(NHAIL)
La Piedra del Mañana
Feralas, el sol aún no había comenzado a salir cuando Svelien consiguió reunir suficientes suministros para al menos dos días.
Sola en el denso bosque marcó los elementos de una lista mental mientras recogía todo lo que podría necesitar en una bolsa de cuero, empacó los suministros cuidadosamente mientras que el odre y las raciones de comida permanecieron en la parte superior. Ató un saco de dormir a un lado antes de comprobar dos veces la plenitud de su matraz de repuesto.
Satisfecha, Svelien se puso las botas y el cinturón, en el que colgó su cuchillo, municiones y algunas otras bolsas que contenían las herramientas y suministros necesarios. Con una última mirada a su pequeño campamento improvisado entre el Reposo de la Soñadora y el Campamento Ataya.
Lista para la cacería, agarró su rifle y se adentró en el bosque saboreando una profunda bocanada de aire húmedo, apreciando aquel clima aunque poco se parecía al de su tan amado gélido hogar Khaz Modan
Todavía estaba bastante oscuro, pero el resplandor anaranjado de un sol naciente se podía ver en la cima de las montañas.
Siguió adelante, caminando hacia el sur, la madrugada era la hora favorita del día de Svelien, antes de que el mundo despertara, podía sentir sus pensamientos más claros, aunque los dolores de varias décadas atrás aún persistían en su mente pero era algo de lo que no le gustaba quejarse abiertamente.
Los años de servicio militar como soldado de infantería ligera eran más que visibles en su cuerpo, sin embargo la cazadora seguía estando en su mejor momento.
Continuó caminando, ciertamente bastante rápido para ser una Enana, un leve indicio de luz saludó a Svelien cuando llegó al final del pasar.
Cuando el sol comenzó a salir más allá de los picos del este, saludó a un joven recluta Kaldorei que estaba de guardia junto a la puerta de un asentamiento con una sonrisa cordial, este le otorgó acceso, conoció a muchos de los Enanos aventureros incluso hizo amistades con algunos de ellos.
Como había esperado, vio a un viejo amigo, era otro francotirador que había servido junto a ella combatiendo contra los Trols Peloescarcha en El Valle de Crestanevada, aquella tribu que consiguió asesinar a la reina Eimear cerca de Forjaz.
— ¿Qué hay para el desayuno audaz fusilero? — Exclamó Svelien. — ¿Cerveza Fuerte? ¡Bastardo astuto! — gritó ofreciendo una mirada de irritación que rápidamente fue cambiada por una gran carcajada.
Dio un paso adelante, agarrando el antebrazo de aquel camarada y dándole una palmada en la espalda.
— ¿Qué estás haciendo aquí?.— Preguntó— Pensé que la infantería estaba en Silithus enfrentándose al último dios antiguo.
— Acabamos de regresar hace unos días. — respondió quitando su mochila y rifle, apoyándolos contra una pared cercana. —Bueno, ¿Por qué no tomamos asiento y hablamos junto a unas cervezas bien frías?
Pasaron la siguiente hora contando sus experiencias recientes junto a aquellas jarras de barro mientras la joven escuchaba con atención, con los ojos muy abiertos.
— Tenía buenos amigos … — Rogan, finalmente habló con la mandíbula apretada mientras su profunda voz parecía romperse. — Fue una pérdida que se sintió en todo Khaz Modan, pero murieron con honor.
Rogan habló en voz baja, antes de cambiar de tema.
— Si te conozco tan bien como creo que te conozco, no hiciste el viaje solo para este desayuno. — dijo reprimiendo el dolor por el momento.
— Cazando provisiones. — Fue la respuesta de Svelien. — Hace días que mi guerrilla partió para explorar la zona pero todavía no han vuelto …
— Ah, ya veo. Entonces no te entretendré mas tiempo. — dijo con una leve sonrisa.
Asintió, se puso de pie y recogió sus cosas. El anciano Barbabronce la siguió hasta la puerta para despedirse.
— Gracias por el desayuno. Espero que la próxima vez que nos veamos …
— Sí, será mejor que traigas buenas noticias la próxima vez. Pero eres bienvenida aquí siempre que así lo desees — Respondió, tirando de Svelien para darle un abrazo rápido. — ¡Ahora vete, hay un rifle que necesita cazar!
Solo pudo sonreír mientras se giraba para seguir continuando su viaje hacia el sur y girando ligeramente al este, hacia el sol ahora totalmente asomado. Respiró hondo mientras se acercaba cada vez más al lago.
Se mantuvo fuera del camino moviendose a través de los árboles y la maleza agachada y en silencio. Había dos cosas que estaba buscando, osos cueracero o ciervos. Mantuvo los ojos bien abiertos en busca de huellas, huellas que serían fáciles de ver en la blanda tierra o ramas rotas y huecos estrechos en la maleza que conducían hacia el lago. Al no ver tal evidencia de movimiento animal, continuó su camino sureste ayudada por la descendente acelerando su avance.
Estaba casi a la orilla del lago cuando vio las huellas. Se acercó inspeccionándolas colocando una mano abierta sobre la huella confirmando sus esperanzas. La huella era un poco más grande que su propia mano, y la forma era definitivamente la de un oso. Basado en el tamaño, Svelien dedujo que el oso había alcanzado la madurez, pero ciertamente no era el más grande con el que se había cruzado.
Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras desenfundó el rifle siguiendo el rastro.
Hizo una pausa por un momento, sacando su odre de cerveza, tomó un largo trago del frasco de cuero, se puso de pie, ajustó el frasco en la bolsa, tenía un oso que cazar. Manteniendo el dedo en el gatillo del rifle, Svelien continuó a lo largo del camino, las huellas en el suelo húmedo comenzaban a secarse a medida que el sol subía más alto en el cielo.
Continuará …