El despertar de N'Zoth y el contraataque de Azeroth

El suelo se derumbo tan rapidamente que a ninguno les dio tiempo a moverse a un lado seguro para no caer. Belter reacciono durante la caida, logro lanzar levitar a los dos trolls y a ella misma, sin embargo no llego a tiempo con Borack que lo vio perderse en la oscurridad por la que estaban descendiendo junto al ignoto.

La elfa, inquieta, extendio sus brazos durante la bajada, esperando tocar algun tipo de saliente al que agarrarse mientras sus ojos se acostumbraban a la oscuridad. De repente el grito de uno de los trolls la sobrecogio.

–Me ha cogido algo!! socorro!! parece un tentaculo!! –Grito aterrorizado en la oscurridad.

El otro guardia troll exclamaba palabras de animo a su compañero, palabras que fueron sofocadas por unos sonidos guturales y y un crujido ronco de huesos rotos. Silencio. La calma que le daba la certeza que los guardias habian muerto. Belter se quedo muda.

Miro hacia arriba esperando ver asomarse la cabecita de la gnoma por el gran agujero que hizo el ignoto, sabia que la habia salvado y que no tardaria en aparecer… sin embargo solo vio la abertura alejarse lentamente.

Continuo bajando en completo silencio pensando que su fin estaba cerca. Su vista ya acostrumbrada a la espesa negrura, pudo diferenciar varios niveles en el subsuelo y enormes tentaculos que se retorcian, apostados en las paredes. Escucho un eco, cada vez mas cerca, ruidos de una lucha y una penumbra, una luz al final del tunel que le dio esperanzas.

A medida que se acercaba diviso rapidamente al gran ignoto, aun vivo pero muy mal herido junto al enano, que trataba de defendese de sus ataques. El sitio parecia bien iluminado, un largo pasillo dividido por un canal de agua sucia.
La elfa espero a una altura prudencial para quitarse levitar y dejarse caer, para si poder sortear los tentaculos con mayor claridad gracias a la luz del ultimo piso.

Ya en el suelo corrio rapidamente hacia la lucha, lanzo una cura relampago Borack, desbordandole de vitalitdad en un momento crucial, la bestia tendia en el suelo sin fuerzas tenia bajo uno de sus tentaculos al enano. El viejo enano, se zafo, se coloco delante de el, alzo una gran maza y dio muerto al ignoto estanpandola contra la cabeza.

–Donde estamos Borack? –dijo la Belter sin querer perder un segundo.

–Parecen las cloacas pero no las conozcos, estos pasillos podrian ser un laberinto. En los pisos superiores hay prisiones y salas de sacrificios… creo.

–No podemos pararnos, vendran a comprobar el “incidente”, que camino seguimos? –Belter parecia molesta.

–No lo se! -Grito mientras se sentaba en el suelo- esta situacion no es un error mio… necesito descansar, dame un momento para respirar. Donde estan los trolls?

La elfa con el ceño fruncido rebusco entre su mochila, saco una pocion de vida y se la tiro de malas formas al enano.

–Muertos. – Le dijo mirandolo fijamente a los ojos sin darle mas explicaciones.

Belter no espero la respuesta de Borack, se dio media vuelta y se adentro en la cloaca.

Un tiempo mas tarde...

La elfa camino durante largo rato. Los pasillos se dividian de forma aleatoria, pero ella intantaba elegir el camino por donde el agua corria con mas fuerza para asi encontrar una salida, pensaba.

Borack la seguia desde la distancia a paso lento. El lugar era tranquilo, a pesar de que en el agua habia algunos seres que ponian los bellos de punta a la elfa y que el olor era nauseabundo.

Ya se habia alejado bastante del lugar donde cayeron y aun no habia encontrado nada, empezaba a impacientarse cuando se topo con un pasillo sin salida. Suspiro profundamente y decidio dar media vuelta cuando vio que Borack aparecia por la esquina.

–Te lo dije elfa…-- Dijo mofandose.

–Eres un inutil enano. En teoria ibas a ser el guia…

Empezaron a discutir acaloradamente, Belter gesticulaba exageradamente y Borack intercalaba palabras Shath’Yar mientras gritaba, algo que enfadaba mas a la elfa que las tomaba como insultos hacia ella . El eco de sus voces retumbaba por el intrincado sistema de las cloacas, cuando inesperadamente se escucho el ruido de una pared desplazandose descubriendo un puerta que daba a unas escaleras.

Ambos se miraron anonadados.

–Que ha pasado?

–Soy mejor guia que tu, esta claro… –Dijo con sarcasmo mientras el enano tiraba de ella hacia la esquina.

–Sssssshhhhhhhhhhhhhhh… – Le replico el con nerviosismo.

La elfa y el enano miraban desde el saliente del pasillo hacia la puerta que magicamente se acababa de abrir, vigiilando con cautela que apareciera “algo”. Belter, audaz aprovecho el momento, corrio hacia ella, para la sorpresa de Borack, librandose de el y cerrandola rapidamente tras de si con una leve sonrisa.

Dejo a Borack atras, no se sintio mal, en realidad sintio gozo al dejar al enano a su suerte. Un sentimiento nuevo para ella pero que abrazo con satisfaccion.
Subio por una escalera de caracol lo que ella penso que fueron varios pisos hasta llegar al lugar de las prisiones. “Prisiones con sellos magicos, esto pinta mal” penso. Recorrio el lugar con prudencia hasta que se vio a ella misma reflejada en un gran escudo de mitril pulido, llevando las togas cultistas. Eso le recordo a Mordacae y su comentario justo antes de huir del ignoto. La angustia la oprimio el estomago por un momento al no saber que habria sido de la gnoma, pero un ruido brusco la saco de sus pensamientos.

Sin duda era el sonido de los pasos de unos soldados en una marcha, al unisono. Debia estar cerca de la entrada de la prision. Aligero el paso buscando y hallo una ventana que daba a las calles de la gran ciudad de Ny’alotha. Belter hecho un vistazo rapido por precaucion antes saltar hacia fuera y empezo a caminar sin rumbo por las calles, esperando encontrar el lugar donde la gnoma y ella se separaron para seguir su rastro.

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La gnoma, como si una estrella de mar se tratara, giraba sobre si misma, flotando sobre las aguas del canal, tratando de mantenerse a flote.

Observaba atenta la silueta de los edificios ennegrecidos que la rodeaban. Tratando de memorizar la ruta y calcular hacia donde la llevaba la corriente. Edificios de un porte regio y colosal. Desde luego era una ciudad para auténticos dioses, o eso pensó entre salto y salto de la crispada corriente del canal.

El vacío era un poder indómito, colosal. Capaz no solo de crear lugares como aquella ciudad, sino de alcanzar el corazón de cualquier criatura y liberarla de sus grilletes, de su moral, de su ética… simple y compleja libertad para desatar tus deseos y anelos mas profundos, sin muros que contenerte ni reglas que te medren.

Las torres, eran altas y parecían tocar el mismísimo cielo. Desafiándolo. Desde luego era la intención. Un símbolo de in-sumisión ante el poder titánico y su orden celestial para con el cosmos.

Parecían gritar aquí estamos, listos para la guerra. Sin intención de retroceder.

Pero tal poder es feroz, peligroso.

La gnoma también reparo en alguno de los habitantes de la ciudad. Enloquecidos y al borde de la locura mas absoluta. Desbordados por un caos y un lugar sin reglas, donde solo prima que el mas fuerte, te puede aplastar. Un mundo sumido en una guerra infinita… Era necesario? cuanto potencial desperdiciado pensó la gnoma.

Cuanto poder y que mal gestionado estaba.

La gnoma logró meter la mano en su mochila y saco un lanzador de garfios justo cuando el canal terminaba en una cascada.

Sin miedo y con arrojo, disparó a boleo cuando ya estaba en el aire, fallando y ya cayendo hacia una profunda sima. se lanzó levitar y un escudo y entonces cargó el arma con rapidez y volvió a disparar.

El garfio logró empotrarse contra la ventana de un edificio cercano y con celeridad, la gnoma anulo el levitar y trepo por la cuerda hasta la ventana.

Por un momento, pensó en su necesaria compañera.

Observó la sala que se abría en el interior del edificio y sin descolgarse de la ventana, miró un dispositivo en el que tecleo un código. Rápidamente, el dispositivo comenzó a escupir datos impresos en una pequeña bobina de papel. Pulso, adrenalina, mana, vida… Belter estaba bien.

Con un pequeño vistazo, la gnoma observo de nuevo la sala. Varios cultores la miraban.

La gnoma paso a forma de sombras y les habló.

– Esta seguridad es una chufa!!! mirad por donde me he colado!! psss Teneis que tapar esa ventana de inmediato!!

La gnoma saltó al interior de la sala e ignorando las miradas de incomprensión del resto, cruzó la sala.

Parecía una estancia de descanso, donde algunos sacerdotes oscuros descansaban. cómoda y hogareña pero oscura y ajada. Sin lujos.

Un cultor se puso delante.

– Tu no me suenas…

La gnoma se golpeo la túnica de cultor que tenia puesta, proporcionada por borack…

– Conoces a todos los cultores de la ciudad???

El dranei dudó.

La gnoma lo driblo y continuo con paso firma hacia la puerta.

Una cosa tenia clara la gnoma, la entidad que había estado poseyendo a Bel, estaba en la ciudad y desde luego no iba a dejar que Belt palmara aquí. Se detuvo y reflexiono un momento.

– Ehh dranei!!! – LA gnoma se giró hacia el cultor. – Ya que conoces a todos los cultores de la ciudad… tengo que dar mi informe de seguridad a uno muy concreto. Alta… de rango elevado… con propensión al control mental… una cicatriz en su carita???

El dranei la miro y miró por la ventana una torre céntrica y especialmente alta, hizo ademan por hablar pero la gnoma la interrumpió.

– Y ya que estamos… donde queda la biblioteca mas cercana???

El dranei, visiblemente confuso, señalo en dirección opuesta y de nuevo fue interrumpido antes de hablar.

– Vale!!! Vale!!! ya nos veremos por ahí compi cultor!!!

La gnoma salió de la estancia y comenzó a bajar unas escaleras que parecían ir hacia las catacumbas… no había otro camino. Mientras caminaba, la gnoma hablaba sola y se secaba la ropa, dejando manchas de agua por todo el pasillo.

– Aquí hace falta un poco de glamur… menudo edificio mas feo…

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Relato escrito por el comandante Felix.


La cámara del corazón presentaba un aspecto grotesco desde la última visita, grietas nuevas habían aparecido por las paredes y grupos de patrulla recorrían el lugar. Al contrario, los aventureros ya no iban y venían con jolgorio ni ansias de expedición, ahora reinaba un tétrico silencio que auguraba una tempestad cercana.

Félix paseo lentamente entre los viandantes intentando no llamar la atención, varias obligaciones y búsquedas durante las ultimas semanas habían atrasado la visita a la cámara pero ya no podía retrasarlo más. Con paso lento se dirigió a una de las salas anexas a la cámara principal, intentando evitar miradas indiscretas o levantar la mínima sospecha de cualquiera que pudiese prestarle atención o curiosidad.

Un dolor punzante recorrió su brazo derecho, sacándolo de sus pensamientos y obligándolo a parar, desde las ultimas semanas tras la batalla de Orsis su condición no había mejorado en absoluto. Ahora, oculto bajo su armadura de placas que había conocido tiempos mejores, tenia vendado el bazo con tejido de escarcha encantado que escondían unas marcas sombrías que refulgían y dañaban su cuerpo solo su autocontrol evitaba que se extendiesen con rapidez por el resto del cuerpo pero poco a poco iba mermando su vitalidad y cordura.

Tras respirar unos segundos comprobó que nadie se hubiese percatado de su estado y, sujetando firmemente un pequeño cofre que sujetaba con el brazo izquierdo, prosiguió su marcha. A los pocos minutos encontró a quien venia a buscar, en una sala con una gran mesa y lo que parecía un mapa bien señalizado se encontraba el portavoz de Azeroth, Magni Barbabronce, indicando a unos desconocidos los últimos movimientos de N’zoth en el planeta. Por sus rostros debía tratarse de algo urgente.

Decidió esperar a terminar su reunión, y de paso evitar saludar a los presentes, mientras ojeaba un poco la sala apartado. Ahora nuevas armas y armaduras se encontraban en la sala así como un tablón de madera oscura del cual colgaban varios informes y mapas con textos en diferentes idiomas, y no todos le eran familiares, al lado se encontraban varias cajas con lo que parecían unas capas almacenadas, tenían un color anaranjado en la parte trasera y al tacto se sentían ligeras y reconfortantes.

- Chico, ¡te daba por muerto! ¿Donde demonios te has metido todo este tiempo? -Dijo Magni con un tono de preocupación

Ensimismado no se había percatado que el diamantino enano había cesado su reunión y ahora se encontraba tras de él. Para estar hecho de piedras era bastante sigiloso, o el demasiado despistado.

- Han sido unas semanas bastante duras, aunque imagino que alguna noticia te habrá llegado por algún otro de tus “campeones”. -añadió con desdén el paladín- Tenemos que hablar, tengo nueva información para ti y un favor que pedirte.

- ¿un favor? - su voz fue casi inaudible pero se notaba un ligero ápice de preocupación- Muéstrame que traes.

Se acercaron a la mesa con el mapa señalizado, era un mapamundi de todo Azeroth con varias marca y flechas por cada uno de los continentes, símbolos de diversos ejércitos o poblados con movimientos de las tropas de N’zoth. No obstante consiguió ver fugazmente un detalle en Rasganorte, en la zona de Corona de hielo, estaba marcada en rojo con unos caracteres en enanico que parecían decir ¿”futuro”?, sin embargo el diamantino enano tapo la zona impidiendo verlo correctamente.

Alejado de la curiosidad ya extendió un mapa a lo largo de la mesa, en el se mostraba la zona de Uldum con los últimos acontecimientos provocados, no obstante 6 marcas rodeaban el mapa en 6 puntos distintos. Las marcas eran unas runas extrañas, no pertenecían a ninguna lengua existente en el mundo conocido.

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- Como bien sabrás estuve en la batalla de Orsis, aunque podríamos llamarlo masacre mejor, como comandante de los defensores de Uldum. No entrare en detalle que seguro ya habrán llegado a tus oídos por otros lados, lo que vengo a contar es lo que encontramos después. -Explico el paladín- Cuando el temporal se hubo calmado varios exploradores me dieron alerta sobre un obelisco negro con runas talladas de un tamaño colosal, se encontraba detrás de la zona principal del “juez” bien custodiado. Por varios medios intentamos destruirlo pero ninguno de los ataques que pudimos hacerle le hizo una misera muesca.

- No es la primera arquitectura del imperio negro que se alza en Uldum, el poder de nzoh es mayor cada segundo que pasa, no se que tiene que ver un simple obelisco con estos símbolos. -Razono el diamantino enano-

- Eso pensábamos, hasta que esa misma noche me aventure yo solo y pude comprobar que tenia otra función. -trago saliva intentando buscar las palabras de esa noche, explico al enano como llego y noto una presencia en el obelisco que le vigilaba, le explico la visión que tuvo y todo detalle de que vio en Nyalotha.- Cuando desperté habían pasado varias horas que para mi fueron meros segundos, parecía todo demasiado real.

- Pero…eso significa que es un punto de canalización de Nyalotha. ¡Esta canalizando su mundo a través de ese obelisco! -rápidamente miro al mapa y contemplo los símbolos-¿cada uno de esto es un pilar?

-Por lo menos, los que hemos descubierto. Nos ha costado varios días y aun mas muertes encontrarlos todos. Cada uno de ellos estaba custodiado aunque o de igual manera que el de Orsis, si tuviese que apostar por algo diría que Orsis no fue más que una distracción para invocar estos pilares. -Un pequeño silencio reino en la sala momentáneamente. Pocos segundos después el paladín puso encima de la mesa el cofre que había traído con el- Pero no solo te traigo malas nuevas.

Abrió el cofre sin esperar respuesta del enano y una pequeña luz anaranjada salio de su interior. Dentro del mismo 4 gemas naranjas con una forma desordenada se encontraban dentro, parecían tener un gran poder en su interior que refulgía con pequeños destellos dentro de ella piedra.

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- Las encontramos en el cadáver de Ig’nosh, tranquilo he hecho mis deberes y no parecen ser dañinas. Por el contrario parecen repeler las sombras y ser afines a varios elementos como la luz, la electricidad, el fuego…o la azerita. -los ojos de Magni se pusieron como platos al escuchar esto ultimo- Antes de que digas nada no hemos experimentado con ella, por error un poco de mineral cayo cerca de las gemas cuando las revisaban y fueron absorbidas para nuestra sorpresa.

Magni agarro una de esa piedras con la mano y cuidadosamente la contemplo, parecía fascinado por el nuevo descubrimiento y sin duda no era un mineral que conociese. El porque un general de Nzoth portaba tales materiales era un misterio así como de donde los había conseguido.

- Creo que podríamos usarlo para crear algún arma con la que hacer frente a los esbirros del pulpo o incluso a sus generales. Pero no dispongo de ningún herrero experimentado que pueda conseguir forjar tales armas con el equipo actual.

Volvió a dejar las piedras en el cofre y, con un rostro serio, miro fijamente a los ojos del paladín. Más sabe la muerte por vieja que por muerte, como suelen decir, había llegado el momento de contarle la otra razón de su visita.

- Agradezco toda la información que me traes, pero creo que ambos sabemos que no es lo único por lo que has venido joven. -dijo con voz calmada el enano- Hay algo que no consigo comprender, aunque tengo mis sospechas, pero quiero que tu me lo confirmes ya que si fueses un peligro MADRE habría acabado con tu existencia.

-No se te escapa una… -con calma el paladín empezó a quitarse el guantelete dejando ver las vendas en su brazo derecho, el encantamiento estaba resistiendo a duras penas y los primeros resquicios de magia de las sombras sobresalían en pequeños fulgores. El dolor era insoportable- Las gemas no es lo único que aparecido con la muerte de Ig’nosh, un fuerte conjuro pareció afectarme cuando estaba en su espalda. Empezó como una pequeña herida y marca extraña pero cada día que pasa se ha extendido más y más, los sanadores que me acompañaron no han podido hacer nada mas que retenerla momentáneamente pero no surge mucho efecto.

