La balada del trol sin sombra. [Sangre Umbría]

Clank clank

La linterna arrojaba las sombras sobre la pared de la oscura sala.

Los picos de acero golpeaban contra la piedra del suelo. En el dibujo central confluían surcos hasta una losa rectangular.

Uno de los goblins paró para recuperar el aliento y secarse el sudor.

Quita de ahí —Jarukan le arrebató el pico de sus manos y comenzó a machacarlo contra el suelo.

Señor, es probable que no esté aquí —. El goblin golpeaba con los nudillos en diferentes baldosas del suelo. —O puede que haya un mecanismo

Graaah —el trol golpeó de nuevo contra el suelo. Una fisura se abrió entre dos de los adoquines del dibujo central de la sala.

Varios truhanes del Callejón acudieron corriendo al centro de la sala y comenzaron a hurgar en las juntas de los adoquines y baldosas. Jarukan se echó al suelo para ayudar a levantar la losa. Los destellos de color que emanaban del subsuelo iluminaron su cara.

El goblin se acercó y la emoción se apoderó de él poniéndose delante del trol.

Estaba aquí. Sí, estaba aquí —los ojos se movían nerviosos, iluminados por los brillantes destellos mientras llenaba los baúles a manos llenas.

Cargadlo todo —ordenó el trol dejando paso a lo demás, se giró hacia la puerta de la sala y se encaminó a la salida.
El tintineo de las piezas relucientes resonaba en la estancia al caer en los baúles.

Señor Jarukan… —La voz del goblin denotaba preocupación y el trol se detuvo al fondo, justo antes de salir de la cueva—. No me encuentro bien.

Jarukan miró de reojo y se giró lentamente.

El goblin se miró las manos llenas de joyas y doradas, tragó saliva y miró al trol caminando hacia él.

Jarukan observó cómo las manos de su pequeño peón comenzaron a tornarse oscuras, tiznando sus brazos, ascendiendo por el cuello. El dibujo de la silueta del goblin en la pared arrojado por la linterna comenzó a desvanecerse.

El trol oyó cómo las monedas se removían. Del agujero en el suelo emergió una mano huesuda, anunciando el ascenso de una deteriorada y esquelética figura humanoide.

Repicaban las monedas al caer desde el cráneo que asomaba por el hueco. Mechones de pelo negro, dos doradas en la cuenca de los ojos y un par de enormes colmillos.

La madre que me parió —Jarukan retrocedió varios pasos.

Una corriente de aire recorrió la estancia y apagó la linterna.

Anteriormente: Al final del Callejón [Sangre Umbría]
Jarukan, un personaje de Sangre Umbría

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Ve y dile al mangante, al avaro y al jinete de media noche… ¡Diles que también les llegará su hora.

Doble.

La brisa nocturna traía olor a salitre y movía las palmeras en Trinquete.

En la segunda planta de la casa las cortinas iluminadas por una tenue luz recogían la vaga sombra de dos bultos.

Esta canción desde aquí:

Los pies desnudos de una trol cruzaron desde la cama hasta el final de la alfombra. La pulsera de su tobillo marcaba el tintineo grácil de cada paso.

Vamos, ¿vas a decirme en qué piensas? —Comentó mientras se acercaba.

No es nada… La vida de comerciante. Es aburrida de coj0nes —. Comentó Jarukan.

Una blusa verde cayó al suelo junto a dos jarras vacías. Al lado, unos pantalones de cuero y una falda colgaban del borde de la cama.

¿Eso es lo que le cuentas a todas las que subes? —La trol desnuda se acercó a Jarukan por la espalda y le abrazó mientras éste vertía polvo rojo sobre la bandeja. Comenzó a mordisquearle las orejas y besarle el cuello.

No te creo, llévame contigo.

Jarukan sonrió y ladeó la cabeza a hacia su hombro izquierdo mientras preparaba sendas líneas con la hoja de una daga. La trol alzó una ceja y sonriendo estiró la mano para alcanzar el vial con la sustancia roja, aumentando la dosis en cada una de las hileras de polvo.

Los dos se miraban a los ojos mientras se besaban.

Doble —, dijo ella. Se agachó y aspiró una de las líneas por la nariz. Jarukan hizo lo mismo justo después.

¡Wooohooo! —El chillido del trol se escuchó en toda la estancia, seguido de unas carcajadas.

Jarukan agarró a la trol por las caderas y ésta se subió de un salto, atenazando la cintura del trol con los azules muslos. La tiró sobre la cama y comenzó a bajar recorriendo su cuerpo con la lengua.

La marea hacía que las olas rompieran levemente entre los barcos amarrados junto al muelle.

Jarukan apareció entre los muslos y ella condujo al trol hacia arriba con su dedo en la barbilla. El trol deslizó su cuerpo hasta ponerse sobre ella.

