun y Yogg’saron. De hecho la mitología dice que N’zoth es el más débil de los 4 Dioses Antíguos.

  • Mientes, si fuera así ya estarían invadiendo la ciudad ¿tu ves a alguien aquí? por que yo no.

  • Pero tiene razón en una cosa el no muerto se puso a su otro lado es el más débil de los 4, el confía en su intelecto y sus dotes de negociación y persuasión, pero físicamente es el más débil pues ha delegado la parte más física en otros.
    Como te dije antes, nuestra baza es nuestra cordura, cuerpo a cuerpo hay muchos seres que podrían derrotarlo.

  • Siento haber desconfiado en ti, es que este lugar parece construido para enloquecer, si no acabamos con el aquí y ahora nuestro mundo esta condenado, cuenten conmigo.

  • Pues ya está, deberíamos movernos hacia el interior, pero me extraña mucho que esta zona esté vacía, es como si alguien lo hubiera preparado para recibirnos. los sentidos del kultirano estaban en alerta contínua

  • Relajate, se que para ti eso es difícil pero en efecto es otro juego psicológico de N’zoth, quiere hacer que te agotes mentalmente para facilitar que sucumbas, este lugar esta vacío de verdad. arrojó un cascote suelto a una cristalera del edificio que tenían enfrente, estallando en mil pedazos con un sonoro estruendo

  • ¿!QUE HACES!? ahora sabrán que estamos aquí enano muerto demente.

  • No hay nadie a varias millas a la redonda, esto llevará vacío semanas pues lo han preparado así, relájate y hagamos de esto nuestra sede temporal, en eso tienes razón, no podemos lanzarnos a ciegas.

  • Tienes razón, siento haberte llamado enano muerto demente el kultirano suspiró este lugar es de locos…heh.

  • Entonces lo primero que deberíamos hacer es buscar aliados ¿no yo futuro?

  • Claro, y no me llames “yo futuro”, digamos que tu eres Rhod y yo soy…Rhok, es más cómodo que “yo presente y yo futuro”.

  • Claro, notó su estómago rugir claro llevamos bastante tiempo sin comer.

  • Deberían comer.

  • ¿No piensas comer nada? Preguntó el kultirano

  • La comida y el agua aquí son recursos valiosos, os recuerdo que estoy muerto por lo cual no necesito ninguno de esos recursos.

  • Convierteme en caballero de la muerte y Rhod tendrá el doble de comida.

  • Créeme que no quieres serlo, es un paso muy duro y es muy difícil asimilarlo.

  • Le miró seriamente y le habló decidido Si por lo que fuera muriese aquí levantame, no pienso morir aquí y dejar al mundo en peligro, no mientras pueda usar este cuerpo, aunque esté muerto.

  • Esas palabras le recordó su decisión en Andorhal Claro, te lo juro entonces, serás levantado si mueres aquí para servirme en la no muerte.

  • Gracias, así será entonces, espero salir de aquí vivo claro.

Continuará

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El caballero Aiden regresa de entre los muertos… todo lo posible dentro de su condición de dk


—Este ascensor es lentísimo, Aiden —dijo la paladín tras resoplar con una mueca de hastío—. Parece que llevemos un mes bajando.

El caballero de la muerte se encogió de hombros.

—Dije que era eficaz, no que fuese rápido. Además, lo prefiero así. Cuanto más abajo estamos más grietas de azerita hay por las paredes.

—Mejor llegar demasiado despacio que demasiado rápido, ¿verdad? —repuso ella sonriendo.

Aiden asintió en silencio, dando por acabada la conversación. La magia de muerte de su guadaña se filtraba como una luz densa y perezosa a través de su metal, inundando el centro de la plataforma metálica con un brillo espectral. Los mecanismos del ascensor traqueteaban ligeramente a medida que descendía al inframundo, arropando la desnuda quietud que los acompañó durante un par de largos minutos antes de que Valerie volviera a hablar.

—Oye, respecto a lo de antes…

—No es nada.

—Si lo ha sido —insistió ella—. Quisiera disculparme.

—No hace falta que…

Un desagradable roce metálico le robó las palabras de la boca un latido antes de que la plataforma parase de golpe. Las cadenas astrales se agitaron con violencia repentina y ambos guerreros se tambalearon intentando guardar el equilibrio.

— ¿Qué ha pasado? —Aiden enarboló su guadaña, preparándose para lo peor.

—Agh, ¡dita sea! —Murmuró la paladín—. Hay un cristal de azerita enorme que mana de la pared. Ha atascado el ascensor.

Aiden relajó su guardia y se acercó a Valerie, quien se había arrodillado para asomarse al borde.

— ¿Crees que puedes absorberla con tu espada desde aquí?

—Está muy lejos para eso. Aunque creo que puedo romperla con una Sentencia de ejecución. Hazte a un lado.

El caballero de la muerte obedeció y se apartó unos cuantos pasos de la paladín. Ella puso la espada en alto y apoyó la palma de la mano sobre el filo antes de lanzar una rápida oración. La Luz Sagrada no dudó un instante en responderla, y un aura sagrada de brillante oro y centelleante plata la envolvió como un manto de divinidad.

Alzó su espada con un rápido movimiento hacia los cielos, acumulando el poder que la Luz le había concedido para dar forma a un colosal martillo de juez, un holograma dorado y chispeante; pero tan sólido y material como ella misma. Solo un gesto bastó para que el martillo descendiera como el relámpago cae sobre las torres más altas de la Catedral de Ventormenta, golpeando el gran cristal de azerita.

Un gran destello de luz cegó al caballero de la muerte, que refugió su mirada tras las sombras de su capucha. Instantes después llegó el trueno, un intenso y agradable sonido cristalino que recordaba al repicar de las campanas de boda, y la azerita fragmentada cayó libre por el abismo.

Un chasquido resonó sobre sus cabezas y el ascensor reanudó su camino.

—Asunto arreglado —se sacudió las manos con aire orgulloso—. Ya no deberíamos tener más problemas para bajar.

Pero a los problemas les gusta la ironía, y antes de que pudieran decir nada una luz roja iluminó todo el túnel del ascensor. La magia de la azerita serpenteaba por las paredes como la hiedra de crecimiento acelerado que los druidas utilizaban para enredar a sus presas antes de darlas el golpe de gracia; una alarma estridente y pausada la siguió, heraldo de las decenas de compuertas que se abrían sobre ellos, dando paso a los guardianes mecánicos del complejo, los cuales no dudaron instante alguno en lanzarse a la plataforma armas en ristre.

Aiden y Valerie se pusieron espalda con espalda empuñando sus armas. Los defensores Uldorus, robots con una esbelta figura humanoide que portaban espadas, escudos y lanzas, cerraron poco a poco el circulo sobre ellos; aun así, no consiguieron evitar que Aiden sonriera burlón a su compañera.

—Ni se te ocurra decirme que…

—Lo has gafado.

—Dita sea —rezongó ella—. ¿Sabes qué? Veamos quien derrota a más de estos autómatas. El que pierda paga una ronda.

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• Parte IV •

Caminamos por las calles de Ahn’Qiraj sin oposición. A lo largo del camino vi el mismo escarabajo del que había sido testigo antes, todavía tirando de los caparazones amontonados inútilmente. Mis ojos se entrecerraron y respiré profundamente antes de llegar a mi mente.

En años anteriores, habría escuchado los pensamientos de mis hermanos, todos los Profetas utilizando sus mentes para ordenar y controlar los eventos en Ahn’Qiraj. Ahora solo había un silencio ensordecedor …

Mi voz hizo eco en las mentes de los silítidos mas simples, cada uno de ellos deteniéndose en cualquier tarea que tuvieran en ese momento a mi orden.

“Reúne los huevos que encuentres, introdúcelos en ambar y prepárate para salir de la ciudad”

Mi mente hizo eco en el silencio y la ciudad de repente se llenó de actividad y movimiento. Las colmenas se agitaron cuando sus habitantes volvieron a la vida. Los escuché, las llamadas resonantes de cientos de trabajadores de silítidos, avispas, gusanos e incluso un coloso.

Lord Kri y sus dos hermanos había sobrevivido a sus heridas y estaban en hibernación profunda en la cámara recuperándose de los horribles golpes que les habían infligido. Al despertar de sus sueños, estaban listos para responder a mi llamada y se movieron a la superficie, su fuerza seguramente sería una bendición para mi causa. Cuán emocionado estaba de haber convocado a la ciudad de esta manera, de haberle ordenado tal poder sobre ellos …

Pero aún quedaba mucho por hacer, el Qiraji seguía sin darse cuenta de lo que estaba sucediendo y necesitaba moverme rápidamente.

Subí los escalones del templo una vez más y descendí a sus profundidades, Ayss se vio obligado a hacer un esfuerzo para permanecer a mi lado.

Entramos en los túneles, los pasillos serpenteantes se llenaron de Silítidos mientras se apresuraban a cumplir sus órdenes.

Ayss asintió lentamente y tomó su lugar entre los otros Gladiadores y Guerreros mientras me dirigía a la cámara del Maestro. El cadáver todavía me llenaba de tanta pesadez … pero ahora estaba lleno de una resolución que no creía que fuera posible sin él. Los otros Profetas no me prestaron atención, todos simplemente habían agotado sus mentes al tratar de contactar al Maestro … C’Thun.
Respiré hondo y exhalé, vacié mi mente de todas las distracciones, cada onza de poder que tenía sería necesaria para esta hazaña de poder psíquico. Llegué hacia arriba y pude ver como la estructura estaba en ruinas, el daño que sufrió durante la primera invasión, La guerra del mar de dunas y la posterior interferencia de Cho’Gall … levanté la piedra con mi mente y exhalé una vez más porque sabía lo que estaba por venir.

Reuniendo toda la fuerza psíquica mantuve la piedra firme por unos momentos antes de ceder y dejarla caer sobre el cuerpo de nuestro Dios.

La acción sacó a muchos de los Profetas de sus reverencias mirando al techo derrumbado con expresiones completamente mortificadas.

“¿Qué … qué has hecho?”

Yaru extendía sus brazos hacia C’Thun mientras luchaba por comprender lo que acababa de suceder y lo que todavía estaba ocurriendo.

“He previsto lo que se debe hacer. Pongo a nuestro Maestro a descansar”.

Respondí con determinación, aún utilizando mi mente para derribar no solo la cámara sino también el edificio que la rodeaba. La cámara comenzó a moverse cuando sus soportes cedieron, sacando a los Profetas de su veneración y causando pánico entre ellos.

Lord Yura no se disuadió tan fácilmente y la incredulidad dio paso a la ira y gruñó como una Avispa Silítida antes de arrojarme al suelo.

“¡Traidor! ¡Traicionarías a nuestro Maestro!”

Incluso ahora, mientras aullaba, su voz no era más que irritante. Sin embargo, no pude resistir su golpe mental mientras mi cuerpo estaba siendo torturado. Pero debía terminar lo que comencé.

“He visto nuestro futuro, no está aquí al lado de nuestro Maestro. ¡Si realmente deseas honrar su memoria, entonces seguirás a tu Profeta!”

