Se viene parrafada muy currada de Félix:
– Por suerte han salido hace poco- informó- pero no podemos permitirnos perder esa posición, ya hemos retrocedido suficiente…
Comprendía su posición, ataques por varios puntos y cada vez perdiendo más y más zonas de Uldum. A eso sumarle las visiones, los “infieles”, los campeones del corrupto…Si seguían sumando derrotas poco quedaría para defender y los ánimos caerían por los suelos.
– Si me permite, tal y como está la situación no podemos actuar. Sé lo importante que es a nivel estratégico Orsis y lo debilitados que quedaría Ramkahen pero ir sin un mejor equipo y más tropas…es un suicidio.
– ¡Y esperas que sentencie a todos sin hacer nada! -las palabras del elfo no parecían sentar bien al general- Moriremos antes de dejar que gane. ¿Acaso tienes una idea mejor?
– Tal vez…- se acercó a la mesa, seguía con dolores por distintos sitios del cuerpo y era evidente que no se había recuperado del todo- ¿Me permite usar su mapa?
Con un suave gesto abrió su ¿mano?, ¿pezuña?, indicando que podía trastear con el mapa. Iba a plantear una locura que sería efectiva con la mejor de las suertes 1 posibilidad entre 1 millón.
Con cuidado quitó los alfileres y las marcas del mapa, aparto las figuras y dejó este limpio. Escogió con cuidado unas pequeñas figuras, dejando la primera en el obelisco de la luna, y empezó a explicar su plan suicida:
– Por ahora lo que sabemos es que un gran ejercito partió desde el obelisco de la luna dirección a Orsis, como he comentado es enorme en todos los aspectos, Aqir, ignotos, heraldos, seres corruptos…
Movió la pieza hasta el centro de Orsis y la dejó quieta. Hecho esto usó otra figura, con forma de Tolvir y la coloco en el lado opuesto y una última similar que colocó entre Ramkahen y el campamento donde se ubicaban.
– Por lo que me habéis dicho tenéis tropas en varios puntos de Uldum, pero centrémonos en estos sitios. Aquí tenéis parte de una hueste principal entiendo, protegiendo Ramkahen de ataques permanentemente, parte de ésta fue enviada a Orsis que ya regresa de camino y por ultimo tenéis en Orsis un batallón tomando la zona y defendiéndola con todas sus fuerzas. -hizo una pausa y miro al general- Como bien dije, mandar esa tropa sería un suicidio y una pérdida de recursos, no sabemos si los defensores de Orsis siguen vivos y entiendo que no debo darlos por muertos. Pero no podemos permitirnos el lujo de perder tropas en estos momentos, para proteger a alguien…que podría estar muerto.
Un murmullo se empezó a crear en la sala, el general hablaba con los guardias y los capitanes en un tono enfadado, así como varios de los presentes. Incluso sus salvadores parecían comentar que había perdido un poco la chaveta y debía tener más tacto. Mientras el paladín coloco una nueva figura en el mapa justo en Ramkahen y otras dos, las cuales formaban el escudo de la Horda y la Alianza, en Tanaris.
– Quiero hacer 3 cosas. Primero quiero que un grupo de voluntarios, cuanto más grande mejor, se dirija de Ramkahen por el rio hasta Orsis como vanguardia y apoyen, si es que aún viven, a los defensores de esa posición. Aclarar que esta parte no frenaría al ejercito de N’zoth, pero nos daría un tiempo crucial. Cualquier, campeón, aventurero, transeúnte o similar que quiera me acompañaría hasta ahí. Sé que hay gente valiente y dispuesta a luchar por la causa y unidos formaremos una cuña capaz de romper el muro más duro. Pero tal y como explico esto sería un suicidio si no tuviésemos ayuda.
Señaló esta vez la figura Tolvir de Ramkahen.
– Si sería posible si todo el ejército Tolvir se nos uniese al ataque, todo el posible dejando lo mínimo aquí y en el resto de puestos. Consiguiendo un ejército que al menos pueda rivalizar contra el del dios antiguo. Pero no vendría con nosotros.
– Pero… ¿acaso quieres perder Ramkahen? -dijo uno de los presentes- Si vaciamos de tropas todos los alrededores nadie podrá detener un ataque y la ciudad acabaría destruida. Hay que defenderse o todo sería en vano. ¡No dejaremos que maten a civiles por una locura!