- ¿Fue por esto por lo que tuviste esa visión en Orsis verdad? ¡¿Porque no has venido aquí antes?! ¡Lo extraño es que sigas de una pieza y cuerdo!

- No te mentiré, el dolor es atroz y cada día me cuesta más razonar con normalidad, las visiones se han multiplicado y a cada obelisco que encontraba…aumentaba su fuerza sobre mi. No se que quiere Nzoth de mi pero sabe mi condición y busca que le de apoyo en su meta final. -Con un rostro roto por el dolor y el cansancio miro a Magni- Este es el favor que te pido, necesito algo para contener su corrupción, temo que si no la paramos acabe controlándome y llevándome a sus designios. He oído de ciertas capas que han ayudado a contener la corrupción de varios campeones o piezas del imperio negro, tal vez alguna de esas pudiese ayudarme.

- Tal y como estas no servirían de nada, son meras copias de la original y están diseñadas para proteger al mínimo nivel. - Pareció deliberar momentáneamente antes de seguir hablando- Hay otra opción pero tardaremos varios días en poder construirla, pero no se me ocurre otra alternativa…que te mantenga con vida.

- Dime que he de hacer Magni.

- Nada, has dicho que buscabas ayuda para forjar armas con estas gemas ¿cierto? Te crearemos un juego especialmente para ti, una espada y escudo que podrán canalizar esa corrupción junto a la capa. No obstante, no puedo asegurarte que esto pueda funcionar y aun menos dejarte marchar en tu condición. Deberás esperar los días necesarios hasta que este forjado y tu capa reparada, hablare con Wrathion para ver si podemos potenciar una de las copias.

- Solo te pido una condición portavoz.

- ¿El que?

- Si fracasáis o no es suficiente…para contener la corrupción, si caigo en sus fauces y me domina la desesperación y el desasosiego…quiero que pongáis fin a mi vida sin excepciones. Lo ultimo que desearía es dañar a los que han luchado a mi lado. -termino la petición con un tono triste, pero ya había asimilado que posiblemente este fuese su final-

- Si es lo que deseas…así se hará. Sígueme, intentaremos darte un lugar donde descansar estos días y donde puedan tratarse esas vendas de nuevo. -Puso su mano en la espalda del paladín- Resiste chico, resiste…


CONTINUARA

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Sin haberse dado cuenta, el cielo había sido consumido por la más profunda oscuridad que podría haberse imaginado nunca, y la única luz que penëtraba en las penumbras era la de aquel sol sangrante que había aparecido “recientemente”.

Era una visión aterradora y depresiva, sin embargo, para él, sentado frente a una hoguera moribunda en medio de lo que él solo podría pensar como un mundo de ceniza, era una visión sin importancia.

Las condiciones del mundo no han cambiado en absoluto lo único que sabía sobre sí mismo. Fin o no, él debía proteger esa menguante llama.

¿Pero por qué? ¿Para qué?

Ya no sabía porque se encontraba ahí. Sentado en soledad en un mundo de cenizas sin nada más que esa hoguera moribunda.

¿Por qué tenía que protegerla? ¿De qué?

Por más que trataba de hurgar en su memoria, no lograba encontrar nada. Hace mucho tiempo que se dio cuenta de cómo iba perdiendo sus recuerdos, y aunque se había aferrado a todo lo que tenía, incluso las imágenes que aún le pertenecían eran confusas y borrosas. Y aún en aquella confusión, nada tenía sentido.

¿Quién era él? ¿Qué era él?

Ni siquiera sabía en qué momento se había sentado frente a aquella hoguera, y aun cuando todas sus dudas lo deberían llevar a abandonar aquél lugar en busca de esas respuestas que tan desesperadamente necesitaba no podía hacerlo.

Había una extraña sensación dentro de sí mismo que le exigía vigilar esa patética llama que aún ardía. Una sensación tan absurdamente pesada que no lograba comprender del todo.

No sabía cuánto tiempo pasó desde que el sol comenzó a sangrar en el horizonte, pero, como si hubiera sido una predicción del futuro, estaba preparado para cuando unos pasos rompieron el mortal silencio que reinaba en aquella otra dimensión.

En cuanto el invasor se asomó por unos derrumbados pilares que se encontraban a unos metros de él, aquella extraña sensación se convirtió en una urgencia de eliminar al extraño.

Sin romper el contacto visual, desenvainó a las Myrkur. El invasor al mismo tiempo, levantó su escudo y preparó su propia espada.
Aquel mundo se convirtió rápidamente en una arena en la que dos seres que no podían ni reconocerse iban a chocar.
El extraño no parecía ser particularmente especial a primera vista, vestido en una armadura que, si bien le cubría todo el cuerpo, mostraba marcas de un duro y largo viaje.

Después de todo, este invasor vestido como un caballero, se enfrentaría a algo que poseía la forma de un hombre con una armadura a medio derretir sobre su cuerpo, y unas dagas rúnicas, con un filo casi invisible.

Aquel extraño caballero tuvo que saltar hacía atrás para evitar el golpe de las dagas que habían ido en su dirección.
Recuperándose rápidamente, el caballero alzó su escudo, para recibir no uno, sino tres golpes consecutivos que habían sido arrojados contra su cuerpo.
Pero eso no logró romper su guardia, y tras bajar su escudo, lanzó una estocada en dirección al pícaro, y aunque el caballero se encontraba procesando rápidamente lo que estaba pasando, para aquel ser la situación no podría haber sido más simple.

Solo tenía que eliminar aquella existencia que sentía que amenazaba a la llama.

Diferentes formas de cortes y estocadas fueron lanzadas entre ambos combatientes, y, aunque un buen número de ellos dieron en el cuerpo de su rival, el sentimiento para cada uno no podría haber sido diferente.

Nhail que protegía la llama se encontraba de pie, inmóvil, impasible, siempre vigilando lo que hacía su rival, pareciendo que las heridas que recibió no le afectaban en lo absoluto.
Mientras, el caballero, le dio un trago a una botella con un líquido amarillento que llevaba. La ferocidad de su rival y la intensidad del combate, rápidamente lo estaban dejando exhausto.
Sin embargo, en el momento en que terminó de guardar aquella botella en el bolso de su cinturón, la punta de una de las dagas de Nhail se incrustó en el hombro.

El golpe no solo lo arrojó varios metros, si no que había arrancado por completo la hombrera afectada, y aunque eso provocó que gran parte del daño fuera mitigado, la herida y la contusión recibida seguían siendo graves.

Pero … no podía quejarse. No tenía tiempo.

El caballero se puso rápidamente de pie, y con su escudo alzado contempló como aquel pícaro cargaba nuevamente contra él. Sin embargo, aunque rodó para esquivar dicho ataque, se vio obligado a crear distancia.

¿Que tipo de dagas eran aquellas que tenían el filo tan largo y casi imperceptible?

El caballero no tuvo más remedio que cambiar abruptamente su estrategia, y esperando a que volviera a cargar contra él, creó la mayor distancia posible entre ellos.

Sin embargo, su concentración se rompió al ver que aquél ser de negra armadura realizaba la misma especifica acción mientras su memoria fracturada comenzó a perseguirlo nuevamente.

No recordaba quien era, sin embargo, tenía una noción de haber pasado años entrenando y combatiendo solo para poder dominar aquella armadura que era suya, y sin embargo, al mismo tiempo, sentía como la misma cantidad de experiencia y recuerdos olvidados le hacían sujetar con fuerza las dagas que sostenía.

Necesitaba saber quién era. Necesitaba saber ser cuál era su historia.

Pero aquella herida espiritual que tenía solo se agrandaba más y más con cada paso que daba. Con una sacudida ligera, tomó lo que antes era una lanza por el cuerpo del arma he invocó varías criaturas que se levantaron sobre él y se dispararon contra su enemigo.
Nhail, sorprendido por la nueva estrategia, esquivó los golpes de aquella magia como si nada.

Pero el caballero no dejó que eso lo detuviese, y tras avanzar rápidamente contra su enemigo, se vio obligado a rodar hacia un costado para esquivar el golpe de lo que puede ser descrito como “una sombra del viento”.
Sin embargo, para sorpresa del caballero y antes de poder castigarle más, el pícaro corrió a una velocidad vertiginosa obligando al oponente a retroceder para esquivar aquél ataque.
Este, confiado, volvió a la carga, pero su golpe no solo fue desviado por el arma de su rival, sino que de manera ágil y silenciosa se posicionó detrás suyo tratando de rebanarle la cabeza.

Sin caer, y buscando crear distancia, le volvió a dar un trago a aquella botella. Sin embargo, su espalda fue golpeada por una patada, lo que le hizo soltar dicha botella por accidente.

Nhail cargaba contra él con una agilidad que antes no demostró poseer, y en una interminable lluvia de ataques, logró encontrar la ventana de oportunidad para lanzar su propia estocada. Sin embargo, el ahora visible caballero ensangrentado lo esquivó dando un par de volteretas hacía atrás.

“Por favor” Dijo en un tono de desesperación el caballero. ¿Contra qué me estoy enfrentando? ¿Quién podría no solo ser un excelente espadachín, sino que dominar milagros, regenerar heridas y dominar las artes oscuras?

Pero su rival no poseía la misma convicción por dicha escena, en todo momento su mente no pudo abandonar la incertidumbre de no entender que estaba haciendo. No ser capaz de entenderse a sí mismo, pero al mismo tiempo, tener una idea que simplemente era tan poderosa que gobernaba todo lo que él era y hacía.

Finalmente, y para su sorpresa, al observar de reojo aquél sol sangrante, unas imágenes llegaron a él. Unas imágenes de hace mucho tiempo. Tanto que la posibilidad de que ni siquiera fuera el mismo mundo en aquel entonces, pareciera razonable.


Continuará …


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Miraba de reojo al pícaro montando el entreversado puzzle mientras vigilaba con cautela el ajetreo de esas bulliciosas calles

  • ¿Te queda mucho?
  • Shh, no le hagas perder la concentración Le dijo su yo muerto como se equivoque estamos perdidos.
    El leve eco de algo colapsando llegó a sus oidos ¿Han escuchado eso?
    El no muerto observó la calle y volvió a su conversación No parece nada importante, todos abajo parecen actuar como si nada y ademas…
    Antes de que pudiera acabar la frase el pícaro se levantó entusiasmado
  • Lo tengo, bien jugado Sylvanas no me esperaba que fueras tan retorcida Sacó de su faltriquera un dispositivo gnomico que disponía de un objetivo y una rendija horizontal, tomó una imagen y tras toquetear varios botones comenzó a imprimir silenciosamente una copia en papel con tamaño de 2 sobres del collage de sobres
    Os explico, el recuadro rojo es donde estamos, mas o menos, las líneas negras son las calles y lo blanco edificios, el cuadrado de arriba que marqué con líneas diagonales es un edificio al cual parecían dirigirse para reunirse, por lo que nos dirigimos allí, os daré una copia a ambos por si nos perdemos, pase lo que pase tenemos que llegar allí, si os digo que me dejen lo hacen, si mi vida corre peligro y os digo que huyan lo hacen ¿Entendido?.
    Ambos enanos asintieron
    Bien, nos ponemos en marcha, pero antes recojan, voy mientras a por algo que nos permitan pasar desapercibidos Desapareció en las sombras antes de que pudieran decir nada ambos
  • Y bueno, ¿Que harás cuando arreglemos este asunto y el del Consejo?, dijiste que seguramente te quedarías aquí.
  • Es posible, si no desaparezco me quedo aqui, mi futuro no existe ya, os protegere de toda amenaza, de alguna forma he de usar mi no vida y… bueno me gustaría tomarme unas vacaciones en Tuercespina, no se por que siento un vínculo con esa zona. Dijo pensantivo el no muerto
  • No me imaginaba esa respuesta, me tienes que invitar entonces, no dejo de ser tu sonrió olvidando donde estaba por unos instantes el paladín
  • Claro, mi lista de deudas no para de aumentar, a nuestro pícaro le debo un buffet libre, sera la ruina jeh esbozó una leve sonrisa el no muerto
  • ¿Que me he perdido?, Un caballero de la muerte sonriendo, eso no se ve todos los días… siento interrumpir este momento emotivo pero nos vamos, cuando recojan, os toca poneros estos trajes de cultores y rapido, es cuestión de tiempo que vean los cadáveres de esos enanos y ese tauren.
    Los 2 enanos con celeridad recogieron todo, tomaron las copias de los planos y se pusieron las togas mientras el pícaro ya con toga puesta refurfuñaba algo relacionado con taurens y Taurajo; de inmediato bajaron a las calles y se sumergieron en el caos de estas
  • Esto es un millón de veces peor que Ventormenta en día de mercado.
  • Shh, no llames la atención le dijo el pícaro
  • ¿Nos queda mucho?.
  • Bastante.
    Continuaron caminando por horas, alguna mirada indiscreta al trio, pero nada raro, cansados de caminar esquivando a quienes les miraban con sospecha o simplemente al gentío decidieron descansar en lo alto de otro edificio
  • Pues estamos…más o menos aquí Dijo el pícaro marcando con un círculo su ubicación en su plano aún nos queda…bastante.
  • ¿Que tamaño tiene esto?, llevamos horas y solo hemos caminado con su dedo midió la distancia entre marcas ¡2 uñas! y nos queda aún 7 dedos de distancia, vamos a estar días el paladín agotado intentaba hacerse a la magnitud de la urbe
  • Esto es Ny’aloza, imagina Khaz’modan al completo, ahora imagina que todo es ciudad, pues imagina 4 veces eso, eso es Ny’aloza le dijo el pícaro
  • Eso es imposible.
  • Abre tus ojos, es donde estamos.
  • Shh, estamos rodeados de enemigos recuerden, descansen un poco y continuemos, no podemos estar mucho tiempo aquí El no muerto se quedó vigilando mientras los 2 vivos descansaban

(Hice un cambio en la parte final por liarme con la linea temporal, espero que no afecte mucho)

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En ese recuerdo se encontraba la llama, y alrededor de ella había una reunión, en la que participaba un Elfo de cabellos rojizos, un líder, un forestal, su mejor amigo al frente de un ejército inmóvil de mercenarios en Sierra Espolón, una mujer fría, calculadora y con cara de pocos amigos, era su gran amiga Kyralash acompañada de 7 individuos encapuchados, y lo que únicamente podría describirse como a una nube de sombras, sin embargo, lejos de una reunión en armonía, los tres de ellos parecieran discutir algo mientras observaban dicha llama, sin embargo, sin haberse percatado, en el instante que dichos individuos parecieran tomar una parte de la llama para sí mismos, el eterno gris que plagaba su recuerdo fue destrozado.

Al ver a aquellos recuerdos tomar su llama quería exigirles que se detuvieran, que no le hicieran nada a su llama … pero no puedo. Sintió como al tratar de invocar su voz, cenizas y materia carbonizada caían por su garganta.

Esta distracción permitió que su guardia fuera penëtrada y el caballero atacó con su espada a Nhail, pero este detuvo el ataque con sus enguantadas manos tratando con todas sus fuerzas de desviar el filo.
Para ambos aquel instante fue eterno, pero tras retirar el arma del cuerpo de su rival, el caballero se detuvo a ver la extraña hoguera, inmóvil.

No pudo moverse.

Trató de invocar sus fuerzas. Trató de exigirle a su cuerpo que se moviese pero este no obedeció. Mientras, la mente de Nhail fue inundada con imágenes de tiempos y personas, recuerdos de una discusión entre dos Tauren, dos hermanos. Una discusión que solo le estaba provocando dolor a ambas partes.

Recuerdos de los Tauren tótem de runa al mando de su maestro Breind, sacando su cuerpo bajo los tablones de madera que todavía ardían tras el ataque de la plaga en Quel’thalas y salvándole la vida.

Ahi … en ese momento comenzó su aventura.

Recuerdos de su mejor amigo desangrándose, muriendo en los oscuros pasillos y gélidos de Ulduar cubiertos de sangre, cuerpos mutilados de los que una vez fueron sus compañeros de viaje tras el combate contra el General Vezax y como por primera vez Nhail supo lo que eran las lagrimas brotando de sus azules ojos. Impotente.

De como los graznidos de el Halcón de su mejor amigo, Saeta, logró salvar su vida cuando este se desangraba enterrado en la nieve de Cumbres Tormentosas cargando su cuerpo hasta Dalaran.

Recuerdos de Sandra, aquella camarera de Dalaran que cuidó de el, sanó sus heridas y como por primera vez su corazón latió con fuerza, sus besos, aquellas noches … ¿ Ella estaría bien ? No se atrevió a visitarla cuando regresó a Dalaran antes de la boda de su hermano Argent … no tuvo el coraje de hacerlo después de como se marchó tras la campaña contra el Rey Exánime.

De una promesa que había hecho a aquel Goblin en Tanaris.

Del futuro que estaba seguro de poder prevenir.

De su amigo Maurten, que conoció en el Zeppelin rumbo a Rasganorte pasando días perdidos en Cumbres Tormentosas tratando de sobrevivir y como en una redada consiguieron atraparle, torturarle y convertirlo en Caballero de la Muerte sin que el pudiese hacer nada por impedirlo.

De cuando volvió a encontrar una familia de mercenarios en la campaña contra la Legión y aquel romance con su gran amiga Beyth en un fugaz viaje a Terrallende. ¿Estarán todos bien?

De como consiguió hacerse un nombre entre su pueblo y ascender a uno de los mas altos rangos entre los Errantes exploradores … cumplir el sueño de su infancia.

Todos aquellos amigos que perdió en Rasganorte y que las cicatrices en su rostro jamás borrarán aquellos días tan oscuros y gloriosos al mismo tiempo.

Todas aquellas cosas y más le habían llevado justo donde se encontraba ahora, a la caza del último dios antiguo. Ny’alotha.

Juró vengarse de todo y de todos y nadie iba a impedírselo.

Nhail empezó a recobrar consciencia de nuevo, su deseo de encontrar esas respuestas estaban siendo destrozadas por su necesidad de proteger aquella llama. Un dolor insoportable lo inundaba y su cuerpo comenzó a rodearse del mismo fuego que empezaba a comerse todo lo que recién había visto dentro de su cabeza.