No esperé para ver si me seguirían. Si lo hicieran, podrían haber visto la falsedad en mi visión. Mi profecía es falsa, pero servirá como un medio para asegurar que mi gente sobreviva.

El Templo se tambaleó una vez más y supe que la estructura no iba a permanecer estable por más tiempo, sin embargo, antes de que pudiera comenzar a subir la rampa, sentí otro retumbar pero debajo de nosotros esta vez y me volví para mirar hacia donde estaba el cuerpo de C’Thun.

El último grito de muerte de mi amo y señor una vez fue enterrado debajo de su templo … una última vez más.
Lancé una barrera psíquica y vertí todo lo que pude en estabilizarla antes de que la oscuridad me alcanzara. El lamento de un Dios moribundo hizo eco en mi mente cuando colapsé.

“… ati … ¡Skati!”

Mis ojos se abrieron lentamente y me encontré mirando hacia arriba a través de una visión borrosa. Sobre su espalda estaba evitando que un gran bloque de piedra me aplastara y quedé aturdido por la gravedad de la situación.

“Mi Profeta, debemos irnos de inmediato, ¡todo se viene abajo!”

El Gladiador me instó mientras movía la piedra de su espalda hacia el suelo con un ruido sordo. Apresurándome sobre mis piernas, nos giramos para huir de la cámara colapsada. Los guardias que una vez estuvieron fuera de la cámara se han ido y Ayss nos dijo que fuéramos a la superficie. Ya sea que lo supiera o no, el Gladiador serviría como Rajaxx lo hizo una vez para nuestra gente, ya que si él está a mi servicio tendré control sin oposición sobre el Qiraji restante.

Para que mi plan funcione no debe haber divisiones entre nuestros parientes.

A través de los túneles nos apuramos cuando las paredes a nuestro alrededor comenzaron a resquebrajarse y ceder. Trozos del techo cayeron al suelo y nos obligaron a evitarlos lo mejor que pudimos. Afortunadamente, ninguno de nosotros estaba en grave peligro, las cámaras por las que pasamos se vaciaron, lo que solo confirmó el control que ahora ejercía sobre el Silítido en servicio.

Finalmente vimos la luz del día ante nosotros y los Guerreros que Ayss había mandado a la superficie nos esperaban allí.

“¡Ve! ¡Corre por tus vidas, al menos esta ciudad sea tu tumba!”

Les grité a ambos a través de mi voz y mi mente, sacudiéndolos a todos en movimiento mientras huíamos del Templo. Mirando hacia atrás, presencié cómo la estructura se hundía en la tierra y enterraba lo que yacía en sus confines. No pasaría mucho tiempo antes de que el suelo siguiera cediendo y tan cansado como mis extremidades se estaban volviendo, supe que si muriera, todo lo que habría hecho hasta ahora habría sido en vano.

Los edificios comenzaban a colapsarse y las secciones del suelo simplemente caían en la oscuridad. Montones de caparazones se volcaron y bloquearon nuestro camino que fueron destruidos por mis pulsos psíquicos.

Cuando nos apresuramos a doblar la esquina de una calle pude vislumbrar una vista familiar y no pude evitar detenerme ante la ridiculez, el mismo escarabajo todavía intentaba tirar del caparazón que fue liberado de un pilar caído. El pobre silítido debió haber sido incapaz de escuchar correctamente las instrucciones, pero después de todo lo que había hecho, dejarlo atrás parecería hipócrita, entonces levanté aquel pilar con un poco de mi poder y le forcé a abandonar su trabajo.

Finalmente, la puerta principal estaba a la vista y Ayss se detuvo justo antes de que me apurara por haber recogido el escarabajo. Sentí que la tierra se movía y cedía bajo mis piernas y con un último estallido de velocidad, me impulsé hacia adelante cuando el camino se derrumbó frente a mí. La ingravidez pronto cedió al tirón de la gravedad y sentí que descendía hacia abajo antes de ser detenida repentinamente cuando Ayss agarró mi túnica.

“¡Te tengo mi Profeta! ¡No te dejaré ir!”

Con poco esfuerzo, él retrocedió y me llevó al suelo, jadeando fuertemente me moví por la puerta y me adentré en el desierto más allá de la ciudad. Ante mí estaban los restos de Ahn’Qiraj. Ya estaba hecho, había logrado hacer lo imposible, el cadáver de C’Thun estaba ahora por siempre más allá de los alcances de cualquiera, Ahn’Qiraj en sí era su tumba ahora, era la ciudad en la que habíamos nacido, pero a través de mi intervención, no sería la ciudad donde moriríamos.

La ciudad derrumbada había caído en la oscuridad donde permanecería para siempre. Una ciudad muerta era ahora una tumba para un dios muerto.

“Mi profeta.”
Ayss se paró frente a mí, arrodillándose y dando a toda nuestra gente razones para hacer lo mismo. Me miraron ahora, confiaron en mi visión para guiarlos hacia un nuevo futuro y se arrodillaron tal como lo hizo mi sirviente. Todavía aferrado al Escarabajo que había rescatado, me alegré de usar mi velo porque ocultaba la alegría que estaba expresando.

“Somos tuyos. ¿Qué quieres que hagamos ahora?”

Preguntó Ayss. Miré hacia arriba, más allá de la dura arena del desierto y el sol, mientras las razas menores se reunieron en medio de Silithus.

“¿Ahora? Forjamos nuestro futuro”.

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• Parte V •

Estaba en el profundo Silithus a más de unas pocas millas del Muro de Escarabajo cuando encontré una de las guardias guerreras qiraji. Es extraño que ella y su especie tuvieran piel, a diferencia de cualquier otro tipo de qiraji. Cubierta con ropa larga y colgante y un peto corto. Su rostro oculto por un velo dejando ver sus ojos, brillantes orbes de color verde azulado.

Ante su voz, la mujer qiraji detuvo su vuelo desesperado, mirándome y revoloteando. Sus alas insectoides latían rápido, manteniéndola erguida mientras me observaba. Sabía lo que ella vería: un brujo encapuchado de piel oscura, una túnica morada oscura y un bastón desgastado con una cabeza de cristal verde.
Sin embargo, no atacó, lo que decía que algo había cambiado con su especie desde la muerte de C’Thun.
S’hin, que así se hacía llamar, decidió darme una oportunidad.

“Tengo comida y agua si quieres”

El qiraji vaciló, observando con los ojos entrecerrados, cuando estuvo cerca, lo suficiente para que su guadaña oculta lo degollase o para que él lo destruyera con un hechizo, ambos se detuvieron, tensos y desconfiados hasta que el profeta sonrió pasados algunos segundos.
Se quitó la capucha mostrando el cabello oscuro.

Sin embargo, Bug’syr, como se refería a él, levantó sus brazos, revelando las protuberancias rojas puntiagudas.

“Bueno … ¿Quieres que deje caer el velo y te lo sirva?”

Bug’syr la miró fijamente sin expresión, sin respuesta. Se dio cuenta de que ella no podía hablar, aunque si entenderlo.

“Está bien, debes trabajar para pasar de la telepatía controlada por la mente a la lengua común. Conocí a vuestra reina Sartura hablar muy bien, así que no actúes como si no fuera posible”.

Detrás de ese velo, un grito terrible e inhumano se proyectó en su mente. El segundo intento fue más tranquilo pero no sirvió de mucho.
Bug’syr tocó suavemente la arena inclinándose, luego lentamente asintió con la cabeza.

¿Ella tenía dientes? ¿No podría ella masticar? Oh, estaba tan interesado en ella …

“Entonces, además de morir de sed y hambre, ¿qué estás haciendo aquí en el desierto?”

Uno de los brazos señaló hacia el sur, exactamente hacia las ruinas de Ahn’Qiraj.
Sus alas la levantaron del suelo nuevamente y ella se movió en esa dirección.

Entonces estás buscando algo. Algo de Ahn’Qiraj, ¿o tal vez tu familia está allí?

S’hin asintió rápidamente, haciéndole saber que estaba en lo correcto. Siguió intentándolo.

“¿Estás buscando un objeto, como un arma o …”

Ella sacudía la cabeza.

“¿Información entonces? No puedes hablar, pero la telepatía … ¿No? ¿Quizás una persona?”

Ella asintió de nuevo y él levantó las cejas.

Aquello se estaba volviendo divertido.

“¿Una persona específica?”

Un temblor vacilante, luego un asentimiento y otro batido. Él sonrió.

“Si no estás segura, puedes encogerte de hombros, así. Pero quizás quieras decir que estás buscando a alguien,¿verdad?”

Finalmente, S’hin asintió rápidamente y un pequeño sonido escapó de sus labios como si estuviera emocionada. Algo sobre la situación la hizo sonreír. Estaba aquí en Silithus por una razón, pero … francamente, no era realmente importante que lo hiciera de inmediato.

“Te ayudaré, pero será mejor que tengamos algún método de comunicación. Este ‘sí’ o ‘no’ se volverá muy agotador”.

De repente, ella voló hacia él descubriendo su rostro, sus ojos se clavaron en los de el capturando cada fibra de su atención …
Su frente tocó la de él. La mente de S’hin explotó en visiones, recuerdos unidos en una comunicación que era completamente ajena incapaz de comprender. Estaba dentro de Ahn’Qiraj nuevamente después de los estragos causados ​​por aquellos hombres de carne.
Otro recuerdo, unos pocos hombres verdes de carne con hachas vieron a sus hermanas, y con ruidos fuertes en la boca comenzaron a correr hacia ellas. Pelearon y murieron, los hombres verdes de carne eran más fuertes pero las hermanas les superaban en numero y apenas lograron ganar la pelea. Confusión, miedo. Querían estar a salvo.

Más hombres de carne, estos morados, y más de sus hermanas murieron. Más miedo. El nido se alejaba más, esperando no ser encontradas nuevamente. Menos hermanas están con ellas ahora. Ninguna es digna de reproducirse; sin reinas

Hermanos vienen. Quieren irse, atacar a los hombres de carne nuevamente. Sus hermanas argumentan que la reina está demasiado débil. Traición. Más peleas. Hermanos y hermanas mueren. Las hermanas huyen pero ningún lugar es seguro. Confusión. Miedo. Miedo. Miedo. Ellas necesitan ayuda. Alguien necesita ayudarlas.

Esos eran sus recuerdos y ella … los plantó en su mente, lo hizo ver, lo hizo saber.

“Desea migrar de Silithus, queremos vivir en otro lugar y quiero mostrarle dónde sería seguro”.

Sacudió la cabeza para despejar la última neblina, luego se enderezó, recobrándose. Mirándola a los ojos, él dijo:

Puedo guiarte, llevarte a un lugar, pero si quieres un lugar seguro para vivir tendrás que estar preparada, el mundo fuera del templo es la guerra y el infierno.

