El despertar de N'Zoth y el contraataque de Azeroth

Escrito por Thantos, no se pierdan el próximo capítulo
Las alargadas sombras de los puentes sobre ellos alternaban con la tenue luz de los edificios que escoltaban a la naciente rampa de hielo. Como si fueran un cometa, dejando un rastro de polvo y escarcha, Aiden y Valerie se deslizaron escaleras abajo, zigzagueando para evitar los escombros que el coloso viviente les lanzaba desde apenas una docena de metros más atrás.

—De momento el plan de huir no no está funcionando.

Aiden hizo un amago hacia la izquierda para acabar derrapando a la derecha. Un instante después, la fachada de una de las casas a su altura se hundió al recibir el impacto del tejado de uno de los puentes que había sobre sus cabezas. P.A.D.R.E no les había dado tregua, y ahora les perseguía por la ciudad causando un rastro de destrucción sin dejar de repetir su misma cantinela una y otra vez.

—Tenemos que despistarlo —acabó por decir el caballero de la muerte—. ¿Puedes encargarte de eso?

La paladín asintió y le dio la vuelta a su hoja. Su pomo de azerita volvió a brillar y a dibujar un mapa holográfico de Uldorus. La inmensidad laberíntica de la ciudad-forja se extendió ante ella sugiriendo tímidamente sus secretos; pero ella solo tenía ojos para encontrar un lugar donde darle esquinazo.

—Nivel de amenaza omega —la voz mecánica de P.A.D.R.E sonó por toda la gran cueva, imponiéndose incluso al estruendo de sus zancadas. A cada paso que daba, desataba una onda sísmica que hacía temblar los edificios más cercanos a la calle principal, y los pequeños escombros que salían volando a su alrededor se impregnaban de su intenso calor hasta estallar en llamas.

Alzó su cañón y disparó una ráfaga de energía arcana. Con reflejos de tigre y un gruñido molesto, Aiden ordenó a Silencio que interceptara el golpe. La guadaña se deslizó de su mano y saltó tras su maestro por voluntad propia, chocando de lleno con el proyectil mágico. La explosión fue lo suficientemente cercana como para quebrar el hielo y hacerles rodar por la escalera varios metros antes de que la paladín alzara un esférico escudo de venganza, que aunque no impidió que siguieran rodando dio tiempo al caballero para reanudar su paso de hielo.

—Valerie, necesito una dirección. —Extendió el brazo para llamar de nuevo a Silencio, que surgió de entre los escombros cubierta de polvo.

—¡Lo tengo! —respondió tras unos agónicos segundos —¡A la izquierda! ¡Ahora!

El caballero obedeció y dio un giro brusco, colándose por una de las calles paralelas. A sus espaldas sonó un largó “omega” que precedió a un sonido de derrape y el estruendo de un vigía titánico chocándose contra una de las estructuras.

—Ja —se jactó ella—. Se la ha pegado pero bien.

—¿Ahora por dónde?

—A la derecha. Tenemos que volver a la escalera principal.

Aiden giró la cabeza hacia atrás con las cejas alzadas. Solo su mirada bastó para arrancar una explicación a su compañera.

—La forja principal está al final de esa calle, tras un puente. ¡Si conseguimos teletransportarla hacia la Cámara del Corazón, no tendremos porque llegar hasta el motor!

—¿Y qué hacemos con él? Nos volverá a perseguir en cuanto nos vea.

—Lo se. —Se frotó bajo la nariz mientras sonreía—. Cuando lleguemos al puente, lo volamos por los aires y nos detenemos con Silencio en el último instante mientras él se cae al abismo.

Aiden estrechó la mirada.

—¿Has estado bebiendo?

—Hazme caso y mira al frente, que estás conduciendo.

Al final, él cedió y recondujo su camino de escarcha a la calle principal, donde no tardaron en encontrarse de nuevo con el protector de la forja. P.A.D.R.E rugió y se lanzó en un esprint tras ellos, dando pasos cada vez más rápidos y veloces.

Una estructura al pie de una de las columnas cósmicas empezó a divisarse entre la marabunta de edificios más bajos. Sus altas torres aspiraban a rozar el cielo sin separar sus enormes arcos ojivales del gran barranco que se alzaba sobre el abismo, como si fuera una isla flotando en medio de la oscuridad, solo conectada a tierra por el ancho puente de colores arcanos que aguardaba paciente al final de la escalinata.

Valerie alzó su espada de nuevo, invocando el favor de la Luz mucho más respetuosa esta vez. Una sencilla Sentencia de Ejecución apareció sobre ella, relampagueando e iluminando Uldorus como una antorcha de divinidad pura. A pesar de su aspecto, no consiguió impresionar al caballero de la muerte, sino más bien al contrario.

—No va a ser suficiente. Vas a tener que hacernos rodar otra vez. ¿Preparada?

—A la de tres. Una, dos…

Aiden cortó el flujo de hielo e impulsó a ambos en el aire con su fuerza profana. Mientras Valerie caía de nuevo, preparándose para dar forma a otro escudo sagrado, él apuntó con Silencio al martillo de luz sobre su cabeza. La magia de la muerte manó de sus runas malditas y creó cinco martillos de sólido hielo oscurecido que comenzaron a orbitarlo, como planetas alrededor del sol, antes de que él cayera de nuevo en el instante preciso en el que el muro radiante se cerraba.

P.A.D.R.E les imitó y se lanzó hacia ellos con el puño en alto, carbonizando todos los tejados y las columnas de sobria piedra a su paso.

Todo ocurrió en un instante. El gran martillo cayó como un meteorito contra el puente de la fragua, reduciéndolo a escombros con una gran explosión. La pelota de Luz Sagrada se desdibujó en el aire justo en el borde del barranco, dejando caer a sus ocupantes durante el segundo exacto que Silencio tardó en clavarse en las entrañas del puente. A ellos dos le siguió el guardián, que se precipitó cabeza abajo, sin dejar de mirarlos hasta que su fulgor ígneo se perdió entre las brumas de abajo.

—Ugh… qué mareo —protestó Valerie, parpadeando varias veces para espantar al bamboleo de su cabeza.

—Ni se te ocurra vomitarme encima.

—No te prometo… uff… nada.

—Te tiraré al vacío.

Hubo un nuevo instante de silencio antes de que los dos comenzaron a reír como si no estuvieran colgando del abismo desde el mango de una guadaña.

—Ha estado bien —Aiden asintió para sí tras dejar de reírse.

—Sí —ella suspiró, dejando una pausa antes de continuar—. ¿Y ahora como subimos?

No hubo respuesta, y aunque la hubiera habido no podría haberla escuchado sobre el rugido de la roca al hacerse pedazos. P.A.D.R.E apareció desde dentro de la pared del acantilado justo a su altura, abalanzándose contra los indefensos héroes de Azeroth antes de que pudiera reaccionar. Silencio fue privada del abrazo de la piedra y los tres quedaron suspendidos en el abismo antes de empezar a caer.

Cayeron entre sombra y fuego.

El vigía titánico agitaba sus brazos en el aire, intentando aplastar de una vez a los intrusos. Aiden se lanzó contra su pecho, lanzando una miríada de golpes contra sus partes más vitales, pero el acero que daba forma a los huesos del titán probó ser lo suficientemente resistente como para resistir los golpes de Silencio.

P.A.D.R.E les apartó de una patada y comenzó a emanar fuego de todo su cuerpo. Era obvio que él podría sobrevivir a la caída, y esperaba mantenerlos a raya hasta que la gravedad hiciera su trabajo.

El suelo apareció bajo ellos. Al principio una mancha de tenue luz metálica; pero rápidamente convirtiéndose en la realidad imperante, el destino escrito e ineludible de los guerreros. Aiden pasó a forma espectral sin reducir su velocidad ni un ápice, pero su mirada se había centrado en la de la paladín que giraba en el aire, preparándose para lo peor. No había asideros para clavar sus cadenas o una Atracción letal, y de haberlos la desaceleración repentina la habría partido por la mitad de todas formas. Lo único que quedaba era confiar en la protección de la Luz, y él, por primera vez en su larga no muerte, le pidió que intercediera por ella.

El primero en llegar fue el coloso, quebrando el suelo con un impacto apocalíptico. A él le siguieron un fantasma y la estela azulada de la Bendición de protección más desesperada de la historia, superando su umbral y llegando a la sala que yacía todavía más abajo.

Si no hubiera sido por su preocupación, Aiden hubiera quedado maravillado por el ambiente azulado de aquella sala cubierta de complejos engranajes de propósito astral escondidos tras gruesos muros de vidrio rúnico. La energía latente de la cámara del motor se manifestaba como brillantes constelaciones y círculos de magia incomprensibles que emanaban del gran anillo de bronce, similar al de la Cámara del Corazón, que gobernaba el centro de la estancia.

Aiden arrojó su guadaña al suelo y cogió en brazos a Valerie. Un hilillo de sangre corría desde su frente, recorriendo el valle de sus ojos cerrados. Puso el oído sobre su pecho, volcando todos sus sentidos en encontrar algo más que un cuerpo vacío, y se reconfortó al escuchar los firmes latidos de su corazón. La Luz había sido misericordiosa y Valerie solo estaba inconsciente. El caballero estuvo tentado de darle las gracias a la fuerza que más odiaba hasta que la voz del destino heló su mente.

—Murió en mis brazos sin encontrar consuelo.

Alzó la cabeza, buscando el origen de esa voz, y por un instante, lo vio frente a él. Tan grande y terrible como la primera vez.

El Espectro del Invierno, o por lo menos su recuerdo, le atravesó el alma con la mirada. Alzó un dedo, señalando al vigía titánico que ya empezaba a ponerse en pie a espaldas de Aiden.

—Ella no morirá… aún. Y tú no eres lo bastante fuerte como para reclamar su corona… —tras la Máscara de Dominación se dibujó una risa siniestra y enloquecida, mostrando todos los dientes en un inequívoco mensaje—. Aún.

Desapareció tan rápido como había aparecido, dejándole solo con el incansable enemigo al que debía enfrentarse. Sus dedos estrangularon el mango de Silencio con brío renovado, preparado para acabar lo que había comenzado. Se puso en guardia. Su rostro era un poema a la determinación. A la ira.

—Nivel de amenaza…

—GRAAAA.

Saltó tan fuerte que sus botas metálicas se quebraron. Envuelto en una tormenta espectral, se lanzó contra su cabeza lanzando gruñidos dignos de un man’ari. Silencio castigo con inusitada furia al constructo, que se tambaleaba intentando en vano defenderse de la miríada de golpes que le llegaban de todas direcciones.

La cámara del motor no tardó en llenarse de chispas y metralla metálica. Los cálculos de P.A.D.R.E no habían tenido en cuenta al colérico espectro que volaba de un lado para otro con una velocidad impensable, dejando solo el rastro neón de unos ojos sin pupila que sólo destilaban odio. Su figura etérea entraba y salía de las Tierras Sombrías como si el velo entre la Vida y la Muerte se hubiera desvanecido. Sus gritos no solo estaban cargados de rabia, sino de congoja y desesperación, tan intensos que rozaban la locura.

Ni siquiera el contraataque de P.A.D.R.E consiguió detenerlo. Su rápido y ardiente puñetazo le arrancó del plano de los muertos y le empotró contra una de las columnas que sujetaban el techo, pero eso no le libró del castigo de decenas de virotes de hielo afilado y deforme que bajo ninguna luz podrían considerarse espadas. Su cañón comenzó a rugir; de su boca empezó a asomar la luz rojiza y eléctrica que anunciaba la masacre; pero antes de que pudiera rebosar desde el cilindro se encontró con las relampagueantes y sobrecargadas runas de Silencio, que desdeñó su nombre para lanzar un grito tan intenso como el de un coro de banshees.

El cañón explotó, dejándole manco y arrojándole hacia atrás. Su rostro perdió los últimos retazos de humanidad cuando su máscara se terminó de hacer pedazos, revelando un horno de ira que ningún ser sin alma podría tener.

—Protocolos viol.ados. Restricciones de seguridad levantadas.

P.A.D.R.E rugió, y su voz ya no era tan mecánica y monótona. Su única mano se clavó en el centro de la sala y arrancó el motor mismo que alimentaba Uldorus, cargando con él en el hombro como si fuera una impensablemente pesada minigun.

—Exterminar. EXTERMINAR.

El cañón disparó la magia titánica más pura que el mundo había visto, un intenso rayo de luz gamma de color violeta que vaporizó todo lo que se cruzó en su camino. El espectro descendió de su columna en el último instante y comenzó a correr a su alrededor, evitando la muerte asegurada que el vigía dispensaba.

Detuvo de golpe su carrera circular y se lanzó contra su enemigo, encarando el cañón de desintegración. Su voz sonó de nuevo, sacudiendo los engranajes y agrietando el grueso muro de cristal, pero Aiden lo esquivó en el último momento, deslizándose entre sus piernas y cortando la gruesa pareja de cables que todavía lo unían al suelo.

P.A.D.R.E rugió y se dió la vuelta a velocidad del rayo, usando el motor como porra. El suelo tembló ante el impacto, pero para cuando lo hizo su objetivo ya estaba en el aire. Los ojos mecánicos del vigía le habían seguido a pesar de su endiablada velocidad, y alzó el motor de nuevo para golpear por segunda vez.

Pero Aiden no estaba dispuesto a perder. Había gastado cada gota de su poder en aquella ráfaga de golpes, y si seguía combatiendo era por pura inercia. Un solo golpe, un solo fallo, cualquier cosa que quebrara su ritmo sellaría su destino. Cada gota de ánima que había aumentado su poder, cada una de las almas que había devorado en Uldum, se habían esfumado, y la sed inabarcable que atenazaba sus músculos ensombreció incluso a la famélica Silencio.

La guadaña descendió cortando el aire, preparada para todo, pero su trayectoria se giró en el último instante y se enganchó en el motor, dando a su maestro un punto de apoyo donde balancearse y lanzarse contra el suelo, arrastrando en una caída mortal al vigía. Su cabeza sin rostro golpeó contra el suelo instantes antes de que el motor la aplastara.

A̶͉̼͒̚N̸̝̄̿͂ͅͅQ̶̨̛̋Ū̸̜̖͆Ỉ̴͓̊͝L̵͓͙̫͐̃̉A̴̻̹̘̔R̴̘̕ͅ.

P.A.D.R.E había detenido el amasijo de metal con su mano, partiéndolo al medio y amenazando con alzarse de nuevo. Su puño imparable se alzó para cumplir sus palabras, pero esta vez el segador fue más rápido.

Silencio se coló por su mandíbula y asomó por el cénit de su cabeza. La manaza titánica se aferró a su mango en un último intento de detener al destino, pero Aiden no desistió ni siquiera a pesar del dolor que amenazaba con arrancarle los brazos. La guadaña se deslizó por el metal, avanzando más en su viaje, pero no abrió ni un rasguño. En cambio, una silueta de luz blanca comenzó a asomar desde el inclemente acero.

—¡AHHHH! ¡RAH!

Aiden completó su parábola. El chispeante cuerpo mecánico cayó inerte al suelo, contemplando con dos brasas apagadas como su mismísima alma ahora flotaba en el aire, incapaz de escapar del mordisco de su predador. El caballero de la muerte dió un tirón con todas sus fuerzas, desgarrando el alma de P.A.D.R.E hasta convertirla en una inmensa sopa de ánima que arma y maestro no tardaron en devorar.

Los relampagos sacudieron la cámara con la fuerza de un alud. Aiden estaba en el centro, levitando y gritando. Su cuerpo alternaba entre el estado físico y espectral mientras asimilaba el incalculable poder que ahora era suyo por derecho.

Y ella, sentada contra la pared, incapaz de apartar la mirada, sacó fuerzas suficientes para hablarle al pomo de la espada.

—M.A.D.R.E… lo tenemos.

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Ignoró los improperios del hierro negro para dar unos pasos calmados hacia delante en aquel lúgubre callejón, se puso de lado y dejó relajar sus músculos, dejando caer con cuidado su maza boca abajo y cayendo con desgana al suelo usando como bastón el mango del arma apoyando su espalda contra la pared

  • Deberíamos descansar un poco, estoy totalmente agotado con la huida y la tensión del templo hizo un alto por no hablar de todo lo que ha sucedido hasta ahora. se acomodó todo lo que el duro suelo de tierra y gravilla permitía

Kultirano y no muerto asintieron, si dijeron algo más el paladín no lo escucharía pues sus parpados comenzaron a hacerse cada vez más pesados y la vista más borrosa pues ¿como iba a saber que hora era en ese plano, si ni siquiera sabía si el tiempo transcurría a la misma velocidad que en Azeroth?

  • Oye que se queda frito el enano este escuchó de fondo a Borack, pero no merecía la pena escucharlo, ni ganas que el enano tenía para tal menester

Su sueño quedó anunciado con un sonoro ronquido que por suerte de los acompañantes quedaba amortiguado por la cacofonía que inundaban las calles de Ny’alozha

Soño con una paradisíaca playa de Tuercespina, lejos de dioses antiguos, espectros, Almas en penas y brujos poderosos, un lugar en el cual su profundo sueño a consecuencia del agotamiento parecía hacerle creer que era real, hasta esa bebida alcohólica preparada por los goblins hecha con piña estar helada a su tacto, quizás no todos fuesen seres ruines y estafadores llegó a pensar

En cuestión de un parpadeo aquella ilusión se desvaneció como si jamas hubiera existido para su desgracia, pues ahora notaba la imperiosa necesidad de disfrutar de nuevo aquel paraíso perdido, pero antes de anhelar esas playas se vio de cruces con una nueva realidad, estaba frente a un ser de oscuridad absoluta, de mil miradas que le rasgaba con su mirada cada una de sus fibras, miró con nerviosismo como no había nadie que pudiera ayudarle o socorrerle, dio un paso atrás y notó como su talón pisaba algo húmedo y viscoso, giró la cabeza alarmado y pudo ver la cara deforme de una elfa de sangre desfigurada

El brebaje del anterior sueño se le subió por su tracto digestivo dandole arcadas esa visión, de inmediato dio un paso hacia atrás, en ese momento vio el terror absoluto con sus ojos, todos los integrantes del grupo con quienes lucho contra Mantovil, junto al pícaro y el no muerto yacían desperdigados en el suelo desmembrados regados de sangre, cuando levantó sus manos pudo ver sus palmas ensangrentadas…no parecía ser su sangre, de hecho el estaba indemne

  • Tu cobardía les ha matado, ¿donde está ese valeroso paladín que tanto se enorgullecía de su valor y fuerza?, no eres más que un débil enano que jamás debió haber salido de su montaña, quizás estarían vivos si no hubieras interferido Aquel ser de maldad absoluta no dejaba de mirarle fijamente, juzgando al pequeño enano que permanecía con vida

  • Yo…yo no he podido…¿Como iba a rendirme?.. Las palabras entrecortadas por el terror no lograban ser conjuradas

  • Tu no eres más que un cobarde, jamás lograrás nada, tu inutilidad ha condenado Azeroth, confiaban en ti y les fallaste pero aún puedes hacer algo para remediarlo, haz el acto final y se valiente por una vez en tu mísera vida.

  • ¿C…como?, no puedo hacer eso, he de…de salvar el futuro.

  • No lograrás NADA, no lo lograste en infinitos futuros, este no será una excepción, nunca has logrado nada, siempre te lo han hecho TODO aquel ser parecía conocer toda la vida del enano, el cual temblando tomó por el mango su maza y corrió hacia aquel ser, alzó el arma pero al acercarse sus músculos dejaron de responder y su maza se deslizó de sus dedos, al levantar la vista pudo ver el ser con mirada inquisidora antes de perder la consciencia

  • ¿Esta muerto ya?.

  • Tu lo estarás como digas otra palabra más… abrió los parpados levemente, visualizando el borroso perfil del pícaro ¿Oye has tenido otra visión?. el kultirano sujetaba al paladín temiendo que se tragase la lengua

El paladín abrió sus ojos y con dificultad se arrastró hacia atrás medio metro y apoyó su espalda, se notaba sediento, fatigado y sudoroso, notaba como su cabeza le pesaba ¿Es…es…Ny’aloza verdad? intentaba ver si estaba despierto

  • Claro, no te preocupes, estas salvo y sano, toma un trago de agua fresca, te hace falta El kultirano como si de un padre se tratase habló suavemente y con calma al enano mientras buscaba en su faltriquera un botellín de agua, el cual encontró y le dio destapado al enano

  • Ha sido extraño pero… quizás tenga razón suspiró, le dio un sorbo a la botella y bajó su brazo, apoyando la botella fresca en el suelo y su brazo en esta a su vez debería retirarme de aquí y dejar que los auténticos héroes se encarguen, el comandante, la gnoma y la elfa que siempre le sigue, Aiden… quizás ellos sean los que realmente puedan con el…quizás yo…no sea más que un estorbo, no dejo de ser un paladín del montón. el enano miró al lúgubre cielo carmesí reflexionando en lo que vio

  • No seas idiota, eso no es más que una visión de N’Zoth, esta haciendo todo lo posible para desmotivarte y que no vengas El kultirano a su lado permanecía sentado no hemos llegado hasta aquí para nada.

  • Eso no fue una visión de N’zoth, fue un sueño propio, no escuché sus susurros en ninguna parte de hecho tenía mi propia voz, eso fue inconfundible, el que hablaba era yo mismo. Seguía concentrado mirando las serradas nubes carmesíes a la búsqueda de diferencias entre estas

  • No me vengas con esas ahora, volveremos a ver a la gnoma loca esa, nos encontraremos con la elfa de la que tanto habla, nos encontraremos seguro con más gente y mataremos al pulpo, confía un poco más en ti el kultirano empezó a levantarse con calma y acabó de levantarse con un escueto saltito

  • He visto como luchaban ellos, ya te digo que no tengo ni una fracción de su poder, una cosa es ocuparse de no muertos que luchan por moverse o por ladronzuelos del tres al cuarto que no saben usar un revolver, pero ¿Un dios antíguo? esto es obra para los más poderosos y diestros, regresemos a casa y recemos para que logren matarlo. El enano cada vez más desmotivado seguía mirando aquellas nubes, su “yo” se puso frente a el ocultando la vista

  • Ya esta bien de tanto pesimismo e infravalorado, ¿de verdad crees que me gusta estar aquí y tener que enfrentarme a Aiden? Pues en absoluto. ¿De verdad crees que me gustó sacrificar mi vida y ser convertido en lo que ves? Ni mucho menos, no hay día que no añore la vida. ¿De verdad crees que he visto cosas agradables en mi periplo? Creeme que no, pero aquí estoy por que me han dado la oportunidad de arreglar el futuro, pues es posible hacerlo puso firme su brazo recubierto de placas, malla y cuero frente al paladín Pero vamos a cambiar juntos ese futuro y yo te necesito.

El paladín no se digno ni a mirar a la cara de su futuro Búscate a otro mejor.

  • Que cabezón podía ser vivo suspiró creo que piensas que soy poderoso ¿Es así?. se dio media vuelta y se sentó en la pared hombro con hombro junto a su pasado.

  • Claro que lo eres, tienes más años de experiencia que yo y para colmo eres un caballero de la muerte, jamás podríamos igualarnos.

  • No te voy a obligar a ir con nosotros, si realmente no te sientes preparado ve con Borack y vuelvan a Azeroth, pero ¿y si te digo que yo también tengo miedo?

  • Vosotros no teméis a nada, os entrenan para reprimir eso sentimientos.

  • ¿Sabrás tu lo que soy yo?, esto que quede entre nosotros pero temo el día que vea a Aiden, ya no solo por el hecho de que seremos enemigos tras tantos años de camaradería y confianza, si no que también por el miedo a fracasar y desperdiciar esta oportunidad y… Miró fijamente con sus ojos espectrales a su pasado y tengo miedo de morir otra vez.

  • El paladín intentaba imaginar lo que debió pasar su futuro y buscar el significado de “morir otra vez” Se que debo continuar, hice el juramento y abandonar sería traicionarme a mí mismo pero…no quiero morir, no quiero sentir ese frío y desamparo otra vez, pero si traiciono a mis juramentos entonces ¿quien soy?.

