El despertar de N'Zoth y el contraataque de Azeroth

Relato escrito por Thantos. :snowflake:


Aiden contempló las armaduras ante él con la tez más lívida que de costumbre. Se cruzó de brazos y miró de soslayo al goblin a su izquierda, que le sonrió con aire expectante; y a la paladín a la derecha, que apenas podía estarse quieta de la emoción. Volvió a mirar el expositor de cristal y acero y este le devolvió el reflejo de su mirada ceñuda, desafiándolo a que dijera algo.

—¿Esto es la Égida de Azeroth?

Yotni asintió con tal brusquedad que casi se partió el cuello.

—¿Qué te parece? Es la caña, ¿verdad?

—Grrr —gruñó y torció el gesto. Se inclinó hacia delante e inspeccionó la coraza que había dentro de aquel extraño armario de los titanes, frunció más el ceño y volvió a gruñir. Su mirada, cruel y experta a partes iguales, la recorrió palmo a palmo, micra a micra, para encontrar alguna falla en su diseño. Pronto le quedó claro que, en términos técnicos, esa armadura alcanzaba la perfección, pero su falta de defectos no se tradujo en falta de dudas.

Era al menos la mitad de voluminosa que su anterior armadura y como mucho un tercio de pesada, y aun así transmitía tal sensación de solidez y firmeza que empezaba a dudar que pudiera cargar con su peso sin colapsar. Su inmaculado acero negro estaba salpicado de runas azuladas y titilantes, con los remaches y los refuerzos chapados en acero titánico radiante como el sol, como si la forja hubiera arrancado un trozo de cielo y lo hubiera usado para dar forma a la armadura en vez de metal mundano. Su coraza estaba articulada por el abdomen y en el pecho lucía el tenue dibujo de una vorágine, y sobre ella reposaba una estola de varios pliegues de los que manaban por igual Ashjra’kamas y una capucha con el canto reforzado en bronce. Motivos de cuervos, cráneos y corceles decoraban sus botas blindadas y sus guanteletes acorazados, ambos largos hasta su respectivos rodilla y codo y transformando sus extremidades en crueles garras de buitre.

Lo único que no entendía era la cota de malla que unía todas las piezas. No era de anillos ni de escamas; de hecho, ni siquiera era de metal. Era una especie de tela gruesa de color oscuro, maleable como la arcilla y con un tenue brillo mate. Si forzaba la vista a través de su reflejo podía ver una trama de pequeños triángulos encajonados en ella, iluminados por el tenue resplandor de las venas de azerita que la recorrían trazando angulosos giros y avances rectilíneos. Una cota extraña, misteriosa y preocupantemente ceñida.

—El viaje a Uldorus ha merecido la pena —se dió por satisfecho—. Aunque la cota de malla no parece demasiado protectiva.

El goblin se carcajeó y le dió un golpe en el nacimiento de la espalda.

—Ha sido una bonita sorpresa de última hora, regalo de los esquemas de la forja —con aire triunfal, el goblin se acercó a la cuna de acero y, pulsando un botón de su lateral, el vidrio se deslizó a un lado y la dejó a su alcance. Una ráfaga de aire frío y esteril agitó la melena de Aiden sin que ni un olor golpeara sus narices—. No tengo ni zo.rra de que es o como funciona, pero se endurece con el impacto y conduce la azerita que da gusto.

Un tejido que se endurecía al golpearlo. A Aiden le costaba creerlo, pero el goblin no era de los que faltaban sin tener una buena razón. Y estaba fardando mucho.

—Se endurece. ¿Hasta qué punto?

Sin dejar de mirarlo con aire chulesco, Yotni apoyó un hombro en el armario y con el brazo libre le metió un tiro a quemarropa a una de las mangas. La azerita de la bala lanzó un chisporroteo en el aire y, una humareda después, la armadura reapareció ante sus ojos.

Completamente indemne.

—Vaya…

—Eso mismo dije yo —apostilló la paladín—. Incluso la capucha es de ese material, así que no necesitarás yelmo esta vez. Se que no te gustan.

Aiden se giró hacia ella y sonrió con torpeza.

—Gracias.

—No hay de que. Ahora, póntela. Partimos a Ny’alotha en media hora.


—Me siento ridículo —desde el techo de la Cámara principal, Mir graznó para darle la razón a su amo.

—Venga, no seas quejica. Cosas más raras te has puesto.

—¿Te estás divirtiendo a mi costa, verdad?

—Un poco —la paladín, sentada en una caja abierta y volteada, se ajustaba una bota de su propia Égida con aire distraído y mirada traviesa—. Además, creo que te queda bien.

Aiden se la quedó mirando en silencio; sus ojos eran poco más que una rendija luminiscente bajo una nueva capucha. Mir graznó otra vez y clavó una mirada llena de desconfianza a la hombrera derecha de su maestro, primorosamente tallada como el cráneo de un cuervo de cuencas furibundas y humeantes.

Cierto era que el resto de la armadura tapaba la mayoría de esa extraña cota de malla, y solo se le veía en las corvas, los sobacos y tras el codo; pero era poco consuelo frente a la extraña sensación que le causaba sobre la piel. Era casi como no llevar nada, y aun así, podía notar una leve presión y el trino de la azerita sobre cada poro de su piel. Silencio se ladeó con pereza en su nueva funda magnética, mirando con pereza el rostro contrariado de su amo como si el asunto no fuera con ella.

—Mmm… —no solo era vergüenza lo que sentía, y eso le hizo dudar. La sensación de invulnerabilidad que le ofrecía la Égida, de saberse intocable a todo lo que el mundo podía lanzarle. Gruñó de nuevo, intentando decidir si amar u odiar su nueva armadura, pero las ruidosas pisadas que anunciaron la llegada de Magni y el resto de los Defensores le quitaron la oportunidad de hacerlo.

Aiden sonrió para sí. Al menos, mientras no fuera el único que la llevara, nadie podría burlarse de él.

—Ya está todo listo. Ha llegado la hora del todo o nada —la voz de Magni sonó nerviosa a pesar de su intento por disimularlo.

Ambos se pusieron en pie y se acercaron con paso ligero al grupo. Ahora que la veía desde fuera, tenía que reconocer que la Égida daba un aire de imponencia y peligro sin dejar de tener cierta elegancia limpia. Incluso Aldana, que gruñía y se revolvía en su cota de malla como un gato con botas de agua en las patas, tenía cierto aire de formalidad dentro de su acostumbrado salvajismo. Moki, en cambio, parecía igual de cómodo que en sus ropas rituales.

—Los ejércitos, los campeones aliados y su hábil comandante ya están listos. Asaltarán la Ciudad Durmiente en cuanto tomemos ambos lados del portal.

— ¿Y Aldo? —inquirió Valerie con una ceja enarcada.

—Se unirá a vosotros más adelante. El plan es que se infiltre mientras vosotros despejais el camino. Se os unirá a vosotros en cuanto pueda.

Aiden miró uno por uno a sus aliados, sus compañeros de armas, y por qué no, de sus amigos. Todos compartían ideales, todos defendían la misma causa, y por fin había llegado el día de darlo todo por ella. Mir grazó de nuevo y se posó en el canto de Silencio con un gorgojeo musical.

—Estamos listos.

—Entonces no tenemos tiempo que perder. ¡MADRE, lleva a los héroes de Azeroth y a los ejércitos del mundo a Pandaria.

Los ojos de la vigía lanzaron un destello.

—Coordenadas fijadas. T para el transporte: menos un minuto.

8 «Me gusta»

Caminaba pensativo esquivando los aún presentes cadáveres de los asaltantes sin prestarles el más mínimo ápice de atención pues ya no le sorprendía, o al menos hasta que vio la grotesca escena que casi le hizo vomitar.

Dio medio paso atrás alejándose de aquella zarza, pensó si era una visión de N’Zoth hasta que una maga pasó gritando horrorizada corriendo, la zarza era real, aquellas espinas ensangrentadas goteaban el reconocible fluido carmesí, pudo ver como un pedazo de “algo” caía junto a un fragmento blanco esquirlado también enrojecido, el morbo y la curiosidad superó las alarmas que le urgía huir de allí de inmediato, alarmas que el enano desearía haber obedecido cuando miró al suelo y vio el destrozado cadáver de lo que parecía un kultirano, un orco o vaya a saber la Luz que fuera, cuando vio aquel ojo fuera de su orbita mirándole simplemente caminó sin mirar atrás, simplemente caminó, sintiendo frío en todo su cuerpo y caminó hasta alejar de su vista aquella zarza

No era la primera vez que veía un cadáver, pero ninguno le repugno tanto como aquél, sabía que no era el paladín más ejemplar, pero el respeto por los caídos, aun fuera enemigo permanecía en el, aquello le pareció un sacrilegio y a nivel más visceral algo simplemente repugnante, sabía que recordaría aquella mirada muerta por muchos años, si es que no toda su vida

Notó una mano en su hombro y un leve tirón; a su espalda estaba el pícaro, pecho descubierto, portando un par de voluminosos sacos ocres en su otro brazo aunque no parecían especialmente pesados pese a su tamaño

Se dio cuenta que olvidó agradecer a aquel tauren, quizás la escena de la zarza le hizo pasar frente a la cámara donde estaba sin darse cuenta pero… aquella zarza le horrorizó, no querría encontrarse con el artificie de aquella macabra creación

  • ¿Estas bien? El kultirano le dio un pequeño tirón preocupado creo que se nos acaba el tiempo, un terraneo me pasó estos sacos diciendo que eran las armaduras, deberíamos probarlas aunque parecen muy ligeras.

  • Si… es que vi algo asqueroso… relajó su voz ¿Así que armaduras nuevas?, un detalle la verdad, estas no son muy… apropiadas que digamos.

  • Así que viste “el arbusto”, se lo merecía por traicionar a Kul’Tiras susurró veamos nuestras nuevas armaduras, me dijo que era lo mejor que podía ser ensamblado en Azeroth.

El pícaro dejó en el suelo los sacos y abrió uno de ellos, sacó su contenido y lo dispuso sobre el suelo

  • Esto… ¿“Eso” es la armadura? dijo anonadado el enano

  • ¿Es esto alguna clase de broma de mal gusto? le acompañó el pícaro

El enano palpó el oscuro acero y lo levantó en peso No pesa apenas nada… ¿Es esto algún tipo de disfraz?, parece sólido y diría con mis limitados conocimientos de metalurgia que las placas son de calidad pero… ¿de verdad las placas están unidas por una tela? el escéptico enano palpaba aquella tela tratando en vano comprender de que se trataba

El pícaro enojado arrojó el otro saco al suelo con saña ¿Acaso se creen que estamos para disfraces?, ¡En que demonios anda pensando Magni ahora mismo!, Que armas nos dará ¿cuchillos de mantequilla? el kultirano iracundo maldiciendo al diamantino enano le dio una patada al saco, impactando con la ahora no tan prístina pared con un sonido seco y rasgandolo

  • ¿Quieres calmarte?, o es un error o hay algo que no nos han dicho pero es imposible que nos hayan dado algo que nos deje vulnerables…Observó el rasgado saco ya lo has roto enhorabuena, seguro que has abollado las placas y destrozado la ¿cota de malla? o lo que sea esto se echó la mano a la frente.
    Voy a recogerlo y preguntaremos a Magni, el sabrá decirnos que es esto.

Caminó hacia el saco roto, sacó su contenido y sorprendido indicó con gestos al pícaro para que se acercase

  • Esta intacta, impoluta… no tiene ni un rasguño. Dijo el enano dándole vueltas a la armadura, esta considerablemente más grande que la anterior

  • ¿Acaso eso importa?, mire por donde la mires tiene puntos vulnerables por todas partes, una flecha o una daga por esas telas serían letales.

  • ¿Me quieres dejar hablar? algo enojado interrumpió el enano no soy herrero pero he vivido toda mi vida en una ciudad llamada “Forjaz”, algo sabré de armaduras y esta tiene algo especial, con esa coz que le has dado una armadura ordinaria… incluso diría una de buena calidad hubiera quedado inutilizable y esta esta impoluta, yo digo de ir a preguntar antes y ya de paso por armas, que aún no tenemos.

El kultirano suspiró quizás tengas razón, pero es que míralas, parecen un disfraz o un pijama, no me da ninguna confianza.

La autómata voz proveniente de alguna cámara cercana se dejó oír por el pasillo

  • ¿Menos un que? Confuso dijo el enano portando ambas armaduras en su hombro y sendos sacos en su mano izquierda por cierto, que poco pesa esto.

  • “Menos un minuto” creo que ha dicho… ¿Esta planeando transportar al grupo aquel? dijo algo nervioso el pícaro

  • ¿De que grupo hablas?, espero que M.A.D.R.E nos haga un transporte a nosotros cuando estemos listos, a ver si nos ahorramos el viaje…

8 «Me gusta»

Relatito de Hæyhæ :bow_and_arrow:


Se elevó un momento por encima del grupo para tener una buena visión del entorno. Aunque Blackie no podía venir con él –pues el lobohalcón era demasiado pequeño para ambos- el felino no tendría ningún problema en localizarle, ni mucho menos en seguir al grupo. Incluso se había ganado el cariño de muchos Errantes.

El campamento de los Campeones de Azeroth era el más grande y se situaba en el centro y ya desde su posición podía divisar la variedad de razas que había ahí. Era raro que no hubiera altercados entre las dos facciones, pero supuso que en ese campamento estaban los miembros más sensatos de cada una de éstas. Atrás quedaba el campamento de los Errantes, o de los sindorei en general, un campamento relativamente pequeño comparado con el que había a su derecha, el de la Alianza o a su izquierda, el de la Horda. Y quizá sólo un poco más grande que el de los kaldorei, en frente, pasando el campamento neutral.La actividad en todos ellos era más que notable, era evidente que pronto se pondrían en marcha, y de todos ellos salía un grupo más o menos grueso que se dirigía hacia el centro. A lo lejos, en el corazón de Uldum se podía divisar la tétrica estructura que daba paso a Ny’alotha. No había actividad cerca de ella, pero si unos cuantos guardias muertos. Algunos aventureros parecían tener mucha prisa por entrar.Descendió hasta tocar tierra y se reunió con Blackie. El pequeño pelotón avanzaba a buen ritmo sin cruzar apenas palabras entre ellos. No les tomó más que unos minutos llegar a su objetivo

El lugar bullía de actividad, con razas de todos los tamaños pasando de forma apresurada de un lado para otro, hasta las expresiones de sus caras variaban: desde el miedo hasta la emoción. El cazador esperaba que de verdad pudieran coordinarse lo suficiente como para romper la seguridad de Ny’alotha hasta llegar a su objetivo. A pesar de no ser muy amigo del orden y las reglas del ejército, sabía que éstos eran de vital importancia para el éxito de una misión. Un ejército sin orden es un ejército derrotado, o eso decían todos.