– No he terminado… Ya he dicho que mi plan es una locura, pero no tenemos nada mejor ahora mismo. Menos aun con lo poco que sé de esta zona y los recursos que disponemos- el tolvir se calmó y esperó a que el paladín continuase- Bien, como dije esta hueste principal no vendría por el rio con la vanguardia. Mi idea es que espere aquí a 2 situaciones. La primera a organizarse y que todo soldado disponible se una al ejército, consiguiendo recursos suficientes, y partan hacia el noroeste siguiendo el rio hacia el templo de la luna. Una vez lleguen bajo dirección Orsis atacando la retaguardia del ejército que se encuentre ahí, obligándolos a luchar en dos frentes al mismo tiempo y, con suerte, llegando a juntar ambos ejércitos.
Quedaba una última parte, muy importante pero que se escapaba de sus manos. Se la iba a jugar a esa carta y, conociendo a ambas facciones, tal vez pudiese utilizar sus egos en nuestro favor.
– Para que esto funcione…necesito que tanto la Horda como la Alianza defiendan Ramkahen y los demás puntos con todas las tropas disponibles. Sé de los puestos fronterizos y campamentos que disponen ambos, no necesitamos su cooperación voluntaria sino su…cooperación involuntaria por una treta. Por el lado de la Horda puedo conseguir que estos puestos cedan sus tropas y soliciten más refuerzos para Uldum, no necesariamente porque sepan de esta maniobra si no por puro orgullo. Si la Horda pica la Alianza no dejara que la facción domine Ramkahen por su cuenta, intentará movilizar a sus tropas a Uldum para prevenir posibles daños o posibles ataques de la misma. - Solo necesito hablar con el representante de la horda de aquí y podre poner en marcha mi plan. Pero la suerte es un factor principal, no puedo asegurar como actuaran ambas facciones aunque no tenemos otra opción.
Un silencio sepulcral reino en la sala, nadie se movía y miraban fijamente tanto al paladín como al mapa. Meditaban palabra por palabra el plan trazado y las consecuencias que podían tener, el fracaso que podía suponer y la cantidad de vidas que ponían en riesgo con este plan…suicida en todos los términos. El general hablo:
– Nos estás pidiendo algo…impensable. ¿Quieres que dejemos todo en manos de las dos facciones que desean matarse entre sí? Que nos vayamos y confiemos que vayan a defender nuestra tierra gente que hasta ahora nos ha negado la ayuda que necesitamos no solo nosotros sino todo Azeroth.
– Si, no veo otra opción posible tanto para obligar a las facciones a participar en este frente como para tener una mínima posibilidad. Si perdemos…bueno dará igual quien defienda este desierto.
– ¡Ra’khes!
Un tolvir con armadura y una lanza de gran tamaño entro.
– ¿Me ha llamado general?
– Si, avisa a todos los alrededores. Necesitamos a todos los campeones, aventureros o cualquier ser que exista se unan aquí antes de mañana. Avisa que es una misión voluntaria y de extrema necesidad.
– Si señor -dicho esto abandono rápidamente la sala para realizar su cometido.
– Necesitamos meditar tu propuesta, lo que nos pides es…demasiado pero tampoco podemos quedarnos aquí. El tiempo apremia, reúnete con nosotros más tarde y hablaremos que hacer con ésta situación. No obstante sea lo que decidamos mañana podrás partir con todos los que se presenten aquí, no negaremos que vuestra ayuda será extremadamente necesaria. Ahora marchaos…el tiempo corre.
Salieron los tres juntos tal y como habían llegado y cuando se apartaron un poco el paladín se giró hacia sus acompañantes parándoles en seco.
– Sé que lo que he dicho ahí dentro es una locura, más aun el primer ataque. Dudo que salgamos de una pieza y aún menos que seamos los suficientes para detenerlos, pero ver como se tiran a los lobos sin nada…no podía permitirlo. Sabemos que es lo que os voy a pedir, pero no pienso obligaros. Me habéis salvado la vida, por ello os estoy eternamente agradecido, después de todo no habría podido llegar a tiempo para avisar al general- agarró con la mano derecha el colgante que siempre portaba y continuó- Me gustaría que me ayudaseis en la ofensiva, vuestras dotes de curación y ofensivas seguro que son muy útiles en la batalla, puedo notarlo hasta yo que sois diestros. Pero no os pienso obligar menos para ir a un suicidio, pensadlo y decidáis lo que decidáis os escuchare antes de reunirme con el general. Ahora si me disculpáis, debo ir a prepararme y a descansar si me es posible.