  • Tu eres tu y estas por encima de juramentos sagrados así que en ti esta la decisión, no te lo recriminaré para nada, elige: seguirnos a nosotros o regresar a Azeroth, no hay decisión última, te dejaré todo el tiempo que necesites para pensarlo a solas el no muerto se levantó en silencio y caminó con calma hacia donde estaban los distantes kultirano y hierro negro

  • Futuro… ¿por que no me quedaría en Forjaz?, quizás ahora la tasca sería mía, estaría casado con alguna enana e incluso tendría un hermoso hijo… una vida sencilla pero completa y pacífica…¿qué demonios hago en este estercolero jugandome la vida para que luego unos aventureros o el dichoso rey de Ventormenta se lleve el mérito? pero claro…¿con que cara regreso a Azeroth y les digo a todos que fallé, que me dio miedo y me acobardé…piensa en Mantovil idiota… ese brujo no era nada en comparación a N’zoth suspiró, agarró el mango de la maza con su mano derecha y apoyó su cabeza en la pared Y pensar que aún tengo ese sueño de ser uno de los grandes paladines…que infantil por favor… quizás debería enterrar la maza y comenzar una nueva vida tranquila en Dalaran, tengo el local y con las rentas me daría para vivir decentemente… A quien quiero engañar, me volvería loco entre 4 calles, en verdad esta es la vida que elegí… Observó de reojo a sus acompañantes hablando con un inconsciente hierro negro en el suelo tumbado de lado con la boca abierta y la lengua fuera y suspiró otra vez más Es cierto, quizás aún pueda lograr cumplir ese sueño, quien dice si en un futuro podría ser el Alto Señor… aunque sería fuente eterna de chascarrillos… creo que ya he elegido.

Se apoyó con ambos brazos en la maza y usándola como bastón se levantó, notó sus piernas adormecidas pero poco a poco caminó a donde estaba el duo hablando

  • Creo que debemos seguir adelante, aunque aún tengo miedo de lo que se nos viene por delante, siento este retraso e infortunio.

  • Así estamos todos ahora mismo, pero estamos juntos y pronto vendrán refuerzos para ayudarnos y no te disculpes de nada, faltaría más, nosotros también hablábamos de lo mismo y es normal temer, pero nos tenemos los unos a los otros y no eres cobarde en absoluto, ambos sabemos las pericias que hiciste contra Mantovíl, no te infravalores. El kultirano se sacudió un poco los pantalones para quitarse la gravilla

  • Bien y…¿Que le ha pasado a Borack? ¿Esta inconsciente?. El paladín miraba desganado al durmiente hierro negro

  • Ah claro, le ha dado sueño y se ha quedado durmiendo…si.

  • Vosotros duerman un rato, deben llevar más de 1 día en pie, reposen un rato que yo vigilo, confíen en mi. El no muerto se sentó junto a la callejuela que daba a una calle mientras los demás se apoyaban en la afamada pared y dejaban que sus párpados cayesen

  • Os prometo que tendrán un mañana, aunque sea lo último que haga.

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Escrito por el Comandante Felix.
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Los momentos de lucidez no se distinguían apenas de las vigilias o las paranoias que tanto se repetían en su mente. Acaso era un sueño lo que veía y escuchaba o era la realidad que, hilada en diminutas fibras, conseguía atravesar las barreras de su inconsciencia y darle un poco de respiro.

Imágenes se sobreponían unas a otras, tan rápido veía su cuarto como estaba frente a la plaga en Lunargenta, o Nyalotha se erguía mastodontica y formidable ante sus ojos, incluso llegado un momento una oscuridad eterna y perenne abarrotaba su alrededor y grandes ojos le miraban fijamente sin producir sonido.

Ruidos, voces, pisadas…De nuevo escuchaba entre cortadamente una conversación lejana, un hecho que ya carecía de importancia si era real o ficticio. Pero escucho, tal vez hablasen sobre ponerle fin a este tormento, a la locura que le sumía continuamente y al descanso eterno que tanto anhelaba.

- …y comprendo lo que dices, portavoz, pero tu “campeón” esta en las ultimas. -Dijo una voz aguda y algo retumbante- Es…intrigante como ha resistido hasta ahora, los que han sobrevivido tanto tiempo normalmente han acabado presa de una locura hasta su muerte. Este recurso es muy valioso, desperdiciarlo en tamaña…insensatez…no ayudara a nuestros planes con el Dios Antiguo.

- Pero lo necesitamos, el ha sido quien nos ha traído este material y ha venido por propia voluntad -Esta vez era una voz grave, estridente, molesta, metálica. Reconocía esa voz, odiaba esa voz, pero no recordaba quien era su dueño- Dale una oportunidad, N’zoth le busca y lo arrastra cada día más a su lado. Tu lo has dicho, otros en su lugar habrían muerto o se habrían sumido en la locura, si tanto lo quiere para el…tal vez no sea para buscar un devoto si no evitar un mal mayor.

- ¿Y si te equivocas? ¿Dejarías el futuro de muchos en sus manos? ¿la vida de un planeta esta en juego y prefieres agarrate a una posibilidad remota en el azar del destino?

- Si, confiá en mi chico. Ella esta de acuerdo con esto, ademas necesitamos un ejercito y el puede conseguirnos uno.

- Espero que tengas razón…portavoz…espero que tengas razón. O todos estaremos condenados…

Las voces se difuminaban, las palabras ya carecían de sentido y de nuevo la imagen cambio. Lunargenta, la plaga a sus puertas, de nuevo otra visión del pasado volvía para atormentarle, cadáveres de sus congéneres se repartían por el suelo. Sangre, choques de espadas, olor a podredumbre, gritos de pánico, de terror, circulaban por un aire ennegrecido por las cenizas y la peste. Nada que no hubiese visto días atrás, el tormento, la amargura, la ira que esos recuerdos le repercutía continuamente pero ahora solo sentía un vació, la imagen seguía transcurriendo pero el no era capaz de sentir nada. No sintió ira cuando los no muerto atravesaron la ciudad, no sintió miedo cuando las gárgolas y las moles de carne se abalanzaron sobre sus camaradas, no pudo sentir tristeza con los muertos que se levantaban frente a sus ojos.

De nuevo oscuridad, nuevas imágenes sustituían a las viejas, las verdes tierras de su hogar se transformaron en un frio yermo helado, la nieva cubría cada palmo a la vista y gigantes montañas se alzaban desafiantes frente a él. Rasganorte, la fría y dura tierra del norte que se había convertido en su hogar desde hace tiempo ahora lejana, perdida, exiliada y sin retorno.

Pero no era el paso del gigante lo que vislumbraba no, los astros no eran compasivos y esta no seria diferente. Una patrulla de soldados atravesaba la nieve lentamente, varios heridos eran llevados en camillas con heridas graves o síntomas de congelamiento, el hambre era palpable en sus rostros y vio como su yo joven intentaba aliviar cada daño que sufrían sus camaradas. Recordaba esa escena pero, al igual que anteriormente, no pudo sentir nada. Un orco montado en un lobo gris de ojos verdosos gritaba a la compañía, parecía tener prisa pero nunca llego a terminar su frase.

Una flecha le atravesó la traquea e hizo que se desplomase con un ruido sordo en la nieve. Una trampa. Soldados de la plaga los rodeaban, esqueletos vivientes, necrófagos, cultores y caballeros de la muerte se habían presentado antes ellos ansiando sangre. Vio como los asustados soldados no podían formar y como los primeros caían por magias o flechas enemigas, vio como frente al caos alzo su voz y dio indicaciones y las seguían pero les superaban en numero. Vio como lentamente la plaga cercaba a los insensatos entre nieve, roca y sangre, no quería mirar conociendo el final de esa disputa pero su mente no le respondía. Y vio su fracaso, como ordeno cargar a sus compañeros mientras la mitad huían, huíamos más bien con los pocos heridos que podían moverse. Vio como masacraban y desollaban a sus camaradas mientras ponía a salvo su cabeza, quien había sido el para decir quien vivía o no, podría haberse quedado, luchado junto a sus compañeras y hermanos, protegido a los que acabarían muertos en la nieve y uniéndose a las huestes infinitas del enemigo. Pero ya no importaba, nada importaba.

Oscuridad. La escena cambiaba, ¿o era la realidad? No sabría discernirlo. Estaba en una cámara metálica, poco iluminada y sin decoración mas que un camastro, los restos de lo que parecía una comida y varias vendas y utensilios de medicina. Pero esta vez no se encontraba solo. Frente a el se encontraba una forestal, vestia ropajes verdosos con varios remiendos que confirmaban tiempos malos a su dueño, no podía verle el rostro por una capucha que tapaba su rostro ero si discernió un cabello dorado como la luz reflejada en las torres de lunargenta y en los escudos de su patria. Pero frente a todo esto le llamo la atención el arco que portaba, de madera con tallas a mano y runas elficas. No seria extraño si su propietaria no le estuviese apuntando al corazón con un a flecha ya tensionada.

- Así que por fin ha llegado mi final. - dijo el maltrecho paladín- Irónico que entre tantos héroes, aventureros y mercenarios acabe siendo uno de mis congéneres quien ponga punto a mi historia.

De nuevo unas punzadas de dolor recorrieron su cuerpo y, descontroladamente, una energía sobrepaso sus cadenas y reboto por la sala. La forestal no se inmuto ni movió de su posición.

- Esto ha pasado de mis fuerzas…no puedo controlarlo…ya no veo la realidad ni la fantasía. La oscuridad me envuelve, me da su mano y me agarra arrastrándome a un pozo sin fondo del cual jamas escapare. - Respiro y miro fijamente al lugar donde suponía que estaban sus ojos. Pareció notar un brillo familiar…o solo era un nuevo delirio de su mente- Por favor…pon fin a esto…no dejes que acabe dañando más este mundo, que gente a mi alrededor siga muriendo por mi culpa, cayendo mientras que yo les sobrevivo. Mi tiempo ha llegado…y debe ser así.

Cerro los ojos, intentando pensar en su hogar, su pasado, sus errores, su muertos…Pero nada le venia a la mente, no podía recordar, ni apenarse, ni redimirse. Un silencio se hizo en la sala

- ¿Acaso prefieres rendirte sin más y no luchar por los que dieron la vida y confiaron en ti? -la voz de la elfa retumbo en la sala con un eco fantasmal- ¿De verdad quieres morir aquí, de esta forma sin saber ya quien eres?¿de verdad piensas que los muertos descansarían en paz?

No lo entendía, ella había venido a poner fin a su vida la escena lo dejaba claro. ¿por que esas preguntas? ¿Porque recordar a los muertos?¿Acaso quería mofarse de él, de su condición

- Se quien eres, que has sido y tu historia Félix. -Añadió con una voz calmada- He sabido de tu sufrimiento, tus duelos, tus temores, tus arrepentimientos…Como también de tu devoción, tu arrojo, tu preocupación por los que estaban a tu cargo…

La forestal bajo el arco y la flecha, si había venido a matarlo estaba bien claro que no estaba haciendo su trabajo correctamente.

- ¿acaso te has acobardado al verme maniatado y desvariando? Cobarde…yo mismo me suicidaría si pudiese, si este mal solo me llevase a mi y a nadie conmigo.

- Hazlo entonces. -cogió una de sus flechas y la clavo delante del paladín. Justo después lo desato y quito sus cadenas- Ahí tienes, si tanto deseas la muerte corre, ve a las tierras sombrías a esa “paz que tanto suplicas.

No daba crédito, se mofaba, le ridiculizaba, le humillaba a pesar de su poder latente, podía obligarla a disculparse, a arrodillarse por su atrevimiento o consumirla por su osadía…No, no la mente le nublaba el juicio, era su oportunidad de poner fin a todo, de salvarlos, de redimirse. Agarro la flecha con pulso lento y, respirando profundamente preparo su cuello para un único golpe que resultara fulminante. Pero, antes de moverse siquiera, la elfa hablo.

- Oh…Puedes combatirlo, dominarlo, controlarlo…Ha rendir de verdad las memorias de los que tanto dices haber traicionado. -Se acerco al camastro y abrió un pequeño arcón de madera y hierro. Dentro una capa de tonos anaranjados y rojizos brillaba con fuerza, incluso desde su posición sabia que irradiaba poder y le llamaba.-

- ¿Que quieres de mi?

- ¿Yo? Nada, ni tu vida ni tu muerte es mi sino en este momento. Ni te matare ni te salvare, si es lo que piensas. Solo te doy una opción que parece ser que tu te niegas a ver, luchar y dominar lo que tanto temor te infunda o sucumbir a la pena y los remordimientos poniéndole final. Tuya es la elección. Pero si eliges luchar, enfrentarte a ello…tal vez encuentres mejor esa paz que ansias, con un poco de ayuda eso si. -Añadió esto ultimo señalando la caja y con un tono que parecía indicar una sonrisa.

Lentamente se levanto sin soltar la flecha de su mano, se acerco al cofre y comprobó su contenido. La capa era suave al tacto, pero una pequeña descarga le sacudía cada vez que la tocaba, no era doloroso ni molesto más bien…equitativo podría decirse. Le estaba dando una oportunidad pero, acaso la merecía tras lo ocurrido, de verdad serviría para algo que continuase en el mundo de los vivos, podría aliviar su consciencia un destino mayor quería reservar su muerte para cumplir otro designio. O mismamente esto ser otro juego de su alocada mente, de su torturador y su mal interior, pero era tan real.

- ¿porque me ayudas? ¿quien te manda a preocuparte tanto por mi?

- La forestal rio entre dientes- Nadie me ha enviado, si quieres verlo así…solo pago una deuda de vida con gusto. Aunque ya no recuerde mi voto, la seguiré cumpliendo si así fuese necesario. Alguien te aprecia con todo su corazón aunque tu no lo sepas Félix.

¿Aprecio? ¿Quien querría su regreso y dejarle vivir?¿Porque tras lo acontecido el destino seguía convinandole a continuar? “Ha rendir de verdad las memorias de los que tanto dices haber traicionado.” había dicho la forestal…y tenia razón. Da igual si esto era otra visión, otro divertimento del maestro…no, del demente que impulsaba los últimos ataquen a su mente. Le habían dado una nueva oportunidad sea cierta o no y pensaba aprovecharla. Sin darse cuenta, la capa estaba en sus manos, la flecha había caído y desaparecido en el suelo de la habitación y la forestal le miraba con esos verdes ojos que parecían leerle el corazón.

- Si vas a ponerte eso -dijo con sorna-necesitaras vestir para la ocasión.

Y apartando una tela monstruo el acompañamiento ideal, podía reconocer la armadura que tanto había protegido su vida. Ahora estaba limpia y reforzada, bañada en un color negro y con franjas brillantes anaranjadas, las roturas habían sido reparadas y el interior acolchado era nuevo.

Como un niño con unos zapatos nuevos, se vistió rápidamente. Volvió a ceñirse en su armadura mientras pensaba en los caídos, los muertos y los sacrificios de tan largos años. Cuando solo el casco faltaba se giro hacia el cofre para ponerse la capa, pero en su lugar encontró de pie frente a el a la forestal con su capa. Y, con una ternura que hasta ahora no había visto en ella, le coloco la capa con cuidado al paladín.

Una descarga recorrió su cuerpo, su mente se desplomaba de un peso repentino y parecía liberarse como no hacia mucho tiempo. Los recuerdos volvieron poco a poco, las batallas, las muertes, N’zoth…

- Sea quien sea quien te enviá…dale las gracias. Yo…estoy recordando lo que debo hacer, lo que se debe hacer…

- No tienes que darlas -la forestal se acerco al paladín y, quitándose la capucha, monstruo su rostro por primera vez. Le era conocido pero su mente se estaba recuperando aun.- Ella ya lo sabe y, si el tiempo es justo, se lo dirás tu mismo llegado el momento. Ahora ve, el tiempo apremia mi paladín, recuerda tu promesa.

Dicho esto, desapareció por la puerta de la habitación fundiéndose con la luz que se proyectaba desde fuera. Con paso lento, decidió seguirla por los pasillos pero no pudo encontrarla a pesar de su insistencia. Al final, llego a una cámara grande donde estaban reunidos varios campeones y curanderos y una figura enjuta y diamantina que se sorprendió al verlo. No muy alegremente.

- Chicho…¿eres tu? ¿ha funcionado? -dijo el Magni

- Si Magni…parece…que funciona por ahora. Sigo notando un poder atroz en mi y la marcas no parece que desaparezcan pero estoy cuerdo y soy yo mismo por ahora.

- Me alegra escuchar eso, nos tenias muy preocupados. Tus…ataques iban cada vez peor, temíamos que no pudieses salir de esta.

- Ni yo mismo lo se. La verdad es que esa forestal que me estaba vigilando es la que me dio el empujón final si digo la verdad -magni se paro en seco- ¿He dicho algo raro?

- Chico…me alegro de que mejores pero…nadie te estaba vigilando. No hay ninguna forestal aquí y mucho menos vigilandote con tus ataques de ira. ¿Seguro estas bien?

No tenia sentido, pero el enano no parecía mentir sobretodo por el tono de preocupación con el que le hablaba. Pero él la había visto, habían hablado y ayudado incluso la notaba…familiar…cercana…casi como…

- Si fuese alguien que me aprecia con todo su corazón…-repitió el paladín en voz baja recordando su conversación

- ¿Decías algo? Aun están ultimando tus armas, creo que deberías descansar un poco más. No puedo imaginar el tormento por el que ha pasado tu mente en los últimos días.

- Si…creo que iré a descansar. Pero antes me gustaría buscar a otra persona, recuerdo fugazmente a una sacerdotisa sindorei que me atendió estos días y…-su rostro se ensombreció recordando retazos de su memoria- debo pedirle disculpas.

El enano asintió, comprendía al elfo o disimulaba muy bien que le entendía. En cualquier cosa, le indico que estaba en la enfermería asi que mataría dos pájaros de un tiro. Llego en apenas dos vueltas de esquina, la enfermería era una sala rectangular muy espaciosa repletas de camillas, heridos y sanadores que iban de aqui para allá atendiendo al numero máximo de pacientes y centrándose en los más graves. Justo al fondo pudo distinguir a la sacerdotisa que buscaba, estaba atendiendo a una joven orca con un tajo bastante feo en el rostro a la altura del ojo.

Armándose de valor se acerco pensando en como podía pedir disculpas, su mente le había llevado a un acto d e locura pero sus actos eran imperdonables. Más aun si hubiese conseguido su objetivo. Sin darse cuenta llego frente a ella, vestía unas túnicas blancas sencillas con mandil blanco con sangre seca y restos de lo que parecían pociones. Pareció darse cuenta de su presencia porque se sobresalto inmediatamente cuando pudo ver su rostro. Sus ojos era brillante y dorados, su cabello rojizo y recogido en una coleta que le caía por un lateral, aunque se veía desarreglada por el trabajo. Más que asustada parecía intrigada y, casi podría decirse, aliviada.

- Por favor, no te asustes…Solo…-no encontraba las palabras- Mira, se que ahora mismo soy lo menos deseado que puedas toparte, solo…quiero pedirte disculpas. Se que la locura y la corrupción hacen cometer errores a uno pero…aun no siendo yo mismo…lo que intente hacer, el daño que pude causarte…yo… no quería, no me habría perdonado jamas.

- ¿Recuerdas…todo? -dijo con una suave voz, no notaba miedo sino pura preocupación. Achacada a su profesión suponía- Yo…no te culpo. Bueno, si…he temido por mi vida, me intentaste matar y loco o no eso siempre deja un hueco. Pero…no podría, has venido a cubrir errores tras todo el sufrimiento que has tenido, me suplicaste que te matase por belore…yo…solo pude sentir pena.

Hubo un momento de silencio cortante. Al final el que iba a suplicar un perdón había acabado sido compadecido, curiosa sacerdotisa y más valiente de lo que había imaginado.

- ¿Eras paladín verdad? -dijo cambiando de tema- Me vendría bien tu ayuda ahora mismo, por mi mismo no puedo sanar estas heridas pero tal vez los dos podamos hacer algo. Y así…podrías volver a coger practica.

- Bueno…ayudarte un poco servirá por ahora como una pequeña compensación. Intentare hacer lo que pueda.

Se acercaron juntos a un paciente, un enano tenia heridas en un brazo bastante graves. El hueso parecía dislocado en la zona del hombro y estaba sangrando por un costado. Juntos, llamaron a la luz según sus costumbres, la sacerdotisa rezando una plegaria y el paladín solicitando a la luz una sanación como tantas otras veces. Pero solo respondió a una persona.

Volvió a solicitar sanación para un herido, pero por más que lo intentase no conseguía atraerla, usarla ni proyectarla. Su frustración era evidente.

- No…ahora no… - añadió el paladín- Porque no puedo usarla…

- ¿ocurre algo? -dijo la sacerdotisa-

- La luz…no puedo usarla…no responde a mi llamada como siempre…-Asustado aparto su manos y se retiro de la camilla- No puedo curarle…he perdido el uso de la luz…


CONTINUARA…


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¿De qué parte del mundo vino eso? Ahora que finalmente había superado su comprensión y sus pensamientos internos de este mortal haciendo algo que ninguno había hecho antes.

Ella se encontraba mirando la cintura de la figura, donde había un corte notable, así como sangre fresca goteando sobre el cuero.

—¿Deseas pelear o hablar?

Por alguna razón, Nhail vio un indicio de vacilación detrás de la mirada del medio demonio y le hizo preguntarse por qué, aunque estaba más preocupado por el hecho de cómo ella sabía que él estaba herido y por qué incluso estaba proponiendo una oferta tan tönta. ¿Creía que él era débil?, Posiblemente … pero incluso herido podría pelear.

Mirando a su cuerpo por un momento, el pícaro pudo ver su postura inclinarse hacia un lado, lo que solo hizo que un ceño silencioso emanara de sus labios. Su mente todavía quería pelear … ahora todo lo que tenía que hacer era …

—-Tu decisión determina la mía.

¿Qué tipo de respuesta fue esa?, Quería luchar, reunir cualquier información de este demonio y luego acabar con ella para siempre.

Si el silencio ensordecedor no fuera suficiente para volverlo loco, podría sentir una oleada de golpes salvajes en su interior gracias a aquella agitación que nunca dejó de existir.

Incluso podía escuchar los gruñidos provocadores que sabía que estaban llenos de insultos. No importaba, no podía retroceder ahora.

El medio demonio sintió una extraña presencia alrededor del Elfo que no podía negar, pero el hecho de que él estaba dispuesto a entrar en una pelea que no podía ganar mientras estaba herido, era pesadumbre de terquedad.

—Los mortales siempre tan tercos.

A pesar de eso, ella sabía que se trataba de alguien buscado y muy pocos encontraron el coraje para tomar ese trabajo, pero …

¿Por qué no lo mataba ahora cuando estaba debilitado?, Era la oportunidad perfecta a pesar de que no sería una pelea justa, pero de todos modos sería una muy buena recompensa.

Ella lo miró de cerca, viendo su cuerpo moverse cada vez más a un lado, pero también como parecía bajar lentamente sus dagas, como si estuviera listo para lanzarse hacia ella sin pausa alguna a pesar de su condición.

Hubo una risa silenciosa en los labios del medio demonio, aunque decidió moverse lentamente a un lado para mostrarle que no era una amenaza para él … sin embargo miró por un momento antes adelantándose a él pero aun así logró vigilarlo por detrás. Ella lo observó a regañadientes, después de lo que parecía ser un gran debate en su mente. Esto significaba que era cauteloso … bien. No pasó mucho tiempo hasta que escuchó su voz profunda sacarla de sus reflexiones una vez más.

—Un error. Nada más.

Dentro de la mente de Nhail, la herida no era nada nuevo. Solo otra cicatriz añadida al resto de la colección … raramente se quitaba la armadura, entonces, ¿cuál era su punto débil?

—Tengo un lugar cerca. Si no hay objeciones, podemos hablar mientras curas tú herida o simplemente hablar de lo que sea que desee.

Ahora le tocaba a ella dejar que su mente pensara en lo que acababa de decir, ¿Qué obligación tenía ella de preocuparse por el?, con una sacudida de cabeza y una mirada severa una vez más adornando sus rasgos, continuaron caminando, aunque no pasó mucho tiempo hasta que vio la silueta oscura de un almacén abandonado en la distancia.