Ya no había espacio para nada más.
No importaba nada más.
Al diablo si alguna vez tuvo una historia.
Al diablo si alguna vez tuvo amigos o amantes.
Él debía proteger aquella llama.
No importaba el costo.
No importaba que tanto tuviera que sacrificar para lograrlo.
Él no dejaría que nadie tocara esa llama.
Él se aseguraría de que esa llama sobreviviera al mismo fin del mundo si era necesario.

El caballero, que no había parado a contemplar lo que pasó con su rival y estando a medio camino de la moribunda hoguera, sintió la llamarada más peligrosa que nunca había experimentado en su largo viaje, y al voltearse vio como aquél elfo de armadura negra estaba levitando inconscientemente con dichas dagas a medio camino de destrozar el cuerpo de aquel guerrero.

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Escrito por Thantos.
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Un vibrante sonido metálico resonaba por el tubo del ascensor cada vez que uno de los guardianes mecánicos caía bajo las armas de los defensores del mundo. La hoja encantada de Valerie, teñida del color rosado del amanecer, zigzagueaba por el aire dejando un rastro de luz líquida; las armas de los autómatas, en cambio, sólo seguían predecibles patrones que sólo podían mordían el aire.

La paladín saltó hacia un lado para apartarse del vuelo de una lanza, extendiendo la mano libre para desatar un haz de luz que inundó la carne mecánica de su atacante. Con un creciente silbido, poniéndose al rojo y lanzando vapores lechosos, las piezas de su armadura se agrietaron y fundieron, vertiéndose, imbuidas de luz, en el interior del autómata.

—Temperatura en niveles críticos. Por favor, consulte el manual… al… al… Error. Error.

El estallido de Luz Sagrada y metralla al rojo que manó de su interior acalló su voz enlatada y llena de estática. Como si fuera un prisma, las ruinas de su cuerpo manaron varios haces de luz que impactaron con los autómatas más cercanos a él.

—¿Ese truco es nuevo? —preguntó Aiden, quien estaba al otro lado del ascensor envuelto en una tormenta de nieve y ánima.

—¿No pensarías que tu eras el único que busca hacerse más fuerte, verdad? —respondió ella con tono burlón, sin bajar el ritmo de su danza de muerte—. Creo que lo voy a llamar… veamos —hizo una finta para esquivar un nuevo embate—… Prisma Divino.

Aiden bloqueó una andanada de golpes interponiendo su brazal en la trayectoria de la hoja con cierto aire distraido.

—Predecible. ¿Por qué todas las habilidades de un paladín son Sagrado esto y Divino aquello?

Valerie alzó su espada a los cielos. La luz manó de su cuerpo con un destello cegador que detuvo el embate de las máquinas; pero lejos de disolverse sin más en el aire, la radiancia de su cuerpo se mantuvo estática en el aire durante un instante antes de arremolinarse a su alrededor. La luz sólida dio paso a una Tormenta divina que redujo a chatarra a todo enemigo cercano.

—Mira quien fue a hablar, señor Golpe de escarcha.

—Touché.

Incluso sin Silencio en sus manos, Aiden podía notar como su poder, abominable y sutil a partes iguales, se filtraba en cada fibra de su alma como una mortaja triste y gris. Alzó las manos hacia las alturas, cubiertos de ráfagas de azul y plata, y lanzó un barrido extendiendo los brazos hacia los lados. El arco de magia gélida y sombría que manó de sus dedos recorrió el ascensor como las ondas de un estanque acariciado por el viento. Luego las cruzó sobre su pecho, revirtiendo su camino y arrastrando cada gota de energía de los autómatas hacia si mismo.

Los últimos enemigos cayeron al suelo como muñecos inertes, levantando un estruendo metálico que castigó los oídos de ambos como un martillo castiga al yunque. La luz rojiza del túnel vertical desapareció y dejó paso al tranquilo ambiente azulado del principio.

—Uff… creo que ese era el último.

Aiden asintió.

—Parece que aún queda algo de energía en los sistemas auxiliares. Yo no me relajaría, seguro que hay más como estos esperando allí abajo.

El ascensor siguió su descenso a los infiernos con paso lento y constante. Pasaron largos minutos hasta que la plataforma abandonó aquel ancho túnel que rozaba sus costados y reveló las entrañas de la olvidada Udorus.

La fría pared de metal dio paso a una enorme cueva que se perdía en el horizonte subterráneo y hundido en las sombras, sujetada por colosales pilares de planta cuadrangular hechos de piedra forrada de acero astral. Su superficie estaba cubierta por runas y conductos de magia arcana de un intenso azul neón, iluminando la colosal ciudad-forja bajo ellas y pintando el aire frío con un tono turquesa que jugaba al escondite con la negrura que acechaba en el techo.

A sus pies, reptando como la hiedra repta sobre una fachada, se alzaban las desafiantes torres de Uldorus; chapiteles de oro y bronce se alzaban como cuchillos en la oscuridad, buscando rozar con sus delgados dedos la distante superficie. Entre ellas se extendía un complejo sistema de puentes a varios niveles que conectaba los distintos sectores de la ciudad, extendiéndose como una telaraña de roca y metal bajo la cual reposaban las amplias instalaciones, forjas y laboratorios que habían dormido en su interior durante siglos.

—Vaya —musitó Valerie, quien se acercó al borde del ascensor para contemplar mejor la grandeza de la obra de los Titanes—. Esto es increíble.

—Es más grande de lo que pensaba —convino el caballero de la muerte a su lado. Su eco se perdió en la inmensidad de la caverna, dándole, aunque fuera por un breve instante, una voz que había perdido tiempo atrás.

Valerie se apartó un mechón de pelo de la cara y respiró hondo el aire virgen de Uldorus.

—Tal vez deberíamos volver con Magni aquí después de salvar Azeroth… otra vez.

—Otra vez.

Ambos rieron con en bajo ante la chanza. Fuera por separado o haciendo equipo, ambos guerreros habían visto lo peor que el mundo podía ofrecer y lo habían vencido. Incluso ante la amenaza en ciernes que representaba N’zoth, todavía se podían permitir el lujo de sentir esperanza.

Por lo menos, hasta que el ascensor se paró de golpe.

—¿Qué diantre ha pasado? —inquirió la paladín.

Sin responder a su pregunta, Aiden se dirigió con paso rápido al centro de la plataforma, donde la hoja de Silencio temblaba y chispeaba presa de su propia energía. El caballero de la muerte no tardó en descubrir que era lo que había taponado el flujo de magia de muerte que los había llevado hasta allí: alrededor del filo de su guadaña, brillando a un palmo de suelo, había un círculo rúnico de precisas instrucciones. Su llameante magia arcana pulsaba de forma rítmica mientras desviaba el alimento del ascensor su propia estructura.

—¿Eso es un bloqueo? No esperaba que el ascensor tuviera un sistema de freno automático.

Aiden posó su mano sobre el mango de Silencio. Con gesto grave, volvió a colocarse su capucha y flexionó los dedos sobre el arma.

—No es automático.

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Escrito por el comandante Felix.
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Los días transcurrían lentamente, cada minuto se convertía en una lucha interna dentro de la mente del elfo que debatía si sumirse en la locura, caótica e irrazonable, o seguir esta defensa sin final aparente. Los ataques eran cada vez más recurrentes, cambios de humor que llegaban a poner en peligro a los sanadores que atendían sus heridas o periodos de existencia que había quedado oscurecidos en los últimos días.

Las marcas sombrías se habían extendido con premura. Ahora esos símbolos arcaicos y espantosos habían llegado a alcanzar su rostro y una de sus piernas, su pupila había tornado a un color negro y rojizo y varios brotes de ira había ocasionado que una energía morada y desconocida apareciese invocada sin intención.

¿Cuanto había pasado desde que le trataban?¿Acaso iban a dejarle aquí hasta el fin de sus días? ¿Preso es como querían tenerlo, atado como debía morir?¿No era suficiente la torturo a la que le sometían?¿Y si era un regalo su nueva condición, un presente que no debía rechazar?¿Podía ser que en verdad solo querian engañarlo, tratarlo como un traidor, un paria un enemigos?..si…enemigos es lo que eran, deleznables seres que, con una falsa sinceridad y empatía, habían engañado y aislado su persona para tener un premio, una presa, un mero divertimento que les demostrase su falsa fuerza de voluntad.

Escapar, debía escapar, debía liberarse de estas cadenas y demostrar a esos malhechores, a esos ingratos y ladrones que no podía detenerlo más, no podían robar lo que era suyo por derecho, lo que le había abierto los ojos y le proporcionaba un nuevo poder absoluto que salvaría el planeta. Ni la azerita seria rival para su nuevo ser, la luz ya no le servia salvo para mermar unas capacidades innatas que sobrepasaban todo lo aprendido.

Intento levantarse de la cama sin éxito, unas cadenas centellearon, vibraron y se iluminaron con un leve tono rosado con cada movimiento que realizaba. Una prueba más de su prisión y su miedo, pero inútil después de todo. Con fuerza empezó a forzar las cadenas, el encantamiento era poderoso pero solo debía seguir forzándolo hasta verse superado, con cada forcejeo una oscura energía brotaba del brazo del paladín, envolviendo lenta y silenciosamente las cadenas que oprimían al paladín haciendo que chillasen y repiqueteasen simulando un grito de agonía. Cada segundo aumentaba su poder, poder abrumador y hermoso en un aspecto transcendental y único, las cadenas quedaban rígidas pero los eslabones, debilitados en su encantamiento, estaban cediendo para otorgarle su libertad.

Su venganza.

Su ira.

Su tormento. Oh si, sabia perfectamente que iban a intentar detenerlo, que pretenderían convencerlo de que se había descarriado, de que la verdadera faceta de su nuevo ser era falsa, mentira, dolorosa…PERO NO…sus embustes no surgirían efecto, su vehemencia hacia la animosidad que contrariase su idílica y nefasta visión de un mundo sostenible y perfecto que se autodestruía y recelaba de si mismo. Exterminar…si todo debía terminar, todo debía reiniciarse, debían comprendelo…quisieran o no comprenderían

¡CRACK!

Las cadenas se partieron en un seco sonido, el encantamiento no había resistido a las fuerzas que se sobreponían sobre el, lentamente el paladín se levanto de su lecho y contemplo su obra. Las cadenas, hasta ahora rígidas y resistentes, estaban esparcidas por el suelo rotas por varios puntos. Un ruido lo saco de sus pensamientos…voces, pasos…alguien se acercaba…una luz deslumbro al paladín momentáneamente, frente a el una sacerdotisa le miraba con un rostro desencajado pasando su mirada de las cadenas a su brazo…podía ver pánico y terror en su semblante…no lo comprendía…¿porque se asustaba de tan maravilloso regalo? ¿Porque renegaban de él? No lo harían…no les dejaría…

Alzo su brazo y unos tentáculos uniformes se abalanzaron sobre su presa, pero un haz de luz los bloqueo consiguiendo dar unos segundos para escapar. Unos gritos resonaban fuera de la habitación, pero no les presto atención mientras, con paso lento y pausado, se dirigía a la salida. Cada uno de sus pasos dejaba una silueta morada, viva, única, un regalo del poder al que servia.

- ¡Recobra el sentido chico! ¡No queremos hacerte daño! -dijo una voz desde el pasillo

- ¿Sentido? Llamáis sentido a mi prisión y tormento, cordura a vuestra insensatez, resentimiento a la esperanza…No…vosotros debéis rendiros al verdadero mundo, al verdadero ser…

Al salir pudo contemplar a un pequeño ser hecho de piedra brillante, su rostro le sonaba pero no podía concretar de que…tampoco importaba…no era necesario, si tachaba de inconsciencia la salvación de este mundo era su enemigo…su victima…su captor…

Se lanzo a por su interlocutor directamente cesando tan insignificante conversación, que vea en sus carnes la verdad que negaba a creerse. Justo cuando iba a cercenar a ese enano un haz de luz impacto en su pecho, junto a ese maldito ser se encontraba la sacerdotisa que había entrado a su cárcel, un guerrero verde y deforme, un guerrero de negra armadura… pero no eran rival…

Rasgo un golpe en dirección a la sacerdotisa y unos cortes de energía del vacío impactaron en ella lanzandola con un fuerte golpe a la pared, seguido un martillo negro impacto en ella dejándola inerte en el suelo. Una preocupación menos.

El caballero negro se lanzo al paladín y dio un estoque por su espalda, intento esquivarlo pero no tuvo mucho éxito y,como consecuencia, recibió un corte en la parte trasera de su brazo y clavícula. Sin tiempo a reponerse el caballero congelo el suelo donde pisaba e invoco unas cadenas heladas que agarraron al elfo por brazos y piernas impidiendo su movimiento. Mientras se encontraba inmóvil el caballero aprovecho para invocar unas gélidas dagas que poco a poco iban apuntando a su objetivo.

Pero ese no seria su final, arre-junto la energía que adoraba y devolvió en una aura que partió de todo su cuerpo destrozando el hielo y las cadenas que lo mantenían preso. Nunca más seria su rehén. Sin embargo, antes de poder atacar a sus nuevos “amigos” el guerrero verde embistió al paladín, arrastrándolo con una fuerza sobrehumana hasta estamparlo en la pared contraria. La sangre manaba de su cabeza y notaba como los huesos se resquebrajaban bajo su piel, pero no era nada que le impidiese cumplir su objetivo.

Con fuerza, reunió en su brazo derecho energía oscura y agarro al guerrero por el cuello, no podía respirar y los fútiles intentos de liberarse golpeando sus brazos y piernas no surgían efecto, poco a poco la vida iba disipándose del soldado, su ojos se apagaban y su alma se preparaba para partir al mundo de los espíritus del cual no podría salir. Justo cuando el soldado notaba perder sus ultimas fuerza una helada espada impacto en el hombro derecho del paladín obligando a soltar a su presa, la cual cayo a peso muerto al suelo mientras se retorcía e intentaba coger aire.

Otra espada se incrusto en la pierna derecha del paladín, no podía moverse y a pesar de invocar las energías que servia estas no conseguían liberarlo de tal agonía. Una tercera espada impactó en el brazo izquierdo, fue su sentencia la que hizo caer de rodillas al suelo, le habían vencido uno herejes, unos malnacidos que no querían abrazar la verdad y la felicidad que ÉL les podía traer, que su AMO podía darles. SU SEÑOR.

- ¡No lo mates!No es el mismo…-las palabras perdían su sentido, no podía distinguirlas ni concentrarse en ellas- …hemos terminar la ca…es un riesgo que asu…ecesitamos con nos…solo juntos…nyalotha…

Los sonidos cesaron y una nueva oscuridad se cernió sobre su mente. La magia se disipo y la sangre broto a raudales de sus heridas, sin saber que ocurría el paladín se desmayo.

HORAS MAS TARDE
Despertó en su cuarto, no recordaba que hacia ahí. Intento incorporarse pero solo con levantar su cabeza un tintineo y una presión en el cuello dejaron claro que no seria posible. Lentamente, abrió los ojos y se acomodo a la luz del cuarto.

Seguía en el mismo cuarto que Magni le había otorgado, pero nuevas marcas habían aparecido, tampoco se encontraba recostado algo había ocurrido. No conseguía recordar él que, pero lo suponía.

Cada día era mis inaguantable la agonía, las perdidas de memoria cada vez eran mayores, la consciencia se evaporaba. Comprobó su cuerpo y descubrió nuevas vendas y heridas que antes no estaban, ¿que habría ocurrido?¿que habría hecho esta vez? y…¿a quien?

El sonido de la puerta lo sorprendió, de nuevo una luz broto y una figura entro al cuarto. No podía distinguirla pero casi podría asegurar que era una sacerdotisa elfa, parecía asustada. Cansado cerro los ojos y dejo que el propio tiempo llevase su mente, lo abstrajese de ese tormento y pusiese final a su existencia.

- lo…lo…sient…-apenas podía hablar el paladín- por…favor…favor…

Noto la calidez en sus heridas, como sus vendas eran cambiadas y como las manos de la sacerdotisa temblaban de pánico. Alzo la mirada y pudo ver como sus ojos dorados estaban llorando y se asustaron al ver los del elfo. Le temía a ÉL, a lo que había hecho, a lo que podía hacer…

Con una desesperación y sufrimiento agacho la cabeza, las lagrimas le brotaban sin cesar y su mente no paraba de pensar en las atrocidades que podía haber cometido, en el daño que tal vez hubiese hecho, en la gente que podría haber sufrido a sus manos, a su descontrol. No podía evitar esos brotes y por su culpa gente inocente, gente querida, gente buena estaba sufriendo…otra vez por su culpa. Alzo su rostro plagado de lagrimas y mirando fijamente a la sacerdotisa suplico.

- Matame…pon fin a esto…no puedo haceros daño…no quiero haceros daño…matame…mateme…matame…mat…

Y repitiendo ese mantra se sumió de nuevo en la oscuridad, en el sueño placido que unicamente le daba paz y que deseaba fervientemente que fuese el ultimo. Muerto, no causaría más daños a nadie más.


Continuara…


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  • Bien, ya hemos repuesto fuerzas, continuemos.
    Los 3 “turistas” bajaron de su reposo y alcanzaron las ajetreadas calles otra vez

Caminaron por horas en las infinitas calles de la ciudad, algo hizo detenerse en seco al pícaro y que sus ojos se iluminasen

  • ¿Has visto algo?

  • Una taberna, es lo que necesitábamos el kultirano miraba a sus alrededores y al interior del labrado edificio

  • Yo también querría beber una buena pinta ahora mismo, pero no creo que sea el lugar ni el momento para ello El paladín incrédulo no asumía la idea

  • Las tabernas son el lugar perfecto para informarse, la gente cuando bebe relaja la boca, ¿nunca han oído aquello de que los niños y los borrachos nunca mienten?, es perfecto, nadie sospechará de 2 enanos en una taberna, ustedes son del Martillo Crepuscular dentro, recuerdenlo, Cho’Gal fue vuestro lider.

  • Entiendo, quieres que seamos tus oidos al poder entender el idioma.