Sin esperar respuesta se marchó todo lo rápidamente que su cuerpo le permitía, que no era mucho a decir verdad. Seguía magullado y dolorido, más en pie por terquedad que porque estuviese totalmente sanado, ya no hablemos de cómo le fallaba el brazo y la pierna a veces. Pero no dejaría tirados a los tolvir, le dieron otra oportunidad para redimirse, para hacer algo útil en el planeta, para derrocar un mal antiguo y poderoso. Y no pensaba dejar pasar la oportunidad por unas heridas, aunque morir en batalla…le daría una paz que no se merecía. Sin embargo el pensar que iba a llevar a decenas de personas a una muerte casi segura…no podía evitar en pensar que les traicionaba y los mandaba a la muerte como a Rummol.
Sumido en sus pensamientos se adentró en la zona de los heridos y solicito unas curas, le quedaban unas horas por delante y debía estar a pleno rendimiento antes de partir mañana. Antes de mandarlos a todos a la muerte y a las fauces de un lobo hambriento que los despellejaría al mínimo error.
Temía que si algo salía mal o se negaban los Tolvir a su plan todo sería en vano. Una esperanza en una carta de la fortuna, pero quien la tenía no era ninguno de ellos sino el mismo destino que los había traído hasta aquí. Solo el proveerá lo que pasara.
Mapa con estrategia básica
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UNAS HORAS DESPUÉS
Había aprovechado el tiempo lo mejor que podía durante estas largas horas. Desde realizarse unas curas y aumentar el tratamiento, con su respectivo vendaje e ignorando las réplicas de que debería reposar unos días, siguiendo por una visita al herrero local para reparar el estropicio en que se convirtió su armadura durante la última pelea y buscando algún aventurero que quisiese unirse a la, ya conocida por ese nombre, “vanguardia de Uldum”. Para su sorpresa bastante gente aceptó la oferta desde aventureros a cazarrecompensas, guerreros experimentados a sanadores con buena dote, una total sorpresa.
Ahora se encontraba en el mejor lugar antes de partir, donde todos acababan en algún momento y muchos de los presentes asimilaban el viaje que iban a realizar al día siguiente. Estaba en la taberna, bueno llamarla así era mucho decir esta consistía en una barra improvisada en la que un tolvir serbia la bebidas que disponía a cada parroquiano del lugar, el techo era unas telas blancas entrelazadas en el centro y sujetadas por unos pilares de madera en cada una de las esquinas y el mismo centro. Desde fuera casi parecía una carpa grande con luces cálidas, pero una vez dentro las voces, golpes, y la abundante cantidad de madera en el mobiliario te sacaba de esa primera impresión.
Félix se encontraba en una mesa pequeña con dos taburetes en la zona central, de color marrón oscuro y con bastante arena y restos pegada en la parte superior, la limpieza no era una de sus fuertes visto lo visto. Frente a él se encontraba un orco de tez gris, portaba una armadura de cuero con tinte negro y un tabardo de la horda, tenía un parche en el ojo izquierdo del que le sobresalía una cicatriz que le recorría hasta la frente y uno de sus colmillos principales estaba partido. Su rostro era fácilmente desentrañable, la conversación con el elfo no le estaba gustando aunque se apaciguaba cuando bebía un poco de esa “cerveza” que les habían servido. Sobretodo porque él no pagaba.
– Vamos a ver si lo estoy entendiendo, elfo. ¿Quieres que llame a todos las tropas de Tanaris y alrededores a Ramkahen? ?Te has golpeado la sesera?
– No solo eso, quiero movilizar esas tropas y solicitar refuerzos inmediatos así como recursos. Tengo información suficiente para saber que la alianza va a movilizar una gran hueste a Uldum, si tomasen esta posición quedaríamos totalmente desprotegidos y perderíamos presencia en el sur de Kalimdor.