Podría ser una trampa, una promesa vacía, demonios … no importaba, él estaría listo para cualquier cosa. No iba a retroceder ahora. Aún así no detuvo los otros pensamientos que iban y venían en su mente; ¿por qué estaba dispuesta a curar sus heridas?, ¿Por qué siquiera pensaría en decidir ayudarle? No tenía sentido …

—¿Te importa acelerar el ritmo?— El medio demonio dejó escapar un suspiro silencioso mientras le indicaba que lo siguiera. —No importa cuán terco sea este mortal, su herida lo alcanzará. Parece que estuvo en movimiento durante días, me atrevería a decir semanas.—Pensó.

Cuando llegaron al almacén abandonado, las dos figuras estaban casi rodeadas, fue entonces cuando Nhail notó algo en las paredes cerca de las puertas.

Sus ojos se entrecerraron con curiosidad y también con un ligero enojo al recordar de su pasado una vez más, quitando rápidamente ese pensamiento de su mente.
Nhail miró con curiosidad y desconfianza a la mujer antes de que ella le indicase que la siguiera, él obedeció en silencio, observando sus movimientos mientras también contemplaba el almacén; El aire era húmedo y el paisaje desalentador, pero a pesar de no tener un mejor sentido del olfato que los demonios o los animales podía oler la sangre seca en aquel lugar y la gran cantidad de musgo que cubrían las vigas de madera.

Por lo que pudo deducir era un almacenamiento de suministros de guerra y a juzgar por la mención de ella tratando sus heridas, había una posible zona médica cerca, parece que sus sospechas eran correctas cuando entraron en una sala médica que definitivamente había visto mejores días.

—Quítate la armadura y siéntate. Volveré en un momento.

Se fue por la puerta y Nhail se quedó en la habitación, al instante, sus ojos se entrecerron al sentir que algo andaba mal, pero eso no significaba que no iba a estar listo para cualquier cosa.
Moviendo su mano hacia la capa negra hecha jirones, si uno miraba lo suficientemente cerca en la oscuridad podía ver la infinidad de suciedad, mugre y sangre en toda la armadura. La armadura se desprendió de su cuerpo, que era de cuero muy elástico y resistente, revelando que era una armadura con vida … maldita. Era inteligente ya que la armadura no obstaculizaba sus movimientos contra su piel. Una vez que la mitad superior de su cuerpo estaba desnudo para el mundo suspiró al sentir el aire cubriéndole, haciendo que el dolor en su cintura fuera algo adormecido pero no lo suficiente como para ignorarlo y los pocos suministros que tenía prefería reservarlos para el combate final.

Había velas encendidas en un pequeño escritorio cercano, dando a la sala médica un brillo aún más misterioso.
Con un suspiro Nhail tocó ligeramente la herida en su costado, sintiendo la carne sensible a su alcance mientras recordaba cómo un simple error le costó tiempo …; Una vez hecho esto, una vez más, volvería a la normalidad.

Fue sacado de sus reflexiones por el sonido de pasos haciendo a su cuerpo endurecerse un poco antes de ponerse de pie.

Cuando el medio demonio regresó a la sala médica se sorprendió al ver que su ‘‘paciente’’ realmente obedeció sus ordenes y finalmente pudo verlo correctamente. Era mucho mas alto que ella, también observó que sus rasgos, así como el resto de la parte superior de su cuerpo estaban cubiertos de cicatrices de todos los tipos, aquel cuerpo no era para parecer atractivo … no, parecía un cuerpo construido por y para la guerra y la supervivencia.
Tenía que admitir que estaba un poco intimidada, pero aún así ella tenía sus propias cicatrices también.

Notó que su cabello era demasiado blanco para la corta edad del elfo.

Mientras tanto, Nhail también estaba observando su apariencia ahora que la luz estaba presente, parecía que se había quitado la toga dejándola en una ajustada camisa negra de manga corta que abrazaba su figura.

Incluso él podía decir que ella se mantenía en muy buena forma … luego observó sus rasgos y su cabello, viendo que era de dos colores diferentes. ¿Cabello blanco y negro? Nunca había visto algo así, pero luego vio una cicatriz que le recorría el ojo izquierdo y al instante se dio cuenta, era demasiado profundo, pero parecía encajar muy bien y no arruinaba su ojo lo más mínimo. Ella se movió bajo su mirada antes de decidir continuar con su trabajo colocando una pequeña caja de suministros médicos en la mesa junto a él, revolviéndola rápidamente para obtener lo que necesitaba.

— Siéntate y relájate, por favor. Mis suministros son limitados, así que no tengo nada para calmar el dolor. Alguien como tú puede soportar un poco de dolor, ¿no?.

Una sonrisa silenciosa tiró de sus labios ante su provocación que no pudo evitar, pero valió la pena cuando escuchó un ligero gruñido surgir de él como respuesta. Él se sentó y suspiró, mirando a un lado para tratar de concentrarse en cualquier cosa menos en ella en aquel momento.
No pasó mucho tiempo hasta que sintió como comenzaba a limpiar su herida y pronto empezó a cerrarla con puntos de sutura …

— Kætteren, por cierto.

— … Nhail.


Continuará …


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Cuatro grandes chorros de agua parda, caían desde gran altura a dos canales que bordeaban la calle que la gnoma seguía cual turista.

El mortecino ambiente, contrastaba con el ajetreo de diversos cultores y seres, que no prestaban demasiada atención a la gnoma, que bien disfrazada y con su shadow form activa, casi parecía una de ellos.

El lacónico paisaje de la urbe, llamaba la atención de Morda.

Recordaba los recuerdos vividos trasplantados en ella, desde tiempos remotos del imperio negro. Pero desde su eterno bando, Cthun. Aquella ciudad era bien diferente a lo que cthun erigió y su curiosidad no menguaba ante tal despliegue de laborioso trabajo, en la ciudad de nzod.

Con altanería, no se corto en emitir un susurro velado. “Este se lo monto mejor que tu”. Algo se agitó en su subconsciente. LA gnoma sonrio mientras jugaba con su paladu.

Desde luego, el poder latente del vacío era mas formidable de lo que jamas había pensado, la gnoma se sentía sorprendida por todo lo que veia.

Todo aquel potencial humano, toda aquella obra arquitectonica, todo ese potencial… Potencial atrayente e interesante, pero mal planteado, mal escenificado…

Entre divagaciones, morda pensó en todo lo que ella podría hacer con semejante poder, con semejante potencial. No pudo reprimir una sonrisa. Desde luego, los señores del vacio mostraban un poder interesante, del que nzod solo rascaba la superficie. Oscuro y complejo, que rasgaba la cordura de cualquiera. Pero a la vez inteso y poderso.

Un nuevo futuro podría escribirse con tal poder.

Mientras caminaba, sin muestra alguna de fatiga, jugando con la daga del misterioso rogue… Una extraña daga en un lugar extraño… reparó de nuevo en esa peculiar sensación que sentia de armonización con aquel lugar.

Una sensación intesa pero desconocida para ella.

Pasó nuevamente la daga a su otra mano, mientras movía el paladú de su boca.

Ese rogue que estaría haciendo aquí? era peligroso, desde luego. Miró la daga con curiosidad, pero un repentino ruido la sobresaltó.

Su comunicador de muñeca comenzó a hacer ruidos y brillar, mientras chasquidos y ruidos varios salían de el.

La gnoma tomo el brazalete y comenzó a pulsar botones para tratar de estabilizar la señal. Una luz con forma de unicornio estaba iluminada, la señal provenia de belter. la gnoma sintió un estremecimiento interno que no sentia en mucho tiempo.

Preocupada, escucho alboroto. La señal se entrecruzo con la del paladin roba bocadillos y eso hizo que la gnoma blasfemara airadamente ante tal interrupción.

Siguió tratando de mantener la linea de comunicación y movió el brazo, tratando de seguir la señal y hallar el punto de retransmisión… cuando escucho varios golpes sordos.

– Hay que enseñarle ingeniería… Mucho ha tardado en liarse a golpes.

Un cultor la miró.

– Que!!! tu también te liarías a golpes! no es culpa suya, no la juzgues. debí ponerle al botón la forma de mi carita de angel…

El cultor arqueo la ceja sin entender nada.

De un salto, la gnoma salió corriendo buscando el camino mas corto hacia donde ella pensaba que provenía la señal.

Sacó su lanzador de garfios y decidió tomar un atajo por los tejados de la ciudad. disparando y saltando para balancearse torpemente, entre las cornisas.

El cultor la observó desaparecer entre los tejados y negó con la cabeza.

– Otra victima de la locura.


Varias horas mas tarde…


Morda, nerviosa y compunjida, se asomó a una ventana, desde una cornisa exterior.

– Bingo…

Continuara…

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El medio demonio, ahora conocido como Kætteren, no esperaba que el elfo dijera su propio nombre, pero lo acogió levemente mientras también pensaba en cómo su nombre parecía adaptarse a él perfectamente.
Otra sonrisa bailó en sus labios mientras suturaba la herida, asegurándose de tener cuidado de no empeorar las cosas para que su cuerpo se las arreglara. Sus manos eran rápidas y no pasó mucho tiempo hasta que todo estuvo limpio, cosido y vestido con vendajes nuevos alrededor de la parte baja de la espalda y el abdomen.

—Todo listo. Entonces … ¿Cuáles fueron estas preguntas que querías hacer?

Nhail, internamente apreciaba el hecho de que ella también quisiera hacer todo esto, por lo que no tenía que quedarse aquí más tiempo del necesario.

Frotando ligeramente los vendajes, lentamente miró a la mujer fríamente antes de decidir hablar en un tono suave pero dominante.

— El último Dios Antiguo. ¿Como llego hasta el?.

La mitad demonio cerró los ojos, suspirando suavemente mientras se movía y comenzaba a caminar lentamente de un lado a otro …

— N’zoth …

Sus rasgos parecían arrugarse un poco, solo esperaba que ella tuviera alguna información que fuera valiosa.

— ¿Por qué querrías tratar con seres como ellos?

— Estos parásitos arruinaron mi vida y perdí todo cuanto amaba. Vivo por y para acabar con el último resquicio de ellos.

Su voz se desaceleró de manera inquisitiva, mirando al elfo incrédula, su cabeza inclinada hacia un lado para poder observarlo mejor. Sin embargo Nhail alzó una ceja ligeramente antes de volver a mirar a Kætteren.
Ahora sabía por qué sus instintos demoníacos no querían nada más que sentir la sed de sangre pero sus sentidos humanos eran nada menos que vacilantes, temerosos y curiosos.

— Hay un pequeño templo en la ciudad más cercana. Es donde los mercenarios obtienen su trabajo, pero … no está dirigido por mortales, no creo que seas bien recibido alli.

— La integridad de un demonio es casi tan grande como la de los predicadores sin sentido que adoran algo que no existe. Los seres que dicen ser un Dios no son más que una miërda sin sentido con moral inútil … aplastaré a cualquiera que diga lo contrario.

Kætteren giró levemente la cabeza, lo suficiente como para captar su mirada que envió un escalofrío por su columna vertebral, pero sinceramente también hizo que sus sentidos demoníacos quisieran luchar contra él y matarlo con sus propias manos pero, incluso ella, podía sentir el odio detrás de aquellos ojos azules tan intensos como intrigantes. Aunque la intensidad desapareció pronto y fue reemplazada por frialdad antes de que Nhail se moviera para volver a vestir la armadura.

Solo sentir el frío pero pesado cuero colocado sobre su espalda le trajo una sensación de consuelo, aunque no duró mientras se dirigía hacia la salida de la habitación.

— Gracias por la ayuda y la información, nunca olvidaré lo que has hecho por mi.

Pero antes de que pudiera pasar al medio demonio, su voz sonó en la habitación en un tono exigente deteniéndolo repentinamente, él suspiró en silencio y se volvió para mirarla, pero descubrió que los ojos de Kætteren estaban cubiertos por sus mechones blancos, lo que le dificultaba descifrar lo que era.

— ¿Todavía tienes la intención de matarme?

Su voz carecía de emoción pero el mundo era un lugar cruel, de alguna manera él sabía que ella era igual y eso le hizo sentir curiosidad … Nhail sintió que su paciencia se agotaba a medida que pasaban los segundos en silencio, pero antes de que pudiera dar un paso más la mano de ella se levantó y lo detuvo firmemente de su camino, miró hacia abajo una vez más, esta vez con una sensación de ira que también fue correspondida por el medio demonio, que lo miró a los ojos ferozmente.

— No te mataré … con una condición.

— Adelante, habla.

Nhail estaba más que tentado de encerrarla allí en ese momento, pero vio en esos ojos una cosa que sabía muy bien … venganza, odio …

— ¿Permitirás que te acompañe?

En el momento en que esas palabras salieron de sus labios, Nhail miró directamente a esos ojos cristalinos amatista, tratando de encontrar algo en su mirada. Podía ver el calor en ellos, pero también podía ver algo más … heridas. Todavía podía sentir su mano contra su armadura, así como su mirada expectante, rogando que la llevara con él.

— Qué molestia … supongo que podría llamarlo pago por la deuda de mi herida. Te ayudaré a matar lo que quieras matar y luego cada uno tomará su propio camino.

Con un suspiro silencioso que pasó por su nariz, habló.

— No.

Nhail abrió los ojos y miró al medio demonio, verla mirar al suelo parecía ser un alivio.

— Sin embargo …

Esta vez fue su turno de mirarlo con sorpresa, lo que inmediatamente le hizo ver el juicio nublado regresar solo en su mirada. Aún así, a Nhail no podía importarle menos, especialmente cuando todavía le estaba dando esa mirada amenazadora.

— Una vez que tenga mi información, vamos por caminos separados. ¿Entendido?

Parecía que incluso ella esperaba tal respuesta, sabiendo que sonaba demasiado fácil obtener una respuesta de él no debía ser tomado a la ligera y ella lo sabía. Kætteren asintió y procedió a recoger rápidamente cosas que creía que podrían ayudarla en el pequeño viaje a la ciudad más cercana.

“Podría haberle destruido fácilmente antes y todavía puedo hacerlo ahora … ¿Por qué después de conocerle quiero seguir adelante?"

En el fondo sabía exactamente por qué, pero no tenía sentido en este momento.

El medio demonio había empacado su bolsa con todo lo que necesitaba, pero cuando abrió la puerta … oscuridad.
Lo que realmente no contaron cuando partieron a la ciudad, fueron los peligros que enfrentarían. Trolls bajo la influencia de N’Zoth.

Tales bestias repugnantes a las que les gustaba andar en manadas, asaltar pequeñas aldeas y asentamientos para obtener cualquier mujer y niña solo para que se conviertan en recipientes para su especie. Honestamente fue repugnante he hizo hervir la sangre de Nhail, pero en realidad no era el salvador de nadie. No era el ángel guardián de nadie.

— Después de todo lo que viví cuando me exilié en Cuna del Invierno … tocará ponerlos en su sitio.

Antes de que pudiera decir qué eran, qué podían hacer y cuántos eran, Nhail observó cómo el medio demonio dejó caer la bolsa de suministros a sus pies y corrió hacia el grupo entrante derribando un puñado de ellos en un instante. Con un aliento frío escapándose de sus labios, el elfo colocó su pequeña bolsa de suministros desenfundó las Myrkur que residían en su espalda.

— Parece que esta noche mis cristalinas serán alimentadas una vez más con la sangre de seres que no son de este mundo …

Kætteren se lanzó alrededor del troll al que acababa de apuñalar por la boca, usando su cuerpo como escudo mientras una ola de flechas atravesaba el cadáver antes de que su bastón tocara la garganta del arquero. Moviéndose a un lado y esquivando un golpe de un garrote de madera, la mujer cortó la cabeza de uno de ellos pero no contó con el que estaba detrás, listo para golpear la parte posterior de su cabeza con un tablón cubierto de clavos oxidados.

Pero un cuchillo atravesó el cuello de la bestia y cayó al suelo.

— ¿Realmente voy a tener que usar esto tan pronto? Bueno, viene bien para entrar en calor.

Afortunadamente, sus reflexiones fueron respondidas cuando el filo de una de sus gemelas asomó por el estómago del troll, miró detrás del ser y vio a Nhail con la misma mirada fría que él le dirigió por primera vez antes de que ella pudiera ver cómo el cuerpo del troll se arrojaba a un lado hacia sus compañeros.

Cinco más tomaron su lugar y ella observó al elfo antes de balancear sus dagas en un arco y diezmar a los trolls en un solo movimiento …

— Ahora no es el momento de bajar la guardia. Pelea o muere, demonio.

Un pequeño aliento salió de sus labios antes de fruncir el ceño levemente y levantar su arma rápidamente.
Una vez que la pequeña batalla terminó, todo lo que quedó frente a los dos guerreros fue sangre, partes de los cadáveres y un olor a descomposición que hizo que Kætteren se encogiera debido a sus rasgos de demonio, bueno … mitad demonio. Sin embargo, por completo instinto, la mitad demonio se encontró dando un paso adelante que pronto se disipó en nada más que niebla antes de reaparecer junto a Nhail en su forma.

Tan pronto como estuvo a su lado, sintió que algo le rodeaba el cuello con fuerza.

La mano de Nhail la agarraba del cuello con los ojos bien abiertos y procedía a estrangularla, pero fue liberada rápidamente con un ligero empujón, haciendo que tosiera un par de veces mientras lo miraba desconcertada. Tan pronto como estaba a punto de preguntar de qué se trataba todo eso, fue respondida rápidamente por él de todos modos.

— Haz eso nuevamente y la próxima vez no te dejaré ir.

Y con eso, sus dagas fueron puestas nuevamente sobre su espalda y comenzó a alejarse. Después, ella lo siguió a regañadientes.
Cuando finalmente llegaron a su destino pasada la medianoche en el momento que pisaron las puertas delanteras Nhail ya podía sentir la armadura latir, aquella sensación de dolor ardiente nuevamente.

Sombra del Viento miró a su lado y vio a Kætteren con la capucha puesta, lo que ayudó a cubrir sus cuernos generalmente visibles y si tuviera que adivinar por qué, sería que a los humanos en este lugar no les gusta tener algo que no es de su mundo. La discriminación era algo muy común en todas partes, al igual que la viölación, las ejecuciones de ladrones y herejes … así era realmente la humanidad. Cruel, egoísta e injusta.

Nhail nunca trató de cambiar algo que sabía que nunca cambiaría … entonces, decidió dejar todo como estaba. No era su problema después de todo.
Los fuertes sobreviven y los débiles mueren.

Ninguno de los dos había dicho nada desde la pequeña escena que causó con los trolls y, sinceramente, disfrutaba de la tranquilidad y no le importaba lo que ella pensara de él. No era como si estuvieran viajando juntos; aquellos días se habían ido para él.

No pasó mucho tiempo hasta que se encontraron frente a una taberna y Kætteren entró rápidamente sin decir una palabra con Nhail siguiéndole en silencio también.
Ella deambuló rápidamente a través de toda la muchedumbre y llegó a la barra donde estaba el dueño del establecimiento. El hombre grande podía ver, oír e incluso oler las cosas que estaban sucediendo en este lugar.

Los hombres se reían, se insultaban unos a otros e incluso algunos tenían algunas mujeres de compañia en sus regazos que les brindaban un agradable momento, también hablaban sobre un Paladin y un Caballero de la Muerte, ambos enanos y un Pícaro, un ciudadano de Kul’tiras, al parecer un incidente que ocurrió en la taberna no hace muchas horas.

Salió de sus pensamientos silenciosos cuando sintió un golpe en su brazo, haciéndolo mirar hacia abajo, aquellos ojos amatistas que lo miraban.

—Tengo una habitación. Sin embargo solo hay una cama …


Continuará …


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Antes de que pudiera darse la vuelta, Kætteren sintió que le agarraban el brazo tirando de él, parecía ser un hombre muy borracho con la necesidad de tener algo cálido a su lado aquella noche.
El borracho sonrió perversamente con aquellos dientes amarillos al medio demonio que trató de alejarse de este.

— ¡Ohh! ¡Te ves tan bonita, señorita! ¡Qué tal si vienes conmigo … ¿eh?, nos divertiremos mucho …

Ella vio que él empezaba ha acercarse demasiado a su rostro, Kætteren se apartó ante el aliento ácido y el olor de este tipo, era la definición literal de repugnancia.

Peinado hacia atrás, dientes amarillos, ropa hecha jirones y una enorme barriga cervecera, sin embargo, el hombre, al ver que la mujer no quería ir con él, comenzó a acercarla, tirando incluso de su capucha, lo que finalmente reveló quién era realmente.

— T-Eres … un d-demon …

Tan pronto como esas palabras salieron de la boca del hombre, pareció que toda la taberna dejó de hacer lo que estaban haciendo mirando a los recién llegados. Los ojos estaban muy abiertos, llenos de miedo y susurros rápidamente comenzaron a llenar la habitación.

— ¡Que está haciendo ella aquí…!

— ¿Has venido a matar a uno de nosotros?

— E-¿Desde cuándo tenía a ese elfo a su lado?

Nhail levantó una ceja ligeramente mientras miraba a los que estaban a su alrededor antes de mirar a Kætteren.

— Parece que ella tiene una reputación.

La escuchó suspirar y ponerse de pie, miró al hombre que la abrazó con una mirada penëtrante. Momentos después, un puño salió volando y golpeó al borracho en esa asquerosa cara, haciendo que literalmente se levantara y se estrellara contra una mesa cercana.

—Tócala de nuevo y te aplastaré …

Al instante, la habitación se volvió extremadamente fría y el aire mismo se volvió tan espeso que incluso las personas que habitaban allí sintieron que era más difícil respirar.
Sin embargo, el medio demonio sintió algo crecer dentro de ella por un momento antes de que desapareciera mientras miraba a su compañero.

“¿Por qué hizo eso?”

Pero en ese momento, pudo ver oscuridad en sus ojos. Había una razón detrás de lo que hizo y ella lo descubriría. Aún así, a pesar de sus pensamientos, Kætteren rápidamente agarró el brazo de Nhail y procedió a llevarlo a la escalera que conducía a las habitaciones de arriba.

Una vez que los dos compañeros llegaron a su habitación para pasar la noche, Kætteren cerró la puerta detrás de ellos y se dirigió hacia la única cama que había en la habitación. Su bolsa tocó el suelo y su bastón se colocó contra la pared antes de que ella se quedara allí mirándolo con lo que parecía ser una expresión molesta pero curiosa, su mano derecha descansaba en su cadera antes de asentir hacia la cama.

— Siéntate. Deseo ver cómo está tu herida después de la batalla.

Decidiendo que era mejor no discutir esta vez, Nhail se movió hacia la cama, también colocó su pequeña bolsa de suministros junto a la de ella. Pronto comenzó a quitarle la vestimenta de la parte superior del cuerpo. La habitación en la que se alojaban era compacta, pero acogedora a pesar del lugar en el que se encontraban, la cama estaba en el extremo derecho de la habitación con una simple mesita de noche de madera al lado sosteniendo una vela parpadeante y una pequeña ventana justo encima, cerrada para mantener el calor que proporcionaba la habitación. Se sorprendió un poco al ver una mecedora junto a la mesita de noche, pero no hizo ningún comentario al respecto.

Una vez que se quitó la túnica de cuero blindado y el resto de los pequeños accesorios que portaba, Nhail se sentó en el borde de la cama y observó cómo el medio demonio se arrodillaba ante él para que pudiera ver su herida recientemente cosida. Él vio que ella todavía parecía mantener esa mirada suya y decidió no decir nada hasta que terminara. Sus manos eran delicadas y gentiles mientras limpiaba ligeramente su herida, viendo pequeños pedazos de sangre que sobresalían de los puntos antes de hurgar en su bolso para obtener lo que parecía una olla pequeña. Tan pronto como la sustancia encontró su herida cosida, Nhail se puso rígido he hizo una mueca ante la repentina picadura, pero por el momento alejó el dolor.

— No tenías que hacer eso, ¿sabes?. Podría haberlo hecho yo mismo.

Nhail sabía que esto eventualmente surgiría, pero nuevamente, decidió callarse cuando sintió que ella comenzaba a envolver vendajes limpios alrededor de su cuerpo.

Tampoco sabía exactamente por qué lo hizo, pero parte de él sabía por qué … y era una cosa que no podía soportar. Lo había visto muchas veces, pero no hizo ningún esfuerzo por detenerlo, pero verse siendo manejado como un juguete solo trajo algo que no quería recordar.

— No estoy molesta. Solo curiosidad. La próxima vez, si algo así sucede nuevamente y no tengo ganas de lidiar con eso, entonces te preguntaré.