Al cabo de poco, llegaron al punto de reunión que les habían indicado: la gran tienda en el centro del campamento. Los otros grupos también habían llegado y aunque las miradas hostiles no fallaron, supieron mantener la calma, aunque quizá fuera al enorme draenei que había empezado a impartir órdenes.

– El ejerrcito de los Campeones de Azerroth está ya listo parraparrrtirr- informó con aquel peculiar acento propio de los de su especie- se esperra que a las puerrtas nos reunamos con el otrrrogrrrupo, el de la Cámarrra del Corrazón.

Siguió repartiendo instrucciones durante un rato, sobre movimientos, tácticas y demás, pero de manera superficial, pues según dijo recibirían más instrucciones delante de la puerta. Añadió también que los campeones designados para llegar hasta N’zoth debían entrar en la tienda para recibir la protección debida y citó varios nombres –entre ellos el del sin’dorei y varios conocidos- y al resto les ordenó que lo siguieran.

El cazador se quedó ahí con unas seis personas más, entre los que reconoció a Ember, Eliannor, Vangalys y el rendorei que conoció en Nazjatar ¿Hankom era? La cara de pocos amigos del enorme guerrero se había acentuado más si cabía. También había otro rendorei, éste con un aura tan siniestra que le dio un escalofrío al elfo de sangre. Tenía toda la pinta de ser un caballero de la muerte, pero ¿cómo era posible? Los elfos del vacío eran relativamente recientes, demasiado para que alguno pudiera haber sido convertido, de hecho ¿Cómo podían coexistir la energía del vacío con la de la muerte? El cazador lo ignoraba, pero tuvo que desechar la idea de averiguarlo, pues notó como su arco se interesaba por la siniestra espada del caballero caído. Ambas armas parecían estar tanteándose de manera peligrosa, como dos animales salvajes que se cruzan en la noche. Obviamente el rendorei también lo había notado, pero algo debió hacer porque tras lanzar una mirada de curiosidad a su antiguo compatriota, el silencioso combate entre ambas armas cesó de golpe. Un instante después un guardia los hizo pasar a la tienda.

8 «Me gusta»

El calor de las arenas de Uldum le agotaba considerablemente, el cambio de las frías salas metálicas de la cámara del corazón al aire calientes, el roce de la arena y el sol incandescente del desierto le hacían polvo los sentidos.

Tras su regreso había puesto en funcionamiento, con carácter de urgencia, todo el campamento para prepararse para el asalto final. Armamento, suministros, rugidos de monturas varias, soldados corriendo por el ajetreado campamento, envío de ordenes de avance, reuniones de urgencia para explicar la situación, discusiones sobre su desaparición y esas extrañas armaduras.

Los últimos mensajeros habían partido rumbo al resto de campamento con las ultimas novedades y dando aviso sobre el inminente ataque a Nyalotha, con la esperanza de que todos las fuerzas conjuntas fuesen suficientes para contener la marea sin fin. La mayoría ya estaban cerciorándose de cerrar los preparativos de partida sin embargo, por si no fuese suficiente, los dos capitanes enfrente suya, si es que podrían considerarse eso, le estaban volviendo loco.

Estaba sentado frente a la mesa con varios informes y misivas mientras contemplaba la escena, un dejavi más bien, que transcurría a sus ojos. Tamborileaba en la madera con sus dedos intentando dejar en orden su cabeza mientras dejaba que humano y orco, los encargados de las tropas de la alianza y horda respectivamente, siguiesen soltando injurias, amenazas y exigiendo un poder que ni por asomo les iba a ser entregado.

Ya con su regreso tuvo un reencuentro emotivo, ver como su segundo al mando discutía con ellos mientras “solicitaban” ser ellos quien dirigiesen a los defensores y se uniesen a sus respectivos ejércitos. Palabras como “honor”, “gloria”, "luz, “unión”, “fuego”, “leoncito”, “barbaros” o derivadas bailaban por la sala como puñales lanzados al viento pero siempre fallando en su objetivo.

Un golpe seco en la mesa, seguidos de varios papeles desplomándose, le sacaron de su ensimismamiento. El orco le miraba furioso, ninguna novedad, mientras resoplaba por sus fosas nasales con fuerza.

  • ¿Si? - contesto con desdén el comandante.
  • Ni siquiera el “gran comandante” se dignara a escuchar nuestras necesidades. -soltó con prepotencia el humano- Se ve lo “interesado” que esta tras sus vacaciones en salvar nuestras vidas.

Arqueo una ceja sin contestar a sus provocaciones mientras comenzaba a hablar el orco. Su aliento llegaba hasta su sitio de lo fuerte que soltaba cada palabra.

  • ¡Unos simples monos blancos! ¡Acaso piensas que la Horda puede salvar vuestros patéticos traseros con una telita de seda! Exigimos la mejor equitación, no esa piltrafa de armadura que nos has traído.
  • Que sabréis vosotros de lo que os he dejado o no de traer -contesto- ¿De verdad pensáis que no es suficiente para vuestras tropas? ¿Qué traería de las cámaras del corazón una bazofia que nos fulmine? Estáis ciegos…

Como una centella una idea se le paso por la cabeza, mataría dos pájaros de un tiro e incluso conseguiría un poquito de diversión con semejantes dingues.

  • Pero…si es verdad que puedo daros a ambos más “equitación”, estaba reservándola esperando el momento pero, si tanta es vuestra urgencia, hare una excepción.-dijo el comandante con rostro serio- ¡Dixxie, ven un momento!

Una gnoma entro en la tienda arrastrando los pies rápidamente. Vestía con ropas de cuero, manchadas en varios puntos con lo que parecía aceite y un liquido de color verdoso, llevaba unas gafas en la cabeza algo sucias y una llave inglesa en su mano.

  • ¿Me has llamado comandante? Aun tengo que calibrar el retropropulsor de las mochilas cohete X-00-02…
  • Estos señores -dijo cortando a la gnoma- necesitan un par de cajas del armamento. ¿Serias tan amable de acompañarles a por el Armamento Gamma?
  • ¿Armamento gamma? Vamos a darles…¿ESO?
  • Si
  • Pero yo pensaba que era mejor guardarlo hasta darle un uso…más efectivo.
  • Han insistido, no seamos descorteses. -dijo sonriendo- Que se lleven todo el disponible a partes iguales.
  • Tu mandas jefe. Venga, id saliendo y seguidme rapidito que el tiempo corre.

Y dicho esto la gnoma salió disparada por la puerta sin esperar a sus invitados, con una mirada humano y orco salieron en su búsqueda. Sin duda volverían en cuanto viesen el contenido, que por desgracia no será en su presencia, más hinchados y coléricos que antes. Y, por un instante, se permitió sonreír imaginando la situación.

Pasaron unos pocos minutos antes de que Dixxie volviese limpiándose la palma de las manos. Se sentó en una silla y miro de reojo al comandante, resultaba entrañable.

  • ¿Han visto el contenido? -preguntó
  • Sabes de sobra que no, en cuanto vieron las cajas discutieron sobre quién merecía más y arramplarón con sus partes sin despedirse siquiera. ¿Se puede saber qué pretendes con esto?
  • Ganar tiempo sobretodo, tal vez divertirme a su costa y quitarme de enmedio ese estorbo. Me encantaría ver sus caras.
  • Mira que darles más de 700 camisas y camisetas…Armamento Gamma, menudo chiste. Si se ponen eso mataran ignotos de risa.

Dixxie rió con su propio ingenio imaginando la escena, era una gnoma parlanchina y poco recatada pero sin duda jovial y trabajadora como ninguna. Aunque, pensándolo seriamente, no podía reprocharles las dudas a nadie.

En la cámara Aiden le había prometido armaduras que protegerían contra la corrupción y serias fuertes contra Nzoth. Pero, al ver esas extrañas telas, entretejidas e irrompibles eso sí, a uno se le caía el alma a los pies.

  • Eh, grandullón. -Dixxie agitaba su mano enfrente de su cara- ¿De dónde viene ese zumbido? Juro que si es otro invento goblin no me haré responsable, no señor!

No le había prestado atención hasta ahora, si era sincero, pero un zumbido iba aumentando de fuerza cerca de ellos. Parecía que se iba generando poco a poco en la propia tienda sin venir de ningún lugar.

De pronto, unas pequeñas luces empezaron a materializarse encima de la mesa con los informes. Al principio eran meras chispas, hasta que lentamente iban formando surcos y cascadas de tonos azulados y dando forma.

De la luz apareció un arcón seguido de un terraneos, cuando su forma se completó cesó de golpe el sonido y, como dándose cuenta la gravedad que tenía trabajo, arcón y terraneos acabaron cayendo, rompiendo la mesa en el proceso, contra el suelo a plomo.

  • Pero tu no tienes visitas normales o que! -grito la gnoma
  • Menuo castañazo mija, ayayay pa’verse ruto uno las rocas. -*dije quejándose el terraneo"-. Esa MADRE ya pudria tené cuidaó, estampao pa’verme matao.
  • ¡Pero se puede saber que narices haces so bruto! -chillo el comandante
  • Ah si si, dispense la forma llega. Tu serás el mozo este que comanda po larena esa, no?
  • Si? -añadió dudando de lo que decía- Dixxie, déjanos. Creo, que esto ira para largo.
  • Si, si. ¡vete, largo Dixxie! Ya me voy…-y refunfuñando abandonó la sala
  • Traigo un paquete de paté los defensores, su armadura hasta prepará como Amathul manda. El tío mueto dijo algu así como “arma y armadura son un conjunto”.

El cofre era simple, de madera oscura con remaches de acero color negro y un cierre simple con forma de v invertida. Libero el cierre y abrió el cofre lentamente temiendo que podía contener, aun recordaba la escena con las raíces y no terminaba de convencerse de como eran los defensores realmente.

  • Al final lo decían en serio, la han forjado. -dijo el comandante mientras observaba el contenido

Dentro del cofre había una armadura de colores negros y brillos anaranjados, pulida y limpia a estrenar sin conocer batalla. Poco a poco fue sacando cada una de las piezas que la componían contemplando la obra del artesano, no mentían en que tenían un maestro que podía encargarse de la forja, estaba media a milímetros para adaptarse a su cuerpo.

La armadura venia también con esa extraña seda de cuerpo completo, brillando en los diminutos anclajes con el color de la azerita refinada que, pese a su apariencia frágil e insuficiente, era irrompible a manos mortales. Las botas eran de color grisáceo y negro, adornadas con formas lineales y puntiagudas, estas terminaban en una calavera a la altura de la espinilla y una gema anaranjada brillaba encima de ellas. Guantes, grebas y coraza combinaban en forma y decoración, unas cadenas y mallas interiores que protegerían de golpes mortales, filigranas que se asemejaban a las armaduras de los mogus y vrykuls de antaño todo ello decorado con gemas anaranjadas que resplandecían con fuerza. Las hombreras eran lo mas destacado del conjunto, al contrario que el resto de la armadura cuyos diseños eran mas “simples” en comparación estas eran ostentosas al ser decoradas con cuernos a los laterales, aparte en el centro de las mismas había un agujero del que se expandía una luz imperturbable de color ámbar. Por ultimo, el casco era un calco a su viejo conocido, estaba visto que le habían estudiado, era idéntico al que portaba desde hacia años, un casco negro con apertura en la barbilla que recordaba a un lich de la plaga, tenia cuernos de un color gris apagado y unos pequeños ojos protegidos con un color rojo.

  • ¡Ah!, ¡sa’ma via olvidau! -grito repentinamente el terraneo- Ultime sus preparativo si pue’ bien pronto, en una miaja de tiempo MADRE no’ mandará p’alla.
  • ¿Como que nos mandara? ¿Quieres decir a pandaria? ¡En cuanto tiempo!
  • Pue’ si ta el sol palli y yo venga d’alla…¡Mu poco, po claro! -concluyo feliz

Miro al enano por unos segundos dudando si matarlo, darle con el cofre o mandarlo a la enfermería por daño cerebral. Aunque era de piedra, algo deberia tener ahí dentro. Pero un escalofrió le recorrió el cuerpo y temió lo peor, quedarse sin tiempo.

Salió de la tienda gritando ordenes a diestro y siniestro lo mas rápido que podía, si MADRE les teletransportaba seria sin aviso e instantáneamente, cada segundo era vital.

  • ¡Que las tropas ultimen y formen!¡Tocad la alarma y avisad lo más pronto posible a los otros campamentos!¡Preparad la munición y los últimos suministros!¡Quiero esas catapultas listas y en posición!¡Que los capitanes reporten los efectivos y toquen a formar, no quiero a ni un solo soldado sin prepararse antes de tiempo!¡Y donde demonios están los médicos! Ah, estáis aquí, bien bien, no os había visto disculpad. ¡Rápido, no queda tiempo!. ¡Un pulpo nos espera y no quiero perder la reserva!

El campamento estallo a cada orden, soldados se apelotonaban y corrían en todas direcciones, goblins y gnomos traían explosivos y municiones al punto acordado, cuernos y heráldicas de guerra resonaron por el lugar expandiéndose hasta encontrar a sus hermanas que las imitaban, los capitanes gritaban ordene y los últimos perezosos se cambiaban rápidamente, las primeras banderas se alzaban y el sonido uniformado de los campeones y héroes se unificaba ante lo que podía ser su ultima batalla, el traqueteo de ruedas y cascos de monturas y maquinarias de asedio acompañaba a todo el jaleo.