Por un momento algo llamó la atención de Jarukan y miró al fondo de la habitación. Dirigió su mirada donde creyó haber visto un destello. Dos ojos dorados, una figura enorme. No podía ser, se dijo el trol, y sacudió la cabeza tratando de aclarar su vista.

La mujer le agarró la cara para que la mirase, le dio un beso y le mordió el labio. El trol volvió a mirar de reojo a la esquina del cuarto pero ya no había nada.

Ella maniobró hacia un lado para tumbar a Jarukan y ponerse a horcajadas sobre él. Sonrió divertida, se mordió el labio inferior y acompañó los brazos del trol que subían hasta su cadera acompañando el vaivén.

La brisa nocturna mecía las palmeras en la noche de Trinquete.

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Puedes huir durante un tiempo… ¡Pero tarde o temprano te llegará tu hora!

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Océanos de oro; tumbas de sal.

Esta canción desde aquí:

La voz me habló y me dijo: “Ve y dile al mangante, al avaro y al jinete de media noche…” —Una voz se alzaba entre la multitud al paso de la comitiva de Sangre Umbría.

¡Yo estaba ciego! ¡El brillo de las doradas iluminaba mi camino… a la oscuridad! —Gritó el goblin sobre el barril señalando al grupo que se agrupaba alrededor.

El camino a la oscuridad, ¿de qué hablas? —Preguntó Althine dirigiendo la mirada al goblin.

Olvídalo, ni siquiera él sabe de qué habla —. La voz del extraño hizo que el grupo se girase. —Vamos, no hay tiempo que perder, esperábamos vuestra llegada.

Alentalle se adelantó y miró al elfo de arriba abajo.

¿Y tú quién eres? Esperas que sigamos a un cualquiera

Mi nombre es Astavedon. Jarukan os espera —. El cazador ataviado con la capucha miró alrededor e hizo un gesto para que le acompañaran.

[…]

Jarukan salió al balcón con la jarra en la mano y señaló al muelle privado que usaba la Compañía Comercial, aislado por una barrera natural del muelle de Trinquete y más abajo del Callejón.

En la bodega de esoh doh barcoh ehtá lo que la Señora noh ha encargao —. Señaló el trol con la mano de la copa mientras comentaba a Alentalle y los demás miembros del grupo.

Después de beberse la copa de un trago invitó al grupo a bajar por el sendero que partía desde el Callejón hasta el pequeño muelle donde se encontraban los dos barcos. Apartó los helechos y permitió que el grupo se adentrara en el túnel natural que formaban las rocas.

No me fío para nada de un camino que no sé dónde lleva —. Comentó Fakira entre gruñidos.

Supongo que será más seguro que ir a vista de todos —. Faolain se agachó para salir al último tramo del sendero.

Loh saqueoh son cada vez mah frecuenteh y la guerra lo ehtá j0diendo to’. Así que hay que asegurar que esa carga llega a su dehtino —comentó Jarukan.

Mientras el grupo bajaba por el sendero cayó el sol, tragado por el mar de azul oscuro y las antorchas a los lados del camino guiaron a la comitiva hasta llegar a la pequeña bahía.

Noh haremoh pasa’ por comercianteh. Nadie debería sohpechar de unoh comercianteh de ehpeciah.

¿Crees que daremos el pego? No tenemos mucha pinta de comerciantes —. Alentalle miró al grupo.

Bueno, unos simples marineros bien armados —, dijo Lilith con sorna.

Matones del Callejón y trabajadores de la Compañía Comercial se apresuraban en transportar por la pasarela como una cadena humana algunas cajas con dos Ces pintadas en ellas.

Embarcaremoh en doh grupoh cuando to’ ehté lihto. No tiene por qué pasá na’—, el trol repasó con la mirada a los que allí se encontraban —pero si hay problemah protegeremoh loh barcoh a toa cohta. Incluso si loh de enfrente llevan bandera de La Horda.

El trol se levantó el cuello de la chupa de cuero dirigiéndose de vuelta al camino.

Pero to’ ehto será dehpueh de cená —le dio una palmada en el hombro a Taermien, miró a Astavedon y comenzó a caminar.

La piel de Shalaná se erizó al notar una presencia alrededor, cada vez más cerca. Podía percibir cómo la magia de las sombras se volvía más intensa.

Esto no está bien. Creo que tenemos problemas.

¡Aaaaaaaggggg!¡SPLASH! En el muelle se escuchó un alarido de dolor.

Para cuando el grupo quiso reaccionar, de las aguas emerigían formas humanoides subiendo por los tablones del muelle. Hozens, goblins, orcos y trols; esqueletos de ropajes raídos y girones de piel cuarteada que pronto rodearon al grupo.

Se abalanzaron sobre los matones del Callejón atravesando de improvisto a alguno, rajando con espadas rotas a otros. Se acercaban amenazantes desde todos lados hacia los miembros de Sangre Umbría, con movimientos torpes, pero hambrientos.