– Ya… pero no sé de dónde has sacado esa información, elfo. Me extraña que de repente llegue aquí un cretino, me suelte información que nadie hemos oído desde el armisticio e incluso resulte extraña viendo como luchan los remilgados del león. Aparte… ¿crees que no me han llegado rumores de un paladín que va a dirigirse con voluntario en la “Vanguardia de Uldum”, no veo que algún de tu particularidad quisiese ayudar a la Horda.
– Solo un necio se negaría a ver que ayudar aquí es ayudar a la Horda, lo hemos hecho en el pasado juntándonos contra males infernales o enemigos poderosos. Que colabore no significa que no busque el beneficio de la horda. Ahora, sé un buen orco y haz lo que te he pedido y limítate a decir “zugzug” y beberte tu… lo que sea que tienes ahí dentro.
– ¡¿Pero quién te crees que eres para ordenarme hacer esa estupidez?! -dijo golpeando la mesa y haciendo que varios parroquianos los mirasen intrigados. Sobretodo cierto pícaro humano que no apartaba la mirada de ellos desde hace rato- No pienso dejar que un chupamanás repipi y loco me ordene esta sarta de tonterías. Antes besaría a tu lechu…
Con un rápido movimiento el elfo agarro el pelo del orco y con un movimiento extremadamente brusco le estampo la cabeza contra la mesa, haciendo que su retaría de insultos se viese cortada por el sonido hueco y duro contra la mesa. Varios asientos se movieron y algunos integrantes se levantaron, pero pareció calmarlos indicando que el orco se había pasado de beber. Increíblemente la gente asumió que era cierto y habitual porque volvieron a sus quehaceres inmediatamente. La reputación orca supuso. Acerco su cara a la del orco lentamente y en un susurro le habló.
– Vas a escucharme muy bien pequeño zugzito. Voy a enseñarte una cosa y si después de eso aun sigues replicando, berreando y demostrando la pobre inteligencia que parece haber inculcado tu clan en tu mollera arreglaremos esto con las armas. ¿Se explica clarito este chupamanás?
Con un soplido y un gruñido el orco asintió, por lo que soltó su cabeza y volvieron a sentarse tranquilamente, aunque estaba claro que esperaba el momento oportuno para clavarle el hacha en el cráneo. El paladín saco un objeto, negro en su totalidad, tenía forma redonda y justo en el centro se encontraba un emblema de la Horda. Nada más verlo el orco puso su único ojo bueno casi en órbita y miraba tanto al elfo como al emblema. No podía creérselo.
Emblema (echarle imaginación y que es de color negro totalmente):
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– No… .no sabía que eras tú. Me habían informado que podría presentarse alguien con el emblema pero pensaba que bromeaban conque era un elfo. -siguió con una retaría de disculpas que no consiguió entender ya que mezclaba palabras en orco que no comprendía.
– Dejémoslo así -dijo recogiendo el emblema y cerciorándose de que el pícaro humano lo veía- Creo que con esto queda aclarado el tema de la autoridad y la conformidad de mi información. ¿cierto?
– Zugzug…
– Perfecto, quiero que llegue esta información directamente y lleguen todas las tropas posibles a Ramkahen, pide los refuerzos de extrema necesidad aclarando que temes un posible conflicto armado. Y envía una copia a Orgrimmar para el consejo, una ayuda podrán enviar seguramente si reciben las ordenes. Añade expresamente que yo lo solicito.
– Zugzug…
Con esto el orco se levantó de mala gana gruñendo y derramando lo que le quedaba de bebida en la jarra. Sin pararse se fue a realizar el encargo de su nuevo amigo elfo, justo detrás el pícaro desaparecía de la taberna “sin dejar señal” como buen miembro de IV7. Al final el emblema le iba a servir de utilidad y todo.
– ¿Eres Félix? - dijo un humano con pintas de saqueador de tumbas- Me envía a buscarte el general. Acompáñame por favor, ya han terminado de decidir.
Se levantó, pagó las bebidas en la barra, junto a una propina por las molestias, y acompaño al humano hasta la sala donde había estado por la mañana. Justo en la entrada una pareja conocida esperaba al paladín, un elfo y una humana. Disculpándose con su acompañante y solicitándole un momento se acercó a ambos.
– Veo que los tolvir no son los únicos que se han decidido ahora.