El medio demonio procedió a guardar sus cosas en su bolso mientras Sombra del Viento solo pensó en lo que dijo. Sabía que el era capaz de manejarse solo, pero de nuevo, su cuerpo simplemente estimuló a hacer algo sobre lo que hizo ese tipo …

—La próxima vez … ¿Eh?

Casi se burló de eso. No iba a haber una próxima vez. Mañana, cuando él obtenga su información y ella obtenga su venganza, se irán por caminos separados y nunca se volverán a ver. Nhail se puso de pie y caminó hacia la mecedora, agarró a las Myrkur y se sentó, permitiendo que sus dagas descansaran sobre su pecho mientras sus ojos permanecían atentos a la puerta de la habitación.

— Puedes quedarte con la cama. Yo vigilaré.

Sabía que ella se molestó por aquel comentario, posiblemente continuaría diciendo algo sobre su herida que necesitaba tiempo para sanar o el hecho de que los demonios no necesitan dormir … no le importaba eso.

—Si tienes algo que decir, dilo.

Y allí estaba de nuevo, esa frialdad que él nunca podría sentir, pero todos los demás sí. La escuchó suspirar en silencio antes de que ella pareciera sentarse en la cama y quitarse la toga. No se dijo nada después de unos momentos hasta que finalmente, la voz de Kætteren sonó suavemente …

— ¿Por qué hiciste eso por mí?

— ¿Hacer qué?

— Sabes qué. ¿Por qué decidiste golpear a ese tipo por mí?

La mujer lo miró por un momento buscando algo, cualquier cosa que pudiera considerarse una respuesta suficiente para satisfacerla. Cuando no encontró nada, tragó saliva y estaba a punto de darse la vuelta, pero en cambio escuchó su voz.

— Porque te tocó sin que tú quisieras que lo hiciera.

Kætteren lo miró una vez más, tratando de buscar en su expresión algo que pudiera revelar su verdadera intención, pero no encontró nada más que frialdad, odio y … ¿tristeza?. Abrió y luego cerró la boca cuando no encontró nada que decir, pero pronto, quería saber algo más.

—La armadura … no sé mucho al respecto. ¿Como puedes lidiar con algo así como si nada?

Ella observó cómo su cuerpo se ponía rígido mientras hacía la pregunta y al instante.

— Sobrevivo … físicamente. Pero emocionalmente estoy muerto, agotado y podrido.

Kætteren no esperaba tal respuesta para comenzar, pero decidió esperar para expresar sus preocupaciones.
Preocupaciones … no, no le importa este mortal. Era como el resto del mundo …

— He peleado con demonios más grandes que los propios edificios. He visto cosas que ningún humano debería presenciar.

Ella lo miró cuidadosamente, viendo su expresión fría una vez convertirse en una de lo que parecía ser incredulidad, a pesar de que empezó a sonreír como un loco …

— Es mi odio hacia ellos lo que me mantiene vivo en este infierno.

¿Por qué le estoy diciendo esto?, esa fue una buena pregunta. ¿Por qué le estaba diciendo esto?, no tenía la obligación de contarle esas cosas. Ella no necesitaba saber su infierno diario. Pero … ¿por qué siento la necesidad de confiar?

— ¿Qué hay de la cicatriz que cubre tu rostro?, ¿Y tu cabello blanco siendo un elfo tan joven?

Nhail tuvo que suspirar ante eso, su mente inmediatamente recordó exactamente cómo se desarrolló todo. Recordó lo que sucedió, el dolor que sintió, el odio. Ni siquiera se dio cuenta de la sonrisa lenta y maníaca que apareció en su cara. Al instante sintió un ligero escalofrío por su columna vertebral ante tales recuerdos …

—Los Sacerdotes invocaron escudos de luz, aunque no todos pudieron ponerse a salvo siendo absorbidos por La Agonia de Escarcha durante el combate, en su interior el espíritu del propio padre asesinado, Terenas Menethil II. No pude ponerme a salvo bajo los escudos y entonces luché de no ser absorbido por el mundo de los muertos … las tierras sombrías.Entonces tuve una visión, mi mejor amigo segundos antes de morir en Ulduar, su rostro, sus palabras, las últimas lagrimas que derramó.Cuando una persona enfrenta un gran sufrimiento más frío se vuelve su corazón …;seguía pensando inconsciente, veía cada soldado asesinado, cada batalla, cada … y justo cuando tuve la visión de mi familia, mis ojos se abrieron rápidamente, como el despertar de una pesadilla, pero nada más lejos de la realidad, la pesadilla era real. Perdí mi casco en algún momento de la batalla y mi cabello lucía blanco como si hubiera estado miles de años inconsciente, la rabia se apoderó de mi, de nuevo la armadura empezó a apoderarse de mi cuerpo, de mi mente y llevado por la ira conseguí salir de aquel mundo en la que la batalla todavía continuaba, conseguí levantarme y corrí hacia Arthas clavándole una de mis armas en el brazo, este llevado por la locura me lanzó una explosión aullante la cual me embistió haciéndome retroceder y dejando mi rostro muy malherido, pero … en ese momento … en todo aquel descontrol … el Rey Exánime alzó nuevamente la Agonía de Escarcha y mató a todos instantáneamente.La gran mayoría murió y nunca mas regresaron quedando atrapados en la espada por siempre, afortunadamente pude volver a la vida, y ahí fue cuando mi cabello negro se volvió blanco. Supongo que esos segundos fueron como cientos de años, o tal vez simplemente fue algo relacionado con la muerte …

La voz de Nhail pareció desvanecerse después de eso, pero la frase inacabada había hecho que el medio demonio se inquietara por lo que había presenciado en ese lugar. Ella se movió un poco y observó por un momento para ver si iba a terminar la frase, pero suspiró en silencio cuando parecía que no iba a hacerlo. Ella abrió la boca para preguntar al respecto, pero fue interrumpida rápidamente por su repentino movimiento. Se puso de pie y colocó sus gemelas cristalinas contra la pared una vez más antes de volverse hacia ella con una mirada fría.

—Suficiente. Si no vas a dormir, yo lo haré.

Kætteren obedeció en silencio, pero suspiró mientras se levantaba y se acercaba para sentarse en la silla que Nhail una vez ocupó. Ella lo observó recostarse y mirar hacia otro lado, dejándola mirar su cicatrizada espalda, pero por alguna razón no podía evitar que su mente divagara ahora … ¿Quién era él?, ¿Quién era él antes de la Plaga?, ¿Por qué necesitaba información de los dioses antiguos?

Un Elfo tan joven cazando dioses antiguos … es ridículo.


Continuará…


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Desde que tenía recuerdos, Morda había vivido rodeada de libros, con un buen lapiz y su incombustible block de notas, trasteando entre innumerables tomos. Desde pequeños escritos históricos, pasando por complejos manuales de ingeniería técnica, escritos sacerdotales de diversa índole, y por supuesto novelas.

Entre sus mayores pasiones, siempre estuvo presente el leer, investigar y conocer el mundo. Sus lugares e historias, sus gentes, y también el estudio y el conocimiento, sobretodo el antiguo. Le encantaba.

Su fascinación por el conocimiento era notable, y su curiosidad no conocía limites… Ya en el pasado como archivista del Martillo crepuscular, había tenido oportunidad de estudiar minuciosamente multitud de libros antiguos, y acaparar conocimientos de muy diversa índole. Por ello, su reacción no fue nada sutil.

No pudo resistirse a abrir exageradamente la boca, al mirar y ver el tamaño de aquella ajada biblioteca. Desde la desvencijada ventana exterior, no se podía ver demasiado, pero si lo suficiente para alucinar con la cantidad de viejos manuscritos apilados y el tamaño de la misma. Lo que no alcanzaba a ver desde su incomoda posición, lo elucubró rápidamente. Colosal en toda su magnitud. Solo el palpito y su persistente preocupación por belt evitaba que la gnoma, entrara en puro y voraz frenesí, por curiosear aquella biblioteca.

Parecía que el localizador gnomico, que había colocado a Belter, la había llevado directa a la biblioteca de la urbe. Bel estaba por allí, en algún lugar, aunque no la veía. En algún despacho quizás? Se habría marchado ya? Observo con detalle el lugar.

Grandes estanterías de madera oscura, con alturas extraordinarias de varias decenas de metros, se agolpaban en una enorme sala, con miles y miles de manuscritos y libros diversos. Un paraíso para la curiosa mente de Morda.

La austeridad de la sala era notable. Escaleras de vieja y ruinosa madera, tragaluces incipientes y candiles de diverso tamaño junto con mesas de trabajo que habían conocido tiempos mejores, dibujaban una escena extraña. Morda no dudó en recorrer la cornisa, cambiando de ventana, observado la enorme sala con expectación.

También observó puertas cerradas y guardias en ellas, ademas de todo un ejercito de cultores y guardias recorriendo el lugar.

Parece que Bel había razonado cual sería su objetivo. Sin duda, la elfa tenía el don de sorprenderla y se había adelantado a sus planes. Dentro de la calmada apariencia de Belt, habitaba una personalidad muy contraria a su imagen externa. Pura fuerza, pensó la gnoma mientras cambiaba su paladú de moflete.

Pero la fuerza no siempre es buena, crea una imagen distorsionada de la realidad que no es eterna y si compleja de sobrellevar cuando te abandona. Es una elfa diferente, siempre en pie, Inteligente y tenaz, la elfa era, por si misma, una intensa y rara partitura, complicada de interpretar pero cómoda de saborear.

La gnoma paró un instante y observó a los diferentes cultores que deambulaban por la sala, y los nerviosos guardias, con no pocos ignotos. Todos nerviosos y con las armas en las manos. Algo pasaba. La gnoma temía por Belt, y su corazón latía nervioso y vivo.

Observó que la mayor concentración de ellos, estaban frente a una puerta concreta… No tardó en sentir la necesidad de saber mas.

Miró por el exterior del edificio y caminó por la cornisa, buscando otras ventanas desde donde mirar al interior de esos despachos. Con torpeza, trepo hasta una segunda cornisa que la conducía en dirección a los despachos. y corrió hasta una hilera de ventanas mas grandes y amplias que las anteriores.

Morda no se detuvo a curiosear, corrió nerviosa a gran velocidad, por delante de la hilera de ventanas, mirando a su interior, con fugaces vistazos en plena carrera. hasta que repentinamete, en un golpe de vista, la vió, parando en seco. Con la vista concentrada en ella, se acerco mas a la ventana.

Estaba a salvo (Suspiró), intacta… pero rodeada y atrapada. La analítica mente de la gnoma trató de pensar con claridad, dejando locuelos pensamientos atras, mientras analizaba la situación, con semblante molesto y rostro enjuto, nerviosa. Nerviosa y cada vez mas nerviosa ante lo que veía. Un pequeño golpe, morda ya había pegado su rostro a la ventana, casi sin darse cuenta, absorta y analítica.

Belter se encontraba con las manos atadas a su espalda y de pie, con pose altiva. Como siempre cuando trataba con un enemigo, en este caso un enorme cultor, con ropas caras… No era un lacallo. Callada pero con su mirada desafiante y terca de siempre, le desafiaba sin usar palabras.

La gnoma apretó con fuerza sus puños, mas nerviosa… era arriesgado provocar a ese cultor… Pero así era Belter. Poco velar por ella misma…

El cultor de alto rango, estaba flanqueado por dos enormes ignotos y parecía enfadado. Le levantaba el pelo de mala manera a la elfa, mientras giraba el rostro de belter con tosquedad he interés, examinandola de cerca. Peligroso. Hablaba demasiado bajo para escucharle, pero hablaba. Tras el cultor de suntuosos ropajes, un enorme elfo, con pinta de comandante embutido, en una armadura oscura como la noche, 2 guardias y 2 aquir mas, se repartían en la habitación pacientes.

El Cultor gritó, pero la gnoma no logró oírlo. Lo que si vio es el tosco movimiento de belter para que le soltara el rostro y su mirada desafiante, clavada en su formidable enemigo. El cultor agraviado y molesto, sacó una daga de su cinturón y se la pegó al cuello a Belt, mientras los guardias nerviosos parecían dudar.

Morda, muy molesta, no disimulaba su cara de rabia. Pestañeó y emitió un pequeño gruñidito que sentenció veredicto, mientras oscuras voces la espoleaban mentalmente

Dejó caer su paladu de la boca sin despegar los ojos del despacho. Una voz en su cabeza resonó fulgurante, la decisión estaba tomada.

Salmos oscuros como la noche comenzaron a tomar forma en su mente.
Hoy no abría calmada serenidad.
Fue desatando uno a uno sus bridas mentales y liberando su loca mente.
Hoy no arriesgaría ante semejantes insectos.
Comenzó a potenciar y canalizar poder oscuro, enlazando mentalmente cada oscuro salmo.
No era momento de ardides y disimulo, su amiga la esperaba.
Apretó sus dientes mientras dejaba que su cuerpo saboreara el poder que comenzaba a manar, entregando parte de ella misma al mas oscuro vacio.
Hoy no habría supervivientes. Hoy la oscuridad era suya.

La gnoma avanzó con los ojos muy abiertos, y sus pupilas nerviosas, moviéndose en un zizageo, suave pero antinatural y nefasto. golpeo con todo su cuerpo la ventana, como si no existiera o no la fuera visto. Continuó apretandose contra ella, por un momento, mientras palabras de oscuro poder, salían de su boca en tímidos susurros. sin esfuerzo y ni siquiera cerrar sus ojos, que ya brillaban con un rojizo fulgor color rubí, avanzó. La ventana no aguantó y saltó hecha añicos.

Todos los presentes miraron sorprendidos hacia el ruido de la venta cayendo rota. Entre astillas y girones, vieron con claridad caer con gracia, a la propia gnoma, envuelta en un oscuro halito, preparada. Incluso un ignoto de colosal tamaño avanzó al verla. Pero tal cual morda toco suelo con uno de sus pies. La tenue luz de la instancia parpadeó.

Todo ocurrió rápido.

Belt vio a morda y sonrió fugazmente antes de que todo volara.

La sala, nada mas poner el segundo pie sobre el suelo, implosiono sobre la gnoma, que se trago toda luz existente, en un brutal golpe de vacio que destrozo todo el moviliario del despacho y lo hizo volar cual rabiosa rafaga de aire. Todo voló por un instante hacía la gnoma hasta que no quedo luz y la calma regreso igual de rapido que se fue, dejando tras de si solo sorpresa y oscuridad.

La habitación cayo en penumbra. Imposible ver mas haya de 1 metro. Sin embardo, a pesar de no ser oscuridad total, la agobiante atmosfera del lugar se volvió densa y sonidos extraños comenzarón a emerger

Pequeños canales etéreos, sorbían la poca luz que entraba por las ventanas, creando finos filamentos que eran absorbidos con avidez… consumidas al instante por la gnoma.

Una gnoma, inmersa en la total oscuridad, y de la que solo sus ojos de color rubí brillante eran visibles.

– Quien eres??? Que es esto!!

El nervioso cultor hecho mano a Belter y la agarró con firmenza mientras retrocedía con torpeza en la oscuridad. Nervioso al no poder diferenciar a sus propios guardias ni ver con claridad que estaba pasando.

Los dos ojos de la gnoma, desaparecieron. se cerraron súbitamente.

– Avanzad!, sea quien sea no es amistoso… Es un ardid, solo es una cultora – El comandante elfo no dudo en ignorar la oscuridad reinante.

Los ignotos, perturbados por la escena y dubitativos. Obedecieron y cargaron contra la ultima posición de la gnoma, mientras pequeños susurros indescifrables comenzaron a ser audibles para todos.

El antes espacioso despacho, parecía ahora mas grande. entre la oscuridad, se podían dislumbrar movimientos serpentinos y sombras fugaces, los ruidos eran preocupantes… y los escombros no ayudaban. La negrura mandaba a pocos pasos de cada uno de los presentes…

Al llegar, se toparon con Morda y pudieron verla, canalizando algo, rodeada de un escudo de sombras. Su piel había cambiado y tornado gris palido, con finas lineas negras que recorrían todo su cuerpo. Levitaba y su cabello rubio platino volaba placido y tranquilo, blanquecino y hermoso, alrededor de su rostro. La gnoma, con brazos alzados y palmas hacia arriba, tenia los ojos cerrados mientras susurraba palabras inteligibles.

Acumulaba poder…

Uno de los ignotos no dudo y atacó el escudo, al instante, morda abrió sus ojos y lo miró adormecida y placida. Estiro su brazo derecho para tocar la mano del enorme ser, que luchaba contra su escudo.

Su efecto fue devastador y rápido, el ignoto convulsión, cuando finas hebras manaron de los dedos de Morda y se clavaron con voracidad en la carne de aquella mole. Con rapidez, el ser cambió tornando negro, con lineas rojas por todo su cuerpo. Sus ojos tornaron rojo rubí intenso y su piel cambio a una apariencia casi metálica y oscura, mientras esos delgados filamentos recorrían el cuerpo cárnico del ignoto. Pronto pareció una criatura diferente.

El segundo ignotó palideció ante aquella visión pero atacó con rabia… Morda se giró y concentró poder en su mano izquierda, lanzando una devastadora explosión mental sobre la criatura, que hizo explotar parte de su pecho y cabeza, cayendo herida, y asustada a su lado.

La gnoma sonrió fugazmente, mientras la criatura asustada gritaba.

Los gritos llegaban al cultor y a belter, que retrocedió mas hacia la puerta. Hasta que cesaron.

– Quien eres!!! Te exijo que respondas!!

ULL vera skishLa voz de morda era muy diferente, profunda, violenta y amenazante…

El cultor palideció ante sus palabras y volvió a retroceder cuando un potente temblor, sacudió la instancia.

El elfo avanzo, pero un segundo temblor y el sonido amenazante de piedra resquebrajándose, le hizo dudar. Con el arma en ristre, trató de serenarse mientras trataba de ver algo y pensar.

Sk’shgn eqnizz hoqLa voz era mas incisiva y divertida… un escalofrió recorrió la espalda del comandante elfo.

La atmósfera crepitó cuando por sorpresa, 4 enormes y poderosos tentáculos de color negro, y forrados de espinas rojas, envistieron con rapidez al grupo desde la oscuridad. como si lanzas se trataran.

Uno a uno, los alaridos y el crujir de huesos y carne aplastada, inundo la sala y el elfo hecho a correr, intuyendo una oportunidad. El cultor saltó a Belter y corrió hacia donde creía que le esperaba la puerta. tropezando sin remisión, perdido en la agobiante oscuridad. Pudo escuchar como la puerta se abría y cerraba… como quien escucha su vida escapar.

– Quien eres??? podemos hablar!! servimos al mismo dios!!

– Mismo diosss cultor?? La voz sonó exageradamente atronadora pero sensual, el timbre de voz de la gnoma aún se reconocía pero muy cambiada.

– Esta… claro que servimos ahhh… – Gateó torpemente nervioso.

Y’za Mhh Shel Yarr

La cara del cultor se volvió pálida, cuando reparó en que sinuosos tentáculos se movían en la oscuridad de la cámara y vio tras ellos, la gnoma avanzando, levitando entre las sombras, y como el vacío crepitaba a su alrededor haciéndose físico y tangible. Gritó.

Grito fuerte, pero un bronco golpe de un musculado ignoto, le silencio para siempre.

En sus hombros, una elfa nerviosa que evidentemente había forcejeado con el ignoto, permanecía intranquila pero quieta, dejando que la vil criatura la transportara.

La biblioteca, parecía un hormiguero.

Tras la salida del comandante del despacho, mandó trabar las puertas, pero no tardo en salir corriendo tras ordenar a todos impedir que nada saliera de allí. Como alma que lleva el diablo, el comandante corrió y corrió sin parar.

A sus espaldas, un buen nutrido de defensores, se quedaron parapetados, sorprendidos y expectantes, para defender el edificio, en la sala principal, perfectamente iluminada… Aun.

Sin señal alguna, grandes tentáculos, atravesaron las paredes y como si de rodillos se trataran, pulverizaron gran parte de la expectante guardia en segundos, por fuerza bruta.

El crujido de huesos y la sangre, se adueño del área con rapidez.

La puerta de madera estallo, y un torrente de oscuro poder salió del despacho, inundando todo de una densa neblina oscura, que se pagaba a todo y succionaba energía de todos. Pero a la luz de aquella sala, la gnoma era visible.

Con una silueta diferente, la gnoma cruzó la puerta levitando, mas estilizada, delgada… se movía portando a su alrededor una profunda aura oscura y pequeños hilos de poder manaban de ella sin descanso. reflejos oscuros, marcaban intrincados patrones dibujados en su escudo protector, a modo de canalizaciones y sortilegios.

Con cara impasible y altanera, y sus llamativos ojos rojos rubí, avanzó y con rapidez, canalizó un oscuro sortilegio, que los defensores no esperaban. El lugar se volvió un extraño campo de batalla, donde algunos guerreros comenzaron a atacar a sus compañeros, creando caos y confusión. Los ojos rojos de dichos locos, evidenciaban el oscuro ritual.

Tras ella salio el enorme ignoto, con la elfa en su hombro.

– Este lugar belt, es magnifico, no creesss??? Aquí debe estar el libro que buscamos o un registro de quien lo tiene… – Belt se sentía incomoda y le costaba mantener la calma y responder, ante una gnoma tan cambiada.

Como si de una enredadera se tratara, mas tentáculos salieron de entre la espesa neblina, y avanzaron por toda la biblioteca, arrasando a todo ser vivo. Recorriendo paredes, techos y suelos… aquellos tentáculos actuaban como apéndices de la gnoma, los controlaba a voluntad. Fuertes y musculados, se alimentaban de la propia neblina, creciendo y ejecutando a placer…

La gnoma observo como un guardia se giró contra ella y la ataco con rapidez.

– Por nZod!!!

La gnoma impasible, vió como el guerrero impactaba contra su escudo, entonces cateó una explosión de vacío que hizo estallar al pobre guerrero.

Los pocos supervivientes, no tardaron en ser presa del miedo y huir, mientras la gnoma daba caza a cada uno de ellos… Solo el comandante terminó escapando.

La gnoma, se sentía vigorosa… la biblioteca era suya y Belt estaba a salvo.