Astavedon y Althine no se lo pensaron dos veces y cargaron con la velocidad del rayo contra el grupo más adelantado barriéndolos e impidiendo su avance.

Fakira alzó su mano señalando al enemigo y Funfurrón se abalanzó sobre el cuerpo de un famélico orco para destrozarle la cabeza de un tajo con su espadón.

Faolain cargó la flecha, tomo aire y la punta comenzó a chisporrotear magia arcana. Al soltarla impactó contra el pecho de un trol haciéndole saltar por lo aire. Arhalle, junto a ella, estudiaba la posición de los enemigos planeando su ataque. En ese momento Hekathi aprovechó para avanzar y enzarzarse en un combate con el esquelético trol que se acercaba, espadas en mano.

Lilith empuñó la espada con las dos manos y descargó un buen mandoble incrustando la hoja dentada en las costillas de un trol bastante más alto que ella. El enemigo bajó la cabeza para ver el estropicio y descargó un tajo con la poca energía que le quedaba consiguiendo arañar a Lilith.

Alentalle afiló la mirada, esperando el momento idóneo para atacar al orco que se abalanzaba sobre ella. Con un giro de caderas, lanzó una patada con su pierna mecánica que incrustó en la cadera del orco. El enemigo, doblado, emitió un grito de dolor y acto seguido levantó su espada amenazante. Alentalle conjuró una bola arcana en la palma de su mano y lanzó lo que quedaba el orco varios metros atrás.

Los enemigos seguían cercando al grupo en la playa. Un hozen saltó para abalanzarse sobre Taermien. El esgrimago sonrió e imbuyó sus ropas en llamas. La cara del simio se desencajó y trató de frustrar su ataque. Pero fue tarde y acabó pasto de las llamas, quemándole los pocos ronchones de pelo que le quedaban.

Shalaná cerró los ojos, sus tatuajes comenzaron a brillar iluminando su cuerpo, y alzando las manos canalizó su ataque el grupo que se apresuraba hacia ella. Un destello violeta anunció una explosión que hizo saltar por los aires en varios cachitos al grupo de orcos y goblins.

Sin embargo, algunos de ellos, desmembrados y sin cabeza volvieron a ponerse en pie a duras penas.

¡En el barco! —. Señaló Althine. Había notado una presencia mágica poderosa.

Jarukan miró a la cubierta de uno de los barcos. Su mirada encontró a la de un enorme esqueleto de Trol registrando algunas de las cajas. De su cuello, sobre sus costillas, colgaban cordones de oro y portaba un sable que emitía destellos violetas.

¡Vengo… —Se oyó gritar al esqueleto desde el barco con una voz que parecía un estruendo de truenos —…A por lo que eh mío!

El esqueleto desapareció tras una nube violácea. Jarukan se había quedado paralizado, ido. Por suerte uno de sus matones lo empujó para esquivar el ataque de un hozen sin cabeza que se había lanzado sobre él.

Pero al girarse para recomponerse, allí estaba él. De la nube apareció de nuevo el esqueleto de trol con el sable en alto.

ZRAAAAAAK

Y se lo clavó atravesando el pecho de Jarukan, que quedó ensartado en la arena de la playa.

Se hizo el silencio.

Todo se volvió negro.

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Le dijo el ladrón a la luna: Pronto extinguiré tu luz. Pondré fin a esa luz con la que iluminas la oscuridad de este mundo.
Le dijo la luna al ladrón: No sabes lo que eso significa. Condenarás al mundo a la oscuridad sin luz que guíe los caminos del hombre.

Ladrón: Oh, pero toda la riqueza del mundo será mía. Sin luz, esos ciegos no podrán defenderse. Mi existencia es una carrera por acumular riquezas. La única lealtad para el ladrón es con el diablo y consigo mismo.

Luna: La tierra se levantará y te devorará. Los cielos llamarán a las atronadoras tormentas. Cuando mueras no habrá tumba que recuerde tu nombre. Tu avaricia acabará con tu vida y la culpa será solo tuya.

—Canción popular. Traducido del Thalassiano.

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Aquellos que están malditos

Y se lo clavó atravesando el pecho de Jarukan, que quedó ensartado en la arena de la playa.

Se hizo el silencio.

Todo se volvió negro.

Sobresaltado, el trol se despertó entre sudores en mitad de la noche incorporándose súbitamente para sentarse en la cama. La luz de la farola en la calle entra por la rendija de la persiana, iluminando la franja de sus ojos. El oleaje de la noche de trinquete era lo único que se escuchaba por debajo de su respiración.

¿Qué te pasa? —la mano de la chica acarició su brazo—. ¿Demasiado polvo rojo? —preguntó con la cara adormilada, los pelos de la trenza pegados su mejilla y sonriendo en un tono burlón.

Jarukan se miró el brazo izquierdo y luego le devolvió la mirada a la trol.

Pero qué c0ño… —comentó el trol en apenas un susurro.