Con paso firme entro en su tienda, mando al terraneo que seguía refunfuñando con sus compatriotas y empezó a colocarse enteramente la armadura empezando por la tela extraña y terminando por el casco. Pasados unos minutos largos salía de la tienda uniformado con Baruk y Svalin enfundadas, casi estaban apuno de terminar la formación, los banderas se ondeaban con el viento cálido del desierto y los jinetes aguardaban sus ordenes. A lo lejos podía ver como los campamentos cercanos de los errantes, la horda, la alianza y similares se preparaban y juntaban sus tropas.

Y, en el mismo momento que se ponía enfrente de sus tropas, una luz empezó a rodearles por completo con un zumbido algo estridente. Cubrían de todos azules y dorados a todos los presentes convirtiendo las arenas en un faro de colores vivos que se iluminaba más allá de los limites de Uldum. Hubo gritos de miedo y asombro pero, antes de que cundiese el pánico, se volatilizaron del lugar dejando apenas unas tiendas y unos pocos rezagados en todos los campamentos. Donde antes había un ejercito ahora solo quedaba polvo, arena y silencio.

Cuando abrió los ojos pudo contemplar el nuevo escenario, atrás quedaban los desiertos y yermos de Uldum, de sus arenas y dunas infinitas. Ahora reinaban los colores dorados con las montañas alzándose, una muralla de grandes dimensiones y estatuas gigantes de mogus antiguos se veían por el lugar. Y mas allá de unos edificios vio una entrada en piedra morada y custodiada por ignotos, kthir y monstruosidades del vacío.

Frente a ella, en una pequeña colina quietos e inmóviles, se encontraba un pequeño grupo de 7 personas que miraban fijamente la entrada con su armas en ristre. Tras ellos los ejércitos de Azeroth se juntaban y se organizaban al momento, marcharían unidos o caerían en el intento.

Ordeno empezar la marcha hasta colocarse cerca de la entrada y de las 7 presencias que coronaban el lugar, mientras dejaba a capitanes y tenientes terminar de organizar y enviaba un par de mensajeros a los otros grupos subió la colina hasta el heterogéneo grupo. Solo una druida, sacando los colmillos del lado derecho, y el caballero de la muerte se giraron cuando llegaba.

  • Llegas tarde -dijo únicamente el no-muerto
  • Llego en el preciso momento que se me necesita Aiden. Mis tropas son las vuestras. -dijo mientras miraba la entrada a la ciudad de los sueños y las sombras- A vuestra señal iremos a por ese malnacido de Nzoth.
7 «Me gusta»

Caminaron aprovechando la propia oscuridad de la ciudad y las sombras de los negros edificios.
Ka se iba poniendo más nerviosa según avanzaban…Si bien encontraban cadáveres de los siervos de N´zoth también había muchos de las tropas de ambas facciones.Empezaba a pensar que solo ella y su hermana estaban en aquella ciudad maldita.
Bueno…había ido a morir…a morir de nuevo y definitivamente,pero encontrar a su hermana no estaba en sus planes.
No podía volver a lanzarse contra unas tropas enemigas de manera inconsciente…no con Ahzura delante.
La primera vez había sido por desamor…esta por un amor de lo más puro y desinteresado.Desde luego morir no era la forma de arreglar sus problemas,pero era la única que conocía.
Solo pensar que su no-muerte acabaría dañando fisicamente a Niara…oque nunca podría besar a Shield era una condena más dura aun que su propio estado como caballero de la muerte.
-Vamos-susurró Ahzura.
Siguieron avanzando,la maga se escudaba bajo la capa que Wrathion había ofrecido a las tropas para no rendirse a los susurros del Dios.
Ella los oía como un eco lejano en su mente. Su condición y el desinterés que tenía por la vida la escudaban.
Sintieron un golpe seco dentro de uno de los edificios. Ka agarró sus hojarrunas con determinación,Ahzura le hizo un gesto con la mano para que esperase y tras gesticular con los dedos volvió a desaparecer ante ella.
Los minutos pasaban con lentitud
Cuando estaba a punto de lanzarse por la puerta Ahzura apareció a su lado.
-He encontrado supervivientes.
-De los nuestros?-preguntó Ka.
-Si pero son tan pocos hermana…apenas media docena de los innumerables valientes que entraron a explorar esta ciudad.
Ka tragó saliva.
-Y ahora que?-preguntó
-Solo hay dos opciones y ninguna es buena…morir aquí luchando contra N´zoth o morir en Azeroth cuando el Imperio Negro se alce de vuelta.
-Pues si voy a morir de nuevo…que sea luchando hasta mi ultimo aliento.
-Solo somos dos…nos va a evaporizar.
-Deberías irte Ahzu,vuelve con Romuul,tienes una vida por delante.Yo…ya estoy muerta.
-No me iré de aquí sin ti me oyes?

Un zumbido y una potente amalgama de colores las sacaron de lo que parecía que iba a terminar en una discusión más que acalorada.
Ahzura y Ka se protegieron los ojos con las manos sin soltar sus armas.
Cuando la luz se fue apagando no podían creer lo que tenían ante si.
Un enorme ejército de ambas facciones
La caballero de la muerte se quedó estática mirando como si aquello fuera una visión mientras su hermana con soltura se dirigía a los recien llegados.

8 «Me gusta»

Antes de atravesar aquellas fauces infectas,que parecían engullir toda la claridad,Shield siguió el antiguo ritual de la luz.
Cuando el paladín era consciente de que se iba a exponer a un gran riesgo,buscaba unos instantes de comunión con la luz. Hincando la rodilla al suelo,y con actitud reverente,buscó ese punto en el que la luz,y el mismo, formaban una unidad.
Un luminoso rayo esférico, descendió sobre el forjado,haciendo que su armadura brillase con tonos dorados. La conocida sensación de calor y amor,envolvió al campeón en su abrazo. Sumido en trance,el paladín permanecía absorto en su contemplación, sin embargo,como le sucedía últimamente,el recuerdo de unos gélidos ojos azules,permanecían en el fondo de su mente…
La magnitud de la empresa que afrontaba, no le asustaba,pero que esos ojos azules,buscasen la muerte,y resultaran apagados…le hacían llorar el alma.
Con decisión se adentró en el oscuro agujero. Seguir el rastro de cadáveres, resultaba sencillo. Los esbirros de N’zot permanecían muertos en posturas inverosímiles,mezclados con los cuerpos de los aventureros de Azeroth.
Los susurros trataban de romper su concentración con palabras insidiosas,destinadas a hacerle perder su cordura. El regalo del príncipe negro resultaba útil, pero era consciente, de que aquel poder abrumador, que trataba de doblegarlo,no sería silenciado hasta acabar con el…
En su descenso hacia la ciudad,tuvo alguna escaramuza,de las que gracias a su habilidad, salió bien librado. El número de aventureros descencia cuanto más profundamente se adentraba en la decadente urbe. Dudó de su capacidad para localizar a su amada,y las voces, que cada vez se imbricaban más en su mente,trataban de generarle confusión y dudas. Cerca estaba de darse por vencido,cuando el silencio fué interrumpido por el sonido amortiguado de unas voces cercanas. Notó que tenían un marcado acento draenei…
Orientándose por el sonido que le llegaba opaco,fue acercándose con cautela hacia las mismas. La sorpresa fue importante, cuando localizó un grupo,muy numeroso de aventureros, que permanecían expectantes, viendo como una alta draenei,acompañada de una oscura figura,embutida en su coraza de placas,se acercaban hasta ellos…
Una sonrisa se dibujó en su rostro,alli estaba ella, creía que con su hermana, y había sido capaz de encontrarla. No sabía cual sería su reacción al verlo alli,pero estaba seguro,de que en aquel remoto lugar,alejados de la superficie,tenian una única opción. Combatir al mal,entre todos los presentes,sin sucumbir a la locura. Por absurdo que pareciese,el futuro de Azeroth descansaba sobre los hombros de aquel heterogéneo grupo…
Con la seguridad que le proporcionaba su extensa experiencia en el combate,se encaminó hacia los allí reunidos.
Continuará

8 «Me gusta»

Maestro Thantos. :snowflake:


Mir descendió lanzando graznidos atropellados hasta el hombro de su maestro y se acurrucó contra su cuello convertido en una bola temblorosa de plumas. Aiden le acarició con la punta de un dedo para ofrecerle consuelo, pero no apartó la mirada de la ciclópea puerta que se alzaba con arrogancia ante los Defensores de Azeroth. No podía decir que estuviera decepcionado con el cuervo por estar asustado, de hecho, por un momento había llegado a pensar que MADRE les había enviado a un planeta perdido en las roídas fronteras de la Gran Oscuridad.

Ya había visto mundos muertos antes. Había luchado a través de Terrallende, Argus e incluso el reino eterno del Espectro, pero todos ellos palidecían en comparación de la pesadilla en la que se había convertido el corazón de Pandaria. Lo que había ante él no era solo un mundo muerto, sino uno asesinado.

A lo ancho del valle se alzaban los colores del Imperio Negro, ondeando bajo un viento cargado de susurros. Las suaves colinas que daban forma a los campos ahora eran abscesos de carne purulenta cubiertos de fauces babeantes y ojos sin párpados que miraban en todas direcciones, y los árboles sobre ellas se habían podrido para dar lugar a tentáculos cubiertos de hieles. Aquí y allá se alzaban templos y altares sin ton ni son, saturando el aire con el mentiroso perfume dulzón de la corrupción, y entre los caminos atestados de criaturas enfermizas y dementes se alzaba un ejército de obeliscos de piedra pulida y húmeda cubierta de galimatías sin sentido.

Llamarlo pesadilla sería quedarse corto, pero aun así Aiden no podía desprenderse de la idea de que todo aquel caos discordante era premeditado, que había un atisbo de estrategia entre toda esa locura. No importaba como de erráticas fueran las patrullas de ignotos que les acechaban desde las colinas, ni lo al azar que estuviesen repartidos los campamentos: estaba seguro de que aquel tablero estaba preparado al milímetro por una mente maestra, el único que conocía las reglas del juego que estaban a punto de empezar. A su mente vino la figurita de N’zoth en el suelo de la cámara, pero cuanto más esperaba más le parecía que era él quien era un peón más en esa partida.

Desenvainó a Silencio y esta lanzó un siseo de timbre gélido. Yotni le lanzó una mirada rápida y siguió apurando su puro cuando se cercioró de que no había enemigos. Mir volvió a graznar y se apretó aún más contra su cuello.

—¿Estás nervioso? —le preguntó la paladín a su lado.

—Soy un caballero de la Muerte, yo no me pongo nervioso.

—Pero ¿lo estas?

Ella posó una mano sobre su hombro libre, y de alguna manera la sensación familiar de su peso le causó alivio. Miró a su alrededor y su mirada se fue posando uno por uno en sus compañeros. Valerie parecía tan jovial como siempre, pero podía notar el temblor de sus manos a través de su armadura. Yotni apuraba caladas a un puro al que no le quedaban caladas que apurar, y Tuercarcana se rebullía incómoda bajo su corta toga. Moki estaba tan calmado como siempre, y Alainferno solo tenía el ceño un poco más fruncido de lo habitual. En cuanto a Aldana, parecía más interesada en pelarse con la tela prieta de su Égida que en asaltar Ny’alotha.

—Puede que un poco.

—Siempre desenvainabas tu arma cuando lo estabas. Algunas cosas no cambian, ¿verdad?

—Algunas no.

No hablaron más hasta que el retumbar de la magia de los titanes resonó por el valle y levantó un coro de gritos de sorpresa en los sirvientes del Antiguo. Aiden notó que a sus espaldas habían aparecido centenares de almas, algunas particularmente poderosas, como la que se acercaba a él con paso rápido y militar. Suspiró en silencio y obligó a su rostro a transformarse en una máscara de estoicismo.

—Llegas tarde.

—Llego en el preciso momento que se me necesita, Aiden. Mis tropas son las vuestras —Felix alzó la mirada hacia la colosal puerta de Ny’alotha, el enorme torreón que desde el final de una gran escalinata les había estado mirando con soberbia—. A vuestra señal iremos a por ese malnacido de N’zoth.

—No hay razón para esperar de más. La mayoría de las tropas de N’zoth están aquí, en Azeroth, así que necesitaremos que una parte del ejército bloqueé su acceso al portal. Si consiguen entrar y rodearnos desde atrás todo estará perdido.

—Entiendo. El resto pe.netrará por el portal en formación de abanico para despejar el otro lado y mantener el control total del portal.

—Una idea excelente, comandante, pero hay un pequeño problema. No sabemos qué es lo que hay al otro lado.

Defensores y militar se giraron para ver como un dragón negro aterrizaba frente a ellos y tomaba una forma humana. Wrathion les regaló la más radiante de sus sonrisas cuando el humo se despejó y avanzó hacia ellos con los brazos abiertos.

—Uno de nosotros debería entrar en solitario para asegurarse de que no hay ninguna trampa esperándonos en el recibidor de N’zoth —continuó—. No me gustaría que después de tantas molestias nuestro pequeño ataque fuera truncado antes de empezar.

—Vaya, así que por fin te has unido a la fiesta, dragoncillo —repuso Aldana, quien dejó de pelearse con su armadura para mirarle como un gato mira a un gorrión.

—No esperaba verte por aquí, hijo de Neltharion —añadió Moki.

—A mí tampoco me hace gracia, pero el plan depende de ello. En cuanto alcancemos a N’zoth, pretendo matarlo con esto.

El Príncipe Negro sacó de su zamarra un objeto metálico y azulado en forma de medialuna. Su filo y sus runas estaban intactos, y su mango no podía estar más recto y equilibrado. Era la ausencia de aquel ojo burlón la que daba a la daga un aspecto moribundo.

—Xal’Atath… —susurró Aiden.

—¿Eh, Xal’Atath? —inquirió Felix desde el extremo del corrillo que se había formado—. ¿Hablamos de la misma daga que en la que estoy pensando?

—En efecto. En cuanto lo alcancemos, podemos herirlo con esta daga. Solo falta la presencia de nuestro estimado adalid y podremos comenzar.