Respiró hondo, mirando las llanuras arenosas a su alrededor, luego la miró de nuevo. Por sus recuerdos, él reconoció que tenía miedo. Suspiró, sabía lo que podía hacer, pero no era una decisión que debía tomarse a la ligera. Tenía que estar absolutamente seguro de eso, sabiendo que cambiaría toda su vida.
También sería peligroso, incluso si estuviera seguro de poder confiar en los Guardias de batalla qiraji. Siempre quiso ayudar a los suyos y marcar la diferencia, había tomado un camino oscuro para lograr ese objetivo.

A pesar de la extraña posibilidad de encontrarse aquí, a pesar de la aparente facilidad de las cosas, sabía lo que sucedería cuando tomara su decisión. Finalmente, cerró sus dudas recurrentes, dándose cuenta de que realmente no le importaba. No era como si tuviera planes específicos para su futuro de todos modos; Incluso … podría ser divertido.

“Muy bien, escúchame. En lugar de tratar de establecerte en algún lugar cercano, puedes quedarte conmigo. He viajado por el mundo, sé qué formas son seguras y cuáles no. Tendrás que estar lista para combatir de nuevo. Si llega la oportunidad encontramos un lugar, estarías bajo mi liderazgo, pero creo que … según tus recuerdos, es lo que quieres. Alguien que reemplace a C’Thun y os guíe de nuevo”.

Sin embargo, S’hin no dio una respuesta real a la propuesta, solo otro gesto hacia las ruinas de Ahn’Qiraj.

Al caer la noche, Se detuvieron para acampar y descansar. Compartieron néctar y con la aprobación de S’hin hizo que el pan se empapara. Ella hizo una mueca, pero la comida era comida. El frío comenzó a helar las arenas rápidamente mientras comían, hasta que Bug’syr encendió una hoguera en cuestión de segundos. Algo demasiado fácil para un brujo.


Continuará …


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Los abrasadores rayos del sol caían sin cuartel sobre las yermas tierras de Durotar cuando un búho violáceo atravesó a toda velocidad el desierto hasta detenerse súbitamente y posarse en una formación rocosa para escudriñar el terreno. Lentamente el búho fue creciendo en tamaño y cambiando de forma en medio de un fulgor plateado hasta revelar su verdadera forma kaldorei. El elfo bajó de un salto de la roca y se quedó quieto unos instantes, tratando de captar algo. Incluso desde aquella distancia, Lonvar podía percibir el sonido de las gigantescas máquinas de los orcos moldeando metal y roca, gracias al fino oído de su raza. El agujero que servía de capital a la Horda estaba lejos aún, ni siquiera se veía en el horizonte, pero aquel no era el único asentamiento de la facción en aquellas tierras. Con un salto volvió a transformarse en búho y se dirigió al bosque, volando a baja altura para evitar ser detectado por los vigías. Una vez cubierto por la familiar vegetación del bosque, se transformó en un majestuoso ciervo blanco y echó a correr sorteando los árboles con una pericia que solo alguien que había pasado siglos allí podría tener. Tras unos minutos, el sonido de las máquinas se hizo más intenso y el elfo se detuvo en el lindero del bosque, justo frente a una de las puertas de Orgrimmar. Camuflado entre las sombras, Lonvar volvió a su forma original sin hacer el más mínimo ruido y observó detenidamente los alrededores de la entrada. Un par de guardias custodiaban la zona, mientras varios civiles iban y venían. De pronto, un murmullo llamó su atención desde el mismo bosque, a unos pocos metros de donde él se encontraba. El Archidruida giró la cabeza para descubrir a un joven tauren ataviado con pieles que portaba un bulto rojizo en las manos. El tauren se adentró en el bosque, sellando así su fatal destino. Lonvar había podido percibir que el tauren era un druida, pero poco más que un simple novicio, así que se deslizó entre los árboles con sigilo y se situó a espaldas del tauren. El novicio bajó las manos con delicadeza, susurrando algo en su idioma, y el pequeño bulto rojizo, una ardilla, se estremeció un segundo antes de saltar de las manos del tauren y adentrarse correteando en el bosque. El novicio echó mano de su faltriquera y sacó unas semillas que hizo crecer en un instante haciendo uso de sus poderes. La planta tenía hermosas flores amarillas que brotaban sobre sus hojas y largos tallos verdes que se curvaban hacia abajo.

-Los tauren sois la raza más hipócrita que hay en este planeta-dijo Lonvar.

El novicio se sobresaltó notablemente y se volvió, desenvainando una daga.

-Eso no será necesario, bestia.-escupió el kaldorei chasqueando los dedos.

La planta que había cultivado el tauren comenzó a crecer a una velocidad pasmosa, enredándose sus tallos en el cuerpo del novicio e inmovilizándolo.

-Espera, yo soy Baren, uno de los Druidas de la Zarpa…-dijo el tauren revolviéndose para mostrar el grabado con el emblema de su Orden.

-No me importa tu Orden. No mereces ser un druida. Nosotros os enseñamos ese camino, y lo pagasteis quemando nuestro hogar-masculló el elfo.

-Yo nunca estuve a favor de Sylvanas. Ella ya no es nadie en la Horda. Ninguno de nosotros queríamos que lo de Teldrassil ocurriera…-comenzó Baren, pero se interrumpió cuando el filo de la guadaña de Lonvar rozó su barbilla.

-No te atrevas a mencionar el nombre de aquello que destruiste, bestia. Sin embargo, si tan arrepentido estás, te haré sentir el mismo dolor que sintieron mis hermanos cuando murieron calcinados a vuestras manos-dijo Lonvar.

El tauren cerró los ojos, y susurró una plegaria, quizá resignado a su inevitable destino o quizá tratando de demostrar que no era culpable. Sin embargo, eso no ablandó lo más mínimo al implacable archidruida, que alzó la guadaña con una mirada de puro odio emanando de sus ojos dorados. La hoja curva del arma, alzada al cielo, se envolvió en un halo de estrellas e inició su descenso, describiendo un arco plateado. Sin embargo, justo cuando el filo iba a impactar contra el pecho del tauren, una guja kaldorei emergió de la maleza e impactó contra la hoja de la guadaña, desviando el golpe y evitando lo que habría sido una muerte segura para el tauren. La pesada criatura, que seguía envuelta en las plantas invocadas por el elfo, abrió los ojos con sorpresa y suspiró. Lonvar, contrariado, escudriñaba la espesura en busca del dueño de la guja cuando un rostro conocido surgió de entre las sombras, acercándose al kaldorei. Los ojos plateados de la elfa se clavaron en los del elfo, que le devolvió la mirada.

-¿Qué demonios haces, Nalya? Pensaba que estabas en Boralus-dijo el elfo.

-Estaba. Pero no era más que un asunto de diplomacia, así que he decidido pasarme por aquí de camino a Hyjal, para ver cómo estaba el bosque-dijo ella.

-¿Por qué has detenido el golpe? ¿Acaso vas a apoyarlos?-preguntó Lonvar.

-Es un druida, Lonvar. Ellos nunca habrían apoyado los actos de Sylvanas.

-No me importa, Nayla. No me importa si son guerreros, chamanes, druidas, niños o herreros, todos los miembros de la Horda pagarán por lo que le hicieron a nuestro hogar y a nuestro pueblo-replicó el Archidruida.-Por favor, no quiero tener que pelear con un hermano. Y mucho menos contigo, Nalya. Lo sabes.

El kaldorei clavó sus ojos dorados en los de la Centinela, que le sostuvo la mirada unos instantes antes de bajar la cabeza y dar un paso atrás.

-Está bien, Lonvar. Haz lo que quieras. Solo espero que comprendas pronto que no todos los miembros de la Horda son como Sylvanas-dijo la elfa.

Nalya se dirigió con parsimonia a uno de los árboles cercanos, donde descansaba su sable de la noche, y se subió a él con un ágil movimiento. Tras dirigirle una última mirada, espoleó al felino y se perdió en la espesura.

-¿Ahora lo comprendes? La mayoría de nosotros no es como Brisaveloz. Ella es la única culpable de lo que pasó en Costa Oscura-jadeó el tauren.

Las vides que cubrían el cuello del tauren se tensaron y lo apretaron súbitamente, dejándolo sin respiración y haciéndolo toser violentamente.

-Silencio, bestia. Nalya siempre ha sido demasiado buena. Demasiado compasiva con los monstruos como tú.-escupió el Archidruida.

Lonvar alzó la guadaña de nuevo, causando que unos haces lunares de pura luz plateada descendieran del firmamento y rodearan al tauren, con un movimiento suave e hipnótico que recordaba a la seda de un vestido. Una vez más la hoja de la guadaña descendió, pero esta vez no encontró ningún obstáculo y la punta tocó el pecho del tauren, sin hundirse en la carne. Sin embargo, algo mucho peor que un corte esperaba a la bestia: los haces lunares se movieron al instante, envolviendo al tauren y fundiéndose con su carne. Trató de soltar un grito de dolor, pero sus cuerdas vocales no le respondían. El fuego lunar no afectaba al entorno, solo al objetivo. La carne del tauren humeaba mientras las vides se tensaban aún más y lo asfixiaban, todo ello ante la satisfecha mirada del kaldorei. Tras unos minutos de agonía, la pesada bestia colgó inerte de las vides, que comenzaron a arrastrarlo lentamente hasta hundir por completo el cadáver en la tierra húmeda.

-Este es el destino de aquellos que osaron atacarnos. Tor ilisar’thera’nal.

Cuando el cuerpo desapareció por completo y el silencio, solo interrumpido por el rumor de las hojas y el sonido de los animales, volvió al bosque, Lonvar adoptó su forma de búho y alzó el vuelo en dirección a Vallefresno.

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La gnoma observaba en silenció como la elfa desayunaba avidamente, mientras tomaba tímidos sorbos de una jarra con un contenido desconocido. Aunque la elfa intuía bien que era.

Entre mordisco y mordisco, Belter, miraba de reojo a la gnoma levantando la ceja. Estaba particularmente callada e intuía que en cierta manera la estudiaba, desde su asiento, al otro lado de la mesa.

La elfa ignoro el comportamiento de la gnoma y con voz ligeramente crispada preguntó.

– ¿Cual es el plan?

– Hay que ir a una ciudad… “diferente”. No está en Azeroth… Es complicado de explicar… Pero se de alguien que conoce como llegar. Las coordenadas.

La gnoma miraba al techo mientras tomaba pequeños sorbos de su jarra,ligeramente reclinada en su silla, pero la elfa sabia que la observaba por el rabillo del ojo.

– Esta vez no te aceptare que me reduzcas.

La gnoma puso cara de puchero, sin quitar ojo a su bebida y se limito a remover el contenido de la jarra agitándola en círculos.

– Entendido…

– Ni me quedo aquí.

La elfa tenia el ceño fruncido y daba pataditas a la mesa. Pero su voz era tranquila.

– No osaría…

La gnoma disimulo mirando de nuevo al techo.

– Ni llevare guarda-espaldas.

Belter mordió su tostada.

– Es aceptable…

La gnoma seguía rehuyendo la mirada de la elfa.

– ¿Es en esa ciudad donde está?

Por primera vez en todo el desayuno, Morda miró de forma directa a Belter, y esta que tenia expresión tranquila se sobresalto y con rapidez, arrugo el entrecejo para concederle un plus de seriedad a su estampa.