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Camuflado entre las sombras,el pícaro observó como un elfo salia corriendo trompicado,mientras instaba a sus hombres a cerrar aquella puerta,para impedir que nadie saliese…
Los motivos que le habían llevado hasta alli,habían sido una concatenación de pequeñas acciones, dificilmente explicables.
Todo comenzó con su “alistamiento” para combatir a N’zot. Las oleadas de Aquir,las invasiones en dos confines tan distantes del mundo,le habían acercado inexorablemente,hasta aquella situación.
Infiltrarse no habia sido difícil, era lo que llevaba haciendo innumerables años,desde que alguien,en “las altas esferas” descubrió su talento natural.
Actuar en solitario,siempre había sido su “modus operandi”, hasta que llevado por la curiosidad,llegó a enterarse de que formaba parte de la triada,aunque ahora,con el oscuro gemelo del paladín, habían pasado a ser cuatro…
El,de “motu proprio” había decidido involucrarse. Sabía que Argent,ocupado con los pequeños,no estaba por la labor. Purple seguía con sus extrañas investigaciones mágicas, decidido a encontrar una explicación mágica a todo lo que acontecía, y el oscuro gemelo,tenia una misión relacionada, con la protección del pequeño de los hermanos,aquel que llevaba la nefasta armadura…
Por lo tanto,sólo quedaba el,con la libertad de acción suficiente,para ocuparse del “problema”.
Había sentido,un inmenso poder antiguo,en la habitación contígua,que ahora permanecía cerrada…
No tuvo problemas, para identificar al elfo que huía,como un servidor del dios antiguo. Demasiado fácil pensó…
El elfo huía despavorido,sin prestar atención a su entorno,la ansiedad,y la rigidez de sus miembros mientras corría, eran un libro abierto para el experimentado pícaro…
No quería saber,que habia propiciado esa huida,pero…era el enemigo.
Saliendo desde las sombras,con un movimiento mil veces realizado, dejó atontado al asustado elfo…
Lo demás fué pan comido,los certeros golpes de sus dagas envenenadas,acabaron con el elfo en breves instantes.
Paciente, volvió a desaparecer entre las sombras. Aquella puerta escondía algo,y estaba dispuesto a averiguar que era…
Continuará

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Ka volvió a mirar aquellos obeliscos al pasar. Negó con la cabeza. Vio que Shield la miraba de reojo.
Sigo volando hacia los campos, decenas de ojos de las sombras habían vuelto a surgir. Se había presentado voluntaria para cercenar aquellos apéndices del dios antiguo pero no entraría en Nyalotha.
Sintió un escalofrío por la columna, para alguien que vivía en perpetuidad con el hielo en las venas, era más que un buen motivo para temer atravesar ese portal.
No volvería a enfrentar a un dios antiguo, pero podía ayudar en Uldum.
Como no… Shield salió tras ella.
-Son cuatro ojos sin apenas poder, puedo sola paladín-dijo bufando.
-Pueden controlar tu mente
-Oh creo que el vacío no tiene poder suficiente para doblegar a una caballero de la muerte, al menos no si no es el propio Nzoth. Ya enfrente a Yogg Saron, no quiero volver a probar.
-Lo se, lo entiendo.
-Además está Niara… Se que me seguirías si decido entrar en esa ciudad maldita. Y no se va a quedar huérfana otra vez. Es más… Creo que debería ser nuestra última incursión, ya hay un enorme grupo de guerreros que han hecho una incursión en Nyalotha de la mano de Wrathion. Si Magni tiene razón desviar el potencial de las forjas tiranicas debería terminar con Nzoth canalizando el poder de Azeroth.
-Estas pensando lo que creo que estás pensando? - dijo Shield mientras sus monturas aterrizaba.
-Terminemos con esto y te lo diré-dijo Ka con una sonrisa gelida.
No fue tan fácil como la caballero de la muerte esperaba. Mientras cercenaban tentáculos un cultor salió a través de un portal y al verlos dio la alarma.
Enseguida se vieron rodeados por un cultor más y media docena de ignotos.
Shield invoco un escudo de luz alrededor de ambos para protegerse de los hechizos de sombras de los cultor.
Espalda contra espalda y las armas en alto se prepararon para la batalla.
-Por si no salimos de esta…Estabas pensando en volver al Exodar?
Ka por respuesta apoyó la cabeza un segundo contra su espalda… Cerró los ojos un segundo… Y al abrirlos solo quedaba la asesina de corazón inerte.
El primero de los ignotos cargo contra ella, no llegó muy lejos, con una finta se agachó por debajo del tentáculo que la amenazaba y lo cercenó bajando sus dos hojarrunas sobre el. Volvió a girar sobre si misma y trazando una equis con los brazos lo cortó al medio.
La espesa y oscura sangre salpicó su armadura, sin embargo no pareció importarle, con una sonrisa de suficiencia anunció :
-Uno menos.
Shield paraba los oscuros hechizos del cultor que había dado la alarma mientras avanzaba hacia él.
El otro cultor preparaba un hechizo a espaldas del forjado. Ka con un simple pensamiento invoco a Chomp y su necrofago saltó hacia el segundo cultor cortando su hechizo con la carga.
Ella aprovechó el desconcierto para cargar detrás de su necrofago.
El cultor se repuso y con una explosión del vacio lanzó a su necrofago al río.
La mandíbula de la caballero de la muerte se contrajo por respuesta y cuando el cultor preparaba su siguiente hechizo ella lo congeló a la carrera con una explosión aullante. Terminó la carga con sus espadas y cortó la congelada cabeza del cultor con un movimiento certero.
La cabeza cayó sobre la tierra con un ruido seco.
Lo siguiente que sintió fue un intenso dolor en la espalda y se vio volando hacia un obelisco sin poder hacer nada para evitar el golpe.
En décimas de segundo tomó una decisión. Usó su paso espectral, odiaba utilizar aquella habilidad, su cuerpo se transportaba por unos segundos al reino de los muertos. Podía sentir la desolación y el horror. Veía una torre oscura, inmensa y amenazante durante ese pequeño lapsus de tiempo. Y como se acercaba vertiginosamente hacia ella. Por suerte volvía al mundo de los vivos antes de llegar.
Se giró y vio a Shield con el cultor muerto a sus pies, y como corría hacia ella con dos ignotos detrás y el que le había atacado a ella delante.
Miró hacia el río, no había rastro de Chomp. Quería ir a ver si había sobrevivido pero el ignoto y Shied corrían hacia ella.
Cargó hacia ellos, sus hojarrunas y la espada de Shield impactaron a la vez contra el ignoto que cayó muerto.
Shield se giro y ella se puso a su lado
-Quedan dos…

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Habían pasado unas horas desde la escena en la enfermería, al final el miedo y el temor le hicieron huir de la sala ni las palabras de la sacerdotisa le hicieron aminorar el paso, aunque tampoco pudo prestarles atención. Necesitaba estar solo.

Perder el uso de la luz había sido un nuevo mazazo, cierto es que nunca había sido un devoto como los miembros de la mano de plata ni creía en utilizar el poder ajeno de un ente como un naaru. Era más bien une relación reciproca, el solicitaba su poder y esta le respondía según la urgencia, tal vez en más o menos medida pero siempre respondía. Ahora este silencio…le aterraba.

Camino sin rumbo por las salas de la cámara del corazón hasta que llego a una zona apartada, parecía una pequeña sala de entrenamiento d ellos defensores, ahora ya en desuso, vacía por lo que decidió aprovechar la soledad y ordenar su cabeza.

A cada paso que avanzaba parecía que el destino le tenia deparado un puñal más que clavaría en su espalda, su acusación de traición, convertirse en fantasma para el mundo, orsis y sus muertos, la perdida de cordura y ahora esto. Era demasiado para soportarlo.

Investigo un poco la sala, mientras saltaba de pensamiento en pensamiento sobre los últimos acontecimientos, hasta que tropezó con una caja de madera con una capa fina de polvo. Sujetándose como pudo evito caerse de bruces, al final estar tan despistado le iba a pasar factura, pero pudo fijarse en unos pequeños muñecos recogidos en una esquina. Con un poco de maña saco uno de ellos y comprobó que se trataba de un muñeco de entrenamiento, como los que uso en sus primeros años de entrenamiento de paladín.

  • Por intentarlo…no pierdo nada.

Despejo un poco el fondo de la sala, aparto las caja y coloco el muñeco justo en el centro, cuando todo estuvo listo se aparto unos metros y empezó de cero. Cerrando los ojos intento ponerse en contacto con la luz, pidiendo fuerza para lanzar una sentencia que diese al muñeco. Peor no hubo éxito.

Largas horas siguió intentándolo, sentencias, martillos de justicia, curas, protecciones, bendiciones…nada surgía efecto porque más que intentase esforzarse incluso suplicando ayuda la luz no se digno ni a otorgarle una señal mínima. Al final, lleno de ira, agarro el muñeco y lo lanzo con todas sus fuerzas en la pared sin el poder no podía enfrentarse a las topas de Nyalotha, menos comandar un ejercito a la boca del lobo. No podría protegerlos…

  • Félix, ¿Estas aquí? - Un voz suave y cálida vino de la puert a- Te fuiste corriendo y apenas pude saber que había ocurrido. ¿Estas bien?

En la puerta se encontraba la sacerdotisa de la enfermería, hasta entonces no se había fijado bien en ella pero vestía una túnica blanca con un pequeño bordado que llegaba hasta los hombros de color dorado, ya no tenia el delantal consigo, su pelo estaba recogido en una coleta trenzada de color rojizo y sus ojos eran dorados y claros. A pesar de todo su rostro transmitía calma, paz y ternura, aunque sus manos delataban que estaba nerviosa tal vez…¿preocupada?. Lentamente empezó a acercarse al paladín que estaba sentado.

  • Marchate - dijo el paladín - Bastante daño te he causado ya. ¿Esta bien tu paciente?

  • Se recuperara con el tiempo. No obstante, si es que quieres contármelo claro esta sin obligación nigua, pero…¿Que ha ocurrido?

No lo comprendía, después de todo lo pasado porque seguía insistiendo en saber que ocurría. ¿acaso no tenia miedo?¿Quería saber si era un caso perdido?¿Una devota de la luz como tantos otros? Pero su preocupación parecía real.

  • No me conoces, ni siquiera se como te llamas por Belore. Nadie puede ayudarme.

  • Oh, pero eso tiene solución -dijo con una sonrisa mientras se sentaba a su lado- mi nombre es Saldienne. ¡Encantada!

Vale, estaba loca no cabía ninguna duda. No había ninguna explicación más para seguir con su insistencia y mostrarse tan relajada visto los últimos días, el agotamiento y el estrés le habrán supuesto demasiado. Sin embargo, antes e seguir con sus pensamientos una mano paso delante de sus ojos repetidamente.

  • ¿eoooo? ¿sigues aquí? Es de mala educación no responder cuando se te ha presentado una persona. Aunque…- añadió bajando la mirada - bueno, se perfectamente quien eres comandante Félix. Estuve en Orsis durante el asalto…en la base curando a los heridos, la batalla fue atroz peor me llegaron historias de como acabasteis repeliendo y de como acabasteis con este tal juez.

  • Fue una masacre…decenas de vidas desperdiciadas para que no se consiguiese nada. Nyalotha esta abierto, las tropas de nzoth cada vez son mas feroces…y yo aquí postrado sin poder ayudarles. Sin el poder necesario para hacerlo.

  • ¿Porque ya no puedes usar la luz? - dijo esto interrumpiendo al paladín y mirándole a los ojos. Mostraban cierta tristeza y calma que conseguían relajarle -

  • No soy un devoto Saldienne, me entrenaron como caballero de Sangre y hasta de esas enseñanzas acabe renegando y siendo expulsado. La luz siempre me a servido como un elemento reciproco, pero ahora ya no vuelve a mis peticiones. Estoy perdido si no tengo con que defender a los míos.

  • ¿Y porque no lo intentamos juntos? - la sacerdotisa le agarro las manos y las puso frente a ella. Eran suaves y cálidas - Tal vez con un poco de ayuda y concentración puedas recuperarla.

Se quedaron en esa posición unos segundos, mirándose fijamente como si pudiesen conocerse el uno al otro desde hacia mucho tiempo, como si un reloj de arena paralizase el tiempo a su alrededor y el mundo dejase de importar. Hasta que, ruborizado, aparto las manos y la mirada.

  • Podemos…intentarlo.

Juntos siguieron entrenando con el maltrecho “pelele” de entrenamiento. Con unos conceptos básicos dejando de lado bendiciones o protecciones mayores, unicamente golpeando con una sentencia de luz básica.

El tiempo pasaba pero mentiría si la compañía no lo hizo ameno, la frustración del principio paso a una suave complacencia con la situación actual. Aun no pudiendo conjurar ni un hechizo, la sacerdotisa no se rendía e intentaba realizar junto al paladín sus ataques, llegando a agarra su mano cuando realizaba el ultimo intento.

En este ultimo, vaciando su mente y dejándose llevar por ese momento de calma, un pequeño haz de luz se formo en su arma. Poco a poco tomo una forma de martillo luminoso dorado que acabo recubriéndola por completo, desde el filo hasta las manos de ambos elfos. Y la sentencia, en un suspiro, se disparo hasta su objetivo.

Pero la alegría no duro apenas, a cada milímetro que avanzaba el conjuro la luz empezaba a tintinear y desvanecerse con más fuerza hasta que exploto en añicos al tocar el “pelele”. Sus manos se soltaron y el paladín perjuro y grito al infinito por su fracaso

  • ¡Es imposible! ¡No lo conseguiré!

  • No te rindas, estamos cerca casi lo conseguimos esta vez.

  • NO! No puedo perder el tiempo aquí! Cientos de vidas pueden estar perdiéndose en este momento y yo estoy aquí vagueando y esperando una oportunidad en vez de enfrentarme al enemigo. Un ejercito entero espera mis ordenes, esperan que salgamos victoriosos como en Orsis, que venzamos al “malomaloso” y cuenten sobre nosotros historias y canciones sobre nuestras gestas.

Se paro en seco, sabia lo que tenia que hacer. Con o sin el uso d ella luz no podía perder más tiempo en ese lugar, tenia que irse, volver y marchar a Nyalotha y vencer…o sentenciarse a una muerte casi segura.

  • He de volver a Uldum. - concluyo el paladín con un tono sombrío - Sea como fuere he de ponerle fin.

  • Pero tal vez con un poco más de tiempo…- no termino la frase, cuando le miro a los ojos sabia que la decisión estaba tomada y no cambiaría de parecer - No tienes porque sacrificarte siempre, lo sabe ¿verdad? Solo espero…espero que regreses vivo Félix. Más de lo que puedas imaginar.

Y sin darle tiempo a responder la sacerdotisa abandono la sala sin mirar atrás, corriendo con la cabeza gacha y la sensación de que no volvería a verlo con vida una vez más. Y temía que así fuese, pus su corazón y mente le aseguraban que su decisión le conduciría a la muerte. Solo esperaba evitarla.

La ira le corroía por dentro, a pesar de todo seguía dañando y perjudicando a los demás, a los que sin buscar nada a cambio le intentaban ayudar. Pero su vida no era importante, era insignificante frente a todos los que residían en el planeta, nunca había sido un santo ni un héroe pero si algo estaba en su mano…

Con un grito alzo su brazo y dio una estocada en la dirección de muñeco, intentando despejar su mente, su furia, sus miedos. Pero no esperaba lo que ocurrió. Una luz violeta envolvió su arma rápidamente, con rapidez tomo la forma de una espada curva y se lanzo hacia el muñeco. No le dio tiempo ni a articular una palabra, la estela recorría la sala con rapidez cortando el aire y el fino polvo que dominaba por los alrededores. Hasta que llego a su destino atravesando al “pelele” y dejándolo clavado a la pared.

Aun sorprendido, se acerco lentamente. Aun seguía teniendo forma esta “sentencia”, había cortado de un tajo y agrietado de un solo golpe el muro. El poder era asombroso pero nunca había visto nada parecido. Tal vez…no todo estuviese perdido.

Estaba listo, si con ello podía proteger y derrotar lo que el caos cercano amenazaba usaría lo que tenia a su alcance sea correcto o no. El era una sola vida, si tenia que darla lo haría sin dudarlo. Y, decidido, abandono la sala mientras la espada morada se desvanecía en silencio y dejaba caer al muñeco con un golpe sordo.

Solo quedaba esperar a sus nuevas armas para dirigirse a la parada final.

Rumbo a Nyalotha

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Ella había oído hablar de un miembro de los Errantes, un pequeño regimiento enviado a los desiertos de Uldum bajo las órdenes de Halduron Alasol, infiltrado en Ramkahen , buscando información de cómo poder entrar en la ciudad durmiente, Ny’alotha, para mas tarde ser secuestrado por los guardias de Actiss el Embustero, torturado y fugado dejando tras de sí todo un reguero de cadáveres.

Sacudió la cabeza ante tales pensamientos y trató de centrarse en cómo podrían ir las cosas a la mañana siguiente, su mente repasaba los planes estratégicos para que pudiera obtener lo que necesitaba sin resistencia y así, por primera vez en mucho tiempo, se quedó dormida en la silla pensando en el día siguiente.

Cuando Palia despertó de su sueño, no esperaba sentirse tan cómoda y cálida. ¿Qué era esto?, ¿Donde estaba?, sus ojos se abrieron lentamente y se encontraron con la pared, miró hacia abajo y vio que efectivamente estaba en una cama cubierta por una manta. La confusión se apoderó de ella lentamente mientras se incorporaba en el borde de la cama, adormilada.
Su mano se alzó para frotar ligeramente el sueño de sus ojos mientras su voz había decidido darse a conocer …

Yo … ¿dormí tanto?

Por lo que podía ver, todavía estaba oscuro afuera, así que no pudo haber pasado tanto tiempo. Pero lo que más la confundió fue el hecho de que estaba en la cama y que Nhail no estaba, lo que significaba solo una cosa … se trataba de un sueño o había sido llevada de la silla a la cama.

¿Por qué no me despertó entonces?, ¿Fue él quien me movió?, de ser así, debería haberle atacado … no hay manera de que me sienta tan cómoda con tal …

— Pocas horas.

La mitad demonio giró su cabeza hacia la voz tan rápido que su cuello se quebró repentinamente, la presencia frente a ella la alertó una vez más.

— No fue un sueño.

Vio a Nhail que estaba delante de ella, mirándola intensamente desde la puerta … ;se sentó en la mecedora con sus armas una vez más apoyadas sobre el pecho, pero por alguna razón se sintió a gusto con él … ¿Por qué?, ella no lo sabía, pero podía decir con solo mirarlo que él había estado protegiéndola.

Sintió como sus mejillas se oscurecían un poco ante ese pensamiento, pero rápidamente lo desechó; ella no iba a pensar en algo tan horrible. El amor era débil … innecesario. No fidedigno. Solo trae dolor y desesperación. Una vez más fue sacada de sus pensamientos.

— Desperté, te vi durmiendo. Decidí cambiar de lugar. Lo siento.

Nhail la escuchó moverse un poco en la cama antes de que ella pareciera moverse lo suficiente como para balancear sus pies sobre el borde, pudo ver una pequeña sonrisa en sus rasgos esfumarse rápidamente mientras se calmaba.

— Podría vigilar ahora si quieres dormir un poco más. No es bueno para tu herida.

Todo lo que obtuvo fue un profundo gruñido sentado en la silla mientras sus azules ojos permanecían atentos a la puerta.

El medio demonio suspiró suavemente en voz baja ante tal terquedad.

— ¿Por qué estás aquí?

Kætteren no esperaba que surgiera tal pregunta.

Sus ojos color amatista lo miraron con curiosidad por un momento antes de sonreír y decidir responder a su pregunta, ya que él respondió la suya no hace mucho tiempo.

— Soy una mercenaria.

— Esa no es la respuesta correcta y lo sabes.

Ella sonrió levemente, pero rápidamente sacudió la cabeza al recordar exactamente por qué estaba allí.

— Dado que ser medio demonio no es infrecuente, hay formas especiales de despojarnos del lado humano en mi mundo.
Los hombres muestran dominio … mientras que las mujeres somos utilizadas como juguetes. Padre estaba más que dispuesto a permitir que sucediera, pero madre … ella decidió defenderse, murió ese día, pero logré escapar gracias a su valentía.

La atmósfera entre ellos se volvió silenciosa y espeluznante, pero miró a Nhail que parecía estar procesando lo que había dicho. Realmente no le gustaba hablar de su pasado, pero pensó que era justo, por ahora.

Después de unos segundos que se hicieron eternos lo vio asentir para sí mismo antes de que sus ojos se encontraran con los suyos y por un momento, vio lo que parecía ser tristeza en ellos.

— Utilizadas para la cría y el poder, nada nuevo. Es tan asqueroso y repugnante, descansa un poco más … Kætteren, mañana tenemos un largo día por delante.

Kætteren sonrió tan pronto como escuchó esas palabras salir de sus labios mientras se metía debajo de las mantas una vez más, el medio demonio pronto cayó en un sueño sin sueños. Nhail sin embargo la observó en la cama durante unos minutos antes de que su mente se le ocurriera algo que hizo que una sonrisa volviera lentamente a su rostro.

— Su padre … voy a matarlo, sea como sea.


Continuará …


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El enano miraba a la transitada calle con indiferencia, la vida transcurría con normalidad ajena a la guerra que acontecía en los frentes mientras el nutrido grupo pasaba desapercibido en aquellos estrechos y pestilentes callejones.

Algo molestaba su postura por lo que alzó un poco su trasero, palpó el desnudo suelo y notó una pequeña piedra que no tardó en arrojar con suavidad a su lado y volvió a posarse sobre la tierra.

Dio un vistazo rápido a la calle y giró su cuello, observando al trío que dormía apoyado en aquella descascarillada pared que dejaba ver los ladrillos con los que estaba levantada y pensó en que hacer para mantenerlos a salvo, suspiró y se miró la herida de su hombro, vendada fuertemente bajo la maltrecha cota de malla

  • Quizás tenga en parte razón ese tipo miró con sus ojos entrecerrados a Borack y no estemos aún listos, no recuerdo mucho de mi batalla contra N’Zoth, pero creo recordar que iba mejor equipado que ahora miró con detalle sus hojarrunas y palpó con sus enguantadas dedos el filo de la hojarruna que tocaba su pierna derecha notando pequeñas e inapreciables mellas, que para cualquier novato pasaría desapercibidos, pero que para el ya eran señal inequívoca de que requerían mantenimiento urgente Deberíamos volver y prepararnos mejor ahora que sabemos como llegar aquí pero ¿como se lo digo a ellos?, esta claro que tras todo el esfuerzo que hemos necesitado para llegar no van a aceptar fácilmente.

Seguía mirando al grupo mientras el torbellino de planes inundaba su mente, nunca pensó que tendría que regresar a Ny’Alotha y desde luego ni se le pasó por ningun momento tener que proteger a sus 2 acompañantes, del tercero pensaba más en el poco valor que tendría su alma en verdad

  • Suspirando se relajó, dejando caer todo su peso sobre la desyesada pared, arrancando pequeños fragmentos de esta que cayeron en la tierra, y volvió a mirar al grupo Debemos equiparnos mejor si queremos tener una oportunidad de sobrevivir todos en su mente se vislumbró dentro de las fauces de N’Zoth con este en el suelo ya derrotado y al triunfante grupo malherido frente a este y los cadáveres de varios aventureros que les asistieron mutilados de distintas formas, a cada cual peor que el anterior nadie volverá a caer otra vez si puedo evitarlo.

Se levantó con calma, haciendo caer más pedazos del enlucido y se acercó al grupo, de inmediato el pícaro abrió uno de sus párpados y puso sus manos sobre las empuñaduras de sus dagas como acto reflejo

  • ¿Se acercan enemigos? El pícaro se levantó de un salto, a una velocidad que no se espera para alguien de su tamaño y se puso en postura de ataque

  • En absoluto, nadie va a fijarse en un pestilente callejón como este y habla un poco más bajo, que descanse un poco más Hablando con una tenue voz miraba al paladín

  • Ah perdona el pícaro bajó su tono de voz mirando también al enano durmiente ¿Quieres que hagamos cambio de guardia entonces?.

  • No es eso, andaba pensando que hacer a partir de aquí, hemos llegado bastante lejos pero mira nuestro equipamiento, dudo que podamos enfrentarnos a N’Zoth sin salir maltrechos o muertos con armaduras y armas ordinarias, creo que deberiamos regresar a la Cámara del Corazón y…forjar nuevas armas en la forja que Aiden usó en su interior.

La idea de forjar armas en la forja de Aiden era lo último que quería hacer, no era muy versado en la forja de armas rúnicas, de hecho era un aficionado en comparación a las que esa forja realizó, y los recuerdos de su pasado con el Espectro le retorcía el alma cada vez que pensaba en ello, pero era momento de obedecer a la razón y no al corazón

  • Tienes razón, estas dagas no están hechas para estos seres y viendo el mango algo corvado de Rhop tampoco creo que esa maza resista mucho embistes El pícaro se percató de como el no muerto apretaba sus dientes pensativo supongo que no quieres volver a esa forja, siempre podemos buscar a otro caballero de la muerte que lo haga por nosotros con voz calmada y compresiva el pícaro trataba de restarle presión al no muerto.

  • No pasa nada, simplemente me he dejado llevar un poco por los recuerdos, no deja de ser una forja, sería un desperdicio no usarla cuando necesitamos armas aunque tengo una pregunta ¿tienes alguna forma de poder regresar aquí fácilmente?, parece que estamos ya cerca de N’Zoth. Miró hacia arriba, el horizonte ya estaba dominado en su totalidad por el Dios antíguo y sus tentáculos, que se perdían en el infinito.

  • Por supuesto, he ido apuntando en el plano la ruta que hemos hecho, si vamos directos y evitamos el rodeo que hemos hecho tardaremos mucho menos y además, realicé un pedido especial a los descoronados hace un tiempo, es un juguetito que nos ahorrará muchos quebraderos de cabeza, te lo aseguro.

  • ¿Vamos a regresar ahora? El paladín ya en pie se rascaba los parpados en la pared ¿Ahora que hemos llegado hasta aquí? Su tono de voz era cada vez más molesto

  • Mira tu maza, su hombrera y mis dagas, vamos a una sentencia de muerte con este equipamiento, El pícaro se echó la mano a la cabeza ¿Como pude ser tan inepto para haber dejado pasar de largo algo tan importante como el equipamiento?.

