Farmeando el nivel god del foro
El nivel 3 son los padres. Es otro mito de blizz…
Xil lo tiene por algún chanchullo demoníaco, estoy segura.
Ellos sabrán…🕵♂️
Yo llevo años y jamás lo he tenido,ergo…¡ es un mito !..
A quién tenéis que ayudar es a mi, que si no no puedo abrir la taberna con todo lo que tengo en mente.
Rusheadme malditos!
Enhorabuena! Acabas de recibir un premio. Galardón de oro al peor mentiroso del año. Por desgracia para cualquier argumento que puedas ponerme, tenemos un precioso puñado de posts tuyos hablando sobre tus propias heces (hasta suena trol, pero es cierto), incluyendo el tochopost de antes. Si tienes tiempo para quemar así es que algo pasa.
Te sugiero que pruebes el ace attorney. Te enseñará al menos a pillar mentiras baratas al vuelo.
Nhail sigue por aquí, pero no postea en la taberna de momento por lo del baneo. Está farmeando el nivel 3 de paso. Ya volverá, tiempo al tiempo.
Yo si me mandas la redacción te la abro, pero DELENIS tiene nivel 3, si hay imágenes mejor que sea él.
Lo del nivel 3 no lo entiende nadie. Supuestamente se obtiene de X forma pero hay quien la cumple de sobra y no lo tiene
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En la Taberna del Dragón Ebrio, donde la cerveza fermentaba como un pantano y las discusiones acaloradas rivalizaban con las peleas de gallos, Pantsusu, una gnoma de nariz respingona y sonrisa traviesa, se enfrentaba a una batalla épica: una lucha contra las fuerzas indomables de su propia digestión.
Su estómago, convertido en un tambor resonante, rugía con la furia de un ogro hambriento. Un volcán a punto de entrar en erupción, amenazaba con convertir la taberna en un campo de minas de heces gnomicas. Pantsusu, con la frente perlada de sudor y la mirada fija en el suelo, sabía que la batalla era inminente.
Con pasos tambaleantes, cual equilibrista en una cuerda floja, cruzó la taberna esquivando mesas atestadas de bebedores y elfos tambaleantes. Su rostro, rojo como una manzana a punto de caer del árbol, reflejaba la urgencia de su misión. Los ojos, desorbitados y brillantes, brillaban con la intensidad de un faro en la tormenta.
Al llegar al baño, una construcción endeble de madera que crujía bajo su robusta figura, Pantsusu se encontró con un panorama desolador: un ogro corpulento, con barba tupida y aroma a queso rancio, ocupaba el trono con la solemnidad de un rey en su corte.
Sin tiempo para contemplaciones, Pantsusu oteó el campo de batalla. Un único retrete disponible, un cubo oxidado en un rincón, era su única esperanza. Con la determinación de un guerrero vikingo, se sentó en el rudimentario trono, y en ese preciso momento, la taberna se sumió en un silencio expectante.
Las miradas, como dagas afiladas, se clavaron en ella. Desde el bardo que rasgaba su laúd hasta la camarera de curvas prominentes, todos observaban con una mezcla de fascinación y terror la lucha interna de la gnoma. Un silencio solo roto por el sonido gutural de Pantsusu, una sinfonía de eructos que desafiaba las leyes de la física.
El ogro, al escuchar la melodía gutural de la gnoma, asomó su cabeza por la puerta del baño con una expresión de sorpresa. Sus ojos, pequeños y penetrantes, se encontraron con los de Pantsusu, y en ese instante, una chispa de camaradería se encendió entre ellos.
Un guiño cómplice bastó para sellar un pacto de entendimiento. El ogro, con un gesto de caballerosidad digno de un caballero andante, le cedió el trono a la gnoma, permitiéndole completar su misión con la dignidad que solo un gnomo puede apreciar en tales circunstancias.
Pantsusu, victoriosa y aliviada, salió del baño con una sonrisa radiante que iluminó la taberna como un sol naciente. El ogro, con un guiño de complicidad, le palmeó la espalda en un gesto de fraternal apoyo. Y en la Taberna del Dragón Ebrio, la historia de Pantsusu y el ogro se convirtió en una leyenda, un himno a la amistad y la comprensión en los momentos más inesperados.
Y así, entre eructos y guiños cómplices, Pantsusu la gnoma no solo encontró en la Taberna del Dragón Ebrio un lugar para aliviar sus necesidades, sino también un nuevo amigo con quien compartir las vicisitudes de la vida, un ogro con el que forjar una amistad tan improbable como irrompible, una amistad nacida en el campo de batalla intestinal, una amistad que desafiaba las leyes de la lógica y la decencia, una amistad que solo podía florecer en un lugar tan mágico como la Taberna del Dragón Ebrio.
Para que luego digan que YO soy egocéntrico.
Y no, no eres nada de eso, mediometro.