Vamos vuelve a tumbarte. Todo está bien —. La mujer acariciaba con los dedos el pecho de Jarukan recorriendo sus cicatrices. El trol se volvió a tumbar, ella se acomodó junto a su costado y echó la pierna sobre la cintura del trol.

[…]

Puedes huir durante un tiempo… ¡Pero tarde o temprano te llegará tu hora!

La voz me habló y me dijo: “Ve y dile al mangante, al avaro y al jinete de media noche…” -Una voz se alzaba entre la multitud al paso de la comitiva de Sangre Umbría.

¡Yo estaba ciego! ¡El brillo de las doradas iluminaba mi camino… a la oscuridad! —Gritó el goblin sobre el barril señalando al grupo que se agrupaba alrededor.

El camino a la oscuridad, ¿de qué hablas? —Preguntó Althine dirigiendo la mirada al goblin.
No merece ni un segundo de nuestro tiempo —Lilith miró con indiferencia a la criatura verde sobre el barril.
Olvídalo, ni siquiera él sabe de qué habla —. Astavedon indicó con un cabeceo que debían seguir adelante. -Vamos, no hay tiempo que perder, esperábamos vuestra llegada.

El elfo, ataviado con pantalones y chaleco de cuero negro y camisa oscura, hizo un ademán disimulado, para meter al grupo por una de las callejuelas que llevaban al barrio que precede al Callejón

[…]

Jarukan salió al balcón con la jarra en la mano y señaló al muelle privado que usaba la Compañía Comercial, aislado por una barrera natural del muelle de Trinquete y más abajo del Callejón.

En la bodega de esoh doh barcoh ehtá la mitá’ de lo que la Señora noh ha encargao —. Señaló el trol con la mano de la copa mientras comentando a los demás miembros del grupo.

La otra mitad noh ehpera en Calaohcura.

Si estamos aquí es porque se esperan contratiempos —comentó Faolain.

¿Contratiempoh, eh? —terminó de un trago la copa, entró en la sala y abrió el libro sobre la mesa.

Encontré ehto entre lah cosah de Ga.yo —arrimó el libro a los asistentes. En los escritos hacía referencia a una fuente de poder y al lado unas cantidades de dinero.

Shalaná y Taermien se acercaron a inspeccionar el cuaderno. Arhalle notó un cosquilleo por la nuca, había esencia de magia de sombras en libro del trol.

Este libro contiene una magia oscura —, comentó Taermien.

Está muy unido a este lugar, pero puedo notar —sus dedos casi tocaban las páginas —que también conduce a una… cripta. O cueva. Lejos de aquí.

Dehde que Ga.yo se hizo con el Callejón las cosah cambiaron. Rompió lah reglah jugando con la magia ohcura, con un vudú que no eh bueno —. Jarukan asintió mirando al grupo e hizo un gesto para que le acompañaran. Bajó por la escalera y retiró la alfombra que ocultaba la trampilla. Al abrirla apareció una escalera descendente, tomó uno de las linternas que colgaban en la estancia y bajó.

Al fondo del pasillo húmedo y oscuro, en una celda, parecían brillar dos ojos.

No me gusta este sitio —comentó Laediel tapándose la nariz, tratando de evitar el olor a agua estancada.

¿Quién anda ahí? —De entre las sombras apareció un goblin agarrado a los barrotes. Su piel era negra como el carbón, sus ojos brillaban como dos doradas y su cuerpo era un famélico saco de piel y huesos. Jarukan alzó la linterna iluminando la celda, pero no había rastro de las sombra del goblin.
¿Dónde estoy? Necesito ayuda.

¿Por qué tienes a ese goblin ahí? —Preguntó Fakira para luego mascullar entre dientes “si Funfurrón estuviera aquí…”

¡Malakai lo sabe todo! —La voz del goblin comenzó a tornarse grave.

¡El trol os ha condenado a todos! —El goblin comenzó a reírse mostrando su podrida dentadura. —¡Devuélvele lo que falta! ¡Él vendrá a cobrárselo!

Astavedon miró con tristeza al goblin, otrora compañero en el Cártel.

Noto una presencia oscura, hay algo aquí —comentó Arhalle mirando alrededor. Taermien asintió mirando de reojo.

¡Devuélvelo! —Gritó de nuevo el goblin. Retrocedió dos pasos.

¿Qué tienes que devolver Jarukan? ¿De quien habla? ¿Qué te has llevado? —Faolain miró al trol con cierto enfado. —Jarukan, contesta.

Más riqueza de la que podrías imaginar —. Astavedon dio un paso al frente y miró a la nocheterna.

De repente el goblin echó a correr contra los barrotes con las manos por delante estampándose violentamente contra ellos. Dió dos pasos atrás, como si cogiera impulso de nuevo. El goblin tenía parte de la cara hundida por el golpe

El grupo se sobrecogió por la violencia del impacto. Laediel miró al desfigurado goblin con cierto asco.