Alainfierno lanzó una solitaria carcajada.

—No te preocupes, dragón. Está más cerca de lo que crees.

—Perfecto, entonces. Podemos empezar de inmediato.

Felix dió las órdenes y el peculiar grupo comenzó a subir por las escaleras con el respaldo de su ejército, que empezaba a tomar posiciones en el perímetro a defender. Se detuvieron justo en el umbral de la puerta, una barrera de energía que se retorcía y solo dejaba entrever lo que había al otro lado.

—Y bien, ¿quién será nuestro héroe?

Moki negó con la cabeza.

—El combate no se me da tan bien como a vosotros.

—Quizá no os hayáis dado cuenta, pero esta cosa no tiene cremalleras y no me quiero cagar encima tan pronto.

—¿Comandante?

—¿Quien, yo? No creo que deba…

—Yo tampoco puedo ir el primero —terció Aiden de golpe—. Mir tiene miedo.

El cuervo graznó en asentimiento.

Aldana se cruzó entre caballero y paladín y les dió un golpe amistoso en la espalda.

—Vosotros os lo perdeis. Supongo que los demás lo decidiremos como siempre.

Los Defensores que quedaban se acercaron al umbral de la puerta, se colocaron en círculo y se miraron mutuamente. Alzaron la mano hacia el centro del círculo y decidieron quién sería el primero en cruzar el umbral entre la cordura y la locura.

—¡Piedra, papel, tijera!

Felix parpadeó y Aiden esbozó una sonrisa.

—¿Así es cómo decidís las cosas?

—¡Piedra, papel, tijera!

—Sí.

—¡Piedra, papel, tijera!

El comandante, con hombros caidos y cara de incredulidad, se giró hacia el caballero de la muerte, quien se limitó a encogerse de hombros.

—Esto va a llevar lo suyo.

—¡Piedra, papel, tijera!

9 «Me gusta»

Silencio

  • ¿Seguimos aquí?.. se han olvidado de nosotros. El enano trataba de encajar lo sucedido.

  • Debe tratarse de un fallo patidifuso le respondió el kultirano vamos a ver a M.A.D.R.E, me pareció haberla escuchado cerca de aquí.

El enano asintió con la cabeza, una vez empaquetadas las armaduras en los sacos marcharon a la cámara central

Caminaron por unos minutos, solo vieron heridos y personal sanitario asistiéndolos, el ajetreo que dominó el complejo se esfumó de golpe, pero ellos continuaban allí, preguntándose que sucedió y llegaron a la cámara central, presidida por Magni y M.A.D.R.E

Ambos se aproximaron al constructo titánico y miraron a la inerte cara, el primero en preguntar fue el kultirano

  • ¿M.A.D.R.E, por que seguimos aquí?

  • Activando directriz de respuesta… cargado. No aptos para asistir, baja hospitalaria. la mecánica voz, tan fría como les tenía acostumbrados, cayó cual martillo sobre ellos

El enano ahora un poco nervioso se interpuso Nos dieron el alta M.A.D.R.E, envíanos con los demás cuanto antes, no hacemos nada aquí.

Magni sentado sobre una caja de recursos vacía y volcada miraba con la mirada perdida al portón principal sellado, el peculiar duo no era capaz de ver su expresión tras la cristalina cara, pero sabían que estaba mentalmente agotado

El enano por ello trataba de hablar con M.A.D.R.E, no le gustaba hablar con lo que consideró un golem con ínfulas pero era mejor dejar tranquilo a Magni

  • Error, alta no detectada, retorne a su área de reposo designada. El enano empezaba a ponerse más nervioso y enfadado, era hablar con una pared con voz más que molesta

  • Nos dieron el alta hace un rato, ¿quieres enviarnos al frente M.A.D.R.E? apretó los dientes

  • Error, alta no notificada, retorne a su posición. La impasible voz respondió

La apagada voz de Magni entró en la conversación ¿Están preparados para ir?, si es así M.A.D.R.E, tienen el alta suspiró llévalos a las coordenadas del frente pero antes, ¿van a ir así y sin armas?, no les detendré pero acepten las armas que se forjaron para ustedes; M.A.D.R.E haz que traigan sus armas, códigos P4 y P88.

  • Unidad Terráneo de suministro 0918, traiga armas P4 y P88.

En cuestión de segundos un terráneo dejó un objeto alargado con una protuberante cabeza, una placa grande del cual sobresalía unas abrazaderas de cuero y 2 objetos alargados envueltos en cartón marrón reposaban en el suelo

  • Sus nuevas armas, equiparse las nuevas armaduras y os envío al frente, ya tendrán tiempo de ver sus armas Magni sin media palabra indicó algo con los dedos a M.A.D.R.E e hizo desaparecer a la pareja, pasados 10 minutos retornaron equipados

  • Bien, imagino que sabrán que arma es para cada uno así que cójanlas y os envío a Pandaria.

  • ¿Estas seguro que estas armaduras son aptas?, no pesan absolutamente nada y en cuanto a esta “tela”… El kultirano palpaba su nueva armadura buscando fallos

  • Confía en mi, es lo mejor que se ha podido forjar en Azeroth y ahora marchen, espero tener al fin buenas noticias, buena suerte. Nada más coger el paladín el “escudo” un resplandor azul y dorado y tras estos un resplandor cegador

El paladín notó una caída y algo blando bajo el, lo primero que vio fue el un constructo de piedra oscuro pero no pudo mirarlo con más detalle pues el suelo se movió e ¿insultó en orco?, miro abajo y en efecto, un orco tumbado en el suelo bajo el diciendo algo sobre su progenitora en orco, o eso creía, sus clases de orco fueron breves

Miró atrás, Ejercitos de la Alianza y Horda, aventureros y Defensores de la Cámara del Corazón les miraban fijamente, a su lado el kultirano se levantó dejando ver un gnomo que hiperventilaba y cercano a el un grupo de variopintos ¿aventureros? jugando a piedra, papel o tijera, entre ellos aquel tauren que le guio en el Velo o un par de caballeros de la muerte de espaldas que les resultaba familiar

  • Esto… ¿Tienes el plano verdad Biroz? volvió a mirar al portal ignorando los empujones del orco

  • Si…vamos adentro mientras estos juegan… sacó el plano hecho a partir de los sobres de Sylvanas mientras el enano se levantaba del orco el cual seguía diciendo improperios

  • Esto…miró al grupo jugando mejor si… ¿por que estarán jugando en un momento así?, que mas da… vamos dentro. El incrédulo enano entro sin mirar atras

El enano entro decidido al interior del portal, fue seguido por el pícaro, lo ultimo que escucho el enano fue a la paladin refunfuñando algo, nada más atravesar el portal el hedor les bofeteó, habían regresado a Ny’Alozha

  • Veamos, estamos en otra ubicación, déjame un momento para localizarnos El kultirano sacó una copia del plano ampliada espero que sigamos dentro del plano dijo susurrando para sí mismo
8 «Me gusta»

[Off. Este personaje, Dedoligero era el Goblin de un gran amigo mio el cual aparece en mi relato personal, antaño era un mecánico de Tanaris el cual guardaba en el sótano de su pequeño taller la armadura, simplemente me apetecía escribir sobre su estado actual]

Estaba tranquilo. Era bastante normal, pensó mientras estaba sentado en la cubierta, el gran barco estaba anclado a las afueras del puerto Bonvapor, o lo que quedaba de aquel puerto mas bien, con las majestuosas agujas que sobresalían hacia el cielo. Los transportes estaban cargados con productos frescos, una mezcla de vino, sedas, frutas y otras cosas que llegaban desde las Islas Abruptas. Sí, tendría barcos completos con suficiente mercancía para vender en Ventormenta y Bahía del Botín.
Dependiendo del mejor lugar para las mercancías … aunque Ventormenta era un barril de pólvora, muchos pagaron una buena suma por aquellos engranajes tan exóticos. Incluso después de todo eso; el amanecer seguía siendo su orgullo y alegría con sus brillantes velas rojas y su gran cráneo de dragón colocado en su proa. Las llamas crepitaron fuego glauco en los braseros a lo largo de la cubierta en varios lugares y en la proa en los ojos de las calaveras. Al otro lado del camino, en el puerto, pudo ver sus barcos balanceándose perezosamente con la marea.

Dedoligero dio una ligera mueca de desprecio e inmediatamente tomó un largo trago de la botella de Ginebra que sostenía en su mano. La Ginebra abandonada era tan potente como podía serlo y genial para viajes largos, la mayor parte de su tripulación solo necesitó un trago de aquel alcohol para emborracharse, otras, como Llavenrosca, podían beber una botella llena de ese producto en un abrir y cerrar de ojos, una hazaña sin duda. Aquella noche, mientras Dedoligero dormía, su primer oficial y amante se alejó lentamente de los barcos del muelle y dejó que su lente roja mecánica hiciera clic y girara mientras examinaba la cubierta.

Nada, no escuchó atentamente nada.

Podía escuchar el suave viento empujando las poleas a través del barco. No podía oír a la tripulación roncar ni siquiera a su meca lechuza, el sonido del puerto incluso pareció desvanecerse cuando se dio la vuelta rápidamente. Su barco estaba solo. ¿Estaba … flotando?, un mar interminable de estrellas y oscuridad se extendía a su alrededor. Sacudió la cabeza y lentamente se alejó tambaleándose de la barandilla antes de correr hacia adelante y mirar por el costado. ¿Fue el cielo?, Si es así, ¿Por qué tenía una grieta?

Dedoligero despertó de un sobresalto, lanzó una dura serie de maldiciones cuando la luz muerta de su ojo amarillo se fijó en quien lo había despertado. Sparkel, su amigo seguía siendo el Goblin más molesto que había conocido. Codicioso como cualquier otro, había sido una vez un orgulloso Mago de Dalaran hasta que lo atraparon vendiendo secretos del Kirin Tor con fines de lucro.
Ahora aquí estaba, fumando puros mágicos que tenían un humo brillante. Unos dientes dorados sostenían el cigarro en su boca mientras lo exhalaba hacia Dedoligero.

— Maldito seas Sparkel, ¿que quieres?,¿No ves que estaba dormido?murmuró atontado mientras miraba a su alrededor.
— Sí, excusas de borracho.
— ¿Sabes que acabo de recibir los documentos de pedido de envío de lo que pedimos? ¡Solo hay tres cuartas partes! ¡Nos están escatimando!

Sparkel siseó mientras fumaba su cigarro y soltaba chorros de humo por la nariz, deslizaba los papeles en su mano izquierda mientras su derecha sostenía el cigarro. Anillos relucientes captaban la luz mientras brillaban como estrellas.

— ¿Qué quieres decir con tres cuartos?,¿Dónde están el resto de los productos que compramos?.preguntó mientras miraba la botella que había caído junto a él. Vacía. Siempre odió una botella vacía …
—¡No lo sé!Sparkel gruñó mientras sus dientes de oro captaban parte de la luz roja del fuego y brillaban amenazantes.Pero eso va a reducir nuestras ganancias si no devuelven el dinero de los bienes que no nos dieron. Yo digo que los destripemos y los arrojemos al puerto y luego cogemos cualquier cosa que no hayan caído al suelo.Sparkel soltó una carcajada mientras agitaba los papeles nuevamente hacia Dedoligero, este solo suspiró y negó con la cabeza.
— No podemos simplemente … destripar a quien queramos. Incluso si somos piratas … corsarios.Sacudió la cabeza suavemente y gimió mientras se recostaba en la cubierta con los brazos abiertos mientras miraba al cielo.
— Ahora es cuando todo esto está siendo una broma sobre cómo podemos hacerlo o cómo podemos recuperar el dinero …
— Tuve un sueño…Llavenrosca miró al goblin mientras su lente hacía clic por un momento al escuchar ‘‘un sueño’’, puso los ojos en blanco y se encogió de hombros, golpeó levemente al Goblin en el muslo haciéndolo saltar hacia atrás y sonreírle a su capitán solo para encontrarse con una mirada severa y casi preocupada.
— Está bien … está biendijo mientras se sentaba en la cubierta con las piernas cruzadas debajo de ella.Cuéntame.
— La ciudad durmiente estaba aquí. Aparté la mirada del puerto por un momento y de repente nos encontramos en un mar interminable de oscuridad y estrellas en todas direcciones, no me di cuenta antes, pero había algo … como una gran sombra moviéndose a través del cielo o tal vez era el agua. Estaba oscuro y de repente se sumergió bajo la ola … o hacia el cielo. Corrí a la barandilla, miré y había … una grieta que se hacía más grande. Entonces sentí las manos frías … me di la vuelta y me encontré con la tripulación, todos convertidos en seres macabros.Llavenrosca guardó silencio mirando fijamente a su capitán
— Yo diría … has estado bebiendo demasiado. Pero puede ser una buena historia de taberna cariño.miró tranquilamente.
— Sea un sueño o no, esta mañana escuché algunos tripulantes hablar de que vieron nubes oscuras volando por el cielo recientemente, dirigiéndose hacia el sur, hacia Pandaria, no se movían demasiado rápido para ser nubes reales.El se levantó de la cubierta sin dejar de mirarla.
— No podría ser …Susurró suavemente recordando las voces de la armadura que guardó en aquel arcón que le dio a Nhail de parte de Breind hace casi una decada¿Podría…?
— Si planeamos averiguar cuál es la historia necesitamos conseguir nuestro oro. Descarguemos las mercancías en algún lugar y pongámonos a salvo en algún lugar.
— Navegaremos hacia el norte.dijo mientras inmediatamente se ponía de pie rumbo a su camarote cerrando la puerta de golpe.

— Maldición … esa armadura no mentíaSe dijo a sí mismo mientras miraba hacia el cielo a través de la ventana imaginando una grieta allí. Se estremeció y corrió rápidamente hacia la puerta para dirigirse debajo de la cubierta.