– En la ciudad esta un libro que podría recuperar tus recuerdos, lo he visto en el escrito del martillo crepuscular…

Belter relajó ligeramente su semblante.

– Aunque si, alli tb está tu enemiga…

La cara de Belter se volvió a arrugar con mas énfasis que antes.

– uh!! nuestra!! enemiga…

Sin decir nada, la elfa soltó la tostada, tomo su mochila y se dirigió a la salida…

– Vamos!!

Morda, a la espalda de Belter, y sin que esta pudiera verla, se permitió destensar la cara evidenciando cierta tristeza.

Su amiga había tomado una notable importancia para ella y la notaba convulsa tras todo lo sucedido.

Con un saltito, bajó de su silla y se encamino tras la elfa, no sin antes preguntarse hasta que punto, ella podría hacer algo o si debería esperar pacientemente. o incluso si todo lo ocurrido podría acarrerla una factura inaceptable.

Desde luego, ella seguía allí y dado su carácter, eso era notable. Pero aún así, temía que en la soledad de la noche, a su amiga le pesara lo ocurrido, quebrando su alma y cambiando su esencia.

La observo caminando hacia la puerta decidida. Se paso la mano por su pelo rubio platino pensativa y se dirigió a la carrera tras ella.


3 horas mas tarde…


El pueblo era pequeño y parecía desértico.

La gnoma caminó calle adelante, con su piruleta metida en la boca, mientras ojeaba un trozo de papiro. Belter la seguía, relajada y centrada en lo que veía a su alrededor. Belter era una elfa muy curiosa.

La gnoma, siguió hasta una callejuela y torció a la derecha. Miró un aparato que marcaba coordenadas y luego inspecciono una puerta rustica cerrada, delante de ella.

La Elfa leyó el cartel que había al lado de la puerta y abrió la boca para decir algo con cierta sorpresa en el rostro…

TOC TOC

La gnoma tocó sin despegar la mirada de su papel. Una elfa de sangre abrió y sonidos melódicos escaparon desde dentro del lugar.

– Mesa para dos!!

Dijo la gnoma, mientras doblaba el papel y lo metía en su mochila.

– Sigan me, guapas… ¿Su mesa habitual?

– Si esta libre, si.

La gnoma entró en el local con cierta tranquilidad, detrás la elfa que se puso como un tomate.

El local era clandestino y en la pista varias draneis bailaban danzas exóticas, y varios humanos musculados servian copas a todo el mundo.

– Ohh he visto un amigo… nos sentaremos con el. Gracias por todo…

La gnoma pasó de la cortesana y zig-zageo por el local, hasta una mesa, donde un enano hierro negro, distraido con el espectaculo, estaba sentado en solitario.

Se sentó sin que el enano la escuchara y arrimó otra silla para Belter… que no dejaba de mirar para todos lados, con ojos como platos, ante algo que ella jamas había visto en todos sus años de aventuras.

El enano, sonrriente giró despreocupado la cabeza y al ver a la gnoma, se sobresalto.

– Hola, viejo perezoso…

Belter, en aquel momento, reconoció a Borack, el viejo enano que se toparon en los tuneles, bajo la ciudad, en el culto a N’zod.

– Pero como?? – El enano, con expresión de sorpresa miró alrededor.

– Necesitamos una ayudita, viejo perezoso… Seguro que puedes hacer algo.

La gnoma tomo un par de copas de un camarero humano que paso a su lado, guiñandole un ojo y le ofrecio una a Belter que aun no habia tomado su color de cara ordinario.

– Ohh, sabes que por ti… lo que haga falta…

– Una entrada segura a Nyhalotha…

El enano golpeo con ambas manos sobre la mesa con la respiración alterada. Hasta belter le notó hemocionado, sin conocerlo de nada.

– Eso es grandioso!!!

– No te aceleres, solo quiero visitarla. Un guía me iría bien…

La gnoma tomo un trago de la copa, sin quitarle ojo a las bailarinas del escenario.

Belter miro a la gnoma, miro hacia donde miraba, y se volvió a poner roja.

– Sabes que tienes gente leal alli… será facil… Dame dos horas para organizarlo…

– Vale, vé! Te esperamos aquí.

La gnoma tomo otro sorbó completamente despreocupada…

– ¿De que conoces este sitió?

– ¿Quieres que te las presente? Son majisimas…

La elfa pario que intento ocultarse tras su jarra, le dio un trago y disimulo mirando para todas partes sin quererse quedar mirando nada concreto.

La gnoma la observo por un momento. No la sintió incomoda, solo no estaba adaptada a este tipo de lugares. Dibujo una sonrisa en su rostro y regresó al espectáculo.


4 horas mas tardes…


En un pequeño sótano, una grieta rezumaba un poder oscuro y ancestral.

Las dos amigas observaban como Borack, abría el portal, franqueado por dos enormes trolls, que les habían proporcionado ropa adecuada para el lugar a donde iban.

La gnoma, había tomado especial cuidado de que Belter llevara el broche de su familia, y el reloj de arena encontrado en las ruinas. Asi como una mochila bien equipada de enseres.

– Recuerda Belter, no te alejes de mi. Es peligroso.

Belter la miró sin decir nada.

– Borack, no quiero sorpresas…

El portal se abrió ante ellas…

– Este portal es seguro, No es la entrada principal y es mas tranquilo… Tranquila gran…

La gnoma le interrumpió.

– Entra primero viejo perezoso… veamos esa ciudad… –

Los 5 cruzaron el portal por turnos…

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Hacía días que habían avisado al rey Phaoris, tropas de la alianza y la horda empezaron a organizarse para entrar por aquel terrible portal a la ciudad durmiente.
Ny´alotha…
Había escuchado que algunos valientes estaban entrando por grupos o de forma individual para trazar un mapa.Preparando el ataque al dios antiguo.
No quería ni pensar en ello,en lo que escondía aquella ciudad maldita.
Ya se había infiltrado en Ulduar y salió viva de allí porque pudieron traer de vuelta a la cordura a los vigias,Freya,Hodir, Thorim…
No volvería a entablar combate contra un dios antiguo.
Los días se habían ido sucediendo entre poco más que salir a patrullar por Uldum,hablar con Shield y cuando él dormía pasear entre las ruinas y murallas de Ramkhaen.
El forjado no se manifestaba al respecto,no la presionaba ni le hablaba de formar parte del asalto a Ny´alotha.
Ka no quería que Shield se adentrase en aquel lugar,él no había sufrido de primera mano el juego de control mental al que un dios antiguo podía someter a un simple mortal llevándolo al borde de la locura o hacerlo entrar en lo más profundo de ella y perder su lucidez y sus recuerdos.
Y en aquella ocasión se había aferrado a la vida con todas sus fuerzas,a sus recuerdos, a su próxima boda.Y aún así casi pierde la cordura. No volvería a pasar.
Sabía de sobra que aunque su mente en su estado de no muerte era menos propensa a la corrupción de un dios antiguo no iba a entablar esa batalla otra vez, y eso que en ese momento podía decir que tenía motivos para volver a aferrarse a algo que la mantuviese cuerda.
Shield y la pequeña Niara,su casa de Exodar…y la pequeña posibilidad de formar por fin una familia,extraña sin duda y mal vista por muchos…pero su familia al fin de al cabo.
Pero esa razón pesaba de igual forma en el otro lado de la balanza.
Temía por Shield, por alguna razón pensaba que alguien tan noble como él que llevaba milenios luchando contra la legión no podría evitar sucumbir a algo tan poderoso y desconocido para él como los susurros de N´zoth.
No lo consideraba débil,al menos no fisicamente,pero no podía evitar pensar que la oscuridad haría mella en su mente como una guadaña sesga una vida.
Tenía su luz,su fe, a niara y quizás a ella misma pero…era como si un sexto sentido,una premonición le avisasen a gritos de que debían mantenerse lejos de Ny´alotha

El amanecer la encontró sentada en la muralla pensativa.
Decidió ir a la taberna,pedir un café muy caliente que se enfriaría al contacto con sus labios,una mera forma de parecer menos muerta. Algo que ultimamente empezaba a preocuparle.
Cambiaba…había ido cambiando paulativamente casi sin darse cuenta había ido recuperando parte de su humanidad. Y con ella muchos sentimientos que había olvidado,amor,compasión,diversión…felicidad? se preguntó mientras con paso decidido se dirigía a la taberna.
Quizás no felicidad,al menos no de todo mientras Azeroth estuviese amenazada por N´zoth.
Cuando iba a cruzar la puerta vio salir a Shield que miraba en todas direcciones.
-Me buscabas paladín?- preguntó sonriendo.
-Si-contestó Shield
-Salí a dar un paseo,a pensar y despejar la mente-contestó ella.
-Ka…
-Dime
-Están preparando una pequeña incursión en Ny´alotha.
Su rostro se endureció de forma repentina y su voz sepulcral se alzó de forma fría y cortante.
-No!! No voy a ir,es más,no VAMOS a ir Shield. Ni tú ni yo. No sabes a que te enfrentas créeme. Y Niara te necesita.
-No puedes…-comenzó a decir el forjado a modo de respuesta.
-Se que no puedo decidir por ti. Lo se…pero tengo una terrible premonición de lo que pasará si te adentras en esa maldita ciudad. Por favor Shield…no lo hagas- rogó Kasiopea-volvamos a Exodar,cojamos a Niara,vayámonos lejos…lo que me pidas,pero no entres en Ny´alotha amor,te lo suplico.
Shield nunca la había visto así,aterrada,ella tan valiente,casi una suicida parecía temer hasta el infinito lo que pudieran encontrarse allí.
Sabía que ya había enfrentado a un dios antiguo.
Se acercó a ella y la cogió por los hombros mientras inspiraba antes de contestarle.