  • Exacto, yo no les entiendo, no hagan nada raro, solo siéntense y beban algo, si ven que sospechan pagan y se van, confío en vosotros.

  • Pero ¿Que beben aquí? no se si es letal para mi El paladín pensaba en todas las fallas del plan

  • Cerveza goblin, estoy viendo barriles de El botín de Tuercespina no me extrañaría que se los hayan vendido.
    Ambos enanos pusieron cara de disgusto al escuchar la marca del fermentado
    No me miren así, se que no es cerveza enana o pandaren pero la he bebido y bueno, en verano con mucho calor entra… el trabajo de espía no es agradable saben, hay que mantener una tapadera, aunque hayan que hacer cosas desagradables así que entren.
    Ambos enanos entraron, cuando el no muerto miró a la calle no vio rastro del pícaro, se sentaron en una mesa situada en el entresuelo tras subir unas escaleras junto a la barandilla, lugar desde el cual se tenía visión de todo el establecimiento, al rato una goblin se les acercó

  • ¿Que desean tomar?, el menú del día es asado de pata de tauren y draenei.

  • Perfecto, una pata de tauren y 2 pintas, bien cargadas.

  • Pero cariño pide otra ración, que en esta gloriosa batalla andan cayendo como moscas, no se van a extinguir.
    El no muerto se bajó la capucha, desvelando su fulgurante mirada, su pelo cano y su pálida piel ¿Crees que necesito comer? he dicho 1 ración y 2 pintas.

  • Vaya se nos ha unido un caballero de la muerte, eso es algo raro y…sirviendo la goblin bajó a realizar el pedido

  • Goblins… me entenderás cuando digo que deberían extinguirse, estando vivo, estando muerto, en el fin del mundo y en Ny’alozha, intentan sacarte hasta el último oro, si vieras como estafaban con sus “refugios submarinos” a quienes trataban de huir de espectro…

  • Ya veo que hay cosas que nunca cambian y espera… ¿De verdad crees que voy a comerme una pata de tauren asada? es repulsivo.

  • Shh, habla bajo o sospecharán de nosotros y a lo de la pata no te preocupes, me la como yo y pongamos oidos, esto esta hasta los topes de cultores, a ver que nos dicen.
    En efecto el local estaba prácticamente lleno de cultores del Martillo Crepuscular que atraidos por los susurros de N’Zoth querían obtener una mínima fracción de su poder, seres de todas las razas buscaban fortuna ajenos a lo que sucedía en Azeroth

  • El paladín se fijó en una mesa de la pared, donde 3 trolls hablaban sobre la batalla de Orsis

  • Tuh primo estah muerto ya. Comentó un troll tuerto y de colmillo derecho roto

  • Tu si que vah a morir como sigah así, ¿Acaso quieres perder ese otro ojo? el segundo troll, de cresta negra le recriminó con un cuchillo

  • ¿Y poh que no te ha dicho nah?¿No teh dijo que volviah cuando conquistasen Ohsis? El tercer troll, mucho más alto que los otros 2 le daba un bocado a su pata de draenei

  • El paladín le dio unos suaves puntapiés al no muerto y señaló con un cuchillo al grupo, el no muerto entendió que estaban hablando de algo interesante

  • La goblin portando 2 grandes jarras cargadas de cerveza y el plato con una pata de tauren llegó interrumpiendo su escucha Ya está el pedido chicos, si quieren algo más no pidan en pedir Tal cual vino se fue para atender a otros clientes

  • Huele bien pero…no pienso comerme a un tauren…este olor me recuerda al vacuno el paladín miraba con repulsa el “manjar”

  • Tu bebe y sigamos escuchando, parece que no saben de su derrota
    Volvieron sus oidos al grupo troll

  • … poh eso Cho’gal merecía mohrir El troll tuerto parecía recriminar a su antiguo lider.

  • ¿Y una gnomah podia haber po’dido venceh a esoh “adalideh”?, no me haga reih, no hubierah aguantado ni una patadah El troll de cresta casi se echa a reír

  • ¿Y dondeh estah tu gnoma eh?, cuando el lideh murioh y el Crepusculo se disolvio huyoh, ¿donde estah tu gnoma? El troll alto le dio un trago largo a su cerveza

  • Hay rumoreh de que sigue vivah, dicen que lah vieron en Dalaran hace pocoh y otros que estah en ese pueblo Tol’vir, en el grupoh que va a destruih ese pueblo.

  • Gnoma eh, bueno es saberlo pero vamos a “consultar” a otros le dio un trago a su cerveza bah, esto no es más que agua con espuma ¿como sabe?

  • El paladín le dio un trago tambien igual, es agua con espuma, es increíble que sepa igual de lamentable estando muerto, estos goblins no tienen ni idea de hacer una cerveza decente y ojo a las 3 en punto. el paladín señaló a la mesa ocupada por un gnomo de pelo rosa y un vulpera

  • …ha caido, nos han humillado. dijo el gnomo con un papiro en sus manos

  • Tu contacto ha bebido otra vez esos brebajes, te dije que buscases a otro para tus negocios el vulpera miraba al gnomo escéptico

  • Me lo dijo muy serio, los herejes nos han vencido en batalla, han matado a Ig’nosh.

  • Hablamos del tipo que dijo haber visto a C’thun como la tercera luna, ¿como vamos a estar perdiendo ante un grupo de desarrapados Tol’vir y unos mercenarios que no tienen donde caerse muertos?

  • Tengo imágenes de los eventos, esto que quede entre nosotros o seremos los sig… el grito de uno de los troll se hizo eco en todo el local, el tuerto presentaba un tenedor en su único ojo

  • ¡Serah degraciadoh!

  • ¿Comoh puditeh salir coh mi noviah? !confiabah en ti! Dijo el de la cresta

  • Teh dimoh poh muertoh y ademah… yo soy mejoh en la cama que tuh, me lo dijo ella.
    El troll más alto estampó las jarras de cristal en las cabezas de ambos compañeros, haciendolas añicos y quedando algunas incrustadas en sus cabezas, la sangre brotaba de ambos

  • Estoy hartoh de loh 2, nuehtra asociación hah concluido.
    En cuestión de un instante la taberna se convirtió en una vorágine de caos y destrucción, las jarras de cerveza, cubiertos, platos y hasta sillas volaban con tremenda facilidad al igual que los golpes entre comensales

  • El paladín suspiró pues vamonos, esto ya si que parece una taberna.

  • Si, antes de que…Notó un golpe seco en su cabeza a manos de un orco

  • Os eché el ojo cuando llegasteis ¿Quien… El enano empuño una de sus hojarunas y de un grácil giro trazó un tajo diagonal en el pecho del orco, haciendo salpicar su sangre en el suelo de la taberna, este quedó desplomado de inmediato, haciendo silenciar a los improvisados púgiles vamonos antes de que… un n’raqi entró a duras penas por la entrada haciendo temblar todo el establecimiento llegando al centro de este arrasando con las mesas que se le interponía

  • Hay 2 invasores en la zona, tienen 5 minutos para identificarlo o todos los presentes en el local serán purgados. De inmediato todas las miradas se fijaron en el enano cuya hojarruna aún vertía al suelo gotas de sangre de orco

  • Tengo un plan, ganame unos segundos y cuando te diga ¡Huye! el paladín miraba fijamente a las bombonas ultrapresurizadas de cerveza con el eslogán de “ultrapresión, ultrasabor, nueva receta Tuercespina”

  • De acuerdo Los primeros ataques con magia oscura de los cultores se vieron reflejadas gracias al escudo antimagia del no muerto, de inmediato incrustó en el suelo pétreo su otra hojarruna, corrompiendo el suelo a su alrededor mientras el paladín ya estaba tras la barra del bar

  • Vengan todos a por mí, es una orden una serie de zarcillos oscuros cubrieron todo el entresuelo, atrayendo a todos los comensales y al n’raqi frente a el y el suelo profanado, los más débiles enfermaron y caían como moscas en el duro suelo

El n’raqi lanzó sus tentáculos hacia el, que facilmente pudo esquivar gracias a su agilidad y estatura, los comensales que aún vivían lanzaron todo tipo de magia hacia el, un humano se abalanzó contra el con una daga, sin embargo fue su cuello lo que se alzó, todos los comensales quedaron alzados por sus cuellos unos palmos en el aire debido a brazos de magia necrótica

  • ¡Ya casi esta! el paladín estaba tras las barras manipulando las bombonas de cerveza

Era cuestión de tiempo que llegasen refuerzos, lo último que necesitaban en plena Ny’aloza el trio

Los tentáculos barrio con los estrangulados comensales, despedazandolos y haciendo llover sangre, vísceras y pedazos de carne y huesos por toda la planta, sin embargo el no muerto pudo esquivarlo, el enano cargó con velocidad a las piernas de este ser, logrando meterse entre el hueco dejado por los tentáculos y las piernas, quedando esta seccionada

El enano retrocedió ante la ira del n’raqi que amenazaba con derribar el local antes de que llegansen los refuerzos, sin embargo el paladín subió a la barra en señal de que había concluido el sabotaje

  • ¡VAMONOS!, ¡Esto va a explotar!.

El no muerto pasó junto al n’raqi que en un último ataque extendió sus tentáculos golpeandole en el hombro derecho haciendo trizas su hombrera y dejando ver un desagradable corte irregular en su hombro, pero las bombonas expulsando vapor fue la señal de que no debían perder tiempo

Ambos salieron corriendo hacia el pícaro que estaba camuflado entre el gentío sentado en el punto de reunión, un banco cercano, y sin decir nada le tiraron de ambos brazos

  • ¡VAMONOS! El le paladín grito al kultirano

  • ¡No hay tiempo que perder, toca huir! dijo con urgencia el no muerto

  • Varios Ignotos se percataron de su presencia y el kultirano se alarmó, tomó una granada de humo de su bolsillo y quitó el seguro

  • ¿Pero que le ha pasado a tu hombro? dijo el kultirano preocupado

  • No pasa nada, no es nada, va a explotar el no muerto intentaba hacer entender la situación

  • Vamonos Arrojó la granada de humo, bloqueando la visión de todos los ignotos y transeúntes cercanos

En un callejón lejos de miradas indiscretas los 3 estaban sentados intentando ver si estaban seguros, de repente una explosión y una enorme onda de refracción sacudió todo a su alrededor, siendo este respondido por el estruendo de cristales rotos, gritos de dolor y cascotes de la taberna y los edificios colindantes caer como si de granizo fuese por centenas de metros a su redonda

  • Oye…se os ha ido de las manos esto un poco.

  • Pero tenemos algo de información, resulta que parece que hay una lider del Martillo Crepuscular viva, una gnoma, la vieron hace poco en Dalaran y supongo que Rankahem y otra cosa, estan censurando lo que pasa en Uldum, no saben que Ig’nosh esta muerto.

  • Bueno no esta mal, pero nos falta más información, gracias por arriesgaros.

  • Para eso estamos además…hay que admitir que la explosión ha estado increible, no así la cerveza el paladín embozó una sonrisa

  • Esto…¿puedo pedirle un favor Biroz? El no muerto miraba al kultirano

  • Claro, ¿que necesitas?.

  • Se que conoces primeros auxilios, ¿podrías curarme esta herida?.

  • Por supuesto.

  • Y…¿podrías prestarme algo de tu sangre?, he perdido bastante y no puedo beber la “mia del pasado”, es un paladín y todo lo sagrado me daña.

  • Suspiró el kultirano pensando en su mala suerte con sus reuniones con caballeros de la muerte, evitando mencionar al enano no muerto su encuentro con Aiden supongo que puedes, pero no te pases que la necesito yo tambien.

  • No te preocupes, solo es un poco.

Continuará

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Escrito por el maestro escritor Thantos

Desde el borde de la plataforma de hielo, Aiden contempló como el amanecer plantaba sus rosados estandartes sobre la nieve virgen de Rasganorte. Una suave brisa hizo ondear con pereza a su gran capa blanca, y el roce de la capucha contra la máscara que ahora cubría su rostro, lanzando un frufrú que se perdió entre el mar de sus cabellos, le hizo sentir una punzada de nostalgia. Él intentó esbozar una sonrisa al recordar aquellos tiempos mejores, pero aquel sentimiento fue tan tenue, tan breve y lejano, que lo único que alcanzaron a dibujar sus labios fue una mueca de triste resignación.

Silencio se balanceó en su mano mientras sopesaba su nueva fuerza. No podía encontrar un límite a su poder, pues por mucho que profundizara en la energía que ahora recorría su cuerpo, lento e inmenso como un glaciar, no podía encontrar su límite. No importaba cuanto buceara en él: cada vez que rozaba el fondo de ese océano con los dedos descubría un lugar aún más profundo. La presencia de las Tierras Sombrías seguía acompañándolo incluso más allá del velo de la muerte, formando una conexión que apenas podía empezar a comprender.

Inhaló el frío aire de la mañana, cerrando los ojos para poner en orden su mente ante toda la fuerza que había ganado. Que podría destruir el mundo ya no era una posibilidad, era una certeza, y aunque algo dentro de él le instaba a limpiar de vida toda la superficie del mundo no permitió que el poder le cegase. Era una herramienta, nada más, y la utilizaría para aquello que había jurado hacer.

Liberó el aire de sus pulmones. Antes de que la nube de vaho, bailarín de niebla, se perdiera por siempre en el reino de Thunderaan, sus ojos se abrieron con un destello de luz cegador. Su mirada surcó los mares y los montes, los valles y los ríos, peinando Azeroth a una velocidad que los mortales solo podían aspirar a rozar. Aun así, el Espectro frunció el ceño. Por mucho que buscara a través de los ojos de su máscara de hierro, no podía encontrar a la víbora que el destino le había encargado exterminar. Su búsqueda duró largos minutos, explorando cada rincón olvidado de Azeroth, desde sus islas inexploradas a las ruinas de civilizaciones que se habían convertido en polvo siglos atrás. No hubo suerte, y al final acabó por desistir.

Se alejó del borde con mirada perdida y aire pensativo. A pesar de su poder, Sylvanas todavía se le escapaba de entre sus dedos. Era frustrante, tanto que, si no tuviera los sentimientos tan embotados, habría lanzando un juramento. Entonces se dió cuenta de algo. Aún no estaba solo. Aún había gente con los medios para encontrarla, para llevarla hasta sus pies, cubierta de cadenas y esperando el golpe de gracia.

Dió una orden mental y Kyranastrazs no tardó en responder. La gran vermis aterrizó con estruendo en el centro de la plataforma y se arrodilló ante su maestro. No la saludo, ni acarició las órbitas de sus ojos como de costumbre. En silencio, la muerte blanca subió a su lomo y estranguló las riendas con puño de hierro. El dragón se alzó, extendiendo las alas con impaciencia mientras aguardaba la orden de su maestro.

—A Ulduar.

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Tras cerrar la tienda como cada día Menel y Argent se encaminaron hacia el Enclave de plata. El paladín se quedó con Estel y Renel en brazos mientras ella subía por las escaleras.
Saludó con una inclinación de cabeza a la sacerdotisa que guardaba el portal ese día y lo cruzó.
Se materializó en el Templo de la Luz y la sombra,otra sacerdotisa le tiró un hechizo de velocidad para moverse más rápido por el enorme templo.
Aún le ponía nerviosa volver a aquel lugar donde durante su embarazo tantas pesadillas oscuras había sufrido.
Caminaba…mas bien corría, por el lado derecho del templo.Lo más pegada a las paredes que le era posible.Del lado de la luz,mientras miraba con desconfianza y de reojo al lado izquierdo.
La sombra parecía amenazarla desde aquella otra sala. Podía sentir los susurros acercándose.
Por poco tropieza con Alonsus, el sacerdote renegado la llamó antes de chocar contra ella.
-Menel que bueno verte por aquí.
La sacerdotisa sonrió de corazón.
-Buenas tardes Alonsus-contestó.
-Que te trae por aquí? Se que no te gusta venir tras lo ocurrido,debe ser importante.
-La verdad es que vengo a recoger a Lith y hacerte un par de consultas.
-Tu hija está con Saara.
A la sacerdotisa se le cambió la cara de golpe y palideció.
-No es lo que crees…no te apures.
-Alonsus que Saara tiene la costumbre de “lavar” cerebros…
-Lith es una niña de diez años con un poder inconmensurable sobre el vacío. Tenemos que pueda dominarla.
-Lo se, a nosotros nos preocupa lo mismo-contestó Menel
-Debe comulgar con la luz para mantener un equilibrio,poco a poco,cada día pasa más tiempo con Saara.
-Eso también me preocupa.
-No te apures.La Naaru ha comprendido que no puede controlarlo todo,el destino,vuestras vidas…se ha resignado con lo acontecido con Lith. Ya no tiene dos campeones de la luz. Y Estel apenas tiene un año recién cumplido. Saara sabe que Argent lo educará como a un paladín,que hareis de él un campeón de la luz.
-Es muy pequeño aún.
-Si,pero los naaru son eternos,Saara esperará.Para ella el tiempo no es nada, ahora desea ayudar a Lith.
-Como?-preguntó Menel aun desconfiada.
-Equilibrio, de eso se trata Menelwie.Cada día tras potenciar su poder con el vacío Lith se recluye en la cámara de Saara unos minutos.Dejando que la luz pase por ella de forma muy suave,purificando su espíritu para que la sombra no la corrompa.
-Es cierto que se le ve más equilibrada,ya no habla tanto de Lyft,de sus enseñanzas y va asumiendo poco a poco que somos su familia,que la amamos y aceptamos como es.Poco a poco se va soltando,acepta nuestros mimos,incluso por momentos vuelve a ser una niña.
-Confía en mi-dijo Faol.
Menel asintió.
-Que es lo otro que venías a consultarme?-preguntó Alonsus.
Menel le explicó lo ocurrido con Shivadel. Hacía un mes que la nocheterna seguía en coma,con los orbes flotando. No empeoraba,los orbes la sustentaban…pero tampoco mejoraba y no tenían noticias sobre Hême desde que había partido.
La sacerdotisa solía poner a Renel sobre el regazo de su madre,a ver si conseguía sacarla del coma,pero la pequeña no hablaba,solo miraba a su madre con tristeza,esperando que despertase y empezaba a ser contraproducente.
-Un general de la plaga…
Si-asintió Menel
-Kalecgos erra en sus cálculos. No todo está perdido si no derrotais a ese orco.
-No te entiendo…
-Menel,como sabes morí y fui resucitado,estuve en las tierras sombrías.
La sacerdotisa asintió.
-Bien…allí se concentran las almas de todos los mundos.Aunque creas que ese orco tiene atrapada la esencia de tu amiga en su arma realmente no es así.
La kaldorei lo miró interrogante.
-Ese general extrae su poder por su conexión con las tierras sombrías,las almas de su arma se almacenan allí y no en su hojarruna,simplemente extrae el poder del lado de la muerte cuando lo necesita, de las almas que ha enviado alli.
-Entiendo- contestó la sacerdotisa pensativa.
-Si encuentras a un caballero de la muerte lo suficientemente poderoso,con un arma forjada con el mismo fin,puedes conseguir que sea él quien invoque el alma de esa nocheterna y la devuelva a su cuerpo.
-Silencio…-susurró Menel.
-Qué?-preguntó Faol sin entenderla.
-Creo conocer a alguien así,gracias Alonsus-dijo Menel sonriendo.
-Me alegro pues. Creo que Lith debería haber terminado su comunión con Saara,voy a buscarla.
Poco después su preciosa hija corrió al verla.
-Mami has venido!!!
-Claro mi sol,como va tu entrenamiento?
-Saara es muy buena.
Menel alzó una ceja,seguía desconfiando de la naaru pero le daría el beneficio de la duda,eso si…si se atrevía a dañar por poco que fuera a su niña…destrozaría a aquella Naaru.
Una cacofonía de hermosos sonidos se coló en su mente.
-Confía en mi- dijo la Naaru.
Menel recordó tarde que Saara se podía colar en sus pensamientos.
-Ya veremos-dijo entre dientes la sacerdotisa.
-Que decías mami?-preguntó Lith.
-Nada mi cielo,vamos,papi,Estel y Renel seguro que tienen ganas de verte.
Se dirigieron a la salida despidiéndose de Alonsus que consultaba un pergamino.
cuando llegaron a casa Menel como siempre subió a la habitación donde Shivadel descansaba.Era lo primero que hacía al llegar cada día.
Por desgracia no había cambios,pero había una nueva esperanza. Aunque ya le debía un favor a Aiden…pedirle otro…más no había otro remedio.
Bajó a bañar a los niños y ponerse con la cena.
Por fin cuando los tres pequeños dormían se sentó en el sofá junto a su esposo.Apoyó la cabeza en su hombro y suspiró largamente.
-Azeroth llamando a Menel-dijo Argent con guasa-en que piensas amor?
La sacerdotisa le contó a su paladín lo que Alonsus y ella habían hablado.
-Pues a ver donde encontramos a Aiden-dijo Argent preocupado.
-Mañana iré a ver al jefe de correos.Le haré llegar una carta-sentenció Menel.
-Siempre tan preocupada por los demás-dijo Argent levantándole la mejilla y besándola con suavidad.
-Sigo siendo una sacerdotisa de Elune,siempre lo seré-contestó ella sonriendo con pesar.