7 «Me gusta»

Caminaba absorta por las calles de Dazar’alor. Cada vez que descubría una nueva edificación,sus ojos se abrían de manera desmesurada,absorbiendo cada detalle con avidez…
Tras permanecer aislada en Suramar,durante tanto tiempo,la liberación de la ciudad,había abierto un nuevo y desconocido mundo,que estaba dispuesta a beberse hasta la última gota del mismo.
Nunca había destacado en las formas habituales de combate,además,el hecho de no pertenecer a la élite gobernante de su ciudad,le había alejado de dichas disciplinas. Un viejo amigo de la familia, le había enseñado a defenderse sin armas.
Su entrenamiento diario, habia generado en ella,una técnica rudimentaria,pero efectiva.
Cuando conoció a los héroes que liberaron a su pueblo,vió entre ellos unos guerreros denominados monjes,que,con una técnica muy depurada, ejecutaban las mismas rutinas que ella,pero de una manera eficaz y mortal. Llevada por su curiosidad,preguntó,alguno de ellos, se ofreció a entrenarla,y tras un periodo, no muy prolongado,le recomendó viajar a Pandaria, para entrenar con los creadores de dicha disciplina…
Pandaria…su estancia alli parecía un sueño,jamás olvidaría lo allí aprendido, y no sólo lo corporal. Su amistad con el eremita Cho,había fomentado un crecimiento mental y filosófico, que le hizo ampliar sus miras,y modificar su forma de vivir.
Ahora, en aquella hermosa ciudad,contemplaba con repugnancia,todo aquel movimiento militar, absurdo y desmesurado.
Sin embargo,aquellas nubes de violencia,no empañarian su deseo de visitar aquel nuevo territorio…
Continuará

7 «Me gusta»
  • ¿Qué hice allí?.. alzó la cabeza, el tirón del collar de acero alrededor de su cuello acompañado del clinquear metálico de las cadenas le devolvió a la realidad he de desaparecer de sus vidas cuando esto acabe… quizás deba retornar a donde me pertenece, las Tierras Sombrías suspiró hondamente que inocente he podido llegar a ser pensando que podría tener una vida aquí pero quizás sea lo mejor para todos que desaparezca… no dejo de ser una anomalía.

El enano se sumergió en la penumbra de la sala absorto en sus pensamientos, como un chispazo recordó aquella aberración de Uldum y a su creador.
Morzek… se hizo con el control de Acherus, ciertamente debe ser poderoso su voz se enfrió su alma será una gran adquisición, cuando adquiera un arma digna de poseer tal poder.

La eternidad en esa pequeña cámara quedó interrumpida abruptamente cuando los pesados pernos metálicos se replegaron seguido por el zumbido del pesado portón tras el cual dejó paso a los pesados pasos del batallón de terraneos que se dispusieron formando un pasillo en formación militar dando paso a Magni, el cual se quedó cara a cara con el no muerto

  • Hemos estado hablando y aceptamos tu sugerencia, ahora, con una condicion la voz denostaba agotamiento y frustración No harás nada a Aiden, los demás Defensores y a ti mismo salvo que sean una clara amenaza para Azeroth, ¿Aceptas?.

El enano miró a los pétreos ojos de Magni y se mordió la lengua antes de recriminarle la condición De acuerdo, pero al mínimo ápice de amenaza tendré que acabar con el. frustrado trató de calmarse, era la única forma de salir de aquella prisión

  • Entonces como Defensor de Azeroth deberás matarlo, hasta entonces es un camarada y prepárate, que te marchas a Uldiz pero antes te toca recoger tu nuevo arma.

  • ¿Arma?..claro rompí una de las hojarrunas el enano recordó el momento de la batalla en el que la hojarruna quebró

  • Por supuesto, un individuo anónimo encargó la forja de una espada digna de un caballero de la muerte “tan afilada que fuera capaz de cortar las almas de sus enemigos”, ya viene forjada con runas de Acherus por lo que… te puedes marchar ya, también hizo que te trajeran una armadura forjada con aleación de saronita con una orden directa a M.A.D.R.E las cadenas se abrieron al unísono, haciendo caer al enano a sus pies deberías disculparte con cierto “ser de las sombras” cuando puedas, incluso tras lo que le hiciste se preocupa de ti, ahora ve a equiparte y reúnete con nosotros en la cámara central y… la voz de Magni tornó marcial no oses atreverte a hacer nada raro o juro por Azeroth que desearías no haber nacido.

El no muerto se alzó con molestias y siguió a Magni, a sus espaldas el pelotón terraneo cerraba filas rodeándolos, solo le dejaron un momento de intimidad en una pequeña estancia presidida por dos cajas de madera precintadas con el característico sello de la espada negra de la Espada del Ebano

  • Tienes 10 minutos para equiparte, no intentes nada raro dijo un terraneo que supuso que era el líder del pelotón justo antes de caer a peso el portón de la estancia

  • Tendré que enviarle una carta a Biroz cuando esto acabe, lograré que tu sacrificio no fuera en vano, eso tenlo por seguro masajeándose las muñecas, aun molestas por las cadenas, se acercó a las cajas, se estiró hasta que logró con la punta de sus dedos hacer deslizarse hacia el borde ligeramente la caja de arriba y la bajó al suelo con cuidado, sorprendiéndole el peso nada desdeñable de esta y la abrió con una palanca para sacar su preciado contenido

El oscuro y esbelto filo, pulido hasta más allá de la saciedad reflejaba su rostro a lo largo de su metro y medio de tal forma que humillaría hasta los espejos más señoriales, las runas raido, hagalaz, tiwaz y thurisaz se iluminaron espectralmente al detectar la presencia del no muerto deseosos de conocer a su nuevo portador, al igual que las cavidades oculares del pomo, representando un cráneo con barba

  • Así que un mandoble… empuñó firmemente con sus dos manos la empuñadura de oscuro cuero, alzó el arma y con un giro de medio cuerpo cortó el aire limpiamente vaya, es algo pesada pero esta perfectamente equilibrada, desde luego es obra de un gran artesano. ¿Cómo demonios ha logrado sacar a la Espada del Ébano este arma?, bueno veamos la armadura. sorprendido envainó el mandoble en la oscura vaina labrada con el motivos de una cadena sin fin de artesanía claramente enanica

Abrió de golpe un lateral de la caja grande, arrancando un pedazo de madera y aprovechando la apertura para hacer caer el lateral, extrajo una nada desdeñable cantidad de herraje es sobrio y parece bien ensamblado, ¿Cómo me puede conocer tan bien ese pícaro?.

Tras retirar las briznas de herraje comenzó a equiparse primero la cota de malla, tan negra como el filo de su nuevo compañero, a continuación el pecho y los pantalones, sobrios y sencillos, carentes de florituras y ornamentos, simplemente placas ajustadas batallando en el limite entre el gris azulado muy oscuro y el negro, como todas las piezas que componían esa armadura.

Botas y guantes fueron las siguientes, carentes de ornamento pero excelentemente articuladas, nunca le fue tan fácil equiparse sus hombreras, únicas piezas que osaban romper con la representación del cráneo de Syndragosa el humilde conjunto, como lo eran gracias a la perfecta fluidez que esos guantes les permitía, y uniendo todo un cinturón enlaminado tan oscuro como el resto el conjunto, también sin atisbo de ostentación

Finalmente era el turno de la cabeza, la visión de la oscura capucha le recordó a aquel bastardo y las palabras de Magni, enervado la tomó con ambas manos y pensó en rasgarla, pero la soltó cálmate, no es mas que una capucha, no vas a convertirte en el… se ajustó los cordeles de las hombreras y se puso la capucha, dejándola recogida en su nuca, dejando su cabeza visible

  • Debería nombrar al mandoble pero… dejaré que sea Uldiz quien lo haga puso en cruzada en su espalda la vaina con la pesada espada pues de otra forma su longitud le sería no solo un estorbo, si no que también una debilidad

Notó algo tras sus orejas, alguien susurraba algo por alguna parte, sin embargo seguía solo en la pequeña cámara Saronita… veo que lo que decían de ella es cierto.

El portón se abrió abruptamente mientras terminaba de colocarse la capucha bien, de nuevo el pelotón de terraneos y Magni le miraba detenidamente

  • No es la Égida, pero claramente es una armadura de calidad y… ¿esta forjado con ese condenado metal maldito de Rasganorte cierto? me siento perturbado. Magni no dejaba detalle sin observar de la nueva armadura con su ojo crítico

  • En efecto es saronita, llévame cuanto antes a Uldiz, cada segundo es vital en estos momentos.

  • Un terraneo te ha preparado un kit de “aventuras” que te vendrá bien, una cuerda de acero trenzada, una cámara, un cuaderno con lapicero y una linterna, gnomica no te preocupes, intenta recabar información del complejo, Brann se pondrá eufórico cuando vea los datos.

  • No voy de expedición Magni el no muerto negó con la cabeza voy a extraer un poder que no se si seré capaz de aguantar… estoy preparado. tomó la pequeña mochila de cuero y se la puso sobre su nueva arma.

  • Claro, será un poco movidito, es una zona no explorada y esta lejos y a mucha profundidad, reza para que no acabes en el fondo del océano muchacho.

  • Son las coordenadas que uso Aiden en mi línea temporal, estoy seguro que llegaré a un lugar “seguro”.

  • No confío completamente en ti tras lo sucedido pero… ten cuidado y regresa de una pieza y… cuerdo le miró fijamente antes de desviar su mirada a M.A.D.R.E. M.A.D.R.E llévalo a las coordenadas fijadas.

  • Aviso, zona no explorada, peligro de muerte. Se requiere de confirmación adicional para teletransporte, ¿desea realizar el teletransporte?. El tono de la autómata voz lucía muy levemente preocupada.

  • ¿Qué dices muchacho, deseas de verdad ir a Uldiz? Magni le puso su cristalina palma sobre su hombrera

  • Llévame a Uldiz M.A.D.R.E, asumo toda responsabilidad del teletransporte. la voz del enano no muerto denostaba seguridad

  • Orden confirmada, teletransporte en 5 segundos.

  • Regresa de una pieza haces de luz dorados y azules inundaron la vista del no muerto, un intenso haz blanco le cegó y a continuación el sonido de una cascada

Abrió sus parpados con dificultad Esto…¿Es Uldiz? el enano notó algo frío filtrándose por los recovecos de su armadura, el gélido agua alcanzaba su cintura proveniente de una pequeña cascada proveniente de una rocosa pared cercana

Esperaba algo más majestuoso… más decepcionado que sorprendido observó su alrededor, un amplio pasillo parcialmente inundado, de doradas columnas, algunas osando desafiar la gravedad y el tiempo y otras que sucumbieron milenios atrás, bellos cristales y geodas de colores de todo el espectro del arcoíris decoraban las paredes que milagrosamente permanecían aún en pie

  • Bueno va siendo hora de explorar un poco, seguramente me tocará estrenar mi nueva adquisición las runas siseaban aun ocultas tras la vaina aunque antes… subió a una pequeña roca desprendida, sacó de su mochila la linterna gnomica y la encendió y de inmediato invocando el frío del más allá del velo congeló las plantas de sus botas, creando una película de hielo bajo ellas no se que poder encontró Aiden aquí, pero tengo que hacerme con el antes que el pisó el agua, congelándola al instante, con su otro pie hizo lo mismo, quedándose en pie sobre el agua. Hora de cambiar la historia. Desapareció en el oscuro pasillo
8 «Me gusta»

-Hermana Menelwie?-preguntó una sacerdotisa humana al entrar por la puerta de la tienda.
-La misma-contestó la kaldorei-y vos sois?
-Mi nombre es Araniel.El maestro Faol requiere vuestra presencia en el templo de la luz abisal.
-Ya no ejerzo…
-Es sobre vuestra hija Aldalith.
Menel soltó un grito ahogado mientras Argent se acercaba a ella.
-Está bien nuestra hija?-preguntó el paladín.
-Si…bueno…mas o menos. Ha sufrido un episodio…pero mejor que os lo explique Alonsus.
Menel abrazó y besó a Argent ante la mirada estupefacta de la humana.
-Nos vemos en casa amor.Vamos-dijo mirando a la sacerdotisa.
Mientras se dirigían al enclave gris la kaldorei interrogó a la humana.
-Lith se niega a entrar en comunión con Saara,y hoy la oscuridad ha hecho mella en ella. Ha empezado a susurrar en ignoto amenazando a todo el templo. Al final Alonsus ha tenido que usar un control mental sobre ella y hacer que entrase en la sala de la luz. Bajo el influjo de Saara se ha tranquilizado,pero se niega a orar y a demostrar devoción por la luz.Y necesita equilibrio.
Menel sonrió para si…aunque era preocupante entendía la antipatía de su hija hacia la Naaru. Habian jugado con ella,con Argent,para obtener a sus campeones. Lith no sería su instrumento.
Saludaron con una inclinación de cabeza a la sacerdotisa que guardaba el portal y entraron.
Alonsus las esperaba impaciente.
-Menelwie…
-Araniel me lo ha contado Alonsus. Donde está Lith?
-En la sala de descanso con Moira,pero está bien.Aunque no se por cuanto tiempo.Y si se niega a entrar en comunión con la luz…la locura se apoderará de ella.
Menel asintió pensativa antes de responder al sacerdote renegado.
-Debí hacer esto hace tiempo-dijo en alto la kaldorei.
-No entiendo…-contestó Alonsus.
-Mi hija es kaldorei…bueno…medio kaldorei. Y conoce los actos de Saara para con nosotros.Debe encontrar el equilibrio,pero no en la luz,no en los naaru…
-Te refieres a…- dijo Faol entendiendo el concepto.
-Elune,si.Hoy mismo me la llevo a Valsharah.
-No se si es buena idea…hasta tú dudaste de ella cuando Teldrassil…ya sabes.
-Lo se,Alonsus,por momentos perdí la fe en mi diosa,y en mi suma sacerdotisa,en mi raza…pero durante diez mil años Elune me ha bendecido y salvado a mi y a mi raza en muchas ocasiones.Incluso conseguí que trajera de entre los muertos a una amiga,una hermana.No entiendo sus motivos en Teldrassil…y debe haber uno.He oido que la propia Tyrande quiere pedirle explicaciones.Pero eso no es lo importante.Lo importante es que Lith encuentre equilibrio y no lo hará bajo el yugo de Saara.
En ese momento Moira se acercaba con Lith y Faol decidió dar por terminada la conversación.
-Te deseo suerte-dijo Faol a modo de despedida.
Menel inclinó la cabeza ante la reina enana y abrazó a su hija que la miraba azorada.
-Mami yo…
-Tranquila mi niña,todas las sacerdotisas hemos pasado por ello-le susurró Menel al oído.
-Tu también? -preguntó su hija mirandola boquiabierta.
-Si,mi maestra me enseñó a usar el poder de la sombra y el vacío…pero no como combatir sus susurros.
-Y como lo hiciste? como lo haces?
-Es mi fe en Elune lo que me mantiene cuerda.Y hoy te enseñaré que es ser una sacerdotisa kaldorei.