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Shield sujetaba por los hombros a Ka,la genuina preocupación que la alzada demostraba,asi como la angustia reflejada en su bello rostro,habia puesto al forjado en estado de alerta. Ella rara vez mostraba miedo,ni temor,ni nada parecido,sin embargo se la veia aterrada…
Soltó una de sus manos,y le levantó la barbilla con delicadeza…
Mírame princesa,la entonación que utilizó al llamarla asi,hizo que la alzada sintiese un calor repentino por todo su cuerpo…un estremecimiento recorrió su cuerpo,y una sensación bienestar la envolvió. No era una cura,puesto que estas le causaban dolor,era algo difícil de explicar,pero la reconfortó inmediatamente…
Cuando alzó la mirada,encontró unos intensos ojos dorados,que parecían escudriñar su interior,hasta las profundidades del alma.
Kashiopea,el paladín uso su nombre completo,cosa que ella no recordaba haberle oido antes,y se sorprendió. Ven,acompañame un momento fuera por favor. Y tomándola de la mano,a pesar de su tacto gélido, que el paladín pareció no notar,comenzó a caminar hacia la salida.
Una vez fuera,el forjado le invitó a caminar,pero sin soltarla de la mano en ningún momento. Tras un silencioso paseo,llegaron a la orilla del lago Viirnal. Por el camino,permanecieron en silencio,mientras los vestigios del poder de N’zot,salpicaban el paisaje,sin embargo estaba todo “tranquilo”.
El paladin buscó un sitio en concreto,donde las pequeñas ondas del lago rompian sobre la orilla, y la invitó a tomar asiento en el suelo,junto a el.
La alzada había permanecido en silencio durante el trayecto,intrigada por la actitud del forjado, y permanecía expectante…
Apoyándose en el tronco de una palmera,y con la alzada a su lado,apoyada también, el forjado comenzó a hablar.
Princesa(otra vez aquel tono especial), durante milenios, he combatido al mal,en sus diferentes manifestaciones,y nunca he tenido dudas al hacerlo. Ka tensó su espalda incómoda…
Cuando era un joven draenei, cometí la torpeza de subestimar al enemigo,y sobreestimarme yo mismo,aquello acabó conmigo convertido en lo que soy. No es malo en absoluto,pero mi torpeza pudo costarme la vida, y aprendí “por las malas”, una durísima lección. Al oir esto,la alzada perdió algo de rigidez en su postura.
Hay grupos de aventureros que se adentran en la ciudad,buscando trazar mapas,y desarrollar una estrategia para acabar con N’zot. Ka se dispuso a interrumpir,pero Shield no le dejó…
Con los años,continuó el paladin,he aprendido a valorar todas las cosas,que pueden hacerte tener éxito en una batalla. Se que no estamos,al menos nosotros 2, preparados para enfrentarnos a N’zot,y no es por cobardía, sino por falta de recursos. Otros hay,que obtendrán la gloria,derrotando al dios antiguo, no tengo ninguna duda al respecto. Sin embargo,nosotros no seremos parte de ese grupo. Hay infinidad de pequeñas cosas que podemos hacer,para ayudarles en su objetivo,y esa será nuestra participación.
Nunca he rehuido un combate,pero este,no es el mio,ni por supuesto el tuyo…
Habrá que forjar un nuevo futuro, para que los sobrevivientes, puedan,o mejor dicho podamos continuar viviendo.
Tú,y Niara,formáis parte del mio,si es que lo deseas,asi que si tu quieres…
Ka,sorprendida,y a la vez relajada,lo miró,el dorado brillo de los ojos del forjado,la atrapó, y llevada por un impulso, rozó levemente sus labios con los de él, su cabeza reposó sobre los hombros de él, mientras el forjado pasaba su brazo por sus propios hombros…
Futuro,pensó la alzada,pero…¿cual?
Sin embargo permanecieron así, mientras el sol del desierto calentaba sus armaduras…
Continuará

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Ka sin darse cuenta,más como pensando en alto que hablando para el paladín comenzó a relatar,a recordar la batalla en Ulduar.
El avance por las salas,los pasillos,luchando contra los vigías titánicos que habían sucumbido a la locura.
El descenso hacía las profundidades de aquel enorme complejo,aquella prisión para un dios antiguo que se estaba liberando.
Y al fin…tras días de batalla llegaron hasta él.
Sara dijo llamarse aquel avatar,casi parecía humana,casi parecía demasiado fácil,casi…
Tras ella surgió la verdadera forma de Yogg Saron. Inmensa,terrible,como un enorme cerebro lleno de mil fauces que amenazaban con devorarlo todo.
Los tentáculos no dejaban de emerger del suelo de la sala,atrapando y estrujando a sus compañeros,llenándolos de corrupciones distintas…
Los sanadores a duras penas podían contener tanta miasma.Y ellos apenas podían cercenar tanto tentáculo para salvar a sus compañeros.
Pero lo peor estaba por llegar.
Los susurros,pensó que podía ignorarlos con facilidad,mientras seguía luchando.
Varios compañeros se habían adentrado dentro de la mente del monstruo mientras ellos fuera resistían como podían.
-Los abandonaste…tu hermana…tus padres…murieron por tu culpa.
-No!!- grito la guerrera.
-Si…lo sabes,no eres noble,eres egoísta y cruel…
Seguía cercenando tentáculos mientras intentaba desechar aquellos susurros que se colaban lentamente en su interior.
Y los vio…vio morir a sus padres ahogados en una nube de viruela roja,entre convulsiones,vómitos y dolor.
Vio a Ahzura morir con ellos mientras gritaba su nombre.
-No!!!- gritó de nuevo girándose hacia Yogg Saron.
Aquellas fauces la “miraban”,escudriñaban su alma,buscando un punto débil.
Pere,un chaman draenei que conocía hacía años y era buen amigo le pegó un empujón sacándola de su estado de sopor.
-Ka no lo mires!!
La guerrera asintió y siguió luchando,dándole la espalda al dios,corriendo hacia el tentáculo más cercano para liberar a una maga humana.
Cuando lo consiguió otro apéndice del dios surgió tras ella y la agarró con fuerza levantándola en el aire,estrujándola…y poniéndola de frente al dios.
Forcejeó e intentó utilizar su espada,pero aquella cosa se retorcía con una facilidad pasmosa esquivando sus ataques mientras la zarandeaba en el aire y seguía cerrándose con cada vez más fuerza a su alrededor.
Empezó a notar la falta de aire,el dolor en el cuerpo…y los susurros,otra vez los susurros.
-Y ahora que? -susurraba Yogg - ves? nadie viene en tu ayuda.
Ka miró a su alrededor,todos parecían no verla inmersos en combatir otras amenazas,ignotos,más tentáculos,y a algún compañero que ya había sucumbido al dios.
Ka gritó pero su voz entrecortada de por si por la falta de aire y el ruido de la batalla se perdió en la nada de aquella sala.
-No van a acudir en tu ayuda,no desperdiciaran fuerzas en salvar a alguien que abandona hasta a su propia familia- le volvió a susurrar el dios.
De nuevo las imágenes de sus padres y su hermana muriendo…una y otra vez mientras la falta de aire empezaba a matarla.

Todo se volvió negro a su alrededor.

Únete a mi…

Cuando despertó lo hizo dentro de una pesadilla. Sus compañeros…
Pere era un Man´ari-eredar,un siervo de la legión que la atacaba con rayos viles,aquella maga humana era una no-muerta que la atacaba con hielo…
Cargó contra ellos,habían sucumbido a Yogg Saron…
-Mátalos…mátalos a todos!!!-susurró el dios.
Pero la orden no era fácil de cumplir.
Kameda,su mejor amigo,un paladín noble y puro también había sucumbido.
Como un poderoso eredar de la Legion se interpuso entre ella y Pere.
Paraba sus golpes con un escudo,no era el suyo,llevaba la marca de la legion inscrito en él.Y empezó a hacerla retroceder.
Intentaba aguantar la posición mientras lo llamaba a la cordura.
-Kame!!! Aguanta!!!-decía mientras perdía de nuevo la posición y seguía retrocediendo.
Pero su amigo no la escuchaba,seguía protegiendose de sus golpes y empujándola hacia atrás con el escudo.
-Defiendete maldita sea la luz!!!- gritó al draenei dando otro paso atrás.
Y de pronto sintió un fulgor verde a su alrededor.Algo que la instaba a no luchar,a sumirla en una extraña paz,en un sueño de color esmeralda.
Cerró los ojos por un segundo…o lo que creyó que era un segundo dejándose llenar por esa sensación.
Al abrirlos el escenario había vuelto a cambiar.
Allí estaba Kame,sonriendo.
-Pero…que…?-preguntó confusa.
-Cediste a su locura Kas…
Lo miró aterrorizada.
-Ya estás bien…el rayo de Freya te ha sanado.
Vio el fulgor verde evaporarse a su alrededor. Frunció el ceño y mirando al paladín le dijo:
-Acabemos con ese monstruo- dijo empezando a correr levantando su espada.

-Y lo hicisteis- dijo Shield.
-Si…pero casi me cuesta la vida,si no hubiese sido Kameda quien aguantó para llevarme hasta el rayo de Freya…los demás me hubiesen matado para protegerse de mi locura.
-De eso se trata princesa- dijo Shield- de rodearte de personas que te quieran y te apoyen.
Ka se puso en pie y le tendió la mano enguantada al paladín.
-Venga te invito a desayunar-dijo aparentando normalidad,mientras un escalofrío al recordar todo aquello se subía por la espalda.
Comenzaron a caminar hacia la taberna mientras suspiraba aliviada por la decisión de Shield.

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  • Decidido entonces, busquemos refuerzos Dijo el kultirano

  • ¿Por donde sugieres que empecemos?, ¿Tenéis algún mapa o algo similar?

  • Por desgracia me temo que no, cuando estuve yo apenas dio tiempo a hacer algún plano antes de que se cerrasen los portales por lo que me temo que vamos a la aventura el enano no muerto miraba a la metrópolis

  • Entonces siganme en silencio y vigilando vuestras espaldas, confien en mi Dijo el kultirano mientras recogía sus enseres
    Los 3 bajaron del terrado y comenzaron a caminar por los callejones de la ciudad, la imperante calma se rompió cuando llegaron a una amplia avenida, totalmente transitada de seres salidos de una pesadilla

  • Rhods es hora de que abran bien los oidos miró a los 2 enanos en una situación normal sería yo el que escuchase buscando información importante, pero no entiendo este idioma, por lo que escuchen todo lo que puedan y díganmelo de inmediato si eso pasa, de ello puede depender nuestro éxito.
    Ambos enanos afirmaron con la cabeza ahora silencio sepulcral, si nos detectan estamos muertos…eso va por ti tambien Rhok.
    Los 3 indeseados caminaron entre oscuros y pestilentes callejones, algunos demasiados estrechos para el kultirano, en un momento dado el paladín dio un tirón seco a la capa del kultirano y señaló por una rendija entre edificios a una profesión de ignotos portando los cuerpos de 5 renegados portando el estandarte de la Alma en Pena Sylvanas

  • ¿Leales a Sylvanas en Ny’Alozha? ¿Pero que demonios quiere Sylvanas de N’Zoth? El kultirano con su atento ojo no dejaba detalle sin escrudiñar mientras susurraba

  • Están muertos… no como yo claro… se ve que N’Zoth tiene planes en los que Sylvanas no esta dentro de ellos el no muerto miraba con detalle bajo el kultirano por la misma junta

  • Entonces deberíamos seguirlos y ver esos cadáveres El paladín miraba el estrecho callejón a sus espaldas pensando un plan

  • Atacaremos entonces cuando no nos vean, son solo 6 ignotos de rango bajo por lo que veo, 2 para cada uno ¿os veis capaces?
    Ambos enanos confirmaron en silencio otra vez y sus manos quedaron cubiertas por dagas, hojarrunas y maza respectivamente

  • Estos mortales pensaban que íbamos a servir a su lider, que insensatos.

  • ¿Que vamos a hacer con estos cuerpos?, están ya putrefactos.