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Terminó de beber el preciado fluido del pícaro y se limpió la comisura de su boca con un pañuelo sedoso que guardó tras ello, observó la herida cosida de su hombro y al kultirano Te debo una cerveza, de calidad, tras esto notaba la sangre circular por su inoperativo torrente sanguíneo otra vez, reflejo de años mejores Avisa cuando estes de nuevo bien y por cierto ¿como es que sabes suturar unas heridas tan feas?.

  • En este negocio si no sabes tratarte heridas graves tu solo estas condenado, es algo que te enseñan en el IV:7 pero que nunca quieres usar Dijo el kultirano, sentado en el pestilente suelo mientras se recuperaba del mareo

  • Ojala pudiera curarte, pero se lo basico de curas y no tengo mucho control sobre estas, podría matarte si lo intento El paladín miraba a sus compañeros mientras ojeaba por un resquicio del callejón la calle de la que vinieron aún sigue la cosa movida, ¿cuanto nos queda para llegar al templo ese?.

  • Pues vamos a ver metió en su faltriquera la mano, sacó el sobre y un pequeño orbe verde cayó al suelo, de inmediato el no muerto lo recogió cierto… ahora que estamos descansando ¿que deberiamos hacer con el orbe?

  • Eso es… no hemos tenido tiempo para hablar de ello claro, deberiamos perservarlo hasta encontrar a alguien que sepa si podemos salvar a ese elfo aunque la promesa… El paladín intentaba buscar una respuesta al dilema

  • Deberiamos destruirlo, una promesa es una promesa y además, si el cuerpo ya esta muerto entonces no hay manera de devolverle a la vida, su alma ya no esta en este…bueno en Azeroth el pícaro comenzó a levantarse con un poco de dificultad

  • Eso por desgracia es cierto, a estas alturas solo queda 1 metodo para traerle de vuelta, deberiamos honrar su sacrificio y cumplir lo que quiso pero… observó el corrupto firmamento hagamoslo fuera de aqui, no veo que sea el lugar idoneo, cuando regresemos romperé el orbe e intentaré que llegue a su familia, si es que tiene El no muerto se guardó de nuevo el orbe

  • Tengo una pregunta, ¿Como son las Tierras Sombrías? Sin motivo aparente el paladín alzó la pregunta

  • ¿Disculpa?

  • Tu has estado allí al menos una vez, conoces la respuesta a una de las preguntas más importantes que todos en este planeta se han hecho a lo largo de milenios, ¿Que hay tras la muerte? El paladín le miró a sus ojos fijamente

  • En efecto he estado allí, en más de una ocasión en verdad, pero no puedo responder, eso es algo que descubriras dentro de muchos años.

  • ¿Por lo ocultan tan celosamente? ¿Que ganan con ello?, ¿Es algún tipo de venganza por esa maldición de la no muerte?

  • Imagina que saben que hay ¿seguirían viviendo y actuando como hasta ahora los vivos?, ¿Que es la vida si se sabe que hay tras ella?, la vida no es un mero trámite para la muerte, disfrútenla mientras puedan por que una vez que se muere ya no hay vuelta atrás y no, la no muerte no es la solución pues como has dicho es una maldición, pero si quieres saber algo te lo dire, donde fuimos tras el ataque de los renegados en la puerta de Cólera cuando pasamos 2 horas muertos fue el más allá y ahora continuemos, no quiero hablar más del asunto El no muerto cerró su boca haciendo rechinar sus dientes

  • Quizás no he tenido tacto…tienes razón, vamonos

  • Vamos a tranquilizarnos y a continuar nuestro viaje, ya me encuentro bien El kultirano se puso de pie y observó los planos Hagamos un desvío y lleguemos al templo.

Ambos asintieron si tienes que decirnos algo o soltar algo hazlo, entiendo que esto es duro para ti.

  • No te preocupes, he perdido la calma un poco, estoy bien y si tu lo estas continuemos, quiero salir de este infierno lo antes posible.

Pasaron horas por no decir días caminando por las laberínticas calles de Ny’aloza bajo la eterna mirada de N’Zoth, todo parecía ser similar hasta que una pirámide de oscuridad absoluta comenzó a imponerse en el horizonte, marcado en el plano como un cuadrado grande de líneas diagonales

  • Al fin hemos llegado, es imponente desde luego El paladín miraba la pirámide mientras el no muerto intentaba recordarla

  • Bien, es hora de infiltrarnos, pero seguro que unos cultores normales no podrán, toca encontrarnos con unos de más rango el kultirano ya planeaba como entrar desapercibidos

  • ¿Estas bien por lo del otro día? el paladín le puso la mano en su hombro sano

  • No te preocupes por eso, simplemente perdí un poco la cabeza, ¿como iba a poder llevarme mal conmigo mismo?.

Continuará

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Escrito por Thantos

Daba igual lo que Aiden intentara. El sello de la plataforma era de calibre cósmico, un muro capaz de desviar cada gota de energía que Silencio intentaba filtrar en el metal. Las sirenas de alarma sonaban cada vez en más sitios, uniendo sus voces en una cacofonía estridente que reverberaba en la boca cavernosa de Uldorus.

Y de pronto, un golpe lejano sonó sobre sus cabezas.

—¿Has oído eso? —Valerie se puso en pie de nuevo, barriendo el túnel sobre ella con la mirada.

—No. Trabajando.

—Mmm… quizá me lo haya imaginado.

El sonido de las alarmas era cada vez más cercano. Más urgente. Con la mosca tras la oreja, la paladín se acercó al borde de la plataforma, espada en mano, y buscó señales de enemigos en la ciudad bajo ella.

El ruido sonó otra vez. Su fuerza se impuso al de las sirenas, haciéndolas callar por completo. Su eco metálico y repetitivo como los golpes de un martillo, ahora libre de competición, inundó la inmensa cueva como una riada, haciéndose el indiscutible dueño del aire. A su paso sobre las intrincadas forjas, jugando al escondite entre las titánicas columnas, plantó los estandartes de su nuevo reino: el ambiente azulado proveniente de las luces se oscureció en una breve fase violeta antes de tornarse rojo como la sangre.

—No es por meterte prisa —hizo un esfuerzo para despegar la mirada de las luces y darse la vuelta—, pero hazme un favor y date prisa.

Aiden se mantuvo en silencio. Su rostro encapuchado se había alzado contra las sombras que flotaban sobre él, perforándolas con una cruel mirada de sus ojos de zafiro. Tras unos segundos, negó con la cabeza y se puso en pie, arrancando su arma del suelo y poniéndose en guardia completa.

—Tengo la sensación de que vamos a bajar más rápido de lo que deberíamos.

El ruido sonó por tercera vez sobre sus cabezas, claro como el cristal en esta ocasión. Luego siguieron un cuarto y un quinto que hicieron temblar el ascensor. Valerie sintió como un poco de polvo cayó sobre su cabello; esa fue su única señal antes de alzar la cabeza y ver como algo inmenso se lanzó a toda velocidad desde las alturas.

—¡Aiden, cuidado!

El caballero de la muerte, sin apenas tiempo para reaccionar, logró ponerse en forma espectral para evitar ser aplastado por la mole que aterrizó justo donde había estado menos de un segundo atrás.

Las cadenas astrales se agitaron con violencia con la sacudida, pero ningúno de los Defensores perdieron el tipo. La masa metálica que ahora yacía, envuelta en una nube de polvo, en el centro de la plataforma, comenzó a erguirse con aire amenazador hasta igualar el tamaño de las torres que vigilaban las fronteras de Elwynn.

Era un coloso de hierro, bronce y oro. Su figura robusta como las montañas estaba protegida por una gruesa armadura que parecía provenir de siglos en el futuro, y allí donde no alcanzaba su impenetrable metal brillaban los canales rectos y angulosos, de luz magmática, que recorrían una candente piel metálica. Su rostro duro e inexpresivo era una máscara de acero engalanada con una profunda barba de cobre. Los mechones de su pelo eran rígidos y puntiagudos, un mar de afilados estiletes de oro, formando una melena no muy diferente a la que el mismísimo Sargeras había lucido.

—En guardia, paladín —rugió Aiden, imponiéndose ante los vapores que manaba el cuerpo de aquella bestia.

—¡Un vigía de los Titanes!

El colosal constructo giró con un movimiento brusco la cabeza hacia la paladín. Sus labios gruesos se abrieron, dejando escapar una nube de vapor de fragua antes de responder.

—Suposición acertada. Designación de la unidad: Persecutor Acorazado De Rapiñadores Exógenos.

Valerie lanzó una mirada pícara a su compañero, que solo respondió con un gruñido y poniendo los ojos en blanco.

—Te lo dije.

—Brecha en el sellado de Uldorus detectada. Localizadas varias fallas geológicas comprometiendo la estructura. Intrusión detectada.

A pesar de la imponente presencia del vigía candente, Valerie bajó su guardia y se acercó a él con los brazos en alto.

—Saludos —comenzó ella ante la sorprendida mirada de Aiden—. Somos miembros de los Defensores de Azeroth. Venimos de parte del Portavoz del Mundo y la unidad M.A.D.R.E. Seguro que la conoces.

P.A.D.R.E parpadeó.

—Diagnóstico de poder finalizado. Detectadas dos intensas fuentes de energía mágica. Naturaleza: Sagrada, Nigromántica. Iniciando protocolo de neutralización.

La sonrisa de la paladín se desdibujó para dar paso a un gesto de confusa preocupación.

—Eso no suena a bienvenida.

El vigía se lanzó hacia ella con el puño en alto con una velocidad sorprendente para su cuerpo. La paladín alzó su espada imbuida en luz, levantando con una plegaria una un escudo divino que a duras penas pudo bloquear el primer golpe.

Hundida en un cráter en el metal hasta las rodillas, Valerie lanzó un gruñido.

—No es una bienvenida. No lo es.

P.A.D.R.E alzó el otro brazo para proseguir con su castigo. Para sorpresa de ambos, sus ojos lanzaron un destello y su golpe siguió una trayectoria horizontal. Una onda de choque sacudió el aire donde había estado Aiden, quien salió volando hasta impactar contra una de las cadenas.

Abrió la palma de la mano y desató un torrente de fieras llamas que fundían a su paso la superficie del metal. El ascensor pronto se llenó de los aullidos del viento helado chocando contra el abrasador calor del fuego. Silencio por delante, Aiden avanzó paso a paso hacia el coloso, dejando un rastro de vapor allí donde sus gélidas botas pisaban los charcos de lava.

Valerie no dudó en aprovechar la abertura. Invocando a la Luz, se catapultó con sus alas contra el pecho descubierto solo para chocar contra una barrera de azulados relámpagos.

Hojas de hielo silbaron en el aire mientras buscaban los de coloso de fuego, pero solo consiguieron ser vaporizadas por los rayos láser de energía arcana que manaron de ellos. La Luz volvió a colmar la sala, esta vez acertando en una de las corvas metálicas con un sonido vibrante.

P.A.D.R.E se desequilibró, pero no permitió que el juicio de la luz continuará. Golpeó la plataforma con un inclemente puño de acero, y aunque consiguió librarse de la campeona su carne sufrió el mordisco del segador.

—Altura: dos coma un kilómetros. Gravedad multiplicada por tres coma cuatro. Energía estimada en impacto supera los 7700 kilojulios. Muerte asegurada.

—¡Calla y pelea, chatarra!

Aiden se preparó para lanzar otro embate, pero de nuevo el coloso se le adelantó. Cargó sus manos con llameante energía arcana y entrelazó sus manos en un martillo que golpeó la plataforma sin compasión. El metal cedió sin presentar batalla, y el ascensor se redujo a miles de pequeños pedazos candentes.

La gravedad potenciada no se hizo esperar. Tiró de ambos héroes con manos ávidas, lanzándolos contra la muerte que esperaba en el fondo del túnel. Aiden intentó clavar a Silencio en la pared metálica para detener su caída, pero lo único que consiguió fue abrir una enorme cicatriz.

—¡Aiden! ¡Acércate, puedo protegernos! —rugió la paladín.

—Estoy muy lejos. No te preocupes por mi.

Para ella fueron los doce segundos más largos de su vida. La Luz parpadeó a su alrededor un par de veces antes de tornarse en el anhelado azul de la Bendición de Protección. Una columna de luz, rematada por una corona alada, la envolvieron como el abrazo de una madre. Al silbido del viento se unió una estela sagrada que se quedó en el aire, etérea, hasta que el cometa impactó contra el suelo.

Cascotes de piedra salieron por los aires, huyendo como una bandada de palomas de las crecientes grietas que manaban del enorme cráter polvoriento. La bendición desapareció en el aire segundos después, permitiendo a la lluvia de piedrecillas golpetear su armadura con un soniquiete musical.

A su lado, con el rostro sumido en una mezcla de burla soberbia con genuina preocupación, Aiden flotaba como un fantasma de azulada y translúcida figura.

—Buen aterrizaje. ¿Estás bien?

Valerie abrió un ojo.

—Tengo calambres hasta la cintura, pero sí.

—Bien —se giró—. Ahora, ¿dónde está…?

P…A.D.R.E descendió de nuevo sobre ellos, abriendo una nueva herida en el fondo del ascensor. La escoria ardiente y las ascuas que había arrastrado con él ahora giraban a su alrededor como una gentil lluvia de fuego, iluminando su imperturbable semblante con el color de las llamas.

—Espero que tengas un plan, paladín—Aiden se puso en guardia de nuevo y engendró un nuevo enjambre de espadas.

Ella asintió. Alzó su espada hacia los cielos y luego la colocó frente a ella en vertical, asumiendo la posición de un sacerdote al rezar.

—Sí. La Sentencia Final —su tono y su gesto se endurecieron, y su mirada se volvió tan terrible como la del heraldo del segador frente a ella—. Entretenlo mientras me preparo.

Aiden alzó las cejas con sorpresa, pero acabó por esbozar una sonrisa.

—Así que vas a abusar del favor de la Luz otra vez —respondió con sorna—. Esta bien. No creo que el combate pueda ir a peor.

P.A.D.R.E se irguió de nuevo. Extendió un brazo hacia el caballero de la muerte, quien se había adelantado guadaña en ristre, y con un sonido mecánico su mano se retrajo hacia adentro, cambiando lugares con un cañón de pulsante y devastadora magia.

—Reajustando parámetros. Protocolo de extinción operativo.

Valerie esbozó una mueca burlona.

—Tenías que gafarlo.

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La ciudad de Ny’alotha se alzaba ante de Belter. Aterradora, todapoderosa e inevitable.

Camino por sus laberinticas calles buscando el lugar donde se habia separado de la gnoma. El ambiente comenzo a gustarle y dejo de inquietarle, diferentes cultores le saludaban al pasar con un gesto con la cabeza, que ella devolvia intentando pasar desapercibida.

La cuidad estaba muy bien vigilada, se topaba con guardias y tropas por cada esquina que giraba. Definitivamente estaba perdida, temia haberse equivocado al dejar al viejo enano atras, la urbe era extensa y podria encontrarse muy lejos del sitio que queria encontrar.