¡Fevfuelvelou! —El goblin se tambaleaba pero seguía en pie.

Acabad con su sufrimiento, está poseído. Una fuerza poderosa doblega su voluntad. Acabad con él —. Comentó Shalaná a la vanguardia del grupo.

¡Fevuelveloooooo! —El goblin echó a correr estrellándose contra los barrotes de nuevo. Dientes y líquido negro salieron despedidos y la cabeza se encajó entre los barrotes.

Por Belore, acabad con él ya —rogó Eco tras su máscara.

¡Suficiente! —Althine se acercó con cautela y con un rápido movimiento de gujas abrió en canal al goblin, desparramando su cuerpo por el suelo.

Esta canción desde aquí:

Jarukan que tenía su revólver a medio enfundar, miró lo que quedaba del goblin con cierta tristeza.

Creo que ya tenéih una idea de por qué oh he hecho llamá’ —Jarukan se volvió hacia el grupo y miró a Astavedon que asintió con el gesto serio.

Al fondo se oyó una voz proveniente de la planta de arriba.
Señor, los barcos están listos para zarpar —interrumpió un tauren bajando las escaleras. El matón bajó lentamente el último peldaño contemplando el panorama y miró a Astavedon tratando de encontrar respuesta.

No hay tiempo que perder, en marcha.

El trol se abrió paso entre el grupo para salir del hediondo y oscuro túnel por las escaleras.

El sol caía a medida que se acercaban al muelle donde aguardaban los barcos de la Compañía Comercial. El grupo bajó por el sendero iluminado con antorchas hasta las embarcaciones.

Partimoh —. Ordenó el trol que ya caminaba por la pasarela.

Alto, no tan rápido. Creo que nos debes contar cosas —inquirió Arhalle.

Jarukan se detuvo y se giró lentamente hacia el grupo asintiendo.

Vale, la he j0dido. No sabía que ese tesoro, que por cierto usé para nuehtra causa, traería ehtoh problemah —. El trol volvió sobre sus pasos acercándose al grupo.

Pero ahora me vaih a ayuda’. Vamoh a asegura’ la entrega cuehte lo que cuehte, por la Familia.

Y ni una palabra de ehto a la Señora. Yo le contaré llegao’ el momento.

En el grupo aparecieron caras serias cuando el trol pronunció la última frase. Jarukan repasó con la mirada a cada uno de ellos. Eco y Astavedon, asintieron con la mirada puesta en el trol.

Jarukan se giró y volvió al barco. Segundos después escuchó los primeros pasos a su espalda caminando por la pasarela. Y respiró tranquilo.

Varios hombres del callejón soltaron los amarres del muelle. Se oyó levar anclas lentamente y las velas se desplegaron hasta la mitad del mástil.

A lo lejos una antorcha se movió de lado a lado en el muelle. Los barcos comenzaron a crujir al inicio de su pesado movimiento.

Las luces de Trinquete se alejaban cada vez más.

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Era un bandolero,
asalté todas la rutas de caravanas en los Baldíos,
en una mano la espada y en la otra el revólver.
Muchas señoritas perdieron sus joyas por el camino.
La sangre de muchos bañó mi hoja.
Esos bastardos me colgaron en primavera.
Pero aquí sigo, vivo.

Balada del bandolero.
Canción original de Johnny Moneda.

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En oscuras mareas.

Jarukan miraba por la borda hacia el horizonte negando con la cabeza.

Malakai. Yo lo liberé. Fue… —Ya había reconocido una vez que fue su error y creyó que era suficiente. —…Algo que no ehperábamoh.

Al girarse se vio rodeado por el grupo esperando su explicación.

No te preocupes, hermano, vamos a…—No dio tiempo a que la elfa enmascarada terminara su frase cuando el resto del grupo clavó su mirada en ella.

¿Y tú quién demonios eres? —Se escuchó entre la Familia.

Jarukan miró a la chica mihteriosa. Sabía que llegarían las preguntas y habría que dar explicaciones, ya puestos. Ella sabía lo que significaba esa mirada y negó con la cabeza.

Eco —contestó tras la máscara.

La respuesta simple despertó el malestar y la desconfianza entre la los miembros de Sangre Umbría.

¡Bahta! –Jarukan se interpuso tratando de reconducir la tensa situación. —Qué importa, oh necesito a todoh.

—señaló a Taermien mientras se paseaba por delante de cada uno de ellos —¿acaso noh conocemoh? No, claro que no.

Pero no me importa. Todoh sabéih cual eh la regla que noh damoh entre nosotroh —. Caminó hasta ponerse enfrente de Shalaná.

Ella no es de la Familia. Y si hablas de confianza, creo que no es el mejor momento de hacerlo —dijo aguantando la mirada al trol. Jarukan sabía que las cartas no le eran demasiado favorables y asintió frustrado.