  • Servirán como aviso a aquellos mortales que han osado entrar en los dominios del gran N’Zo… una daga degolló al ignoto antes de que pudiera acabar de hablar
    De hecho los 5 ignotos restantes con los cadáveres de los renegados desaparecieron al pasar por un oscuro y estrecho callejón, 2 degollados, 2 aplastados y 2 descuartizados sembraban las paredes del callejón

  • Rápido inspeccionen hasta el último bolsillo de los renegados.
    Los 3 indeseados inspeccionaron hasta el último resquicio de los 5 cadáveres, bolsillos, pelo, zapatos, nada quedó sin inspeccionar, cuando un guardia Aqir observó la matanza no quedó nada más que 6 ignotos masacrados y 5 renegados muertos, pero ni rastro de los culpables


En el terrado de un edificio de 4 plantas

  • ¿No nos han descubierto? El paladín miraba a la calle de abajo con cuidado de no dejar ver su cabeza
  • En absoluto, tenéis madera de pícaros, si algún día quieren un trabajo díganmelo.
  • Presten atención, vamos a buscar información Dijo el no muerto mientras sacaba el botín
  • Juntemos todo lo saqueado los 3 sentados dejaron caer entre ellos el botín: Carteras, llaves, transmisores y sobres precintados
    Esta es la mejor parte de ser pícaro, el momento sorpresa el kultirano se frotó con brío las manos Veamos que tiene un renegado en su cartera el pícaro abrió una de las carteras, unas cuantas monedas de oro, fotografías de su familia en vida, fotografías de Sylvanas y documentos de identificación de la Horda y de Entrañas Bah nada interesante, siguiente. las otras 4 carteras contenían efectos personales similare, por lo que tomó un sobre precintado con el emblema de la Alma en Pena y la abrió No entiendo nada, ni orco ni común… ¿es común renegado?.
    El enano no muerto abrió otro sobre Es Shath’Yar, va dirigida a N’Zoth de parte de Sylvanas, eran emisarios por lo visto.
  • ¿Sylvanas? ¿Pero que quiere ella de un Dios Antiguo? dijo el paladín mientras comparaba 2 cartas ¿Y por que enviaría a 5 emisarios con 5 sobres similares?
  • Un momento, pasarme los 5 sobres, no las cartas. El kultirano inspeccionó meticulosamente los sobres y tocó minuciosamente cada uno de ellos Lo sabía, es un plano encubierto Tomó grafito que tenía en su mochila y cubrió de este todos los sobres, dejando marcas claras debido a las trazas cereas que el grafito no lograba impregnar Y ya tenemos un plano, aunque me pregunto como lograron realizarlo…además no parece un plano completo, más bien un sector, os voy a pedir que me guarden las espaldas mientras pongo en orden los sobres e identifico donde estamos.
    Los 2 enanos asintieron mientras se pusieron en posición de observación

Continuará

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• Parte VI •

“¿Estarás bien con el frío?”

Ella se encogió de hombros …

“Esa no es exactamente una respuesta tranquilizadora. No tengo mantas de repuesto, pero … bueno, en estas telas pueden caber dos, si crees que ayudaría”

Ella lo miró fijamente con aquellos ojos de un verde brillante. Sin embargo, la oferta le hizo pensar. Entre las grandes pinzas en sus hombros y alas, no estaba muy seguro de cómo colocarlas debajo de una manta, necesitaría una forma de mantenerlas bien en el éxodo de varios días a través de Silithus, al menos hasta Un’Goro.

Los labios de S’hin se arquearon en una leve sonrisa, retiró la manta y se recostó en el otro extremo. Él le ofreció su mano … sin embargo, después de un momento de vacilación, ella extendió su brazo hacia él y casi riéndose él la guió hacia el centro de la manta envolviéndola en una de sus alas.

Se sentaron uno al lado del otro torpemente por un momento, ella permaneció sentada y lo miró sin expresión detrás de su velo.
Finalmente, S’hin descansaba sobre él, con las alas dando un breve aleteo antes de relajarse. Sus ojos se encontraron por un momento, sintió que la piel de ella era cálida, cuando sus ojos se encontraron de nuevo, notó que nunca parpadeaba. Tenía párpados y cejas, y su mirada podía estrecharse, pero nunca se cerraban por completo.

Su cabeza se movió justo frente a la de él, lo suficientemente cerca como para besarse, y sus ojos se encontraron nuevamente. Se dejó caer en aquellos ojos … y el mundo se desvaneció. Sensaciones extrañas tocaron su mente, ligera como una brisa.

“Hay … hay tanto que quiero preguntarte, pero estaríamos despiertos toda la noche. Tengo mucha curiosidad por ti y tu especie”

"No moriré de frío mientras sienta tu calor.
Haga preguntas y S’hin responderá."

"Nunca confíes en ningún hombre de carne. Te matarán con miedo o con odio, trataré de mantenerte a ti y a tus hermanas a salvo”

Antes de separar su vínculo mental la obediencia que ella le atribuyó a la palabra lo sorprendieron. Era algo equiparable al control mental casi como la voluntad de C’Thun.

¿Era esa su confianza en él?

Bug’syr no podía saberlo, pero estaba seguro de que ella haría cualquier cosa que él le pidiera. Hizo una mueca ante la idea …
Su frente se separó de la de él, y S’hin se volvió a colocar más abajo, donde podría estar más cómoda. Se sintió extrañamente protector con ella.

“Duerme bien, S’hin.”


Continuará …


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La luz nocturna proyectó la solitaria sombra de un búho sobre las copas de los árboles de Vallefresno cuando Lonvar sobrevoló el bosque con lentitud, desplegando sus alas cuan largas eran para planear sobre la zona. Cuando llegó a un claro aparentemente vacío, el búho descendió en picado y a pocos metros del suelo saltó transformándose en un ágil felino que se adentró en el bosque a la carrera sorteando los árboles. Tras unos segundos, llegó a una zona en la que apenas había luz, pues los árboles entrelazaban sus ramas formando un techo de vegetación, pero gracias a la aguda vista que le proporcionaba la forma felina y a la facilidad para ver en la noche que caracterizaba a su raza, eso no le suponía un problema y siguió avanzando, cada vez más rápido. Al poco salió a un nuevo claro, iluminado por la luz de las lunas. Sobre el claro, a la altura de los árboles más altos, había una niebla verde casi imperceptible desde abajo que el Archidruida había colocado para ocultar el claro de miradas indiscretas. Eso, sumado a la oscuridad del tramo previo y el sinnúmero de árboles y raíces sueltas, hacían extremadamente complicado que alguien que no fuera kaldorei encontrara el lugar. En los bordes del claro había varias pozas lunares en torno a las cuales los animales salvajes del bosque se reunían para descansar o para comer. En el centro, una casa kaldorei de proporciones generosas acaparaba la atención. Incluso a simple vista se podía decir que estaba bien cuidada, pues pese a haber sido construida varios milenios atrás estaba en perfecto estado. Unos cuervos de la tormenta estaban posados en las barandillas de los balcones y en los alféizares de las ventanas, vigilando los alrededores. Un enorme oso negro custodiaba la entrada, que estaba cubierta por unas vides que hacían las veces de puerta. Lonvar volvió a su forma original y se acercó a la casa, acariciando ligeramente la cabeza del oso, que fue a recibir a su amo. Con un simple gesto las vides se retiraron para despejar la puerta, y el druida se adentró en el que había sido su hogar durante milenios. En la pared de la sala de estar había un estandarte con el emblema de su raza flanqueado por dos estandartes más pequeños, uno con el emblema de Darnassus y otro con el emblema de su orden, los Druidas de la Luna. El suelo estaba cubierto con pieles de animales sobre las que descansaba una simple mesa con un par de sillas, y de la pared opuesta pendían multitud de armas kaldorei de todo tipo, desde dagas y espadas cortas a lanzas y gujas lunares. Justo frente a la entrada había un par de ventanas, y al lado de la pared de los estandartes una escalera subía hasta la segunda planta. El elfo cerró las vides con un nuevo ademán y subió a la segunda planta, en la que había un lecho de plumas, hojas y pelo que hacía las veces de cama y unos estantes cubiertos de hierbas y semillas en faltriqueras, además de otros útiles para druidas. Sin embargo, lo más llamativo de la habitación era el enorme balcón que se abría en una de las paredes, mostrando la silueta distante de las lunas y de lo que fue Teldrassil.

-Hacía tiempo que no venía por aquí…-dijo Lonvar para sí mismo.

El elfo desenvainó su fiel guadaña bendecida por Elune y la dejó apoyada contra la pared, junto a los estantes. Tras buscar durante unos segundos, dio con la faltriquera que estaba buscando, repleta de unas semillas moradas que emitían un fuerte olor. Tras fijarse la faltriquera al cinturón, agarró otra que contenía unas hierbas de un verde oscuro que en contraste con las semillas eran completamente inodoras, pero eran extremadamente tóxicas. Tras dejar las faltriqueras que no necesitaba en el estante, recogió su guadaña y salió al balcón. Tras contemplar durante unos instantes a Elune y pronunciar unas breves plegarias en darnassiano, bajó a la primera planta y se situó en el centro de la sala, justo frente a los tres estandartes. Debía asegurarse de algo, pues durante el tiempo que había pasado en el Sueño tras el fin de la Cuarta Guerra había sentido constantes alteraciones que le recordaban a la esencia de la Pesadilla, pero no era lo mismo. Era algo antiguo, y desprendía la energía característica del vacío, por lo que intuía que podía ser un Dios Antiguo. Durante su larga vida había sido testigo del despertar de dos de ellos, pero al parecer no eran los únicos. Sin embargo, no estaba completamente seguro.

-Elune, no permitas que el Sueño vuelva a corromperse…-susurró Lonvar.

El kaldorei se arrodilló y pronunció unas palabras en darnassiano, creando un círculo verde sobre el suelo en el que destacaban las formas del sol y la luna. Tras unos segundos, el hechizo finalizó y con un destello verde el Archidruida Hojargenta se adentró en el Sueño Esmeralda.

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• Parte VII •

Se dice que se necesita un gran poder para materializarse en el plano físico. Cuando se trata de poder, genial siempre ha sido una palabra relativa.

En el extremo norte, un meteorito atravesó el velo del cielo. Las llamas púrpuras escoltaron su camino, pintando un punto parpadeante contra las luces fantasmas de Rasganorte. Su camino era directamente hacia abajo, antinatural para cualquier astrónomo que estudiara objetos que caen de manera similar. Ni siquiera los brujos podían dirigir sus infernales tan linealmente. Atravesó las nubes mullidas y bajas, que se veían como un enorme trozo negro con sus coronas violetas.

Cuando el universo era joven, habían sido sus amos. Criaturas nacidas de las lágrimas en la tela del espacio, su sangre es el éter del Vacío Abisal. La madurez y el crecimiento no habían sido un concepto cuando se dieron cuenta de sí mismos, de los cambios que podían causar a su alrededor. No había empatía o emociones para conducirlos en ese momento. La existencia no era una lucha de supervivencia, descubrimiento o placer. La existencia era el caos, para levantarse contra el estancamiento vacío que siempre existió.