El sol matutino se filtraba por las rendijas de la oficina del INEM, iluminando un cuadro peculiar: Thallande, un elfo de la alta sociedad con túnica bordada en oro y cabello platino peinado en un moño impecable, y Drelanym, una elfa sylvestre de mirada vivaz y ropajes prácticos manchados de tierra, sentados uno al lado del otro en una fila interminable.
Ambos habían llegado al INEM por diferentes razones. Thallande, harto de la vida ociosa en la corte real, buscaba “experimentar la vida del pueblo llano” a través de un empleo. Drelanym, por su parte, había sido despedida de su trabajo como herrera por un robot más eficiente y necesitaba un nuevo ingreso para mantener a su familia.
La espera era tediosa. Thallande hojeaba una revista de moda con desgana, mientras Drelanym tamborileaba impacientemente con sus dedos sobre la áspera madera de la banca. A su alrededor, un microcosmos de la sociedad élfica se manifestaba: elfos nobles con túnicas elegantes, elfos guerreros con armaduras relucientes, elfos plebeyos con ropas sencillas, todos unidos por la incertidumbre del futuro laboral.
Finalmente, llegó su turno. Thallande se pavoneó hacia la ventanilla con la arrogancia de un príncipe. La funcionaria, una elfa de mirada cansada, le preguntó con escepticismo: “¿Qué tipo de trabajo busca?”.
“Un puesto acorde a mi linaje y habilidades”, respondió Thallande con petulancia. “Algo que no implique esfuerzo físico, por supuesto.”
La funcionaria lo miró con desdén. “Lo siento, señor elfo”, dijo con ironía, “pero en estos momentos solo tenemos vacantes para recolectores de bayas y taladores.”
Thallande frunció el ceño. “¡Recogida de bayas! ¡Taladrar madera! ¿Me toma por un campesino?”.
En ese momento, Drelanym se adelantó. “Yo puedo hacerlo”, dijo con voz firme. “Soy fuerte y hábil, y no me importa el trabajo duro.”
La funcionaria sonrió. “Perfecto, señora Drelanym”, dijo. “Tiene usted el puesto.”
Drelanym salió de la oficina con una sonrisa de satisfacción, mientras Thallande la miraba con una mezcla de envidia y desprecio. En ese instante, comprendió que la vida no siempre giraba en torno a la riqueza y el estatus, sino a la fuerza de voluntad y la capacidad de adaptarse.
Thallande, con el orgullo herido, se marchó del INEM sin trabajo, pero con una lección aprendida: la verdadera riqueza no reside en las posesiones materiales, sino en la humildad y la capacidad de trabajar duro. Y así, el elfo de la alta sociedad que buscaba un trabajo sin esfuerzo se encontró con la cruda realidad del mundo laboral, un mundo donde la única forma de prosperar es arremangarse las mangas y trabajar con tesón.
Claramente no me conoce el aspirante a poeta frustrado, no se ni por dónde empezar a explicar en ese galimatías todo lo que está mal.
Yo Jamás me juntaría con la plebe para buscar un trabajo, que deshonra traería a mi noble linaje el tener que rodearme con los campesinos… No, no, no, eso es cosa de las razas inferiores.
Lo segundo ¿De verdad crees que me sentaría al lado de una vulgar elfa de campo? Apestan a pies de distancia.
Tercero, mi orgullo no puede ser herido, muchos lo han intentado y todos han quedado besándome los pies… Mira, tu ni siquiera tendrías que agacharte, tienes la altura perfecta pero no te honraré con ese privilegio, los gnomo sois repugnantes a la vista y por lo que veo suelen ir demasiado al aseo, seguro que no conocen las bondades del jabón.
Y cuarto, la única lección que deberías aprender es que el dinero mueve al mundo, no tus vacíos sermones llenos de tal vulgar sarcasmo tan propio de los barriobajeros… Dedicate a algo que sepan hacer los vuestros como limpiar urinarios.
¿Pero para que le hablas a esa “cosa”? No merece tu preciado tiempo.
Una tonadilla conocida,empieza a sonar de fondo. Con un movimiento ondulante, la taberna se desdibuja. Los contornos se desdibujan,y el espacio cambia. Una carpa de tela ocupa ese lugar. Las llamativas franjas de tela multicolores,están coronadas en la cúspide con una banderola…
La musiquilla suena más fuerte,y los presentes empiezan a tararearla juntos.
¡ Había una vez un circo que alegraba siempre el corazón ,lleno de color mundo de ilusión
Las sonrisas aparecen el los rostros de los presentes,el plato fuerte es la risa,y aquellos que la provocan, comienzan a desfilar
A mi el nivel 3 del foro me lo dieron hace poco después de unos cuantos años de entrar a ratitos y cotillear un poco, yo ni doy likes ni comento en exceso y me lo han dado, así que imagino que no hace falta hacer gran cosa más que ser constante por aquí
Uff, más constante que Roph… y aún así no se lo dan.