  • Es culpa de los tres, nos dejamos llevar al saber donde estaba el portal. En resumen, vamos a ir directos al portal, regresar y forjar armas y armaduras nuevas y regresar, teniendo el plano volveremos pronto. El no muerto con voz fría miraba al paladín.

  • ¿Y que pasa con quienes nos hayan adelantado?, ¿les dejamos morir por que nos olvidamos de equiparnos?, ¿Dejamos la oportunidad de poder vencer a N’Zoth y seguimos perdiendo más aliados? El paladín apoyó su maza en el suelo sujetándola por el mango revertido recriminando no molesto, si no enfadado con sus compañeros

El no muerto miró fijamente a su yo vivo, dio 5 pasos al frente y se puso a escasos centímetros del paladín No podemos salvarlos a todos, van a morir muchos de los que entren y es responsabilidad suya como nuestra, es a lo que nos arriesgamos aquí, pero la historia dice que tu seras uno de los que mataran a N’Zoth y eso ha de cumplirse, si mueres por ir mal equipado todo Azeroth sucumbirá, ¿De verdad quieres ese peso sobre tu alma?. El no muerto dio media vuelta sobre sí y se acercó al pícaro con paso firme.

  • Esto no puede ser así le dio frustrado una patada a un guijarro del suelo ¿sacrificar a los que están por delante o al resto del mundo?,¿de verdad tengo que decidir sobre las vidas de los demás? Le dio un golpe a la pared que tenía a su lado

  • Así es la vida, tanto ellos como nosotros nos sacrificamos para darle al mundo un día más, como otros tantos han hecho en el pasado para que nosotros estemos vivos, tu no eres el culpable de sus muertes, ellos decidieron ir por cuenta propia el no muerto puso sobre la holgada hombrera del paladín su enguantada mano

  • Pero podríamos seguir y… Observó el arqueado mango de su maza e iríamos a una muerte segura, condenando a todo el mundo… haciendo que sus muertes sean en vano el tono de voz del paladín pasó de la ira y la frustración al autoconvecimiento tienes razón, pero vayamos rápido.

  • No os preocupéis, esta calle da a la avenida que pasa junto a nuestro portal, en unas erm…¿6 horas? estaremos en el portal. El kultirano terminaba de ajustarse su faltriquera y observó al hierro negro ¿Y que hacemos con este peso muerto?

  • Sería muy cantoso llevarlo a cuestas desde luego y por desgracia lo necesitamos vivo para guiarnos, si pudieramos dejarlo aquí dormido hasta que regresemos…El paladín, mano en mentón, pensaba que hacer con Borack

  • Tengo una idea, pasame tu saco de dormir Biroz el no muerto empuñó una de sus hojarrunas mirando un montón de bártulos apilados

Los tres encapuchados salieron a la transitada calle dejando un hierro negro congelado metido en un saco de dormir en el interior del montón de bártulos del callejónContinuará

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OH GRAN THANTOS, DANOS TU RELATO:

Decenas de pequeños crujidos metálicos resonaron por una de las más grandes cámaras del campamento de Magni mientras la fragua terminaba de asentarse. Teletransportar semejante artilugio, inmenso y complejo como la mente divina, había probado ser una proeza por sí misma, y ahora todo el sistema de teletransporte de la Cámara del Corazón estaba sobrecalentado, incapaz de funcionar hasta dentro de un par de horas.

Lo último en llegar, además de un puñado de piedrecillas sueltas que habían sido arrancadas junto a la forja de las profundidades de Uldorus, fueron los dos héroes que la habían conquistado. Y estos, aún presa del cansancio, continuaron con su distendida conversación.

—Gracias por salvarme ahí abajo —dijo Valerie exhibiendo una sonrisa—. Creo que ya estamos en paz.

—Creo que aún tienes ventaja de una vez. —Aiden se cruzó de brazos y lanzó un atento vistazo al titánico artefacto junto a ellos, que abarcaba toda la pared—. Espero que esta forja sea realmente capaz de construir la Égida de Azeroth.

Ella se encogió de hombros.

—No lo sabremos hasta que lo intentemos.

Aquella máquina llenaba toda la sala y estaba dividida en módulos y subsecciones. Algunos de sus compartimentos estaban sellados a cal y canto, y solo las runas titánicas que la decoraban, Alfbin, Horno; y Tulyan, Crisol, daban idea de cuál era su función. Otras tenían muros de grueso vidrio que permitían ver los martillos, moldes y brazos mecánicos que ensamblarían las diversas piezas encantadas en armaduras dignas de matar a un Dios. Pero imponente como era, la forja aún estaba dormida e inerte. Habría que reconducir una parte del poder de Nalak’Sha hacia ella, pero una vez en marcha demostraría que era una inversión que merecería la pena. O eso esperaban ellos.

—Bueno, bueno, bueno —dijo de pronto una voz áspera y estridente, preparada para burlarse de quien fuera a la mínima oportunidad—. Pero si Dot y Dolly ya han cumplido con lo suyo. Os aplaudiría, pero me espera mucho trabajo por delante.

Seguido por Magni en persona, un peculiar goblin apareció desde la gran puerta que presidía desde unas escaleras dobles dignas de un palacio. Su aspecto descuidado y su piel llena de manchas de aceite era algo común entre su raza; pero aquella ficción se disipaba rápidamente, como la ilusión de un mago novato. Su porte no era desgarbado, sino recto como una estaca, y tenía una figura bastante atlética para su altura. Su pelo era una colorida cresta de llamas naranjas y entre sus labios colgaba con pereza un puro tan grueso como sus dedos, cubriéndole el rostro con una pequeña humareda de un blanco tan sucio como el de sus dientes.

—Claro, Yotni. Lo último que queremos es que te hagas un esguince de muñeca —repuso la paladín con amistosa burla.

—Confío en que no hayáis tenido demasiado problemas en Uldorus. —Magni alzó una mano para interrumpir la charleta—. Ya hemos tenido bastantes por aqui en el poco tiempo que habéis estado ausentes.

Aiden y Valerie se miraron mutuamente. El caballero de la muerte fue quien dió el parte de misión.

—Tuvimos un problema.

—Y qué problema —aseveró ella.

—Los sistemas de emergencia seguían funcionando y los guardianes despertaron. Entre ellos, el vigía P.A.D.R.E. Probó ser un adversario difícil, pero pudimos derrotarlo.

Magni abrió los ojos con una mezcla de fascinación y sorpresa.

—¿Hay un P.A.D.R.E?

—Había —aclaró—. Valerie intentó hablar con él, pero su programación era demasiado rígida para hacer caso. Al final tuvimos que matarlo, pero su poder no fue desaprovechado.

Aiden suspiró, dejando una pequeña pausa. En parte era para causar tensión, en parte para asimilar lo que había pasado. Cuando terminó de hablar, exhaló y alzó una mano, de la cual manaron unos pequeños relámpagos blancos.

—Devoré su alma y me hice con su fuerza, pero ya no puedo utilizar el Paso Espectral. Cada vez que lo intento, bueno —canalizó su poder para pasar a las Tierras Sombrías, pero no consiguió nada más que un par de chispazos, como si se hubiera quedado sin energía para dar el salto—, esto.

Hubo un momento de silencio entre los cuatro, solo interrumpido por los lejanos quejidos del acero teletransportado.

—Vaya, eso es…

—Una jod.ida pasada —dijo Yotni, dando brincos cómicos hacia sus compañeros de armas. Sus pistolas, colgando en sus fundas desde un viejo cinturón, rebotaron contra sus caderas lanzando el sonido ahogado del cuero chocando con el cuero.

Aiden dió un paso atrás y alzó una ceja.

—¿Qué puedes hacer ahora? ¿Cohetes de hielo? Ah, ya se. ¡Láseres de muerte!

—No. Simplemente soy más fuerte. Mucho más fuerte.

Magni frunció el ceño de forma sutil, pero aunque no lo hubiera hecho su tez diamantina habría escondido el gesto. Podía ver el poder titánico recorriendo su alma profana, entremezclándose con su esencia para dar lugar a un potencial que no parecía acabar. Que uno de los más fervientes aliados de Azeroth hubiera alcanzado tal cota de poder era algo digno de celebrar; pero en su cabeza empezaron a resonar las palabras del viajero del tiempo que había conocido no hace tanto. Tal vez este fuera el principio de algo más, algo que debía ser detenido antes de que fuera tarde. Un escalofrío recorrió su pétrea espalda, como si alguien le hubiera soplado directamente en la nuca con un aliento gélido como la tumba. Tal vez fuera así, pero ahora había cosas más urgentes que esa.

—Oh, Aiden. Casi se me olvida —sus palabras fueron firmes y alegres como siempre—. Llegó un correo para tí hace bien poco. Menelwie ha solicitado tu presencia en Dalaran para “ayudarla con un asunto delicado”.

La fría mirada del caballero se tiñó de vivo interés. Sus ojos lanzaron un débil destello que agitó la niebla que manaba de ellos y se despidió de la pareja de humana y goblin, el cual había sacado unos planos sobre las armaduras.

—Luego seguimos hablando.

Ambos se despidieron de él con un movimiento distraído de mano. El goblin se había enfrascado en las explicaciones técnicas sobre su diseño y ella le miraba con los ojos de una niña, fascinada por la cantidad de cosas que le estaba contando y que realmente no entendía. Enano y no-muerto abandonaron la sala sin decir nada, dejando atrás la verborrea del pistolero.


Cada clima que cruzaba era como una peculiar bofetada sobre el rostro. Sin el sistema de translado de M.A.D.R.E operativo, Aiden se había visto obligado a viajar como el común de los mortales, es decir, recorriendo medio planeta saltando de portal en portal. No era tan cómodo como simplemente materializarse en el lugar, pero le daba tiempo para pensar. Y pensar es lo que más falta le hacía ahora. Su mente divagaba de un misterio a otro, y cada vez que parecía hallar una respuesta el otro enigma aparecía de golpe y nublaba sus pensamientos, dejándolo atrapado en un torbellino de preguntas sin respuesta.

No poder entrar a voluntad en las Tierras Sombrías era algo que le preocupaba bastante. No había ninguna razón que le impidiera hacerlo, pero por algún motivo que desconocía no era capaz de iniciar la reacción mágica como siempre había hecho. Su energía simplemente se acumulaba en su ser sin hacer nada, esperando una orden que no parecía llegar nunca. Tal vez estuviera cansado. Había abusado mucho de ese poder, y aunque ahora tenía más fuerzas que nunca era probable que su cuerpo no pudiera soportar más el peso del viaje por el velo por un tiempo.

Luego estaba el tema de la sacerdotisa. Ella ya le debía un favor, pero se había atrevido a pedirle otro. Cierto era que no sabía cómo funcionaba el tema de los favores a la Muerte, cosa que por otra parte era lo mejor para ella, pero aún así… No podía imaginarse la razón, pero no tendría que esperar mucho para averiguarlo.

El último portal le llevó a Dalaran, y decidió tomarse un momento para disfrutar del ambiente de la ciudad. Las altas y estilizadas torres de tonos violetas y pastel se extendían hacia el horizonte como un bosque, peinando los húmedos cabellos del cielo que fluían entre ellas cargadas del salitre de la Costa Abrupta. La ciudad olía a pan caliente, libros viejos y magia, mezclándose en un crisol de aromas donde cada uno de sus componentes era realzado por los demás.

Como siempre, la ciudad estaba atestada. Sus generosas calles, llenas de vendedores ambulantes y varias zonas verdes con bancos de noble madera, apenas tenían espacio para acoger a la miríada de viajeros de todas las razas, clases y creencias. A su derecha, un viejo gnomo enseñaba cómo lanzar polimorfia a su clase utilizando un alumno como ejemplo, cosa que todo el mundo parecía disfrutar menos él. A su izquierda, una joven elfa de sangre regateaba con tanta torpeza como intensidad el precio justo al que vender sus trofeos. Sin duda era una aventurera novata de la última generación que había surgido tras la guerra.

Frunció el ceño. Por alguna razón le resultaba familiar. Dudó durante un instante, pero continuó su camino. Tenía cosas que hacer.

A diferencia de los demás, él apenas tuvo problemas en recorrer las calles de Dalaran. Incluso sin su armadura, pues estaba completamente destrozada y ya no tenía valor alguno, envuelto en un montón de harapos oscuros que le cubrían casi como una túnica, era capaz de sembrar una temblorosa desconfianza en aquellos que se cruzaban con él, que preferían apartarse antes de acercarse más de lo necesario a la terrible guadaña que se balanceaba en su espalda.

No tardó mucho más en llegar a la casa de Menel y su ahora esposo, guiado por un cantarín Mir que parecía alegre de volver a ver a su maestro.

Llamó con un par de golpes secos que hicieron retumbar la puerta en sus goznes. Le pareció extraño; estaba seguro de que no la había golpeado tan fuerte.

Tras un momento, la puerta se abrió para dar paso al armónico rostro de la sacerdotisa de Elune. Tras un segundo de muda sorpresa, en la que alzó sus largas cejas, dibujó una acogedora sonrisa que podría haber fundido el corazón de cualquiera.

De casi cualquiera.

—¡Aiden! Esto es una sorpresa, no esperaba que llegaras tan pronto.

—Menelwie —. Se tiró de la capucha como señal de cortesía.

—Por favor, pasa.

Aiden obedeció y entró en el nuevo hogar de la sacerdotisa. El interior de su hogar era acogedor y confortable a todos los sentidos, con hermosos muebles decorando el salón principal; pero le pareció algo inferior a la casa de Cuna del Invierno. De lo que no estaba seguro era si se debía a la carencia de nieve o al exceso de gente.

—¿Qué tal la familia?

—Bien, gracias por preguntar. ¿Te apetece un té o algo para picar?

—Esta vez prefiero saltarme la cortesía e ir al asunto que nos atañe directamente.

Menel asintió con gesto comprensivo, suponiendo que el caballero debería estar muy ocupado con la invasión de N’Zoth. Aún así, no pudo fijarse en su físico. Había cambiado desde la última vez: se le veía más taciturno, con el pelo más largo y de un blanco menos puro que antes. Además…

—No quiero ser descortés, pero ¿es cosa mía o has adelgazado?

Él respondió de forma indiferente.

—He empezado una nueva dieta. Dime, Menelwie; ¿para que me has llamado?

El gesto de la elfa se volvió más sombrío. Mientras le guiaba a la fuente del problema, le fue contando todo lo que había pasado. Todo parecía bastante mundano hasta que el nombre de Huesonegro fue pronunciado, y ni siquiera él pudo mantener su máscara de estoicismo cuando vio a su obra; la elfa tumbada en el sofa, con un pie a cada lado del velo, rodeaba por orbes mágicos que impedían que se deslizase del todo hacia el olvido.

—Así que quieres que lo arregle.

—¿Puedes?

Fue una pregunta extraña. ¿Podía? No debería ser difícil colarse en las Tierras Sombrías siguiendo el alma deshilachada de la elfa comatosa frente a él, incluso si ya no podía utilizar el Paso Espectral. No obstante, aventurarse dando palos de ciego, sin saber que tipo exacto de nigromancia había utilizado el orco…

Y por si fuera poco, aún quedaba por responder la pregunta de si debía.

—Hacer esto sería interferir en la obra de un hermano de Ébano, y aunque sus métodos me producen tanta repulsión como su propia existencia, sería una afrenta grave. Por no mencionar que ya me debes un favor que no he cobrado aún.

Ahí estaba, la expresión de incrédula derrota que nacía en alguien cuyas esperanzas se difuminan. Sabía bien que Menel había asumido que la ayudaría por su código de honor y su brutal y sangrienta rectitud. La negativa la había dejado confusa e impactada. Vulnerable para negociar.

—No obstante, lo haré —continuó antes de que ella protestara.

—Gracias —. Respiró aliviada—. Creo que te debo otro favor.

Él negó con la cabeza y desenvainó a Silencio lentamente, dejando que los ojos de la sacerdotisa se dieran un festín mientras recorría sus curvas y sus runas.

—El precio que te pediré será alto, pero si aceptas ya no me deberás nada, pues me cobraré ambos favores ahora mismo. ¿Hasta qué punto estás dispuesta a llegar para ayudar al prójimo?

Menel dudó ante sus palabras, tan crípticas como ominosas. Se mantuvo en silencio un par de minutos, midiendo con cuidado sus próximas palabras. Su mente se agitaba como un velero en medio de una tormenta, evitando zozobrar a duras penas, y ahora, a medio camino, tenía dos opciones: retroceder y volver al puerto que sabía seguro o avanzar hacia el inclemente faro de sus ojos espectrales, guiándome a tierras misteriosas.

Al final su bondad pudo con ella.

—No puedo dejarla así. Hice una promesa.

Aiden asintió, esbozando una sonrisa de satisfacción. Había acertado de pleno con su jucio.

—Tienes potencial para ser mucho más que lo que eres ahora, y no hablo únicamente de poder —comenzó a explicar mientras se acercaba a la elfa del sofá, pasando un par de dedos por su tez pálida. Estaba fría—. Eres bondadosa, recta, capaz de sacrificarse para proteger a los que amas; dejar que se todo eso se desperdiciara es un insulto a este mundo. Serías un fichaje ideal para mi causa, pero ni siquiera yo me atrevo a pedirte que abandones la familia que tanto te ha costado levantar. Y si eres capaz de negociar con la Muerte para salvar a una desconocida, no me cabe duda de que no tendrás freno alguno a la hora de defender Azeroth.

Con un nudo en el estómago, ella asintió. Tras todas esas dulces palabras había algo mucho más siniestro, algo que despertó un miedo primitivo en ella, algo tan antiguo y básico que no podría definir ni aunque quisiera.

—¿Cuál es ese precio?

—Tu alma. Cuando mueras.

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Los tres viandantes caminaron por las abarrotadas calles evitando cruzarse con miradas indiscretas en una ciudad dominada por el señor de los mil ojos, tras horas de agotador caminar lograron alcanzar el reconocido barrio carente de vida, tal y como lo dejaron ya hace la Luz cuanto tiempo

El trió entró en orden por el labrado portal de pilares de obsidiana siendo recibidos con una bocanada de aire caliente y con los tenues haces de luz que lograban pen.etrar entre las densas nubes escarlata por Azeroth, el pestilente aire al cual sus olfatos se acostumbró cesó, respirando pícaro y paladín como acto reflejo al recibimiento del planeta

Bajaron de los escalones levitantes, pisaron el suelo calizo de la presa Vir’naal y caminaron hasta el murete que daba al embalse y el no muerto hizo al pícaro un gesto con su mano de “levantar”, a lo cual el kultirano respondió alzandolo no sin dificultad debido a su peso

  • Bien, no se alejen de mi si no quieren ser pasto de las pirañas El enano se giró y miró a su acompañantes vivos vamos a tomar un atajo a Ramkahen El gélido frío de la muerte empezó a rodear los pies del enano, haciendo condensar el aire que lo rodeaba en contraste al abrasador calor del desierto en el que se estaban sumergidos

  • ¿De verdad estas seguro que podrá aguantar ese hechizo el peso de los tres juntos?, dicen que las presas crean corrientes submarinas inestables de las que no puedes salir, lo leí en uno de los libros que encontré en la Cámara del Corazón El paladín ya alzado por el pícaro miraba las oscuras aguas que se extendía a sus pies, la visión de la pared desapareciendo en la penumbra de las aguas que retenía le hizo tener un escalofrío

  • Fue capaz de soportar todo el ejercito de ese bastardo de Arthas cuando fue a la Fuente del Sol, será capaz de soportar nuestro peso mientras mantenga la concentración así que eviten que me ataque la fauna local. apuntó su hojarruna a los pies del paladín e hizo que el gélido aire rodease sus piernas

  • Confío en ti entonces El paladín suspiró tratando de relajarse y miró al horizonte, donde se podía observar a la distancia algunas formas piramidales romper el contorno del yermo desierto

Las plantas de los pies del kultirano también quedaron rodeadas de la escarcha y neblina del gélido frío, el no muerto observó el pequeño salto entre el muro y la lámina de agua que se interponía en su camino, antes de alcanzar la superficie esta se congeló, quedando de pie el enano venga bajen, mantener el agua helada en este clima me agota mucho.

los vivos bajaron con cautela y escepticismo, al alcanzar la superficie endurecida notaron el firme hielo y al mirar hacia abajo la oscuridad les amenazó con reclamarlos no miren abajo, caminemos.

Los escépticos y aún asustados vivos comenzaron a caminar con pasos cortos, lentos e inseguros pero fue cuestión de unos metros tomar confianza con el nuevo medio, el paladín hasta lo vio curioso y divertido cuando estaban a punto de alcanzar el embarcadero de Ramkahen

La ciudad bullía de actividad como siempre, la plaza donde asistían a los heridos volvía a ser un lugar de reunión y comercio, ajeno al dolor y sufrimiento que en ella se dio recientemente cosa que el trió parecía compartir en esa especie de amnesia colectiva pues fueron directos al maestro de vuelo en el cual tomaron 3 grifos que les llevasen a la Cámara del Corazón

El viaje dio que pesar al grupo en sus vidas en el que probablemente sería su último momento de tranquilidad en una larga temporada, si es que lograban regresar vivos de aquel infierno llamado Ny’alozha, el pícaro pensaba que haría al regresar, querría volverse a encontrar con aquella enfermera kaldorei que le asistió y regaló aquel hipogrifo, pensaba que ese estilo de vida acabaría con el y empezaba a sentir que quería sentar la cabeza, formar una familia y buscarse una forma de vida más honrada, aunque también temía la incertidumbre pues no tenía otras dotes que le permitiese mantenerse, no era diestro con la magia, ni un devoto que contase con el favor de la Luz, ni tenía el contacto con la naturaleza o los elementos

El no muerto no paró de pensar en el futuro que le esperaba a Azeroth y a sus seres queridos, cada vez que revisaba sus planes encontraba nuevos fallos que podrían hacer que todo los sacrificios por los que todos habían pasado fueran en vano, evitar que su yo pasado pudiera morir ante N’zoth, evitar que el Consejo de la Horda fuera masacrado y evitar que Aiden fuera Espectro, pensar que todo ese peso recaía sobre sus hombros no hacía más que torturarlo, sentía como el retorno a la Cámara era culpa suya

Un poco más atrás el paladín se debatía entre el instinto visceral de conservar su vida ante una más que probable muerte y el sentido del deber que juró en Uldum y Tierras de la peste, vivir como un cobarde traidor o morir como un héroe, ninguna de las ideas dominaba su mente

Finalmente aterrizaron en la cristalizada Silithus, a la sombra de aquella espada, epicentro de todos los problemas del planeta, emplearon el teletransportador a la Cámara y aparecieron en esta

El paladín aún se preguntaba cuanto tiempo había pasado desde que partieron por última vez, la ausencia de aventureros dispuestos a partir al frente y ayudar a Azeroth no hacía más que acrecentar su duda de si el tiempo transcurría a un ritmo diferente entre Azeroth y Ny’alozha, la ausencia de Magni y M.A.D.R.E hizo que un escalofrío recorriese su espalda

  • ¿Cuanto tiempo ha pasado?, ¿Magni?, ¿M.A.D.R.E?, tengan cuidado, podríamos estar rodeados de cultores El paladín empuñó su maltrecha maza y entró en las galerías de la cámara con paso firme, sus acompañantes a su espalda también estaban ojo avizor buscando amenazas, estando en las penumbras el pícaro

El pícaro escuchó la reconocible voz del enano cristalino proveniente de una cámara que recordaba vacía y se adelantó a los enanos, se apoyó en el ornamento del borde del acceso y miró con cautela de no ser identificado, lo que vio le dejó helado, una mole de origen titánico dominaba toda la sala, en su mente trataba de identificar aquel artificio como si de un archivo se tratase sin éxito, pero supo por las runas que la decoraban que debía tratarse de algo ensamblado por los Creadores milenios atrás

  • No puede ser… Magni el no muerto pasó junto al oculto pícaro y entró en la sala decidido, su voz era fría como los páramos de Rasganorte y sus ojos centelleaban como nunca antes vieron sus compañeros de armas dime que hace ESTO de inmediato.

El enano cristalino se dio la vuelta tratando de preguntarse que hacían aquellos tres allí Así que siguen vivos, ¿Donde demonios se fueron?.

  • Magni ¿Que hace esto aquí?, responde. La fría voz comenzó a sonar antinatural, el eco del enano empezó a retumbar en las labradas paredes de la cámara.