Jarukan confía en ella. Demos algo de tregua —se oyó a Arhalle.

El libro tenía anotadah unah cantidadeh de dinero, unoh viajeh y hablaba de una fuente de pode’ —. Soltó Jarukan tratando de reconducir la situación, sabía que era ahora o la situación se pondría más tensa. —No era difícil relacionarlo. Ese cabr0n se había hecho con el contro’ del cártel en muy poco tiempo, con un poder que nunca anteh se había vihto.

Encontramoh el tesoro, aunque —, el trol se giró y alzó la cabeza para repasar con la mirada al grupo, —había algo máh.

Razzio, el goblin de la celda, era el encargao de saca’ el oro de ese agujero. De esa tumba.

Señor Jarukan… —La voz del goblin denotaba preocupación y el trol se detuvo al fondo, justo antes de salir de la cueva—. No me encuentro bien.

Jarukan observó cómo las manos de su pequeño peón comenzaron a tornarse oscuras, tiznando sus brazos, ascendiendo por el cuello. Del agujero en el suelo emergió una mano huesuda, anunciando el ascenso de una deteriorada y esquelética figura humanoide.

Jarukan caminó varios pasos en la cubierta hasta ponerse en el centro del grupo.

Una criatura emergió de ese nicho y, aunque conseguimoh saca’ la mayor parte del tesoro, una parte de Razzio se quedó allí —. Jarukan miró a Astavedon que asintió con cara seria. —Fue perdiendo la cabeza. No recordaba na’, ni quiéneh éramoh. Y lo encerramoh en la celda, en cuarentena hasta encontrar una solución.

Jarukan colgó sus manos en el cinturón, mirando al suelo y negando con la cabeza bajo la mirada atenta del grupo.

Lo que no sabía —alzó la cabeza mirando al cielo y suspiró —eh que encontraría la tumba del put0 Malakai. Eso no me lo ehperaba.

¿De quién se trata? Parece un ser poderoso —preguntó Faolain.

Una leyenda. El mayor asaltante de loh Baldíoh. Vivía por el oro y la riqueza. Cuentan que lo mataron. Pero su ansia era tal que siguió asaltando caravanas y poblados después de muerto. Cuentan que empleaba un ohcuro vudú que le hacía invencible.

Jarukan se giró hacia la nocheterna con aire pensativo.

Sin embargo, el vínculo de Ga-yo era con ese… Pintor —. El trol trataba de atar cabos. —La mitad del cargamento y parte del oro ehtán en Calaohcura. En cuanto tuve sohpecha de lo que le ocurría a Razzio envié a una persona de confianza a investiga’ el oro y encontrá un antídoto.

Jarukan se tocó el guante de la mano izquierda y en ese momento se oyó una voz.

¡Nos acercamos, señor! —La voz de uno de los marineros del Callejón alertó al grupo que, siguiendo la mirada de Jarukan, encontraron a lo lejos un banco de bruma espesa pegado a la costa.

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Oh Madre, cuida de mi alma. Deja que descanse en el fondo del río.

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Or’manley

Las olas chocaban con el casco de la embarcación que se dirigía a la bruma densa justo delante. Jarukan miró a su timonel y a Astavedon. Tras una señal, los marineros recogieron las velas y se posicionaron en el torno del ancla.

Los barcos se adentraron en la densa niebla y la luz de la luna dejó de iluminar la noche. Tras unos segundos, se comenzó a vislumbrar una luz tenue al fondo. La niebla iba desapareciendo y dando paso a una cala rodeada por acantilados de roca, un muelle, los restos de un barco hundido justo en la costa y una gruta al fondo. Cajas de madera con el emblema de la Compañía Comercial se apilaban en tierra, junto al puesto de guardia.

En el agua, los cuerpos hinchados golpeaban contra las embarcaciones a su paso.

Señor, son de los nuestros —comentó el orco mirando por la borda. Todavía se podía distinguir el parche blanco con el emblema del Callejón en sus chalecos.

Las anclas cayeron al agua y las embarcaciones se detuvieron con un tirón cerca del muelle. Al final de éste, dos filas de antorchas custodiaban el camino hasta la entrada de la cueva.

De la oscuridad emergieron dos ojos dorados, unos colmillos enormes, la figura esquelética de un trol ataviado con un chaquetón largo y colgantes dorados en el pecho.

Creo que no nos espera una calurosa bienvenida —. Astavedon caminó por la cubierta hasta Jarukan.

¿Estás seguro de que debemos acercarnos? —Taermien caminó hasta el borde del barco.

Al fondo, el trol caminó lentamente hasta alcanzar las antorchas, se detuvo y miró al grupo que bajaba por la pasarela. Tras sus mechones oscuros que caían por la cara, una dorada en cada cuenca del ojo. Pese a estar iluminado por las antorchas, no había rastro de su sombra en el suelo.