Continuara…

8 «Me gusta»

REEEEEEEEEEEEEEEELATE DE THAAAAAAAAANTOS

Recordó las campanas que cantaron por toda Ciudad Capital cuando Arthas regresó de Rasganorte y asesinó a sangre fría a su padre. Sonaban altas y orgullosas, entonando una canción secreta con sus voces de bronce, cantando las alabanzas del joven Menethil mientras sus amados súbditos perecían bajo las llamas o los dientes de algún necrófago. Incluso entonces, la tradición de recibir al rey con campanadas y pétalos de rosa tras regresar de tierras lejanas fue respetada. El problema era que el Ulduar no había campanas, así que el Espectro del Invierno decidió improvisar.

Se encontraba frente a las puertas que llevaban al interior de la vieja cárcel, dos inclementes bloques de acero encantado de casi un paso de grosor. Sobre ellas había dos rostros cincelados con cara de circunstancias, mirándole con inmerecida arrogancia desde arriba. Bien podría haber chascado los dedos y haberlas mandado al olvido como a las primeras, pero el Espectro era, ante todo, educado. A pesar del pequeño incidente de la entrada, la hospitalidad de Ulduar había sido intachable, y un paladín de la vieja escuela sabe que la cortesía se paga con cortesía.

Giró la cabeza y miró sobre el hombro a sus anfitriones involuntarios. Miles de enanos ferreos armados hasta los dientes se extendían hasta el difuso horizonte, bañando los pies de las titánicas columnas de acero que se alzaban como torres oscuras sobre el gran patio de la fortaleza. En sus manos portaban lanzas y martillos, hachas y trabucos, todos relucientes como la plata más pura. Entre ellos correteaban mecagnomos pilotando tanques-araña cargados de misiles, comunicando ordenes y saturando el aire de traqueteos mecánicos y humaredas densas; e incluso más allá, en la linde de las sombras, dos gigantes de relojería le observaban con expresión hueca.

«Un despliegue tan impresionante como in-útil». Aquella parodia de ejército intentaba parecer una fuerza implacable y temible, y tal vez lo fuera para la mayoría, pero no podían engañarlo. Podía oír el castañeo de sus dientes bajo el crujir del acero, ver como se revolvían inquietos en su sitio y se lanzaban unos a otros susurros de ánimo baldíos. Entre él y los forjados había un semicírculo de diez pasos completamente vacío, y aun así las primeras filas se aplastaban contra sus compañeros en un intento de alejarse de él, aunque fuera medio paso más.

Volvió a mirar al frente. Aquellos seres no eran más que mero polvo frente a él, y mientras no se le metiera bajo las uñas no le interesaba en lo absoluto. Él había venido a tener una audiencia con aquellos que, como él, habían consagrado su existencia a defender Azeroth. Y para ello, debía hacerse escuchar.

Debía hacer sonar las campanas del Rey.

Alzó a Silencio con su diestra, y ella le respondió con un bostezo. El trapo colgado bajo su filo ondeó con pereza bajo la fría brisa que se acababa de levantar y sus runas parpadearon.

Tlonk.

Su mango castigó el adoquinado de la entrada con un golpe seco. La voz metálica de la guadaña, tétrica y profunda como el mar, voló entre las columnas y se llevó consigo todo el sonido. El ejército al completo cayó de golpe y contuvo la respiración mientras las últimas notas se desvanecían en el aire.

Tlock.

Golpeó otra vez, y la tierra retumbó. Silencio se alzaba con pesadez solo para caer de nuevo sobre el suelo al ritmo lento y olvidado de las campanas del hogar de su maestro. No había compañera más fiel, no había vocero más claro. El Verdugo de Azeroth llamaba a la puerta de los primeros defensores del mundo, y estos responderían a su llamada.

Tlock.

Tenían que hacerlo. Tenían que ayudarlo.

Tlock.

O de lo contrario, ella…

Tlock.

…lo condenaría…

¡Tlock.!

…todo.

¡TLONK!

El eco de su último golpe vibró en las paredes de acero frente a él, a través de las columnas del patio, a través de los mismos huesos de la tierra. Luego se hizo el silencio, y los murmullos del ejército volvieron. El Espectro enderezó la espalda y sus ojos albos se deslizaron de lado a lado de las puertas. Recolocó los pies, cambió de pierna su peso y volvió a mirar. Frunció el ceño. Estranguló el mango de Silencio. Lanzó un gruñido.

De pronto, un quejido metálico tronó frente a él como los huesos de un viejo por la mañana. Las dos inmensas placas de acero se arrastraron por el suelo lanzando chispas y protestaron sin mucho empeño, y cuando se abrieron de par en par el ejército calló de nuevo.

El recién llegado era inmenso, una colina que caminaba con piel de plata y cabellos de bronce. Caminaba despacio, ladeándose a cada paso, y se detuvo con los brazos cruzados en el umbral mismo de la puerta. Aiden alzó el mentón para mirarlo a los ojos, pero las luces relampagueantes se estrecharon y le recorrieron de arriba abajo.

—He vivido varios milenios, pero nunca antes había conocido a un enemigo con tan buenos modales.

—Ni lo has hecho, pues no soy tu enemigo, Vigía de la Tormenta.

Los labios de Thorim se estrecharon hasta convertirse en una mera rendija a medio cincelar en su rostro.

—He visto lo que hiciste en la entrada de mi hogar, y mis ojos nunca me mienten. Me mostraron la matanza que cometiste a las puertas de Ulduar, como ahora me muestran la oscuridad latente en tu corazón.

El Espectro alzó una ceja y esbozó una sonrisa torva.

—Si no recuerdo mal, ya te engañaron una vez. Al igual que tus oídos, que raudos se lanzaron a beber del dulce veneno que servía aquel a quien debías mantener encerrado —Thorim frunció el ceño y él negó con la cabeza—. No, no soy tu enemigo. Lo de la puerta fue un desafortunado cambio de pareceres.

—Si no fueras mi enemigo no me hablarías con semejante descaro, mortal.

Aunque no se había movido un ápice, su voz sonó más alta y fuerte. Sus palabras cargaron de electricidad estática el aire y un trueno sonó en la lejanía como clara advertencia. Y a pesar de ello, Aiden dio un paso hacia terreno de los titanes sin dejar de mantenerle la mirada.

—No descaro, sinceridad. Y la sinceridad es un bien muy preciado, por eso no daré más rodeos —su voz se alzó hasta igualar la potencia del Vigía, y los muros a su alrededor se cubrieron con un manto de escarcha—. ¡Soy Aiden Hojagélida, Defensor de Azeroth y actual Rey Exánime! ¡He destruido a la Plaga y ahora acudo a vosotros, Guardianes, para pediros ayuda!

Un coro de suspiros sonó tras él, seguido de una cacofonía de voces más aliviadas que confusas, pero él solo tenía ojos para la reacción del Vigía. El nudo de sus brazos se aflojó hasta que quedaron colgado inertes a sus costados. Su ceño se había deshecho, y en su lugar había un par de finas cejas metálicas alzadas. Thorim lanzó un vistazo rápido a sus tropas y se inclinó hacia su invitado.

—¿Para qué querría alguien como tú la ayuda de los Vigías? —susurró el Señor de la Tormenta al del Invierno. Él hizo lo propio antes de responder.

—Para salvar Azeroth de su último enemigo: Sylvanas Brisaveloz. La Reina Alma en Pena es un peligro para todo el planeta, y no tengo intención de esperar a que golpee primero.

—¿La Jefa de Guerra de la Horda?

—Ex-jefa. Se alió con Azshara y sus metas causaron la liberación de N’zoth. Ahora ha desaparecido y no soy capaz de encontrarla; pero debes creerme, Vigía. La banshee es un peligro para todos. Al igual que yo, utiliza los poderes del… —el Espectro carraspeó—. Bueno, es difícil de explicar, pero es por ello por lo que comprendo la naturaleza de esta amenaza mejor que nadie. ¿Puedo contarte a tí y a tus hermanos entre mis aliados, o debo seguir esta cruzada por mi cuenta?

Thorim le miró con gesto grave, como si tratara de discernir las intenciones que se escondían tras la Máscara de Dominación. Pasados unos segundos que sintió como siglos, el Vigía asintió con los ojos cerrados.

—Muy bien, accedo a tu petición. Te concedo una audiencia con los Guardianes, pero convencerlos de prestarte ayuda es solo cosa tuya. Te recomiendo que aproveches esta oportunidad… y seas sincero a sus preguntas.

El Espectro lanzó una mirada a la hoja de su guadaña, y por un instante se imaginó a la traicionera Alma en Pena empalada en ella. Si la sinceridad era el precio para convertir aquella visión en realidad, no tendría reparo alguno en desnudar cada uno de sus secretos frente a los Vigías. No temía su juicio, siempre que el resultado favoreciera a Azeroth. Envainó a Silencio con un movimiento fluido y se retiró la capucha de la cabeza.

—Sea.

8 «Me gusta»

Menel y Lith conversaron camino a su hogar.
-Diga lo que diga Alonsus no pienso rendirle pleitesía ni someterme a Saara,a ningún Naaru.
-Y haces bien.La luz se ha vuelto más exigente,casi dictadora. Al principio creí que el hecho de que tu padre y yo nos conocieramos era obra de Elune y Belore. Y me gustaba la idea de que os forjaseis como campeones.Pero lo que me hizo Saara durante el embarazo,sus exigencias…su enfado cuando vio en lo que te convertías…sus reproches,como si no hubieramos enfrentado a un enemigo como Manto Vil por recuperaros…
-Se que no dejasteis de buscarme
-Ni por un segundo mi niña…
Llegaron a casa,y al entrar Menel ahogó un grito.El caos reinaba en el salón como si una manada de orcos hubiera entrado hachas en ristre. Los objetos estaban desperdigados por doquier.Su rosa de plata y zafiros regalo de Argent estaba tirada en el suelo…dos pétalos estaban rotos.
-Por Elune!!!Pero que…?
Astiel,la joven alta elfa que cuidaba de Estel apareció con su hijo en brazos.El pequeño blandía una espada de gomaespuma que la joven intentaba arrancarle sin éxito.Cada vez que Astiel tiraba de la espada Estel gritaba
-NOOOO
-Estel dámela!!!
-NOOO SOY UN “PALALÍN”
Menel suspiró aliviada al ver que ambos estaban bien.
-Astiel,pero que ha pasado?
-Mis disculpas Sacerdotisa,no se que le ha pasado a Estelaldië hoy pero ha cogido la espada de gomaespuma y a grito de soy un paladín…-la jovén se sonrojó.
-Y…ha destrozado el salón-dijo Menel terminando la frase mientras se acercaba a coger a su hijo de los brazos de la alta elfa.
Con Estel en brazos y mirándolo muy seria le dijo
-Estel dame esa espada.
-Mami,soy un “palalín”
En ese momento Argent cruzaba el umbral y se quedo boquiabierto al ver el caos que reinaba en su hogar.
Menel le dijo a Estel:
-No lo volveré a repetir…dame esa espada.
Estel poniendo morritos aflojó la mano que empuñaba el arma de gomaespuma.
-Pero que…?-preguntó Argent
-Amor-dijo Menel mirando a su esposo muy seria-has estado dándole lecciones paladinescas a Estel?
-SOY UN PALALÍN!!!COMO PAPI!!!
A su padre le dio la risa.
-Argentsword Caminasol!!!No tiene ninguna gracia,mira este caos!!!
El paladín cambió el gesto entendiendo la “gravedad” del asunto.Se acercó a Menel y cogió a Estel en brazos.
-Vamos “palalín” ordenemos todo esto antes de desatar la cólera de Elune.
Menel se agachó a recoger la rosa emitiendo un gemido lastimero.
-No te preocupes mi amor,le pediré a Soul o Purple que la arreglen.
La sacerdotisa besó a su esposo, dejó la rosa y los pétalos rotos sobre la mesa y se dirigió a la cocina seguida de su hija y de Astiel.
Mientras los “palalines” recogían el desorden, Argent sermoneaba a su pequeño acerca de los deberes de un paladín entre los que no se encontraba destrozar el salón familiar, ellas hicieron la comida.
Comieron animadamente con el salón ya recogido ,mientras Menel le contaba a Argent a que se debía la llamada de Faol.
-Lith-dijo su padre-la luz no es intrinsecamente mala.
-No confío en Saara-contestó su hija
-Pero debes encontrar el equilibrio o los susurros te harán enloquecer.
-Tengo la solución para eso-dijo Menel-hoy mismo me la llevo a Valsharah,al templo de Elune,al fin de al cabo es una sacerdotisa …kaldorei.
-Medio kaldorei-dijo Argent con sorna
-Lo se,y por eso mismo la quietud del templo,el culto a Elune serán buenos para ella.Partimos hoy mismo.
-Pero…-el paladín titubeó.
-Serán un par de días,espero. Así Lith también irá a ver a sus abuelos.
Argent asintió,entendía la gravedad del asunto,si Lith no encontraba pronto el equilibrio al final el vacío ganaría una campeona a su causa.

Continuará

8 «Me gusta»

Un rato mas tarde, el duo habian sido conducido a un enorme edifico.

Belter se atusaba el uniforme de inquisidora. La tela le molestaba en la piel, hechaba de menos su comoda y suave toga. La intrepida gnoma caminaba a poco pasos delante de ella, la seguia con diligencia y vigilaba los alrededores disimuladamente. No habia rincon de Ny’alotha que no estuviera custodiado.