En los escalones de hielo antes de la ciudad prisión de Ulduar, el meteorito hizo su aterrizaje. Golpeó la tierra nevada con su impacto, pero la onda expansiva de su contacto no fue de fuerza física. Al igual que el sonar, una percepción fortaleció las ondas, conduciéndolas más y más, escuchando cada grieta y sintiendo cada objeto tocando la superficie de este planeta. Podía sentir las vidas nativas aquí, creadas aquí y las de abajo, encarceladas y encadenadas en sus estados de ensueño.

No pelearon. La inutilidad de golpear dos rocas juntas era de naturaleza similar e igualmente sin sentido. Tampoco se comunicaron; todos nacieron del caos, de las mismas motivaciones y existencia.
¿El agua le dice a otra agua que estará mojada? La comunicación, el lenguaje, las palabras, los sonidos de lenguas o imágenes de mentes, surgieron cuando el universo dio vida a los demás. Otros también nacieron de un universo volátil y simbólico.

Otros meteoros atravesaron el cielo, dirigidos hacia abajo de la misma manera. En un anillo fuera del cráter actual, se estrellaron, y de los impactos más pequeños se desplegaron formas humanoides. Se pusieron de pie y lentamente se arrastraron hacia el borde del que habían rodeado. Sus rostros miraban hacia lo que había dentro, pero no con los ojos.

Un mundo tan simple llamado Azeroth. Sin embargo, a través de los mismos accidentes que los habían dado a luz a todos, los jóvenes dioses llegaron a crear el planeta a su imagen. El conflicto era inevitable, y los cinco que llegaron a dominar el mundo se encontraron derrotados.

Bug’syr olfateó los aires helados a su alrededor. La sangre derramada de un dios llegó a su nariz y sus labios se despegaron en la imagen burlona de una sonrisa. Qué irónico que el sueño lúcido cayera aquí, para la gente de su creación. Podía sentir la deliciosa angustia de la tierra por la sangre derramada, el pesar final de un dios caído. Crujiendo sus fauces, también sintió el cadáver de un segundo dios descomponiéndose con gran agonía en los suelos de este mundo miserable. Dos dioses habían caído en este planeta.

Solo espero que algún día alguien encuentre una de los muchas arcas del escarabajo que enterramos en las ruinas y sean tan necios de dejarse llevar por los susurros de estás armas y armaduras que nuestros amos y señores forjaron cuando este planeta todavía acababa de nacer, difícilmente la mente de un ser inferior podría resistir ante tal poder. Tal vez podamos usarlos como recipientes para volver a despertar a nuestros dioses y volver a gobernar este mundo.


Tras unos minutos, la respiración de Nhail empezó a calmarse, su tono violáceo oscuro empezó a volverse pálido, los destellos de la armadura empezaron a desaparecer y poco a poco el elfo volvió a la normalidad.
A pesar de haber controlado a la bestia de su interior, Nhail sentía que la cercanía de N’Zoth le hacía corromperse, de él tan solo recibiría incitación a la sombra … sabía que debía desprenderse de ella …pero ahora, no podía hacerlo. Estaría vinculada a ella para siempre mientras el último dios antiguo continuase vivo, Nhail sabía el punto de inflexión de tal poder.
Había pasado diez años junto a ella, formaba parte de su entrenamiento y sabía que era la única manera de poder pelear frente a los dioses antiguos, pensaba que de aquella armadura no podía aprender nada más y que en su justa medida sabía como controlar sus capacidades, pero al parecer en Ny’alotha las cosas son distintas … y C’thun reclamaba su poder a través de el. Aquella visión fue real, pudo experimentar todo lo que su último dueño vio y experimentó.

Casi sin respiración, Nhail se tumbó. Estaba exhausto pero sabía que renunciar justo en este momento no era lo correcto después de todo lo vivido, luchado y sacrificado … estaba justo en el final del camino que decidió empezar hace diez años atrás … donde juro vengarse de todos y cada uno de sus seres queridos que perdió en el camino.

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Los interminables prados verdes del Sueño aparecieron frente a los ojos de Lonvar cuando se materializó en el plano en medio de una mística bruma del color de las plantas. Con calma, el Archidruida cerró sus ojos dorados y se sumergió en la esencia del Sueño, explorando cada rincón del plano en busca de la corrupción. Aún podía sentir los remanentes de la Pesadilla, a los que se había acostumbrado con el tiempo, pero había algo más. La energía del vacío que había sentido días atrás trataba de ocultarse, pero no lo conseguiría. El kaldorei comenzó a perseguir la energía, cada vez con más intensidad, hasta que logró atraparla. Tal y como había sentido, provenía de los restos de la Pesadilla, pero no era lo suficientemente fuerte como para causar algún daño. Era más bien una señal… un indicador de que algo iba mal. Con su forma etérea, el longevo elfo alargó una mano y rozó ligeramente el centro de aquella energía. En ese instante su mente se vio inundada por un sinnúmero de susurros ininteligibles provenientes de ninguna parte y de todas partes a la vez. Tras eso fueron las imágenes. Vio las huestes del vacío marchando sobre el planeta, arrasando y corrompiendo todo lo que se cruzaba en su camino. Y vio el origen de la corrupción: dos lugares en los que los seres del vacío se concentraban y extendían su abyecta corrupción. El desierto de Uldum, al sur de Kalimdor, y el Valle de la Flor Eterna, en el centro de Pandaria. El elfo apartó la mano, y al instante todo cesó, dando lugar de nuevo al habitual silencio del Sueño. Con un simple gesto Lonvar envolvió la energía con un halo esmeralda y la purificó, provocando su desaparición. Sin embargo, el vacío era una fuerza a tomar en cuenta. Una fuerza peligrosa que podía consumir a los kaldorei si se extendía por el mundo. Pero podía aprovecharse de ella para lograr sus propósitos. Con total seguridad, las fuerzas de la Horda y la Alianza acudirían inmediatamente a repeler las huestes del Imperio Negro en defensa de Azeroth, por lo que ambas facciones se debilitarían. Y el kaldorei aprovecharía esa debilidad para castigarlos por la destrucción de Teldrassil. De forma un tanto brusca, el elfo abandonó el Sueño y utilizó uno de los portales Esmeralda que había repartidos por todo Azeroth para llegar al Monte Hyjal, junto a las raíces de Nordrassil. Allí la luz de Elune lo reconfortó al instante, reflejándose en las aguas del lago que tiempo ha el hermano de Malfurion había creado haciendo uso de las aguas del Pozo de la Eternidad. Frente a un pequeño asentamiento que había cerca había unos portales, por lo que hizo uso de ellos para llegar al Bosque de Jade. No confiaba en la magia, pero a veces era la manera más rápida de desplazarse, y no quería perder el tiempo. En cuanto el paisaje de Pandaria se mostró ante sus ojos, pudo sentir la energía del vacío más cerca que nunca. Sin duda las visiones que había tenido no mentían.

-Destruye a mis enemigos con tu luz, Elune-dijo el elfo en darnassiano.

Con un resplandor plateado la figura del druida fue disminuyendo en tamaño y cambiando sus rasgos hasta adoptar la forma de un búho de plumas violáceas que alzó el vuelo hacia el Valle de la Flor Eterna. Gracias a la velocidad a la que iba, llegó al Valle en pocos minutos, encontrándose con un escenario que contrastaba fuertemente con la aparente calma del Bosque de Jade. El aire mismo estaba enrarecido, cubierto por una extraña bruma, y criaturas de pesadilla surcaban los cielos a lomos de aberraciones de otro mundo. En tierra firme, los cultores del vacío, los k’thir y los ignotos se concentraban en torno a extraños obeliscos y oscuras banderas para llevar a cabo sus rituales. Gracias a la agudeza visual que le proporcionaba la forma de búho, pudo ver también a un reducido grupo de guerreros pandaren que trataba de rechazar a las criaturas que invadían sus tierras… y con satisfacción comprobó que sus predicciones habían acertado. Allí estaban, Horda y Alianza, dándolo todo para acabar con las fuerzas del vacío. Ninguno de ellos vería un nuevo día, pero no podía atacarlos directamente. Mataría a varios ignotos y cultores para no llamar la atención, y después acabaría con ambos grupos, Horda y Alianza.

-Tor ilisar’thera’nal-gritó el elfo, cayendo en picado hacia el suelo y adoptando la forma en un enorme oso de pelaje violáceo justo antes de tocar tierra.

Al instante un ignoto que patrullaba la zona se lanzó al ataque, dirigiendo un embate a su cabeza. Sin embargo, el oso esquivó el golpe y lanzó un zarpazo al flanco de la criatura, rasgando carne y regando el suelo con su corrupta sangre. El ignoto, con un bramido de furia, lanzó una descarga del vacío hacia el animal, pero una vez más el ataque fue evitado y la aberrante criatura encontró su final cuando las fauces repletas de afilados colmillos del oso se cerraron sobre su cuello, destrozándolo y arrojando su cabeza inerte. Unos cultores se acercaron a él por la espalda con las dagas desenvainadas, pero unas raíces surgieron del suelo a sus pies y los inmovilizaron para acto seguido quebrar sus huesos y dejar caer sus cadáveres. De pronto, un impacto repentino hizo que el oso gruñera ligeramente mientras buscaba el origen del golpe. No tardó mucho en encontrarlo. Un taumaturgo oscuro k’thir se preparaba a unos pocos metros para lanzar una segunda descarga. Para su desgracia, no llegó a completar el hechizo, pues una raíz surgió del suelo agarrando su frágil cuello y con un brusco movimiento y un chasquido lo partió.

-Creo que esto será suficiente. Ahora empieza la diversión-dijo Lonvar volviendo a su forma original y acercándose para patear el cuerpo del k’thir.

Con un salto adoptó su forma de búho, alzando el vuelo silenciosamente hasta las avanzadas de la Horda y la Alianza. Empezaría por la Alianza, pues sería más rápido y podría tomarse su tiempo para acabar con los soldados de la Horda. Dos guardias custodiaban la entrada al campamento, pero eso no supuso un problema. Cambiando a la forma de un felino, se agazapó en las sombras y se impulsó con las patas traseras para acabar con ambos guardias de forma rápida y silenciosa. No había muchos allí, pero no tardarían en llegar para reponer sus suministros y descansar unos instantes antes de volver a la carga. Efectivamente, al cabo de unos minutos llegaron los soldados mientras el druida, aún en su forma felina, observaba desde las sombras. Humanos, enanos, un gnomo, un draenei, altos elfos, huargen y una ren’dorei. Prefería evitar matar huargen, ya que habían demostrado ser agradecidos con su pueblo, pero no había tiempo para la compasión. Los tres enanos que había en el grupo se sentaron frente a sus tiendas para limpiar sus armas y conversar con el gnomo, que se acomodó frente a ellos. El pequeño e inteligente ser fue el primero en perecer cuando una silenciosa raíz se enredó en su cuello y lo estranguló hasta matarlo. Al instante los tres enanos se levantaron, en guardia, pero antes de que pudieran gritar o dar la voz de alarma sufrieron el mismo destino que su compañero. La noche era su mejor aliada, pues evitaba que los otros soldados se percataran de lo sucedido. Al rato, los dos esbeltos elfos nobles salieron de su tienda para tropezar con los cadáveres de sus compañeros de expedición. Sin embargo, esta vez su ataque no llegó a tiempo y el elfo avisó al resto de los soldados con un grito. Los humanos, el draenei, los huargen y la ren’dorei salieron de sus tiendas a toda prisa, observando la escena. Era demasiado tarde para pasar desapercibido, así que era inútil ocultarse entre las sombras. Adoptando su forma astral, se plantó en la entrada del campamento y con un golpe lunar fulminó a los cuatro humanos, para acto seguido lanzar dos fuegos lunares gemelos que hicieron lo propio con los altos elfos. El draenei agarró su martillo y se lanzó al ataque, pero una raíz se enredó en sus pezuñas haciéndolo caer de bruces. Trató de levantarse, pero más raíces surgieron de la tierra y lo cubrieron por completo hasta hacer desaparecer el cuerpo. La elfa del vacío lanzó una flecha dirigida a su cabeza, pero el Archidruida la rechazó y con un haz de estrellas acabó con los dos huargen que se abalanzaban sobre él. Finalmente, una hoz lunar segó la vida de la ren’dorei, que inmediatamente cayó al suelo con un golpe seco.

