Era una noche más en el desierto, el frío acechaba en el exterior mientras dentro de la taberna los taberneros se refugiaban en un calor hogareño. Algunos dormían, otros disfrutaban de los últimos tragos y otros solo charlaban. Nada le hacía sospechar la calamidad que les esperaba. No se escuchó ni un sonido, todo se mantenía en silencio pero algo era distinto. Las grietas comenzaron por el suelo como si los cimientos hubieran desaparecido tragados por las mismas arenas del desierto. Y avanzaban con premura. Mucho más que en cualquier otra de las tabernas que aquellos cansados aventureros habían habitado. Los gritos comenzaron en la segunda planta. El techo se les venía encima y huían despavoridos escaleras abajo. La taberna se desmoronaba como un castillo de naipes.
Todo se está desmoronando - grita alguien.
Los taberneros que intentan salir son atacados por los furibundos drachyrs salvajes más salvajes que nunca por haber sido abandonados a su suerte en aquel desierto desierto (valga la redundancia). No había escapatoria de aquel lugar.
Los vulperas con su afán oportunista recogen rápidamente sus pertenencias y algunas que no eran suyas y huyen por pasadizos secretos que solo ellos conocen mientras los taberneros en completo caos no saben donde meterse y se refugian inútilmenta bajo las mesas que son tragadas por las crecientes grietas del suelo. Ante la urgencia, Xilandra, que recientemente había asumido como propio el título de hada maligna heredado de su prima Eilyria, utilza sus vastos poderes para crear un portal demoníaco que trasladaría a los taberneros a lugar seguro.
¡Entrad ahí, panda de rufianes y haraganes!
Todos corren desesperados y atraviesan el portal a los desconocido. En la desesperación unos tropiezan al cruzar y otros caen encima formando una enorme montaña a medida que más taberneros cruzan. La imagen no puede ser más patética. Algunos se recomponen rápidamente con dignidad mientras otros se quedan tirados en el suelo resoplando por haber salvado la vida otra vez más.
¿Dónde estamos? - pregunta uno devolviendo a la realidad a los aún aturdidos taberneros. La imagen no puede ser más desconcertante. Los diablillos de Xilandra habían montado su propia taberna en una antigua mansión destartalada en los terrenos de la familia Solcálido.
Las primeras miradas se dirigen a un diablillo vestido de pingüino agitaba una coctelera mientras un grupo de diablillos delante de él gritaban golpeando la barra: “Pytha, Pytha, Pytha”.
Otro diablillo se balanceaba de viga en viga por el techo con unos cuernos de cabra.
Otro se había pintado unos parches negros alrededor de los ojos y horneaba una masa de un color indescriptible
En un rincón un diablillo afilaba unas dagas mientras miraba de forma sospechosa encongiéndose para parecer más pequeño.
y otro se paseaba por el local arrastrando a cuatro patos encadenados.
Cada tabernero podía verse reflejado en alguno de esos diablillos que los imitaban perfectamente.
Mientras tanto en la anterior taberna Xilandra espera heroicamente hasta que el último tabernero cruce el portal para crear un nuevo portal que la traslada a su cómoda mansión a orillas del mar.
Anteriormente en OFF-TOPIC:
P.D.: Si os preguntáis por qué los diablillos no se parecen a los del WoW es porque son personalizaciones que Blizzard aún no ha metido.
Madre mía, qué inesperado el cierre de la taberna, ¿Será quizá por inactividad? últimamente habían como 20-30 mensajes por día. O quizá porque todos os fuisteis en barco a Pandaria y me quedé yo ahí fumando peleles.
Sea como sea, sigue siendo mejor que la caja de mangos en la que duermo, y huele mejor que el nido de vulperas en el que estábamos Ah~ el aroma a humedad y putrefacción, me siento como en casa.
Pero 5k es demasiado poco… si lo hubieran dejado en 10k pues tampoco estaría mal. De todas formas no entiendo por qué lo han hecho, incluso en los foros yankis está capado
El cielo caía sobre el Errante, a lo lejos, se podía ver a través del dosel de los árboles caídos y muertos, espesas nubes que tapaban la luz del sol incluso en pleno día. Era una oscuridad implacable que cubría todo el paisaje boscoso. De no ser por la esplendida visión de Lluvia, su fiel felina compañera, no le quedaría otra alternativa que detenerse hasta que algún rayo de sol pnetrase entre la niebla.
Desde luego no era un lugar para los vivos, no al menos para los mas cuerdos.
A lo lejos, yacía una enorme y abandonada casa. La madera estaba podrida y abandonada por el pasar de los años o… tal vez por alguna maldición fruto de los demonios. Los demonios de las antiguas tabernas rondaban por allí, si, los podía sentir, al Errante le resultaban familares, sin duda este paisaje solo podía ser obra de Xil por lo que rápidamente a Nhail se e dibujó una sonrisa, no había nada que temer, estaba a escasos minutos de reencontrarse con sus antiguos compañeros de taberna.
¿Estarían todos dentro? No los veía desde que su cuerpo se materializó en un lugar repleto de gnomos.
Se bajó de Lluvia y siguió el resto del camino caminando.