Llego a una explanada con un imponente obelisco presidiendola. Varios miembros del culto, que por alli pasaban, se unian a un grupo variopinto que rezaban ante el en el centro del lugar, tomando el lugar de otro que abandona el rezo para continuar un especie de ritual.

Los canticos de los cultores era hipnotizante. Belter no pudo evitar cerrar los ojos al sentir un leve mareo. Se acerco torpemente al alfeizar de una ventana de un edificio cercano, apoyandose en el parar evitar caerse y llamar la atencion, pero empezo a sentirse mal.

Presion en el pecho, respiracion entrecortada, palpitaciones muy rapidas y un punzante dolor en su frente que le hizo llevarse la mano. Intento inutilmente curarse con un rezo desesperado la zona de la cara que tenia lastimada, sus habilidades de la luz parecian estas anuladas. Miro al rojo cielo de Ny’alotha, que daba vueltas a su alrededor, a punto de desfallecer cuando, repentinamente, el silencio inundo la plaza.

Todos lo cultores miraban a la elfa fijamente, en silencio. Belter intentando recomponerse se puso nerviosa, el grupo bajo la cabeza y extendieron las manos al unisono, parecian amenazantes. La elfa no sabia donde meterse, la situacion se habia escapado a su control. Llevo por instinto la mano a su daga mientras se encaminaba lentamente, pegada a la pared, a una interseccion, buscando una salida.

El culto empezo a musitar una oracion que Belter no comprendia o no llegaba a oir, lo que hizo que la elfa saliera corriendo con urgencia por las calles y alejarse. Se cubrio la cabeza con la capucha durarnte la carrera evitando mirar atras, aunque escuchaba pasos a su espalda. Tomaba cualquier camino para despistar a los cultores, haciendo que aun se perdiera mas por la ciudad.

Empezaba a faltarle el aliento y no queria llegar a encontrarse acorralada. Al girar en una de las calles fue comprobando puertas hasta que una se abriro. No lo dudo un instante, entro, cerro sin siquiera mirar donde se encontraba. Agotada, se arrodillo en el suelo.

–Belore, guia mi camino…-- dijo en voz baja.

Unos minutos mas tarde.

Una vez calmada, Belter miro a su alrededor. Se habia colado una vivienda. Respiro hondo y comprobo el pequeño cuerto. La decoracion era austera y sobria, un camastro muy humilde, una mesa, una silla, poca decoracion excepto un retrato y una lampara muy ornamentada, una libreria con pocos libros, algunos polvos, plantas y botes, todo muy desorganizado. El dueño de la casa era evidentemente un alquimista, algo que no le era ajeno a la elfa.

No estaba segura ahi pero tampoco podia salir con un grupo de cultores buscandola, le resulto curioso como paso de estar comoda en la ciudad a sentirse intimidada. Pensativa se acerco a los materiales de alquimia, habia muchas plantas comunes… loto de escarcha, velada, brezospina, gronsanguina… pero una llamo la atencion de Belter. Parecia una raiz, pero no la reconocia, unas espinas verdes rodeaban un nucleo morado palpitante.

–Que es esto?-- Belter intento cogerla, pero una de las espinas le pincho un dedo. Se chupo la herida para cicatrizarla con su saliva mientras ojeba los titulos de los libros que habia en la estanteria superior.

Cogio un pequeño cuaderno, al abrirlo descubrio un escueto diario con apuntes de alquimia y plantas. Curiosio las notas del autor, descubrio un dibujo y el nombre de la misteriosa planta: Raizmédula, proviniente de las tierras sombrias. Las notas adjuntas tenian una receta de alquimia para una pocion con el titulo de Xanesh.

La elfa dejo la libreta con el ceño fruncido.

En ese instante, alguien forcejeaba con el pomo de la puerta. Belter se altero ante el tinteo de unas llaves.

–Oh! – Exclamo un humano de bastante edad en el umbral de la puerta– has venido a por la pocion??

–Si… –dijo Belter dudidativa y disimulando.

El humano cerro la puerta tras de si y evitando mirarla a la cara se acerco al camastro. Saco a rastras un cajon de madera de debajo repleto de pociones, de diferentes colores y brillo. Cogio una con mucho cuidado, le quito el tapon y la olio mientras la giraba para si, haciendo que el liquido se moviera. La elfa se extraño, no habia visto nunca a nadie hacer eso, nisiquiera a su mentor en la profesion, un ilustre alquimista de Lunargenta.

El humano se levanto con dificultad y le ofrecio la pocion con una amable pero temerosa sonrisa.

–Esto… no volvera a repetirse.

Belter noto en el humano servilismo, se sentia inferior o precupado y que ella tenia algo de “autoridad”?. Penso en aprovechar esa ventaja, el viejo parecia haberla confundido por un cultor de alto rango, si existia algo asi, o la edad habia hecho que se le degradara la vista. Alzo la barbilla, cogio la pocion y con tono altivo dijo:

–Asi me gusta, espero que no se vuelva a repetir! –exclamo sin saber de que hablaban.

Se giro hacia la puerta muy segura de si misma, pero cuando cogio el pomo, dudo. No sabia si aun seguian buscandola, si la encontraban todo este teatrillo no habria valido para nada y su nueva adquisicion, que le habia caido como un regalo del cielo, la perderia.

–Ocurre algo?? – El humano percibio el comportamiento de Belter, extraño para el.

–Si. Parece que hay intrusos por la ciudad, sabes algo? – improviso la elfa dandole la espalda, esperando que le diera algo de informacion.

–Emmm… – Dijo con miedo.-- JURO por N`zoth que NO!! no se nada de la explosion de la taberna, ni del gran agujero en la via ni del preso fugado. No estoy involucrado en nada, mi voluntad es la de N’ztoh, mi lealtad…

La elfa no dijo nada. Salio dando un portazo sin dejarle terminar. Aliviada de que su persecucion aun no habia llamado la atencion de la seguridad de la ciudad, se puso su capucha sobre el pelo y decidio a suertes por donde continuar, aunque…

"Preso fugado y explosion? Parece increible, pero es posible que Morda y yo tengamos aliados en Ny’alotha, o al menos podremos aprovechar eso a nuestro favor de alguna manera."

Algo la saco de sus pensamientos, un gran cartel se hallaba en frente de ella, una señal de direcciones que especificaba claramente: biblioteca a la izquierda, templo y prision a la derecha…

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Escrito por Thantos. Señor del invierno.


Aiden lanzó un rugido y cargó contra el guardián de Uldorus. Envuelto en una tempestad de hielo y ánima, su cuerpo se convirtió en un monumento a la muerte que no tardó en hacer honor a su título. El colmillo del Segador osciló en el aire en un arco abrumador, dejando a su paso un rastro de luz verdiazul acompañada por los débiles suspiros de los olvidados.

P.A.D.R.E interpuso su brazal armado entre él y su verdugo. Su metal titánico se estremecía a cada impacto, gritando y aullando cada vez que el acero del más allá le arrancaba la piel golpe a golpe. Su dueño retrocedió y alzó el cañón de su mano con un movimiento fugaz, preparando un disparo que nunca llegó a nacer. Con un Paso del Segador, Aiden se esfumó para aparecer frente a su rostro desprotegido. Silencio aulló cuando golpeó el rostro inexpresivo de su maestro, lanzando a ambos contendientes a sendos extremos de la cámara.

Cinco espadas de hielo aparecieron tras su espalda solo para fundirse en una única lanza de inclemente hielo. Su esbelta figura surcó el aire con un silbido, buscando perforar un corazón metálico; pero P.A.D.R.E fue más rápido y la atrapó en pleno vuelo, partiéndola con los dedos como si fuera una ramita.

El vigía se alzó como si nada hubiera pasado, pero la visión de su rostro desfigurado hizo sonreír al caballero de la muerte. Silencio había destrozado la mejilla de aquella máscara de inexpresivo miedo, revelando al mundo la estructura mecánica, la mandíbula descarnada y los dientes de oro, que se escondía tras ella.

—¿Cuánto tiempo más necesitas?

La figura de la paladina casi había desaparecido en una bola de luz, un aura de oro gaseoso centelleante que, de vez en cuando, lanzaba un relámpago a la toma de tierra más cercana.

—Un poco más —su voz revelaba el terrible esfuerzo que estaba realizando. Abusar del favor de la Luz tenía un precio, pero Aiden estaba más preocupado por las posibles consecuencias que vendrían después.

Asintió y reforzó su guardia, esperando el siguiente ataque de su rival para explotar el instante en el que abriera su guardia.

—Protocolo de exterminación activado —anunció la voz inexpresiva de P.A.D.R.E. Un instante después, una tromba de magia arcana, llamas y relámpagos manó de su cañón con la furia de una estrella. Aiden concentró la tormenta que lo rodeaba en un escudo de hielo pulido que a duras penas aguantó su embate. Gruñó mientras el torrente de magia le empujaba poco a poco contra la pared; sus botas dejaron surcos en el suelo de cascotes y polvo.

Mientras mantenía el escudo con la zurda, su diestra liberó las cadenas de Silencio. La guadaña, en vez de caer al suelo, se quedó flotando cerca de la palma abierta de su mano, girando cada vez más rápido hasta convertirse en una sierra de neón aguamarina.

—¡Vete al infierno!

Deshizo su escudo un latido antes de arrojar su arma. La sierra cortó limpiamente el torrente de energía en dos mitades perfectas que impactaron contra la pared ante ellas, incapaces de detener el avance de la muerte. Una destello multicolor hizo temblar la cámara y lanzó a su maestro contra el suelo. Apurando su fuerza, Aiden corrió hacia él, reclamando a Silencio antes de saltar en el aire. Las runas sobre su filo se iluminaron con una intensidad abrumadora, dejando un rastro fantasmal tras ellas. En Aniquilar, versión mejorada del Asolar, descendió buscando el cuello del vigia.

Pero no llegó a alcanzarlo.

Arma y guerrero se quedaron paralizados en el aire, envueltos por la misma magia que había mantenido el ascensor a flote. P.A.D.R.E se levantó y habló con voz distorsionada, cargada de estática que casi ocultaba sus palabras.

—Análisis de patrón finalizado. Datos compilados. Ejecutando contramedidas.

El gesto de Aiden fue de preocupada sorpresa, con una ceja alzada y los dientes apretados.

—¿Qué…?

Eso fue lo único que alcanzó a decir antes de que la abrasadora mirada de P.A.D.R.E lo castigara. Lanzó un rugido de dolor que hizo temblar todo Uldorus, intentando resistir con un caparazón antimagia, sin éxito alguno, aquel repentino ataque.

Su forma espectral le liberó de las ataduras gravitatorias y le lanzó contra el flanco desprotegido del vigía; pero no avanzó más de dos metros hasta que un pulso de energía de su cañón le arrastrara de nuevo al plano físico. El puño del coloso le aplastó contra el suelo, quebrando su armadura con un desagradable crujido metálico.

Aiden se puso en pie de un salto, guadaña en ristre, solo para recibir una patada que le aplastó contra la pared. Con el rostro hacia arriba, la boca abierta en un grito silencioso y los ojos en blanco, expulsó un chorro de sangre que le acompañó como una fina lluvia hacia el suelo, donde cayó de rodillas intentando resistirse a la inconsciencia.

—¡Aiden! —la voz de Valerie rugió con rabia e impotencia, tanta que durante un instante sus piernas se movieron por su cuenta y dieron un paso hacia él. La luz de su hoja titiló con el movimiento, el único aviso que le dio la Luz sobre lo que pasaría si abandonaba su posición.

—¿Eso… es todo? —el antinatural guerrero se puso de nuevo en pie, desafiando al coloso con su mirada fantasmal. Silencio osciló de nuevo en el aire, solo para que un inclemente puño aplastara su filo con el abrazo del acero. P.A.D.R.E alzó su cañón, acumulando la energía de lo que sería el golpe de gracia. Aiden lo ignoró. Su mirada seguía clavada en la de la máquina… y sonrió.

—Te pillé.

El filo de Silencio se extendió para dar paso a su forma de lanza. El ensamblaje bélico, a pesar de sus reflejos de gato, no pudo evitar que la hoja maldita le cercenase un par de dedos. Aiden no esperó a que se recuperara, y con un grito lanzó su arma a su pecho. El sonido chirriante del metal al ser cortado fue acompañado por la docena de cadenas de hielo que manaron de la herida para pegarse a todas partes.

—¡Ahora!

La paladin, con el ceño fruncido, rugió un último “así sea” para terminar su oración y destató la furia de la Luz. El colosal martillo dorado, coronado con una aureola de plata, surcó el aire en un parpadeo y juzgó como indigna la existencia se su objetivo. Un destello cegador, como si hubiera caído un rayo en el túnel, reclamó aquel lugar en nombre de los naaru. La explosión que la siguió fue como el abrumador trueno, sacudiendo la cámara y llenándola de grietas hasta que parte de ella se derrumbó y sepultó el hueco del ascensor.

Valerie se desplomó jadeando. Tan concentrada estaba en recuperar el aliento que no se dió cuenta de la presencia de Aiden hasta que este la tomó en brazos.

—¿Estas bien?

—Menuda pregunta —respondió con sorna—. Si eres tú el que se ha llevado una paliza.

Aiden frunció el ceño.

—Hablo en serio.

—Estoy bien… solo cansada.

Valerie se puso en pie con ayuda de su compañero. Dedicó una mirada al montón de cascotes que ahora yacían, velados por una nube de polvo, donde había estado P.A.D.R.E unos segundos atrás. Hebras de delicado oro todavía flotaban sobre el ambiente, brillando como las tímidas estrellas que se entreven tras las nebulosas del cielo nocturno.

—Hazte un favor a ti misma y no vuelvas a utilizar ese ataque —dijo Aiden tras hacer aparecer un pequeño vial carmesí desde un remolino de niebla sobre su mano. Le quitó el tapón con los dientes y se metió su contenido de olor ferroso de un trago.

Ella negó con la cabeza.

—No te preocupes tanto. Usarlo solo me deja sin fuerzas un rato, no es como si me quitara días de vida.

El sonido a cristal estrellándose fue heraldo de las siguientes palabras envueltas en el eco de la muerte.

—Me preocupa que la benevolente Luz se canse de tus abusos y te haga como me hizo a mí.

—Oh.

—Sí. Oh —rezongó—. Seguirás siendo una buena guerrera, pero sin poderes no…

De pronto, un estruendo de cascotes y chatarra sonó tras ellos, helándoles la sangre. Ambos se dieron la vuelta despacio, como si se les hubieran oxidado los huesos, y con ojos como platos contemplaron cómo, desde aquel montón de candente chatarra y escombros destrozados, la figura de P.A.D.R.E se alzaba de la tumba como si la muerte no tuviera poder sobre él. En su mirada ígnea brilla una fría determinación que sólo una máquina podía poseer.

—Nivel de amenaza omega. Nivel de amenaza omega. Nivel de amenaza omega —repitió una y otra vez el cráneo desenmascarado frente a ambos guerreros.

—Aiden… por casualidad no tendrás un plan B, ¿verdad?

El caballero de la muerte retrocedió un paso. Su mirada vagabundeó hacia las escaleras que descendían hacia la ciudad-forja bajo ellos y luego regresó al del titán mecanizado que empezaba a ponerse en pie. La decisión era obvia.

—Tengo uno…

Agarró de la muñeca a la agotada paladín y tiró de ella, a pesar de sus protestas, hacia las escaleras. Extendió un brazo y de su mano brotó el mismísimo aliento de Sindragosa, transformando los recios peldaños de piedra en un resbaladizo tobogan.

—¡Huir!

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Morda se sentía ágil y cómoda. Una extraña sensación recorría su cuerpo y crecía a cada paso que daba, haciéndola sentir extrañamente energética y vigorosa. Como si aquel lugar insuflara una extraña energía en ella. Muy lejos de sus primeras sensaciones al entrar, donde casi se desploma mentalmente, ahora parecía todo lo contrario. Solo la sensación de preocupación por Belter la enturbiaba.

La gnoma cruzó un largo pasillo flanqueado por antorchas, escavado en fría piedra y observó con curiosidad que había vuelto a salir a la calle.

En su pensamiento estaba preocupada por Belter, volvió a ojear su brazalete gnomico, que indicaba que Belter estaba sana. Ademas, en su interior, estaba convencida que no le pasaría nada negativo, es una elfa diestra, inteligente y desde luego, presentía que no estaba en peligro.

Por otro lado, la conocía bien. Era impensable que estuviera quieta simplemente esperando. Demasiado nerviosa y activa. Seguro que andaba de aya para acá y que en su cabeza hilaba planes para ser ella la rescatadora de gnomas numero 1…

Cruzó con rapidez un atrio y varias callejuelas, en dirección hacia la supuesta biblioteca. Aunque no tenia claro si la pasaría de largo, dado el intrincado diseño del lugar.

Con el tiempo y sus aventuras, cada vez conocía mejor a Belter, una elfa atípica. Muy alejada a lo que se había topado hasta el momento dentro de dicha raza. Sin duda una gran persona. Aunque tenia una edad que la hacia poder ser 800 veces su madre, lo cierto es que cuando la tenia cerca la sentía como niña tierna que deseaba vivir. algo que desde luego le encantaba a la gnoma.

Con cierta altanería dobló una esquina y se topo con una especie de mercadillo, donde algunos cultores, algún aquir y gentes de diferentes fisionomías, tardeaban desde hierbas, útiles, armas e incluso comida. Decidió cruzarlo dado que estaba vestida como un cultor y los guardias parecían haberla visto pero para nada hacían muestras de sospechar nada.

El cielo cobrizo y la silueta de la gran urbe, dibujaban un espectáculo curioso y colosal… Si no fuera por que ya empezaba a hecha de menos el verde de Feralas, aquel lugar no le seria para nada incomodo como residencia.

Con paso firme cruzó el mercado, no sin antes comprar lo que identifico como un helado de chocolate, aunque tenia un sabor peculiar. El comerciante la miró rara cuando saco varias monedas de oro, pero las tomo. Estaba claro que tradeaban con algún otro tipo de moneda.

Al salir del mercadillo en dirección oeste, observó los restos de una tasca que habia explotado, mientras lamia su helado con cierta tranquilidad.

– Que ciudad mas caótica.