– En verdad lo teníamos decidido al poco rato de marcharte pero con tus prisas no diste mucho tiempo a decirte nada -dijo Valhkir
– Vinimos aquí para ayudar en todo lo posible, más si un hermano nos solicita ayuda. Cuenta con nosotros para lo que necesites -concluyó Arnath- Aunque debo decirte que me sigues sonando de algo…pero no alcanzo a recordar el que.
– Gracias a ambos, al final por salvarme la vida os arrastro a un suicidio. Entremos, veamos si surgió efecto la semilla de discordia de esta mañana.
Los tres entraron en la sala junto al humano que les esperaba en la puerta. Dentro estaban presentes varios capitanes tol’vir, el general y varios miembros de distintos grupos de la zona.
– Me alegra que pudieses venir paladín. Hemos estado largo rato debatiendo nuestras opciones y ciertamente tienes razón en una cosa. No podemos enviar unos pocos refuerzos y mandar a una muerte segura a nuestras tropas, nuestros hermanos y hermanas de Orsis lo comprenderían igual que nosotros.
– Me alegra oírlo, ¿pero cuál es la pega?
– No obstante, tu planteamiento no vamos a realizarlo al pie de la letra. Sí que os prestaremos barcos y algún recurso, incluso alguna tropa que se ha mostrado voluntaria, para la “Vanguardia de Uldum”- tenía el presentimiento que detrás de la máscara de carnero el tolvir sonreía por el nombre- pero aunque si estamos solicitando refuerzos de otros lugares y formando un ejército mayor se ha declarado que salvo que la Horda y la Alianza se comprometan a defender Ramkahen y el resto de posiciones no podemos permitirnos el lujo de ayudaros en Orsis. Únicamente si ambas facciones se presentan aquí partiríamos en vuestra ayuda.
Era de esperar, tras la Cuarta Guerra la poca confianza que había en las facciones era nula, parecía que ambas se preparaban para una guerra fría tras el armisticio y los ambientes seguían caldeados en cualquier sitio. Pretender que un milagro podría ocurrir y encima tuvieses en sus manos la vida de su gente era irrazonable. Solo quedaría esperar.
– ¿Cuándo llegarán los últimos voluntarios y estarán listos los barcos?
– Podréis partir mañana a primera hora, los barcos están casi listos y, sorprendentemente, muchos aventureros poseen monturas propias para trasladarse por lo que no necesitaremos mucho transporte. En cuanto a los voluntarios, seguirán llegando pero no podemos esperar mucho más, intentaremos enviar a los demás que lleguen tarde de alguna forma. Además, un escuadrón de nuestras tropas ha decidido acompañaros, son guerreros diestros en combate cuerpo a cuerpo y con el arco, Ra’khes está al mando de los mismo, me ha pedido expresamente unirse a la partida.
Un tolvir de pelaje negro con una armadura tradicional saludo al paladín, podía reconocerlo de esta mañana cuando le fue ordenado buscar a los voluntarios. Sería una ayuda considerable y un buen líder.
– Serán una excelente ayuda, sin duda bajo su mando conseguiremos ganar el suficiente tiempo frente a esos miserables.
– Creo que hay una equivocación paladín.- dijo el general extrañado- Ra’khes se unirá a la partida pero no va a dirigirla, entendíamos que estaba claro quién iba a comandarla.
– ¿Quién entonces? ¿Alguno de tus capitanes o vos mismo vendréis con nosotros?
– Temo que no, pensábamos que lo más justo es que él que pensó la estrategia fuese el que dirigiese el ataque. En Orsis se encuentra el capitán Set’hran, coordínate con él durante el ataque.
– ¿Es una broma verdad?
El silencio en la sala confirmaba sus sospechas, no estaban haciendo un chascarrillo al elfo. Parece que lo de ir sin armar jaleo, que no se descubriese quien era, que no lo reconociesen ni ir con baja presencia le era muy eficaz.
Aunque no se estaba esforzando mucho pensándolo bien.
– ¿Puedo negarme? seguro que…
– No-
– Pero…
– No
– Solo acabo de llegar…
– Y te marchas como comandante de la “Vanguardia de Uldum”, un honor por el que muchos pagarían fortunas. Y no hay más que discutir, os deseamos la mayor de las suertes mañana. Uldum os deberá mucho por vuestros esfuerzos. Esperemos que tengas razón y funcione tu idea con la horda y alianza.