-¿Quién os ayudará ahora? Nadie-dijo el druida abandonado su forma astral.

Sin embargo, no había hecho más que empezar. El campamento de la Horda estaba situado frente al Santuario de las Dos Lunas, por lo que no tardaría mucho en llegar. Desde lejos podía ver las llamas de la hoguera, por lo que dedujo que los soldados ya estaban allí. Adoptando la forma de un búho, se movió con sutileza entre los árboles hasta posarse en una rama baja del árbol más cercano al campamento. En esa posición era completamente visible, pero no le importaba. Quería que la Horda sintiera pavor antes de perecer. Desde la rama escudriñó el campamento, comenzando por la brillante hoguera. En torno a ella un trol, un orco y dos tauren comían carne con avidez. Algo más lejos, delante de una de las tiendas, reconoció la figura de una shal’dorei y a unos pocos metros pudo ver a un vulpera afilando sus pequeñas dagas. No quería perder más tiempo, por lo que bajó aleteando hacia una de las tiendas vacías y se posó frente a la entrada abierta. Inmediatamente atrajo la atención de los soldados de la Horda, que lo miraron con curiosidad. Sin embargo, su curiosidad pasó a ser sorpresa y después furia cuando el búho creció hasta convertirse en un oso. Al instante el orco se levantó hacha en mano y se lanzó a por él, pero su única baza, la fuerza bruta, de poco le sirvió ante un oso de más de media tonelada que con un zarpazo lo desarmó y con otro le destrozó el cráneo. Antes de que el orco tocara el suelo el trol ya se había levantado y le lanzó una descarga de relámpagos mientras la shal’dorei conjuraba un pulso arcano sobre él. El enorme animal cargó contra el trol, que trastabilló y cayó sobre la hoguera entre gritos. Trató de levantarse, pero unas raíces ataron sus extremidades alrededor de la hoguera atrapándolo en su ardiente final. La elfa trató de conjurar otro hechizo, pero el kaldorei volvió a su forma y le apresó la garganta con unas raíces mientras los tauren se levantaban y cargaban contra él. Sin embargo, Lonvar adoptó su forma astral y con un golpe lunar fulminó a los guerreros. El vulpera, que hasta el momento no se había mostrado, cayó sobre él desde la parte superior de la tienda con las dagas desenvainadas, pero el elfo lo interceptó en el aire y agarró su pequeño cuello con la mano. El pícaro trató de clavar sus dagas en el brazo del druida, pero antes de que pudiera hacerlo un sonoro chasquido rompió el silencio y el vulpera cayó inerte al suelo. Solo quedaba la shal’dorei, que forcejeaba con las raíces mientras comenzaba a mostrar signos de asfixia. Los gritos del trol eran cada vez más leves, así que el kaldorei lo ignoró y se acercó lentamente a la elfa, volviendo a su forma original y clavando sus profundos ojos dorados en los de la maga.

-Venganza para Teldrassil, traidora-escupió el elfo agarrando la guadaña.

La hechicera lo miró con odio, pero su semblante se inundó de miedo y sus forcejeos se volvieron más frenéticos cuando el druida acercó la guadaña a su rostro. Sin embargo, el arma descendió bruscamente y abrió una enorme herida en el pecho de la shal’dorei, que emitió un grito ahogado. Sin embargo, justo antes de caer inconsciente por la falta de aire la raíz se retiró de su cuello. La elfa tomó aire, pero el druida la agarró y la arrojó a la hoguera junto al trol mientras unas nuevas raíces la inmovilizaban. Una vez hubo terminado, Lonvar adoptó su forma de búho y se perdió en el cielo nocturno. Obviando a las tropas de Horda y Alianza, también había acabado con varios seres del vacío y se había dado cuenta de que eran una amenaza en ciernes. Debía encontrar alguna manera de frenar el avance de esos seres, de una manera u otra. Y la encontraría. Por la memoria de Teldrassil, y por su pueblo.

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Al entrar en el portal, su cuerpo se heló. Sus sensaciones bailaron y chocaron contra una amarga y potente ola de completa desesperanza. Por un momento dudó de su misión y de ella misma, pero su racionalidad y una poderosa voz dentro de ella, comenzaron a apelar a su racionalidad inútilmente.

Oscuridad pura que embriagaba sus sentidos y hacia plantearse lo peor de todo y la futilidad de sus obstinados objetivos. Sintió un imperiosa pesadumbre y un miedo latente que comenzó a rallar su mente, como picas un bloque de frió hielo, derritiendo y desgajando su fría mente, para licuar y desproteger su ser, siempre cubierto de frío pragmatismo.

No todo en ella era fuerte y recto, tenia puntos débiles y en aquel momento. Consciente de que sus sensaciones estaban siendo manipuladas, trato de recomponerse sin lograrlo, se sintió tremendamente pequeña y vulnerable. Desarmada y convulsa.

Pero algo tenía claro y comenzó a tomar fuerza. No estaba sola. Apretó los dientes y entrecerró los ojillos. No era el momento de flaquear.

En un arranque de fuerza, la pequeña gnoma salió por el otro lado del portal y la visión que ante ella se abrió la dejó perpleja.

Enormes bloques de fría piedra y monolítica roca, detalladamente esculpida, conformaban la ciudad mas grande e imponente que jamas había visto.

Enormes torres de oscuro color, se erigían altas, desafiando al cielo. Como si sus arquitectos trataran de amenazar al mismo firmamento. Mientras enormes templos y grandes atrios se desplegaban por doquier en una loca composición de incomensurable grandeza y alocada simplicidad.

La gnoma dio un par de pasos, en lo que parecía una terraza que se habría a diferentes calles.

Una voz familiar se escucho a su espalda.

– Este lugar es… – La voz de Belter se interrumpió, mientras la elfa alzaba la vista sin perder detalle.

La gnoma corrió hasta el limite de la terraza sin quitar la vista de todo lo que los rodeaba, parecía que no había nadie cerca.

– Carece de sofisticación pero es enooorrrme!!.

Saco una piruleta sin quitar la vista de los enormes monolitos que franqueaban la terraza.

– SSSSSSS, no grites!!! – Susurro Borack

– Ahora que Morda? – Belt estaba a varios pasos de la gnoma.

– Pues ahora el viejo perezoso nos hará de guía. Seguro que por aquí habrá alguna biblioteca… Buscamos un escrito muy antiguo… o quien lo tiene… Serán malosos pero seguro que guardan registros de todo.

Borack y los dos trolls guarda espaldas se acercaron a ambas amigas…

– Hay que ser cautelosos, este lugar es sumamente peligroso…

– Un libro? hablo de la otra presencia…

– Oh!! si si si… esta por algún lado de esta ciudad… – La gnoma abrió los brazos girando en redondo para abarcarla entera…

La elfa entrecerró los ojos y miro a su alrededor.

– Puede estar en cualquier parte…

– Pos habrá que preguntar! Buscassss una elfa con una cicatriz en su rostro.

La elfa miró rápidamente a la gnoma sorprendida.

– Elfa?

– Uh! si, no la vi del todo pero… si es elfa seguro.

Belter volvió a entrecerrar los ojos pero se mantuvo en silenció.

Morda noto cierto desasosiego interno e incomodidad…

– Eh viejo perezoso, muéstranos el camino a la biblioteca mas cercana!!

– SSSSSSS, sin gritar jefa… podemos probar en el templo de la noche… venid.

El inusual grupo cruzó la plaza y se metió entre oscuras callejuelas, con ropajes de adeptos de nzod.

Desde la distancia y tras un rato callejeando, pudieron observar el devenir de la extraña ciudad.

Soldados, guardias y un sin-fin de seres cohabitaban en aquella extraña urbe, donde todo parecía peligroso para aquel grupo “turistico” que con recelo, cuidaban de no llamar la atención de nada ni nadie. Mientras recorrían sus sinuosas calles con sumo cuidado.

La oscuridad reinante era punzante y nerviosa. Calaba los huesos de todos a excepción de la gnoma, que parecía mas vivaracha y despierta que de costumbre.

– Te queda bien esa toga del culto Belt…

Borack miró mal a la gnoma.

La elfa hizo por responder pero vio la mirada molesta del enano y cerro la boca sin decir nada.

– Y eso que a las elfas, con su exceso de altura… no le queda todo bien desde mi perspectiva…

– SSSSSSSSS

– No hay nadie por aquí viejo…

Un guardia enorme, con cuerpo de ignoto acorazado, dobló la esquina y miró al grupo.

– Bueno ese no cuenta…

– CORRE!!! – Grito el enano hierro negro, interrumpiendo a la gnoma y poniendo pies en polvorosa.

La enorme criatura, al ver la exagerada reacción del enano, se lanzó contra el grupo gritando para que otros guardias se unieran a ellos.

El grupo corrió calle abajo, seguidos del enorme ignoto.

– Pero para que nos hemos puesto esta ropa si corremos a la minima!!! – Dijo indignada la gnoma.

– No se queda atras… hay que matarlo. – Grito Belt, que de improviso paró en seco para hacer frente al ignoto.

La gnoma frenó en seco al escuchar a la elfa, situándose a su espalda y hecho mano a su arma.

Por sorpresa, el ignoto saltó sobre el grupo, con la intención de golpear y aplastarlos a todos. La gnoma se quedó mirando el enorme salto de la criatura… hasta que una patada la abstrajo. Belt la golpeó en el ultimo segundo, sacándola de la trayectoria del ignoto.

La gnoma, cual muñeca de trapo, salió despedida por encima de la balconada cercana cayendo a un canal de agua turbia. Pudo ver como la elfa tras patearla retrocedía y el ignoto golpeaba el suelo de la calle sin dar a nadie. Pero fracturando la calle que colapsó y se trago al ignoto y al resto del grupo, hacia la oscuridad del subsuelo.

La gnoma trató de nadar mientras era arrastrada por la corriente del canal.

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