Vamoh a saca’ ese cargamento, eh importante —. Jarukan comenzó a caminar por el muelle. -Y a ese cabr0n de mi cala.

Traéih lo que falta de mi tesoro, ¿verda’? —El enorme trol hizo un gesto con la cabeza señalando los barcos al fondo.

Bueno, sabía que nuestra presencia era valiosa —el tono socarrón de Taermien irritó a Malakai, que emitió un gruñido.

¿Ehperabaih que oh perdonara por liberarme? Eh mi oro, hijoh de perra —. El trol clavó su mirada en Jarukan. El guante de su mano izquierda se tornó oscuro y una sombra comenzó a tiznar su muñeca.

El Pintor me condenó por sabe’ demasiao’ Todo aquel que trajera oro a mi tumba drenaría parte de mi pode’. Pero vosotroh habéih invertío el ciclo —Malakai repasó con la mirada al grupo, que observaba cómo Jarukan se sujetaba una mano con la otra.

Hij0Put4… —La mano de Jarukan se movió agarrando del tirón el revólver que portaba en la espalda. —¡No! ¡Nooo!

¡No es Jarukan! ¡Está doblegando su voluntad! —Arhalle gritó al grupo y miró a Malakai enfurecida.

Faolain se abalanzó sobre Jarukan para detener su brazo.

Es… No puedo… Pararlo… —La nocheterna, agarrando el brazo con todas sus fuerzas arrastró al trol por el suelo.

Metihte la mano en mal sitio. Si no me dah lo que me pertenece, me lo cobraré —. Malakai soltó una sonora carcajada.

Astavedon desenvainó su espada y con un rápido movimiento golpeó a Jarukan con el mango en la nuca, dejándolo inconsciente.

La mano del Jarukan dejó caer el arma, pero parecía seguir moviéndose y fue entonces cuando Faolain sacó una flecha de su carcaj y atravesó la palma clavándola al suelo.

Se ha acabado tu tiempo —la voz de Arhalle se tornó oscura y clavó su mirada en Malakai.

¡No estamos solos! —gritó Fakira poniendo en alerta a Funfurrón

¡Yo también lo n… —Eco apenas terminó de prenunciar la frase cuando una lluvia de púas violáceas cayeron desde el cielo.

ZZZZUUUT zuut zut zut

¡Por Belore! —Gritó Eco conjurando una cúpula de protección a la vez que Taermien hacía lo mismo para proteger al resto del grupo.

Astavedon se impulsó para parapetarse tras las cajas. Uno de los proyectiles oscuros impacto en la pila de al lado, provocando una explosión y sacudiéndole contra la pared de roca.

Malakai miró al cielo y sin tiempo para reaccionar fue alcanzado por una de las púas, que lo lanzó por los aires. Al caer, comenzó a arrastrarse como podía hacia el interior de la cueva.

Mírate, cómo te arrastras. No llegarás muy lejos. —Arhalle se envolvió en un manto oscuro y unas cadenas sombría emergieron bajo el enorme trol atando sus manos y pies, empujándolo contra el suelo. Comenzó a caminar hacia él. —Vas a contármelo todo.

Desde los acantilados y las ruinas del barco, varios encapuchados bajaban ágilmente para lanzarse sobre la Familia, hojas en mano.

Faolain corrió atravesando las cajas ardiendo para subir hasta la torreta del puesto de guardia.

Fakira extendió su brazo y de la punta de los dedos aparecieron varios proyectiles sombríos que se entrelazaron en el aire para impactar contra el pecho y hombro de uno de los enemigos que se disponía a hacerse con la torreta del puesto de guardia.

Benditos sean los poderosos porque ellos serán reverenciados entre los hombres malditos… —Eco invocó una columna arcana sobre uno de los encapuchados que se había lanzado sobre ellos. Al ser atravesado por semejante fuerza, su cuerpo estalló en pedazos en el aire. Miembros, sangre y trozos de hueso llovían sobre la cúpula de protección, que empezaba a desvanecerse.

Los ojos de Taermien reflejaban las llamas de las antorchas, alzó la mirada hasta los dos enemigos que se disponían a saltar sobre ellos. Las llamas comenzaron a danzar alrededor del elfo y con un rápido gesto, envolvió a uno de los enemigos con el fuego, quemando también al que estaba al lado. Los gritos de dolor retumbaron en las rocas del acantilado.

Súbitamente una explosión oscura se interpuso entre Arhalle y Malakai. Un cultor apareció frente a ella, sorprendiéndola. Malakai aprovechó, con sus últimas fuerzas, para deshacerse de las cadenas que lo ataban.

El esquelético trol vio una sombra moverse, giró la cabeza y apareció Astavedon, espada en mano. Apenas pudo protegerse y el cazador cercenó de un tajo su brazo y separó de su cuerpo la cabeza.

¡No! —Arhalle y el cultor gritaron al unísnono.