Continuó caminando y mientras paladeaba su helado cual turista en verano, llego a una plaza bastante amplia, donde un enano hierro negro se encontraba sentado y nervioso, a los pies de una enorme estatua.

La gnoma lo reconoció en el acto, Borack. Con cara de enfado, y gesto agrio fue hasta el.

– Por fin!!

– Que estas haciendo aquí??? Te dije que al lado de Belter o muerto!! y no te veo muerto, viejo perezoso…

– Tu amiga, creo que no le caigo bien y…

– Pero como se puede ser tan torpe!! La has dejado sola aquí!!

La gnoma dudo por un momento en retroceder sobre sus pasos para buscar a Belter, miró instintivamente el brazalete gnomico.

– Mas bien ella me dejo solo a mi. y ademas, hay cosas que no me has contado Tecnomante… – El enano señalo hacia arriba, la estatua.

La gnoma miró la estatua y paso su lengua una vez mas por su helado y miró de nuevo a Borack.

– Mueve el cülo antes de que te lo patee!!!


Tras varias horas de caminata, buscando la biblioteca…


La gnoma, aún con el helado en la mano, del que ya quedaba poco, no se sentia nada cansada y aquella extraña sensación de energía circulando por ella, cada vez la intrigaba mas…

Borack tras ella, a un espacio prudencial la seguía cabizbajo, mientras usaba un dispositivo de comunicación, tratando con otros miembros del martillo.

La gnoma no estaba nada feliz, sus ojos entre cerrados y sus constantes movimientos de mandíbula eran notablemente exagerados. hasta que algo captó su atención.

Un grupo muy particular charlaba en lengua común, en plena calle, mirando la fachada de una enorme piramide. En concreto 2, pero 1 especialmente, le recordaba de Azeroth.

Sin duda era el paladin que se comió su bocata antes de ir a villa dorada, y su ron en el campamento de Aiden… Una venilla afloro en la frente de la gnoma.

Con su don natural para no llamar la atención, la gnoma se coloco al lado del grupo mientras estos charlaban de una infiltración.

La gnoma, aun con expresión molesta, les escuchaba a un palmo de ellos, a su lado y miraba hacia donde ellos miraban sin dejar de paladear su helado. Desde luego les gustaba hablar.

El kultirano, volvió a mencionar algo sobre un plan de entrada que les permitiera entrar de forma desapercibida. La gnoma levanto la ceja y miro de arriba a abajo al pícaro de 2 metros y mas de 140kgs de peso…

– Psssss desapercibido dice…

El grupo giro la cabeza al unisono hacia la gnoma y esta los miró muy tranquila con su helado.

Con una velocidad endiablada, el kultirano la atacó, alarmado por lo que a todos efectos era una gnoma vestida de cultor de nzod, en Shadow form.

Pero el paladín le detuvo, reconoció a la alocada gnoma.

– Que haces aquí??

– Eso podría decirte yo. Por cierto, me debes un bocadillo. – Miro de reojo al dk y tras reflexionar un momento añadió… – Ambos me debéis un bocadillo…

Los 3 se miraron y miraron tb a Borack, que en una esquina cercana estaba recibiendo a 2 orcos y a una sacerdotisa troll, del culto.

– Bueno, no tengo tiempo que perder, estoy ocupada… nos vemos mas tarde. – Con desdén saco de un manotazo un wolki-gnomico y se lo tiró al paladín a las manos

– Borack, usa tus contactos para infiltrarlos en esa cosa fea que ellos dicen que es un templo, aunque todos saben que las pirámides son tumbas, no templos… me estorbas, voy sola a esa biblioteca… quédate con ellos…

La gnoma sin dilación, continuo caminando ante la cara de indignación de Borack y pronto se perdió entre las callejuelas…


Varias horas mas tarde…


La gnoma, que había entrado en un extraño túnel, y habiéndose ya acabado su helado, masticaba un paladú cuando logró salir del túnel. Desde luego, se había equivocado de dirección.

Observo a su alrededor y se rasco la cabeza mientras movía el paladú en su boca. había salido de la ciudad.

Observó el lugar y una cueva cercana… había algo, notaba algo… una pequeña sensación que hacia crepitar sus sentidos, notaba una alteración casi imperceptible pero que no se le escapaba. Poder oscuro latente.

Avanzó con curiosidad y altanería, cuando un sonido de arena caer la abstrajo. Con una mirada de fina prudencia, miro alrededor sin ver nada. Empezó a intuir que no estaba sola.

La gnoma entró en forma del vacío y continuó caminando hacia la cueva. El cuerpo de alguien se hizo visible a cierta distancia, desconocía si vivo. Notó una pequeña brisa en su moflete y rápidamente ojeó de nuevo a su alrededor.

La gnoma frunció el ceño. Pero había algo en el aire, algo que reconocía. Algo oscuro y vibrante. comenzó a tratar de rastrear ese algo, cuando un brillo la sobresalto. Instintivamente se puso su palabra de poder escudo y vió algo rebotar en el. La gnoma cambio de moflete el paladú… no le gustaban los rogues.

La gnoma observo con cuidado a su alrededor, estaba siendo acechada.

– A que estas…

Sin esperar a terminar la frase, escuchó un potente paso, miró y vió un elfo envuelto en una armadura que conocía. Interesante. El elfó en fracciones de segundo se abalanzó sobre ella y hundió una extraña daga, entre los ropajes de cultor de la gnoma, sin alcanzar carne.

La gnoma, como quien ve una película a cámara lenta, observó la expresión de la cara del elfo, mientras este apuñalaba con saña y se daba cuenta que no la había alcanzado.

Por un momento, sus ojos se cruzaron. los ojos del elfo despedían rabia, inseguridad, recelo y determinación. La gnoma, agarró al elfo por su pechera y la armadura vibró. El elfo sorprendido retrocedió pero la gnoma se había agarrado como una lapa a escasos cms de su cara.

El elfo forcejeó con la daga con la que había atacado, pero estaba trabada. Con rapidez deslizo su gemela con la intención de cortar la mano de la gnoma, pero entonces se produjo una explosión oscura que separo a ambos.

El elfo, con maestria y determinación salto para ponerse en pie cuando escucho una voz.

– No somos enemigos rubio… Conozco tu armadura, la conozco bien, cthun no esta tan muerto como crees… quizás no es una gran idea que la uses. (Risilla gnomica)

El elfo se irgió molesto y confuso, sin creer en la desconocida y pudo ver la gnoma entrando por el túnel por el que había llegado. jugando a cambiar de mano una de sus dagas, la que se había trabado en la túnica de la gnoma.

El elfo, saltó y salió tras la gnoma, fundiéndose de nuevo entre las sombras. Pero para su sorpresa, el túnel era extraño y estaba imbuido… no tardo en darse cuenta que había perdido la pista de la gnoma.

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Los 3 perplejos observaron a la gnoma desaparecer entre el gentío, que simplemente ignoraban sus presencias

  • No puede ser… ¿Pero que hace esa gnoma aquí?.. el paladín aún boquiabierto con el dispositivo gnomico en su mano derecha no dejaba de mirar al horizonte intentando ver la silueta de la gnoma en vano

  • Lo que realmente importa ahora es ¿Quien eres tú, por que estas con la gnoma y que hacen aquí? El kultirano con voz autoritaria miró al hierro negro con mirada impositiva

  • Yo… vengo a ayudarla a salvar a la elfa…si… está perdida en Ny’aloza.

  • Mientes El pícaro impuso con puño de acero su veredicto no te lo repetiré otra vez, ¿Quien eres y que haces aquí?.

  • Vale vale, ya hablo que espabilado el gordo este me vi arrastrado por la gnoma y la elfa, si me dejáis ir no os daré problemas. Borack colaborativo vio la oportunidad de volver a sus planes y olvidar a la gnoma que tantos problemas le dio

  • Si la gnoma te arrastró aquí es por que vio algo de utilidad en ti y por tu respuesta asumo que no eres compañero suyo entonces…¿no serás por casualidad del Martillo Crepuscular enano? La mirada del kultirano parecía imponer una sentencia de muerte sobre el cultor

  • ¿Martillo Crepuscular? En absoluto, solo soy un aventurero que ayudó en Uldum.

  • Estas de suerte cultor, nosotros necesitamos un guia y tu mantener tu cuello intacto así que nos vas a guiar, pero como oses traicionarnos acabaras guiandonos, en muerte el kultirano señaló al caballero de la muerte

  • ¿Y que me asegura que cuando os deje de ser útiles me matareis? la quebrada voz del enano demostraba el temor a la muerte

  • Me aseguraré de que “desaparezcas” a ojos del IV:7, te recuerdo que os tienen controlados y el motivo por el que no estais muertos es que andabamos siguiendo algo grande en lo que estuvieran vinculados, si enano, os hemos usado como cebo Sacó 2 fotografías con imágenes donde varios cultores crepusculares se reunían en alguna cueva así que ¿nos ayudas y pasas el resto de tu vida en las hermosas playas de Tuercespina o tu enclenque cuerpo se pudre degollado en una callejuela pestilente de Ny’Aloza?, tienes 5 segundos.

  • Os ayudare, pero prometeme que la gnoma no me encontrará nunca el aterrado enano podría decirse que palideció, si es que su oscura piel lo permitiese ver

  • Trato hecho pues, sin trucos. el kultirano extendió su brazo hacia abajo, el hierro negro se la dio tembloroso

  • Estamos perdiendo el tiempo, tu ¿Borack?, logra infiltrarnos dentro y sin trucos o estas muerto ¿Entendido? El no muerto impacientado miraba la estructura

  • Si claro, pero no vamos a entrar así como así, primero tenemos que encontrar una coartada para entrar, a los templos mayores no se nos permiten ir a los don nadies y por cierto, es un templo y no una tumba como dice esa gnoma loca.

  • Un momento, dijiste algo de elfa ¿verdad?, por casualidad no sería una así de piel clara, sacerdotisa, más bien alta ¿verdad?, creo que se llamaba…esto como era…Menelw… ¡Belter!. El paladín rebuscaba en su memoria a la elfa, siempre junto a la gnoma

  • Ah si, esta en alguna parte no os preocupéis, se me ha ocurrido una idea para entrar pero tenéis que dejarme a solas un momento para hablar con unos contactos y no gordo tu sigilo, si es que una mole como tu puede tenerlo , no sirve.

  • Claro, estas que te vamos a dejar libre ¿me tomas por necio?. El kultirano mantenía su tono autoritario

  • O confían en mi o cuando den un paso dentro están muertos, tengo unos contactos que os abrirán de par en par el templo pero tenéis que dejarme a solas.

  • Extiende los brazos Borack el no muerto se puso frente al hierro negro

  • ¿Que tramas? el hierro negro miró dubitativo al no muerto

  • Confío en ti, pero necesito una fianza … tu alma. alzó una de sus hojarrunas

  • Espera…¿Como que mi alma?.

  • Si de verdad vas a ayudarnos no tienes que temer nada, por que ¿nos vas a ayudar verdad? Dio un paso firme recortando la distancia con el hierro negro tienes mi palabra de que si regresas con el apoyo que requerimos te la devolveré intacta pero como sea una trampa o huyas me encargaré de que sufras, eternamente así que ¿vas a infiltrarnos no?. La fría voz espectral del no muerto se hacía cada vez más tétrica

  • Cl…claro, confíen en mi…en 5 minutos estáis dentro. El hierro negro sumergido en el terror sabía que esas palabras estaban fundadas

  • 5 minutos entonces El no muerto alzó a la altura del pecho del hierro negro su hojarruna, cuyas runas la incipiente luz celeste anunciaban su hambre insaciable, un espectro azul pálido emergió del pecho del hierro negro absorbido por las insaciable hojarruna la cual intentaba en vano saciar su apetito con el alma de Borack, esta quedó insatisfecha cuando el no muerto interrumpió la gula del alma bien con esto me basta, 5 minutos a partir de ya o empiezo a digerir tu media alma y créeme que eso no te gustaría nada.

El hierro negro aún aturdido salió corriendo entre el gentío, desapareciendo en un parpadeo del horizonte

El paladín observó a sus compañeros Me habéis dado miedo hasta a mi, ¿De verdad creen que volverá?.

  • Más le trae a cuenta si no quiere morir de una forma horrible y que su eternidad sea un infierno el no muerto miraba la hojarruna imbuida con el alma de Borack

  • Y otra cosa, ¿A donde ha ido la gnoma? el templo esta de frente ¿de verdad ha ido corriendo otra vez a lo desconocido? Suspiró ya la volveremos a ver, supongo que sabrá arreglárselas sola. El paladín recordó aquella situación en el Valle Sombraluna.

Los minutos pasaron de forma agónica, la sensación de tener mil ojos indeseados observandoles, la paranoia de ver a varios guardias mirándolos y el temor de la posible traición del hierro negro hicieron que esos 4 minutos se hicieran una tortura para los 3 presentes, finalmente Borack regresó corriendo

  • Ya…está, tienen vía libre Borack apenas podía hablar mientras hiperventilaba

  • ¿Como que "tienen? tu te vienes con nosotros amigo El kultirano hablaba firmemente al enano, imponiendo su autoridad

  • Yo ya he cumplido mi parte del trato, esto es un adiós.

  • Ejem, aún poseo la mitad de tu alma, ahora mismo digamos que eres un rehén nuestro o bueno, digamos que eres nuestro “guía”, que no suena tan mal. El no muerto con su hojarruna en el hombro también demostraba autoridad

  • Me prometiste que me devolverías mi alma ¿donde esta tu promesa?.

  • Claro te lo prometí y por ello te doy la mitad, me quedo un cuarto de alma como fianza hasta que todo acabe, quédate quieto La punta de la hojarruna tocó ligeramente el pecho del hierro negro, de cuyas runas salió el espectro del hierro negro en regreso a su dominio Bien, ahora que somos “amigos” vamos a entrar.

  • Repito lo que dije, me das miedo el paladín observaba como un mero espectador todo lo sucedido, sabía que podía confiar en los veteranos compañeros Bueno ¿y como se supone que entraremos Borack?.

  • Tomen estos collares y no se lo quiten bajo ningún concepto El hierro negro sacó de su faltriquera 3 collares metálicos con un ojo rasgado como emblema central y rodeado de runas fulgurantes que el trío se colgaron en los cuellos déjenme a mi hablar, supongo que ninguno entenderá Shath’Yar.

  • De hecho si, nosotros 2 sabemos, el único que no puede es el kultirano el paladín se ajustaba el collar mientras miraba la entrada

  • Eso nos facilita mucho las cosas, entonces tu gordo estate calladito en todo momento.

  • Claro… el kultirano aguantaba las ganas de degollar al impetuoso enano acompañado del rechinar de sus dientes

Finalmente los 4 caminaron a la entrada y sin problemas entraron al mostrar sus collares, entrando en el templo

Continuara

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Algunas horas después de aquel encuentro y con los recuerdos salvaguardados nuevamente en su memoria, el calor de la llama empezó a extinguirse dejando solamente cenizas.

La noche rodaba sobre el sol, la oscuridad siempre era bienvenida … sin dudarlo. La tierra estaba desnuda, desolada pero vasta y extrañamente terapéutica para aquellos que prosperaron en la noche.

Se podía ver una figura caminando por un camino de tierra con la guardia en alto, una lanza negra con un forro púrpura oscuro en todo el mango y el poste del arma descansando contra su hombro, una túnica negra con capucha que envolvía su forma, su apariencia oculta por la capucha, pero lo que se podía ver sin embargo era la piel bronceada de sus manos y antebrazos, así como pantalones negros ajustados con botas igualmente negras que abrazaban perfectamente su figura.

El fuerte viento se erizó contra la figura derribando su capucha y revelando el rostro.

Era una mujer … con mechones negros en el lado izquierdo de la cabeza y mechones blancos en el lado derecho. Profundos ojos color amatista con una cicatriz vertical que le recorría el ojo izquierdo, piel bronceada y cuernos ligeramente curvados a cada lado de la cabeza, lo que significa que no era una mujer común. De hecho, era medio demonio.

Un repentino susurro de hojas sacó a la mujer de sus pensamientos, haciendo que sus pies la detuvieran en seco mientras sus ojos escudriñaban los sombreados arbustos y árboles al lado del camino. Después de un momento de no ver nada sospechoso a su alrededor, comenzó a caminar una vez más para localizar a su objetivo.
Sin embargo, sin que ella lo supiera, otra figura solitaria deambulaba cuidadosamente para asegurarse de que su posición no se viera comprometida por nada cercano, pero afortunadamente para ellos, la oscuridad contrastaba fácilmente su forma para ayudar a mezclarse con el entorno. La figura se podía ver caminando rápidamente alrededor de los árboles, tras el yelmo unos ojos miraban a su alrededor tratando de ver si algo era sospechoso … sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que su cuerpo se detuviera.

Sintió una repentina presencia cerca, lo que les hizo ponerse instantáneamente en guardia cuando la suave brisa hizo que la propia capa negra y andrajosa de Nhail pasara por su cuerpo.

Su cabello era blanco puro tras haber experimentado la muerte en el trono helado durante el combate contra Arthas, sus rasgos eran ásperos, fuertes y la definición del frío, aunque si uno mirase de cerca no vería nada más que dolor y puro odio brotando de las cicatrices que comenzaban bajo aquellos ojos azules y terminaban en la comisura de sus labios.

Susurros bajos y ruidos inhumanos comenzaron a llenar el viento alrededor de la mujer medio demonio, haciéndola respirar tranquila mientras sus sentidos trabajaban para tratar de determinar de dónde provenían estos ruidos. No pasó mucho tiempo hasta que una sombra púrpura oscura comenzó a formarse alrededor de la línea de árboles al lado del camino por el que caminaba casualmente hace solo unos momentos, y pronto se formó para revelar muchas formas diferentes de orbes de aspecto amarillo y dedos afilados que parecían estar hechos de corteza, metal o hueso aunque ninguno importaba. La mujer sabía a qué se enfrentaba y era prudente no bajar la guardia. Sin importar cuán inferiores fueran estas pequeñas sombras para ella.

Espíritus … ¿Tan pronto? No importa. Quizás, con algo de suerte, pueda sacar mi recompensa haciendo suficiente ruido.

El plan, por supuesto, no era el mejor, pero el rastro de su presa se había enfriado, pero ella no iba a renunciar a una recompensa tan alta.