  • Relajate muchacho, esto nos servirá de mucha ayuda en nuestra lucha contra N’z… el no muerto le interrumpió tajantemente

  • ¿¡Que te dije de Aiden?!, este artificio forjó nuestro fin, te dije que no confiases en el… ¿Donde ha ido? el tono de frustración se aderezaba con el rechinar de sus dientes

  • Si evitamos que muera el Consejo no habrá Espectro, tu lo dijiste, lo primero es acabar con N’Zoth el paladín raudo se interpuso entre el no muerto y Magni estirando sus brazos

  • Déjenme pasar de inmediato o tendré que despejar el camino, esa infernal forja ha de ser destruida de inmediato el no muerto dio un paso al frente de forma firme

  • Se que esto debe recordarte al pasado pero me dijiste que la razón debe dominar al corazón en Ny’alozha ¿no te acuerdas? el pícaro puso su mano sobre la destrozada cota de malla del no muerto

  • ¿Habéis estado en Ny’alozha? Magni incrédulo no pensaba que hubieran llegado tan lejos

  • Magni no es momento para ello ahora sabes, ya te lo explicaremos despues El paladín miró fijamente al que fuera su monarca años atrás

  • ¿Acaso están con él?, ¿Acaso quieren condenar al planeta al frió eterno?, como Defensor de Azeroth os considero enemigos en este mismo momento, incluido a usted Magni dio varios pasos al frente decidido, sin embargo el paladín se quedó estoico en su posición última oportunidad, apártate o asume las consecuencias Drethz. el no muerto abandonó el último ápice de humanidad que conservaba, su tono de voz era la propia de un autómata cuya única orden era la de destruir aquella forja

  • He tomado una decisión, si he de morir que sea con honor el paladín decidido empuñó su maza y pidió la bendición de la Luz, esta le respondió reforzando su alma y cubriéndolo de un manto protector

  • Entonces debo eliminarte.

El kultirano surgió de las sombras tomando con sus brazos al enano no muerto y levantando en peso, en respuesta recibió un contundente codazo en la cara, lo que hizo que lo soltase, antes de poder reponerse el pícaro un brazo de oscura magia tomó su cuello y lo alzó como si de una hoja se tratase

  • ¿Donde esta Aiden Magni? no pienso preguntarlo otra vez.

  • Eso es información confidencial, no puedo responderte. la voz de Magni era tan firme y dura como el diamante de su piel

  • Esta bien, tengo otras formas de obtenerlo pero no será agradable el no muerto se puso cara a cara al paladín dejame pasar si no quieres ser atacado.

  • Jamas. El paladín firme defendería a Magni y la forja con su vida si fuera necesario

  • Has tomado tu decisión, ahora asume las consecuencias Un arco descrito por su hojarruna quedó bloqueado por el mango de la maza imbuida en Luz del paladín, que trataba de aplastarlo con la gran fuerza del enano vivo

  • Tendré que matarte entonces yo, ojalá esto no hubiera acabado así, yo. El paladín dio medio paso hacia atrás y cargó contra el no muerto, el arco descrito por la pesada maza directo a la cabeza quedó interrumpida por la segunda hojarruna, que atravesó el mango como si de hojalata se tratase, haciendo caer a varios metros la cercenada cabeza con un enorme estruendo metálico que se dejó escuchar por las cámaras adyacentes

La otra hojarruna describió un arco directo al estómago del enano, la cual hizo estallar en pedazos la armadura de este, haciendo llover pedazos de cota de malla, placas y pelos de barba del enano en el suelo aún lleno de escombros

  • Ya solo quedas tu Magni Otro brazo oscuro tomó del cuello al paladín y lo alzó con suma facilidad a varios palmos del suelo de ti depende que sobrevivan, te lo repetiré otra vez ¿Donde esta Aiden?. Se puso a un escaso metro del cristalino enano el no muerto, el helado aliento de este alcanzaba a Magni

  • Tu no eres así, reacciona y mira que le has hecho a tus compañeros ¿por que ese odio a la forja?

El enano no muerto volvió a rechinar frustrado sus dientes cuando mencionó Magni la forja que se alzaba ante el el daño ya esta hecho Magni.

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¿Que es ser paladín?

Raro que alguien de mi profesión y experiencia se haga esa pregunta, pero tales tiempo oscuros que enturbian y doblegan mis alegrías y esperanzas hacen que pierda su significado.

Paladín. Si me preguntasen hace ya largos años que sentido tenía la palabra la describiría con orgullo. “Un caballero de sangre, un vengador de los caídos por el brote inmafe del príncipe traídos y su hueste de no muertos. Un Heraldo de la cólera de Lunargenta que clama la muerta a la no vida, pide justicia ante la abominación de la no muerte y ejecuta la ira del caído.”

Pero si algo me enseñó la experiencia, y nunca hay suficiente, es que la juventud nos nubla el juicio y, aún traumada y arrancada de nuestro cuerpo de golpe por el infortunio que el destino a decidido separarnos, presiona una meta que acabe con nuestra cordura, nuestra libertad y el mínimo raciocinio.

Oh sí, recuerdo el momento en la que la venganza, esa ira desmedida por el ser que me habían arrebatado en mis manos y el sentimiento profundo de dar paz a un alma que solo deseaba una vida plena para mí, fue vencida por una cordura y la empatía. Un destino que no muchos consiguen.

Fue ese momento, orgulloso soldado de Lunargenta y caballero de sangre, que elogiado por instructores y compañeros consiguio “ascender en el escalafón” y conocer los secretos de “la fuerza de la luz”. Aun recuerdo el sufrimiento y la soberbia de mis superiores cuando me mostraron al naaru atormentado, cuando obligaban a servir a nuestros propósitos MIS PROPOSITOS y como, igual que un castillo de naipes cayendo antes un recio viento, todo en lo que había creído se rompía.

Un simple segundo, una discusión y un superior tirado en el suelo inconsciente fue suficiente para saber que mi lugar no era ahí. Sin embargo decían ser paladines y usuarios de la luz.

¿Quien era entonces el real paladín?

Expulsado, repudiado, exiliado…tiempo incierto vague sin rumbo, tomando mi propio camino e incluso renegandome a usar las enseñanzas que tanto durante mi sacerdocio antes de la plaga y la posterior orden de los caballeros de sangre me habían otorgado.

Fue entonces cuando vi otra cara de una baraja. Paladines sirviendo a un estandarte azul con una mano plateada en el torso. Unos heraldos de bondad, fervor, convicción y pasión desmedida por el progimo y la divina luz.

Curioso por la contraparte con sus congéneres creí encontrar significado a las dudas que me traían en mente. Los paladines de la mano de plata formados por humanos y enanos del continente, protectores y eliminadores de la plaga y aseguradores del orden público.

Mentiría si dijese que en un primer momento no me deje engañar por sus bienaventuranzas y palabras melodiosas, sus promesas de fe y regalo divino, su comunión con la luz y la expiación de lo pecados.

Pero las utopías no existen, el mundo no es un lugar feliz y alegre por entero ni un reino se libra de un solo pecado. Ni siquiera una orden pura y amable que se vendía en pueblos y caminos.

No, tras los rostros compasivos, las oraciones con fervor y las bendiciones al populacho se encontró otra cara. Como el cambio del día a la noche mis esperanzas se vieron mermadas por la suerte del destino.

Frente a lo bueno que había visto encontré el horror. La repulsión a la magia y a los no devotos, ajenos al culto d ela luz demostró un lado demacrado y poco ilustre de sus miembros. Los tan afamados valientes devotos de la luz profanaban, humillaba y blasfemaban sobre los incautos que demostraban interen en las artes arcanas, en las razas ajenas al culto de la luz como su gente, en la tortura y sadismo frente a “cultores, brujas y espías” de la plaga. Hasta radicales que solo contemplaban la pureza de las razas y despreciaban a las demás con soberbia y repulsión.

Le ponían enfermo.

Por otro lado, los puros, intachables, elegantes paladines de buen actuar tenían otro problema. Su desentendimiento con el mundo real, si defendían y proclamaban el orden pero temporalmente sin poner remedio. Vio como sus galantes blancas brillantes y pulcras armaduras llegaban a un pueblo, daban sermones y ayudaban al indefenso, cazaban a ladrones y asesinos pero marchaban sin cambiar nada más que un puñado de devotos y más siervos y enseñanzas para su culto de la luz.

Pero…¿entonces que buscaba? ¿Acaso había excedido en sus expectativas en la búsqueda de una perfección? ¿Había idolatrado a una clase y razas que claramente la libertad le hacía decidir por sus intereses?

No, algo más tenía que desconocer.

¿Que era necesario para ser paladín?

Días, meses, años, lustros…cada vez más rápido pasaba el tiempo y menos daba con su respuesta. Aprendí y experimente el mundo como es, vi la hermosura de los bosques, la crueldad de la guerra, el terror a lo desconocido, la muerte cerniendose en mis hombros y en la gente a mi cargo. Poco a poco el mundo me hizo y me “creo” en base a un destino que yo elegía, fallaba y acertaba.

Cada vez que creía dar con la respuesta nuevas dudas me saltaban, nuevos atrocidades ocurrían o un desconocimiento surgía al mundo.

Acaso era que un paladín solo podía ser puro bajo el prisma de un dios, un ente divino que guíe o sea obligado a guiar tus pasos según un designio inescrutable e inmutable.

Sin embargo razas antiguas como los tauren, errantes y amantes de la madre tierra y sabedores de la importancia del equilibrio, disponían de algo distinto a esa devovion. Los caminasoles no eran unos sirvientes ciegos sino equilibradoras de la naturaleza que servían al sol, no como una divinidad sino un todo que creaba un ciclo en la vida.

Tampoco pudo asumir que el uso de la luz, pura como había visto hasta entonces, era significado para ser paladín. Los mares dieron a conocer otros continentes e islas y gracias a ellos pudo descubrir las tradiciones que hasta ahora no estaban libres.

Paladines zandalari, aunque no optaban a ese nombre realmente, servían a un Los un ser “divino” terrenal del cual les otorgaba poder y fuerza. Pero no propiamente dicho como la luz, era distinto y no por ello malo ni sectario.

Todos y cada uno de ellos veían de formas distintas su fe, su trabajo, su fervor, su vida, su muerte, su finalidad … ¿Quien era el verdadero o cuál era el motivo del origen? Pero el tiempo enseña y tantos viajes curtieron mi ser y me dieron una nueva duda.

¿Acaso solo había una respuesta correcta?

Y la respuesta era sencilla, simple y clara como el agua de un río nació en las montañas. Tan sencilla y a la vista que no podía verla.

¿Que es ser paladín?

La pregunta desde el comienzo era errónea, buscaba una respuesta correcta a algo concreto que no lo tiene. No es que es ser paladín lo que tanto deseaba saber. Solo había que hacer la correcta.

¿Porque soy paladin y que busco con ello?

Soy caballero de sangre y paladín. Soy así porque el injusto merece salvación, porque el mal de todo, aquel que daña el mundo por igual sin importan las clases y las razas, no debe ganar en la partida del destino.

Soy la espada del débil y fiel a mis principio, soy el compañero, soldado y hermano de los que luchan conmigo, los que sangran en la guerra y mueren dejando este mundo.

Soy ajeno a una devoción ciega que nuble mi juicio y me impida proteger al progimo, soy Heraldo de la justicia no de un Dios omnipotente sino de la tierra y las leyes del mundo.

Soy traidor y ejecutor de aquellos que osen profanar los bueno, lo inocente y lo inviolable. Ajeno al desden de los parásitos que doblegan bajo hierro y sangre al débil y desdichado.

Soy exiliado y unico, pero no por ello mejor que el resto sino miembro de un conglomerado que se unifica hasta formar un todo. Soy seguidor de mis ideales y ejecutor sea cual sea el precio, mientras la sangre corra por mis venas protegeré lo que creo justo con uñas y dientes aunque me cueste la vida.

Soy soldado, amigo, hermano, líder, protector, maestro, aprendiz, viajante y escudero. Soy heraldo y mensajero, recadero y servidor.

Pero antes de todo soy yo mismo, mis experiencias, mis vivencias, mis deseos, mis penas, mis glorias, mis desgracias y alegrías. Lo que me ha formado y dejado vivir en este tiempo en el mundo dándome conocimiento, amor y tristeza.

¿Quien es un paladín?

Yo soy mi propio “paladín”.

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Escrito por Aiden, señor del invierno eterno. :snowflake:


Las pisadas de Tormento resonaban entre los escarpados valles cada vez que sus cascos castigaban la dura tierra, dejando a su paso pequeñas nubes de polvo y escarcha que no tardaron en asentarse. Con una expresión taciturna, indiferente al nevado paisaje que había llegado a amar, el rostro de su jinete blanco mantenía la mirada fija en el horizonte, iluminado solo en los pequeños lugares donde la luz invernal se colaba por las rendijas de su máscara de hierro.

Aquel paisaje ya no le producía ninguna sensación, ni siquiera el sentimiento de paz que le había proporcionado en sus largos periodos entre guerras en los que había vagabundeando por los yermos helados de Rasganorte. Hacía frío, un frío húmedo que calaba los huesos. El camino que seguía estaba abandonado y tomado por las bajas hierbas de la tundra; zigzagueaba como una enorme serpiente de escamas pétreas entre las angulosas protusiones de piedra dentada y moldeada por el caprichoso viento. Los pocos árboles que había, la mayoría altos pinos, se pegaban los unos a los otros en compactos grupillos que buscaban algo de calor, dando a su vez un refugio a las pocas criaturas que, sin ellos, habrían perecido entre las infinitas planicies nevadas y los estériles acantilados que recorrían la tierra como heridas mal curadas.

Recorrerlo no le producía sensación alguna, y aun así, había decidido recorrer a caballo el difícil camino en vez de simplemente volar a lomos de Kyranastrasz. Aiden no podía evitar reflexionar sobre su decisión, pensando que tal vez aún quedaran residuos de humanidad en su ser a pesar de haber trascendido los conceptos mismos de vida y muerte. Ni siquiera sabía si se le podía seguir considerando un no muerto, mucho menos un caballero de la muerte; sin embargo, incluso estos pensamientos sonaron distantes y débiles en su mente, como si la niebla de su indiferencia hubiera sepultado su curiosidad.

En el fondo sabía que era lo mejor. Tenía cosas más importantes entre manos.

El pedregoso sendero acabó, al fin, en una alta colina que acababa en un abrupto barranco. La triste pared de roca gris estaba salpicada de escarcha y salitre, pues sus pies descendían hasta estrellarse con el turbulento Mar del Norte, cuyas oscuras y gélidas aguas, más frías aún que la tierra que rodeaba, se batían furiosas contra todo lo que se acercaba a ellas, buscando una nueva presa que arrastrar a sus profundidades. Y más allá, allí donde se había posado los ojos albos del Rey, se alzaba una enorme península, más semejante a una montaña aplanada, donde se alzaba la colosal Ulduar. Sus torres de negro y bronce relucían con una luz fria, centelleando en el horizonte como una aurora diurna que se alzaba de entre las densas brumas de la costa.

Ulduar, prisión de un Dios, hogar de aquellos cuya existencia estaba dedicada a proteger Azeroth, era el objetivo de Aiden. Los Vigías tenían acceso a un amplio repertorio de tecnología y magia titánica, y estaba seguro que entre sus archivos tenían métodos para explorar el mundo superiores incluso a la visión de la Máscara de Dominación. Y una vez la encontraran…

Una sonrisa se dibujó sobre su rostro. Una sonrisa pequeña, mortinata, apenas una mueca en sus labios de alabastro; pero sus ojos lanzaron una bocanada de niebla, acompañada por un destello que congeló el aire a su alrededor. Por un segundo se había imaginado su encuentro, visualizando su combate y, sobre todo, intentando encontrar la mejor forma de acabar con su miserable existencia. Imaginó su sangre negra y pútrida filtrándose lentamente desde su cuerpo destrozado, impregnando la tierra poco a poco como si fuera un denso petróleo. Imaginó sus extremidades torcidas en ángulos imposibles y antinaturales, sus tripas desparramadas por las cuatro esquinas del mundo y su cabeza clavada en una pica. No paró ahí. La muerte no era bastante, debía hacerla sufrir por todo lo que había hecho, debía…

Se serenó, cerrando los ojos y recuperando poco a poco su gesto apático. Adelantar acontecimientos no le serviría para nada, así que enterró aquellos sentimientos bajo un manto de nieve. Antes de matarla, tenía que encontrarla, y para eso necesitaba la ayuda de los Vigías.

Alzó una mano con un movimiento lento, como un emperador saludando a sus leales huestes desde su trono. A sus espaldas, la hoja de Silencio titiló con suavidad, y sus runas se mecieron al compás del creciente viento. Al principio fue una brisa; luego, un vendaval; y al final se convirtió en un rugiente huracán que hizo temblar el mundo entero. Los cielos se ahogaron en un manto de nubes plomizas y oscuras, sumiendo el radiante día en la penumbra del atardecer. El indómito Mar del Norte se debatió contra las cadenas de su voluntad como una bestia herida; pero la palabra del Espectro era ley, y el orgulloso mar acabó cediendo a su orden silenciosa, inflexible e inexorable como el mismísimo paso del tiempo.

Las aguas se oscurecieron, desbordándose sobre las costas y agitándose como un caballo salvaje. Varios remolinos retorcieron su velada superficie y, como géiseres helados, lanzaron colosales chorros de agua hacia los cielos. La tierra temblaba ante el ascenso de las columnas de agua, arrancando con su tembloroso ritmo enormes rocas de la superficie del acantilado. El cielo lloró y retumbó ante el poder que había sido desatado; sus lágrimas vírgenes se entremezclaban con los vientos y caían sobre los fríos pilares de Neptulon, y dieron forma a una calzada que, con un estallido se cubrieron de nieve y hielo.

Aiden bajó la mano y contempló cómo el enorme puente terminaba de asentarse. Sus formas eran delicadas y esbeltas, rivalizando incluso con la arquitectura del Ulduar. Con una orden mental, ordenó a Tormento avanzar por el sendero que él mismo había abierto. Sabía bien que su obra no había pasado desapercibida, pero era precisamente lo que quería. Aquella había sido una muestra de poder que los Vigías no podrían ignorar, un mensaje claro que no podía ser malinterpretado: el Espectro iba en serio, y no aceptaría un no por respuesta.

Cuando llegó a las puertas de Ulduar, cerradas a cal y canto como siempre, se encontró con el comité de bienvenida. Una cincuentena de enanos férreos, escoltados por varios tonques de vapor y un colosal gigante de relojería, le recibieron en perfecta formación militar frente a la puerta, entre él y su camino.

Frunció el ceño. Eran molestos.

—¡Alto! La entrada a Ulduar está prohibida —. El enano férreo que estaba al frente dio un paso hacia él con la mano levantada. Era algo más grande y estaba más armado que el resto, y enarbolaba en su mano izquierda una larga pica de la cual ondeaba con pereza la bandera de Ulduar. Parecía importante, pero a ojos de Aiden no era más que una pulga más gorda en un mar de insignificancia.

El jinete respondió con voz alta y clara; su eco espectral resonó a través de las amplias torres de la ciudadela.

—Soy Aiden Hojagélida, Defensor de Azeroth. He venido a hablar con los Vigías.

—Lo lamento, Defensor, pero no puedes pasar. Uldur debe permanecer sellado —insistió el enano férreo.

Muy molestos.

Aiden bajó de Tormento y le hizo retirarse con un chasquido de dedos. Cabizbajo, el destrero obedeció y dio un par de pasos en la dirección contraria antes de desaparecer tras el velo de la Muerte.

Aiden, en cambio, se acercó a ellos con los brazos pegados a las caderas. Sería la única advertencia que les daría.

—Tal vez me haya expresado mal; o tal vez hayas confundido mi cortesía con sumisión —repuso con aire altanero—. En cualquier caso, te lo dejaré lo bastante claro como para que lo entiendas: no te lo estoy pidiendo, celador; te estoy avisando. Pisar suelo firme o tu cadáver antes de entrar por esa puerta no me concierne en lo absoluto.

Un murmullo empezó a flotar sobre las cabezas del regimiento. Los soldados de metal se revolvieron, nerviosos, ante las palabras del jinete blanco, y su recio líder no reaccionó mucho mejor. De no ser por el sonido de su pie metálico rozando la piedra del suelo, no se habría dado cuenta de que había dado un paso atrás. Miró a sus espaldas, comprobando que aún tenía el respaldo de sus soldados y máquinas de guerra. Los tonques humeaban y traqueteaban como enormes teteras de metal, y tras ellos la mole robótica observaba con indiferencia al intruso. Eran muchos. Eran grandes. No podrían perder.

El valor regresó a su cuerpo.

—¡¿Acaso pretendes entrar en este lugar sagrado a la fuerza?! Esta es mi última advertencia: vete o cae a manos de los protectores de los Titanes.

Aiden inclinó la cabeza hacia delante. Su capucha inmaculada le ensombreció todavía más el rostro hasta que solo sus brillantes ojos blancos fueron visibles.

—Lo mismo digo.

Hubo un instante de calma, únicamente mancillado por el aullido del lejano viento sobre Ulduar y el chirrido de los dientes del enano férreo.

—¡Acribilladlo!

El silencio dio paso a la tempestad. Un granizo de balas, provenientes de decenas de rifles a la vez, surcaron el aire con intenciones asesinas. Sobre ellos, los mortales misiles de los tonques silbaron una canción de muerte que se impuso al silbido arcano que se acumulaba en el pecho del gigante de relojería. Toda la balística de Ulduar cayó como un mazo sobre el Espectro, que no tuvo tiempo de moverse.

Las explosiones se seguían unas a las otras. Las balas atravesaban con ansia la enorme humareda de fuego y metralla que salpicaba la entrada de Ulduar. El acantilado comenzó a desplomarse en sus zonas más distantes, cayendo a plomo sobre el mar y causando colosales olas que golpeaban los pilares de hielo.

Luego vino el rayo. De las manos del gigante surgió un haz de puro poder arcano, devastador y cortante como la explosión de una estrella. Recorrió el suelo dejando un enorme surco en su camino. Avanzó rápido y partió la nube de llamas y pólvora al medio, solo para seguir su camino y acabar perdiéndose en el horizonte. Sonó un crujido, y como un iceberg cuando se desploma, el puente de hielo se abrió a la larga y regresó al mar con un estruendo que hizo temblar toda la ciudadela.

Los enanos comenzaron a celebrarlo. Sus gritos de júbilo salpicaron a un cielo cada vez más despejado. Algunos incluso dispararon el aire ante su victoria, pues gracias a ellos Ulduar estaba de nuevo a salvo de intrusos y saqueadores.

Pero la tempestad dio paso a Silencio.

La humareda se despejó con una ráfaga de viento, un gélido vendaval que arrancó la voz de sus gargantas metálicas. En su epicentro se alzaba Aiden. Estaba en pie, completamente indemne.

Suspiró. Realmente eran muy molestos.

Su mano se deslizó hacia su espalda, asiendo el mango de su sedienta guadaña para desenvainarla muy lentamente. Su voz sonó casual, casi amistosa, mientras completaba el movimiento.

—Dicen que el miedo es una debilidad propia de los mortales; pero, ahora que lo pienso, me parece una ventaja. Si los forjados sintierais miedo, os habríais apartado y me habríais dejado pasar, conservando así vuestra vida. No obstante, a juzgar por vuestras expresiones —asió a Silencio con ambas manos mientras hablaba, levantandola sobre su cabeza como si fuera un bate—, no es una cuestión de miedo.

Las runas de Silencio estallaron en llamas verdiazules. Su filo se oscureció y se cubrió con un sudario fantasma. Bajo ella, la capa y harapos de la muerte blanca comenzaron a ondear bajo un viento inexistente, y sus tonos claros se tiñeron con la luz de los faros de Helheim.

Los enanos no sabían qué hacer. Se quedaron allí, quietos como un bosque y con los ojos como platos. La mandíbula de su líder temblaba demasiado como para preocuparse de dar órdenes.

—Simplemente sois estúpidos.

Silencio barrió el aire frente al Espectro del Invierno. El mundo se oscureció de golpe, como si unas cadenas lo hubieran arrastrado hacia el mismísimo Vacío. El contorno de Úlduar brilló con una luz verdosa, recargándose contra el inexistente cielo, contemplando impertérrita como los chillidos de varias criaturas que no deberían existir, acompañando una onda de luz neón del mismo tono, aniquilaron todo cuanto había en su camino.

