Llevo bastante tiempo con una amarga sensación, como una piedra en el zapato constante, que me impide estar a gusto en la Horda.
Volví a WoW a finales de Legión porque me hablaron de la trama y me pareció muy interesante el tema de las sedes de clase. Sin embargo, desde el primer momento, jugando como Druida Tauren me sentía un poco fuera de lugar a nivel de trama y ambientación. Acepté que al ser los druidas una clase principalmente de los elfos de la noche, estos eran los que tenían más presencia. Así como que hubiese tres zonas de temática élfica y que en Monte Alto no hubiese ni una mención al druidismo de los taurens.
Con todo lo que vino después del preparche de BFA, la sensación fue aún a peor. La quema de Teldrassil, las batallas en Costa Oscura y Lordaeron, la llegada a las nuevas islas, las misiones de mundo, las incursiones,… Jugar en el lado de la Horda como un druida carece totalmente de sentido. Casi como si estuviese jugando con un “mod” que cambiase la skin del personaje, como jugar a Skyrim manejando a Darth Vader.
Durante todo ese tiempo, la idea constante de abandonar la Horda se ha ido haciendo cada vez más y más grande. Cada vez tengo la más absoluta certeza de que Blizzard quiere que juegue en la Alianza. Que quiere que me haga un elfo de la noche y entonces sienta que mi personaje y las acciones que está realizando tiene algún tipo de sentido y coherencia.
Me aferro a la idea de no hacerlo por el cariño y sentimientos que tengo a este personaje. Gasté la subida de nivel de BFA en un Huargen Druida, pero no soy capaz de jugar con alters. Nunca lo he sido. Para mi WoW es un único personaje, un avatar en un mundo virtual que me representa. Sin embargo, cuando he hecho con el huargen el contenido que con Herens me repugnaba, sentía que todo era coherente. Sentía que eso era lo que tendría que estar haciendo con Herens, pero que el juego no me lo permite. No quiero quemar bosques, matar ancianos, añublar arrasando toda vida inocente mientras miro con desprecio y grito mi amor a Sylvanas para que todos vean lo malote que soy.
Sin embargo, no soy capaz de jugar con el Huargen, ni con cualquier alter. Y aunque lo he intentado, siempre termino volviendo a mi main, al personaje con el que lo tengo todo.
Y ahora hay una nueva expansión a las puertas. Y veo que la facción de las sílfides nocturnas, la que para mi más sentido tiene con los druidas, vuelve a orientarse más hacia Elune, Tyrande y los elfos de la noche en general. Y no puedo dejar de sentirme que estoy jugando en el lado equivocado. O que no lo estoy haciendo de manera correcta, como si jugase al GTA sin montarme nunca en un vehículo.
Me encanta la Horda. La Horda de Thrall, Baine, Vol’jin, Colmillosauro,… Me encantan la familia de razas de la Horda, que no son solo humanos de distintos tamaños y colores, o con nuevas lucecitas. Me encanta esa honorable Horda tribal conectada con los elementos, la naturaleza y la espiritualidad que parece que solo puede verse en las novelas. Es solo, que no sé dónde está esa Horda. Es más, ya no sé si quiera si esa Horda ha estado alguna vez fuera de mi cabeza.
A efectos más pragmáticos, se suma que estoy atrapado en el reino más vacío de España (C’thun un un un) y que si hiciese un cambio de facción tendría que hacer también un cambio de reino.
Y aún así, mi mayor temor y lo que más me frena a hacer el cambio de facción es, que conociéndome, posiblemente me arrepentiría de abandonar a este personaje tauren.
No sé si será el momento de dejar descansar a Herens y empezar un nuevo personaje con el nuevo sistema de leveo y jugar con él Shadowlands. Un nuevo comienzo. O hacer un cambio de facción y perder a Herens como Tauren. O incluso, hacer el cambio de facción y gastar una subida a nivel para “hacer” otro Herens como homenaje al primero.
O tal vez, es que le doy demasiadas vueltas.
Perdón por el tochazo que he soltado. Solo abro el hilo por si alguien puede aconsejarme.
Un saludote.