– Yo también lo espero general, yo también lo espero…Ahora, sobre mi ascenso creo…
– Te he dicho que no.
La reunión siguió con algún detalle menor, número de barcos, información conocida de las tropas que disponían y los recursos que les cedían, estos se componían desde algún armamento, suministros básicos y un pequeño grupo de pociones varias.
Al terminar ya estaba la noche en su cenit, el cielo estaba despejado y las estrellas podían verles perfectamente en el firmamento.
– Supongo que tendremos que felicitarte por el cargo, comandante -dijo Arnath con sorna- Lo que no tengo claro es si te ha hecho este regalo de manera envenenada o con respeto.
– Apostaría a que son ambas -dijo el paladín- Menos bromas, mañana partimos y si ya estaba en mi cabeza idear un plan suicida ahora debo comandar a miles de voluntarios a una muerte segura. Otra vez, antes me quitan el cargo antes me lo dan de nuevo.
– ¿A qué te refieres con otra vez? - dijo Valhkir- Aunque ahora que dices eso creo recordar algo sobre un comandante…
– Vamos a prepararnos y descansar algo -dijo cortando esa línea de pensamiento. Lo que faltaba es que encima le reconociesen y descubriesen que estaba vivo- Mañana nos espera la muerte.
– Que positivo eres…comandante
EN LA MADRUGADA DEL DÍA SIGUIENTE
La noche había sido intranquila, varios pensamientos bailaban por su mente y le impidieron conciliar el sueño que necesitaba. Para cuando consiguió dormirse solo pudo soñar con el fracaso y la muerte que iba a traer a todos los que estuviesen a su cargo. Al final acabo cansado y sin energía.
Ya levantado y listo para rendir se fue a la taberna donde pidió un símil de café bien cargado, tras ello se dirigió a la herrería a por su armadura que lucía bastante mejor aspecto aunque el herrero le comento que no podía arreglar mucho más en tan poco tiempo. Debería bastar. Por último se acercó al lugar donde, la ya bautizada y conocida “Vanguardia de Uldum”, se preparaba para partir.
Asentados se encontrabas razas de todo tipo, humanos, enanos, orcos, taurens, gnomos, pandaren y hasta gobllins estaban esperando una señal, arreglando sus armaduras, hablando con…¿un robot con cabeza de gnomo?. Mejor no preguntar. Cerca el escuadrón de tolvir estaban armado y esperando pacientemente la orden de partir, Ra’khes se acercó al paladín y le saludo cortésmente.
– Es sorprendente la cantidad de gente que ha venido, pensábamos que íbamos a ser unos pocos solos pero ya formamos más de 80 tolvirs en filas. Y los campeones no paran de llegar fácilmente superan la centena.
– Tanto hablar del honor y la forma de actuar… Aquí puede verse lo que de verdad importa, gente que ayuda y toma partido aun poniendo su vida en riesgo. Al final la facción solo nos impide comprender la fuerza que podemos tomar unidos, ojalá lo entiendan pronto.
Paseó un poco por el lugar junto al capitán tolvir, comprobaron los suministros y el armamento, habló con algún aventurero perdido que se preparaba para el viaje y visitó los establos donde varias monturas voladoras estaban listas para partir. Para su sorpresa no hubo enfrentamientos ni malos rostros, en general, convivían y se ayudaban mutuamente en su mayoría, cierto que se podía ver un agujero en dos razas frente a otras pero para lo que podría ser era una nimiedad.
Visto todo acudieron a los barcos del puerto. Se habían preparado 3 barcos grises de velaje blanco con el escudo tolvir en el centro, estaban hechos con madera que no conseguía reconocer y parecían lo suficientemente resistentes para soportar a todos los presentes. Junto a ellos se encontraba el general tolvir hablando con uno de los encargados del muelle.
– Me alegra ver que no has huido paladín, parece que hasta el tiempo te sonríe hoy para cumplir tu cometido.
– O para calentar nuestros restos al final del día.
– Cierto, pero ambos sabemos que no tenemos otra opción. El consejo no se mostró muy de acuerdo con tu propuesta, no mentiré que al principio me pareció una locura…
– Y lo es, no te dejes engañar. Esto es un suicidio a la desesperada.