Luego el día regresó, pero solo Aiden permanecía.

Del ejército sólo quedaba chatarra calcinada por la energía espectral. El metal candente lucía un color azulado en vez del clásico anaranjado allí donde el corte limpio de la guadaña les había partido a la mitad a todos; no obstante, los restos estaban demasiado desperdigados para un solo golpe. Aquí y allá lucían los destrozados cuerpos de los enanos férreos, desmembrados en pequeños montones de chatarra cubiertos por marcas de garras y colmillos.

El Espectro avanzó con paso calmado, usando a Silencio como bastón. Sus botas pisaron la cabeza cercenada del líder de aquella ridícula defensa, haciéndola astillas de metal, y le llevaron a través del enorme agujero que había donde antes había una puerta. Para cuando llegó al umbral, el resto del gigante ya había empezado a deslizarse barranco abajo.

Sin más, se internó el Ulduar sin saber lo que el cruel destino aún le deparaba.

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La fría noche había llegado y desaparecido, haciendo que los restos del sol naciente fueran mucho más apreciados por el medio demonio mientras caminaba lentamente por las calles matinales.

Respiró con cuidado y luego exhaló en silencio mientras su atención se movía hacia su entorno, sus ojos y oídos captaban murmullos de lugareños que colocaban sus puestos para las ventas del día, así como el herrero local que residía en la esquina más alejada de la calle, pero ella sabía que había muchos más en los alrededores.

— Apuesto a que la mayor parte de eso se le dará al alcalde de esta ciudad, para que pueda venderlo a los explotadores cultistas … esos granjeros ni siquiera obtendrán lo que se les debe, todos aquí de alguna manera son esclavos…

Desafortunadamente esta era la forma en que funcionaba el mundo bajo las ordenes de los dioses antiguos. Aquellos que no están en el poder o de noble cuna, trabajan hasta el hueso y ni siquiera recibían la paga que se merecían. Lo que ganaban en un año es probablemente lo que gana un noble en probablemente dos semanas …

Fue asqueroso e indignante, pero no había nada que se pudiera hacer.

— Tal vez algún día …

Sin embargo, Nhail que estaba justo detrás de ella tenía una mentalidad mucho más diferente.

‘’ ¿Por qué debería preocuparme por las hormigas del camino que no lucharán por sí mismas? ‘’

Pero honestamente, no estaba pensando en cosas tan triviales … o cosas que consideraba triviales. No, su mente estaba en algo mucho más importante. En este momento ambos compañeros temporales se dirigían a la oficina de contratos para mercenarios que tenía uno de los muchos mensajeros de su enemigo. Sin embargo, no se dio cuenta de que todo esto era mucho más grande de lo que originalmente había previsto.

Kætteren estaba guiando a Sombra del Viento al centro, donde se manejaban los contratos, su presencia ya enviaba campanas de alarma a los lugareños circundantes, pero en realidad, era mejor no prestarles atención en aquel momento … no cuando esta pequeña cantidad de paz era a punto de ser interrumpida. La atenta pero aguda amatista pronto descubrió su destino y rápidamente se volvió hacia su compañero, quien solo le dirigió la habitual mirada fría pero despectiva antes de asentir para que se fuera.

Sin dudarlo, la mujer caminó rápidamente hacia el edificio de dos pisos con el Elfo aún decidiendo caminar a su ritmo normal. Si todo saliera bien, estos demonios no sabrían qué los golpeó.


" Una hora antes "


— Antes de que hagamos algo, sería prudente contarte todo lo que sé sobre ese lugar para que no vayamos a ciegas, ¿estás de acuerdo?.

Ambos estaban sentados en la habitación que habían alquilado para pasar la noche en la taberna, Nhail todavía sentado en la mecedora y Kætteren sentada en la cama con las piernas cruzadas y las manos en el regazo.
Ella vio al Elfo suspirar silenciosamente y asentir gentilmente, sus oídos captaron el murmullo silencioso mientras terminaba de comprobar que los vendajes estaban bien atados antes de colocar su armadura.

— Correcto, tienen dos guardias en la puerta principal y dos detrás del mostrador en caso de que un mercenario decidiera engreírse. Hay tres agentes contractuales que entregan las órdenes solicitadas y el supervisor arriba, a quien personalmente no he conocido antes a menos que él lo desee, conoce a todos los mercenarios que trabajan para él. Tiene otros dos guardias para vigilar su habitación … tenemos que llegar a ese supervisor.

El medio demonio observaba a Nhail todo el tiempo, verificando sus facciones para detectar cualquier cosa que pudiera generar preguntas, pero se sorprendió un poco al verlo asentir levemente para continuar.

— Básicamente tenemos dos opciones en nuestro arsenal en este momento; una sería asaltar completamente el lugar por la fuerza o dos, pretender ser un mercenario buscando trabajo. Entonces, ¿qué prefieres Nhail?.

Ella lo observó reflexionar sobre las dos opciones por un momento hasta que vio el más leve tirón en la esquina de sus labios cuando sus ojos se encontraron con el hermoso brillo amatista que desprendían los de ella.

— ¿Qué tal un buen susto?.

La mujer levantó una ceja, devolviendo una pequeña sonrisa.

— Esto será divertido.


Presente


Mientras el Elfo observaba a su compañera temporal entrar a la tienda y mirar alrededor por un momento antes de dirigirse hacia uno de los tres agentes contractuales, probablemente para hablar sobre su reciente misión de reclamar su cabeza, Nhail negó con la cabeza levemente cuando pensó en el ayer, pensando en por qué ella lo dejaría ir en lugar de matarlo en el acto … se sentía diferente de otros demonios. Podía sentir la sensación de temor en el aire cuando caminaba junto a ella, el poder que tenía y, aun así, no tenía miedo, pero eso no hizo que su confusión interna le golpeara violentamente por el aroma que ella desprendía. Su presencia era algo que podría considerarse una espada de doble filo para él. Curiosamente disfrutaba de su compañía, apreciaba su comportamiento silencioso y su deseo de tratar de conversar con él.

Sin embargo, su monstruo interior no quería nada más que arrancarle la garganta o destrozarla con sus cristalinas gemelas, solo por ser un demonio. Era una ira primitiva, algo que podía controlar, pero cuando la armadura le susurraba … era casi imposible detenerlo.

‘‘No. Todos los demonios son iguales. Solo porque puedo soportar su compañía, eso no le quita su herencia.’’

Se reprendió a sí mismo por ese pensamiento, pero decidió que era mejor sacudirse por el momento ya que había un trabajo que hacer.

Nhail se acercó a uno de los tres mostradores que contenían a los agentes contractuales, se dirigió instantáneamente a los dos guardias detrás de él, al ver que eran miembros del ejército de N’zoth y el con aquella armadura y su dominio de la lengua shath’yar.

— ¿Eres un mercenario, viejo?, ¿Estás aquí para conseguir un contrato o qué?

Viejo …

Eso hizo que Nhail le mirase con una expresión cansada pero aburrida. Sin embargo, sin que él lo supiera, Kætteren había escuchado el comentario y, sinceramente, le hizo taparse la boca para ocultar una risita mientras charlaba distraídamente con el otro agente.
Mirándolo fríamente por un momento, asintió y luego miró los múltiples contratos que estaban cuidadosamente apilados a la derecha.

— Sí, vine por un trabajo. Escuché que varios mortales consiguieron fugarse de la celda que Actiss custodiaba y no deben de andar muy lejos.

El cultor sintió una gota de sudor correr por el costado de su frente ante la mención de ese nombre, pero luego rápidamente procedió a encontrar dicho contrato. Después de hurgar en la lista cuidadosamente apilada, sacudió la cabeza y suspiró.

— Lo siento viejo, parece que esa ha sido tomada. Revisa algunas otras, ¿de acuerdo?, no creo que un viejo como tú pueda atrapar a ese tipo de todos modos.

El cultor pareció despedir a Nhail pero, sinceramente, hizo que una sonrisa lenta apareciera en sus labios.

— Lo siento, pero … déjame reformular …

El cultor sintió una mano deslizarse alrededor de su cuello y sacarlo de su asiento, gritando repentinamente …

— Soy … Sombra del Viento.

El cultor fue arrojado contra la pared, derribándole inmediatamente antes de ver que las gemelas que deseaba no haber querido ver en su vida se balancearan con facilidad hacia uno de los guardias detrás del mostrador. Sin embargo, de manera tan repentina, la mujer que entró antes, corrió hacia los dos guardias que corrieron ante la repentina conmoción, pero rápidamente se encontraron desenfundando sus armas al ver que una lanza corría hacia ellos a velocidades inhumanas. Uno logró esquivar el ataque torpemente agachándose y esquivando a un lado, pero el otro no tuvo tanta suerte … tan pronto como la lanza atravesó el pecho del guardia haciéndole gritar de dolor, la punta de la lanza fue repentinamente conducida hacia la mandíbula atravesando su cerebro.

Kætteren sonrió cuando sintió que la sangre bajaba de la hoja y entre las yemas de sus dedos volviendo la cabeza hacia el segundo guardia que tenía una mirada de pura petrificación. En cuestión de segundos, se encontró con su fin al empujar la punta de la lanza directamente a través de sus entrañas y un rápido empuje en la parte posterior de su cuello, haciendo que la sangre se acumulara debajo de su cuerpo flácido. El medio demonio se giró justo a tiempo para ver a su compañera destruir completamente a los dos guardias en un solo golpe, enviando sangre y partes del cuerpo por todo el lugar, así como algunos restos destruidos.

Estaba a punto de comentar sobre su hazaña destructiva, pero fue interrumpida cuando los dos guardias del piso de arriba se apresuraron a saludarlos, emitiendo rugidos bajos por parte de ambos mientras atacaban.

Uno fue a por Kætteren, y ella … ella no pudo evitar sonreír.


Continuará …


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Rankahem, horas antes de los acontecimientos de Cámara del Corazón

La quebradiza normalidad retornó al poblado, las camillas y gritos de dolor dieron lugar de nuevo a los puestos de algunos mercaderes que se atrevieron a reabrir sus tiendas en la plaza del pueblo intentando sacar a aquellos aventureros algunos oros extra pregoneando las bondades de sus variopintos productos y sus ofertas, confiando en que vivirían un día más.

La mayoría de los heridos fueron desplazados a otras ubicaciones más idóneas para su recuperación mientras que a los pies del poblado aún continuaba la ardua tarea de identificar los cadáveres de los caídos que no paraban de llegar de las ruinas de Orsis, aquellos que corrieron la suerte de ser identificables eran enviados en simples ataudes de pino sin el más mínimo atice de ornamento a sus tierras natales para ser enterrados con los honores que merecían, los que quedaron irreconocibles simplemente eran arrojados a una de las fosas comunes excavadas en las yermas arenas del desierto de Uldum y sin embargo Rankahem trataba de continuar la jornada olvidando el trágico ataque que arrebató las vidas tanto de aventureros venidos de todo el mundo como de vecinos que marcharon a defender a los suyos en una autoimpuesta amnesia

El trio al fin alcanzó el embarcadero ajenos a lo que sucedía en el pueblo, atravesaron las enlosadas calles calizas del poblado y su plaza para alcanzar la taberna en la cual aquel renegado intentó venderlos a las facciones. El pícaro dio un toque al paladín lo que hizo que se detuviera

  • ¿Pasa algo?, ¿Algún enemigo cerca?. El paladín estiró sus agotadas piernas

  • Tengo que ir a recoger un envío que solicité, volveré en unos 20 minutos o media hora, nos vemos en el maestro de vuelo. El pícaro entró en la taberna antes de que pudieran mediar media palabra, como ya les tenía acostumbrado

  • ¿Te apetece un trago de algo más decente que la otra vez? El paladín estirando sus brazos, acompañado por el sonido del roce de cota de malla y placas, miraba agotado al no muerto.

  • Esta vez rechazo tu oferta pero sigues debiendome una buena pinta, Sus comisuras esbozaron una leve sonrisa quiero tomarme un rato de reflexión personal.

  • Claro… si te apetece vente y si no pues bueno, nos vemos en un rato allí. el paladín se dio media vuelta y caminó con tranquilidad al interior de la taberna

El enano no muerto caminó tranquilamente hacia el embarcadero del cual provenían, atravesó la plaza rechazando la insistencia de un par de tol’vir que trataba de venderle ungüetos y pociones milagrosas según ellos y llegó al borde del embarcadero, carente de cualquier tipo de embarcación. Con cuidado se sentó, dejando caer sus cortas piernas al leve vacío con la superficie del agua, se quitó con algo de esfuerzo sus maltrechas botas y pataleó un poco el embalsado río con las puntas de sus dedos muertos notando algo de frío en estos

Miró al horizonte en un alarde de tranquilidad en aquella tormenta observando a la distancia aquella obra de ingeniería que era la presa de la cual provenían, ahora ornamentada por obeliscos de obsidiana y el portal al plano oscuro de Ny’Alozha y se imaginaba que podría pasar si colasapse por un instante o quienes fueron los artífices de la estructura por otro instante, finalmente sus pensamientos derivaron a algo mayor, la propia estructura del poder en aquel planeta

  • Todo esto empezó por Sylvanas y sus ansias de poder… no, no lo empezó ella en verdad, más bien es el último eslabón de una cadena que se remonta a milenios dejó de chapotear con el agua Sylvanas, Garrosh… Aszhara. Todos han buscado suprimir a sus enemigos y saciar su hambre de poder condenando a los demás sin miramientos suspiró es un ciclo eterno que se retroalimenta, jamás lograremos la paz hasta que nos exterminemos volvió a chapotear con el agua del embarcadero rememorando aquellos años despreocupados de su infancia, largo tiempo perdidos.

  • El poder en una figura mortal y caduca es el mayor error que se puede cometer, todos quieren crear un legado tratando de lograrlo antes de perecer sin pensar en los efectos que causaran cuando mueran… ese cortoplacismo no ha dejado de causar dolor y miseria, reyes, jefes de guerra, todos han pensado igual pero tampoco se puede dejar el poder en el pueblo, actuarían como un rebaño a la que un lobo con carisma los engatusasen con bonitas palabras tomó una piedra y la arrojó intentando que rebotase en la superficie, sin embargo se hundió en las oscuras aguas al impactar contra estas

  • Quizás ese bastardo de Aiden tuviera razón y realmente la propia vida sea enemiga de sí misma…quizás el que estaba equivocado era yo… La palma de su mano derecha golpeó su frente ¿Que demonios ando diciendo?.. no puedo estar dándole la razón…no al menos con sus métodos, congelar el mundo no pudo ser la solución.

El viento comenzó a levantarse meciendo las palmeras emitiendo un leve canto relajante al moverse y agitando la lámina de agua creando pequeñas olas

  • Los mortales no pueden gobernarse a sí mismos… Sylvanas no lo era pero… pero solo era guiada por su venganza contra Arthas, nunca fue alguien confiable, pero quizas alguien eterno y sabio fuera lo mejor para todos, alguien que uniese bajo un solo colofón al mundo entero… el viento cesó, dejando otra vez tan plana como las antiguas salinas de Mil Agujas la superficie del embalse quizás…Observó su reflejo en esta ¿en que ando pensando?, eso me convertiría en uno de ellos Arrojó una piedra del tamaño de su puño al agua rompiendo el reflejo ¿Que he de hacer?, ¿Dejar que continúe el ciclo y acabemos exterminandonos?, ¿Dejar que Aiden congele el mundo?.. Su voz se enfrió no puedo permitirlo.

Se dio un tirón en su nívea barba ¿En que ando pensando otra vez? ¿Quien soy yo para decidir sobre la vida de los mortales?.. Desefundó la daga que portaba en su cinturón y se miró en el reflejo del pulido acero me estoy consumiendo por la oscuridad… estos pensamientos cada vez son más recurrentes… quizás cuando acabe con mi tarea debería eliminar la anomalía de esta línea temporal… parece que será inevitable volvió a enfundar su daga y se levantó apoyando su brazo en el calizo suelo Ha tenido que pasar ya la media hora que dijo, mejor olvidar estos asuntos hasta que llegue su debido momento.

Terminó de ponerse en pie y caminó de retorno al maestro de vuelo

  • ¿Pasaba algo? llevamos esperando un rato ya El pícaro sostenía bajo su brazo una caja de cartón un poco deformada por una esquina

  • Ah nada, necesitaba un tiempo para mí no se preocupen y por cierto ¿Que llevas en esa caja? el enano no muerto observaba curioso el recipiente

  • Ya lo sabrán a su debido momento, ahora vayámonos El pícaro ataba con cordeles la caja tras la montura del grifo alquilado

  • Te veo desanimado, ¿de verdad ha ido todo bien?, sabes que puedes contarnos todo a nosotros de verdad El paladín metió su pierna en el estribo tratando de subirse

  • A su debido momento, junto a unas buenas pintas, pero tenemos muchas cosas que hacer, pero… muchas gracias el no muerto se ajustaba a la montura

Los tres grifos alzaron sus alas y emprendieron su vuelo al incierto destino que les deparaba

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Con rápidos movimientos, el lado de Kætteren dio un torpe ataque del guardia antes de golpear la parte posterior de su cabeza con el eje de su lanza, haciéndole agacharse de dolor.
Ella usó su espalda como un pivote mientras giraba hacia su otro lado, balanceando la punta de la lanza en un arco hacia arriba y cortando el cuello expuesto del guardia.

Cayó al suelo, gorgoteando y ahogándose con su propia sangre antes de caer flácido.

A Nhail, su trabajo le resultó mucho más fácil ya que el guardia que lo empujó se lanzó diagonalmente hacia él, pero con evasión evitó fácilmente el débil ataque dejándolo expuesto. Con un rápido empuje de sus gemelas, Sombra del Viento empaló al guardia antes de girar y arrojar con fuerza el cuerpo directamente contra la pared, dejando una grieta evidente y una salpicadura de sangre.

Nhail sonrió ante su trabajo y miró al medio demonio, viendo que ella también había completado su trabajo y asintió levemente en aquel cruce de miradas.
Él notó una pequeña mancha de sangre en su mejilla y por alguna razón, tuvo que reprimir inmediatamente la necesidad de limpiarla mientras su mente comenzó a regañarse a sí mismo por pensar en tal cosa.

Hoy sería el último día que se verían, así que ¿por qué demonios debería pensar en cosas tan triviales?

Comenzaron a caminar hacia las escaleras y sin que ella lo supiera, lucía un ligero sonrojo cuando notó que la miraba, el también contuvo el impulso, la necesidad de sonreír y provocarla con su naturaleza interior.
De alguna manera se sintió mucho más tranquilo en su presencia.

Una vez más, la idea se cortó cuando llegaron a la puerta que sostenía al supervisor, el que finalmente le diría a Kætteren la información que necesitaba saber. De repente sintió una punzada de tristeza, su corazón, haciendo que se detuviera ante la puerta y se llevara una mano al pecho. ¿Por qué la idea de que el se fuese le hacía sentir así? Era tan confuso …

"No, por supuesto que no. ¡Eso es absurdo! Nunca querría que viajase con ella … ¿Lo haría?‘’

— ¿ Te encuentras bien?

Kætteren presionó sus labios en una delgada línea cuando escuchó su voz, a pesar de que estaba desprovista de emoción.

¿Realmente no sentía nada? , silenciosamente suspiró y se armó de valor, mirándole con aquellos ojos amatista antes de alcanzar la manija de la puerta.

— Estoy bien.

Nhail levantó una ceja ante el repentino cambio de humor, su mano derecha lentamente se convirtió en un puño.

“¿Fue algo que dije?”

Kætteren abrió la puerta, revelando a un hombre detrás de su escritorio que tenía el pelo castaño corto y ojos verde oscuro con una pluma en la mano. Parecía que estaba en medio de escribir algo. Levantó la vista y arqueó una ceja con una leve sonrisa que adornaba sus rasgos.

— Señorita Daetau, que bueno que haya regresado. No completó su misión …

— Oh, pero lo hice Thelgen … y te traje su cabeza, sin embargo, no creo que aprecies lo que tiene que decir.

— Necesitamos saber dónde está, y parece que tienes los contactos para ayudar a encontrarlos … si no deseas ayudarnos, hay otras maneras en la que podemos solucionar este asunto.

Thelgen entrecerró los ojos un poco mientras los miraba a los dos una vez más antes de colocar la pluma y descansar los antebrazos sobre el escritorio con las manos juntas.

— Tu padre te está buscando.

— Pensé que había dejado claro que había perdido la oportunidad de hacerme sangre de su sangre.

Una respuesta que no esperaba, incluso Thelgen podía sentir la amarga frialdad que irradiaba de sus labios mientras pronunciaba esas palabras, aunque parecía calmarse mientras hablaba una vez más.

— No importa … si me dijeras su ubicación, podría ir a verlo.

— Ya sabes la respuesta a eso Kætteren.

En cuestión de segundos, la mano de Thelgen se extendió hacia el otro lado de su escritorio, donde parecía que algo residía, pero fue inmediatamente detenida por un cuchillo arrojadizo que pasó directamente por su mano. Un grito y una mirada severa fue todo lo que se le dio al medio demonio.

— Ni te muevas un pelo. Necesito saber cómo encontrar el camino que me lleve a N’Zoth.

Los ojos de Thelgen se abrieron y una mirada instantánea de sorpresa y preocupación se apoderó de él.

— ¡ No deberías nombrar el nombre de nuestro amo tan a la ligera ! ¿Que pretendes?.

— La respuesta es simple …

Sus ojos vagaron lentamente del medio demonio al elfo que ahora estaba parado detrás de ella con una mirada que no tenía nada más que malicia silenciosa y rabia detrás del yelmo que portaba. Observó cuidadosamente mientras su mano se movía lentamente hacia una de las empuñaduras vendadas de la gemelas que descansaba sobre su espalda.

Unas gotas de sudor corrían por su frente mientras sus facciones se contorsionaban en disgusto y enojo.

— Simplemente … mortales.

— Este simple mortal sabe más de lo que piensas.

Más rápido de lo que el podía comprender, Nhail sacó sus gemelas y rápidamente colocó los filos de Myrkur contra su cuello , listo para degollarlo en cualquier momento.

— Tuvimos un pequeño … desacuerdo, ya ves.

Thelgen frunció el ceño y miró a los dos una vez más, cada vez más irritado. Miró a Nhail desafiante, algo que no apreciaba.

Sus ojos volvieron al medio demonio.

— Realmente deberías hablar con tu padre, ya que podría resultar útil.

Kætteren frunció el ceño al ver que este tipo estaba malgastando su tiempo a propósito. Suspiró ligeramente y se volvió hacia Nhail, decidiendo ignorar al supervisor por el momento.

Este se calmó cuando el contacto repentino de la fría cuchilla se retiró y fue llevada de regreso a su hogar, la espalda de Nhail mientras su sonrisa se desvaneció lentamente.

— Dile a su padre … que Sombra del Viento vendrá por él.

Después de aquellas palabras intentó alejarse de aquella habitación, pero fue detenido por la voz del supervisor.

— Si ocurriera un gran batalla, toda Ny’alotha respondería a la llamada de N’Zoth.

Nhail se dio la vuelta lentamente para encontrarse con la mirada del supervisor, cuya ilusión humana ya no existía y finalmente reveló su verdadera apariencia, pero aun así, Nhail no fue disuadido por su verdadera forma. Los ojos del Elfo se estrecharon y por un instante vio algo que ni siquiera parecía humano …

— Entonces lo abordaría de frente. No le temo y respecto a Kætteren, me quedaré a su lado.

En ese momento, Kætteren sintió algo dentro de ella que no había sentido en mucho, mucho tiempo, hizo que sus ojos se abrieran, sus mejillas se enrojecieron ligeramente contra su piel bronceada y su corazón se aceleró por un momento.

— Soy hija de un demonio y una bruja … sería lo mejor para ti permanecer quieto como criatura.

Kætteren descubrió que el calor se reemplazaba rápidamente por la ira mientras sus ojos miraban a la criatura.
Nhail se dirigió hacia la criatura que se retorcía de dolor, la frialdad volvió a aparecer en sus rasgos.

— Trae un batallón y lo destruiré. Trae un ejército y lo fulminaré.


Continuará


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