Las huellas, la sangre y el ruido de seguirlas se habían desvanecido de repente y sí, era irritante que retrasaran lo inevitable, pero sus cálculos no deberían demorar demasiado.
Al ver que las sombras de la oscuridad comenzaban a salir de sus escondites, la mujer con túnica se encontró sonriendo casi perversamente mientras preparaba su arma para el combate, aunque realmente no pasó mucho tiempo para que una de las almas perdidas la golpeara con sus garras que se encontró con el viento.

Nhail se olvidó de cuántas noches hacía que no dormía, cuántos espíritus e inocentes había matado, aún así, este no era el momento de pensar en esas cosas ya que no era su problema o culpa si terminaban muertos.

Dejó de preocuparse por las pequeñas cosas del camino hace mucho tiempo.
Solo los fuertes sobreviven y os débiles mueren.

Una oscura sonrisa pareció extenderse por su cara áspera pero llena de cicatrices cuando decidieron que había llegado el momento … no podía esperar a eliminar la presencia no deseada de su camino.

— Los pequeños milagros de un falso Dios … qué patético.

La mujer medio demonio, giraba su lanza como un torbellino haciendo que sus ataques fueran tan precisos como cualquier flecha y tan brutales como cualquier hacha. No había forma de detener sus movimientos… no tuvo que esperar demasiado, su sonrisa malvada se ensanchaba al sentir que la presencia finalmente se separaba de la línea de árboles y se acercaba a hacia ella por el camino de tierra, con las Myrkur apuntando hacia ella.

Las partículas de polvo se unieron con el aire a su alrededor. Los ojos color amatista miraron con curiosidad al recién llegado y, sinceramente, no estaba tan impresionada, pero recibió órdenes especiales con el fugitivo. No era sabio bajar la guardia … nunca. A pesar de solo ver esta figura por unos segundos, ya podía sentir el odio que desprendía, lo que hizo que incluso seres como ella sintieran que el aire a su alrededor se volvía espeso y pesado.

— Entonces, ¿has venido a cazarme? Inesperado pero más fácil …

Aun así, aunque su voz era segura; Si uno mirase de cerca, sería capaz de ver una ira creciente en esos ojos color amatista, pero también un leve indicio de miedo de su propia alma humana.

— ¿Qué eres? He visto y atacado muchas cosas pero …

El medio demonio parecía levemente confundido con el Elfo ya que ella no esperaba sentir tanta energía de él, y mucho menos tantas emociones concentradas. Ella ahogó sus pensamientos por el momento mientras se preparaba para cualquier cosa, sus ojos comenzaron a seguir los movimientos de la figura, al ver una mano enguantada lenta alzarse para agarrarse en una empuñadura … arqueando una ceja ante lo que este mortal podría estar ocultando, así como la inutilidad de luchar, miró atentamente hasta que el objeto se reveló por completo … incluso ella podía darse cuenta en esta oscuridad del peso que él sostenía, y ciertamente no tardó mucho en dudar de su juicio por un momento, sin embargo, se armó de determinación y se mantuvo firme.

— Los milagros de Dios … No deberías haber salido de tu guarida.

La figura se encontró dando un gran paso hacia adelante.

Ella sintió que su ceño se fruncía ligeramente molesto … ¿Qué demonios era esto? ¿De repente el aire se enfrió?

— En cuanto a lo que soy … soy mortal. Por lo que siento en ti, no eres de este mundo. Quiero información. Si no cumples … te aplastaré.

El medio demonio supo de inmediato que no se trataba de una amenaza ociosa que podría lanzarse como si un noble tirara unas monedas, no, este hombre no tenía ningunas ganas de diversión.

Su tono y postura … estaba decidido a matarla … lo cual fue una suerte, porque esperaba que este Elfo pudiera entretenerla. Sin embargo, incluso ante su mente comprendió cualquier cosa, sintió que dudaba físicamente en hacer cualquier cosa, pero eso tampoco impidió que las palabras escaparan de sus labios.

— Estás herido.

— Voy tras una astuta gnoma, pensé que eras tú en un principio, pero por lo visto ahora tengo dos piedras en el camino … otra más hasta llegar a mi objetivo. Sois todos un estorbo por aquí.

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Belter miraba la señal estupefacta, como antes no habia visto otra indicacion como esa? Se rasco la cabeza por encima de su capucha pensando… La unica direccion valida que se le ocurria tomar era la biblioteca, escucho Morda decir que queria ir alli. Decidio seguir a la izquierda y dejar de vagar por la ciudad.

Tras un par de minutos caminando sintio que volvia a perderse. Frustrada se acerco a uno de los acolito de la ciudad, que parecia proteger una entrada. Se tapo todo lo que pudo la cara con la capucha y se acerco despreocupada.

– Mi vida por N`zoth – Dijo a forma de saludo, despues de pensarlo mucho.

El cultor, un Elfo de la noche bastante alto, la miro intrigado e hizo un gesto con la cabeza pero no dijo nada, se puso firme y parecio ignorarla.

–Quiero ir a la bilioteca, queda cerca verdad?

El elfo hizo un gesto con la cabeza asintiendo esta vez, se giro, llamo a la puerta tras su espalda y espero. Belter, interrogante, se quedo espectante. Rapidamente se abrio la puerta y otros dos acolitos salieiron, la elfa se descompuso al verlos, un grave error pararse a preguntar, penso. Entre ellos intercambiaron unas palabras en Shath’Yar mientras la elfa daba unos timidos pasos atras tratando de no llamar la atencion.

Belter se habia alejado prudentemente del grupo de cultores y estaba girando en la esquina cuando esos dos cultores se le unieron en el trayecto. Uno de ellos, una otra elfa, la toco el hombro.

– Es por aqui. – Corrigio a Belter, que con cara anodada se zafo de ella. – No es seguro caminar sola hay intrusos en la ciudad, te escoltaremos hasta la biblioteca.

Los ojos de la elfa llamo la atencion de Belter, eran vacios y oscuros. Satisfecha penso que el disfraz del cultor que les habia proporcionado el enano era magnifico, por dos veces habia funcionado, parecia que esos cultores la reconocian como uno de ellos. Aun asi, no podia fiarse, era una de esos intrusos, estaba sola y este debil artificio podria fallar en cualquier momento, dejandola a merced de los secuaces de N´zoth.

Rapidamente tramo un plan mental. No dijo nada al duo de acolitos, se limito a asentir y seguirlos por las calles de la ciudad a una distancia prudente.

Poco minutos mas tardes se divisaba no muy lejos un viejo edificio con un gran letrero indicando “Archivo” con grandes letras. Belter no perdio tiempo, aminoro el paso disimuladamente, dejando a la pareja de cultores mas lejos y dandole margen de movimiento. Recorrio con la mirada alrededor mientras se alejaba, vio varias tinajas panzudas con espacio suficiiente para su cuerpo.

Lo cultores cuando llegaron a la puerta se miraron extrañados al comprobar que Belter habia desaparecido, sin saber si quiera cuando. Salieron corriendo alarmados cerca de su escondite, retomaron el camino de vuelta buscandola y cuando la calle se quedo tranquila, Belter salio de una de las tinajas atusandose el vestido y colocandose bien el pelo.

Cada mas tiempo transcurria, mas se preocupaba por su seguridad. Hasta ahora habia podido escabullirse de forma magistral, pero sentia que su dado de la suerte no siempre le iba a dar una buena tirada.

Entro en la biblioteca , sonrio por el olor a papel viejo y a madera. Parecia mucho mas chica y modesta desde fuera, pero comprobo que tenia altas estanterias que llegaban hasta el techo, varios bancos bien colocados, unos diez atriales para colsultar libros, un catalogo dividio en cajones bastante grande y estaba todo muy bien iluminado. Le parecia increible que un lugar tan lugrubre existiera un sitio asi.

El sitio estaba tranquilo y en un silencio respetuoso. La elfa miro a su alrededor y no vio a la gnoma, tan solo a cuatro cultores de diferentes razas. Si ella estaba buscandola tambien seria complicado encontrarse por esta laberintica ciudad. El plan no marchaba bien.

En ese momento se acordo que la gnoma, inteligentemente, le habia colocado un comunicador en la muñeca. Belter al no estar familiarizada con los cachivaches de Morda nunca le habia echado mucha cuenta, pero este momento era el indicado para utilizarlo, penso.

Cuando miro el cacharro solto un profundo suspiro…lucecitas y botoncitos que no sabia para que servian. Sin recapacitar y dejandolo a la suerte, que hasta ahora habia estado de su parte, pulso cualquier boton. Repentinamente el chisme empezo a pitar, un sonido agudo, molesto y repetetivo que alerto a los presentes en la biblioteca.

“Problemas… mal asunto.” Penso Belter con preocupacion mientras golpaba con el puño el localizador con la esperanza de que dejara de sonar.

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Los 4 “cultores” entraron en el templo sin problema, el hecho de portar los collares significaba que eran altos rangos del culto, por lo que los guardias no eran dignos de ceder palabra ni de detenerlos

Bajaron unos escalones y accedieron al interior del templo, los 4 palidecieron ante el escenario que les rodeaban, una estancia diáfana libre de ostentaciones que mancillase la magnitud de la amplitud de la sala les rodeaban, apenas eran capaces de ver a los lados el final de cada una de las 2 alas que se abrían a cada lado del centro, la sensación de insignificancia era tangible en los 4 cuando miraron al techado liso sostenido por inmensas columnas cilíndricas cubiertas de cristalina obsidiana a cada ala, casi oculto por la neblina carmesí presente procedente de las juntas de cada una de las losas que ornamentaban el techado, y ante ellos en el centro del templo una zona totalmente libre a excepción de una amplia losa que presidía el centro del templo, en la cual la ornamentada mesa rectangular de ébano llena de pergaminos quedaba rodeada de 8 sillas talladas con motivos rúnicos siendo iluminada por la única luz existente en toda la ciudad, la cual entraba por el lejano techo, en ese emplazamiento triangular

  • Esto…¿Esto es real? el paladín asombrado por la construcción se encontraba intentando abarcar mentalmente donde estaban

  • Shh, miren al centro, tenemos compañía El hierro negro observó las 4 figuras de los asientos

  • Bienvenidos, han llegado bastante tarde a la reunión, denme un motivo para no ofrecerles de sacrificio al maestro. La esbelta figura notó la presencia de los 4

  • Déjenme a mi dijo Borack susurrando Oh maestra, un incidente sin importancia ha requerido de nuestra presencia, unos intrusos intentaron atentar contra nuestras vidas, habrá escuchado hablar sobre la explosión de una taberna, intentaron matarnos en vano, no se preocupe, ya que ahora son meros despojos que riegan la zona El enano rezaba para que colase esa trola

  • Entendido, la figura encapuchada no le dio importancia al incidente siéntese, el Maestro quiere respuestas sobre el frente.

Los 4 ocuparon los puestos vacantes sin decir ni media palabra, temían ser reconocidos, sin embargo el atuendo de los cultores lo evitaba al llevar capuchas con velo que bloqueaban la visión

  • Bien, el Maestro me ha hecho venir aquí personalmente para saber que ha pasado en el frente…como dicta la tradición yo, Vexiona declaro abierta la reunión número 10599 del Alto Consejo de Cultores aunque no se que verá el Maestro en vosotros, vuestra quinta columna en Azeroth ha sido un rotundo fracaso. Esa respuesta creó malestar entre los 4 cultores y Borack, que rechinaba sus dientes en frustración
    Ni una palabra aún, el Maestro quiere saber ¡QUE HA PASADO! El grito de ira resonó por todo el templo rompiendo el sepulcral silencio, revenando por todos los resquicios de la inmensa estancia

  • Señora El cultor que el paladín tenía enfrente alzó la voz no esperábamos que se uniesen todos tras la guerra, tampoco que estuvieran allí el “comandante” ni el caballero de la muerte juntos, nuestras visiones pronosticaron la victoria, si no fuese por… Un golpe en la mesa interrumpió al cultor

  • ¡SILENCIO!, una palabra más y estas muerto, el Maestro confió en vosotros para guiarnos a la victoria que tanto desea contra esos insignificantes mortales ¿¡Y ASÍ ES COMO RESPONDEN A SU CONFIANZA!? respiró hondo, suspiró y se recostó en su asiento la dragona en su apariencia élfica Bien ¿Que es de los elegidos por el Maestro?, necesito alguna buena noticia.

  • Claro señora el pequeño cultor que el caballero de la muerte tenía a su derecha alzó la voz, intentando hablar claro Ejem, no sabemos nada de ellos pero… La figura de la dragona se alzó otra vez sobre los demás pero… sabemos que el paladín enano está aquí, en algún lugar de Ny’aloza, los testigos dicen haber visto a un enano paladín, uno idéntico pero con ojos azules raros y a un tipo enorme obeso en la zona hablando y huyendo. Esas palabras hicieron que el paladín tuviera sudores fríos y presión en su estómago

  • ¡LO QUIERO AQUÍ YA!, peinen hasta el último centímetro de Azeroth y traiganmelos ¡A TODOS!

  • Claro señora, de inmediato.

  • ¿Que ha sido del ataque en Pandaria?, no tenemos noticias del frente desde hace días y no me digan que ha fallado también.

  • Me temo que si, masacre total, cerraron nuestros portales y aniquilaron nuestras fuerzas.

  • Se cierra la sesión, recen todo lo que sepan para que el Maestro a mi regreso no me permita aniquilaros a todos panda de ineptos haraganes, o bueno, tengan sus visiones, si es que aciertan en algo pero antes, tu Khl’Ysh, mata a Xal’vair, el Maestro exige un castigo por este fracaso Xanesh invocó una esfera del vacio alrededor del gnomo rápido.
    El caballero de la muerte tomó su daga y se la incrustó al gnomo en la frente hasta la empuñadura, muriendo al instante el cultor

  • Que sirva de aviso a todos, pueden marchar. Abrió una falla y cuando estaba a punto de entrar el dispositivo gnomico que tenía el paladín comenzó a vibrar, iluminarse y sonar con la voz de una elfa.

El paladín intento apagarlo como pudo, pero la dragona se percató

  • ¿QUE ES ESO?, ¿Nos estas traicionando Y’Mexxs o espera… infiltrados eh la dragona se bajó el velo, desvelándose la oscura mirada en los ojos rasgados de esta

  • Maldición ¿por que tenía que sonar esta cosa? Arrojó con ira al suelo el dispositivo, haciendo que saltase en mil pedazos el aparato

  • Al final hasta tengo una alegría y todo, tu eres el paladín que el Maestro quiere personalmente, no se que querrá de ti pero te quiere, ¿donde están los demás elegidos? y…veo que traes contigo 3 sacrificios y todo, ríndase y les asegurare que sean tratado lo mejor posible y vosotros 3, siéntase honrados, van a ser sacrificados por mi.

  • ¿Ahora? el no muerto miraba con determinación al pícaro

  • ¡AHORA! ¡Rhop y el otro, corran y no miren atras! El kultirano arrojó una bomba de humo en la mesa a la vez que cadenas de hielo rodeaban a los 3 cultores y la humana, quedando incrustado el afilado hielo en las piernas y brazos de estos junto a 2 picas de hielo que atravesaron los pies de todos los presentes

  • A la salida, solo sigan mi voz Dijo el kultirano al grupo que huía mientras dejaban atrás los gritos de dolor de los cultores

  • No tengo tiempo para esto, habéis ganado tiempo pero recuerden, están en Ny’aloza, nunca saldrán de aquí con vida Vexiona rompió las cadenas con un escudo del vacío, infligió tormento a los 3 cultores agónicos acabando con sus vidas entre terribles gritos de dolor y entró en el portal, volviendo a reinar el silencio en el templo

  • Vamos, tenemos que huir lejos de aquí Dijo el kultirano cuando vio la tenue luz de la calle

  • No hace falta que me lo digas gordo El hierro negro fue el último en salir del templo quedando los guardias impasivos al seguir portando los collares

Salieron del templo y corrieron entre callejones durante un buen rato, cuando dejaron atrás la silueta de la pirámide pararon en uno de los callejones que daban a una calle y apoyando las espaldas en una pared se sentaron

  • ¿Estáis todos bien? Preguntó el kultirano al bajarse la capucha

  • Yo si el no muerto tambien se bajó la capucha

  • Y yo también, maldito cacharro gnomo, ¡cuando pille a la gnoma se va a enterar! El paladín notablemente molesto recordaba ese aparato del demonio ahora, ha estado increible esa huida.

  • Queréis dejar de hablar de batallitas, ¿Saben quien era esa humana?, ni más ni menos que Vexiona, una pez gordo de este lugar, den gracias a que no tenía ganas de capturarnos.

  • Cierto, vamos a por N’Zoth, así que ya puedes ir contando todo lo que sepas de este lugar y los jefes gordos del pulpo El paladín recobrando el aliento se puso de pie frente al hierro negro

  • ¿Matar a N’zoth? ¿Acaso estan locos?, es imposible que vosotros 3 lo logren.

  • El que hagamos es cosa nuestra, pero te recuerdo que parte de tu alma es nuestra ahora así que si quieres ver la luz del Sol otra vez ya estas hablando ¿Ha quedado claro? La voz del paladín se endureció

  • Estais dementes, si quieren ir a una muerte segura haganlo, pero a mi me dejan tranquilo, el trato esta cumplido.

  • Crujiendose los nudillos se acercó al hierro negro No ha quedado claro Borack, ¿Vas a colaborar y decirnos cosas de N’Zoth o quieres que destroce ese cuerpo tuyo y que el amable caballero de la muerte haga lo mismo con tu alma? La voz del paladín tornó autoritativa

  • Vale vale, hablaré, pero no os prometo nada.

  • ¿Ves como era facil Borack? Le dio un puñetazo que le cruzó la cara y lo dejó aturdido

  • ¿Y eso a que venía? El enano se sujetaba la mandíbula

  • Por llamar a Biroz gordo y por no avisarnos de que ese cacharro llamaría tanto la atención.

  • Eso a la gnoma pedazo de bestia barbabronce

El paladín empuñó la maza

  • Vale vale, no he dicho nada, dejadme descansar un rato.

Continuará

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