– Pero comprendí lo que querías decir. O nos unimos como un solo grupo o no podremos vencerlos, N’zoth nos está superando, cada vez consigue más territorios y nuestras fuerzas disminuyen. Si ese ejército no se detiene…estaremos perdidos y rodeados y con ello perderemos Azeroth. -miró fijamente al elfo tras esto último- Lucha por nosotros paladín, espero que podemos acudir en vuestro auxilio y pe.netrar la batalla con furia. Solo espero que la Horda y la Alianza también lo hagan por nosotros.
– Yo también general…yo también.
El tiempo pasaba y el sol ya había salido en su totalidad, los barcos estaban preparados para partir y todos aguardaban la señal que indicase la salida en masa de tan distinguido grupo, podía notar la tensión en el ambiente, veía los rostros preocupados, decididos, asustados y ¿roboticos? Todos aguardaban y miraban fijamente al paladín que no sabía dónde meterse ni cómo iba a organizar tamaño ejército. En el barco principal, donde iba a ir el junto a Ra’khes, estaban aguardando Tol’vir, Valhkir y Arnath.
– Cuando ordenes haremos sonar los cuernos para partir Félix. -dijo Ra’khes- no debemos esperar mucho más, el tiempo es crucial.
– Lo sé, Ra’khes. Esperaba que, tal vez, llegase alguna información sobre nuestras facciones favoritas. Pero ya es tarde, da la orden.
El capitán empezó a dar la orden cuando de repente un chillido cubrió la zona, seguido de una vermis esquelética surcó los cielos rápidamente, era de color azul y portaba una armadura en distintas partes de su cuerpo. Aparte parecía llevar a dos jinetes en su lomo que parecía no darse cuenta de lo que había ocurrido.
A ella le empezaron a seguir otros aventureros pensando que comenzaba la marcha llegando a formar un séquito detrás de la misma. Los cuernos empezaron a resonar por el lugar, dando pie a que el resto alzase el vuelo y se juntase al primer pelotón y los barcos empezasen a zarpar salvo el último de ellos que aguardaba a subir al capitán tolvir y al paladín. En apenas unos minutos todos surcaban el lago de Uldum dirigiéndose a su destino final. Rumbo a Orsis.
Tardaron menos tiempo del que esperaba en llegar a la otra costa con los barcos, varios grupos de las monturas voladoras ya habían aterrizado y habían montado un pequeño campamento más adelante. Rápidamente se reagruparon y descargaron todo lo necesario de los barcos, un pequeño grupo se quedaría en el campamento custodiándolo por si fuese necesaria una retirada o si había heridos a los que tratar. Antes de seguir el camino Félix había llamado a algunos soldados experimentados para tratar de organizar la avanzada.
– Lo primordial es encontrar a los supervivientes de los defensores de Orsis, debemos apoyarlos y dejar que retiren a sus heridos hasta nuestro campamento a toda costa. Una vez estemos en ese punto quiero crear varia formaciones de cuña en la vanguardia compuestas por 10 integrantes cada una y que se compondrán de 2 sanadores en la retaguardia de la misma 3 tankes en la punta, 3 soldados cuerpo a cuerpo y 2 que puedan atacar a rango. Detrás de esta formaremos varias líneas de apoyo, junto en el centro quiero colocar a los tolvir que sean diestros en el cuerpo a cuerpo y a varios arqueros desplegados por toda la zona, estaréis encargados de cerrar el paso en cada una de las intersecciones de las cuñas.
Pequeña imagen para que se me entienda:
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Organizados los grupos, y establecido que el estará presente en la cuña central de la formación abriendo la carga, ordenó partir de inmediato hacia Orsis. No llegó a pasar mucho rato hasta que empezaron a oír los primeros gritos y sonidos de batalla, conforme se acercaban a paso raudo empezaron a distinguir una masa negra que alcanzada todo el campo de visión en el desierto y teñía el horizonte de oscuridad perenne. Justo en el centro un grupo de defensores luchaba sin dar tregua al infame ejercito de N’zoth, parecía que un tolvir con armadura y casco de carnero dirigía los ataque aunque estaba herido y varias flecha le sobresalían d ella espalda. Asumió que se trataba del capitán Set’hran.
– ¡Aumentad la marcha! ¡En formación! ¡Los defensores necesitan una mano!