Mordacae parecia conocer el edificio como si antes hubiera estado alli, parecia estar como en su casa y pasaba completamente desapercibida. Se pararon en seco en una enorme ala solitaria despues de ir por unos largos pasillos. A Belter cada vez le picaba mas la piel y empezo a rascarse.

–Tsssssss, Belt!!! – Le chistó en voz baja para que el eco no llevara sus palabras a todos los rincones.

–Tengo que quitarme esto, no puedo pensar! – Le contesto muy molesta refiriendose a las ropas que llevaba.

–No es por eso elfota… ves el porton ese con el grabado morado?? Tiene un sello magico.

La elfa se rascaba la cabellera por encima de la capucha de insquisidora, el picor iba a mas.

–Y quieres entrar ahi? que andas buscando?

–Pero que te pasa? no paras de rascarte… – La gnoma saco un regaliz y empezo a comerselo mientras analizaba los alrededores con sus grandes ojos– Voy a ir a insepccionar, no te muevas.

La gnoma desaparecio rapidamente sin darle a Belter alternativa, fue tan rapida que ni la vio, solo escucho sus pasos alejarse. La Elfa resopló resignada, confiaba en la gnoma, sabia que no tardaria en volver con alguna solucion.

–Tengo tiempo de sobra entre “me aburro” y “esperando para morir en esta dichosa ciudad”-- Murmuro con sarcamo.

La elfa se acerco a una de las inmesas columnas que soportaban el alto techo de la sala. El picor le incomodaba tanto que pego su espalda a la fria piedra y empezo a frotarla para aliviar un hormigueo que le recorria hasta el cuello. El picor se traslado a sus brazos, cada vez se volvia mas intenso y Belter empezaba a sospechar que ese quemazon era extraño. La toga estaba maldita? el dueño anterior le puso algun tipo de encantamiento de proteccion? podria purgarlo? sanarse? Seria un hechizo?. Conjuro Rezo Desesperado esperando notar alguna mejora; nada. Conjuro purgar esperazanda; nada, pero las manos empezaron a arderle.

Asustada se las miro, de ellas emanaba un pequeño resplandor purpura palpitante. Aumentaba con cada latido de su corazon.

–Que es esto???

Dijo atormentada y como si de un sortilegio se tratara, varias voces aparecieron en su mente hablando entre ellas.

Un nuevo dueño…
Luz…
Un nuevo dueño…
Digna…
No nuevo, es conocido…
Poderosa…
No, poder dormido…
El mismo amo…
Sombras…
No… diferente…

Belter intentaba seguir el hilo de las voces, tratando de sacar alguna informacion, entender que estaba pasando, pero era demasidas. Sentia el picor desaparecer y convertirse en poder.

La gnoma aparecio rauda en la sala y vio a su compañera, quieta como una estatua de piedra, con una expresion que no le gusto. Se acerco a ella a toda prisa, emitia de sus manos un centelleo violeta, muy oscuro, le dio un toque para llamar su atencion.

–Belter??

Shhhhhh, Shhhhhhhh Shhhhhhhhhh callaron todas ellas a la vez.

–Mordacae… creo que la luz… me esta abandonando…

La cara de la elfa era un cuadro, le mostro las manos con temor. La gnoma las examino mientras el resplandor se desvanecia.

–Puede que no sea nada Belt – Le contesto empatizando con ella. --Cuando salgamos de aqui, vas a ver a tu sacedotisa mayor rango, nos coge de camino, recuerda que querias enseñarme la Fuente del Sol.-- Le dijo sonriente.

–Pues acabemos aqui lo antes posible. Has averiguado como quitar el sello magico??

Morda queria distanciar a Belter de los pensamientos que sabia que tenia en este momento, asi que con su caracteristica alegria la animo a seguirla. Aunque su preocupacion por la elfa no amainaba. no queria que ella se diera cuenta ya que intuia que lo que estaba por venir, daria para una historia que los mejores bardos de azeroth quisieran cantarla.

–No, pero hay un elevador en esa direccion, vamos elfota!!

Continuara…

8 «Me gusta»

Argent,entendiendo la urgencia de su amada,asintió.
¿Un par de días dices?
Bien entonces aprovecharemos para arreglar el desaguisado del peque. Creo que Dawn se quedará al cargo de la tienda, mientras el “palalín” y yo haremos un par de visitas…
El pequeño Estel alzó sus ojitos brillantes mirando a su padre…
Con una sonrisa dijo: si papá, los “palalines” Caminadol iremos de “venturas”…¿puedo mami? Voy con papá, el “palalín” más mejor de todos…
Estel miró expectante a su madre esperando su confirmación,Menel hacia auténticos esfuerzos para no soltar la carcajada,ante la media lengua del pequeño. Miró a su esposo de manera interrogante…¿donde? preguntó
Argent dijo Soul,y Purple…
Menel respiró tranquila,no habia peligro,y sus ojos se volvieron brillantes. Su paladín,siempre atento,iba a llevar a reparar su regalo.
Sintió arrebolarse sus mejillas una vez más…¡cuanto amaba a aquel hombre! La mirada de su esposo, cálida también, le confirmó, como siempre,que aquel sentimiento era mutuo.
Besó dulcemente,en los labios a su esposo, y depositó otro, en la cabeza a su pequeño Estel…
Asi que los “hombres” de la casa,también se van…el peque alzó la cabeza al oir hombre,mientras su padre aguantaba la risa…
“Los homes palalines mamo a savar e mundo”…
Menel sonrió con dulzura, aquellos pequeños, fruto de su amor,le enorgullecian como madre.
Oyó como Argent le decia al pequeño, que iban a visitar al tio Soul,y al tio Purple. Vió como su pequeño batia palmas, y movía las manos “conjurando” algo,ante las risas de papá.
Un sentimiento maravilloso le inundaba,contemplando como el hogar que tanto les había costado formar,resplandecia como un aura.
Pasando un brazo por el hombro de Lith le dijo,vamos cariño,tenemos que partir…
Continuará

8 «Me gusta»

Tras recoger el comedor Astiel se despidió de ellos hasta su vuelta,estaría con su tía en la tienda de primeros auxilios. Menel se puso a preparar mochilas.Cuando Argent vio la enorme mochila que contenía los enseres de Estel puso los ojos en blanco.
-Es un bebé aun,sigue usando pañales,biberón por la mañana y noche…-explicó Menel-es un palalin cagoncete-dijo soltando una carcajada.
-Ya veo ya…-dijo Argent-no me imaginaba que ocuparan tanto
-Haberlo pensado antes de ir de “venturas palalinescas”- dijo su esposa sacándole la lengua.
Argent al ver el gesto se echó a reir.
Cuando todo estuvo listo Menel expresó su intención de viajar a Valsharah con Lith de manera convencional, volando a lomos de Luna,su hipogrifo de Teldrassil.
-Mami pero puedo conjurar una falla en un momento-protestó Lith.
-Precisamente es lo que quiero evitar-dijo Menel a su hija-nada de vacío hasta que entres en comunión con Elune.
Argent viajaría a Suramar en vuelo.Menel le tendió la mochila para bebés que usaban con Estel cuando salían de paseo y el pequeño se cansaba de andar.
-Ahí estará más seguro y no tendrás que preocuparte de tenerlo agarrado durante el vuelo.
Cargados con mochilas se dirigieron al Alto de Krasus.
Se despidieron de Argent y Estel.Menel besó a su esposo y apoyó un segundo la cabeza en su pecho.
-Portaos bien.
Segundos después el paladín y el palalin partían a Suramar.

Menel daba plena libertad a sus animales,se concentró para entrar en vínculo con Luna,y la llamó. Notó reticencia por parte de su hipogrifo hembra y se concentró aún más.Notaba a Luna molesta pero no podía entender el porqué.
Pasaron los minutos…muchos minutos y Luna no aparecía en el cielo.
Cuando estaba a punto de darse por vencida y hablar con Nubeblanca y pedir un vuelo a Valsharah Luna apareció volando y aterrizó inquieta en la plataforma.
Menel se acercó a ella y la acarició.La hipogrifo parecía nerviosa,como si tuviera prisa.Rascaba el suelo con la pata y se agitaba.
-Vamos Lith.
Madre e hija se subieron sobre la montura y en cuanto estuvieron sentadas Luna despegó como un cohete goblin.
Enseguida comprobó que no había sido buena idea. Luna no obedecía a sus ordenes y volaba todo lo deprisa que sus alas le permitían.
Pero al menos se dirigía a Valsharah.
Durante todo el camino intentó controlar o hacer razonar a la bestia,pero Luna no atendía a razones.
Cuando por fín divisaron el templo de la luna,Menel instó a su montura a aterrizar pero Luna pasó de largo.Inició el arco descendiente hacia Lorlathil.
Menel no entendía nada pero respiró aliviada cuando aterrizaron frente a la casa de sus padres.
Luna siguió caminando con ellas aun encima hasta la parte trasera.Lo que Menel encontró allí la dejó totalmente desconcertada.
Su padre en forma de lechucico se encontraba sentado en un nido.Al ver a Luna se levantó para dejarle el sitio.
La hipogrifo sacudió el lomo para indicarles que bajaran.Mientras bajaban de un salto su padre recuperó su forma élfica.Menel pudo ver un huevo de hipogrifo en el nido.
-Pero que…?
Beridhren Bosquensueño se explicó.
-Su raza se extingue hija mía-dijo mientras se acercaba a abrazarlas a ambas-los druidas hemos cogido a los pocos que quedan y los hemos apareado.
-Como la nuestra-pensó Menel recordando por un momento Teldrassil.
-Debería eclosionar hoy si los calculos no me fallan. Luna está inquieta espero que no os haya dado mal viaje.
-Ha sido horrible abuelo.Yo quería invocar una falla…
-Nada de fallas-dijo Menel con seriedad.
-Que pasa hija?-dijo el druida al ver a su hija tan seria.
-Vamos dentro,así saludamos a mamá,necesito una taza de café y sentarme que menudo vuelo nos ha dado-dijo mirando a Luna enfadada.
Lostariel como adivinando los deseos de su hija las esperaba con café y cacao.Tras los abrazos y besos se sentaron los cuatro a la mesa.
Menel fue clara al respecto.Les dijo los problemas que tenía Lith.
-Deberías haber hecho esto hace tiempo hija mía-le reprendió su madre.
-Lo se…no se porque lo he dejado pasar tanto tiempo.Supongo que pensé que a nuestro lado Lith podría controlarlo…pero necesita la guia de Elune,la fé kaldorei,la ayuda de las sacerdotisas.
-Bueno en un rato anochecerá.Será el mejor momento de mostrarle el esplendor de Elune.Iré con vosotras.
-Gracias mamá.
Pasaron la tarde cocinando las tres mientras su padre se quedaba con la hipogrifo.Cuando la cena estaba casi lista el druida entró gritando
-Ya ha nacido!!!
Las tres lo acompañaron donde Luna.
Al verlo Lith exclamó:
-Pero si parece un pavo del día del peregrino!! No tiene plumas.
-Las tendrá-dijo su abuelo-y será un ejemplar magnifico como su madre. Es una hembra,quieres ponerle nombre Lith?
La niña se quedó pensativa un rato.
Al final un poco azorada dijo:
-Se que no es muy original…pero y si le ponemos Lunita?
-Me parece perfecto-asintió su abuelo-y cuando crezca será tuya.Pero para ello deberás venir a verla a menudo para crear un vínculo con ella.
-De verás?-dijo Lith entusiamasma- Gracias abuelo!!-dijo tirándose a sus brazos-Vendré todos los días por una falla!!
-Ejem…-dijo su madre
-Cuando sea sacerdotisa y los susurros no me afecten,prometido.
Menel no pudo evitar sonreír al ver a su hija tan feliz.
-Que te parece si mientras mamá y la abuela ponen la mesa cogemos algo de comida para Lunita?
-Y que come?
-Gusanos
-Aghhh-dijo Lith poniendo cara de asco.
Menel se dirigió al interior de la casa soltando una carcajada.

Continuará

8 «Me gusta»

El agua dio lugar a suelo firme, caminó por el oscuro pasillo cauteloso palpando la empuñadura de su nuevo compañero, siseando por conocer donde le llevaría su nuevo portador. El silencio de diez milenios de soledad quedaba quebrado por rugientes cascadas de agua en su lucha por reclamar las ruinas contra algo que, el como primer caminante desde el apocalipsis no lograba entender

Se detuvo un instante frente a una quebrada estatua, antaño imagen de grandeza y solemnidad yacía a sus pies, se arrodilló frente a la cabeza cercenada y escrudiñó la fría mirada del caído vencido por la inmisericorde gravedad Hasta los mas grandes caéis bajo el inexorable peso del tiempo. Se alzó sobre sus piernas y continuó caminando tras la estela del artificio luminoso

Anduvo siguiendo la senda de la linterna, desviándose de su trazado cuando cascotes y columnas colapsadas se interponían entre el y su destino, preguntándose cuanto le quedaría al complejo antes de ser sepultada para siempre por las gélidas y oscuras aguas de las profundidades

Notaba como a su espalda el mandoble le susurraba, un arma corrupta pensó sin prestarle atención, se quedó sin palabras cuando el pasillo desembocó en la sala circular de la cual partía tres corredores situados simétricamente, nada inusual hasta que el enano enfocó hacia arriba
la linterna, lo que le dejó sin palabras

  • ¡Esto es increíble!, Mira ese rosetón.
    Sobre el agrietado arco del corredor localizado frente al enano el rosetón, iluminado con luz propia, brillaba con fulgor esmeralda la concepción de la vida por parte de Freya, comprendió entonces que le llevaba a Brann a dedicar su vida a la exploración y la admiración de su raza por descubrir los secretos que el tiempo había ocultado

  • ¿Cómo es posible que brille con luz propia aquí abajo?, es un milagro que siga entero.
    Con sus ojos abiertos como platos desvió su linterna hacia la bóveda embellecida por el descascarillado fresco, el cual dejó sin aliento al enano, el Partenón coronaba la sala observando al insignificante visitante con mirada regia

  • Milenios oculto… ¿Cómo pudiste encontrar esto Aiden? Admiró la calidad del fresco, no conocía arte alguno que osase acercarse a lo que sus fantasmales ojos miraban, por otra parte llegó a admirar como pudo Aiden encontrar aquel lugar oculto desde el Cataclismo, enfocar al hueco sobre uno de los accesos le devolvió a la realidad, para su desgracia los demás rosetones se perdieron en las arenas del tiempo para siempre

  • ¿Qué hago perdiendo el tiempo con arqueología? cruzando sus brazos observó los tres corredores impaciente mientras golpeaba el suelo con la punta de su pie repetidas veces. Escrudiñó los corredores con el haz de la linterna buscando alguna pista de donde ir, todos se perdían en la penumbra

  • ¿Cómo lograría encontrar el camino adecuado?, conociéndolo dudo que fuese de pasillo en pasillo pero… esto puede ser interminable y no tengo tiempo que perder así que debería… el siseo de su espalda se hizo de notar.