Faolain subió las escaleras y saltó sobre la barandilla del puesto asestando una patada al asesino malherido por Fakira, haciéndole caer desde una altura considerable.

Funfurron echó a correr hacia los restos del barco, con la mala suerte de ser avistado por el encapuchado que quedaba en pie. Éste apagó las llamas de su ropa y se dejó caer sobre el demonio clavándole la espada en el hombro. El impacto he hizo aterrizar mal y caer al suelo desarmado.

¡Funfurron! —Fakira corrió y de un salto propinó una patada en la cabeza al enemigo tendido en el suelo, machacándole el cráneo. El demonio se giró, sacó su espada y se la atravesó rematando el cuerpo sin vida del asesino.

Las manos de Arhalle se envolvieron en una niebla oscura, miró al cultor y comenzó a cerrar sus puños. Podía notar cómo había entrado en su mente por la distracción de Astavedon. La retorcía, parecía disfrutar con ello.

¡AaaaAaaAghh! —El cultor miró a la nocheterna con los ojos inyectados en sangre. Sus piernas flaquearon y cayó sobre una rodilla.

Faolain agarró los mandos de la torreta, apretó el gatillo y el tambor comenzó a girar y la máquina a escupir proyectiles.

Shoot Shoot Shoot Shoot…

Una hilera de balas se abrió paso desde la torreta. Arhalle y Astavedon miraron hacia atrás. Solo tuvo tiempo de reaccionar y saltar hacia un lado esquivando por los pelos los impactos. Taermien invocó a tiempo un escudo para proteger a Arhalle. Las balas se estrellaron en la barrera.

En el centro, imparables, las balas continuaron hasta el cultor que sin apenas tiempo de reacción, trató en vano de levantar una protección. Las balas impactaron en su pecho, brazos y abdomen, desplomándolo hacia atrás.

Jarukan comenzó a despertarse. Miró su mano atravesada por la flecha y emitió un grito de dolor.

¡Hermano! —Eco se acercó a socorrer a Jarukan, ayudándole a extraer la flecha tras un nuevo grito de dolor. Le pasó un vial con líquido oscuro e hizo que lo ingiriera. -Toma esto, el dolor se atenuará.

Arhalle caminó hasta el cultor y al llegar pisó con fuerza una de las heridas de bala. —Vas a colaborar y contestarme a todo, ¿verdad?

Aaahhghg… Él… —El cultor comenzó a reírse tras el alarido. —Él… vendrá a por todos vosotros…

¿Quién es? Contesta —Arhalle volvió a pisar la herida y trató de forzar al cultor para que soltara información.

El… Pintor… Os matará a todos… —El cultor mordió algo en su boca y sus ojos se tornaron blancos.

Astavedon —la voz de Jarukan parecía débil, —la carga… Que lo carguen todo. Hay…humpf… Que llevarlo.

El elfo asintió y comenzó a dar órdenes a los matones del Callejón que llegaban corriendo por el muelle desde los barcos.

Las llamas de las cajas ardiendo iluminaban Calaoscura. Parte del cargamento esparcido por el suelo. Piezas de acero y madera.

FIN

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Navajo cogió la gitarra con forma de pala y comenzó a tocar la tonada.

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Créditos:

  • Alentalle

  • Althine San’Gor

  • Arhalle

  • Astavedon

  • Eco

  • Fakira

  • Faolain

  • Hekathi

  • Laediel

  • Lilith

  • Shalaná

  • Taermien

Gracias todos los que habéis participado y a aquellos que no pudieron estar presentes. Gracias a Sangre Umbría de nuevo por dejarme hacer mih mierd4h. Gracias a los Serpientes y al maestro O’Sullivan por el interés, coincidiremoh.
Nos vemos en la próxima balada.

Post-créditos

Zandalar. Algún lugar entre Nazmir y Zuldazar.

El trol apartó la cortina y entró en el salón. Al fondo, Hakali esperaba sentada en el enorme sillón. La zandalari se levantó de su asiento y bajó el escalón hasta la alfombra de la sala.

El Flaco ha cumplido con el trato. —V’aaly miró hacia la puerta y varios hombres entraron con 4 arcones de madera, dejándolos frente a la trol.

Hemos tenido algunos problemas durante el viaje

¿Ataques de la Alianza? —Preguntó ella.

V’aaly abrió las cajas de madera y el resplandor dorado iluminó la estancia. Hakali sonrió.

No, por suerte no. Parte de la tripulación enfermó. Tiramos a tres de ellos al mar. Temía que la falta de tripulación nos hiciera débiles, frente a un ataque… O nos contagiaran —. V’aaly hizo un ademán para que los demás salieran de la sala.

El próximo cargamento está listo para llevarlo a Trinquete —comentó Hakali mientras acariciaba las doradas y joyas de las cajas.

El ambiente está enrarecido, pero partiremos cuanto antes con la máxima prudencia —. V’aaly inclinó la cabeza a modo de saludo y salió de la sala.

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