El enano completamente tenso desenvainó su compañero, las runas fulguraban como nunca ante la sorpresa de su señor.

  • ¿De verdad me estas hablando? aún incrédulo trataba de asumir que hablaba con un arma así que el corredor de la derecha… miró las runas respondiendo a su dueño, respiró hondo pese a su condición y volvió a mirar las expectantes runas creo que nos vamos a llevar muy bien, entonces de acuerdo, vosotras me guiareis.

Colocó la linterna sujeta con cordeles a su hombro derecho y se adentró mandoble empuñada por el corredor

En las entrañas del corredor el enano seguía las indicaciones de su arma, como si conocieran aquello de siempre

  • Es raro que no haya ninguna defensa, ni golems, ni defensores ni nada salvo el océano… se detuvo abruptamente no podría ser que… ya ha estado aquí temió haber subestimado a Aiden no puede ser, ¿Cómo he sido tan necio de no haber preguntado a Magni si ha estado aquí?.

El enano recordó aquel día en las congeladas colinas de Tuercespina viéndose interrumpido por el frío susurrar de las runas Tienes razón, aún no ha podido estar aquí, me guías a un gran poder y además, no veo signos de devastación, no… esto no es típico de el, el siempre dejaba una seña de identidad… marcada en sangre.

Cuando salgamos de aquí te daré un nombre digno… ahora continuemos. Ajustó su pesada mochila y continuó caminando entre escombros y columnas desprendidas

Los pasillos se retorcían en el laberíntico complejo, concevidos para hacer desistir hasta al más ávido aventurero, no así con el enano que siguiendo a su nueva adquisición logró alcanzar el final de la ruta, ante el la puerta titánica se alzaba derrotada ante los sucesos del fatídico día, el pesado portón dejaba salir la brisa de la cámara central por el hueco cedido al salirse de sus railes, fuera lo que fuere lo que hubiera en su interior poseía el poder del cual enano y arma estaban sedientos, en la mente del caballero de la muerte aquellos susurros habían tornado en gritos, era la hora del festín

  • Bien, hora de la verdad, es el momento de cambiar la historia. Empuñó firmemente el mandoble y entró decididamente al interior de la cámara, bajando la escalinata mirando al frente.

Continuará

8 «Me gusta»

Relatico de Hæyhæ, lean pues. ¡Que leáis leches!:

Dentro, la decoración era austera y funcional, como todo edificio militar improvisado. Aunque era grande, solo una única mesa se situaba en el centro. Lo único que cambiaba quizá de las demás era que había varias cajas con la marca de los Campeones de Azeroth apiladas al fondo, y que Wrathion se encontraba, en su elegante forma humana, tras la mesa.

Al no haber estado presente los últimos meses en Azeroth, el elfo sabía poco de la reciente reaparición del dragón negro, por suerte en el campamento de Los Errantes, le habían puesto al corriente. También le habían contado que habían hecho cambios en la Cámara del Corazón con el fin de conocer y hacer frente mejor a la corrupción de N’zoth. Desde luego el viaje le había salido caro en cuestión de tiempo, en Azeroth no paraban de sucederse desgracias desde las últimas décadas y perderse sólo tres meses podría significar mucho.

El dragón con forma humanoide (o elfoide y bastante atractivo, por cierto), levantó la mirada de lo que parecía un mapa burdo de ¿Ny’alotha? Al menos eso ponía con unas letras garabateadas con temblor en el papel. También había manchas rojas y negras resecas. Esa información debía haber sido muy costosa.

– Ah, la élite ha llegado- comentó el joven dragón echándoles un vistazo- sois un grupo casi tan variopinto como el otro. Eso me gusta.

Los presentes no comentaron nada, tan solo permanecieron firmes, seguramente preguntándose a qué venía aquello o porqué Wrathion en persona estaba ahí.

– No me voy a entretener demasiado, se os ha designado parte de un equipo que se infiltrará hasta el corazón de Ny’alotha y se enfrentará al Dios Antiguo. Para ello, y con muchas dificultades se os concede unas armaduras y capas especiales que os ayudarán… bueno, a no morir en el primer instante. También hay armas, aunque- su mirada se detuvo en varios integrantes, entre ellos el rendorei y el propio cazador- creo que hay algunos que no las necesitáis.

Aunque no había sido el único en ser aludido con esa mirada, al sindorei no le hizo demasiada gracia eso de llamar tanto la atención. Aquello siempre terminaba por traer problemas.

– Ey- una voz humana distrajo su atención- ¿A ti también te ha “afectado” el viaje?

Era Ember, y ahora que la miraba, parecía haber cambiado, no sabía decir exactamente en qué, pero si por qué. Asintió mientras su buscaba a Eliannor y Vangelys en el gentío. Unos soldados estaban repartiendo ya las armas y armaduras. Ellos dos sólo recibieron armadura.

– Y por lo visto no somos los únicos.

La maga asintió. Algo le decía que aquel pícaro seguramente también lo sabía. Empezaba a pensar que aquella misión de “rescate” fue solo una excusa para enviarlos ahí. Los rendorei habrían encontrado otra manera de curar al trol ¿Cómo si no le mantuvieron vivo durante 3 meses si estaba a punto de ser consumido por las sombras?

Tendría que esperar para las respuestas, si es que al Desquiciado le daba la gana de dárselas. Ahora el objetivo era otro. Cuando le entregaron su armadura, tuvo la sensación de que le habían dado una caja vacía, pero al abrirla pudo ver que portaba una elegantísima de color negro con pequeños detalles en plateado. Un trabajo soberbio que con sólo tocarlo supo que incluso con el arco que portaba cortaría atravesar.

https://pm1.narvii.com/7225/1fc040a6e45383e546dd193d3deccbcf3a96429ar1-1652-2048v2_hq.jpg

Espero que me dejen quédamelo pensó el elfo para sus adentros.

Pasó tras unas cortinas que habían dispuesto para dar algo de intimidad, aunque sólo separando hombres de mujeres y a pesar de que no era necesario quitarse todo para ponerse la nueva armadura. Mientras se ponía la armadura echó un vistazo a su alrededor. Había buenas vistas, pero en esa ocasión le interesaba más ver las armaduras de sus compañeros, del estilo de la suya, la mayoría oscuras y desde luego de una calidad sobresaliente. Se fijó que el mago, Vangelys, tenía una cicatriz de quemadura en la espalda del tamaño de la palma de la mano y con forma de fénix. Un “tatuaje” original, desde luego. Su armadura era de las pocas claras, blanca en su mayoría con formas en negro y detalles en dorado. Se daba un aire a aquellas armaduras del mundo extraño que visitaron, pero mucho más sencilla y menos tosca.

https://i.pinimg.com/564x/3d/fa/8e/3dfa8ec5068d20409837fa6cddd29dc8.jpg

Tampoco pudo evitar fijarse en la terrible herida en el pecho del rendorei, seguramente la que le habría causado la muerte, ni tampoco en la terrible armadura que le dieron. Negra y con retoques en un rojo muy oscuro, como sangre coagulada.

https://i.pinimg.com/originals/b8/b3/c1/b8b3c12c81af8d0a51d7c30ff5f8891c.jpg

Su hijo portaba una armadura plateada de aspecto demasiado humano quizá, pero igualmente elegante.

https://i.pinimg.com/474x/33/0b/42/330b420e0a49681601cb8bcbcd7f30be.jpg

Los otros integrantes, como un humano guerrero de cabeza rapada también contaban con verdaderas obras de arte

https://i.pinimg.com/originals/23/65/6b/23656baea4712de1f5010da046f4d6c5.jpg

O la de un pícaro…

https://i.pinimg.com/originals/e8/df/24/e8df2489e878464b0a40822d95030ba6.jpg

No era de extrañar que hubieran tardado tanto en hacerlas, quizá aquellos tres meses y todo. Todos estaban asombrados y encantados con las piezas que les habían dado. Las armaduras de las mujeres eran de igual calidad y elegancia, curiosamente la de Ember parecía una versión femenina de la de Vangelys, sólo que ésta tenía detalles azules en lugar de dorados.

– ¿Qué te parece? Hasta ellos se han dado cuenta de que conectáis- le dijo al mago dándole un codazo en las costillas.

– No sé de qué hablas- contestó este con su habitual sequedad, aunque era obvio que se había dado cuenta a qué se refería su insistente compañero.

Se reunieron con el resto del grupo a las afueras del campamento, y ahí liderados por el draenei que les había atendido antes, partieron hacia las puertas de Ny’alotha. Entre ellos, curiosamente también estaba Wrathion ¿pensaba acompañarles? Con lo “vulnerable” que era el vuelo negro a la corrupción no le parecía muy buena idea, pero tampoco iba a poner pegas. El dragón era ya mayorcito, y si los generales confiaban en él, que así fuera. Avanzaron por el desierto a buen ritmo, siguiendo al gran elekk que encabezaba la marcha. Blackie le echaba de vez en cuando alguna mirada de reproche, pues el sindorei había decidido ponerle una armadura también a él, la que le había hecho en Dalaran. Quizá no le sirviera de mucho en aquel lugar, pero no podía dejar que le pasara algo. La conexión de un cazador con su mascota era a veces extraordinaria, y en esa ocasión lo era aún más. El elfo podía usar su energía vital para salvar a su compañero si la circunstancias lo requerían, pero esperaba no tener que llegar a eso.

Una media hora más tarde ya estaban delante de las puertas. El otro grupo, aún más amplio que el del sindorei, ya estaba ahí. Este parecía comandado por un elfo de sangre. No perdieron el tiempo en presentaciones, y tanto el draenei como el sindorei se coordinaron para repartir instrucciones, y tras una pausa, ambos dieron la orden de entrar.

Y con diversos gritos, en diversos idiomas, el variopinto ejercito entró en Ny’alotha.

7 «Me gusta»

El elevador las llevó ante una sala oscura y descuidada. Iluminada tenuemente y con olor a muerte y podredumbre.

La elfa quiso comentar algo, pero la energética gnoma, ya se encontraba cruzando la sala, completamente abstraída en sus pensamientos y despreocupada, como siempre. Belt corrió a su encuentro.

– Observa elfina, es una prisión… Pero parece que las celdas ya están desocupadas.

La gnoma no dejo de andar mientras hablaba y curioseaba con su inquieta mirada. Pero algo se le había escapado.

Belt reparó en algo inusual en la oscuridad, un pálido color azulado. que la hizo retenerse. había alguien en una de las celdas, un alto elfo. el tono de sus ojos era perceptible en la oscuridad.

La elfa se detuvo y dudo. pero su instinto fue mas rápido que su cabeza y cuando quiso pensar, ya estaba delante de la celda.

Un elfo pálido la miraba desafiante.

-Pluup!!!

Morda no se había despistado. Estaba justo tras la elfa, haciendo pompas con un chicle rosa. Belter estaba rara, inquieta. Estaba cambiando, pero la gnoma sabia que no estaba en su mano hacer nada por ella. No sabia el motivo pero su conducta era claramente… Diferente. Mas arisca y violenta, era incluso diferente con ella.

Belter empujo varias veces la celda.

– No te temo, oscuro demonio. – Musito el desconocido elfo.

– No soy un demonio. Te liberaré…_

El elfo examinó desde la distancia el porte de belter.

– Ya veo, no eres ella. Eres mas joven…

– ¿De quien hablas?

Belter comenzó a patear la celda.

– Vete a saber por que esta enjaulado elfota. – La gnoma seguía haciendo pompas.

– No voy a dejar a alguien de mi raza en este lugar! Morda… - Su tono era molesto.

La gnoma negó con la cabeza y desistió de tratar de razonar.

Crack!

La puerta de la celda cedió y calló.

De un salto, el elfo salió a toda velocidad, sin dar tiempo a Belter a hacer o decir nada. empujando a belter y en segundos, el elfo desapareció camino a su libertad.

– uhmmm, todos los de tu raza son así de agradecidos?

– Morda, cállate y ayúdame a levantarme. – Dijo belter aun mas molesta.

La gnoma volvió a negar con la cabeza mientras la ayudaba. Entonces reparó en algo.

– uhhh mira… Tu congénere, se ha dejado un anillo en su apresurada huida…

Belter lo cogió. Un emblema de la alianza brillaba en su centro.

– Bahh!!

La elfa lo tiró.

Morda volvió a negar con la cabeza y cogió el anillo. Decidió guardarlo.

– Acabemos con esto de una vez, tengo que hablar con una sacerdotisa de la luz pronto.

Ambas se encaminaron a una puerta y continuaron su exploración de la torre.

Un tiempo mas tarde, llegaron a su destino.

Ambas entraron a escondidas en una instancia grande, donde una cultora de alto rango, y un pequeño séquito, ungían una hoja, mientras una prisionera naga, aguardaba.

La cultora, de espaldas, se irguió súbitamente. La túnica la hacía parecer de raza humana, pero su forma de moverse era ágil, élfica. Habló sin darse la vuelta.

– Te esperaba, pequeña. El libró que buscas no está aquí. Logré que el maestro lo guardara para evitar infortunios… Nzod en persona lo tiene.

Belter miró a la gnoma. Su voz le era familiar.

La cultora levantó una mano y todas las puertas de la sala se cerraron.

– La espera, ha sido larga. Y el camino dificil…

8 «Me gusta»